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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 1-6] Dios planeó nuestra salvación (Lucas 1, 24-38)

Dios planeó nuestra salvación(Lucas 1, 24-38)
«Después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se recluyó en casa por cinco meses, diciendo: Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres. Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios. Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia».
 
 

¿Conocen el plan y la providencia de Dios?

 
En el pasaje de las Escrituras, Isabel concibió a Juan el Bautista y escondió su embarazo durante cinco meses. Sabemos que la virgen María concibió a Jesús seis meses después de la concepción de Juan. Esto tiene un significado muy importante. La gente nace después de estar en el vientre materno durante 10 meses y Jesús fue concebido exactamente seis meses después de Juan el Bautista y nació después de él. El ángel Gabriel se le apareció a Zacarías, el padre de Juan el Bautista, cuando estaba realizando sus tareas de sacerdocio en el santuario. Seis meses después se le apareció a la virgen María, que estaba prometida a José, un descendiente de David. Esto nos demuestra que el plan de Dios era muy detallado.
En el Antiguo Testamento se profetizó que Jesucristo vendría a este mundo como descendiente de David. Israel consideraba a David el mayor rey de todos. No hay ningún otro rey en Israel que sea tan famoso como David. Él fue quien facilitó la unificación de las tribus de la nación de Israel y no hubo ningún otro rey que temiese tanto a Dios como David. No había ningún otro rey que estuviese tan cerca de Dios, que le complaciese tanto y que caminase con Él. El Antiguo Testamento profetizó continuamente que Jesús, el Hijo de Dios, nacería en la familia de Judá.
El ángel Gabriel se le apareció a María, quien estaba prometida a José, un descendiente de David y le dijo: «Salve, muy favorecida» (Lucas 1, 28). ¿Por qué era tan favorecida María ante Dios? Porque Jesucristo, quien iba a venir al mundo para salvarnos de los pecados del mundo, iba a nacer a través del cuerpo de María. Así que María era una persona bendita entre muchas personas. El ángel Gabriel siguió diciéndole: «¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 28-33).
En ese momento María estaba prometida a un joven llamado José. El ángel Gabriel se le apareció y le dijo: «¡Salve, muy favorecida! Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS» (Lucas 1, 28-31). El nacimiento de Juan el Bautista también fue exactamente como Dios lo planeó. El ángel Gabriel se le apareció a Zacarías y le dijo: «Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan» (Lucas 1, 13). Dios preparó a estas dos Personas para salvarnos de todos los pecados.
 
 

Jesús fue preparado por Dios

 
Está escrito: «Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo» (Lucas 1, 32). Jesús es el único Hijo de Dios Padre. Es nuestro Dios. Es el Rey de reyes. El que Dios le haya dado el trono de David significa que Jesús es el Rey de reyes. «Y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lucas 1, 33). Jesucristo reinará para siempre y no habrá fin para Su poder real y toda Su gloria. No tendrá fin.
Hay personas que confían en la justicia de Dios porque no tienen justicia de la carne. Reciben la remisión de los pecados al tener conocimiento y fe en los ministerios de Juan el Bautista y Jesucristo. El Señor nos ha salvado de los pecados del mundo porque tuvo misericordia de nosotros porque no podíamos evitar ir al infierno. Jesús reina eternamente sobre los que creen en Él y los protege. Jesús vino a este mundo para cumplir esta función.
El pasaje de las Escrituras de hoy dice: «Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios» (Lucas 1, 34-35). El ángel estaba diciendo que el Espíritu descendería sobre ella y que Jesús sería concebido por el poder de Dios. Por tanto, el hijo que tendría se llamaría Jesús, el Hijo de Dios; el Hijo de Dios se vistió de la carne humana y nació en este mundo a través de María. Así que María tuvo a Jesucristo, que nos salvó de los pecados del mundo y fue utilizada para esta obra maravillosa. El ángel tenía esto en mente cuando le habló a María.
En aquel entonces el ángel Gabriel le dio una explicación más detallada a María para que entendiera ya que dudaba y estaba perpleja. «Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; porque nada hay imposible para Dios» (Lucas 1, 36-37).
Todas estas cosas ocurrieron según las Palabras de profecía del Antiguo Testamento. Gabriel le comunicó la voluntad de Dios a María y esta Palabra de Dios se cumplió exactamente. María dijo: «¿Cómo será esto? pues no conozco varón» (Lucas 1, 34). Entonces el ángel Gabriel dijo: «El que nacerá de ti será santo y será llamado el Hijo de Dios. Isabel era estéril pero ha concebido un hijo a su edad avanzada. No hay nada imposible para Dios». Entonces María entendió la voluntad de Dios. La aceptó diciendo: «No he conocido a ningún hombre, pero creo que si Dios dice que Su Hijo, llamado el Salvador, nacerá a través de mí, será verdad». Al final María obedeció por fe diciendo: «He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra» (Lucas 1, 38). Y el ángel se fue.
Le damos gracias a Dios Padre por preparar a Juan el Bautista primero y después a María. Jesucristo se vistió de la carne humana y vino a este mundo como Salvador a través de María. Dios Padre nos dio así nuestra salvación. María fue muy favorecida ante Dios y fue utilizada por Él. Nosotros también recibimos la remisión de los pecados por fe al tener fe en la Palabra de Dios de justicia, y entonces podemos recibir el Espíritu Santo como María. De la misma manera en que Jesús fue concebido en el vientre de María, el Espíritu del Hijo de Dios ha entrado en nuestros corazones porque ahora creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nosotros creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y somos los que han sido favorecidos por Dios como María.
María dijo que era «la esclava del Señor» (Lucas 1, 38). Todo el mundo es humilde ante el Señor, incluyendo María. Dijo que era la sierva del Señor. ¿Somos humildes ante Dios o no? Sí, somos humildes. Los seres humanos fuimos creados originalmente a la imagen y semejanza de Dios y éramos muy valiosos; pero nos convertimos en personas bajas y humildes al ser débiles y cometer pecados porque somos descendientes de Adán y Eva. Por tanto, el Señor nos hizo ser gloriosos al convertirnos en hijos de Dios y salvarnos de nuestros pecados. El Señor vino al mundo para ser nuestro Salvador y para que fuésemos felices. Dios Padre preparó a Juan el Bautista y a Jesucristo para salvarnos de los pecados del mundo. Este es el amor de Dios. La Navidad está a la vuelta de la esquina. Así que debemos saber que Dios preparó nuestra salvación y darle gracias. No debemos darle gracias simplemente cantando villancicos, sino que debemos estar agradecidos de corazón.
 
 

Dios es el Dios de la justicia y el amor

 
Dios es la Persona que nos da Su Alianza y cumple lo que dice. En el Antiguo Testamento, estableció el sistema de sacrificios donde el Sumo Sacerdote transfería los pecados a un animal mediante la imposición de manos, y entonces los pecados de todo Israel cometidos durante un año eran redimidos en el Día de la Expiación. Jesús también recibió los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, el representante de la humanidad.
El ángel dijo: «Porque nada es imposible para Dios» (Lucas 1, 37). El Señor es honesto y fiel. El Señor es tan honesto y fiel (1 Juan 1, 9) que no puede mentir ni defraudar. El Señor cumple todo lo que nos promete.
Dios Padre dijo que enviaría a Su único Hijo al mundo. Si leen Isaías 53, verán que Isaías, el siervo de Dios dijo: «Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que no le deseemos» (Isaías 53, 2). Nadie amó a Jesucristo en un sentido físico. Pero si en un sentido espiritual: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido» (Isaías 53, 4). Sufrió por nuestros pecados y nuestros dolores.
Debemos saber que Dios tuvo que preparar a Juan el Bautista y a Su único Hijo para salvar a todos los pecadores del mundo. De la misma manera en que Jesucristo pudo ser concebido en el vientre de María por su fe en la Palabra de Dios entregada por el ángel Gabriel y así ella pudo ser utilizada para esta obra maravillosa, nosotros, por fe en la justicia de Jesucristo y la Palabra de Dios, pudimos ser salvados de nuestros pecados, convertirnos en hijos de Dios y recibir al Espíritu Santo como un don.
Hemos recibido el Espíritu Santo como un don al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Espíritu Santo no viene a nosotros mediante oraciones tumultuosas, cánticos sin sentido y comportamiento alocado como hacen los ministros pentecostales. La Biblia dice: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hechos 2, 38). Podemos recibir el Espíritu de Dios cuando recibimos la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios Padre preparó a Juan el Bautista y después envió a Jesucristo e hizo que fuese bautizado para salvarnos de los pecados del mundo.
Por tanto, debemos saber que Jesús nació a través de María y que fue bautizado por Juan el Bautista. Cuando Jesús cumplió los 30 años, recibió la transferencia de los pecados del mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Cargó con todos los pecados de este mundo, fue a la Cruz, fue clavado a ella y murió diciendo: «Está terminado» (Juan 19, 30). Por eso debemos creer en estas palabras que nos han salvado perfectamente de los pecados del mundo.
Mis queridos hermanos, Dios Padre es nuestro Dios. Jesús es también nuestro Dios, y el Espíritu Santo también es Dios. Todos son el mismo Dios para nosotros. Pero es difícil para las personas que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu saber esto. Pueden saberlo pero es difícil que lo crean.
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna» (Juan 3, 16). El Dios en el pasaje que dice que Dios amó de tal manera al mundo, se refiere a Dios Padre. Y el mundo se refiere a nosotros y a toda la humanidad. El versículo anterior habla del amor infinito de Dios que nos salvó a los que creemos en Dios Padre. Nos ha amado al preparar a Su Hijo, enviarle a este mundo, enviar a Juan el Bautista a este mundo, hacer que le transfiriese todos los pecados del mundo a Jesús, y hacer que Jesús recibiese la transferencia de los pecados, muriese y resucitase de entre los muertos. El amor incondicional de Dios es el amor por el cual Dios tuvo compasión de nosotros y nos salvó. Dios nos ha salvado de los pecados por este tipo de amor.
Mis queridos hermanos, deben saber cuánto habló Dios sobre nuestra salvación a través de Sus siervos y cuánto la planeó antes de que naciese Jesús. Jesús no nació de repente un día. La Biblia dice que moriría por nuestros pecados pero que resucitaría; y la Biblia dice que era nuestro Salvador. Dios no es irresponsable. Hace miles de años prometió a través de Sus siervos que salvaría a la humanidad de los pecados y cumplió esta promesa a través de Juan el Bautista y Jesucristo. Es el Dios de la Verdad. ¿Lo entienden?
Dios Padre preparó a Su único Hijo y a Juan el Bautista para salvarnos de los pecados del mundo. El Señor también preparó a María e Isabel. El Señor planeó durante miles de años que nos salvaría de los pecados. En Juan 14, nuestro Señor dijo: «Creed en Dios, creed en Mí. Iré a prepararos un lugar. Y si voy a prepararos un lugar, volveré para recibiros». Nuestro Señor se fue a preparar un lugar para nosotros en el futuro. Jesús fue a preparar el Reino para Su pueblo porque es Dios.
Nuestro Señor es honesto y fiel como está escrito:
«Dios no es hombre, para que mienta,
Ni hijo de hombre para que se arrepienta.
El dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?» (Números 23, 19). Es muy honesto y fiel. Es una Persona que nunca miente. Hace promesas y las cumple. Por tanto, no debemos creer en Dios como si fuese una superstición o un ídolo. No debemos pensar que el Señor vino al mundo y de paso nos salvó de los pecados. Si es así, ¿por qué nos dio Dios una Biblia tan gruesa? Nos bastaría con una sola página si hubiese sido tan fácil. Toda la Palabra de Dios en la Biblia es la promesa de Dios para nosotros, la narración del cumplimiento de esas promesas y la profecía de promesas que se cumplirán en el futuro. La Biblia está dividida en estas tres partes.
Estoy muy agradecido. No sé cuántas navidades tendremos en el futuro pero mi corazón se llena de sentimientos cálidos cuando pienso en que el Señor vino al mundo. El 25 de diciembre no es la fecha cuando nació el Señor, sino que era el solsticio de invierno según el calendario romano juliano y el cumpleaños de Mithras, el dios romano. Por tanto, se dice que la Navidad tiene un origen pagano. Pero todo el mundo piensa que el 25 de diciembre es la Navidad, el día en que Jesús vino al mundo. Pero tenemos que designar un día para celebrar el nacimiento de Jesús. Por cierto, mi corazón se llena de amor y agradecimiento cuando pienso en Jesús.
Me siento agradecido cada vez que pienso que el Señor hizo planes detallados por nosotros. Hemos predicado el Evangelio en gran medida este año. El Señor dijo: «Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tesalonicenses 5, 17-18). Cuando pienso en este año no tengo palabras para describir cuántas cosas tengo para estar agradecido. Muchos de los pastores, misioneros y creyentes laicos de este mundo han recibido la remisión de los pecados durante todo el año. Nuestros libros han sido enviados a 150 países por todo el mundo y muchas personas están recibiendo la remisión de los pecados. Y estas personas estarán predicando este Evangelio bendito a todos sus conocidos. No puedo expresar con palabras lo agradecido que estoy a Dios cuando pienso en estas cosas.