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Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 7-1] Sean sinceros consigo mismos y crean en el Evangelio del agua y el Espíritu (Marcos 7, 1-23)

Sean sinceros consigo mismos y crean en el Evangelio del agua y el Espíritu (Marcos 7, 1-23)
«Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban. Porque los fariseos y todos los judíos, aferrándose a la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay que tomaron para guardar, como los lavamientos de los vasos de beber, y de los jarros, y de los utensilios de metal, y de los lechos. Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas? Respondiendo él, les dijo: 
Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: 
Este pueblo de labios me honra, 
Más su corazón está lejos de mí. 
Pues en vano me honran, 
Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. 
Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y el que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas. Y llamando así a toda la multitud, les dijo: Oídme todos, y entended: Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar; pero lo que sale de él, eso es lo que contamina al hombre. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Cuando se alejó de la multitud y entró en casa, le preguntaron sus discípulos sobre la parábola. El les dijo: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? Esto decía, haciendo limpios todos los alimentos. Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maleficencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre».
 
 
Queridos hermanos, debemos leer la Palabra de Dios a diario y pensar qué tipo de personas somos. ¿Qué tipo de personas somos realmente? Nacimos siendo descendientes de Adán y cometemos pecados porque hemos heredado esos pecados de nuestros padres. En otras palabras, somos una raza de obradores de iniquidad (Isaías 1, 4) que no pueden evitar cometer pecados. No podemos hacer el bien aunque queramos. Sin embargo, para salvarnos a los que no podemos dejar de cometer pecados, nuestro Dios vino y nos salvó de todos los pecados del mundo para siempre mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos dar gracias a nuestro Señor y alabarle cuando pensamos en este Evangelio de verdad y salvación que Dios nos ha dado. 
 
 

No sean hipócritas

 
En el pasaje de las Escrituras de hoy podemos ver que los fariseos y los escribas estaban llenos de hipocresía. Eran hipócritas ante Dios porque su corazón y su comportamiento eran muy diferentes. Estos hipócritas espirituales decoran su apariencia exterior aunque su interior está sucio. Esta es su vida. Y cuando los observamos que viven como los fariseos, vemos que lo dejan todo para tener éxito carnal. Se lavan las manos y los pies y pulen su apariencia exterior cuando se presentan ante Dios. Al limpiar su apariencia exterior piensan que están completamente limpios. Algunas personas se consideran limpias; sin embargo, una persona no está limpia ante Dios solo porque su apariencia externa lo esté. 
Los fariseos que aparecen en las Escrituras decían creer en Jehová Dios, pero en realidad sólo creían en los ancianos de sus denominaciones y no en Dios. Por tanto, creían que las enseñanzas de los seres humanos tenían más autoridad que Dios y Su Palabra. Así que siguieron estas tradiciones de los ancianos en vez de la Palabra de Dios. 
En Marcos 7, 1-2 está escrito: «Se juntaron a Jesús los fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalén; los cuales, viendo a algunos de los discípulos de Jesús comer pan con manos inmundas, esto es, no lavadas, los condenaban». Los fariseos en aquel entonces tenían la costumbre de lavarse las manos y los pies cuando entraban en sus casas. La práctica de echar agua en el jardín y lavar los vasos, las jarras, y los recipientes de cobre antes de comer cuando volvían del mercado era una tradición muy arraigada. 
Entonces, ¿cuál es el problema con esta costumbre de los fariseos? ¿Hay algún problema carnal con esta práctica? No hay ningún problema desde el punto de vista carnal. Eran personas que vivían vidas normales y se lavaban las manos y los pies antes de comer y antes de entrar en casa. Además echar agua en el jardín y lavar las cosas sucias antes de comer no parece nada especial. 
Entonces, observemos el problema de las tradiciones de los fariseos que hizo que Jesús reprendiera su fe de esta manera. Los fariseos pensaban que estas cosas que las personas normales hacían eran importantes para servir a Dios. Este era el problema espiritual. Los fariseos pensaban que tenían que bañarse, limpiar los vasos y echar agua en el jardín antes de entrar en casa para ser considerados personas fieles a Dios. Este fue el problema, que solo consideraban personas fieles a Dios a aquellos que seguían estás tradiciones. Por esa razón la vida religiosa de los fariseos se hizo más y más hipócrita y más distante en cuanto a seguir a Dios con un corazón sincero de fe. Los fariseos eran respetados cuando se les veía con ropas limpias y con las manos, los pies y todo el cuerpo impecables. 
Leamos lo que el Señor les dijo a estos fariseos. Jesús les dijo: «Porque dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres: los lavamientos de los jarros y de los vasos de beber; y hacéis otras muchas cosas semejantes. Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte, y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas» (Marcos 7, 9-13).
¿Qué les dijo Jesús a los fariseos? Les dijo: «Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: el que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente». Jesús estaba reprendiendo a los fariseos. Cuando tenían algo para darles a sus padres, debían hacerlo voluntariamente y con gozo. Sin embargo, los fariseos decían que no podían dárselo a nadie porque ya se lo habían ofrecido a Dios. Así, aunque tuvieran cosas maravillosas, no las utilizaban para honrar a sus padres con la excusa de que se las habían ofrecido a Dios. 
Comparemos esta situación con un creyente que tiene un negocio. Imaginemos que un cristiano vende casas y en su escritorio tiene una Biblia y un libro de himnos. Parece que es costumbre entre los cristianos coreanos tener estos artículos en sus oficinas. ¿Por qué creen que los tienen? Porque cuando hay una Biblia y un libro de himnos en su oficina, los clientes pueden pensar que esa persona cree en Dios y por tanto es honesta y recta. 
Sin embargo, la gente solía pensar así en el pasado pero ya no más. Hoy en día cuando una persona tiene una Biblia y un libro de himnos en su escritorio la gente piensa que es un ladrón. La percepción de la gente ha cambiado mucho. Hace algunas décadas la gente de este mundo pensaba que los cristianos eran honestos y rectos. Pero la fe que cree en Dios no funciona en los negocios. Antes, en un supermercado había más clientes cuando se tenía una Biblia o un libro de himnos a la vista. 
La gente de hoy en día está resentida por el daño que le han hecho estos hipócritas y ya no se dejan engañar por los cristianos hipócritas. Hay muchos cristianos hoy en día que van a la iglesia a hacer negocios. Hay muchas personas que no creen en la Palabra de Dios, y solo creen en falsas doctrinas de sus denominaciones respectivas, que solo acaban buscando las cosas materiales de este mundo. Por eso deberían aprender el Evangelio del agua y el Espíritu y creer en Dios a través de Su Palabra. 
Sin embargo, están intentando vivir su fe sin conocer la voluntad de Dios. Por tanto, no conocen la justicia de Dios ni creen en Dios aunque digan creer en Él. Creen en las enseñanzas de sus líderes como si fueran la Palabra de Dios, en vez de creer en Dios o Su Palabra. Las enseñanzas humanísticas de los pastores del mundo se han convertido en la base de su fe. Así que dicen creer en la Palabra de Dios pero en realidad solo creen en sus pensamientos carnales y en falsas doctrinas diferentes a la justicia de Dios. 
La fe de la mayoría de los cristianos de hoy en día es así. Las denominaciones presbiterianas están siguiendo doctrinas cristianas que fueron inventadas por Juan Calvino hace siglos. En otras palabras, las doctrinas cristianas proclamadas por Calvino son la base de las doctrinas de las denominaciones cristianas. Y por eso las generaciones posteriores a la teología de Calvino pensaban que había descubierto muchas cosas nuevas en la Biblia y por eso consideraron las enseñanzas de Calvino más importantes que la Palabra de Dios. Todas estas personas que se adhieren a las doctrinas cristianas de Calvino piensan que lo que él dijo es más importante que la Palabra de Dios. 
Por tanto, están cometiendo un error terrible porque ni siquiera intentan conocer el Evangelio del agua y el Espíritu. Consideran las doctrinas de ciertos teólogos pecadores más importantes que el Evangelio del agua y el Espíritu que es el Evangelio de la justicia de Dios. Es un problema pensar que las palabras de estos teólogos tienen más autoridad que la Palabra de Dios. Por tanto, se levantan contra la justicia de Dios con esta fe falsa. Este es el error que cometen los fariseos de hoy en día. 
 
 

Hace mucho tiempo los fariseos creían que eran los únicos que creían en Dios correctamente

 
No podían predicar el Evangelio del agua y el Espíritu como está escrito en las Escrituras porque no conocían esta Verdad. Además enseñaban doctrinas teológicas que habían aprendido en cualquier parte. Así que la situación era tan grave que cada vez más gente aprendía estas doctrinas en vez del Evangelio de la justicia de Dios. Por tanto, esta levadura mala de los fariseos llegó a trasmitirse a los cristianos de generación en generación. Las Escrituras se refieren a estas enseñanzas que fueron trasmitidas de generación en generación como la tradición de los ancianos. Por tanto, el corazón de la remisión de los pecados que está en la Palabra de Dios, es decir el Evangelio del agua y el Espíritu, desapareció y solo quedaron las doctrinas académicas de los teólogos. Por eso Jesús reprendió a los fariseos citando la Palabra de Isaías: 
«Este pueblo de labios me honra; 
Mas su corazón está lejos de mí. 
Pues en vano me honran, 
Enseñando como doctrinas, 
mandamientos de hombres» (Mateo 15, 8-9).
De la misma manera, los cristianos de hoy en día han considerado estas doctrinas teológicas mencionadas aquí más importantes que el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la Palabra de Dios. 
La fe de la mayoría de los cristianos de todo el mundo es así. Los cristianos de hoy en día se están convirtiendo en hipócritas como estos teólogos. La denominación metodista en Corea cree en las enseñanzas de John Wesley. Y las doctrinas de Calvino son la base de la denominación presbiteriana. Dicen que siguen las enseñanzas de Calvino no porque sean importantes, sino porque interpretó la Palabra de Dios correctamente. Abren la Biblia y leen la Palabra de Dios y entonces enseñan lo que Juan Calvino, John Wesley y otros teólogos dijeron. Abren las Escrituras y enseñan lo que algunos teólogos dijeron sobre diferentes cuestiones bíblicas en vez de enseñar la pura Palabra de Dios tal y como es. 
La mayoría de cristianos van a la iglesia para creer en Dios primero. Cuando van a la iglesia aprenden a ofrecer oraciones de penitencia, a ayunar y orar, la doctrina de la santificación, la doctrina de la salvación por fe en Jesús y varios himnos, y asisten a reuniones de oraciones durante toda la noche. Aprenden las doctrinas que les enseñan en sus respectivas denominaciones. Responden con aleluyas cuando un predicador se sube al púlpito y dice aleluya y dicen amén cuando el predicador les pregunta si creen. En otras palabras, estos creyentes aprenden estas doctrinas cristianas que estos teólogos han inventado en vez de aprender la verdadera Palabra de Dios desde el momento en que empiezan a ir a la iglesia. Cuanto más tiempo lleva una persona en la iglesia, más aprende solamente las doctrinas de una sola denominación. ¿Qué significa todo esto? Significa que cuanto más tiempo lleva en una iglesia una persona, más conoce las doctrinas de esa iglesia y más lejos está del Evangelio del agua y el Espíritu. Y para parecer una persona con una fe fuerte, oran y ayunan, llevan la Biblia con humildad a todas partes, cantan himnos con gracia y oran con hipocresía para que los demás los vean. 
En Corea los cristianos suelen tener el privilegio de votar en la iglesia cuando llevan más de un año en ella y puede convertirse en un miembro bautizado de la congregación. Entonces reciben el derecho de votar en las cuestiones importantes de la iglesia de vez en cuando. En la iglesia presbiteriana hay que ser un anciano para ser miembro del presbiterio, es decir el puesto a cargo de tomar decisiones. ¿Cuál es el cargo más alto al que puede llegar una persona laica en la iglesia? Puede llegar a ser un anciano. Sin embargo, para llegar a ser anciano hay que ofrecer mucho dinero a la iglesia. Solo se puede ser un anciano y ser respetado en la iglesia. Por lo tanto, los ancianos deben ser fieles y asistir a las oraciones matutinas, nocturnas, retiros en las montañas, e incluso deben ofrecer dinero en todas las reuniones de adoración. Y entonces deben seguir las reglas de los otros ancianos. Pero llegan a este puesto con todo tipo de pecados en sus corazones. Son prisioneros de sus pecados porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que les puede hacer justos. Por eso se han convertido en personas meramente religiosas. Jesús les reprende de la misma manera en que reprendió a los fariseos: «Estáis malditos, hipócritas de vosotros, escribas y fariseos». Estas personas son creyentes hipócritas. 
Jesús reprendió la hipocresía de los fariseos diciendo: «No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre» (Mateo 15, 11). Jesús reprendió así la fe hipócrita de los fariseos diciendo: «Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro?» (Lucas 11, 40). Deben limpiar el interior primero. El Señor nos está hablando a nosotros ahora mismo. El Señor les dijo a todos los cristianos actuales que no fueran hipócritas. 
 
 

¿Qué tipo de pecados hay en los corazones de los cristianos actualmente? 

 
Leamos Marcos 7, 20-23 dice: «Pero decía, que lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre». 
Jesús nos dijo aquí que esta naturaleza malvada que hay dentro del corazón de una persona es lo que nos hace cometer pecados. Por tanto, sabemos que hay maldad en los corazones de todas las personas. Estos pensamientos no están solamente en los corazones de algunas personas, sino que están en los corazones de todo el mundo, porque todos nacimos con doce tipos de pecados en nuestro corazón. Todo el mundo nace con estos doce tipos de pecados y por eso todo el mundo tiene pensamientos malvados en su corazón. Todos somos una raza de obradores de iniquidad, y por eso Dios dijo: «Sois una raza de obradores de iniquidad». Y esto se debe a que nacimos con pecados que nos trasmitieron nuestros padres y no podemos evitar cometer esos pecados en este mundo. 
Como los seres humanos somos escrupulosos, podemos cometer todos esos doce pecados. Algunas personas pueden cometer tres tipos de pecados en una noche. Una persona impaciente planea muchos pecados para cubrir otros. Las Escrituras hablan del pecado del adulterio. Saben lo que es la lascivia, ¿no? Está en el corazón de todas las personas que conocen. No hay nadie en este mundo que no tenga este pecado en su corazón. 
Jesús dijo: «De lo que el hombre sale, eso contamina al hombre» (Marcos 7, 20). Y también dijo: «Los humanos nacen y pecan porque tienen doce tipos de pecados en sus corazones. Son una raza de pecadores». Por tanto, todo el mundo tiene un corazón lascivo. Como los seres humanos tienen un corazón lascivo, enseguida encuentran cualquier excusa para cometer actos lascivos aunque nadie les enseñe. Además inventan cosas nuevas para cometer ese pecado. ¿Saben cuál es el negocio más lucrativo en Internet? Hay millones de páginas Web pornográficas con una colección de todo tipo de fotografías y películas lascivas. Cualquiera puede conectarse a Internet en su ordenador personal, conectarse a una página pornográfica, pagar cierto precio y ver estas imágenes pornográficas. Hay todo tipo de fotos y películas en estas páginas. Los seres humanos hacen estas cosas porque son pecadores. 
Todas las plantas se muestran puras como Dios les ha dicho. No pueden ver dos tipos diferentes de flores en un árbol. Cada árbol da la flor o el fruto que Dios le ha ordenado. Las azaleas siempre son azaleas. No puede ser ninguna otra flor. Esta azalea da otras azaleas hasta el fin del mundo. Florece y marchita como una azalea. Es cierto. No puede florecer y convertirse en otra flor. Por supuesto, cuando los seres humanos cruzan diferentes tipos de flores, salen mezclas de azaleas y otras flores, por ejemplo. Pero la verdad es que en su estado natural, una azalea no puede dar otra flor diferente. Esto significa que mantiene su forma original para siempre. ¿Y la hierba? La hierba es hierba hasta el fin del mundo. ¿Y los pinos? Los pinos serán pinos para siempre. 
Pero, ¿cómo son los seres humanos? Los seres humanos tienen doce tipos de pecados en sus corazones y por eso tienen pensamientos lascivos y malvados que se manifiestan en comportamientos malvados como el hurto. Por tanto, todo el mundo es pecador ante Dios. Y siempre tenemos pecados en nuestros corazones si no recibimos la remisión de los pecados. Por tanto, el Señor dijo que debemos recibir la remisión de los pecados. 
Los seres humanos son lascivos originalmente. Los seres humanos son una raza de obradores de iniquidad que siempre tienen pensamientos malvados. Los seres humanos roban. Los seres humanos matan, cometen adulterio, envidian. Los seres humanos son una especie malvada. Los seres humanos engañan, tienen lascivia, blasfeman, son arrogantes. La raza humana es una especia que está loca. 
Si un ser humano no conoce su naturaleza básica, no busca la salvación de Dios y por eso no puede recibir la remisión de sus pecados porque cree que no necesita creer en la justicia de Dios manifestada en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, debemos saber que un ser humano viene de una raza de obradores de iniquidad. Dios nos dice: «Sois pecadores. El precio del pecado es la muerte. Moriréis si tenéis pecados. Iréis al infierno si tenéis pecados». Si una persona tiene pecado según la Palabra de Dios, la consecuencia será la muerte. La muerte se refiere a la muerte espiritual eterna, es decir, el infierno. 
 
 

Entonces, ¿cómo debemos recibir la salvación de todos nuestros pecados? 

 
Pensemos en el Evangelio del agua y el Espíritu que nos hace recibir la salvación de todos nuestros pecados. Pensemos en cómo el Señor nos ha salvado y de qué pecados nos ha salvado. El Señor nos dio la Verdad, es decir, la Palabra del agua y el Espíritu. Y el Señor nos enseñó que somos personas llenas de pecados. Somos las personas que cometen pecados en nuestros corazones y con nuestras acciones ante la presencia del Señor. Somos las personas que cometen pecados durante nuestras vidas hasta que morimos. Jesús vino a salvarnos a los que no podemos evitar cometer pecados y ser arrojados al infierno. Por eso Jesús es nuestro Salvador. El Señor se ha convertido en nuestro Salvador y ha borrado todos nuestros pecados con Su justicia, y por tanto debemos recibir nuestra salvación por fe. 
Jesús dijo que debemos eliminar los pecados de nuestros corazones completamente. Pero no podemos hacerlo con nuestros propios esfuerzos carnales. Esto significa que no podemos eliminarlos llorando o trabajando duro. Debemos recibir la remisión de los pecados al creer en la justicia del Señor. ¿Qué significa la justicia del Señor aquí? Significa que ha borrado nuestros pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Jesús reprendió la hipocresía de los fariseos. Dijo: «Estos pecados salen de los corazones de los seres humanos y esto es lo que les contamina. Vuestras obras hipócritas no pueden limpiaros. Vuestros pecados no desaparecen por mucho que os lavéis las manos u os bañéis. Por tanto, debéis recibir la remisión de vuestros pecados al creer en Jesucristo».
Los que creen en las doctrinas cristianas, es decir, los que no saben que tienen doce tipos de pecados en sus corazones mientras creen en Jesús como su Salvador, no saben que Jesús vino a este mundo y borró nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre en la Cruz. Pero aún así, muchos cristianos siguen llevando sus biblias en la mano y estando orgullosos de sus posiciones en la iglesia. Siguen ofreciendo dinero y puliendo su apariencia externa mientras aprenden rituales de adoración y formalidades. Estas personas deben volver al Evangelio del agua y el Espíritu. Deben volver a Jesucristo con un corazón sincero y escuchar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de la que Jesús habló. 
¿De verdad tienen pecados sucios en sus corazones? ¿Han cometido pecados hasta ahora? ¿Y creen que cometerán pecados en el futuro? Deben hacerse estas preguntas difíciles y auto criticarse con sinceridad. Si siguen siendo pecadores ante Dios, deben reconocer que son pecadores ante Dios. Y deben saber lo que Dios dice acerca de esta salvación. Deben recibir la remisión de los pecados cuando entiendan el Evangelio del agua y el Espíritu y crean en él. Deben ser buenos creyentes. La gente debe dejar de vivir una vida espiritual incorrecta decorando su exterior mientras creen en el cristianismo. Estas personas son fariseos espiritualmente. 
Si algunos de ustedes piensan que el cristianismo es una mera religión del mundo, deben volverse al Evangelio del agua y el Espíritu inmediatamente. El cristianismo que solo contiene meras formalidades debe dejar esa fe incorrecta que afirma que se puede recibir la remisión de los pecados mediante las oraciones de penitencia. Debemos apartarnos del cristiano que hace hincapié solamente en la apariencia externa y volver al Evangelio del agua y el Espíritu. Algunos cristianos dicen: «Siempre he tenido pecados en mi corazón aunque he creído durante tres años. Y después de creer en Él durante tres años, aún soy más pecador». Dicen que sus pecados son más espesos después de haber creído en Jesús durante 10 años. Por eso debemos dejar esa fe ritualista y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu si no queremos lamentarlo. Jesús dijo: “Venid a Mí, todos los que trabajáis duro y estáis cansados, y Yo os haré descansar”, pero mis pecados aumentaron y mi corazón se hizo más pesado. He creído en Jesús como mi Salvador durante diez años, pero mis pecados se han acumulado. Son demasiado pesados. Cuando creí en Jesús por primera vez tenía la esperanza de que mi corazón no fuese tan pesado. Pero mis pecados empezaron a oprimirme aún más después de creer en Jesús durante diez años. ¿Qué tan pesados serán después de 20 años?».
Le hice la siguiente pregunta a un cristiano que había creído en Jesús como su Salvador durante 50 años: «¿Tienes pecados? La Palabra en el Antiguo Testamento, en el Libro de Isaías 1, 18 dice: 
“Venid luego, dice Jehová, 
si vuestros pecados fueren como la grana,
como la nieve serán emblanquecidos; 
si fueren rojos como el carmesí, 
vendrán a ser como blanca lana”.
Si es así, ¿son tus pecados tan blancos como la nieve?». 
Entonces la persona me contestó: «¿Cómo pueden eliminarse mis pecados? Los pecados de mi corazón han aumentado desde que empecé a creer en Jesús hace 50 años. Estoy intentando recibir la remisión de los pecados al ofrecer oraciones de penitencia cada día. Estoy trabajando mucho para conseguir la santificación».
¿Por qué dicen esto los cristianos? Porque creen con una fe legalista y sin conocer la justicia de Dios. Una persona que ha creído en Jesús durante 50 años y una persona que ha creído durante 10 años son iguales porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Por supuesto, el peso de sus pecados es diferente. Sin embargo, no podemos decir que una persona que ha creído durante 50 años tenga más pecados y que una persona que ha creído durante 10 años menos. Solamente se sienten como si tuviesen más o menos pecados. Esto indica que piensan que tienen más o menos pecados, pero la verdad es que ambos tienen pecados. 
¿Por qué siguen siendo pecadores aunque crean en Jesús como el Salvador? Porque no creen en la Palabra de Dios y no han aceptado el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús vino a nosotros, los pecadores, para eliminar nuestros pecados para siempre. Aunque el Señor nos ha salvado de los pecados para siempre por este Evangelio, no han podido recibir la salvación porque no reconocen que son una raza de obradores de iniquidad y por tanto no pueden recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio de la verdad que el Señor nos ha dado. Se han convertido en pecadores porque no creen en el amor del Señor que nos dio la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu, no porque Dios no nos haya dado la salvación a los pecadores. 
Por tanto, deben volver al Evangelio del agua y el Espíritu inmediatamente. Y deben aprender lo que dicen las Escrituras acerca de la justicia de Dios. Cuando estudian la justicia de Dios en su Palabra, deben llegar a la verdad de la salvación que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu y recibir esta libertad verdadera al creer en este Evangelio de la Verdad. Y así pueden llegar a conocerse a sí mismos. 
Todos los pecadores deben saber primero que todo el mundo comete estos doce tipos de pecados hasta que muere. Esto es cierto. Los pecados no se eliminan mediante oraciones de penitencia, porque después se cometen más pecados. Los pecados no pueden eliminarse ofreciendo dinero a Dios para su remisión. Tampoco se pueden eliminar convirtiéndose en un mártir por el Señor. Los pecados solo pueden eliminarse al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu mediante el que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados. Solo entonces pueden despedirse de sus pecados completamente. 
En la región de las montañas del Himalaya la religión predominante es el budismo. La gente cree que debe practicar el ascetismo para eliminar sus pecados y para nacer en mejores circunstancias cuando se reencarnen en la vida siguiente. Los budistas tienen un lugar llamado la tierra santa. Está muy lejos de sus hogares. Sin embargo, peregrinan a ese lugar sagrado y por el camino, dan un par de pasos y se paran para arrodillarse en las postraciones de cinco puntos. Se postran hacia este lugar sagrado y tocan el suelo con cinco partes de su cuerpo. Entonces se levantan y se echan al suelo boca abajo. Repiten esa rutina hasta que llegan al lugar sagrado que está muy lejos. Después de adorar a Buda en este lugar sagrado, regresan a casa de la misma manera. Estas prácticas se consideran ascetismo. 
Todas las religiones del mundo son así. La gente cree que recibe la remisión de los pecados practicando el ascetismo, ofreciendo ascetismo y aprendiendo doctrinas cristianas. Pero les estoy diciendo claramente que solo pueden recibir la remisión de los pecados si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y no con estos rituales. No crean en el cristianismo como una de las religiones de este mundo. Las religiones del mundo son como una droga adictiva. Se dice que estas drogas hacen sentir bien cuando se prueban por primera vez. Sin embargo, la potencia de la droga se pierde con el tiempo, y la persona que la ha tomado empieza a sentirse débil y a temblar. Esto se llama síndrome de abstinencia. Y para sentirse mejor tiene que tomar la droga de nuevo. Y cuando ha tomado drogas durante mucho tiempo, tiene que inyectársela con una jeringa en intervalos de 5 minutos. Cuando no toma drogas, se vuelve loca. Las religiones del mundo son así. Debemos deshacernos de esta fe religiosa como la de las religiones del mundo. Y debemos saber cómo nos ha salvado el Señor de los pecados del mundo a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. 
Debemos saber que tenemos pecados a través de la Palabra de Dios escrita. Y debemos saber otras respuestas, como con qué nacimos, cómo vivimos y adónde vamos después de morir. Podemos aprender todas estas cosas a través de la Palabra de Dios. Debemos saber que recibimos la remisión de los pecados cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, debemos aprender la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu sin demora. Debemos salir de la esclavitud de la fe ritualista del cristianismo que nos tenía esclavizados. Entre los que estamos aquí sentados hoy seguramente muchos hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero creo que algunos de ustedes no han recibido la remisión de los pecados perfectamente. Aunque no la hayan recibido, pueden ser liberados de todos los pecados si conocen la justicia de Dios paso a paso y creen en ella. 
Nosotros cometemos pecados hasta que morimos. ¿Pueden borrarse estos pecados ofreciendo oraciones de penitencia? El cristianismo de este mundo entiende las oraciones de penitencia como medio para alcanzar la santificación. Sin embargo, ¿dijo Jesús que eliminaría nuestro pecado original pero dejaría nuestros pecados personales y que debemos eliminarlos ofreciendo oraciones de penitencia todos los días? ¿Dónde dice eso en las Escrituras? 
Pensemos de nuevo en esto. ¿Tiene sentido? Tendríamos que eliminar los pecados que cometemos hasta el día en que morimos al ofrecer estas oraciones de penitencia, pero ¿estarían eliminados? Pensemos en esto hoy. Tendríamos que pensar en todos los pecados que cometemos desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama. Si esto es posible, ¿podemos ofrecer oraciones de penitencia por todos esos pecados? Sin embargo, hay muchos pecados de los que nos hemos olvidado y solo uno o dos que podemos recordar, pero ¿pueden borrarse esos pecados ofreciendo oraciones de penitencia? No, no pueden borrarse así. El pecado no puede eliminarse así. Todos los pecados se eliminan al creer en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz. 
Como Adán y Eva pecaron, nosotros, sus descendientes, heredamos sus pecados y seguimos pecando porque tenemos pecados. Además los seres humanos pecan hasta que mueren. Por tanto, la gente de este mundo se inventa una religión mediante la que creen poder borrar sus pecados mediante oraciones de penitencia. Pero, ¿se borran sus pecados mediante las oraciones de penitencia? ¿Dónde leen en las Escrituras que solo se ha eliminado su pecado original? ¿Acaso no dijo el Señor que eliminaría todos los pecados del mundo? 
Jesús dijo: «Está acabado» (Juan 19, 30) justo antes de morir en la Cruz después de haber sido bautizado. Jesús vino al mundo encarnado en un hombre, fue bautizado para tomar todos los pecados del mundo para siempre, y pagó la condena de todos esos pecados al morir en la Cruz para siempre. Y el Señor fue resucitado para siempre y ascendió al Reino de los Cielos. El Señor se convirtió así en el Salvador de la humanidad y ahora descansa sentado a la derecha del trono de Dios Padre. Ahora pueden recibir la salvación de todos sus pecados al creer en Jesucristo, quien vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo esto ocurrió porque Jesús es nuestro Salvador. 
Queridos hermanos, es inútil presentarse ante Dios y ofrecer oraciones de penitencia todos los días diciendo: «Dios, he cometido estos pecados. Por favor, perdóname». Jesús no va a la Cruz para pagar por sus pecados todos los días. Jesús cumplió la obra de eliminar todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre en la Cruz hace 2000 años. Debemos conocer esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu bien.
No debemos creer en Jesús como la gente de este mundo, que creen en sus religiones mundanas. La religión es como una droga poderosa. Deben deshacerse de la religión. ¿Qué han recibido al creer en el cristianismo como un sistema de rituales religiosos? Más pecados. Y además han malgastado su tiempo y su dinero. 
¿Acaso no somos todos pecadores que no pueden dejar de pecar desde que nacemos hasta que morimos? Pero el Señor vino a este mundo para salvarnos de los pecados del mundo. Y el Señor nos ha salvado de estos pecados mediante el bautismo que recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz. Alabamos el amor de Dios y Su justicia. 
Le doy toda alabanza y gracias al Señor, quien nos salvó de todos los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu.