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説教集

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 16-6] Solo la fe nos salva del pecado (Mateo 16, 24-27)

Solo la fe nos salva del pecado(Mateo 16, 24-27)
«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras».
 

Hoy he quitado la estufa de leña que utilizábamos en nuestra iglesia y he puesto una nueva. Así que he probado la estufa nueva y resulta que funciona muy bien y no produce mucho humo. ¿Se está calientito aquí? ¿Quieren que suba la temperatura? ¿No les encanta poder estar calientes en medio del invierno? En invierno lo mejor es estar lo más caliente posible por la menor cantidad de dinero posible. Como dice un refrán coreano: «¿Qué puede ser mejor que un estómago lleno y una espalda caliente?». Es mejor estar caliente en invierno. Hemos sustituido la estufa grande por una más pequeña, pero esta da más calor, por lo que puedo decir que se ha cumplido uno de nuestros deseos para este invierno.
Cuando llega el invierno, nos sentimos fríos en cuerpo y en mente. Últimamente me he dado cuenta de que se están muriendo de hambre espiritualmente. Sin embargo seguimos trabajando con un corazón para predicar el Evangelio por todo el mundo, y también sabemos que está siendo predicado por todo el mundo. Muchas almas del mundo siguen pidiendo nuestros libros, y por eso la obra de Dios sigue.
Hoy le he dado los archivos de uno de mis libros a una editorial electrónica. Me dijeron que si la gente que trabaja allí trabaja hasta tarde, podrán terminar el trabajo en pocos días. Entonces podremos colgar los libros electrónicos en nuestra página Web. El primer volumen de nuestra serie sobre el Evangelio está siendo traducido en los idiomas más importantes del mundo, y cuando este trabajo sea completado, nuestro ministerio del 2000 habrá terminado. El año que viene, queremos publicar 3 títulos más en inglés y seguir predicando el Evangelio a todo el mundo. Espero hacer más trabajo el año que viene. Oro a Dios para que nos de fuerzas y nos bendiga, para que podamos predicar el Evangelio a toda nación del mundo en los próximos años.
Dentro de dos años, Corea será la sede de la  Copa del Mundo de la FIFA, en 2002. Seremos la sede junto con Japón, y por entonces todo el mundo conocerá Corea. Creo que podremos predicar el Evangelio a muchas naciones del mundo a finales del 2002, aunque no esté completo al 100 por 100 ciento. Muchas personas visitarán Corea con motivo de la Copa del mundo. Si compartimos nuestros libros con estos visitantes, el Evangelio será predicado más lejos. Pronto, podremos predicar el Evangelio a nuestras familias y a las almas en Corea. Prepararemos nuestra fe para cuando vuelva el Señor, viviremos unidos pase lo que pase, calentándonos, haciendo pan juntos, y predicando el Evangelio hasta el final. Si Dios lo permite, haremos todo lo que sea necesario. El Señor volverá mientras, ¿no es así? Cuando el Señor vuelva, todo lo que tendremos que hacer es ir con Él.
Este año se está acabando. ¿Cómo se sienten sus corazones ahora que este año se acaba? ¿Están contentos? Estoy seguro de que están contentos. Yo también estoy contento. Quizás porque hemos hecho tantas tareas duras este año, pero estoy contento de que haya pasado este año. En los países angloparlantes, hemos distribuido muchas copias de nuestros libros a los que los querían, desde pastores hasta teólogos y diferentes organizaciones cristianas. A través de Internet, estamos publicitando nuestros libros cristianos por todo el mundo, y estamos enviando libros gratuitos a quien los pide.
Cuando recapacito sobre este año, siento que he conseguido muchas cosas. El Evangelio ha sido predicado considerablemente a través de los dos primeros volúmenes de nuestros libros en inglés, y ahora mediante el tercero que está siendo traducido al inglés. Como la traducción inicial ha sido completada, el resto tiene que ser revisado, el tercer volumen está a punto de ser publicado, mientras que la versión electrónica ya ha sido publicada. En el futuro, todo el mundo tendrá acceso al Evangelio a través de nuestros libros electrónicos. Debemos enviar correos electrónicos a la gente para hacerles saber que hemos colgado nuestros libros electrónicos en la página Web. Les enviaremos un correo para que echen un vistazo a nuestra página. Si esta gente quiere leer nuestros libros, podrá bajárselos y leerlos. El Evangelio será plantado en esta gente. Entonces podremos predicar este Evangelio del agua y el Espíritu a todas las almas del mundo más rápidamente.
Hoy en día no solo estamos predicando al mundo angloparlante, sino también a Japón. Mi deseo es predicar este Evangelio a todo el mundo antes de ir al Señor. Haré la obra de Dios junto con ustedes, pero no solo. Hemos recibido el llamado de Dios para predicar este Evangelio. Aunque seamos pocos, estoy seguro de que, como los 300 guerreros de Guideón, alzaremos la antorcha para luchar nuestra batalla y predicaremos el Evangelio completamente para que prevalezca en todo el mundo.
Hoy me gustaría compartir la Palabra con ustedes, en Mateo 16. 24-27. En este pasaje, Jesús les dijo a Sus discípulos: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». Este es un pasaje que todos conocemos muy bien. Por supuesto, es muy importante conocer la Palabra. Sin embargo, si no aplicamos la Palabra de Dios a nuestras vidas, este pasaje no tendrá nada que ver con nosotros, como se dice en Juan: «Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad» (Juan 1, 14). Debemos entender lo que nos está diciendo este pasaje y qué tipo de fe debemos tener.
El Señor le estaba diciendo a todo el mundo, desde Sus discípulos hasta todos los santos nacidos de nuevo y los que no han nacido de nuevo, que debemos negarnos a nosotros mismos si queremos seguirle, entonces debemos cargar con nuestra cruz e ir detrás de Él. El primer paso que debemos tomar para seguir al Señor, es negarnos y el segundo es cargar con nuestra cruz y seguirle.
 


¿Qué significa negarse a uno mismo?

 
¿Se aplica la abnegación solo a condiciones especiales? ¿Se aplica solo cuando tenemos pensamientos equivocados, o cuando cometemos errores? ¿O es una verdad que debe aplicarse a todos los aspectos de nuestras vidas? Este pasaje debe ser aplicado a todos los aspectos de nuestras vidas. El Señor dejó claro que si queremos seguirle, debemos negarnos a nosotros mismos siempre. La verdad irrefutable es que debemos negarnos a nosotros mismos a todas horas y en todo momento.
Mis queridos hermanos, todo el mundo tiene sus propios méritos, características únicas, y fallos. Se dice que un solo hombre tiene mil caras. Una persona puede tener varias personalidades. Les voy a poner un ejemplo con una breve historia. Hace mucho tiempo había un artista que quería dibujar a Jesús, así que se fue a buscar al hombre más dulce y con los rasgos más suaves. Al final encontró al hombre adecuado y pintó un retrato de Jesús basado en este hombre. Más adelante, el artista quiso pintar otro retrato, pero quería pintar algo malvado. Así que buscó al modelo adecuado y se encontró con un hombre malvado en la cárcel. El artista veía que este hombre era extremadamente violento con tan solo mirarle. Después de terminar el retrato, el artista descubrió un hecho insólito. El hombre tan bueno y dulce que había retratado anteriormente y el hombre malvado y vicioso que acababa de pintar eran la misma persona. Este hombre, que había posado como Jesús, ahora posaba como hombre malvado. Esta es la naturaleza del hombre. Los seres humanos tienen mil caras. Cambian constantemente según las circunstancias, y por varias razones siguen cambiando.
Jesús dijo que si alguien quería seguirle, debía negarse a sí mismo. Tenemos mucho orgullo. Por tanto tendemos a alardear sobre nuestros méritos incluso después de nacer de nuevo, y como resultado, nuestros predecesores de la fe nos dicen que seamos humildes y nos abneguemos. Entonces tenemos problemas para rompernos y humillarnos. En realidad, los seres humanos tienen una o dos cosas que merezcan ser alabadas, y el resto son fallas. Pero se nos dice que abandonemos incluso estas cosas dignas de alabanza, y por eso nos enfadamos. Pensamos: «Si tengo que dejar esta cosa pequeña, no tendré nada a parte de este cuerpo que no me sirve de nada».
La gente suele pensar que son mejores y más justos que Jesús, y por eso le juzgan, así como a Sus seguidores, y critican la Verdad. ¿Cómo pueden seguir a Jesús así? Es imposible. Si hacen esto, deben negarse a sí mismos. Por cierto, los méritos sacados de proporción son fáciles de negar. Lo que no es fácil de negar es la debilidad. Todo el mundo tiene debilidades, y por eso debe negarlas. Si alguien no vive en esta verdad y no se levanta firme en su fe, su corazón, sus pensamientos, y sus valores se corromperán. La humanidad tiene muchas debilidades. Cuando se nos dice que neguemos nuestros méritos, esto es relativamente fácil de hacer; pero cuando se nos dice que admitamos nuestros fallas, esto es más difícil. Admitir nuestros errores es el primer paso para la abnegación por fe. Esto se debe a que solemos pensar: «Ya tengo suficientes fallas, así que estaba intentado convertir mis fallas en un escudo para atraer la piedad de los demás, pero ahora me dicen que niegue esto. ¿Qué debo hacer?». Si queremos seguir al Señor, debemos negarnos pase lo que pase. Si no nos negamos, no podremos seguir al Señor.
Cuando es difícil negarse a uno mismo, la gente piensa: «¿Qué diferencia hay entre negarme y seguir al Señor, y no negarme y no seguir al Señor? Como es muy difícil la abnegación, no voy a seguir al Señor». Hay una gran diferencia. Nuestras vidas están en juego, si no seguimos al Señor perderemos nuestras vidas, pero si le seguimos, la ganaremos. Por tanto es muy importante seguir al Señor, y debemos poner todos nuestros esfuerzos en ello, porque nuestra vida depende de esto.
Para seguir al Señor, debemos negar dos cosas. Debemos negar nuestras insuficiencias y nuestros méritos. Aunque la abnegación pueda parecer dura como la muerte al principio, en realidad es fácil una vez que rompemos nuestros pensamientos. Debemos negar nuestras debilidades también.
¿Acaso no sienten que son insuficientes y por eso se desesperan en sus vidas de fe? Mientras vivimos con fe, hay veces en las que nos sentimos demasiado insuficientes. A veces pensamos: «Yo no puedo seguir viviendo con fe nunca más», y sentimos que es mejor dejar de vivir con fe. Otras veces pensamos: «Los demás no son el problema, lo soy yo. No puedo seguir así». Jesús nos dijo que nos negásemos a nosotros mismos, si queríamos seguir al Señor- Por muy difícil que sea, solo cuando nos negamos a nosotros mismos, podemos seguir al Señor.
¿Podemos seguir al Señor sin negarnos? Si negamos nuestros méritos y debilidades, es posible seguir al Señor por fe sin estar atado por esas cosas. Como el Señor es la Verdad, como el dijo: «Los justos vivirán por fe» (Romanos 1, 17), no hay nada a parte de la fe que nos permita a los nacidos de nuevo seguir al Señor. En cuanto a vivir por fe, nuestros méritos y desméritos no valen para nada. Ya seamos virtuosos o débiles, estas cosas deben ser negadas. 
Nosotros también debemos admitir nuestras debilidades y fallos ante Dios, negarlos y tener fe para decirnos: «El Señor es todavía mi Señor. Él ha borrado todos los pecados del mundo. Él obra a través de mí». Hay un dicho en Corea: «Aunque todos los perros de la ciudad ladren cuando oigan al tren, el tren sigue en marcha». La Verdad es inmutable. Por muy insuficientes, débiles y malos que seamos, el Señor nos ama. Él ha salvado a gente como nosotros y además obra a través de nosotros. Además, el Señor no se arrepiente de habernos convertido en el pueblo de Dios. Como el Señor siempre nos ama y nos ha dejado sin pecados, cuando creemos en este Señor, podemos negar nuestras debilidades y seguirle.
Sin embargo, negarse a uno mismo no es fácil. Así que solo los que han aplicado la Palabra en sus vidas al seguir al Señor, pueden negarse a sí mismos más fácilmente. Aunque es fácil negar nuestros propios méritos, es difícil negar nuestros fallas y debilidades, porque tenemos miedo a que al hacerlo parezcamos idiotas. Así es como nuestras mentes piensan hasta que admitimos nuestras debilidades. Aunque, en realidad, cuando admitimos a Dios lo insuficientes que somos, podemos movernos por fe y podemos descubrir que no es tan difícil después de todo. Aunque tenemos méritos y desméritos, solemos caer en la desesperación cuando nuestras insuficiencias quedan expuestas mientras seguimos al Señor. Sin embargo, el camino de la vida para los justos no depende de nuestras virtudes o fallas.
 


Los justos solo viven al confiar en el Señor

 
No hay otra manera de vivir si no es por fe. Solo la fe nos salva. Solo la fe nos permite seguir al Señor y presentarnos ante Dios. La fe nos convierte en trabajadores justos ante Dios, nos hace santos a los que estábamos condenados al infierno, y nos perfecciona. Todos debemos creer que el Señor ha borrado todos nuestros pecados y que nos ama. Como tenemos fe en que el Señor es la Verdad, podemos aferrarnos a esta Verdad, servir a esta Verdad, y seguirla. Como el Señor es la Verdad, podemos seguirle. Como el Señor es la Verdad, aunque seamos insuficientes y malos, el Señor no cambia. Como el Señor es la Verdad, no cambia. Al borrar los pecados del mundo, Él obra en nosotros y nos guía. 
Nuestro Señor dijo: «Estaré contigo hasta el fin del mundo», y como todo lo que el Señor dijo es cierto, podemos seguirle por fe. Al creer en el Señor, podemos negarnos a nosotros mismos. Al vivir con fe, no estamos siempre igual. A veces nuestros corazones tienen tanto gozo que parece que vayamos a volar, otras veces tenemos tantas dificultades que nos ahogamos. Pero en estos momentos, podemos seguir al Señor al creer en la Verdad, en Él. Por eso Jesús nos dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy que nos negásemos, cargásemos con nuestra cruz y le siguiésemos.
¿Podemos seguir al Señor en tiempos difíciles? A veces pensamos que no podemos seguir al Señor cuando nuestras circunstancias son muy difíciles. Cuando nos encontramos con problemas, solemos pensar que es imposible seguir al Señor. Pensamos: «¿Cómo puedo seguir al Señor si tengo tantos problemas? ¡No tiene sentido! Quien diga lo contrario nunca ha tenido problemas. ¿Cómo se puede seguir al Señor con tantos problemas?». Sin embargo, al contrario de lo que dice la carne, es posible seguir al Señor al creer en Su Verdad. Como el Señor ha venido por la Verdad del agua y el Espíritu, podemos seguirle por fe. Por muchas dificultades que tengamos, podemos negarnos, cargar con nuestra cruz y seguir al Señor.
La cruz aquí se refiere al dolor y los problemas. Cuando ustedes y yo tenemos problemas, a veces parece que nos vayamos a morir. Pero en realidad, nadie se muere por sus problemas. En otras palabras, la gente se tropieza cuando se encuentra con problemas porque no cree del todo en el Señor, quien es la Verdad. Al no confiar en Él completamente o al no seguirle, nadie abandona su fe por los problemas, sino por no creer en la Verdad. Nosotros no somos la Verdad, el Señor lo es. Pero como la gente no cree que todo lo que el Señor dijo es verdad, no puede seguirle cuando se encuentra con problemas. Pero para negarnos, cargar con nuestra cruz, y seguir al Señor, debemos creer en la Palabra del Señor, quien es la Verdad. Debemos creer que solo por fe podemos vivir y seguir al Señor.
El Señor dejó claro que quien quiera seguirle debe negarse a sí mismo, cargar con su cruz y seguirle. Cuando tenemos problemas, en vez de quedarnos mirando los problemas, debemos mirar hacia el Señor vivo de la Verdad, quien se ha convertido en nuestra verdadera vida. Cuando confiamos nuestros problemas al Señor, le pedimos ayuda, y probamos Su poder, podemos superar nuestras dificultades. Como no podemos negarnos a nosotros mismos y seguimos mirando nuestros problemas y circunstancias, nuestra fe se puede perder. Sin embargo, el camino para seguir al Señor por fe no es tan difícil. Por eso el Señor dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame».
Como el Señor es superior a todo en este mundo, nuestro éxito está más que asegurado si confiamos en el Señor en vez de nosotros. Incluso en este momento, el Señor está obrando en nuestras vidas. Yo también tengo pensamientos que se alejan de la fe. Hay mucho trabajo que hacer, pero nuestras facultades están limitadas, y por eso me enfado y me preocupo, y me digo a mí mismo: «¡Oh no! Hay mucho que hacer. Tengo que trabajar con el mundo entero en mente, pero soy solo un hombre». Por supuesto que hacemos esta obra con la fuerza del Señor, porque nuestras facultades mentales y económicas no son suficientes para esta obra. Además mi salud se ha ido deteriorando últimamente y cuando las cosas se ponen difíciles, suspiro. 
Cuando un faisán detecta peligro cuando ve a un cazador que le persigue, intenta esconderse metiendo la cabeza en un arbusto, aunque deja el resto del cuerpo expuesto. Del mismo modo, a veces me meto en la cama y meto la cabeza debajo de la almohada, intentando desconectar del mundo e intentado no ver nada. Sin embargo, no puedo esconderme de la presencia de Dios, porque está escrito: 
«Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 
aun allí me guiará tu mano, 
Y me asirá tu diestra» (Salmo 139, 9-10).
Quien crea en el Señor, vivirá espiritualmente y quien confíe en el Señor, podrá seguirle. Pero los que no miren hacia el Señor y no confíen en Él, y solo miren sus propios méritos y desméritos, no podrán negarse a sí mismos, ni superar sus problemas, por lo que acabarán muriendo. 
¿Por qué confiar en uno mismo? ¿Qué puede haber de bueno en una persona para confiar en sí misma, si no somos la Verdad? Pero aún así, la gente sigue confiando en sí misma y por eso muere. Pero debemos mirar al Señor, quien vive en nosotros, y cuya presencia llena todo el universo. Esto se debe a que creemos que el Señor es la Verdad y que podemos hacerlo todo al creer en el Señor y al seguirle. Por tanto, no debemos poner demasiadas expectativas en nosotros mismos, ni decepcionarnos, sino que debemos negar todas las cosas: «¿Eres tan virtuoso?», «No». «¿Tienes fallas?», «No». «¿No puedes seguir al Señor?», «Eso no es cierto». Tenemos que pensar así.
Debemos seguir al Señor por fe. Los que creen que el Señor es la Verdad, que está vivo, que es perfecto, que ha borrado nuestros pecados, y que está con nosotros, pueden recibir la nueva vida para sus cuerpos, seguir al Señor y aceptar todo lo que les ha dado. El Señor dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?».
Esto significa que la vida de fe consiste en seguir al Señor. ¿Qué ocurriría si no pudiésemos seguir al Señor incluso después de nacer de nuevo? Si no pueden seguir al Señor después de nacer de nuevo, es como si estuviesen muertos. No hay nada más. Si no podemos seguir al Señor, dejamos la iglesia y nos destruimos a nosotros mismos. Moriremos por nuestra cuenta, y nos renunciaremos: «No merezco vivir en la iglesia». Así es como la gente acaba dejando al Señor y muriendo. ¿Es esto lo que quieren para sí mismos?
El camino de la vida para los nacidos de nuevo solo es posible por la fe. El objeto de esta fe es el Señor. Vivimos al creer en el Señor; y al creer en Él también disfrutamos de las bendiciones; al creer en Él podemos vencer al mundo; al creer en el Señor podemos recibir nueva vida; y al creer en el Señor podemos conseguir la vida eterna. El objeto de nuestra fe no somos nosotros mismos, sino el Señor. ¿Se dan cuenta de esto? ¿No creen que esto es cierto cuando lo aplicamos a sus vidas? Aunque nuestro número de miembros es de 300, nuestra fuerza es grande. Ahora nuestros estudiantes están en la Mission School. Todos los santos de nuestra iglesia trabajarán para Su misión. La Mission School es donde están nuestros santos para dedicar todas sus vidas al Señor, y aquí ellos leen la Biblia, escuchan la Palabra, dan testimonio, y hacen la obra del Señor. Por supuesto, algunos de nuestros santos sirven al Señor lealmente, apoyan el ministerio del Evangelio, aunque no hayan estado en la Mission School. La razón por la que pueden hacerlo a pesar de esto es que aplican la fe a todos los aspectos de sus vidas y la viven.
Ahora vivimos en el último capítulo de la historia de la humanidad. Así que a menudo tenemos sentimientos confusos. Todo el mundo está pasando por cambios climáticos anormales por el cambio climático. Algunos países han sufrido inundaciones devastadoras, causando muchas muertes y daños en la propiedad privada, mientras que otros países han tenido que declarar el estado de emergencia porque de repente nieva cuando no tiene que nevar. Cuando escucho este tipo de noticias y veo lo que está ocurriendo, me siento triste. Ya casi nunca hay buenas noticias. Todas las noticias que escuchamos son malas. Nuestro sistema educativo está corrupto, nuestro sistema político está lleno de egoísmo, y nuestro sistema económico está en crisis por los ajustes estructurales del Fondo Monetario Internacional. Por todo el mundo, no vemos ninguna señal de paz, solo de guerras, y muchos economistas predicen una depresión global. Todo es tan pesimista. En estas circunstancias, ustedes y yo nos sentimos deprimidos. Sin embargo, debemos tener la esperanza de que el Señor volverá un día pronto.
Uno de estos días, el Señor volverá y se nos llevará por el aire. Pero hay algo que debemos tener en cuenta antes de la vuelta del Señor, que es la Gran Tribulación, que no solo nos vendrá a nosotros, sino también a todo el mundo, aunque los que no hayan nacido de nuevo tendrán tribulación, tras tribulación. Los nacidos de nuevo seremos transformados en cuerpos eternos e incorruptibles en la tribulación y viviremos en el Reino eterno de los Cielos. Ese día no está lejos. Mis queridos hermanos, el día en el que se les pida que reciban la marca de la Bestia no está lejos. El mundo entero está cayendo en el caos. Solo en Corea ha habido muchos crímenes cometidos con tarjetas de crédito. Así que para prevenir la pérdida de tarjetas de crédito, se está planeando implantar chips en el cuerpo. De hecho, esta tecnología ya se ha aplicado al ganado, pero ahora las condiciones señalan que pronto esto se aplicará a los seres humanos. Cuando consideramos estas cosas, podemos ver que el fin de los tiempos llegará muy pronto. Habrá muchos desastres, pero los nacidos de nuevo estarán optimistas. Nosotros, los nacidos de nuevo, estamos optimistas porque en medio de la Gran Tribulación, nuestro Señor vendrá y se nos llevará. 
En ese momento Dios pisoteará a todo el que viva en este mundo y que no haya nacido de nuevo. Imaginen granizo de 100 kilos cayendo como bloques de hielo sobre los hombres. Piensen en millones de estos bloques cayendo, junto con fuego, y la gente sufriendo con sarpullidos por todo el cuerpo, y con extrañas enfermedades. He escuchado que últimamente la enfermedad de las vacas locas se ha extendido a los renos de Canadá, y que muchos de ellos están muriendo. Estas extrañas enfermedades que no entendemos serán endémicas al final de los tiempos. 
Aunque estas cosas ocurrieran en el mundo ahora, todavía hay esperanza para nosotros. Esto se debe a que el Señor, quien creó el universo y todo lo que hay en él y quien nos ha salvado del pecado, vendrá y nos sacará de la tribulación. El Señor transformará nuestros cuerpos en cuerpos espirituales como el Suyo, y nos hará reinar en el Reino Milenial durante mil años. Después de esto, nos permitirá vivir en el Reino Eterno. De hecho tenemos muchas esperanzas. Si miramos hacia el Señor, veremos que tenemos muchas esperanzas. Sin embargo, si miramos hacia este mundo y a nosotros mismos, en vez de hacia el Señor, solo veremos cosas deprimentes. Como vivimos en el fin de los tiempos, debemos mirar hacia el Señor.
La gente mira las cosas desde su propio punto de vista, y por eso considera sus pensamientos correctos. En realidad, los pensamientos propios son inválidos, porque están llenos de cosas inútiles, y la mayoría son falsos. Sus propios pensamientos son completamente inútiles. Ya sean pesimistas u optimistas, todos los pensamientos de la carne no son nada. Creer en el Señor de verdad, es decir creer que todo lo que el Señor dijo se cumplirá, es tener una fe espiritual, y los que tienen esta fe son los seguidores del Señor. Esta gente es la que sirve al Señor con sus vidas y la que lo conocerá cara a cara al final. Solo los que tienen esta fe podrán conocer al Señor. Pero los que no tienen esta fe, no pueden negarse a sí mismos, se tropiezan y no pueden conocer al Señor con gozo. El problema para los virtuosos es que son demasiado “santos” para su propio bien, y solo piensan en sus propios méritos, mientras que los que tienen muchos fallas, se desesperan. Pero debemos recordar que en realidad nuestra salvación no tiene nada que ver con nuestras virtudes o fallas. 
Nuestros méritos y desméritos son irrelevantes para vivir nuestra fe. La creencia de que solo el Señor es la Verdad, que solo Él es perfecto, y que solo Él cumplirá todo lo que dijo, es la verdadera fe. Por tanto, quien crea en el Señor puede vivir todos los aspectos de su vida por fe. Si no queremos perder nuestras vidas, debemos negarnos a nosotros mismos, cargar con nuestra cruz y seguir al Señor. Todo lo que tenemos que hacer es seguir al Señor por fe. Entonces Él cargará con nuestros problemas. 
En contraste, los que no creen en el Señor morirán bajo el peso de sus problemas. Quien no se nieguen a sí mismos, morirán. Si quieren vivir, deben negarse a sí mismos y confiar en el Señor. Incluso en sus dificultades, deben seguir al Señor por fe. Aunque nos quejemos de lo dura que es la vida, es solo difícil cuando nos miramos a nosotros mismos. Si nos negamos, miramos hacia el Señor y confiamos en Él, no hay nada difícil. La Palabra de Dios es muy simple, pero incluso un pasaje con pocas frases es muy relevante para nuestras vidas, y por tanto debemos creer en esta Palabra. Si creemos en el Señor, ganaremos la vida, pero si no creemos, la perderemos. En otras palabras, si confiamos en el Señor, podremos negarnos a nosotros mismos y seguirle, pero si no confiamos en el señor, no podremos negarnos ni seguirle. ¿No es maravillosa la Palabra del Señor?
El Señor nos pide que nos neguemos a nosotros mismos porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien quiera perder su vida por Él, la encontrará. No debemos dejar que nuestras vidas se pierdan al negarnos a creer en esta Verdad que es tan importante para nuestras vidas. Sino que debemos creer en la Verdad y salvar nuestras vidas. Pedro fue reprendido por Jesús porque era demasiado carnal, y el Señor le dijo: «Aléjate de mí, Satanás». Como ya saben muy bien, debemos creer solamente en el Señor. Si creemos en el Señor, viviremos. Pero si no creemos en el Señor, moriremos. Además, si creemos en el Señor, nuestros méritos y desméritos no presentan problemas, pero si no creemos en el Señor, nuestras virtudes y nuestros errores serán problemáticos. Si no creemos en el Señor nuestras dificultades y nuestras comodidades constituirán un problema para nosotros. Por eso debemos creer en el Señor y seguirle. Del mismo modo en que nuestra prioridad es la fe, nuestra segunda prioridad es la fe y nuestra tercera prioridad es la fe también. 
Está escrito: «Los justos vivirán por fe». Solo los justos pueden vivir al creer en la Palabra del Señor, que es la Verdad. Ningún hombre pecador puede vivir por fe. Pero un hombre justo, alguien que ha sido redimido de sus pecados, que ha recibido la redención, cree que Dios es su Dios y su Pastor. Esta gente vive al creer en la Palabra del Señor: «De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca» (Lucas 21, 32). Los que creen, vivirán, los que no creen, morirán. 
De la misma manera en que hay cuatro estaciones en la naturaleza, la gente tiene alegría, ira, tristeza y placer, pero hay más atributos negativos que positivos. Sin embargo, si creemos en el Señor, por muchas tormentas que haya en nuestras vidas y por muchas olas que rompan contra nosotros, permaneceremos tranquilos porque el Señor nos lo ha pedido. Cuando su corazón tiene una tormenta, tenemos que controlar esa tormenta con fe en el Señor. Abandonen sus preocupaciones, dejen sus virtudes y sus fallas de lado, crean solo en lo que el Señor hará por ustedes, y esperen con esta fe. 
Debemos vivir por fe. No hay nadie en quien debemos creer a parte de Jesucristo. Toda palabra que dijo Jesucristo es verdad. Todas las cosas que nos prometió, se cumplirán. ¿Creen en esto? Debemos vivir por fe. Por eso les estoy diciendo esto. Debemos vivir el resto de nuestras vidas por fe. Les pido que no se distraigan con las circunstancias y no dejen que les impidan negarse a sí mismos, sino que sigan al Señor diciendo: «Yo no tengo razón, pero el Señor siempre tiene razón».
Jesús dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». ¿Entienden esta Palabra? ¿Están siguiendo al Señor con abnegación? ¿Se niegan a sí mismos desde el fondo de su corazón? ¿Se niegan tanto cuando son bueno como cuando son malos? ¿O solo conocen este pasaje en teoría? Cuando fueron salvados por primera vez, se negaron a sí mismos. «Solía pensar así, pero estaba equivocado. Así que esta es la verdad. ¿Por qué no aceptarla?». Del mismo modo en que fueron salvados al negar sus pensamientos de esta manera, ahora que han sido salvados, deben vivir por fe al negar todo lo que no es cierto y al creer en todo lo que es cierto. De ahora en adelante, nos negaremos en todos los aspectos, serviremos al Señor por fe y le seguiremos por fe en nuestras vidas. Viviremos así, y le seguiremos con fe en nuestras vidas. Así es como viviremos. Aunque pasemos por muchas dificultades, los que no han pasado por la abnegación la experimentarán muchas veces. El Señor se asegurará de esto. 
Mis queridos hermanos, les pido que se nieguen. ¿Tienen muchas cosas que negar o nada? ¿No tienen nada que negar? ¿Qué dice la Biblia que ocurrirá si no se niegan a sí mismos? Dice que no podrán seguir al Señor. Esto es muy relevante para sus vidas. Por eso no tienen más remedio que negarse a sí mismos. Yo también paso por experiencias de este tipo en mi vida. A veces mis pensamientos parecen correctos, pero son diferentes a la Palabra. Por eso, hay una lucha interna en mí. Pero al final, como solo el Señor tiene razón y solo debemos seguirle a Él, y todo lo que tenemos que hacer es confiar en Él y seguirle. En nuestras vidas diarias también, debemos hacer lo que el Señor quiere que hagamos. Los soldados del Señor deben complacerle, porque Él los ha recluido como soldados para que le satisfagan (2 Timoteo 2, 4).
Ahora parece que hemos estado trabajando en una sola cosa durante un mes. Incluso cuando vengo a nuestra iglesia, en vez de reunirme con ustedes, lo primero que hago es ir al tercer piso y seguir con mi investigación sobre el sistema de ahorro de energía para la calefacción y el aire acondicionado. Después de pasar el día entero en esta obra, mi nariz y mi ropa están negras. Así que pienso: «Mi mujer me va a regañar cuando llegue a casa. Creo que debo ir a casa cuando sea de noche. ¿Cómo puedo ir a casa de día cuando mi cuerpo está completamente negro?». Pero esto no vale para nada, porque mi mujer ya me conoce bien.
Estoy haciendo esto con tanto fervor porque quiero ahorrar dinero por el bien de nuestros santos. Así que estoy intentando todo tipo de cosas para ahorrar dinero y asegurarme de que nuestros santos tengan la temperatura adecuada en la iglesia. Pero a pesar de esto, cuando las cosas no salen bien y caigo en la debilidad, me digo a mí mismo: «Jesús dijo una vez a Sus discípulos que pescaran y pagasen los impuestos con el dinero del pescado. Así que ¿por qué estoy pasando por todas estas dificultades cuando debería predicar a los santos y pedirles que contribuyesen con ofrendas? Estoy tonto». A veces mi estado de ánimo cambia: un momento me juzgo a mí mismo, me llamo estúpido y después me perdono a mí mismo. En estos momentos, admito mis insuficiencias, me niego a mí mismo por fe y una vez más sigo al Señor. 
Nuestros libros todavía tienen que entrar en Rusia. Aunque hemos impreso 10.000 copias de nuestros libros en ruso, ninguna de ellas ha entrado allí. Enviamos 2000 copias, pero el gobierno no dejó que entraran. Aunque nuestros libros llegaron allí, nos dijeron que los devolverían, y que tendríamos que pagar 4000 dólares de impuesto. Así que les dijimos a los agentes de aduanas que preferíamos que se los quedasen. Probablemente se preguntarán qué ocurrió con nuestros libros. Me dijeron que un agente de aduanas los guardaría y después se subastarían. Así que dejamos nuestros libros en la aduana para que fueran subastados a librerías cristianas. Después de todo los íbamos a distribuir en Rusia gratuitamente. 
Es fácil decir con palabras que estamos haciendo una misión mundial, pero para ser sincero, es un poco arriesgado para una iglesia tan pequeña como la nuestra, hacer este intento de evangelización por todo el mundo. ¿No piensan que este proyecto es un poco exagerado? Aquí detrás de mi púlpito, hago una llamada para que el Evangelio sea predicado por todo el mundo, pero ustedes pueden pensar que es exagerado. Si piensan en ello, este proyecto parece demasiado para nosotros. ¿Hablamos todos los idiomas de las naciones del mundo? ¿Podemos ir a todas ellas? ¿Estamos cerca de ellas? No cuesta solo una hora llegar a esos países, sino 10, 16 e incluso 18. ¿Cómo podemos ir allí? Y si fuésemos, ¿qué haríamos en esos países? ¿Acaso podemos decir una sola frase en sus idiomas, como «Por favor, acepte este libro»? Pensar en esto me preocupa. Cuando pienso en ello, me sofoco, porque es una tarea difícil.
Así que después de agonizar sobre qué hacer, he reunido a todos mis ministros y hemos orado y hablado. Entonces he llegado a la siguiente conclusión: «Hay misioneros de países cristianos avanzados que trabajan por todo el mundo. ¿Por qué no les mandamos cartas y les pedimos que distribuyan nuestros libros? Si dicen que sí, les mandaremos nuestros libros. Si les gustan, les podremos mandar más». Así que hemos empezado a trabajar en esto, y hemos enviado 300 cartas oficiales. Como hemos mandado 300 cartas a misioneros, tendremos noticias pronto. Deberíamos recibir una respuesta a mitad de enero, ya sea positiva o negativa. Si solo la mitad de ellos deciden ayudarnos, les predicaremos el Evangelio.
Aunque estos misioneros tendrán sus propias doctrinas, si saben como negarse a sí mismos, cuando conozcan el Evangelio del agua y el Espíritu del que habla en la Biblia, lo aceptarán porque es la Verdad. Estoy seguro de esto. Aunque estamos predicando el Evangelio por todo el mundo, esta obra no se puede hacer solo con nuestra fuerza. Como el Señor dijo: «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos» (Zacarías 4, 6). La predicación del Evangelio la completa Dios, no los hombres con sus esfuerzos y estrategias. Aunque hay mucho trabajo de hacer, no tenemos las fuerzas necesarias, y por eso debemos confiar en el Señor. 
De esto se trata la fe, de creer solo en el Señor. Creer en otro ser humano no es fe. ¿Creen en esto? Los seres humanos son insuficientes. La humanidad es tan débil que no tenemos nadie más en quien confiar que en el Señor. La Palabra del Señor es la Verdad, y el Señor es la Verdad, por lo que debemos creer solo en Él. Los que creen en el Señor, vivirán, pero los que no crean, morirán. Los que creen en el Señor pueden seguirle, pero los que no creen, no pueden seguirle. 
El que seamos inteligentes o estúpidos no tiene nada que ver con la fe. Es cierto. ¿Creen en esto?. Espero que ninguno de nosotros pierda su fe en estos tiempos. Deben venir a la Iglesia de Dios, pero si se quedan fuera de ella, perderán su fe. Ninguno de nosotros debería morir. 
Yo también debo confiar solo en el Señor. Así que ustedes deben hacer lo mismo. Al creer en el Señor, podemos vivir con fe. ¿Están de acuerdo? ¿Creen en esto? Aunque estoy seguro de que tienen muchos problemas, les pido que solo miren hacia el Señor.
Les pido que se nieguen a sí mismos, que carguen con su cruz, confíen en el Señor y le sigan solo a Él. Entonces entrarán en el dominio del Señor y Él les protegerá y guiará. Deben darse cuenta de que ahora están viviendo en el Señor por fe y que serán testigos de Su obra con sus propios ojos. 
Vivan en el Señor. Como nuestros días están contados, debemos vivir por fe, confiando en el Señor y entonces le veremos cara a cara y estaremos con Él para siempre.