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Sermoni

Tema 6: Herejía

[6-11] ¿No saben que la idolatría es una herejía? (1 Reyes 10, 1-29)

¿No saben que la idolatría es una herejía?(1 Reyes 10, 1-29)
«Oyendo la reina de Sabá la fama que Salomón había alcanzado por el nombre de Jehová, vino a probarle con preguntas difíciles. Y vino a Jerusalén con un séquito muy grande, con camellos cargados de especias, y oro en gran abundancia, y piedras preciosas; y cuando vino a Salomón, le expuso todo lo que en su corazón tenía. Y Salomón le contestó todas sus preguntas, y nada hubo que el rey no le contestase. Y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado, asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que ofrecía en la casa de Jehová, se quedó asombrada. Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído. Bienaventurados tus hombres, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de ti, y oyen tu sabiduría. Jehová tu Dios sea bendito, que se agradó de ti para ponerte en el trono de Israel; porque Jehová ha amado siempre a Israel, te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia. Y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro y mucha especiería, y piedras preciosas; nunca vino tan gran cantidad de especias, como la reina de Sabá dio al rey Salomón. La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir mucha madera de sándalo, y piedras preciosas. Y de la madera de sándalo hizo el rey balaustres para la casa de Jehová y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores; nunca vino semejante madera de sándalo, ni se ha visto hasta hoy. Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados. El peso del oro que Salomón tenía de renta cada año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro; sin lo de los mercaderes, y lo de la contratación de especias, y lo de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra. Hizo también el rey Salomón doscientos escudos grandes de oro batido; seiscientos siclos de oro gastó en cada escudo. Asimismo hizo trescientos escudos de oro batido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro; y el rey los puso en la casa del bosque del Líbano. Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo. Seis gradas tenía el trono, y la parte alta era redonda por el respaldo; y a uno y otro lado tenía brazos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones. Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de un lado y de otro; en ningún otro reino se había hecho trono semejante. Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino; nada de plata, porque en tiempo de Salomón no era apreciada. Porque el rey tenía en el mar una flota de naves de Tarsis, con la flota de Hiram. Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales. Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría. Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. Y todos le llevaban cada año sus presentes: alhajas de oro y de plata, vestidos, armas, especias aromáticas, caballos y mulos. Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén. E hizo el rey que en Jerusalén la plata llegara a ser como piedras, y los cedros como cabrahigos de la Sefela en abundancia. Y traían de Egipto caballos y lienzos a Salomón; porque la compañía de los mercaderes del rey compraba caballos y lienzos. Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento cincuenta; y así los adquirían por mano de ellos todos los reyes de los heteos, y de Siria».
 

Últimamente he tenido el deseo de enseñar a nuestros colaboradores en el extranjero, así como a muchas almas que están atrapadas en la herejía. Así que si alguien ha caído en una herejía, me gustaría ayudarle a salir de ella. Con esta intención voy a hablar de la herejía desde el punto de vista de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, y sé que esta fe y este conocimiento son indispensables para todo el mundo.
 

¿Cómo fue la vida de Salomón?

Hoy hemos leído 1 Reyes 10. Dios le dio mucha sabiduría al rey Salomón. Así que muchas personas le adoraban. Gracias a la gran sabiduría de Salomón, su fama llegó hasta países lejanos. Así que, incluso la reina de Sabá, un país del sur de Arabia, oyó hablar del rey Salomón y viajó para confirmar su sabiduría y su gloria. Así que se presentó ante él y le hizo preguntas difíciles para probarle. Pero el rey Salomón contestó a todas esas preguntas. La reina de Sabá vio también el magnífico palacio que Salomón había construido, sus instituciones de gobierno y su organización administrativa. Se quedó impresionada y alabó al rey Salomón diciendo: «Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría; pero yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto que ni aun se me dijo la mitad; es mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído» (1 Reyes 10, 6-7). Así el rey Salomón vivió toda su vida como un hombre carnal, haciendo alarde de su sabiduría y disfrutando de su riqueza. Pero no sabía que su afamada sabiduría le llevaría a la ruina.
Salomón hizo su trono de marfil, y lo recubrió de oro puro. Lo que me gustaría destacar ahora es que el corazón de Salomón abandonó a Dios Jehová y vivió solo para su propia carne con tal extravagancia que al final convirtió a su reino en una nación de idolatría. Aunque fue un rey con gran sabiduría carnal, otorgada por Dios, en realidad era un hombre débil que utilizó su sabiduría carnal para alardear de su justicia y servir a ídolos. Aunque Salomón había recibido el amor inmenso de Dios y Sus bendiciones, su estado espiritual era pésimo.
Algunas personas, cuando escuchan estos comentarios negativos acerca del rey Salomón, me dicen: «Reverendo Paul C. Jong, sé que es un siervo de Dios, pero ¿cómo puede hablar así del rey Salomón del que habla la Biblia?». Pero aún así n dudo en reprender a Salomón duramente por su corrupción espiritual. Creo que Dios dejó constancia de la vida de Salomón para que nos sirviese de lección, para advertirnos de que no debemos adorar a ídolos y convertirnos en herejes como Salomón. Dios escribió este pasaje para que no sirviésemos a ídolos. No estoy criticando a Salomón porque crea que soy más inteligente, sino que intento avisarles de que no cometan el mismo acto de herejía ante Dios. 
Salomón consiguió pocas cosas cuando se convirtió en rey. Todo lo que hizo después de subir al trono fue construir. Después de construir el Templo durante 7 años, pasó 13 años construyendo su palacio. Durante 20 años, no hizo otra cosa que construir, y así dejó que la idolatría surgiera en su nación. En otras palabras, todo lo que hizo como rey de Israel fue construir casas y servir a ídolos. Este hombre era carnal hasta la médula. Aunque su padre fue David, y aunque el Dios en que creyó era Dios Jehová, todavía servía a ídolos en vez de Dios, lo que le causó mucho sufrimiento. Salomón debería haber estado muy enfadado, y seguro que habría rogado a Dios que le maldijera. 
«Yaweh», el nombre de Dios significa «el que existe por Sí mismo» o «Yo soy el que soy» (Éxodo 3, 14). Este Dios Jehová es el Dios Absoluto para todos nosotros. Así que Dios le dio Su Palabra de advertencia a Dios, y le dijo: «No adores a ídolos», pero Salomón ignoró esta advertencia y sirvió a ídolos, y tomó a muchas mujeres extranjeras como sus esposas, incluyendo a la hija del faraón. Este hombre fue carnal y estúpido espiritualmente. Aunque fue un rey sabio en los asuntos carnales, fue muy estúpido espiritualmente. 
 

Salomón tuvo mil esposas

Está escrito en la Biblia que el rey Salomón «tuvo setecientas esposas, princesas y trescientas concubinas; y sus mujeres siempre le hacían cambiar». En otras palabras, Salomón tuvo un total de mil mujeres. Con tantas mujeres, Salomón seguramente no podía acordarse de todas ellas. Cuando sus mujeres le saludaban: «Su majestad», seguramente él decía en bastantes ocasiones: «Hmm…creo que te conozco. ¿Cómo te llamabas?». Desde la perspectiva de las mujeres, que le dieron hijos y los criaron, seguramente no les sentaría bien que su propio marido no se acordase de sus nombres. Salomón pasó 13 años construyendo su palacio porque tenía que construir una habitación para cada esposa. Después de todo, sus mujeres eran reinas de una nación, y por eso merecían tener una habitación decente. Salomón seguramente construyó varios jardines y lagos para ellas. Además como muchas de estas esposas eran extranjeras, trajeron sus propios ídolos y los adoraron, Salomón tuvo que construir altares para esos ídolos. Si yo hubiese vivido en aquella época, le habría dicho a Salomón: «¿Para qué sirve toda tu sabiduría? Es mejor ser ignorante y temer a Dios».
Pero a pesar de esto, muchos cristianos hoy en día siguen adorando al rey Salomón y envidian su sabiduría y su fortuna. Al principio de su reinado, cuando Salomón subió al trono, ofreció mil holocaustos en Gideon. Pero, ¿durante cuánto tiempo temió este hombre a Dios? Podemos ver que solo temía a Dios cuando estaba construyendo el Templo de Dios y su palacio, porque después estaba demasiado ocupado sirviendo a ídolos. En otras palabras, cuando la construcción del Templo y del palacio se completó, Salomón ya no temió a Jehová Dios. Como su autoridad real se había consolidado, y como tenía gran prosperidad material y de una gran fortuna, su corazón dejó de confiar en Dios y acabó cayendo en la idolatría. Fue estúpido y desdichado. Si hubiese servido a Dios por fe, habría recibido las bendiciones de Dios, tanto en cuerpo como espíritu, y sus descendientes y su pueblo habrían sido bendecidos por Dios. Pero no lo hizo y vivió su vida de una manera estúpida. 
Si Salomón hubiese tenido sabiduría espiritual, no habría dedicado toda su energía a satisfacer sus deseos carnales. Por ejemplo, Salomón hizo su trono de marfil y de oro puro. Pero, ¿podía un trono de oro incrementar su autoridad real? En otras palabras, en vez de manifestar la gloria de Dios y Su justicia, Salomón se dedicó a manifestar su gloria y su justicia. 
Sin embargo, como este mundo solo tiene valores carnales, la sabiduría de Salomón fue alabada en países lejanos, y miles de personas le traían regalos para tener una audiencia con él. Pero desde una perspectiva espiritual, la vida de Salomón era vergonzosa. Incluso el faraón, el archienemigo de Israel, le alabó diciendo: «¡Eres un rey magnífico y tu sabiduría no conoce fronteras!». Los reyes vecinos le entregaron a sus hijas a Salomón para firmar la paz con él, y le mandaron oro y madera para construir el Templo. Como Salomón tenía demasiada sabiduría de la carne, en vez de luchar contra sus enemigos, firmó la paz con ellos y sirvió a los ídolos en los que creían. Aunque la sabiduría de Salomón merece respeto desde el punto de vista humano, el que el rey de Israel, el pueblo escogido de Dios, firmase la paz con Sus enemigos, significaba que se estaba convirtiendo en un enemigo de Dios. Para Dios era un pecado terrible que Salomón firmase la paz con los reyes que se habían levantado contra Dios, que tomase a sus hijas como esposas, construyese un palacio con sus tributos, y aceptase a sus ídolos
El rey Salomón era un hombre con fallos, porque sirvió a ídolos ante Dios. Fracasó ante Dios, que vivió por su propia carne. Dios escribió este pasaje en la Biblia para que aprendiésemos una importante lección espiritual, y para que no vivamos por nuestra carne. Incluso los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, pueden acabar como Salomón si siguen los deseos de la carne. Por eso Dios nos dio esta lección espiritual, para que no vivamos con Salomón.
 

Por culpa de Salomón, la nación de Israel cayó en la herejía colectiva

Durante el reinado del rey Salomón, Israel se convirtió en una nación idólatra. Todo tipo de dioses falsos e ídolos de los países vecinos entraron en Israel. ¿Dónde los adoraron? En la corte de Israel. La religión extranjera floreció en la corte de Israel. La corte de Salomón estaba ocupada sirviendo a todo tipo de ídolos extranjeros. Por todo Israel se construyeron altas para servir a dioses extranjeros. Como el rey y las reinas servían a ídolos, el pueblo de Israel también los sirvió. Había ídolos en todas partes, y todo el país se convirtió en una exhibición de ídolos. Cada vez menos gente en Israel creía en Jehová Dios, mientras que los idólatras prevalecían. Todo lo que el rey Salomón hizo para servir a Jehová Dios fue reunir a su pueblo durante una semana para los rituales de la Pascua y el Día de la Expiación, como si estuviese promoviendo la unidad del pueblo. Cuando la gente volvía a su casa después de ofrecer los sacrificios a Jehová Dios, seguía sirviendo a ídolos. 
Por culpa de este hombre, Salomón, el pueblo de Israel se convirtió en una nación hereje ante Dios. Cuando Salomón empezó a adorar a ídolos, Dios le avisó diciendo: «No sirvas a ídolos. Si lo haces, sacaré a Israel de la tierra que le he dado, e incluso este Templo que he consagrado en Mi nombre será arrojado de Mi vista». Sin embargo, el rey Salomón no escuchó la Palabra de Dios. Seguramente pensó que era el rey y que estaba por encima de Dios. 
Entre los que creen en Jesucristo como su Salvador, no hay ninguno que viva como su propio rey, si ha sido librado de todos sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los nacidos de nuevo no pueden considerarse sus propios reyes. Solo nuestro Señor Jesucristo es nuestro Rey, si de verdad creemos en el Salvador que vino al mundo por el agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 6-8). Sin embargo, Salomón era su propio rey. No le importaba cuántas veces Dios le dijera que no sirviese a ídolos, o cuántos siervos de Dios le hubiesen advertido, porque al final Salomón fue su propio rey, y convirtió a la nación escogida por Dios en una nación idólatra. 
El hijo de Salomón, Roboam, creció mientras su padre adoraba a ídolos. Así que Roboam también sirvió a ídolos como su padre. Entonces Dios separó a las diez tribus de Israel y se las entregó a Jeroboam (1 Reyes 11, 30-31), y lo convirtió en rey del reino del norte, llamado Israel. Pero Jeroboam sirvió a ídolos más que Salomón. Por su codicia y por miedo a perder su poder, su vida, su fortuna y su fama, Jeroboam cambió el sistema de sacrificios del décimo día del séptimo mes al decimoquinto día del octavo mes, nombró a gente corriente como sacerdotes, aunque no eran levitas, y entonces reemplazó a Dios con becerros de oro. A través de todas estas obras, Jeroboam convirtió al reino del norte de Israel en una nación de idolatría (1 Reyes 12, 26-33).
El reino del norte, Israel, hizo dos becerros de oro, y puso uno en Betel y otro en Dan, y adoró a estos ídolos. Todos los reyes que sucedieron a Jeroboam reemplazaron a Dios con estos becerros de oro y sirvieron a ídolos. Los reyes de Israel se convirtieron en líderes de una herejía colectiva. El reino del sur, Judá, y el reino del norte, se convirtieron en naciones idólatras. Durante todo el reinado de Salomón, Dios no separó a los israelitas aunque sirvieron a ídolos. Dios tuvo misericordia de ellos. Sin embargo, cuando el hijo de Salomón, Roboam, subió al trono, Dios separó a la nación idólatra de Israel en dos, e Israel estuvo maldito hasta que el Señor vino al mundo encarnado en un hombre. 
El hombre responsable de traer estas maldiciones fue Salomón. Por culpa de la idolatría del rey, toda la nación cayó en la herejía de servir a dioses. Esta Palabra nos enseña una gran lección. Salomón no solo sirvió a ídolos ante Dios, sino que enseñó esta fe corrupta a sus hijos y a su pueblo. Como sus hijos y su pueblo vieron los actos idólatras del rey, ellos también sirvieron a ídolos sin pensarlo dos veces. Aunque el rey Salomón afirmaba creer en Dios, su servicio era simplemente un ritual, y sirvió a ídolos en vez de a Dios. 
Como resultado, el pueblo de Israel pensó para sí mismo: «Aunque nuestros rey está sirviendo a ídolos, Israel no está siendo castigado por Dios, sino que está prosperando. Así que podemos vivir como este rey». Al haber aprendido a servir a ídolos, empezaron a hacer lo mismo. Desde entonces, no se separaron de la idolatría. Como el rey Salomón había servido a ídolos, sus hijos hicieron lo mismo, al igual que Jeroboam y sus sucesores. Probablemente no haya habido otra nación que adorase a dioses extranjeros tanto como Israel, tanto sus reyes como su pueblo cometieron idolatría. Aunque la Biblia no habla de todos los ídolos que el pueblo de Israel sirvió, menciona a Aserá y Baal como los que prevalecieron en Israel, pero solo porque estos dos ídolos tuvieron gran influencia en la nación. Así Israel se convirtió en una nación hereje que adoraba a ídolos. 
Por culpa de los pecados de Jeroboam, Israel se convirtió en una nación hereje que no se podía tolerar. Por eso cuando Dios condenó a los reyes sucesores que adoraron a ídolos ante Él, dijo: «Cometió los pecados de Jeroboam» o «Siguió el camino de Jeroboam». Esto es lo que Dios dijo cuando se enfadó con el pueblo de Israel y su rey. En vez de decir: «Es un hombre malvado, debería morir», Dios expresó Su ira diciendo: «Siguió el camino de Jeroboam» o «Siguió los pecados de Jeroboam». ¿Por qué dijo Dios esto? Para decirnos: «No seáis como Jeroboam».
Así que los pecados de Jeroboam fueron los mayores pecados a los ojos de Dios. Puede que intenten entender a Jeroboam desde un punto de vista humano, pensando: «¿Acaso no hizo estas cosas para mantener su trono? Después de todo, era solo un hombre». Sin embargo, si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios será su rey; y nunca deben servir a ídolos extranjeros como sus reyes. Como Dios nos ha salvado, cómo podemos abandonarle, y poner dioses falsos en Su lugar para ser controlados por Satanás?
 


Dado que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu, no tiene sentido que sirvamos a ídolos


Mis queridos hermanos, hemos recibido la salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu creemos en la justicia de Dios. En otras palabras, somos los que creen en la justicia de Dios contenida en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos dio. ¿No es cierto? Por supuesto que sí. Creemos en el Señor Jesucristo, que creó los cielos y la tierra. Este Dios nos creó y esto Dios, cuando caímos en el pecado, vino al mundo encarnado en un hombre para salvarnos, cargar con nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, y borrar esos pecados al morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos. ¿De quién nos viene la salvación? De Dios mismo, que nos creó a nosotros y al universo entero junto todo lo que hay en él. Esta salvación es un regalo que recibimos al creer en la justicia completada por Dios. Este Dios es nuestro Dios y su justicia es la base de nuestra salvación. Por eso creemos en la justicia de Dios y lo llamamos nuestro Salvador y Pastor. Por eso Dios nos dice que somos Su rebaño, y que nos cuidará para siempre. Además Dios es nuestro protector y nuestra defensa. Somos Su pueblo que cree que el Evangelio del agua y el Espíritu es la única Verdad de salvación y que nuestro Señor nos ha dado esta Verdad. 
Cualquiera de nosotros, que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, puede dar testimonio de este Evangelio, pero los que no creen en este Evangelio de Verdad, no lo entienden. Solo el pueblo de Dios puede creer en él y predicarlo. Como Dios nos ha salvado de todas las maldiciones a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, si dedicamos nuestras vidas a este Evangelio, estamos viviendo una vida valiosa. Dios nos ama y nos ha salvado de todos nuestros pecados. Dios nos ha librado de todos nuestros pecados y nos ha bendecido con la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Habíamos dejado a Dios e ido por el mal camino y estábamos destinados a ser destruidos. Cada uno a su propia manera, todos servíamos a ídolos, pero no sabíamos quién era el verdadero Dios, por lo que estábamos malditos por nuestros pecados. Pero a pesar de esto, aunque nos habíamos perdido, Dios nos siguió y nos encontró con la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, nos salvó de todos los pecados y se convirtió en nuestro Pastor. No nos hemos convertido en el pueblo de Dios porque así lo deseábamos, sino porque Él quiso salvarnos con Su amor. ¿Creen en esto, mis queridos hermanos? Por tanto, los que creen en este Dios, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, son los que creen en la justicia de Dios, y estos son Su pueblo.
Incluso los hijos de Dios son débiles en la carne, y por eso cometen varios tipos de pecados, pero por lo menos no cometen el tipo de pecado que sustituye a Dios por los becerros de oro. En otras palabras, nunca debemos comportarnos como los reyes de Israel en el Antiguo Testamento. Si alguien le hace algo malo a otra persona, está pecando ante Dios; pero Dios nunca nos hace nada malo. Por eso no podemos sustituir a Dios. Solo este Dios verdadero nos ama, solo este Dios merece nuestra adoración, y solo este Dios es nuestro Dios Absoluto que nos cuida siempre. Al creer en la justicia de este Dios hemos sido salvados, y este es el Dios al que alabamos y damos gracias. Esto es tener fe en Dios. 
 

La vida de Salomón, quien abandonó a Dios, fue «vanidad de vanidades; todo es en vano».

Todo lo que Salomón hizo en este mundo fue totalmente en vano. Está escrito: «Y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco. También disertó sobre los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó sobre los animales, sobre las aves, sobre los reptiles y sobre los peces» (1 Reyes 4, 32-33). Sin embargo, fue un hombre miserable, en cuerpo y espíritu. Vivió una vida vacía y trágica ante Dios y ante los hombres. Este hombre podía demostrar su conocimiento sobre todo con tan solo abrir la boca. Muchos reyes de todo el mundo fueron a visitarle con enigmas imposibles de resolver, pero no había nada que no pudiese resolver. Sin embargo, con la sabiduría que Dios le dio, este hombre firmó la paz con los países vecinos y aceptó a las hijas de los reyes extranjeros como sus esposas. Aunque Salomón pensó que era sabio hacer esto, no se dio cuenta de que esto le llevaría a la ruina. 
Había muchas mujeres temerosas de Dios en Israel, pero Salomón fue estúpido y aceptó a la hija del faraón como su esposa. Este fue un error fatal. Tanto su padre, David, como Dios mismo, aborrecieron estas acciones. Casarse con mujeres gentiles era una abominación ante Dios. Pero tan pronto como Salomón subió al trono, se casó con la hija del faraón. De hecho, esto fue totalmente malvado ante Dios.
¿Creen que Salomón pensó en las consecuencias de sus actos, en cómo el pueblo de Israel se convertiría en una nación idólatra y hereje? No, no pensó en las consecuencias devastadores. El pueblo no tenía nada que aprender de un rey idólatra. El pueblo de Israel observó la fe de su rey y la siguió.
Aunque todos cometemos errores, por los menos nuestros corazones deben seguir a Dios, pase lo que ase. Por eso el Señor nos está diciendo que quitemos el amor del mundo de nuestros corazones, como las impurezas se separan de la plata. Debemos seguir a Dios con nuestras mentes y nunca dejar que nuestros corazones sigan a algo más que Dios, es decir, no debemos tener ídolos en nuestros corazones. Aunque la gente decía que el rey Salomón era un hombre muy sabio, en realidad fue estúpido porque disfrutaba de estas alabanzas. Algunas personas solo disfrutan de la gente que habla bien de ellos. Pero el Señor dijo: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas» (Lucas 6, 26). 
 

Incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu se pueden convertir en herejes como el rey Salomón

Salomón construyó la Casa de Dios durante 7 años y su palacio durante 13. Al final, Salomón vivió solo para sí mismo. Hubiera sido mucho mejor que Salomón hubiese temido a Dios con la fortuna y la fe que su padre David le pasó, y para ello tendría que haber luchado con las naciones vecinas. Aunque Salomón fue insuficiente en sus actos, las cosas hubieran ido mejor si hubiera admitido en su corazón: «Señor, viviré por Ti solo». Así, todo lo que Salomón tuvo que hacer fue decidir vivir con justicia, pero en realidad malgastó todo su esplendor y su fortuna que había heredado de su padre David, y sirvió a dioses extranjeros para satisfacer sus deseos carnales. Todo lo que hizo durante toda su vida fue construir casas y servir a ídolos. Como resultado Salomón se convirtió en el líder de los sacerdotes idólatras. Salomón creó a idólatras y al hacer esto acabó convirtiéndose en el fundador de la herejía. 
Lo que me gustaría decirles es lo siguiente: incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, si viven por sus deseos carnales, son idólatras ante Dios. Todos debemos entender esto y evitar el pecado de la idolatría. Los que están sirviendo a ídolos ante Dios pueden consideran el pecado de la idolatría como algo insignificante ahora, pero al final se convertirán en herejes a los ojos de Dios. Es decir, se convertirán en enemigos de Dios. Estas personas que sirven a ídolos ante Dios se han convertido en herejes.
Aunque Jeroboam había servido a ídolos, en realidad conocía a Dios. A los ojos de Dios, los herejes son los que creen en Dios sin seguir Su voluntad. Así que si viven con una fe que se desvía de la voluntad de Dios, se convertirán en herejes a Sus ojos. ¿Creen que esto no es justo? ¿Quieren protestar que aunque son insuficientes, por lo menos no son herejes? Si su fe se desvía de la voluntad de Dios, o si sirven a ídolos, a los que Dios aborrece, son herejes, porque están contra la voluntad de Dios. No es muy difícil convertirse en un hereje. Si nuestra fe cree en contra de la voluntad de Dios, seremos herejes. Mis queridos hermanos, aunque creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y estamos sirviendo al Señor en la Iglesia de Dios, si alguno de nosotros deja de servir al Señor, vive por su propia carne y abandona de la Iglesia de Dios, volverá a ser un hereje ante Dios al final. 
 

Puede que no sepan que servir a ídolos es una manera segura de convertirse en un hereje ante Dios

Incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, si sirven a ídolos, se convertirán en herejes. Salomón sirvió a ídolos ante Dios, y su hijo y Jeroboam también. Por tanto, el pueblo de Israel cayó en la herejía. Salomón no solo se convirtió en un hereje ante Dios, sino que también convirtió a sus súbditos y a su pueblo en herejes. Por su culpa, aparecieron muchos sacerdotes herejes en Israel. ¿Cómo puede alguien que dice creer en Dios, reemplazarlo con becerros de oro y servir a ídolos para conseguir la prosperidad material del mundo, en vez de confiar en la justicia de Dios? Pero esto no fue suficiente para los israelitas porque trajeron dioses extranjeros y se inclinaron ante ellos y los sirvieron, porque creyeron en ellos como sus dioses. Si esto no es herejía, entonces ¿qué es la herejía? En el cristianismo de hoy en día, los que dicen servir a Dios, contra Su voluntad, son herejes. Quien sirva a ídolos ante Dios es un hereje.
Mis queridos hermanos, si alguien dice creer en la justicia de Dios, pero sigue sirviendo a ídolos, es un hereje ante Dios. A pesar del hecho de que Jesucristo nos ha salvado de todos los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, los que no creen en este Evangelio de Verdad y viven por su codicia, son herejes a los ojos de Dios. Esta gente sirve a ídolos, y por eso son herejes ante Dios. ¿Estoy siendo demasiado duro? No, para nada. Solo estoy diciendo la verdad, llamando a los herejes por su nombre
 

Los que sirven a becerros de oro en las comunidades cristianas se han convertido en herejes

Mientras sirvo al Señor ahora, si acabo viviendo por los deseos de la carne, me convertiré en un hereje a los ojos de Dios. Si un cristiano sirve los ídolos ante Dios, está sustituyendo a Dios por becerros de oro, y si sirve a ídolos ante Dios y vive por sus propios deseos, acaba convirtiéndose en un enemigo de Dios, es decir, en un hereje. Incluso los que han recibido la remisión de sus pecados se pueden convertir en herejes. Incluso los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, si no siguen la voluntad de Dios, es posible que se conviertan en herejes. 
Por tanto, debemos seguir a Dios sin condición alguna. Aunque seamos insuficientes, Jesucristo es nuestro Dios, nos ha salvado de nuestros pecados, es nuestro Pastor, nos ha dado la vida eterna, y nos cuida. Por eso no hay otro dios que no sea el Dios que nos ha salvado de nuestros pecados. A parte del Dios de la Trinidad, es decir, Jesucristo, Su Padre y el Espíritu Santo, nadie puede ser nuestro Dios. Esto se debe a que Dios no solo nos ha salvado de los pecados del mundo, a través del Evangelio del agua y el Espíritu, sino a que es nuestro Protector, que nos da todas Sus bendiciones para poder vivir en este mundo por Su justicia, y nos defiende y nos cuida para siempre. Por eso no podemos seguir a otro dios. Para los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, solo el Dios de la Trinidad es divino. 
Nuestros actos son insuficientes; la justicia de Dios en la que todos creemos, no es insuficiente. Si no amamos a Dios de todo corazón, acabamos convirtiéndonos en herejes, no porque el amor de Dios sea imperfecto. Si tropezamos, se debe a nuestras insuficiencias, no a que Dios no nos proteja, porque Él nos protege como Su propio ojo, y nunca deja de protegernos (Salmo 121, 3-8). Los que tropiezan lo hacen porque caminan con sus propios deseos. Así que, quien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, nunca puede servir a otro dios que no sea nuestro Dios, si cree de verdad en el Evangelio de Verdad. Los nacidos de nuevo no pueden servir a otros dioses. Nunca debemos dejar que esto suceda, aunque otros nos quieran engañar. 
Los nacidos de nuevo deben darse cuenta de lo malvado que es vivir por la carne. Al leer el pasaje de las Escrituras de hoy, debemos entender que si vivimos como Salomón, nos convertiremos en herejes. Recordemos, hermanos y hermanas, ministros y colaboradores, que si vivimos como Salomón, nos convertiremos en herejes ante Dios. Por supuesto, como todo el mundo, tenemos necesidades. Pero si nos amamos a nosotros mismos más que a Dios, y si seguimos nuestros deseos carnales solamente, al final, cuando seamos idólatras, nos convertiremos en herejes. Acabaremos abandonando a Dios y siendo enemigos Suyos. Esto significa que nosotros seremos los que abandonan a Dios, no al revés. 
 


Por tanto, cuando hablamos de herejía, debemos juzgarnos a nosotros mismo antes que a los demás


Es absolutamente imperativo recordar que incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, pueden convertirse en herejes. Es posible que nos convirtamos en herejes. Entonces se preguntarán: «Cómo es posible? ¿Cómo podemos convertirnos en herejes si creemos en Dios correctamente?». Pero aún así hay posibilidades. Consideremos una vez más cómo nos podemos convertir en herejes. 
Creo en el Evangelio del agua y el Espíritu. He recibido la remisión de mis pecados y estoy sirviendo al Señor. Sin embargo, mientras vivo en este mundo, los deseos de la carne siguen surgiendo una y otra vez. Cuando me siento débil, cuanto más débil me siento, más deseo defenderme. Así que sigo intentado protegerme a mí mismo y alardear. Como los seres humanos son frágiles, estamos genéticamente programados para satisfacer nuestros propios deseos. Sin embargo, si seguimos buscando nuestra propia satisfacción, nos convertiremos en nuestros propios ídolos, o convertiremos al dinero en nuestro ídolo. En otras palabras, nuestra carne se puede convertir en nuestro dios. 
Si esto ocurre, ¿cuál es la diferencia entre nuestra idolatría y la idolatría cometida por el pueblo de Israel? No hay ninguna diferencia. Así que, si los que están aquí reunidos, tanto nuestros ministros como sus esposas, nuestros colaboradores, y nuestros hermanos y hermanas, siguen sus deseos, se convertirán en herejes como el pueblo de Israel. Si esto ocurre, estarán sirviéndose a sí mismos más que al Evangelio del agua y el Espíritu, y como consecuencia, se separarán de Dios y serán herejes. 
Moisés libró al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. Después de la muerte de Moisés en el desierto, Josué guió a los israelitas a la tierra de Canaán. Después de la muerte de Josué, los jueces guiaron al pueblo de Israel. Cuando los días de los jueces se acabaron, ¿quién mandó? El rey Saúl. Desde entonces Israel empezó a ser gobernado por una monarquía. El primer rey de Israel fue Saúl y el siguiente fue David. Sin embargo, la historia de la verdadera fe de Israel acabó con la muerte del rey David, y desde entonces, los israelitas se convirtieron en herejes colectivos. 
Es bastante trágico ver todas estas cosas. Echemos un vistazo a algunos siervos de Dios de antes de Salomón. Desde Moisés hasta Josué, pasando por los jueces como Gideón, Sansón, Jefté y Samuel, hasta David, todos estos hombres fueron siervos de Dios. Ahora veamos a los que siguieron a Salomón. Por desgracia, hubo pocos reyes con la fe correcta, tan pocos que se pueden contar con los dedos de las manos. El sistema de gobierno de Israel era originalmente una teocracia, pero como el pueblo se opuso a este sistema, se adoptó la monarquía, y como consecuencia la nación de Israel se arruinó espiritualmente. 
¿Y qué pasa con nosotros? Como creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, vivimos en una teocracia. En otras palabras, nuestro único rey es Dios mismo, y vivimos por nuestra fe en Su justicia. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu no servimos a los antojos de otros seres humanos. Sin embargo, en la historia de Israel, la teocracia se acabó con el reinado de Salomón.
¿A quién vio Salomón mientras crecía? A su padre, el rey David, que tenía la fe correcta. Pero a pesar de esto, se casó con la hija del faraón. Este fue solo el comienzo de sus matrimonios con mujeres gentiles. De todas las mujeres, ¿por qué se tuvo que casar con mujeres gentiles? Cuando el pueblo vio esto, perdió su fe. La teocracia ya había acabado cuando Salomón se convirtió en un idólatra. Aunque hubo muchos siervos de Dios después, ninguno de los dos reinos de Israel les escucharon, y siguieron sirviendo a ídolos, por lo que acabaron en la ruina. Israel apenas sobrevivió como estado tributario de otras superpotencias hasta la venida de Jesucristo. Pero aún así, los judíos no aceptaron a Jesucristo como su Salvador.
Cuando examinamos la historia de Israel, podemos descubrir la gran tristeza que provocó un solo hombre, Salomón, y que la nación de Israel acabó traicionando a Dios y fue por el camino de la destrucción. Si Salomón se hubiese arrepentido y hubiese servido a Dios como único rey de Israel, su pueblo no habría caído en la idolatría tan pronto. Su pueblo no solo sirvió a ídolos, sino que lo hizo con placer, y así toda la nación de convirtió en una nación idólatra. Así que, ¿cómo pudo Dios estar complacido con esta gente y darle Sus bendiciones? La idolatría prevaleció por toda la nación y la sumió en el caos. La gente adoraba a ídolos, porque estaba contenta de poder seguir a dioses visibles. En resumen, toda la nación de Israel se convirtió en una nación que adoraba a dioses falsos. Así que solo era cuestión de tiempo que Dios no pudiera aceptar a esta gente. 
Por eso Dios envió a Sus siervos al pueblo de Israel. Como los israelitas no le escucharon, tuvo que mandarles siervos con poder. El primer siervo fue Elías. Dios lo llamó. Cuando Dios profetizó a través de Elías, no hubo lluvia en Israel durante tres años. Entonces Dios le dijo a Elías: «Ahora voy a hacer que llueva. Tráeme a 850 sacerdotes que sirvan a Baal y Aserá, y tráeme al rey de Israel y a todo su pueblo al monte Carmelo. Vamos a probar quién es el verdadero Dios. Cuando se preparen las ofrendas y se ora, quien haga caer fuego sobre las ofrendas, será el verdadero Dios». A través de Elías, Dios demostró a todo el pueblo que Jehová es el Dios Todopoderoso. Hizo que todo el pueblo de Israel volviese a Dios y confesase: «Jehová es nuestro verdadero Dios. Es el Dios que vive».
Incluso hoy en día, Dios está haciendo muchas obras a través de Sus siervos. Aunque hemos recibido la remisión de nuestros pecados, quien no viva unido con la Iglesia de Dios para difundir el Evangelio del agua y el Espíritu es un idólatra. ¿Están de acuerdo con esto? ¿Tengo razón? Lo que intento decirles es que para no caer en la idolatría, debemos hacer la obra de Dios sin cesar. Por eso estamos trabajando sin cesar por la obra del Evangelio. Pero muchos de ustedes pensarán: «El Pastor Jong no es humanos. Es adicto al trabajo. ¿Por qué es tan exigente? Todos hacemos la obra de Dios, pero tenemos que descansar. Como hemos conseguido tanto y hemos servido al Señor, ¿no nos merecemos un descanso?». ¿Ustedes también quieren decirme lo mismo?
Mis queridos hermanos, si piensan de esta manera y deciden descansar de la obra de Dios, se arruinarán espiritualmente pronto. En cuanto dejen de servir al Señor y descansen, aunque sea por unos pocos días, su corazón cambiará e irá por el camino. Nuestra carne siempre es perezosa, de manera que cuando estamos sentados, quiere tumbarse, y cuando estamos tumbados, quiere dormir. Porque está escrito: «Pasé junto al campo del hombre perezoso, Y junto a la viña del hombre falto de entendimiento; y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, Ortigas habían ya cubierto su faz, Y su cerca de piedra estaba ya destruida. Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado» (Proverbios 24, 30-34).
Cuando intentan satisfacer todas las exigencias de su carne, su relación con Dios se desestabilizará. ¿No es cierto? Estoy seguro de que están de acuerdo conmigo. Por eso deben llevar a cabo la obra de Dios sin cesar. 
Creo en la justicia de Dios, en Su amor, y en la salvación que nos ha dado. Todos ustedes creen lo mismo que yo, ¿no es así? Yo no quiero ser como Salomón. Aunque muchas personas consideran a Salomón como un gran rey, yo creo que fue un hombre débil. Al contrario que Salomón, su padre David temió a Dios. Si Salomón hubiese seguido a Dios una milésima parte de lo que lo hizo su padre, si no hubiese sustituido a Dios, el pueblo de Israel no habría acabado sirviendo a ídolos. ¿No están de acuerdo? Como sustituyó a Dios y a los sacerdotes, podemos decir que no estaba bien de la cabeza. No quiero ser como Salomón. No quiero que nuestros ministros sean como Salomón tampoco. 
Nunca he dejado de pensar que si un día voy por el mal camino, entonces también convertiré a mis colaboradores en gente como Salomón. Sé muy bien que si quiero evitar convertir a mis colaboradores en idólatras como Salomón, tengo que hacer más obras de Dios. Después de todo, si hacemos muchas obras de Dios, no tendremos tiempo de servir a los becerros de oro, porque estaremos ocupados. De hecho, como somos insuficientes, tenemos que hacer la obra de Dios todavía más. Aunque nuestra fe debe seguir siendo fuerte aunque no trabajemos, esto es casi imposible porque somos demasiado insuficientes, y por eso debemos seguir haciendo la obra de Dios.
Creo que en estos tiempos, somos los últimos que predicarán el Evangelio. Estoy convencido de que los días de este mundo están contados. Es inevitable que el mundo sea destruido por completo, y creo que debemos servir al Evangelio del agua y el Espíritu mientras podamos. Estamos orando y sirviendo al Evangelio por fe, y mientras Dios nos bendice, podemos conseguir muchas cosas por el Evangelio. Incluso en este momento, el Evangelio sigue siendo proclamado con éxito. Sin embargo, pronto llegará el momento en el que no podremos servir al Evangelio. Con esto en mente, voy a llevar a cabo la obra de Dios todavía más. 
En realidad, las condiciones son ideales para llevar a cabo la obra de Dios por todo el mundo. Pero aunque la puerta del Evangelio se haya abierto un poco, los corazones de la gente se han endurecido. Aunque tenemos mucho trabajo que hacer, debemos tener paciencia. Cuando llegue el momento en el que no podamos trabajar, descansaremos en paz juntos.
Ante todo no debemos ser como Salomón. Aunque somos insuficientes, debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios, y nunca sustituir a Dios. No podemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por nuestra propia cuenta, pero si trabajamos juntos con la Iglesia, podremos conseguir mucho. 
Si ofrecemos nuestros corazones y nuestras posesiones materiales por esta obra, Dios nos bendecirá y nos permitirá ofrecerle más cosas. Si el Evangelio se proclama a través de nuestras ofrendas, debemos unir nuestros corazones con esta obra y servir al Evangelio con toda nuestra dedicación. Estoy seguro de que Dios nos permitirá hacer esto, porque creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y estamos sirviendo al Señor como nuestro Rey.