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Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-58] Dios bendice a los que no son dignos de amor en un sentido físico (Génesis 29, 31-35)

(Génesis 29, 31-35)
«Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril. Y Concibió Lea, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Rubén, porque dijo: Ha mirado Jehová mi aflicción; ahora, por tanto, me amará mi marido. Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Por cuanto oyó Jehová que yo era menospreciada, me ha dado también éste. Y llamó su nombre Simeón. Y concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos; por tanto, llamó su nombre Leví. Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y dijo: Esta vez alabaré a Jehová; por esto llamó su nombre Judá; y dejó de dar a luz».
 
 
Lea no fue amada
 
Esta tarde voy a hablar de la vida como discípulo de Dios. Acabamos de leer el pasaje de Génesis 29, 31-35. Esto es lo que dicen las Escrituras: «Y vio Jehová que Lea era menospreciada, y le dio hijos; pero Raquel era estéril». Dios permitió que Lea tuviera cuatro hijos con Jacob. Llamó a su primer hijo Rubén, al segundo Simeón, al tercero Leví y al cuarto Judá. Está escrito que Lea fue reconocida y amada por su marido después de darle cuatro hijos. ¿Qué significa esto? Esto significa que, cuando Dios vio que no estaba siendo favorecida, le abrió el vientre para que pudiera ser amada por su marido.
La frase “no fue amada” significa que no era digna de amor. No era atractiva y su marido no la amaba. Por otro lado, ¿cómo era la segunda mujer de Jacob, Lea? Era atractiva para Jacob y por eso la amó. Como saben, tanto Lea como Raquel eran hermanas biológicas y ambas eran mujeres de Jacob. Lea no tenía nada atractivo en sentido físico. Pero Dios vio que no era amada y le abrió el vientre, pero no le dio hijos a Raquel.
Es cierto. Raquel era muy amada por su marido en un sentido físico, pero Lea no fue amada por su marido. Pero Dios abrió el vientre de Lea y le permitió tener a Rubén, Simeón, Leví y Judá. El nombre del primogénito Rubén significa “he aquí un hijo” en hebreo. Este nombre representa lo feliz que era cuando tuvo un hijo. Cuando dio a luz a su segundo hijo, dijo: «Ha mirado Jehová mi aflicción» y llamó a su hijo Simeón, que significa “me ha escuchado”; cuando tuvo a su tercer hijo dijo: «Ahora esta vez se unirá mi marido conmigo, porque le he dado a luz tres hijos», y llamó a su hijo Leví, que significa unirse; cuando tuvo a su cuarto hijo, alabó a Dios y lo llamó Judá, que significa “celebrado o alabado”. Como han visto aquí, todos los nombres de sus hijos tienen significados especiales.
Sé que Dios está enseñándonos una lección valiosa a través de esta historia de Lea y Raquel. Aprendemos que cuanto menos atractivos seamos físicamente, más bendiciones espirituales recibiremos de Dios. Y cuanto más admirables y atractivos seamos en este mundo, menos bendiciones espirituales recibiremos de Dios. Esta lección es esencial en nuestro camino de discípulos cuando queremos seguir al Señor. Esto nos dice lo que debemos hacer para convertirnos en verdaderos discípulos y lo qué es ser un verdadero discípulo. Esto demuestra todos estos aspectos.
 
 
Quien quiera ser un discípulo de Jesucristo debe dejar de ser atractivo de manera humana
 
En el culto de esta mañana he dado un sermón titulado “No podemos seguir a Dios si no abandonamos nuestras posesiones”. Nuestro Señor dijo: “Si queréis seguirme, debéis dejar vuestras relaciones pasadas con la gente, abandonar vuestras posesiones y tomad vuestra cruz y seguidme. Solo cuando hagáis esto correctamente, podréis seguirme”. ¿Qué significa esto? Esto significa que debemos abandonar nuestra belleza humana para convertirnos en verdaderos discípulos de Jesucristo. No estoy diciendo que deban destruir cualquier aspecto valioso que tengan; pero deben descartar el deseo de ser reconocidos y alabados por la gente y poner su esperanza solo en Dios. Dios dijo que solo estas personas podrán tener muchos hijos espirituales. Dios dijo que los que buscan las comodidades y recompensas y la comunión con Él y le alaban se convierten en Sus discípulos valiosos. Este es uno de los puntos principales del pasaje de las Escrituras de hoy.
Jesucristo dijo una vez: «¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían sus padres con los falsos profetas» (Lucas 6, 26). No debemos tener el deseo de ser alabados por los demás. Miren a Lea en el pasaje de hoy. La Biblia dice que Dios abrió el vientre de Lea cuando vio que no era amada. Era una mujer no amada. Esto se debe a que no tenía nada atractivo o digno de amor en ella. Pero, a pesar de esto, Lea confió en Dios, en quien su marido confiaba y le dio muchos hijos. ¿Y su hermana Raquel? Era la mujer amada, pero no podía tener hijos.
 
 
La Lea que no era amada tuvo muchos hijos
 
Esta Lea despreciada tuvo muchos hijos sanos. El nombre de su primer hijo, Rubén, significa “he aquí un hijo”. La madre del Pastor Jaedong Park tuvo 6 hijas antes de tenerle a él. Me dijeron que ella gritó: “¡Mirad, de verdad es un niño!”. De la misma manera en que la madre del Pastor Jaedong Park exclamó: “¡Mirad, de verdad es mi hijo!” justo después de dar a luz, Lea exclamó: “¡He aquí un hijo!”. ¿Cómo de feliz estaría Jacob de tener un hijo, y además un varón como su primogénito?
El pueblo de Israel prefiere a los niños. Está mal elevar el estado de un niño por encima del de una niña. Pero la verdad es así. De todas formas, dar a luz a un hijo primogénito en un contexto cultural así, hizo muy feliz a Jacob. ¿Qué significa esto? Significa que los que abandonan su estatus de ser personas respetadas y ponen sus esperanzas en Dios pueden tener muchos hijos espirituales como Lea. Esas personas tienen algo de lo que alardear ante la gente infértil espiritualmente como Raquel, diciendo: “¿Tenéis hijos que cuidar?”.
¿Cuál es el aspecto más problemático para los santos al seguir Su justicia? Nuestro deseo es ser favorecidos y reconocidos por otros. Dios dijo que deberíamos descartar estos deseos. Sí. Cuando los justos nacidos de nuevo no ponen su esperanza en Dios, sino en este mundo, no producirán hijos espirituales. Tampoco serán amados por Dios. Los que son amados y alabados por la gente no tienen hijos espirituales. Hay un dicho que dice: “Las mujeres bellas no tienen suerte”. En otras palabras: “La belleza y la suerte no van juntas”. Entonces, ¿es una maldición nacer con belleza? Lo que estoy intentando decir aquí es que los que no buscan la belleza y ser reconocidos por los demás y ponen su corazón ante Dios tendrán muchos hijos espirituales y vivirán una vida llena de frutos como verdaderos discípulos del Señor.
Raquel era bella y apreciada ante la gente, pero no tuvo hijos, mientras que Lea tuvo cuatro hijos. Solo puede haber una razón para explicar la futilidad de Lea. La Biblia dice que, como no era una mujer amada, no era atractiva en un sentido físico.
 
 

Los discípulos del Señor no deberían esperar amor humano

 
Hemos recibido la remisión de los pecados y hemos nacido de nuevo, pero ¿qué deseamos en nuestros corazones? ¿No queremos tener algo digno de adoración y alabanza ante otros? La mayoría de las personas desea tener estas ventajas de la carne. Estamos viviendo en tiempos de individualidad y de instinto de conservación y la gente hace todo tipo de cosas para ser atractiva. Incluso los que hemos nacido de nuevo al recibir la remisión de los pecados desean estas cosas. En otras palabras, quieren ser reconocidos y amados por otras personas. Hoy en día, la mayoría de las personas son discípulos de las celebridades. Si las celebridades llevan un vestido a la moda, se veden como churros; si las celebridades llevan jeans rotos y desteñidos, la gente también los compra. Esto se hace porque la gente quiere ser admirada por los demás.
Tengan esto en cuenta. Si quieren ser discípulos del Señor, deben dejar de buscar la excelencia humana. De hecho, ¿de qué tenemos que alardear? Sinceramente, no hay nada de lo que alardear. Sin embargo, no es fácil admitir estos hechos porque somos seres insuficientes. Como no tenemos nada de lo que alardear, queremos tener cosas buenas en nosotros. Deseamos ser atractivos y amados por los demás. Estos deseos internos nos hacen preguntarnos si hemos nacido con estos genes problemáticos.
¿Acaso esto no es lo mismo que lo que hemos leído en el pasaje de las Escrituras de hoy? Como Lea no recibió ningún favor desde una perspectiva humana, pudo temer a Dios y unirse a Él. Como la gente no la amaba, pudo ir ante Dios fácilmente y alabarle como una mujer de fe y pudo ser un alma amada por Dios. Dios verificó esto en Su Palabra. Dios nos está diciendo a través de esto lo que debemos hacer para convertirnos en discípulos de Jesucristo. Los que son alabados y reconocidos por otros no reciben amor de Jesucristo, pero los que no reciben alabanza de la gente y ponen sus esperanzas en Dios reciben favores de Jesucristo. Esto es cierto. Si quieren ser discípulos amados de Jesucristo, deberían deshacerse de estos deseos de ser reconocidos por la gente de este mundo. Solo cuando tenemos expectativas del Señor y hacemos la obra espiritual podemos dar a luz a hijos espirituales. Para convertirnos en discípulos de Jesucristo, debemos vivir una vida que Dios reconoce. Debemos convertirnos en personas que se unen con el Señor y amarle. Debemos convertirnos en la gente de fe que alaba a Dios de todo corazón. Deberíamos ser personas que son reconocidas y bendecidas por Dios y no las personas.
 
 
Jesús no recibió el favor de la gente tampoco
 
Cuando intentamos convertirnos en discípulos de Jesucristo, deberíamos abandonar nuestra justicia. Este es el primer paso para ser discípulos. Miren a nuestro Señor. Cuando el Señor vino a este mundo, no tenía nada atractivo que le hiciera deseable. En el libro de Isaías 53, la apariencia de Jesús se describe así:
«Subirá cual renuevo delante de él,
y como raíz de tierra seca;
no hay parecer en él, ni hermosura;
le veremos,
mas sin atractivo para que le deseemos» (Isaías 53, 2).
Si Jesús hubiese nacido con una figura atractiva que la gente pudiese admirar, no habría sido bautizado o crucificado. La probabilidad de que lo hubiesen rescatado de la Cruz habría sido muy alta. Una multitud de personas que habría admirado a Jesús se habría opuesto completamente a la crucifixión de Jesucristo diciendo: “No debemos matarlo”. Pero Jesús no vino a este mundo con una apariencia atractiva. Por eso solo unas pocas personas le siguieron. Fue admirado por las pocas personas que sabían que Jesús era el Hijo de Dios y el Salvador de toda la gente, pero fue odiado y despreciado por el resto. Jesús fue así. Por tanto, muchas personas que no creyeron pasaron por alto Su crucifixión en el momento en que Jesús fue crucificado. La Biblia también verifica esto en Isaías 53, 8:
«Por cárcel y por juicio fue quitado;
y su generación, ¿quién la contará?
Porque fue cortado de la tierra de los vivientes,
y por la rebelión de mi pueblo fue herido».
Esto es correcto. Deberíamos carecer de todo lo que la gente considera atractivo. No quiero decir que deberíamos librarnos de nuestros aspectos atractivos a propósito, sino que debemos seguir al Señor y dejar todo lo que nos hace estar orgullosos, por ejemplo nuestra propia justicia, nuestra amabilidad y otras cosas propias. En otras palabras, las cosas dependen de si Dios debería ser separado de nosotros. Para convertirnos en discípulos amados de Jesucristo, debemos hacer esto sin falta.
 
 

¿Cuál es el problema más difícil cuando seguimos la justicia del Señor?

 
Los seres humanos tenemos dentro una justicia y un amor propios, y estas cosas son los obstáculos más graves para nosotros cuando seguimos al Señor. Como la gente no tiene nada que les haga amables, quieren ser amados por otros. Se contentan con el amor humano y no pueden seguir al Señor. Queridos hermanos santos, ¿aman al Señor? ¿Quieren obedecer al Señor? Aunque digan que sí, a veces no siguen al Señor. Habrá momentos en los que será difícil obedecerle o seguir al Señor bien. Y habrá momentos en que no podrán abandonar su amor propio. Por tanto, recuerden que no pueden seguir al Señor cuando estén aferrándose a sus favores con los que están contentos.
Si de verdad queremos convertirnos en Sus discípulos, debemos saber ahora que deberíamos descartar estos deseos hasta que Jesús sea lo único que nos quede dentro. Si saben cuál es la respuesta ahora, es el momento de ponerlo en práctica. Así que, si quieren seguir al Señor de todo corazón, dejen sus virtudes humanas. Si tienen cualquier otra cosa para alardear a parte del Señor, deben abandonarlo también.
Debemos examinarnos ante Dios. Nuestro Señor es Dios y el Creador Todopoderoso. Nos permitió nacer en este mundo y vino a este mundo para salvarnos de todos nuestros pecados. Jesús es el Dios eterno para nosotros, porque fue bautizado para cargar con todos los pecados del mundo, los llevó a la Cruz, se levantó de entre los muertos y ahora está sentado a la derecha de Dios Padre. Esto es correcto. Nos ha salvado de todos los pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Este Dios Todopoderoso y Grande nos habla hoy diciendo: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20, 3).
Solo piensen en esto. Al seguir la justicia del Señor no tenemos nada más valioso que Su amor por nosotros. ¿Es cierto? Cuando comparamos las cosas dignas de ser amadas en este mundo y el amor del Señor por nosotros, ¿cuáles son más valiosas? ¿Qué amor mueve nuestros corazones y nos satisface? ¿Cuál nos da bendiciones y captura nuestros corazones? Debemos pensar en estas cosas. Y debemos tener en cuenta esto.
Como el Señor nos salvó de nuestros pecados para siempre a través del agua y la sangre, fuimos salvados completamente al creer en este Evangelio. Como fuimos salvados por la justicia del Señor, es correcto temer al Señor y seguirle a Él solamente. Como personas de Dios que han nacido de nuevo, tememos, amamos y admiramos a Dios. Creemos que Sus Palabras son ciertas, y por esta fe pura le seguimos, alabamos, nos unimos a Él, le oramos y le damos gracias teniendo muchos hijos espirituales.
Sin embargo, hay una cosa que debemos recordar. Cuando seguimos al Señor, debemos preguntarnos si el amor de salvación es valioso para nosotros. Queridos hermanos, ¿qué debemos hacer para convertirnos en verdaderos discípulos del Señor? Debemos temer y admirar a Dios, pero no debemos convertirnos en personas importantes a los ojos de la gente. La gente de este mundo puede ignorarles diciendo: “Esta persona parece buena desde una perspectiva humana, pero actúa como un extraterrestre. Tiene la mente muy estrecha y su conocimiento de las cosas del mundo es limitado porque solo sabe acerca de Jesucristo. No es uno de nosotros. Su carácter es normal, pero es difícil entender por qué actúa de manera tan estúpida e irracional. Le queremos mucho, pero él no nos quiere. Es raro. Si nos escucha y se mezcla con nosotros, le haremos contable de nuestro grupo en casa. Parece que no le gusta esta posición importante. Debe estar mal de la cabeza. Puede que esté poseído por el diablo llamado Jesús. En nombre de Jesús, va con su Biblia temprano a la iglesia más de diez veces a la semana. No tiene interés en cosas de la comunidad. Es demasiado bueno para ser ignorarlo, pero no podemos contar con él. Debemos dejarle en paz”. Como está descrito aquí, debemos convertirnos en personas que no pueden ser reconocidas por la gente del mundo.
 
 

Los que temen a Dios pueden dar descendencia espiritual

 
El pasaje de las Escrituras de hoy dice que, como Lea no era digna de amor, pudo tener hijos gracias a Dios y presentarse ante Dios gracias a su marido, a su pueblo y a Dios. Por eso pudo vivir una vida orgullosa. Y alabó a Dios el resto de su vida. ¿Quién dio a luz a Judá? Lea. Judá es el fundador de la tribu de Israel. A través de la tribu de Judá, nacieron numerosos reyes israelitas. Los catorce reyes desde el Rey David hasta la cautividad en Babilonia nacieron a través de Judá (Mateo 1, 17). Incluso Leví, el antecesor de todos los sacerdotes, era del mismo linaje. Esto es cierto. Solo a través de los que creen en el amor de Dios y la salvación le dan gracias y le temen, y los hijos espirituales de Dios vienen de esta gente. Los hijos espirituales serán multiplicados por 30, 60, 100, 1000, 10.000 e incluso mil millones de veces.
Pero, ¿qué hay de esos cristianos que son reconocidos en este mundo? No nacerán hijos espirituales de ellos. ¿Quieren tener hijos espirituales y convertirse en personas de fe? Entonces, amen al Señor. Sigan al Señor. Pongan su corazón ante Dios y síganle con convicción. Pregúntense dónde deberían poner su corazón y pónganse en la parte derecha. Entonces, se convertirán en verdaderos discípulos del Señor.
Lean el pasaje de las Escrituras de hoy. Lea dio a luz a cuatro hijos mientras que Raquel no pudo tener ni uno. Por supuesto, al final Raquel tuvo hijos, pero solo Lea pudo ser reconocida como discípulo de Jesucristo. ¿Quiénes somos ante Dios? ¿Acaso no somos todos las esposas de Jesucristo? Jacob tenía dos mujeres, de la misma manera en que Abraham tenía varias mujeres. Y todas representan a las esposas de Jesucristo.
Si queremos seguir al Señor de todo corazón después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos convertirnos en personas como Lea. Debemos amar al Señor con nuestras acciones y no solo con nuestros labios. Aunque la gente de este mundo no nos reconozca, debemos poner nuestros corazones en Dios para que podamos ser los santos que sigan sinceramente al Señor, le aprecien, adoren y teman por la salvación de Jesucristo de todo corazón. Así es como podemos dar muchos frutos espirituales ante Dios. Quien tema a Dios conociendo que no tiene nada atractivo personalmente puede convertirse en un discípulo que construye el Reino de Dios. Por tanto, para seguir al Señor, primero debemos descartar nuestra justicia propia o cualquier cosa buena ante la gente. Debemos hacerlo. Pueden pensar que es mejor y más sabio para ustedes tener cosas dignas de aprecio ante la gente después de recibir la remisión de los pecados. Pero esto no es lo que nos dijo Dios. Cuando miramos a los verdaderos discípulos del Señor, vemos que lo entregaron todo y siguieron al Señor.
Queridos hermanos, piensen en ustedes mismos. Solían tener cosas de las que alardear, pero ¿qué les pasó cuando las abandonaron después de recibir la remisión de los pecados? ¿No han empezado a amar al Señor más y más profundamente? Sé que han experimentado esto. ¿No aman al Señor más ahora? Si tienen más amor por el Señor que cuando fueron salvados por primera vez, esto significa que han dejado atrás muchas de las cosas que les hacían dignas de ser amados.
Sin embargo, si no pueden seguir al Señor o amarle de todo corazón, ¿qué significa esto? Si todavía tienen una fe paralizada, demuestra que todavía se están aferrando a las cosas que son atractivas para la gente. Tengan esto en cuenta. Si no son amados por el Señor, si no pueden tener hijos espirituales, o si no son amados por sus maridos espirituales, está claro que todavía se están aferrando a estos favores humanos.
 
 

A Dios le gusta esta gente espiritual

 
No importa si no tenemos nada atractivo personalmente o habilidades especiales. Somos buenos siempre y cuando nuestros corazones estén puestos en Dios y nos regocijemos en Él. Los que dan gloria a Dios y le alaban en el amor de Dios; los que oran por todos los problemas y reciben respuestas de Él; los que no pueden vivir sin el Señor Dios; y los que se sienten contentos en el mundo de Dios y disfrutan todo lo que les permite, estos santos son los verdaderos seguidores de Jesucristo.
La gente que no sigue a Jesús puede vivir bien sin Él. Cuidan de su fama, sus posesiones, habilidades y todo de lo que pueden alardear. Pero, ¿qué les pasa al final? Pueden ser reconocidos por la gente de este mundo, pero no serán reconocidos por Dios. Por esta razón debemos abandonar nuestros atractivos personales y seguir al Señor por la fe que cree en la Palabra de Dios y Su amor en Su mundo y al confiar y temer a Jesucristo. Debemos buscar al Señor de esta manera. Entonces podemos prosperar. Este es el amor eterno de nuestro Señor.
De hecho, la salvación de nuestro Señor es muy valiosa y grande. El Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados. Vino a este mundo, fue bautizado, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos de nuevo y nos adoptó como Hijos Suyos. Gracias a lo que ha hecho, podemos convertirnos en esposas valiosas de Jesucristo aunque no tengamos nada de lo que alardear desde un punto de vista mundano. Los discípulos del Señor son los que le siguen con esta fe. ¿Me entienden?
Seguir al Señor a ciegas no les hará discípulos Suyos. Lo primero que debemos hacer para convertirnos en Sus discípulos es dejar lo que es digno de ser amado a los ojos de la gente de este mundo. Entonces debemos buscar al Señor. Esta es la única manera de ser amados por nuestro esposo Jesucristo. Pero, ¿cómo estamos siguiendo al Señor? ¿Acaso no estamos siguiéndole a ciegas de alguna manera? La gente que cree que la sinceridad remueve el cielo, está intentando seguir al Señor con sus propios atractivos. ¿Cómo reaccionaría el Señor a esta gente? El Señor se iría corriendo diciendo: “¡Apartaos de Mí! ¡No Me sigáis!”. Entonces pueden decir: “¿Por qué me odias cuando te estoy siguiendo de todo corazón? ¿Tienes favoritismo? Amar a algunas personas y odiar a otras es favoritismo”. Si juzgan al Señor mostrando su temperamento, Jesús dice: “¿Por qué estás enojado cuando tienes tantas cosas por las que ser apreciado?”. De hecho, este tipo de personas que tienen muchos atractivos no sigue al Señor. El amor por el Señor se convierte en una memoria distante cuando somos amados por la gente de este mundo.
 
 

“Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en Él”

 
Queridos hermanos santos, miren alrededor suyo en este mundo. ¿Cómo va? ¿Hay pastores famosos y predicadores que no están siendo reconocidos y alabados por la gente de este mundo? Pero, ¿cómo respondieron? ¿De verdad hacen la obra justa de Dios? No, no la hacen y no pueden hacerla. ¿Dan frutos espirituales de la salvación que Jesucristo nos dio? No, no lo hacen. Hay una razón por la que no pueden dar frutos espirituales. La razón es que piensan que son mejores que los demás en la carne. Aparecen ante el público con una introducción decorada como Doctor o Reverendo. Los creyentes del mundo solo consideran sus carreras y no les importa si sus sermones están basados en verdades bíblicas. No les importaría si ese pastor dijese que la mujer de Isaac era Lea. No les importaría si ese pastor les dijese que Jesús tomó solo los pecados originales, pero no todos los pecados del mundo. No les importaría si ese pastor les dijese que Jesús no tomó todos nuestros pecados cuando fue bautizado. Los títulos que tienen, como Doctor en Filosofía o Doctor en Teología, les permiten tener la confianza firme de la gente. Incluso en esta situación extraña, algunos cristianos millonarios les piden en secreto a estos pastores que sean tutores de sus hijos en privado. Esto no tiene sentido. Es ridículo ver cómo alaban a sus pastores diciendo: “Pastor, eres el mejor”. Estos pastores acaban siendo sus empleados. La congregación tiene tantas ganas de darles de comer que se convierten en glotones. Por eso les llamo glotones.
Pero, ¿qué creen que enseñan estos pastores a sus seguidores que están tan fascinados? Estos pastores no pueden decirles qué hacer o cómo abandonar su propia justicia y orgullo para seguir al Señor. No pueden decirle a la gente que el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús cumplió al venir a este mundo, ser bautizado, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos para salvarnos para siempre es el verdadero Evangelio que Dios nos dio. Piensan que cualquier persona puede salvarnos siempre y cuando crea a ciegas en Jesús como su Salvador. No podrán tomar ningún riesgo de perder puntos entre su congregación al hacer estas cosas. La gente intenta mantener su popularidad. Se convierten en celebridades que intentan ser más atractivas cuidando de su vestuario y maquillaje para verse bien en la pantalla. Y todos estos pastores del mundo intentan hacer lo mismo.
 
 
Llenen sus corazones con los favores de Dios
 
Queridos hermanos, ¿no somos todos las esposas de Jesucristo? Pensando en el mensaje de hoy, deberían saber ahora que buscar el favor de las personas no es bueno. Esto es cierto. Como esposas de Jesucristo, no deberíamos intentar ganar el favor de la gente. ¿Significa esto que deberíamos eliminar todos nuestros atractivos? No. Cuando se llenan del amor de Jesucristo, la salvación y las cosas espirituales, todo su ser se convierte en una cosa amada. Puede parecer fácil esto, pero la realidad es muy dura. Pero vale la pena hacerlo. Podemos hacerlo.
Solemos pensar que no podemos vivir sin nuestros atractivos, pero podemos vivir sin ellos. La gente se cree que puede vivir sin sus propios favores, pero escuchen los testimonios de los seguidores fieles de Cristo. Dicen que cuando no tenían nada propio, podían comer mejor, vivir mejor y vivir una vida más feliz y siguieron al Señor aún más. ¿Es cierto?
Por el contrario, ¿cómo son los que están demasiado apegados a sus atractivos? Están muy cansados de cuidar de sí mismos. Cuanto más tienen, más trabajo y gastos necesitan emplear para administrar sus posesiones. Lo que pensaban que era suyo, no es suyo. Piensen en esto. Todo lo que hacen con sus posesiones es administrarlas hasta que mueren, pero no pueden llevarse nada consigo. Queridos hermanos, ¿estoy diciendo esto por ignorancia? No. Las cosas de este mundo parecen buenas, pero son todas temporales. Por eso el Apóstol Pablo dijo: «Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar» (1 Timoteo 6, 7).
Los cristianos vivimos mejor sin nuestras posesiones, porque solo entonces podemos confiar en el Señor. Al final estamos contentos y cantamos alabanzas porque Dios ha escuchado nuestras alabanzas. Hermanos y hermanas, ¿quieren convertirse en los verdaderos discípulos de Dios y tener muchos hijos espirituales? Para convertirnos en discípulos de Jesús, debemos convertirnos en Lea y no en Raquel. En otras palabras, no deberían tener nada de lo que alardear y deberían depender solo de Dios.
El Apóstol Pablo dijo: «El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba» (Santiago 1, 9-10). ¿Alguno de ustedes se siente defraudado porque no tiene mucho de lo que estar orgulloso? Espero que ninguno de ustedes se sienta así. Queridos hermanos santos, no tener nada de lo que alardear ante la gente es tener fuerzas espirituales que les permiten vivir por fe ante la presencia de Dios. Si no tienen nada de lo que alardear, deben estar agradecidos. Deben estar agradecidos por sus fallos. Miren a Zaqueo, quien fue salvado por el Señor. ¿Creen que Zaqueo sería amado por las mujeres de hoy en día? No, no lo sería. Las mujeres pueden soportar a los hombres feos, pero no a los bajos, ¿no es así? Zaqueo era tan bajo que tuvo que subir a un árbol para ver a Jesús. Aunque Zaqueo no era admirado por la gente, era muy amado por Dios.
Queridos hermanos, no se preocupen por sus discapacidades. En Cristo, sus discapacidades pueden cambiarse y convertirse en algo de lo que pueden estar orgullosos. Esto es muy gratificante. Como no hay nada en ustedes que la gente del mundo admire, no les molestarán, lo que es gratificante también. ¿Pueden imaginar que la gente de este mundo les amase tanto y les siguiese a todas partes? ¿Cómo de difícil sería librarse de estas personas?
 
 

El que ama al Señor Dios es la persona más bella

 
Queridos hermanos, den gracias a Dios. Si tienen algo de lo que alardear, deben sentirse avergonzados de ello. En realidad, la gente piensa que debería tener algo de lo que estar orgullosa para ser reconocida por otras personas. La gente piensa que debería tener habilidades o atractivos superiores para ser amado por otros. Pero, ¿quién es una mujer sabia? Una mujer que es amada por su marido y teme y sigue a Dios. Una persona así siempre es digna de amor y muy bella. Lo mismo es aplicable a los hombres. Un hombre bello también teme, ama y sigue a Dios. Es un hombre digno de ser amado.
Por tanto, no debemos estar preocupados con nuestros atractivos o apariencias físicas. Debemos mostrar nuestras personalidades verdaderas ante Dios. Debemos presentarnos ante Dios tal y como somos. Solo entonces podremos dejar de confiar en nuestras habilidades y podremos confiar en el Señor Dios.
Por cierto, los que reciben la remisión de los pecados no son personas corrientes. Aunque no tengan nada que admirar al principio, parecen tener algo especial cuando hablamos con ellos un poco más. La razón por la que los nacidos de nuevo son atractivos es que el Señor está en sus corazones. Cuando hablamos con los que aman y temen a Dios, nos sentimos cómodos y ganamos algo. Sean como sean físicamente, son atractivos. La gente que no puede evaluar bien mira las apariencias externas y comete graves errores. Los que quieren casarse con personas atractivas por su apariencia física suelen tener malos matrimonios. Cuando se arrepienten diciendo: “¿Cómo puedo ser una persona así?” es demasiado tarde.
Queridos hermanos, los que temen a Dios son los más dignos de ser amados. Deben buscar una esposa que sea amada por Dios aunque no sea amada por la gente. Si están casados, deben intentar ser personas atractivas para Dios y no la gente. Debemos ser personas así. Podemos convertirnos en personas dignas de ser amadas. Debemos convertirnos en gente que Dios ama. Tengan esto en cuenta: Seremos amados por el Señor como Sus discípulos cuando abandonemos nuestros atractivos humanos mientras vivimos como discípulos del Señor. Ser discípulos verdaderos es un compromiso absoluto con el Señor. El lema de nuestra Iglesia es “Un compromiso completo con el Señor”. Esto es cierto. Todos somos discípulos comprometidos. Nadie en esta Iglesia es un observador.
 
 

Somos discípulos del Señor

 
A través de la lectura de las Escrituras de hoy, debemos entender lo que es ser un discípulo del Señor. Entre las mujeres de Jacob, Raquel no era la hermosa, sino Lea. Desde un punto de vista mundano, Raquel era atractiva, mientras que Lea no lo era, pero desde una perspectiva bíblica es lo contrario. Lea era buena, pero Raquel no lo era a los ojos de Dios. Esto es lo que dice la Biblia.
¿Cómo van a establecer su sistema de valores y seguir al Señor? ¿Van a confiar y seguir lo que está escrito en la Biblia? ¿O van a seguir sus normas humanas y su sistema de valores? Quiero que descarten estos deseos de ser reconocidos por la gente. Entonces, se convertirán en verdaderos discípulos del Señor.
Hermanos y hermanas, somos sacerdotes leales. Como sacerdotes leales, debemos aprender el estilo de vida real. Los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu deben abandonar sus valores mundanos y convertirse en discípulos amados del Señor, que le siguen solo por fe. Después de convertirnos en Sus santos, debemos convertirnos en Sus discípulos. Esto es lo que el Señor nos pidió que hiciésemos. Dijo: “Recibid la remisión de los pecados que les he dado, y convertiros en Mis discípulos”. Debemos confiar en el Señor, seguirle y ser discípulos obedientes.
Hoy hemos hablado de lo que es convertirse en verdaderos discípulos del Señor Queridos hermanos, debemos convertirnos en verdaderos discípulos del Señor. ¿Me siguen? Debemos ser discípulos del Señor. No estén contentos con ser santos solo. Cuando reciben la remisión de los pecados, se convierten en santos. Si quieren convertirse en santos, deben ser verdaderos discípulos. Los que no son discípulos todavía son principiantes. Hermanos y hermanas, deben convertirse en discípulos rápidamente y guiar a los que no lo son. Hay una diferencia clara entre los verdaderos discípulos y los creyentes laicos.
Debemos ser discípulos del Señor. El Señor quiere que nos convirtamos en Sus discípulos. Quiere que vivamos como verdaderos discípulos. ¿Me entienden? Debemos vestirnos del amor del Señor. Espero que todos se conviertan en personas que se visten del amor del Señor descartando el amor de este mundo.