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Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 5] El sermón de la montaña (Mateo 5:1-16)

El sermón de la montaña(Mateo 5:1-16)
«Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos».
 

Hemos leído en el capítulo 5 de Mateo, versículos 1-7 que Jesús habló a Sus discípulos y a nosotros. Los cristianos han llamado a esta enseñanza “el sermón de la montaña”, ya que Jesús habló de estas cosas desde una montaña.
 


Bendición para los pobres de espíritu


En primer lugar, si miramos la Escritura desde el capítulo 5 de Mateo, versículo 3, Jesús dijo: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos». Lo que el Señor quiere decir con “bienaventurados los pobres de espíritu” es que el concedió el Cielo sólo a aquellos que son pobres de espíritu.
Su enseñanza que dice: «Bienaventurados los pobres en espíritu», es la Verdad. Es así. Los pobres de espíritu de los que Jesús habló no encuentran satisfacción en este mundo, y por tanto aceptan la salvación que el Señor les da. Si su espíritu estuviera satisfecho con las cosas materiales, sería imposible que aceptaran en su corazón la remisión del pecado que Él permitió a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso Él dice que si se es pobre de espíritu, el Reino los cielos puede ser suyo. Dios da el perdón de los pecados y el Reino de los cielos a ustedes, que son pobres de espíritu.
 


Bendición para los que lloran por el Evangelio del agua y el Espíritu


La segunda enseñanza de Jesús en Mateo 5:4 dice: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación». Esta es la enseñanza que Él nos dio cuando vio que los que creían en el Evangelio del agua y el Espíritu sufrían por los pecados cometidos ante Dios. El Señor dijo que los que llorasen ante Dios por causa de sus pecados, serían consolados por Dios. ¿Por qué es así? Es porque esta gente agoniza ante Dios por causa de sus pecados. Quien reconoce a Dios y cree que Él vive, no puede más que llorar por sus pecados. Dios consuela a esta gente al darle la salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
En realidad, aunque creamos en Jesús, a menudo cometemos errores ante Dios y cometemos pecados sin excepción. Sin embargo, el consuelo de Dios está ahí para los que sufren en su corazón por causa de los pecados que han cometido, ya que no han vivido de acuerdo con la voluntad de Dios, y para los que todavía cometen pecados aunque hayan reconocido a Dios.
Nos quedamos cortos de muchas maneras ante Dios. Por supuesto, algunos pueden permanecer insensibles a sus iniquidades y ofensas porque han llegado a la conclusión de que actuar según un instinto dado por Dios no puede ser malo. No obstante, no recibiremos el consuelo que Dios nos da si no tenemos la decencia de llorar cuando nos quedamos cortos, cuando no vivimos según la voluntad de Dios. Por eso, ustedes y yo debemos tener corazón para creer en el Evangelio del agua y el Espíritu al mismo tiempo en que lloramos ante Dios por nuestras malas obras, y lloramos por nuestros pecados los unos con los otros. Esta es la única manera por la que nuestros corazones serán realmente consolados por el consuelo de la salvación que Dios nos dio.
 


Bendición que reciben los mansos


En Mateo 5:4, la Biblia nos dice: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación». Hay una razón por la cual nuestros corazones deben ser mansos ante Dios. Si nuestros corazones son mansos ante Dios, entonces podemos aceptar las palabras de salvación del agua y el Espíritu que Él habla a nuestros corazones. Si nuestros corazones no son mansos, sino desafiantes, no podemos aceptar todas las palabras de Dios en nuestros corazones. Por eso los corazones que no son mansos, pueden ser un problema. Por eso la actitud de nuestros corazones ante Dios es tan importante. Los hipócritas pueden engañar a la gente durante un tiempo, pero no pueden tener una relación eterna con Dios si no aceptan la Palabra de Dios con un corazón manso.
En Mateo 5:4, la Biblia nos dice: «Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación». Estas palabras nos dicen que los que han recibido la remisión de los pecados heredarán el Reino Milenario de Dios como la herencia de la fe. Si aceptamos en nuestros corazones el Evangelio de la remisión, es decir, el Evangelio del agua y el Espíritu, recibimos el perdón eterno del pecado. Todo aquel que acepte en su corazón sumisamente que el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad, puede aceptar todas las divinas bendiciones del Cielo. Estas palabras nos dicen cuán bendecidos están aquellos que aceptan el Evangelio del agua y el Espíritu con corazones mansos.
Debemos aceptar en nuestros corazones que “todas las palabras de Dios son auténticas”. Dios nos habló a través de la Palabra escrita de Dios. Dios nos dice a través de Su Palabra: “Estáis fundamentalmente llenos de pecado por culpa de vuestros antepasados”. Entonces todos deberíamos tener un corazón que reconozca las palabras de Dios. Cualquier palabra que salga de la boca de Dios, la debemos aceptar sumisamente tal y como es. Cualquier palabra que Dios, que es la Verdad, diga, es toda verdad. Aquellos que aceptan todas las palabras de Dios sumisamente en sus corazones, pueden tener la fe que heredará el Reino de los cielos.
Aquellos que tienen corazones mansos ante Dios creen firmemente las palabras que Dios nos dijo tal y como son. Por tanto, Dios les habla del Evangelio del agua y el Espíritu. Y, Él ofrece el Reino Milenario como herencia para aquellos que aceptaron en sus corazones el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta fe es la fe que nos permite heredar la nueva tierra.
 


Bendición que reciben los que quieren servir el Evangelio del agua y el Espíritu


Y el versículo 6 dice: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados». Estas palabras quieren decir que los que tienen hambre de la obra de Dios serán satisfechos al trabajar por la justicia de Dios. Los justos tienen hambre de servir de Dios. Esto es debido a que todas las palabras de Dios son el alimento que da vida a todas las almas (Isaías 55:1). Toda la obra de Dios es también una provisión espiritual para los justos. Esta realidad es un secreto escondido para aquellos que no han nacido de nuevo. Los justos tienen sus estómagos llenos de hechos justos a través de la unión con la iglesia.
Porque nosotros, que somos los justos a través de la remisión de los pecados, estamos hambrientos de la obra de Dios o hambrientos de deseos carnales. Porque todo el que tiene un corazón que quiere realizar la obra justa de Dios, Él siempre hace posible que los justos trabajen en plenitud a través de Su iglesia. Dios nos da la fe espiritual para que podamos realizar la obra de Dios, y nos llena si trabajamos por la justicia. En realidad, aquellos que quieren hacer obras justas por Dios aprenden de la experiencia que alcanzan la plenitud espiritual.
¿Están hambrientos de la obra justa de Dios? Si es así, recibirán la plenitud espiritual al difundir el Evangelio del agua y el espíritu y realizar la obra de Dios. Deben saber que aunque su yo exterior pueda tener un corazón que persigue los deseos carnales, el Espíritu Santo dentro de ustedes está hambriento de la obra justa de Dios, y siempre quiere realizar obras justas.
Nuestro Señor dijo en el capítulo 4 de Mateo que «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». Cuando Jesús había ayunado durante 40 días, el diablo se apareció ante Jesús y dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan». El diablo tienta, tanto a Jesús como al resto del mundo, diciendo: “el pan del cuerpo es vida”. Sin embargo esto no es así porque Jesús dijo: «No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». El hombre no puede vivir solamente del pan del cuerpo. Esto es porque los seres humanos tienen espíritu. Por tanto, los hombres necesitan comer el pan del cuerpo, pero también necesitan comer de la Palabra de Dios que sale de la boca de Dios, que es alimento para el espíritu. Esta es la única manera de la que nuestra carne y espíritu pueden vivir.
Básicamente, esta verdad nos dice que la Palabra de Dios que Dios nos dijo permite vivir a nuestro espíritu. Nosotros, los justos, no podríamos vivir solamente del pan de la carne, sino de escuchar y creer en la Palabra de Dios que sale de la boca de Dios. Por mucho pan que un santo nacido de nuevo come, todavía siente hambre y sed porque el espíritu está hambriento de la obra justa de Dios. Debido a que el Espíritu Santo vive en el corazón de los justos, debemos vivir realizando obras justas. Es decir, los justos sólo pueden vivir al oír y creer en cada palabra que sale de la boca de Dios. Esto demuestra que sólo podemos vivir si creemos en cada palabra de Dios siguiendo al Señor con fe.
Los espíritus de los santos nacidos de nuevo están hambrientos de las obras justas de Dios. Los hombres no viven sólo del pan de la carne, sino de oír y creer en cada palabra que sale de la boca de Dios. El espíritu de los justos puede disfrutar de la plenitud espiritual al difundir el Evangelio del agua y el Espíritu a otros. El espíritu y la carne de los justos viven para realizar obras justas salvando a otros de sus pecados.
Existe un deseo de realizar obras justas en el corazón de los santos nacidos de nuevo. Nosotros, los justos, no podemos en absoluto vivir de lo que es de este mundo. No podemos vivir en absoluto de lo que es de la carne solamente. Entre los justos, unos viven con una fe débil piensan así: “Ya que he recibido la remisión de los pecados, ahora puedo vivir si me ocupo del problema de la comida, vestimenta y techo”. Los justos con este tipo de pensamientos acaban siguiendo sus propios deseos y finalmente pierden su vida.
Sin embargo, una persona justa no puede vivir solamente siguiendo los deseos carnales. Aunque una persona justa siguiera los deseos carnales, la carne no puede cumplir sus deseos. Si sólo sigue los deseos carnales, el corazón del justo se hace miserable. Por otra parte, nosotros, los que hemos nacidos de nuevo, estamos hambrientos y sedientos de obras justas, y por tanto estamos siempre gozosos al difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Una persona justa experimenta el bienestar del espíritu y el bienestar de la carne al creer en la Palabra de Dios para realizar obras justas.
Los nuevos creyentes a menudo no entienden esta verdad de fe. Por tanto, la gente que tiene una fe débil a veces muere en espíritu tras haber vivido una vida que persigue los deseos carnales. Los justos que persiguen los deseos carnales son tentados por el diablo con cosas carnales. Si un justo cae en la tentación, sin duda muere.
Por eso el Señor dijo: “Benditos los que tienen hambre y sed de justicia”. Y ustedes y yo nos hemos convertido en personas que llevan a cabo la justicia de Dios. La verdadera provisión para nuestros espíritus es difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Es trabajar por la justicia de Dios. Al difundir el Evangelio del agua y el Espíritu, se convierte en la verdadera provisión del espíritu para ustedes y para mí.
Cuando nuestro Señor estuvo aquí, en la tierra, con Sus discípulos, hubo veces en que nuestro Señor también necesitaba alimento para la carne. Una vez, en Sicar, una ciudad de Samaria, los discípulos de Jesús tuvieron que recorrer un largo camino para encontrar comida. Cuando los discípulos le ofrecieron la comida diciendo: “Señor, come esto”, el Señor dijo: “Yo tengo comida de la que no sabéis vosotros”. Esa comida que Él mencionó está en la obra de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto es lo que Jesús le estaba diciendo a la mujer que estaba cerca del pozo cuando le dijo que Él mismo era el Mesías.
Debemos saber que Jesús hizo comida para Su Espíritu al llevar a cabo la voluntad del Padre. Como los discípulos no sabían esto porque todavía eran jóvenes de espíritu, Jesús les dijo estas palabras. Es decir, son palabras para ustedes, para mí y para otros cristianos nacidos de nuevo.
De hecho, el modo de vida de los espíritus de los justos es seguir, creer y llevar a cabo la justicia de Dios, y así estar saciados cada día. Los justos están saciados al creer y llevar a cabo la justicia de Dios. Estamos saciados cuando llevamos a cabo la justicia de Dios y podemos vivir alabando a Dios.
Hay una bendición para la gente que tiene hambre y sed de la justicia de Dios. ¿Tienen ustedes hambre y sed de la justicia de Dios? —Sí—. Yo también tengo sed de la justicia de Dios. Por eso, tras hacer esta parte de la obra de Dios esta vez, también hago otras obras por Su justicia, hago la obra de Dios, y continúo buscando y llevando a cabo Su justicia.
Un día vi un programa de televisión que se llamaba “World Travel”. En este programa, gente que había viajado a todas partes del mundo, enseñaba la película que habían grabado en los diferentes países del mundo. Mientras veía el programa, pensé: “Debería transmitir el Evangelio del agua y el Espíritu a ese país”. Aunque muchas personas que vieron el programa pensaron que era divertido o se interesaron en la nueva cultura; yo, el justo, me di cuenta de que la gente de ese país necesitaba el Evangelio del agua y el Espíritu mientras lo veía. Ya que los justos tienen sed y hambre de justicia, sin tener en cuenta lo que vean, lo ven desde una perspectiva diferente. Nosotros, los justos, tenemos la necesidad de transmitir el Evangelio del agua y el Espíritu a aquellos que no conocen la justicia de Dios en el mundo.
¿Qué transmitimos si les transmitimos el Evangelio del agua y el Espíritu? Reciben la remisión de sus pecados, ¿no? Sí, es cierto. Si queremos transmitir el Evangelio del agua y el Espíritu a la gente de ese país, hay algo que debemos hacer primero, y es encontrar a alguien que entienda el idioma y la cultura de ese país. Por eso estamos intentando encontrar antes que nada buenos traductores de diversos idiomas.
Dios siempre ayuda a los que tienen hambre y sed de justicia realizar obras justas. Cuando intentábamos encontrar a gente que pudiera traducir, nos dimos cuenta de que podríamos encontrarlos si poníamos un anuncio en la red. Al final, tuvimos algunas respuestas. Mucha gente que está interesada ha solicitado para traducir, y nosotros les hemos confiado traducciones después de seleccionar traductores competentes en cada idioma.
Nosotros somos personas justas que realizan la obra de Dios transmitiendo el Evangelio del agua y el Espíritu a la gente del mundo. Los justos quieren transmitir la justicia a toda alma perdida del mundo. Nosotros, los nacidos de nuevo, tenemos hambre porque queremos difundir el Evangelio justo a todo el mundo.
Ya que la justicia de Dios es la provisión de vida para el espíritu de los justos, aquellos que tengan hambre y sed de justicia serán saciados. Las personas justas no pueden vivir sin llevar a cabo la justicia de Dios en este mundo. Sin el alimento espiritual, acaban muriendo de hambre del espíritu. En el plano espiritual, los justos son como buenos árboles que dan buen fruto. Del mismo modo en que la gente tiene hambre si no come alimento de la carne, los justos que han recibido la remisión de los pecados no podemos vivir, debido al hambre del espíritu, si no llevamos a cabo la justicia. Hermanos cristianos, intenten vivir una vida que no lleve a cabo la justicia o que no esté en unión con su iglesia. Entonces sentirán profundamente que su espíritu está hambriento de la justicia de Dios. Debido a que los corazones de la gente justa tienen hambre de justicia y quieren llevar a cabo la obra de Dios, quieren comer la provisión del espíritu.
La gente que es joven en la fe necesita ser alimentada con la provisión espiritual, pero si la fe crece hasta cierto punto después de haber tomado una cantidad determinada de alimento espiritual y haber llevado a cabo la justicia, puede disfrutar del gozo de la salvación por sí misma.
Por eso los antecesores de la fe justa persiguen una vida de justicia. A menudo digo a mis colegas: Vamos a hacer una pausa; sin embargo, es difícil hacerlo. ¡Cómo podemos hacerlo cuando morimos en espíritu si ustedes y yo no llevamos a cabo la obra de Dios! Tenemos que llevar a cabo la obra del Espíritu.
Hermanos cristianos, ¿no comen cuando su cuerpo está hambriento? Si sienten que están muertos de hambre, tienen que comer. Por tanto, cualquiera que tenga hambre y sed de la justicia de Dios debe realizar la obra de Dios. La gente así está bendecida. Nuestro Señor siempre dice estas palabras a los justos. Nosotros, los justos, somos saciados en espíritu cuando realizamos la obra de Dios. Queridos hermanos cristianos, si quieren ser saciados, ¡sean diligentes en la obra de Dios!
No obstante, ustedes no pueden realizar la obra de Dios solos. Por tanto, deben llevar a cabo la obra de Dios en unión los unos con los otros. Escuchar la Palabra de Dios es justicia, y leer la Palabra de Dios y rezar a Dios para pedir ayuda es justicia de Dios; y trabajar lealmente en cada puesto es también Su justicia. El Señor dijo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas». Dios nos pidió que buscásemos primero Su justicia. Esto quiere decir que pensemos primero en la obra de Dios y dejemos las cosas carnales en segundo plano. Si somos así ante Dios, recibimos todas las bendiciones de Dios en cuerpo y en espíritu. Esta es la verdad del espíritu que Dios nos ha dado. Esta es la verdad que los cristianos y siervos de Dios no deberían olvidar.
 


Bendición que reciben los misericordiosos


Mateo 5:7 dice: «Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». En la Biblia tener misericordia con otros significa tener compasión por los pecadores. Cuando vemos a personas que son pecadoras, pensamos para nosotros mismos: “¡Qué pena!”. Cuando nosotros, los justos, vemos las almas que no son nacidas de nuevo, nos dan pena. No son sólo personas de nuestro país, sino que ocurre lo mismo cuando vemos gente de muchos otros países del mundo.
Durante mi primera misión en China, me paré a descansar un rato con un colega en una cafetería de Pekín. Me encontré con dos turistas occidentales sentados a nuestro lado, que habían pedido un trozo de pan y dos tazas de café solamente. Mientras hablábamos sobre los planes de la misión seriamente, ellos se hacían compañía durante más de dos horas. Cuando uno de ellos hablaba, el otro escuchaba y decía: “Ah”, y cuando éste último hablaba, el primero decía “Ah”. Disfrutaron mucho hablando y escuchándose el uno al otro. De lo que quiera que estuviesen hablando, su actitud de conversación parecía muy sincera.
Por norma general, cuando veo a gente así, siento compasión. Están tan serios cuando discuten sobre asuntos triviales de la carne, por eso necesitan escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu. Y este es el tema más urgente sobre el que tienen que discutir. Siento compasión cuando veo a este tipo de gente. Aunque vayan por ahí alardeando, dan pena porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu.
En los corazones de los justos, tenemos el deseo de escribir libros como provisión para las almas perdidas y distribuirlos a todo el mundo. Sin embargo no saben qué penosos son. Aunque nuestro país no tenga tanta riqueza y poder nacional comparado con los países occidentales desarrollados, y por tanto nos vean como gente de un país débil, nosotros, los justos, tenemos compasión espiritual por todo el mundo. Incluso la gente de los países desarrollados con una riqueza considerable son penosos a los ojos de los justos.
«Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia». Esto significa que aquellos que tienen compasión por otros, recibirán misericordia. ¡Qué numerosa es la gente por la cual deberíamos tener misericordia! Esto es cierto en todo el mundo.
 


Bendición que reciben los que tienen el perdón de los pecados


El Señor dijo en Mateo 5:8: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios». Dijo que los que son limpios de corazón verán a Dios. Queridos hermanos cristianos, fundamentalmente, los que son limpios de pecado son los que han recibido la remisión de los pecados en sus corazones al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que no persiguen los deseos carnales, sino el Evangelio del agua y el Espíritu son limpios de corazón.
Ayer vi un drama histórico en la televisión. En el drama, uno de los súbditos del rey se rebelaba contra el rey y atacaba el palacio. El que ocupaba el trono estaba consternado por la rebelión. El súbdito del rey conspiró traición finalmente con la ayuda de sus subordinados. Al principio, el súbdito estaba en contra de tomar el trono. “Nunca haría eso. Traicionar al rey como súbdito suyo va en contra de mis principios”. Casi parece que entiende de principios y parece que es justo, pero no es nada más que un cobarde. Había estado esperando la oportunidad de subir al trono, y finalmente aceptó los deseos de sus subordinados de destronar al rey, actuando como si fuera contra su voluntad, pero haciéndolo por la persuasión de su mujer. Aquellos que empiezan una revolución en este mundo son todos iguales. Entonces es cierto lo que alguien dijo, que la política es el proceso de convertir los intereses personales de uno en intereses públicos.
Queridos hermanos cristianos, ¿puede nuestro Señor perder nuestro apoyo? No, no puede. El Señor es absolutamente el Rey de reyes y un buen Rey para nosotros. El Rey de reyes se rebajó a sí mismo y salvó a Su pueblo de sus pecados. Él borró todos los pecados de Su pueblo y los salvó con el Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, ¿seguirá Su gente al Señor lealmente o no? Son voluntarios para seguir a su Rey.
Jesucristo, que es el Rey de reyes, es el Rey de los justos. Jesucristo, que es el Rey del universo, es Dios para nosotros. Cuando echamos un vistazo a los capítulos 1 a 7 de Mateo, podemos entender claramente que Jesucristo no era una persona como Confucio, Sócrates, Platón o Buda. Jesucristo es el Rey Absoluto y el Salvador de todos nosotros. Y Él es el Rey que reina sobre el cielo y la tierra.
Nuestro Señor dijo: «Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos». ¿Quién podría decir esto? Nadie puede hacerlo. Nuestro Rey es sólo nuestro Salvador, Jesucristo. Hoy en día hay muchos teólogos que niegan la deidad de Jesús. Sin embargo, la verdad es que Jesús, el Padre de Jesús, y el Espíritu Santo son Dios que creó los cielos y la tierra (Génesis 1:1). El Señor dijo a Sus discípulos: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios».
¿Hay alguien que dude de la deidad de Jesús de entre ustedes que han recibido la remisión de los pecados? No podemos negar ni por un momento que Jesucristo es una Persona del Dios de la Trinidad, y el Rey de reyes. El Señor vino a este mundo y nos salvó de nuestros pecados y del juicio de los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios Padre nos permite ser salvados de nuestros pecados de una vez por todas si creemos en Jesucristo como nuestro Salvador junto con el Evangelio verdadero. Creemos en el poder del Evangelio del agua y el Espíritu.
Si Jesucristo no fuera Dios, la humanidad no podría recibir la remisión de los pecados. Si Jesucristo no es el Ser Absoluto para nosotros, toda Su obra no fue absoluta tampoco. Y, si ese es el caso, entonces no podemos recibir la salvación de todos nuestros pecados al creer en Él como nuestro Salvador. Debido a que el Hijo de Dios vino a este mundo y nos salvó de todos los pecados del mundo, recibimos salvación de todos nuestros pecados al creer en Él.
 


Bendición que reciben los pacíficos


El Señor dijo en Mateo 5:9: «Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios». El Señor nos llama, los cristianos nacidos de nuevo, sacerdotes espirituales. En el plano espiritual, somos sacerdotes que se sitúan en medio de la gente en este mundo y los reconcilian con Dios a través de Cristo. Aquellos que se han convertido en sacerdotes ante Dios trabajan duro por la reconciliación entre Dios y la gente. Si transmitimos el Evangelio del agua y el Espíritu, y la verdad de la remisión de los pecados a la gente de este mundo, trabajamos por la reconciliación entre Dios y ellos. Además, los justos transmiten la salvación de Dios, la voluntad de Dios, a la gente.
Transmiten esta verdad: “La gente ha pecado a los ojos de Dios. Por tanto, va camino de la destrucción debido a sus pecados. Ellos irán al infierno. Por eso, reciban el amor de Dios y la salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y entonces recibirán la salvación de todos los pecados”. Amamos la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y la transmitimos. Nosotros liberamos a la gente y conseguimos la reconciliación entre Dios y ellos al transmitir la Ley de Dios y el Evangelio del agua y el Espíritu.
Nuestros estudiantes de la Mission School salen para llegar a la gente, y si queremos llegar a la gente, debemos afilar la espada espiritual de Dios cuando llegamos a ellos. Entendemos y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, y afirmamos este Evangelio en el que creemos a las almas perdidas. Por tanto, primero debemos marcar los pasajes del Evangelio donde se habla del agua y el Espíritu, y después llevárselo a la gente. Sólo entonces podremos llegar a las almas prisioneras del pecado y enseñarles correctamente. En todo, hay una diferencia entre hacerlo con fe y hacerlo sin fe. Estas palabras de la Biblia son armas espirituales para los justos. Para todo cristiano nacido de nuevo, la Palabra de Dios es un arma poderosa.
El Señor dijo que los pacíficos están bendecidos. Esto quiere decir que hay una bendición para aquellos que transmiten este Evangelio del agua y el Espíritu. Él dijo que estos serán llamados hijos de Dios. En realidad, sólo los hijos de Dios pueden transmitir el Evangelio del agua y el Espíritu, y aquellos que escuchan el Evangelio pueden hacer las paces con Dios. Los justos son fieles al predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, reciben abundantes bendiciones de Dios en cuerpo y espíritu.
 

Bendición que reciben los que son perseguidos por causa de la justicia

En Mateo 5:10 está escrito: «Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos». Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y llevan a cabo esta obra tendrán el Reino de los cielos. Los que padecen persecución por la justicia están bendecidos.
Queridos hermanos cristianos, ¿han sido alguna vez perseguidos por causa de la justicia? ¿Han sido perseguidos alguna vez por pecadores por causa de la justicia de Dios, por el Evangelio del agua y el Espíritu, por estar en unión con la iglesia de Dios y el Reino de Dios y por realizar la obra de Dios?¿ Han sido alguna vez infravalorados por la gente a causa de su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu? Eso es ser perseguido por causa de la justicia de Dios. Los justos son perseguidos incluso por sus propias familias biológicas por la justicia de Dios. Hay una bendición de Dios para esa gente.
Los justos no deben estar avergonzados por ser perseguidos por causa de la justicia de Dios. Esa es la bendición de Dios. Si los justos viven por la justicia de Dios, tiene que ser perseguidos hasta por los pecadores. Los justos son perseguidos hasta por sus amigos. Si intentan estar en unión con la iglesia de Dios, serán, sin duda, perseguidos. Es la voluntad de Dios que los justos sean perseguidos (2 Timoteo 3:12). Persiguen a los justos con palabras, diciendo: “¿De verdad que tienes que ir a todos los servicios religiosos en vez de vivir una vida de fe desordenada? ¿No estás ocupado? ¡Tómatelo con calma! ¿No da igual si vas a un servicio religioso una vez al año? ¿De verdad tienes que vivir por fe? ¿De verdad tienes que hacer eso?”.
¿Tienen que hacerlo o no? Sí, tienen que hacerlo. ¿De verdad que tienen que hacerlo y romper nuestra estrecha amistad? Parece que tu fe en Jesús está equivocada. Esto es lo que la gente dice. Cuando la gente del mundo dice paz, creen que estar en unión con ellos es paz, pero la verdadera paz es ser perseguido por el Reino de Dios, por el Evangelio de Dios, por la salvación de las almas. Esto es lo que significa ser perseguido por el Evangelio justo de Dios. 
Hacer la paz por ustedes mismos, su orgullo, por la fama, o para evitar su propia pérdida no es ser perseguido por la justicia, sino ser perseguido por causa de uno mismo. Estas no son persecuciones por causa de la justicia de Dios. Estas persecuciones son el tipo de persecuciones por uno mismo. De lo que nuestro Señor habló es la persecución por la justicia, por las obras justas, por la salvación de las almas, y por el reino de Dios.
Cuando alguien les injurie o persiga y diga todo tipo insultos contra ustedes falsamente por causa de la justicia de Dios, pueden reaccionar diciendo para ustedes mismos: “Aunque éste me persiga porque no me entiende, debo hacer esto para salvar a esta persona de sus pecados”. El Reino de los cielos es para la gente como ustedes.
Hoy en día, muchos de los que han escuchado el verdadero Evangelio no quieren ser perseguidos por causa de la justicia. Por eso tienen miedo a tener fe verdadera en Cristo. Algunos conocen el Evangelio del agua y el Espíritu pero no lo transmiten a otros; y otros se ponen de parte de los pecadores para no ser perseguidos por la justicia. Esta gente no tiene bendiciones. Aunque hayan recibido la remisión de los pecados, si no son perseguidos por causa del evangelio del agua y el Espíritu, acaban traicionando la verdadera fe por el camino, en vez de mantener su fe hasta el día en que se presentarán delante del Señor. Es aceptable que uno sea débil, pero si niega el verdadero Evangelio desde el fondo de su corazón y va de la mano con la gente del mundo para luchar contra el Evangelio, ése no está bendecido.
Del mismo modo en que los pescadores reúnen el pescado bueno en vasijas pero desechan el malo, Dios separará a los malvados de los justos (Mateo 13:47-49). Esto consta en las parábolas del Cielo en el libro de Mateo. Sin embargo, en realidad, cualquiera que esté con el Espíritu Santo no puede evitar la persecución por causa de la justicia. Más aún, un hombre no puede vivir si no es por la justicia después de creer en el Evangelio y recibir la remisión de los pecados. Es completamente imposible que alguien persiga sus propios intereses si está guiado por el Espíritu Santo en su corazón. Un hombre justo es perseguido por causa de la justicia.
El hecho de que un hombre justo tenga dificultades, ¿es en sí mismo malo? No puede ser malo. A veces, tenemos dificultades para transmitir el Evangelio, ¿pero hay algo que no sea difícil? Espero que ustedes sean los perseguidos por la justicia de Dios. También yo quiero ser así primero. Como persona justa, espero que no sean innecesariamente perseguidos por múltiples delitos, como ser detenidos por conducción temeraria después de haber bebido, ser arrestados por robar en una tienda, o ser detenidos y llevados a prisión por estafa. Dios no estaría contento con eso.
Jesús dijo en Mateo 5:11-12: «Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros». Él dijo que seremos bendecidos cuando nos insulten y persigan, y cuando digan todo género de mal contra nosotros por Él.
La gente del mundo a menudo persigue a los hijos de Dios y las iglesias de Dios. ¿Qué quiere decir esto? Esto quiere decir que nosotros, los justos, estamos bendecidos. Si somos insultados por la gente del mundo por creer y buscar la justicia de Dios, seremos bendecidos por Dios. Los justos que actúan así están bendecidos porque son perseguidos por el Evangelio de Dios y la iglesia de Dios. Pero algunos no tienen fe en Su Palabra para evitar ser perseguidos por causa de Dios.
Aquellos profetas y siervos de Dios en el Antiguo Testamento, que son nuestros predecesores en la fe, fueron perseguidos mucho más que nosotros por causa de Dios.
 


Somos la sal y la luz del mundo


Jesús dijo: «Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres». Nosotros, los justos, somos la sal de la tierra. Que los justos sean la sal de la tierra significa que son seres necesarios para este mundo. La gente que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu es necesaria en este mundo.
Sin embargo, ¿qué pasa si la sal pierde su sabor? ¿Qué quiere decir que la sal pierda su sabor? Significa que no puede funcionar como sal. Una persona justa pierde su poder porque se deshace de la Verdad y camina según el curso de este mundo, en vez de vivir para el Evangelio del agua y el Espíritu.
En Mateo 5:14-15 está escrito: «Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa».
Los justos son la luz de la salvación. El mundo escucha el Evangelio del agua y el Espíritu de boca de los justos. En otras palabras, los pecadores reciben la salvación de los pecados a través de nosotros, los justos.
Mateo 5:16 dice: «Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos». Nosotros vivimos glorificando a Dios creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, y recibiendo las ocho bienaventuranzas por medio de la fe. Debemos continuar con esta vida de fe con la fe que cree en el Señor. Demos gracias a Dios que nos da bendiciones divinas. Esta realidad es el sermón de la montaña que el Señor nos dio.