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Tema 10: El Apocalipsis

[Capítulo 3-2] Aquellos Que No Ensuciaron Sus Vestiduras Blancas (Apocalipsis 3:1-6)

Aquellos Que No Ensuciaron Sus Vestiduras Blancas(Apocalipsis 3:1-6)
 
Este pasaje aquí dice: «Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas». Caminar de “blanco” significa que han defendido su fe en la justicia de Dios.
Dios camina con aquellos que han conservado la castidad de su fe. Él nunca los deja solos, sino que siempre está con ellos y los bendice.
Existen los justops sobre esta tierra que caminan con el Espíritu Santo. Dios ha escrito sus nombres en el Libro de la Vida y les ha concedido la vida eterna para siempre. Al vestir a los justos de blanco y estando siempre con ellos, Dios les ha concedido que siempre les sea posible vencer en su lucha en contra de Satanás.
 


Ser Uno de los Que Vencen a Satanás

 
Para ser uno de los que vencen a Satanás, primero debemos creer en la Palabra de redención que el Señor nos ha dado. Y así, volvámonos a la Palabra para ver como el Señor nos salvado con el evangelio del agua y el Espíritu.
Comencemos viendo Lucas 10:25-35. «Y he aquí un intérprete de la ley se levantó y dijo, para probarle: Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna? Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien has respondido; haz esto, y vivirás. Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? Respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese».
Vemos dos protagonistas en este pasaje: Jesús y un abogado. Este abogado, para jactarse de su fidelidad a la Ley, le preguntó a Jesús: «Maestro, ¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?». ¿Qué impresión te da esta pregunta?
El abogado en cuestión equivocadamente pensó que el podía guardar la Ley obedeciéndola en el nivel literal. Pero Dios dio Su Ley a la humanidad para que la gente pudiera reconocer los pecados de su corazón. La Ley de Dios habla y muestra los pecados que se encuentran fundamentalmente en los corazones de la gente. En sus corazones se encuentran los pensamientos malvados, las mentes inmorales, las mentes asesinas, las mentes que roban, las mentes que dan falso testimonio, las mentes enloquecidas, y más. Por lo tanto, para señalar los pecados en el corazón del abogado, nuestro Señor le preguntó: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees?».
Nuestro Señor quería que el abogado reconociera la presencia fundamental de pecado en su corazón. Pero pomposamente le preguntó a Jesús «¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?» el abogado en vez de eso se jacto de su propia justicia. De sus palabras, podemos ver que el abogado pensó: “He guardado la Ley bien hasta ahora, y estoy seguro de que la podré guardar en el futuro.”
Pero debemos darnos cuenta que la Ley dada por Dios solo puede ser guardada por Dios Mismo, y que no hay nadie más, ni siquiera una sola persona que pueda guardar totalmente Su Ley. Por lo tanto, el que un hombre trate de guardar la Ley de Dios solo muestra su necedad y su arrogancia ante el Señor. Debemos reconocer que somos pecadores que nunca podremos guardar la Ley de Dios.
Para todos nosotros el como leemos la Palabra de Dios es muy importante. Cuando leemos la Palabra de Dios, debemos leerla dándonos cuenta del propósito que Dios tiene para nosotros. Si leemos la Biblia sin darnos cuenta de la intención del Señor, nuestra fe puede fluctuar en dirección opuesta a Su voluntad. Es por eso que existen tantas denominaciones y el por qué aquellos cuya fe no está unida a la del señor son rechazados frecuentemente.
Cuando aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu leen la Biblia, pueden entender exactamente el propósito de Dios. Pero cuando uno lee la Biblia sin creer en el evangelio del agua y el Espíritu dado por Dios, entonces esto solo pueda causar malos entendidos, y tal persona nunca podrá tener una fe bíblica correcta, sin importar cuanto él/ella estudien la Biblia.
 

¿Que dice la Ley?
 
Continuamos con el pasaje de Lucas: «Él le dijo: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo».
Romanos 3:20 dice: «Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado». También la Biblia nos dice: «Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas» (Gálatas 3:10).
La Ley no solo nos vuelve a todos, quienes ya nacimos en pecado, mayores pecadores, sino que también revela las limitaciones de nuestras obras. Es por eso que “todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición.”
Alguna gente dice que uno puede entrar al Cielo si él / ella cree en Dios y observa la Ley correctamente, y que uno debe esforzarse al máximo para guardar la Ley. Así que esta gente, aún mientras cree en Jesús, pasa toda su vida tratando de guardar la Ley. Pero de hecho están bajo la maldición de la Ley. Aquellos que no sido salvados de sus pecados, aún mientras creen en Jesús, son incapaces de escapar de los confines de su fe que trata de guardar la Ley en vano. Puede que crean en Jesús, pero permanecerán como pecadores ante Dios, y los pecadores ante Dios solo pueden encarar Su temido juicio. Es por eso que Jesús, quien es Dios, vino a nosotros como nuestro Salvador y se convirtió en el Redentor de los pecadores. En otras palabras, para elaborar aún más, Jesús se hizo cargo de todos nuestros pecados siendo bautizado en el Río Jordán.
¿Sabes que el bautismo es la marca que limpia todos nuestros pecados? El bautismo de Jesús es el único método que Dios estableció para limpiar todos nuestros pecados.
La Biblia nos dice en Mateo 3:15: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia». La palabra “porque así” aquí significa, en su lengua original, “los más apropiado,” o “lo que más conviene.” En otras palabras, era lo más apropiado y lo que más convenía que Jesús tomara todos nuestros pecados sobre Si Mismo a través de Su bautismo por Juan. En concreto, el bautismo de Jesucristo se encargó de todos nuestros pecados. Jesucristo nos liberó de nuestros pecados siendo bautizado y muriendo sobre la Cruz. Cuando la gente conoce la verdad exacta y lucha contra las mentiras, Dios les hace a esos vencedores.
 


¿En contra de Quien deben Pelear los nacidos de nuevo?

 
Los nacidos de nuevo deben pelear y vencer el legalismo. En términos religiosos, los lideres de la Ley pueden parecer buenos, pero en sus adentros retan a Dios. Así sus palabras, mientras que parecen virtuosas, son en realidad las palabras de Satanás que mantienen a sus seguidores bajo la maldición del pecado. Es por eso que los santos deben luchar y vencer a los religiosos.
Los religiosos afirman que la salvación viene por creer en Jesús, pero también afirman que uno puede entrar al Cielo cuando él/ella viven una vida virtuosa delante de la Ley. ¿Puede tal fe ser considerada como la fe que le guía a alguien a ser salvo? ¡Claro que no!
Así que el Señor usó una parábola para ilustrar el legalismo sobre este asunto. La historia va más o menos así: Cierto hombre que iba a Jericó de Jerusalén fue atacado por ladrones, quienes lo golpearon y lo dejaron medio muerto. Un sacerdote también iba por ahí de camino a Jericó de Jerusalén, y pasó por donde estaba este hombre golpeado. Pero el sacerdote no lo ayudó, y en vez de eso se pasó por el otro lado del camino. Otra persona, esta vez un Levita, pasó junto a la víctima, pero él también, pretendió no escuchar el lamento de ayuda del pobre hombre y simplemente se dio la vuelta.
Entonces un tercer hombre pasó por ahí, esta vez un Samaritano. A diferencia del sacerdote o del Levita, el Samaritano de hecho vendó sus heridas, derramó vino y aceite, lo cargó hasta una posada sobre su animal y se encargó de él. Hasta le dio dinero al encargado, diciendo, “Ocúpese de él bien. De regreso me detendré; si gasta más de lo que le di para sanarlo, yo le pagaré. Así que haga todo lo que pueda para ayudar a este hombre.”
¿Quien de estos tres es bueno? Desde luego el Samaritano. Este Samaritano se refiere a Jesús. Lo que ha salvado a pecadores como nosotros no es la Ley de Dios, o sus maestros, ni sus lideres, mucho menos nuestra propia fuerza, o esfuerzo o las oraciones de arrepentimiento. Solo Jesús quien vino a esta tierra para limpiar nuestros pecados es el verdadero Salvador. Jesús “así (Mateo 3:15)” ha liberado a todos los pecadores. El bautismo de Jesús y Su sangre sobre la Cruz son la marca de la salvación de los pecadores (1 Pedro 3:21). Todos los pecadores de este mundo son salvados por el bautismo de Jesús y la Cruz. Aquellos que creen en el bautismo de Jesús en el Río Jordán y Su sangre sobre la Cruz como su salvación son absoluta y totalmente liberados de todos sus pecados.
Jesús nos ha dado la fuerza de pelear en contra y de vencer las falsas doctrinas de la mentira., cuando la gente afirma, “Nosotros creemos en Jesús, pero si guardas la ley de Dios y tus obras son buenas, entonces serás liberado de todos tus pecados;” ellos tan solo están mostrando su obstinación y propagando mentiras. Si le agregas o le quitas algo a toda la verdad de nuestra salvación por Jesús, entonces esto ya no será la verdad. Dios nos ha dado la fuerza para luchar en contra de y vencer a todas las doctrinas de mentira.
Los líderes de la Ley de la actualidad hablan ante la gente como si ellos observaran correctamente la Ley. Pero con frecuencia somos testigos de que no pueden actuar sobre sus palabras cuando encaran una situación en donde, aunque difícil, a pesar de todo observan lo que la Ley demanda de ellos. Ellos mismos se dan cuenta de que aunque quieren hacer bien en sus corazones, no lo pueden hacer debido a la debilidad de la carne. Escondiendo sus debilidades y cubriéndolas con formalidades religiosas, engañan a otros y los atosigan con la misma carga.
Como el sacerdote y el Levita en el pasaje anterior, los legalistas de hoy cargan dobles estándares de simplemente darles la vuelta por la otra acera siempre que su compromiso requiere de sacrificio. Esta es la falta de poder del hombre ante la ley de Dios. La gente oculta esto revistiéndola con un hermoso vestido llamado religión. Pero todos aquellos que se esconden a sí mismos ante el Señor no pueden ser salvados. Solo aquellos que reconocen su pecaminosidad revelando su ser verdadero con la medida de la Ley pueden ser liberados de todos sus pecados por la Palabra de verdad del agua y el Espíritu.
Solo Jesús no pasa por encima de los pecadores moribundos y solo Él salva, encontrándolos y salvándolos. Él desvió todos nuestros pecados a Él mismo siendo bautizado en persona, y Él libero a los moribundos pecadores de todos sus pecados pagando la deuda con el sacrificio de Su propio cuerpo. Es así como Jesús se ha convertido en el Salvador para todos los pecadores.
 

Aquellos Que Venzan serán Vestidos de Blanco
 
Este pasaje aquí nos dice que aquellos que venzan serán vestidos de blanco. Esto significa que debemos pelear y vencer a los mentirosos dentro del mundo Cristiano. Aún mientras hablamos ahora, estos mentirosos están enseñando a la gente a creer en Jesús y vivir en bondad. Vivir en bondad, desde luego, es lo correcto. Pero fundamentalmente, los corazones de la gente están llenos con toda clase de cosas sucias, desde homicidio hasta adulterio, robo, y celos; y así, al decir a esta gente que viva en bondad, aunque el decirlo es verdad, está orientado a confinarlo en una mera religión y sofocarlos a ellos a muerte. El decirle a la gente cuyos pecados se están amontonando hasta sus gargantas que “vivan en bondad” es empujarlos a una auto condenación.
Como tal, lo que realmente necesitan es que nosotros les ayudemos a ser liberados de todos sus pecados enseñándoles la verdad del agua y el Espíritu que puede salvarlos de sus pecados fundamentales. Esta es la lección correcta, y después de esta enseñanza viene la exhortación a vivir una vida de bondad en Dios. Puesto de otra manera, la mayor prioridad para aquellos que están parados afuera de Cristo como pecadores es convertirlos en justos predicándoles el evangelio del agua y el Espíritu primero.
 

La Degradación del Cristianismo en una Religión Mundana.
 
No debemos ser engañados por las religiones del mundo. Solo cuando peleamos y vencemos a las religiones mundanas que esparcen mentiras, podremos entrar al Cielo. Debido a que somos incapaces de guardar la Ley de Dios, necesitamos la gracia de la salvación que Jesús nos ha dado, y solo creyendo en esta gracia podemos encontrar al Señor.
Pero muchos en el Cristianismo, aunque creen en Jesús, están siendo arrastrados al infierno, engañados y mal guiados por aquellos que esparcen mentiras. Son engañados por la noción seductiva de que la gente puede y debe ser buena. Pero debido a que fundamentalmente nacemos en pecado, nunca podremos ser buenos no importa cuanto lo intentemos. Como tal, solo podemos ser salvos creyendo en el evangelio de la verdad de que Jesús nos ha salvado por Su agua y por Su Espíritu. Podemos vivir una vida nueva solo cuando reconocemos que hemos sido limpiados creyendo en esta verdad.
Los fariseos de la Biblia y la mayoría de los Cristianos actuales que no han sido limpiados de sus pecados al no creer en el evangelio del agua y el Espíritu son todos iguales –todos son herejes. Los fariseos creían en Dios, la resurrección de las almas y la vida después de la muerte como se registra en las Escrituras. Pero ellos no creían en Jesús como su Mesías. Mas aún, ellos tropezaron e ignoraron el bautismo de Jesús y Su sangre sobre la Cruz.
Hoy, existen muchos Cristianos que son como estos fariseos. Tienen una tendencia a dar más reconocimiento a las doctrinas Cristianas que a la Biblia misma. Es por eso que existen muchas herejías brotando infinitamente en la actualidad. En Tito 3:10-11, Dios habla acerca de estos herejes diciendo: «Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio», aquellos que pertenecen a la herejía confían, creen, y siguen a sus líderes religiosos más a que a la Biblia, y como resultado, todos ellos serán destruidos.
Ahora como antes, existen muchos falsos profetas brotando en este mundo. A través de la Palabra del pasaje principal, Dios así nos ha dicho que todos deben pelear y vencer a estos falsos profetas. Él también dijo que aquellos que venzan serán vestidos con las ropas de justicia.
En Lucas 18 se encuentra “la parábola del Fariseo y el recaudador de impuestos.” Un Fariseo subió al Templo, levantó sus manos y oró con orgullo: “Dios, ayuno dos veces por semana y doy diezmos de todo lo que gano.” El recaudador de impuestos, en contraste, ni siquiera podía levantar su cara cuando oró: “Dios, yo no puedo hacer lo que él hace. Soy un pecador con muchas limitaciones, que no puede ayunar dos veces por semana y que no diezma. No solo eso, también he engañado a la gente, les he robado y he hecho muchas otras cosas malas, soy un hombre inútil. Ten misericordia de mí, Dios. Ten misericordia y sálvame por favor.”
La Biblia nos dice que fue el recaudador de impuestos quien fue justificado por Dios en lugar del Fariseo. Está bien demostrado en la pregunta. “¿quién puede ser perdonado de pecado?” No es ningún otro que aquel que se de cuenta de sus limitaciones. Aquellos que saben que son pecadores, las almas que reconozcan que están atados al infierno en donde la Ley o el justo juicio de Dios será aplicado a ellos–estos son los que recibirán la salvación de la redención de Jesús.
Mateo 3:15 narra lo que Jesús habló antes de ser bautizado. “Así” en este versículo significa que el bautismo de Jesús era el camino más apropiado para salvar a los pecadores –esto es, salvándolos haciendo desaparecer sus pecados con el bautismo de Jesús, el cual pasó todos los pecados a Él.
¿Crees que Jesús “así” te ha salvado de tus pecados? El Señor tomó todos tus pecados sobre Sí Mismo cuando el fue “así” bautizado. Entonces Él cargó todos los pecados del mundo a la Cruz y dio la paga de todos estos pecados con Su propia sangre. Tú debes creer en esto para que tu alma viva. Cuando tú crees esto, tu alma es expiada y tú naces de nuevo como hijo de Dios.
Aún así existen muchos en este mundo que niegan esta verdad del agua y el Espíritu, el evangelio de salvación. Es por eso que debemos pelear batallas espirituales. Yo no estoy diciendo que debemos hacer más obras malas para reconocer nuestro pecado, sino que debemos ser revestidos en la gracia de Dios reconociéndonos nosotros mismos como seres que básicamente estamos atados al pecado y para ser juzgados espiritualmente. Debes aceptar el hecho que Jesús es el Salvador. Cualquiera que quiera ser salvo debe creer en el Jesús de la redención quien tomó todos nuestros pecados sobre Sí Mismo y fue juzgado en nuestro lugar. Solo entonces dejará de existir cualquier pecado en el corazón de alguien.
¿Existe algún pecado en tu corazón ahora mismo? Aquellos que piensan que existe pecado en su corazón primero deben conocer la Ley de Dios. Por la Ley de Dios, la paga del pecado es muerte. Si tienes pecado, entonces debes morir. Si mueres sin haber sido expiado de tus pecados, serás juzgado y enviado al infierno. Debido a que todos en este mundo no pueden evitar el pecado, nadie puede evitar el ser enviado al infierno ante la Ley de Dios. Es por eso que Dios, habiendo tenido misericordia de nosotros, nos salvó enviando a Su Hijo Unigénito Jesucristo a esta tierra, haciendo que Él “así” (Mateo 3:15) tomara todos los pecados del mundo sobre Sí Mismo con Su bautismo en el Río Jordán, y juzgándolo a Él sobre la Cruz en lugar nuestro –todo esto para que Él pudiera enviarnos al Cielo.
No podemos ser salvos por nuestras buenas obras. La gente puede tener diferentes niveles de hipocresía, pero todos somos hipócritas, y nadie puede alcanzar una bondad perfecta. Por lo tanto, la gente puede ser liberada de todos sus pecados totalmente solo cuando son perdonados de todos sus pecados creyendo en la salvación expiatoria de Cristo. Esta es la verdad central de la Biblia.
Describiendo comó era antes de encontrarse con el Señor, Pablo confesó: «Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago» (Romanos 7:19). ¿Por qué estaba Pablo así? Porque la humanidad simplemente es incapaz de hacer algún bien. Todos sabemos que hacer el bien es lo correcto, pero nadie es capaz de hacerlo. Esto es algo totalmente diferente en grado y dimensión de los deseos de la carne que aún los justos tienen. Es por eso que la gente es salva solo creyendo en el evangelio de la verdad que el Señor les ha dado a ellos.
¿Como aceptó Dios como justos y sin pecado a seres tan impuros y sucios como nosotros? Dios nos salvó y abrazó debido a nuestro Señor Jesús. Él tomó todos los pecados de la humanidad con Su bautismo por Juan, el Sumo Sacerdote de la humanidad, cargó estos pecados a la Cruz, y fue juzgado en nuestro lugar. ¿Crees en Jesús? Creer en Jesús es creer en lo que Él ha hecho por nosotros.
 


La Forma de Estar de pie ante Dios

 
Caín y Abel nacieron de entre Eva y Adán, los primeros padres de la humanidad. Cuando Adán y Eva pecaron, Dios mató a un animal en su lugar y los vistió con su piel. Esto enseña a la humanidad dos leyes de Dios. Una es la ley de Dios de la justicia, donde “la paga del pecado es muerte,” y la otra es Su ley de amor, en donde los sacrificios son usados para cubrir los vergonzosos pecados de los pecadores. Adán y Eva, engañados por Satanás, pecaron contra Dios. A pesar de cómo terminaron pecando, ellos tenían que ser puestos a muerte, ya que la paga del pecado es la muerte ante la Ley de Dios. En vez de eso Dios mató a un animal y los vistió con su piel. Esto era una sombra simbólica del sacrificio de expiación que había de venir.
Después de cometer su pecado, Adán y Eva cosieron hojas de higo juntas y se hicieron vestidos. Pero estas hojas de higo no podían durar mucho, ya que se secaban con el sol, rompiéndose y cayéndose con los movimientos, y así eran insuficientes para cubrir su mancha. Así que a favor de Adán y Eva quienes trataron en vano de cubrir su vergüenza con hojas de higo, Dios mató a un animal, les hizo túnicas de piel y los vistió. En otras palabras, a través de la ofrenda sacrificial, Dios cubrió toda la vergüenza de los pecadores.
Esto nos habla a nosotros del amor de Dios y Su justa salvación. Adán y Eva se dieron cuenta que Dios mató al animal en lugar de a ellos, y que Él mismo cubrió toda su vergüenza y los salvó. Entonces ellos pasaron esta fe a sus hijos.
Adán tuvo dos hijos, Caín y Abel. Caín, el primer hijo, ofreció a Dios el producto de su propio esfuerzo y fuerza como su ofrenda, mientras que la ofrenda de Abel fue un cordero degollado de acuerdo a la Ley de expiación de Dios. ¿Cuál aceptó Dios? Estas dos ofrendas fueron de los eventos principales del Antiguo Testamento que mostraron el contraste entre las ofrendas de fe y las ofrendas del pensamiento humano. Dios aceptó la ofrenda de Abel. La Biblia nos dice que Dios no aceptó la ofrenda de Caín, el fruto de la tierra de su sudor y labor, sino en lugar de eso aceptó la ofrenda de Abel de grosura del primogénito de su rebaño.
«Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda» dice la Biblia. Dios recibió la ofrenda de Abel y su sacrificio en gozo. De esta Palabra, debemos ser capaces de leer lo que el corazón de Dios desea de nosotros.
¿Cómo nos aceptará Dios? Cada día nos quedamos tan cortos ante Él; ¿cómo podemos permanecer ante Dios? Solo existe un camino por el cual podemos ir a Dios, solo un camino que Dios ha puesto para nosotros. No es ningún otro que a través de la “ofrenda” –no la ofrenda de nuestras “obras,” sino la ofrenda de nuestra “fe.” Esto es lo que Dios acepta.
¿Cuál fue la fe que Adán y Eva pasaron a sus hijos? Esta fue la fe de las “túnicas de piel.” Puesto de otra manera, fue la fe que creyó en la expiación a través de la ofrenda sacrificial. Hoy, esta es la fe en el evangelio del agua y la sangre de Jesús: “Yo creo que todos mis pecados fueron quitados por el bautismo y la sangre de Jesús, y que Él fue juzgado en mi lugar. Yo doy esta fe como mi ofrenda. Yo creo que el Señor quitó todos mis pecados cuando Él fue bautizado. Yo creo que todos mis pecados fueron pasados a Jesús. Como Dios prometió en el Antiguo Testamento, Jesucristo me limpió convirtiéndose en el cordero sacrificial y muriendo por mí. Yo creo en esta salvación.”
Cuando estamos ante Dios, creyendo que el Señor así nos ha salvado, Dios acepta la ofrenda de esta fe y nos envuelve. ¿Por qué? Porque solo por Su “ofrenda sacrificial,” y solo por eso, podemos ser limpiados y justificados ante Dios.
Dios nos aceptó porque le dimos la ofrenda de nuestra fe que cree en Jesús como nuestro salvador. En otras palabras, cuando Dios aceptó el sacrificio de Jesús, Él también nos aceptó en Cristo. La razón es que todos nuestros pecados fueron pasados sobre la ofrenda. Debido a que el juicio por nuestros pecados fue pasado a esta ofrenda, nosotros hemos sido limpiados. Esta es la justicia de Dios y Su misericordia. También esto es el amor de Dios y Su perfecta salvación.
 

Nosotros, También, Ofrecemos la Fe de Abel
 
La Biblia nos dice que Dios aceptó la ofrenda de Abel con gozo. Entonces, ¿cuál es la ofrenda de fe que Dios aceptaría de nosotros? Cuando creemos en nuestro corazón que Jesús es nuestro Salvador, y que Él se hizo cargo de todos nuestros pecados y fue juzgado por nosotros, y cuando damos esta fe a Dios, Dios nos acepta por la ofrenda de esta fe. Sin importar cuan limitadas han sido nuestras obras, debido a que todos nuestros pecados fueron pasados sobre Jesús, y debido a que Jesús fue juzgado en lugar nuestro, Dios el Padre encontró nuestros pecados en Su Hijo, no en nosotros. Así Dios pasó todos nuestros pecados a Su Hijo, lo juzgó en lugar nuestro, lo levantó de los muertos en tres días, y lo ha sentado a Él a Su diestra.
Dios ha salvado a todos aquellos que creen en esto. Él ha aceptado nuestra ofrenda de fe. Sin Jesucristo, nunca podremos estar de pie ante Dios. Pero debido a que Jesús se convirtió en nuestro salvador garantizado, podemos ir a Dios con la ofrenda de esta fe, y debido a esta ofrenda, Dios nos puede aceptar. ¿Está nuestra fe en esta verdad absoluta? ¡Claro que sí!
Ahora estamos realmente sin pecado. Debido a que nuestros pecados fueron pasados sobre Jesús, Dios nos vistió, quienes hemos sido limpiados, en vestiduras blancas. Él nos justificó. Como nuestro Señor prometió: «El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida», Él confesará nuestros nombres ante Sus ángeles.
En la Iglesia de Dios en Sardis, existían unos cuantos que caminaban con el Señor en blanco. Estos no eran otros más que los siervos de Dios, Sus hijos y santos.
Dios aceptó la ofrenda de Abel. Y Él también aceptó a Abel. Pero Dios no acepta ofrendas si no son completas. Así Dios no aceptó a Caín y a su ofrenda. ¿Por qué Dios no aceptó a Caín y a su ofrenda? Él no los aceptó debido a que la ofrenda de Caín no era la ofrenda de vida preparada con la sangre expiatoria. La Biblia nos dice que Caín dio, como su ofrenda, los frutos de la tierra, el producto de su propio esfuerzo. Simplemente puesto, él ofreció su cosecha. Estos pudieron haber sido melones, maíz o papas, o lo que fuera, sin duda todo limpio y bien preparado. Pero Dios no aceptó esta clase de ofrenda.
Esta ofrenda de Caín tiene un significado importante que los Cristianos de hoy deben todos entender para ser salvos. Pero pocos realmente conocen el corazón de Dios en el mundo de hoy, ya que muchos de ellos no tienen idea, ni siquiera en sus sueños, de que en realidad ellos están dando la ofrenda de Caín a Dios.
Cuando uno está delante de Dios, él/ella primero deben reconocerse a uno mismo como alguien destinado a muerte y al infierno debido a sus pecados. ¿Reconoces esto ante Dios, que estás condenado y destinado al infierno debido a tus pecados? Si tú no reconoces esto, entonces no existe necesidad de que creas en Jesús, ya que Jesús es el Salvador de los pecadores. El Señor nos dijo, “Aquellos que están bien no necesitan un doctor, sino aquellos que están enfermos.” Nuestro Señor es necesitado por las almas que están sufriendo bajo el yugo del pecado, no por aquellos que no se dan cuenta de sus propios pecados y que afirman estar sin mancha cuando todavía les falta nacer de nuevo.
Fundamentalmente todos son pecadores. Por lo tanto Dios tiene que juzgar a la humanidad, y la humanidad está destinada a encarar este juicio de la ira de Dios. Pero para evitar que fuéramos a este infierno de destrucción, el Señor quitó todos nuestros pecados con Su bautismo en el Río Jordán y recibió el juicio de Dios en lugar nuestro. Debido a esto, el Señor pudo salvarnos totalmente ante Dios. Por lo tanto, solo aquellos que realmente cometan pecado ante Dios y se reconozcan como pecadores necesitan creer en Dios, y solo para estos Dios se ha convertido en el Salvador.
 

La Fe que nos Cubre con los Vestidos Blancos de la Salvación
 
Como nos dice la Biblia «Porque la vida de la carne está en la sangre» la vida de un hombre también está en su sangre. Debido a nuestros pecados, seguramente moriremos. Entonces, ¿por qué Jesús murió en la Cruz? Él murió en la Cruz debido a que Él tomó nuestros pecados sobre Sí Mismo, y, debido a que la paga del pecado es la muerte, Jesús derramó Su sangre de vida para dar la paga y morir en lugar nuestro. Para dar testimonio de esta verdad, Él fue crucificado, dio Su sangre y murió sobre la Cruz en lugar de nosotros.
Como la Biblia nos dice: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados», Jesús realmente murió por nuestros pecados y transgresiones. Su muerte, por lo tanto, es nuestra muerte, y Su resurrección es nuestra resurrección. ¿Crees esto?
Jesús vino a esta tierra para salvarnos y fue bautizado para hacer que nuestros pecados desaparecieran. Jesús también fue crucificado. La gente lo despreció, robándole Sus ropas, escupiéndole y golpeando Su cara. ¿Por qué Jesús, quien es Dios, encaró esta humillación de ser golpeado y escupido? Nuestro Señor fue despreciado debido a nuestros pecados.
Por lo tanto, la muerte y la resurrección del Señor son la muerte y la resurrección de cada uno de nosotros. Ningún líder religioso del mundo se hizo cargo de nuestros pecados. Ni Mohamed, ni Buda, ni nadie más en este mundo dio su vida por nuestros pecados.
Pero Jesucristo, Hijo de Dios, vino a esta tierra y tomó nuestros pecados con Su bautismo en el Río Jordán y nos limpió. Y para liberarnos de nuestra muerte, juicio, destrucción y maldición, Él dio Su propia vida.
Por lo tanto, como la Biblia nos dice: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» nuestra fe debe estar revestida con los vestidos de la justicia, expiación para nuestros pecados, creyendo en el bautismo de Jesús que quitó todos nuestros pecados de nosotros. Esta fe en el bautismo de Jesús por lo tanto incluye fe en nuestra muerte y resurrección.
Dios nos ha hecho Sus hijos viendo esta fe de nosotros que cree en Su Hijo. Este es el recibimiento. Dios nos recibe viendo la ofrenda de nuestra fe que traemos ante Él. Él no nos recibe viendo nuestras obras, pero Él nos recibe como Sus hijos mirando nuestra fe en el Hijo de Dios como Salvador de todo, quien llevo nuestros pecados, fue juzgado en lugar nuestro, y se levantó de entre los muertos.
Esto, mis amados hermanos y hermanas, es la verdadera fe. Somos salvos no por nuestras propias obras, sino somos revestidos con vestiduras blancas por las obras de Jesucristo. Las obras de ningún hombre pueden ser 100% limpias. Para que nuestros corazones están sin mancha, debemos dejar nuestro esfuerzo vano, y en vez de eso solo creer en el Señor como nuestro Salvador. Creyendo esto y solo esto podemos ser revestidos con vestiduras blancas.
Entonces nuestros nombres estarán escritos en el Libro de la Vida, y seremos aprobados por Dios ante los ángeles. Jesús mismo nos reconocerá como los hijos de Dios, diciendo, “Yo te he salvado; tú eres justo debido a que Yo hice desaparecer todos tus pecados.” Este es el significado exacto del pasaje principal del Apocalipsis que hemos estado discutiendo hasta ahora. Nosotros podemos ser expiados solo cuando venimos a la Iglesia de Dios, y la expiación solo es encontrada en Su iglesia.
Dios el Padre nos ha recibido mirando nuestra fe en Su Hijo. Aunque en nuestras iniquidades y limitaciones no podemos más que desviarnos diariamente y constantemente caer en nuestras debilidades, Dios miró nuestra fe en Su Hijo, y debido a esta fe Él nos ha recibido como Él ha recibido a Su propio Hijo. Nuestro Señor nos ha salvado.
Y Él nos ha revestido con vestiduras blancas. La fe en la limpieza de nuestros corazones es la evidencia de nuestro revestimiento en vestiduras blancas. El Señor nos ha prometido que cuando estemos ante Él primeramente con nuestros corazones revestidos con vestiduras blancas, Él convertirá nuestra carne en cuerpos gloriosos.
En este mundo se encuentran las iglesias de Dios en donde pueden ser encontrados los justos y los siervos de Dios. Existen aquellos que están revestidos en vestiduras blancas en estas iglesias, y Dios obra a través de Sus iglesias y de Sus siervos.
Volvamos a Apocalipsis 3:5 de nuevo: «El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles».
La pre-condición que Dios nos da en el pasaje anterior es que Él revestirá con vestiduras blancas solo a “aquel que venza.” Debemos vencer. Pero aquellos que, aunque creen en Jesús, también creen que sus pecados diarios deben ser perdonados por sus confesiones diarias no son los que vencen a Satanás en su lucha contra él, sino los que fueron derrotados. La gente con tal fe nunca podrá ser revestida con vestiduras blancas. Nunca podrán convertirse en justos.
Solo aquellos que vencen creen en la perfecta obra de salvación del Señor. El Señor ya te ha dado la fe que puede vencer a tales falsas doctrinas, como las doctrinas de santificación o justificación. Dios también nos ha salvado con Su verdadero evangelio, el evangelio del bautismo y de la sangre, para que podamos pelear y vencer los falsos evangelios que nos traen la perfecta salvación y nos liberan de Satanás.
Nosotros solo podemos pasar nuestros pecados en fe, concretamente reconociendo en nuestro corazón que todos nuestros pecados han sido de hecho pasados a Jesús. Y debemos creer que morimos cuando Jesús murió y que Su muerte fue vicaria en nuestro lugar. También debemos creer que Jesús se levantó de entre los muertos para permitirnos vivir de nuevo. Cuando tenemos esta fe concreta en la verdad, Dios, viendo nuestra fe, nos aprueba como justos.
Esto, puesto de otra manera, es el significado de la palabra: «Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios» (Juan 1:12). La gente no se vuelve hijo de Dios solo por confesar con su boca, “Yo creo en Jesús,” cuando de hecho ni siquiera tienen ningún conocimiento correcto de Jesús para nada.
La Palabra de Dios continúa: «los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios». Es verdad. Convertirse en hijo de Dios solo es posible por fe. Por esto, debemos por lo tanto pelear en contra y vencer a los mentirosos. Aquellos que han recibido la remisión del pecado por que así vencieron a los mentirosos, deben caminar con Dios también venciendo los deseos de la carne. En otras palabras, deben vivir por la voluntad de Dios.
Entonces, ¿cual es la voluntad de Dios? La voluntad de Dios es para aquellos que han sido revestidos con vestiduras blancas que se unan y sirvan al evangelio. Su voluntad es para los justos, que vivan aparte, que se reúnan a adorar, a servir y alabar a Dios, y que esparzan el evangelio a los pecadores para que ellos también puedan ser revestidos con vestiduras blancas. Esta vida de trabajo por la salvación de las almas es la vida de la gente de Dios, la vida de Sus siervos.
Cuando vivimos tal vida, Dios no solo nos viste con Su “justicia,” sino que también Él nos da todas las bendiciones de ambos, la prosperidad en esta tierra y las bendiciones espirituales del Cielo. Al hacernos predicar el evangelio a aquellos a nuestro alrededor, Él también los reviste en vestiduras blancas. Dios ha revestido a todos los justos y a los que están a su alrededor de blanco. Dios nos ha permitido vencer en nuestra lucha en contra de la mentira, creyendo en la Palabra de verdad. Y Él ha dado la bendición de ser revestido con vestiduras blancas a los justos quienes así vencen en esta lucha espiritual. ¡Alabado sea el Señor!
 
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