(Juan 14, 6-14)
«Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré».
Les doy la bienvenida a todos. Este verano ha sido tan caluroso que no recuerdo ningún otro verano tan difícil de soportar. Además he engordado un poco y quizás esto haya hecho más difícil pasar el calor. Este clima se está haciendo cada vez más cálido por culpa del calentamiento global, y además engordar lo ha hecho más difícil de llevar para mí. Pero aún así estoy contento de que el verano haya pasado sin demasiados problemas, y le doy gracias a Dios por cuidar de nosotros y mantenernos sanos y salvos. En el campamento de discípulos de este verano me he dado cuenta de unas cuantas cosas que se podrían haber mejorado para servir mejor al Señor y por eso debemos estar preparados para el campamento del año que viene. Pero aún así estoy muy contento de verles a todos ustedes sanos y salvos aquí.
Sé que todos ustedes, todos los siervos y los santos, han trabajado mucho por servir al Evangelio del Señor. El campamento de formación de discípulos de este año no ha sido fácil tampoco, ya que ha hecho un calor inesperado. En concreto, las mujeres de nuestros ministros han trabajado duro en la cocina con un calor insoportable y les estoy muy agradecido por prepararnos comidas deliciosas. Seguro que han perdido un par de kilos, pero parece que el resto de nosotros nos hemos engordado gracias a ellas. Así que quiero aprovechar esta oportunidad para darles las gracias por lo que han hecho por nosotros.
En todas las reuniones de resurgimiento a las que he ido, hay algunos ministros que roncan por las noches. Yo no ronco y me resulta muy difícil dormir con ronquidos. Algunas noches no me podía dormir hasta las 3 de la mañana porque algunos de los ministros con los que compartía habitación roncaban tanto que no me dejaban dormir. A veces me entraba dolor de cabeza y no podía ni dormir. Así que este verano he tenido bastantes incidentes, pero me alegro de que se haya ido sin demasiados problemas importantes.
Ha hecho tanto calor que me distrajo de hacer la obra de Dios, y a veces todo lo que hacía era pensar en una manera de refrescarme en vez de servir a la justicia de Jesús. Incluso llegué a acordonar una zona, llenar una bañera grande con agua fría y meterme en ella un par de veces al día. El agua estaba tan fría que me entraban escalofríos. Pero era tan refrescante y divertido que no quería salir de la bañera. Por lo menos aquí hace viento, pero en mi ciudad natal de Chuncheon no hay nada de viento. Pero he venido aquí porque les extrañaba. He venido aquí a reconfortarles con la Palabra de Dios. Así que oro por que todos sean reconfortados con mis sermones. También espero que encuentren fuerzas y vivan su fe con un corazón renovado.
A veces, cuando hace tanto calor en veranos, me preocupa cómo vivir con fe en momentos tan difíciles. A veces nuestras mentes están preocupadas solamente por nuestra prosperidad en vez de por la fe. A menudo solo pensamos en cómo refrescarnos y cómo asegurar nuestra prosperidad carnal en vez de espiritual, pero aún así debemos vivir con fe ajustándonos a las circunstancias.
La importancia de la oración
Hoy me gustaría predicar sobre la importancia de la oración. En mi vida de fe, de vez en cuando, siento que es imposible seguir al Señor confiando solamente en mi propia voluntad o fuerza. Cuando veo los límites de mi carne, no puedo evitar orar al Señor Todopoderoso. Cuando hace mucho calor, mi corazón también se agota, y cuando mi cuerpo siente dolor, mi corazón se siente desfallecido. En tiempos así mis ojos se ciegan con los problemas de la carne y me es difícil vivir mi fe espiritual y correctamente. Por muy fuerte que sea su determinación, si sus circunstancias se hacen adversas, será difícil vivir con fe espiritualmente mientras luchan contra la adversidad.
¿Qué debemos hacer entonces? ¿Qué debemos hacer cuando ya no podemos vivir con fe por nuestras fuerzas? El problema con el que nos encontramos es cómo vivir el resto de nuestras vidas espiritualmente por fe incluso cuando las circunstancias son adversas. Para encontrar la respuesta a esta pregunta, para averiguar cómo podemos recibir fuerzas y por qué tipo de fe debemos vivir, debemos acudir a la Palabra de Dios. Y cuando acudimos a la Palabra de Dios, solo podemos llegar a una conclusión: la única manera de vivir espiritualmente ante Dios es orando al Dios Todopoderoso. En la Palabra de Verdad podemos darnos cuenta de que debemos orar a Dios y buscar Su ayuda en nuestras vidas, porque es imposible vivir con fe confiando solo en nuestras propias facultades o fuerzas. Como es Dios Padre el que nos da fuerzas y nos bendice en todas las cosas, cuando confiamos en Dios podemos servir al Evangelio de salvación y seguirle. Por eso las oraciones son tan importantes en nuestras vidas, y por eso oramos a Dios Padre para mantener nuestras vidas de fe.
Jesús dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). Entonces Felipe le dijo: «Señor, muéstranos el Padre, y nos basta» (Juan 14, 8). Jesús le respondió: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre?» (Juan 14, 9). Y siguió diciendo: «No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras. Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras. De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré» (Juan 14, 10-14).
Jesús les estaba diciendo a Sus discípulos que creyesen que era Dios. Jesús les dijo que si esta Palabra no era suficiente para que creyesen que era Dios, deberían creer al ver todas las cosas espectaculares que había hecho. También les explicó cómo orar a Dios correctamente. Nuestro Señor dijo que si oramos a Dios Padre en nombre de Jesucristo, contestará todas nuestras peticiones. Jesús nos los prometió.
Últimamente he hablado mucho de la oración en mis sermones. Esto se debe a que he visto a muchos cristianos utilizando todo tipo de nombre para invocar a Dios en la oración. Pasan de un nombre a otro tan a menudo que parecen confusos. A veces nombran a Dios padre, a veces al Señor, a veces a Jehová, y a Jesús. Pero no solo son ellos los culpables, sino que nosotros también hemos ofrecido oraciones así de confusas. Nosotros también hemos orado a Jesús, luego a Dios Padre y luego al Espíritu Santo. Sin embargo, aunque esto parezca confuso, no está mal cambiar entre Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo porque son el mismo Dios Trinitario. No importa el nombre de Dios en que oremos, porque lo que debemos hacer es orar sin cesar al Dios verdadero.
Cuando seguimos viviendo nuestras vidas de fe, a veces nos desesperamos por las debilidades de nuestra carne. En esos momentos solo Dios Padre puede ayudarnos, y la única manera para conseguir esta ayuda es orando, como está escrito Salmos 121, 1-2:
«Alzaré mis ojos a los montes;
¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová,
Que hizo los cielos y la tierra».
Por eso es tan importante que oremos constantemente en nuestras vidas.
Cuando oramos, solemos nombrar a Dios Padre, pero esto es lo mismo que nombrar al Padre, Hijo, y Espíritu Santo al mismo tiempo. Esto se debe a que Dios es una Trinidad. Sin embargo, cuando oramos es más adecuado orar a Dios Padre o Jesús.
Debemos pedirle a Dios Padre que nos ayude en todas las cosas de la siguiente manera: «Padre, tenemos que vivir en un mundo duro, tenemos que trabajar o tener negocios para ganar dinero y mantener a nuestras familias. Y además debemos trabajar para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, la obra más importante para salvar a las almas. Padre, te pedimos que nos ayudes en todas estas cosas. Protégenos de este mundo duro, Padre. Guárdanos de nuestras debilidades carnales y ayúdanos. Bendícenos en cuerpo y e espíritu. Bendice a todos nuestros santos para que prosperen en sus negocios. Danos salud para que no nos falte nada para servir al Evangelio del agua y el Espíritu. Ayúdanos a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, tanto en Corea como en el extranjero. Y bendícenos para vivir por fe. Haznos seguir Tu justicia». Debemos orar así porque necesitamos la ayuda de Dios en nuestras vidas.
¿Qué es la oración?
La oración consiste en pedirle a Dios ayuda. ¿Cómo debemos orar? Debemos empezar nuestra oración en nombre de Dios Padre y terminarla en el nombre de Jesucristo, ya que Dios Padre nos ha salvado en Jesucristo. Cuando Felipe le pidió a Jesús que le mostrara al Padre, Jesús le dijo: «No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras» (Juan 14, 10).
Dios Padre y Jesús son el mismo Dios, y el Padre vive en Jesús. Por tanto, Jesús no solo dice lo que Él piensa, sino que habla y obra según la voluntad de Dios Padre. Por eso oramos a Dios padre para que nos ayude a vivir nuestras vidas en este mundo. Entonces podemos vivir y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todas las almas que no han nacido de nuevo a través de este Evangelio de salvación. Cuando le pedimos ayuda a Dios Padre, podemos seguir Su justicia, vivir en este mundo tan duro y recibir las bendiciones de Dios en nuestras vidas. Lo único que nos ayuda a vivir en este mundo desolado es la fe y la oración.
Jesús dijo en Juan 16, 23-24: «De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará. Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido». Jesucristo es nuestro Mediador que, cuando nos habíamos separado de Dios por nuestros pecados, nos reconcilió con Dios Padre y construyó un puente para que pudiésemos volver a Dios. La relación del hombre con Dios pudo ser restaurada porque Jesús aceptó todos los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista y porque pagó la condena del pecado en la Cruz. Por tanto, hemos sido justificados libremente por fe a través del Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de la salvación de Dios, y hemos recibido el derecho a estar ante la presencia de Dios. El que ahora podamos acercarnos a Dios Padre y pedirle ayuda se debe también a que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz y se levantó de entre los muertos. Por eso empezamos nuestras oraciones nombrando a Dios Padre y las terminamos nombrando a Jesucristo.
La Biblia dice en 1 Corintios 13, 13: «Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor». ¿Por qué el mayor es el amor? Porque fuimos salvados de nuestros pecados gracias al amor de Dios Padre y al amor de Jesucristo, que se manifiesta completamente en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso la Biblia llama al Evangelio del agua y el Espíritu el “amor de la Verdad” (2 Tesalonicenses 2, 10). A través del Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la remisión de los pecados por fe y hemos conseguido la vida eterna en el Reino de los Cielos. Por Su amor por nosotros, Dios nos ha dado la verdadera salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y nos está pidiendo que le oremos siempre. La oración es tan importante que Dios habló acerca de ella en más de 700 pasajes en la Biblia. La oración es así de importante. Por eso debemos recordar siempre, como personas que han sido salvadas por el amor de Dios, que lo que más necesitamos es la oración.
La fe en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu es la base de nuestros corazones y vidas, y por eso la oración siempre es necesaria. Cuando oramos recibimos fuerzas, bendiciones y apoyo para salvar a otras almas al tiempo en que tenemos todo lo que necesitamos. Esto se debe a que Dios nos ayuda y obra en nuestras vidas. Por eso la oración es tan indispensable para nuestras vidas de fe. Cuanto más tenemos que luchar, más urgente es orar a Dios. El rey David oró a Dios y buscó Su ayuda constantemente, incluso en tiempos de crisis cuando su vida estaba en peligro. Oró sin cesar y sus oraciones y súplicas fueron recogidas en el Libro de Salmos. Si leen el Libro de Salmos verán lo intensas que eran sus oraciones.
El Señor contesta nuestras oraciones
Jesús dijo: «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré» (Juan 14, 13). Nuestro Señor contestará todas nuestras oraciones. Como nosotros no tenemos poder, y no podemos vencer los deseos de la carne solos, y como no podemos seguir al Señor ni vivir confiando en nosotros mismos, podemos vivir gracias a las fuerzas y la ayuda que nos da Dios Padre cuando oramos. Quien ora a Dios puede encontrar fuerza y vivir lleno de energía cada día, porque será ayudado y reforzado por Dios a través de la oración. Por eso quien ora a Dios recibe bendiciones físicas y espirituales.
La razón por la que debemos orar está clara: porque somos débiles, y porque necesitamos la ayuda de Dios. El Señor nos dijo que orásemos sin cesar y que vigilásemos en nuestras oraciones y acción de gracias. Esto significa que debemos orar en cada momento. Debemos pedirle al Señor nuestro pan diario y todas las demás necesidades. Debemos orar tan a menudo como respiramos, todos los días y en todo momento.
Mientras vivamos en este mundo pasaremos por momentos difíciles. Pero aunque tengamos dificultades podremos seguir viviendo cuando oremos a Dios Padre y le pidamos ayuda, y cuando conteste nuestras oraciones. Estamos haciendo la obra que Dios nos ha confiado y estamos viviendo por fe en obediencia al Señor. Por tanto, aunque nuestra carne en este mundo esté llena de fallos, podemos recibir fuerza todos los días y volar con las águilas.
Quien le pide ayuda a Dios, recibirá ayuda en cuerpo y espíritu. Dicho de otra manera, quien ora a Dios vivirá por fe y será bendecido en cuerpo y espíritu. Por muy duro que sea este mundo, los que oran viven en paz, y aunque tengas debilidades, siempre reciben lo que necesitan. Los que oran siempre reciben ayuda aunque estén enfermos, destituidos, y en circunstancias difíciles. Por eso es tan importante orar sin cesar. Debemos buscar la ayuda de Dios mediante la oración. Orar es lo que debemos hacer sin cesar en estos últimos tiempos.
«Padre, estamos haciendo lo que podemos, pero nuestras fuerzas son limitadas. Cuando nos encontramos con un obstáculo insuperable, no podemos seguir adelante. No podemos continuar. En momentos como este, cuando nuestras fuerzas no son suficientes, ayúdanos, Padre». Cuando oramos a Dios así, Él nos ayuda y podemos superar cualquier obstáculo y seguir con nuestras vidas espirituales gracias al poder y las fuerzas de Dios Padre y Sus bendiciones. A través de la oración podemos recibir la ayuda de Dios y seguir con nuestras vidas. Al orar así estamos bendecidos para encontrar la ayuda de Dios y recibir Su poder. ¿Creen en esto?
La oración es indispensable porque es muy difícil vivir en este mundo. No hay nada que puedan hacer por su cuenta sin orar. Yo tampoco puedo vivir por mi cuenta sin la ayuda de Dios. Incluso cuando sirvo al Señor, solo puedo continuar si Dios Padre me ayuda. Yo también oro a Dios Padre siempre y mediante estas oraciones recibo ayuda. Sinceramente, ha habido momentos en que no oraba tanto como debía e intentaba hacerlo todo con mis propios esfuerzos. Pero cada vez que lo hacía, me daba cuenta de que no podía conseguir nada, ya que confiaba en mi propio intelecto y mi sabiduría en vez de confiar en Dios. Pero cuando oro a Dios y confío en Su ayuda, consigo todo lo que me propongo.
Creo que la bendición más grande de todas es la oración, ya que a través de la oración recibimos las demás bendiciones. Aunque la fe es indispensable para ser salvados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y los sacrificios y la devoción son necesarios para predicar el Evangelio por todo el mundo, la oración es una bendición que se puede gratuitamente. Esto se debe a que todo lo que piden en oración lo reciben.
Dios nos ayuda cuando oramos para recibir Su ayuda
Dios siempre nos ayudará si oramos, pero si no oramos, no nos ayudará. Aunque Dios conoce todas nuestras necesidades, no nos ayuda hasta que le pedimos ayuda. Los padres son así. Todos los padres les dan de comer a los recién nacidos y les cambian los pañales aunque el bebé no lo pida, pero cuando el niño alcance cierto nivel de madurez, si el niño no pide algo, los padres no siempre saben lo que quiere. El niño intenta hacerlo todo sin ayuda, pero al final vuelve a los padres para pedirles ayuda. Los padres entonces le ayudan encantados y así el niño se da cuenta de que debe estar agradecido a sus padres y que puede confiar en ellos. Dios también quiere que hagamos todo con Él. Quiere que confiemos en el Señor incluso en las cosas pequeñas. Por eso debemos orar siempre sin cesar.
No tenemos por qué probar nuestra fuerza de voluntad y determinación o intentar mejorarlas, ya que lo que debemos entrenar es la fe. Por fe oramos a Dios para que nos ayude. La mayor bendición que podemos recibir por el menor precio es la oración. ¿Lo entienden? No necesitan muchas cosas; todo lo que tienen que hacer es pedirle a Dios sinceramente que les ayude. Si creen que Dios les dará lo que piden, lo recibirán. Así es la oración. La manera más segura y rápida de recibir una bendición del Señor es la oración. Así que debemos saber cómo orar y hacerlo constantemente. Esta es la fe correcta que estamos buscando, y es la manera en la que progresa nuestra fe. En vez de intentar vivir por nuestras fuerzas físicas, debemos orar a Dios como Sus santos y siervos.
Cuando hace mucho calor, es difícil orar porque es difícil concentrarse, y solo queremos encontrar una manera de escapar del calor. Aún más, conozco a una persona que siente la necesidad de ir al baño cuando intenta orar. Cuando vuelve del baño, casi siempre llaman al teléfono o tiene un invitado, por lo que le resulta imposible orar. El único momento de paz que tiene para orar es por la mañana, y después le resulta difícil encontrar tiempo para orar.
Pero todos debemos darnos cuenta de que la oración es la solución a todos nuestros problemas, es la manera más segura de conseguir ayuda. Así que es absolutamente necesario que oremos. ¿Están demasiado ocupados para orar? Eso es una excusa. Dios está en todas partes. Pueden orar en el baño, incluso mientras van caminando. ¿Acaso Dios no escucha sus oraciones porque estén en el baño o en la calle? No, no es cierto. Si queremos orar, podemos orar en cualquier momento y en cualquier lugar, y así podemos recibir la ayuda de Dios a través de nuestras oraciones.
Así que debemos orar a Dios en nuestras vidas diarias. ¿Hay alguien que no tenga problemas? Todo el mundo tiene problemas. Después de todo, ¿quién no tiene problemas en el mundo? Todos los tenemos. Por eso debemos orar a Dios. Si no han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu, oren a Dios para que les permita nacer de nuevo. Si ya han nacido de nuevo del agua y el Espíritu, oren a Dios para que les ayude con los problemas que tengan en sus vidas de fe.
¿Con qué frecuencia y con qué fervor oran ustedes? «Padre, por favor, ayúdame. Tengo muchos problemas y necesito Tu ayuda. Dame salud y bendíceme, Señor. Dame trabajo, bendice mi negocio, dame fe y permíteme servirte». ¿De verdad oran así? Los que oran a Dios pueden seguir al Señor por fe y servirle aún más. Serán bendecidos así si oran.
De nuevo, les pido que oren en sus vidas diarias. Todo el mundo tiene problemas. Pero si le presentan sus problemas a Dios, se resolverán por muy difíciles que sean. «Padre, por favor, salva a estas almas perdidas. Haz que nuestras circunstancias sean ideales y envíanos buenos colaboradores para predicar el Evangelio. Bendícenos, Padre, y ayúdanos y protégenos». Si oramos así, cuando hayamos terminado la oración, sentiremos que las bendiciones ya nos han llegado. Así que debemos orar así todo el tiempo. Aunque todos necesitamos conocimiento, fe, amor y verdad en nuestras vidas, la prioridad es la oración. Jesús oró en Su vida pública todo el tiempo. Incluso el Hijo de Dios oró así, ¿no es más urgente que oremos nosotros? Les pido que oren.
Hoy estoy predicando acerca de la oración. ¿Tienen problemas en sus vidas? ¿Son demasiado pesados para ustedes? Por eso deben orar. Cuando oran, ¿siguen sin saber a quién orar? ¿Pasan constantemente de Dios Padre a Jesús y al Espíritu Santo? Les causaría muchos dolores de cabeza pensar: «Cuando oro al Hijo, me siento mal por el Padre, y cuando oro al Padre, me siento mal por el Hijo. Nuestro Señor es Dios así que quizás solo debería orar al Señor». A veces malgastamos el tiempo de esta manera preocupándonos sobre cómo dirigirnos a Dios. Por supuesto esto no se aplica a todos nosotros, sino que demuestra que debemos entender bien la cuestión.
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son el mismo Dios. El Espíritu Santo es nuestro Dios, al igual que Jesucristo es nuestro Dios y el Padre es nuestro Dios. Sin embargo, la Trinidad es un concepto difícil para los que no han nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Incluso en el campo de la Teología, nadie ha podido proporcionar una explicación clara de este concepto. Algunos teólogos no entienden la Trinidad, pero no admiten su ignorancia, sino que escriben acerca de la Trinidad citando a otros autores, pero siguen agonizando porque no pueden llegar a una conclusión definitiva. Así que al final simplemente dicen: «La Trinidad es un misterio y un concepto difícil de entender, y por eso debemos estudiarlo más».
Jesús dijo que debemos orar a Dios Padre. ¿Quién dijo que contestaría estas oraciones? Jesús dijo que Él mismo las contestaría. Como Dios Padre y el Hijo son el mismo Dios, y como Dios vive en Jesús, oramos al Padre y Jesús contesta nuestras oraciones. Así que comenzamos nuestras oraciones nombrando al Padre y las terminamos en nombre de Jesucristo, pidiéndoles ayuda a los dos.
Orar es pedirle ayuda a Dios. ¿Acaso ustedes no tienen dificultades? ¿No tienen nada por lo que orar? Si tienen problemas, oren a Dios. Dios dijo en Santiago 5, 13: «¿Está alguno de vosotros sufriendo? Que ore». Este pasaje significa que debemos orar siempre que tengamos problemas. Oren si no pueden superar los problemas por sí mismos. Oren si tienen problemas para vivir con fe y seguir al Señor. Oren si sus cuerpos no están sanos. Oren si tienen un deseo. Oren si quieren algo. Si están desanimados, oren. Si tienen miedo, oren. Si quieren estar sanos, oren. Si quieren ser bendecidos, oren. Entonces Dios Padre les ayudará. Les ayudará y contestará todas sus oraciones. Dios les ayudará si oran.
Cuando digo que deberían orar a Dios no quiero decir que causen gran conmoción. La verdadera oración no consiste en llorar y gritar para que todos les oigan. Dios no nos enseñó a orar así en la Biblia, sino que dijo en Mateo 6, 6: «Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público». Dios lo sabe todo y por eso, ¿para qué gritar y llorar? La verdadera oración se ofrece como si fuese una conversación, como si les estuviesen pidiendo un favor a sus padres.
«Padre, no tengo dinero, por favor, dame dinero. Padre, estoy enfermo, dame salud. Padre sé que suelo desobedecer Tu Palabra, dame fuerzas para seguir Tu Palabra. Dame fuerzas y bendíceme. Mis circunstancias son difíciles, por favor, ayúdame a superarlas y protégeme». Así debemos pedirle ayuda a Dios en una conversación normal. Cuando oran están hablando con Dios.
¿Ustedes lloran y causan gran conmoción cuando hablan con sus padres? ¿Pueden tener una conversación normal con sus padres si lloran cada vez que hablan con ellos? Lo mismo es cierto en el caso de la oración. Dios Padre se enojaría y no les contestaría. Simplemente diría: «¡Cálmate! No te puedo ayudar si lloras y gritas. Si te ayudo, tu mente se nublará aún más. Debes orar para recibir claridad mental y un corazón recto. Y cuando ores, no utilicen un lenguaje tan embellecido. No intentes sonar santo y justo ante Mí. Sé directo y pídeme lo que quieras. No hagas tanto ruido».
El Señor nos enseñó cómo orar correctamente en Mateo 6, 7: «Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos». Los gentiles aquí se refieren a los cristianos pecadores que no han nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, en vez de a los no judíos. Muchos cristianos hablan entre dientes cuando oran, como si Dios les fuese a escuchar solo cuando repiten las cosas. No se dan ni cuenta de lo que están diciendo, pero siguen repitiendo las cosas. Pero nuestro Dios no está sordo. Dios lo sabe todo acerca de nosotros con tan solo mirar nuestros ojos y nuestros corazones. No tenemos que gritar ni repetir las cosas para que Dios nos oiga.
Pídanle a Dios todo lo que necesiten como si estuviesen teniendo una conversación normal. Dios siempre contesta las oraciones cuando le oramos. Dios nunca se ha negado a darnos lo que le pedimos. Cuando necesitamos algo urgentemente, Dios nos lo da. Así que debemos orar constantemente en nuestras vidas y pedirle a Dios lo que necesitamos. Cuando oramos sin cesar, recibiremos grandes bendiciones en todos los aspectos de nuestras vidas.
Había un hombre llamado George Muller en Gran Bretaña un hombre de fe y de oración del que se dice que sus oraciones fueron contestadas 50,000 veces. Muller es famoso por haber recibido más respuestas a sus oraciones que nadie en la historia del cristianismo. A través del ministerio de su orfanato, quiso acercarse más al Señor, glorificarle demostrando que Dios era el mismo siempre y que ayuda a todos los que confían en Su abundancia. Quizás por eso su ministerio fue tan milagroso. Una vez el orfanato se quedó sin comida y no había nada que dar a los niños. Cuando Muller se dio cuenta de que no había pan, lo primero que hizo fue orar: «Padre, los niños tienen hambre. No tenemos nada de comida. Dales pan, Padre. Creo de todo corazón que contestarás mi oración. En nombre de Jesús. Amén».
Cuando Muller terminó de orar, el director del orfanato se le acercó y le preguntó: «Pastor, no nos queda comida. ¿Qué debemos hacer?». Sin preocuparse por la falta de comida, George Muller le dijo al director que pusiera agua en un cazo y que hiciera un fuego. El director se quedó perplejo, ya que no había comida que preparar. Pero Muller le dijo tranquilamente que lo hiciera, y el director les dijo a los trabajadores que hicieran un fuego. El agua empezó a hervir pronto. Como los niños no recibieron comida pasada la hora del almuerzo, empezaron a tener hambre. George Muller siguió orando tranquilamente, pidiéndole al Señor: «Padre, danos comida. Sé que nos la darás. Sé que lo harás».
Mientras tanto, en otra parte de la ciudad, alguien había preparado una fiesta y se vio obligado a cancelarla, ya que los invitados no pudieron asistir por culpa de la lluvia. Como no había invitados, toda la comida iba a ser malgastada. Pero el anfitrión de la fiesta recordó el orfanato de George Muller, llenó su carro con la comida y la llevó al orfanato. En ese momento, los trabajadores del orfanato estaban poniendo el agua en el cazo y haciendo el fuego. Ese día los niños del orfanato comieron todos los manjares que quisieron. Muller oró a Dios Padre y le pidió ayuda cada vez que la necesitaba, y se dice que sus oraciones fueron contestadas siempre.
Dios no solo ayudó a George Muller. Dios también me ha ayudado muchas veces en mi vida cuando recibi la salvación y la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Se acuerdan de lo que ocurrió hace unos años cuando estábamos celebrando el campamento de formación de discípulos? Llovió mucho aquella vez y también había un viento muy fuerte, ya que se estaba acercando un tifón de categoría A. Los oficiales evacuaron a todos los que estaban acampando en el valle y avisaron a todo el mundo para que se preparase para ese tifón, siempre resaltando que no era cualquier tifón. Pero por entonces el campamento de discípulos ya había empezado y cuando nos enteramos de la alerta del tifón no podíamos ir a ningún sitio. No sabíamos qué hacer y teníamos miedo del tifón masivo que se acercaba, por lo que oramos juntos: «Padre, Tus hijos están aquí reunidos para celebrar un campamento de formación de discípulos. Pero hay un tifón acercándose. Padre, por favor, dirige este tifón hacia otra parte. Aléjalo de donde los justos están reunidos».
Estoy seguro de que algunos de ustedes se acuerdan de cómo oramos. ¿Se acuerdan también de lo que ocurrió? Que la situación cambió tanto que los meteorólogos se quedaron sorprendidos. El tifón que amenazaba, cambió de dirección, se debilitó rápidamente y se desintegró en la atmósfera. Normalmente los tifones son tan fuertes que no se disipan de manera rápida sino gradual, y les cuesta mucho. Pero este tifón de categoría A se desintegró de repente. Todo gracias a nuestra oración. Este es el tipo de fe que tuvimos ese año. Y esta fe sigue estando con nosotros.
Como estábamos en una situación muy peligrosa, no tuvimos otra opción que orar. No teníamos otro recurso que acudir a Dios y orar: «Padre, somos justos. Somos Tus siervos. Todos los hermanos y hermanas aquí reunidos somos Tu pueblo. Tus hijos están reunidos aquí. ¿Qué nos ocurrirá si el tifón llega aquí? Padre, protégenos». Y gracias a esta oración Dios nos protegió. Nuestra oración fue contestada por Dios. Cuando se trata de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestras oraciones por recursos económicos siempre son contestadas abundantemente. Por eso hemos podido seguir predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todos los rincones del mundo.
Nunca ha habido ningún momento, ni siquiera una vez, cuando Dios no haya contestado mis oraciones. Cuando intenté fundar la Iglesia de Dios al principio no tenía dinero ni edificio. Pero gracias a la ayuda de Dios encontré una casa para empezar nuestra iglesia. Me encontré con esta casa cuando iba por la calle. Tenía una habitación muy grande que era suficiente para reunir a todos los miembros de la iglesia y tener comunión. Siempre que pasaba por esta casa, le oraba a Dios para que nos la diera. Y Dios Padre nos la dio. Este es un testimonio vivo. Cuando oré al Padre para que me enviará a santos justos y colaboradores, todas estas oraciones fueron contestadas.
Jesucristo es nuestro Dios y nuestro Salvador. Dios, el Espíritu Santo, vive en nosotros. Todo es posible si oramos por fe. Si confiamos en Dios Padre y le pedimos ayuda, nos ayudará. No es muy difícil.
Queridos hermanos y hermanas, si siguen teniendo problemas para vivir con fe, oren al Señor. No abandonen su vida de fe solo porque sea difícil, y oren a Dios. Entonces, a través de sus oraciones, podrán ser bendecidos para recibir la ayuda de Dios. Si están preocupados por sus negocios o por su trabajo, oren. Si quieren tener una vida de fe sana, oren por esto también y lo recibirán.
La oración es como una cuenta de ahorro. Las peticiones que le hacen a Dios se guardan como bendiciones futuras. ¿Por qué se preocupan si pueden orar? ¿Por qué caen en la desesperación si pueden orar? ¿Por qué están frustrados si pueden orar? Si están frustrados, solo tienen que orar. Si son débiles, solo necesitan orar.
La clave para recibir bendiciones en nuestras vidas es la oración. Esta oración hace milagros y trae todas las bendiciones. Es la solución para todos sus problemas. La oración es la llave maestra que abre todas las cerraduras. La Biblia dice: «Habrá considerado la oración de los desvalidos, y no habrá desechado el ruego de ellos» (Salmos 102, 17). Por eso el Señor siempre escucha nuestras oraciones y nos contesta sin falta. Así que oremos en nuestras vidas diarias.