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Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 13-7] No cabe duda de que María no es divina (Mateo 13, 53-58)

No cabe duda de que María no es divina(Mateo 13, 53-58)
«Aconteció que cuando terminó Jesús estas parábolas, se fue de allí.
Y venido a su tierra, les enseñaba en la sinagoga de ellos, de tal manera que se maravillaban, y decían: ¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?
¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y Judas?
¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.
Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos».
 

La ciudad de Jesucristo es Nazaret. Jesús volvió a Su ciudad y allí enseñó la Palabra de Dios en una sinagoga judía. Todos los que le escuchaban se quedaban atónitos y se ofendían diciendo: «¿De dónde le vienen a éste tal sabiduría y tales poderes? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿Su madre no se llama María, y sus hermanos Santiago y José, Simón y Judas? Sus hermanas, ¿no están todas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?».
Cuando Jesús volvió a Su ciudad y predicó la Palabra de Dios, los que le escuchaban no creían y se quedaban asombrados. ¿A qué se debía? A que aquel lugar era Su ciudad. La razón por la que no creyeron en lo que Jesús dijo es que Él era de su misma ciudad. La multitud estaba agitada diciendo: «Por lo que sabemos este hombre no tiene educación ni sabe nada. ¿Cómo puede decir estas cosas?». Por eso ignoraron la Palabra de Jesús.
Hay lecciones que debemos aprender de este pasaje, también necesitamos reafirmar nuestra fe a través de estas lecciones.
No debemos deificar a María ni idolatrarla. Hay muchas organizaciones religiosas que idolatran a María y por eso voy a dejar claro que deificarla es erróneo.
Normalmente calificamos a la Iglesia Católica como perteneciente al cristianismo. En todo el mundo hay más católicos que protestantes. La razón por la que hablo del catolicismo de repente es que la Iglesia Católica es la representante de las organizaciones religiosas que deifican e idolatran a María.
¿Por qué idolatran los católicos a María? Lo hacen porque creen que la Virgen María solo dio a luz a Jesús en toda su vida. La exaltan como «Reina de los cielos». La llaman «Madre de Dios». Al ser Jesús el verdadero Dios esta idea parece plausible, pero hay un concepto peligroso detrás de ella. Una vez empezaron a deificar a María, no pudieron dejar de intensificar esta tendencia incesantemente.
Al final los católicos la empezaron a llamar «María Inmaculada». Dicho de otra manera, esto significa que nació sin pecado y no cometió ni un solo pecado durante toda su vida. Incluso dicen que no dio a luz a ningún otro hijo de José, su marido, después de haber concebido a Jesucristo. Si esto fuera verdad, ¿de dónde salieron los hermanos y hermanas de Jesús de los que se habla en el pasaje de hoy?
Estas ideas bíblicas confusas han sido consolidadas por otros hechos no bíblicos, como las supuestas apariciones de la Virgen María en Fátima, Portugal, a principios del siglo XX. Me gustaría citar un pasaje extraído de un documento católico:
«Quince años después de las apariciones en Fátima, María se apareció a unos niños en Bélgica, en dos ciudades llamadas Banneaux y Beauraing. Estas son las últimas apariciones marianas reconocidas por Roma. Nuestra Señora se apareció a cinco niños en Beauring: Fernande, Gilberto, Albert, Andrew y Gilbert en treinta y dos apariciones que tuvieron lugar durante el 19 de noviembre de 1932 al 3 de enero de 1933. El 21 de diciembre de 1932, Nuestra Señora reveló Su identidad a los niños: “Soy la Virgen Inmaculada”. Los niños vieron un corazón dorado en el pecho de María. El 3 de enero de 1933, le dijo a Andrew: “Soy la Madre de Dios, la Reina de los cielos. ¡Rezad siempre!”».
¿Qué les parece? Los católicos creen que María fue resucitada mientras dormía y que ascendió a los cielos como Su Hijo. Todas estas doctrinas están destinadas a deificar a María, dándole la misma condición que la de su Hijo. Pero no hay nada más lejos de la verdad.
 


No debemos deificar a María


María era una judía que nació en la casa de Judá. Era una muchacha normal de la casa de Judá. José, su marido, también era un hombre de la casa de Judá.
¿Cuál es el origen de esta casa? Uno de los doce hijos de Jacob era Judá, y Dios le prometió: «Seguiré haciendo reyes a tus descendientes». Para cumplir esta promesa Jesucristo nació como el Rey de reyes en la casa de Judá.
Por tanto tenemos que darnos cuenta de que María no debe ser deificada. Era sólo una mujer a la que Dios concedió una gracia especial y a la que utilizó como instrumento para Su obra de salvación. Así, cuando nos fijamos en la fe de María, vemos que es una mujer bendita y que merece nuestro respecto, pero decir que María debe ser honrada y exaltada incluso más que Jesús porque nació sin pecado, y porque es la Reina de los cielos, es un producto de nuestra ignorancia.
Los católicos consideran a María «intercesora en sus oraciones». Dicen que como María es la intercesora entre Dios y el hombre, cuando la gente le reza, ella habla a Dios Padre por nosotros. Y dicen que es más efectivo rezar a María. Esto proviene de la idea de que hablar a la madre del rey es más efectivo que hablar con el hijo. Así que cada día rezan numerosos Rosarios. Pero deberían considerar si sus oraciones van dirigidas a Dios Padre si rezan a María.
En realidad María tuvo muchos hijos. En el pasaje de las Escrituras de hoy se dice que además de Jesús, María tuvo seis hijos más. Jesús debía nacer del cuerpo de una virgen. El que Dios naciera del cuerpo de la Virgen María para convertirse en hombre es algo que Jesús debía cumplir para salvar a todo el mundo del pecado. Jesús, Dios mismo, nació de la Virgen María porque Él no tenía ningún pecado.
Sin embargo los otros hijos de María, los hermanos y hermanas carnales de Jesús, nacieron a través de una concepción natural. Santiago, el que escribió la Epístola de Santiago, era hermano de Jesús, y José, Simón y Judas también eran hermanos carnales de Jesús. Además tenía dos o más hermanas. Todos los hijos de María y José, con excepción de Jesús, nacieron mediante una concepción normal. Es una mentira el afirmar que María no tuvo más hijos que Jesús, y es una falacia afirmar que María nació sin pecado. Estas afirmaciones son tonterías. 
Por eso no debemos idolatrar a María. No debemos adorar a la Virgen María como adoramos a Dios, y mucho menos pensar que es la madre de Dios o Su mujer. Tampoco debemos rezarle. No debemos adorarla como a Dios ni considerarla una deidad. Los católicos rezan esta oración a María: «Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén». Una vez vi un programa de televisión católica en el que unas personas estaban rezando el Avemaría: primero un hombre recitaba la primera parte de la oración, y luego los otros respondían con la otra mitad. Cuando lo vi, me entristeció profundamente.
La oración dice que María está llena de gracia, pero no está llena de gracia como Dios. ¿Qué tontería es esa de hablar de María como si estuviera llena de gracia? María era una mujer normal a la que Dios dio Su gracia. Del mismo modo en que ustedes y yo hemos recibido la gracia de Dios, María recibió este amor de Dios. Como Dios utilizó el cuerpo de María como instrumento Suyo, María estuvo bendecida. Sólo al aceptar la gracia de Dios mediante la fe y al concebir y dar a luz a Jesús, María recibió la gracia y el amor de Dios; si no hubiera tenido a Jesús, no hubiera sido diferente. Pero a pesar de esto, la gente cree en sus ideas carnales, deifican a María, hacen estatuas suyas y le piden ayuda a estas imágenes. Todo eso es tan deprimente.
En el catolicismo se han registrado muchas apariciones de la Virgen María. Algunos testigos dicen haber visto sangre saliendo de los ojos de una imagen de la Virgen. Si una estatua sangra, sólo se ve una mancha de óxido que aparece cuando se mete agua en la estatua y las piezas de metal de dentro se oxidan. Al deificar esto, los católicos creen que María está viva, pero todo es una falacia.
Por supuesto estas palabras ofenderán a los que adoran a María, pero es la verdad. Afirman que María sólo dio a luz a Jesús. Pero está escrito en la Palabra que María dio a luz a varios hijos. ¿Significa esto que la Biblia es una mentira? ¿O que nuestra Biblia es diferente a su Biblia? Este pasaje de la Biblia es el mismo que el nuestro, aunque ellos tengan siete libros más, denominados «Apócrifos».
¿Cómo podría ser María la santa madre de Dios? Es una simple mujer. María es humana como nosotros. Por tanto rezarle es totalmente inútil. Los que confían en la razón humana han malinterpretado a María hasta tal punto que la han idolatrado y deificado, y ponen su fe en ella. Pero esta María, a quien los católicos veneran como la Reina de los cielos, no era más que una mujer humilde, tal y como está escrito en la Palabra. María no era tan importante como para ser mencionada por todo el mundo, pero era una mujer de fe. Aunque las generaciones siguientes la deificaron y la adoraron. Este era el plan del Diablo, que le dice a la gente: «Creed en Jesús, pero también en María», para que no reciba la remisión de los pecados por mucho que crean en Jesús. El Diablo hace esto porque uno no puede ser salvado si añade o quita algo de la Palabra de Dios.
Por eso estoy tratando este tema hoy con tanta seriedad e intento predicar la Palabra de Dios. Debemos prestar atención a estos aspectos espirituales.
No hay nada más importante que debamos saber que el Evangelio del agua y el Espíritu. Aparte de esta fe, nuestras malas acciones, como corromper la Verdad e idolatrar a seres humanos, nos hace enemigos de Dios, y por tanto no debemos tolerar estas cosas. La Iglesia Católica ocultó el hecho de que María había tenido muchos hijos después de Jesucristo, y por tanto los católicos rezan a María y se desvían del buen camino. Esto se debe a que siguen sus propias ideas y no creen en la Palabra y por tanto perecerán.
Durante nuestras vidas de fe, si no creemos en la Palabra de Dios, pereceremos. Lo que la Palabra aprueba, está aprobado; y si la Palabra dice que Dios nos ha salvado con el agua y el Espíritu, entonces nos ha salvado con el agua y el Espíritu; no debemos interpretar la Verdad con nuestras propias ideas. No debemos idolatrar o rebajar a nadie, si no es según lo que dice la Biblia. Nuestras vidas de fe deben centrarse en la fe.
Estamos predicando el Evangelio al mundo. En realidad, debemos concentrar todas nuestras energías en este Evangelio. Mis queridos compañeros, mientras difundimos el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿qué tarea se nos ha asignado a cada uno de nosotros? ¿Estamos dedicando todos nuestros esfuerzos a esta obra? A no ser que dediquemos toda nuestra energía a esta obra, algunos problemas absurdos pueden desviar nuestra atención. Ustedes son los obreros del Evangelio y los testigos que están difundiendo el Evangelio por todo el mundo. Esta era es la más oportuna para difundir el Evangelio. Si no lo difundimos ahora, pondremos nuestra vida en peligro al hacerlo más tarde, o lo que es peor, podría no ser tan efectivo.
Este es el momento oportuno para difundir el Evangelio, si no nos dedicamos a esta misión, cometeremos errores carnales. La gente de la ciudad de Jesús no le reconoció porque estaba inmersa en sus propias ideas carnales. Los católicos exaltan a María con sus ideas carnales. Para no seguir su ejemplo, debemos ser fieles a nuestra obra y predicar el Evangelio.
Mis queridos compañeros, una puerta se abrirá ahora en todo el mundo. Sin duda alguna se abrirá. Las naciones que estén cerradas se abrirán y predicarán el Evangelio a todos los rincones del mundo. Podemos enviar nuestros libros cristianos a los países donde el Evangelio del agua y el Espíritu no ha llegado todavía y compartirlos con la gente; y también podemos imprimir nuestros libros en esos países. A través de nuestros compañeros de todo el mundo que han recibido la remisión de los pecados y que están trabajando con nosotros, podemos imprimir nuestros libros cristianos localmente y distribuirlos directamente. Entonces el Evangelio se difundirá rápidamente.
Y continuaremos colgando nuestros libros en nuestra página web. Mientras continuamos publicando nuestras series de crecimiento espiritual, como este libro sobre Mateo, la obra de Dios se lleva a cabo con éxito. 
Sé que ahora es el momento de que los santos y los ministros de todo el mundo se levanten con seguridad. Y sé que nuestro objetivo debe estar claro. No debemos concentrarnos en ser aceptados por los demás, sino que debemos pensar si estamos llevando a cabo la obra que Dios nos ha confiado, y si el Evangelio del agua y el Espíritu está llegando a todo el mundo. Deberíamos preguntarnos si estamos dedicando todos nuestros esfuerzos a estas obras. Debemos prestar atención a estas preguntas. No olviden que Satanás intenta hacer que tengamos pensamientos carnales y nos quiere destruir. No piensen que viviremos de esta manera durante cientos de miles de años. El mundo se acabará tarde o temprano. 
La razón por la que la Iglesia rusa ortodoxa se desmoronó nos sirve de ejemplo. Sus líderes discutieron durante años sobre asuntos triviales como lo que deben llevar los sacerdotes en el púlpito, es decir, si la vestimenta debería ser azul, roja o negra. Mientras discutían sobre estas cuestiones absurdas, ¿saben lo que pasó en Rusia? Se produjo la Revolución Comunista, y los comunistas capturaron a todos los religiosos y los mataron. Mientras los cristianos perdían el tiempo con asuntos absurdos, Satanás les asestó una gran bofetada.
¿No ocurre lo mismo con los cristianos de hoy? ¿No afirma cada denominación ser la única y la mejor? En Corea había un grupo herético llamado la Iglesia de la Vida Eterna, cuyo fundador fue arrestado recientemente y sentenciado a muerte por asesinar a muchos de los seguidores que dejaban la secta. El fundador decía que uno podía recibir la vida eterna si guardaba los 318 mandamientos de su propia ley. Uno de sus credos principales era un mandamiento extraño que decía que se podía recibir la vida eterna si no se mantenían relaciones sexuales con el cónyuge. Comparados con los 613 mandamientos de la Ley de Dios, estos 318 mandamientos eran sólo la mitad en número, pero aún así, ¿podría alguien guardar uno solo de ellos? Es completamente imposible, incluso para el más devoto seguidor de la secta. Todo el mundo es insuficiente y por tanto necesita el Evangelio de poder que salva a los pecadores insuficientes, no estos mandamientos extraños.
Mis queridos hermanos, les pido que se examinen a sí mismos. ¿No son insuficientes? Por supuesto que sí. Entonces, ¿cómo han recibido la remisión de sus pecados? Han sido salvados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, pasarán sus insuficiencias a Jesucristo.
«¿Qué puedo hacer? Por lo menos creo en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor vino a este mundo, fue bautizado, murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos y así me salvó a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Creo. Ahora no tengo pecados, porque el Señor ha borrado todos mis pecados. Aunque sea insuficiente, Dios me ha confiado Sus obras, y las cumpliré fielmente antes de ir a Él». Esta es la fe espiritual.
Mis queridos hermanos, debemos vivir con esta fe espiritual. En vez de hablar sobre los demás, es mucho más beneficioso examinarnos a nosotros mismos, admitir nuestras insuficiencias, y meditar sobre el Evangelio del Señor. Recuerden que cuando señalen a alguien con el dedo, en realidad se están señalando a ustedes mismos. Debemos recordar el pasaje de la Biblia que dice: «Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros» (Gálatas 5, 15) y darnos cuenta de que discutir sobre quién hace bien y quién mal es como mordernos los unos a los otros y matarnos. Si continuamos atacándonos unos a otros, ¿quién sobrevivirá?
Al leer el pasaje de las Escrituras de hoy me gustaría decir algunas palabras a algunos cristianos que han deificado a María y creen en ella en vez de creer en Dios Padre y la divinidad de Jesús: «¡Paren esta locura!». Quiero que esa gente se dé cuenta de que viven su fe carnalmente, y quiero que vuelvan a la verdadera vida espiritual de fe. Me entristece profundamente ver que la gente se inventa religiones extrañas a partir de sus propias ideas y van camino a la destrucción.
Debemos creer en la Verdad que proclama la Biblia. Como la Palabra dice que Dios ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos creer en esto. Cuando creemos estamos sin pecado. Y la meta de nuestra fe es nacer de nuevo y entrar en el Reino de los Cielos. ¿Es esto cierto o no? Por supuesto que sí. ¿Estamos sin pecado sólo porque se produjo un cambio emocional en nuestros corazones? No, estamos sin pecado porque creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Mis queridos hermanos, si alguien intenta alterar el Evangelio del agua y el Espíritu, está obrando mal. Pero entre los justos, hay algunos que son malos, aunque no intenten alterar el verdadero Evangelio. Si hay algún nacido de nuevo y no sirve al verdadero Evangelio e intenta vivir virtuosamente para tener una buena reputación, es malo a los ojos de Dios. Imaginemos que hay alguien entre nosotros que no ha hecho nada malo y que ha vivido devotamente. Pero esta persona no sirve al Evangelio. ¿Es buena esta persona? No. Por muy devotamente que haya vivido, si no sirve al Evangelio y no vive por él, es una persona mala. Es una persona mala y no ha hecho nada bueno.
¿Qué pérdida sufre Dios si pecamos y qué beneficios le aportamos si no pecamos? Si pecamos seremos juzgados y castigados. Dios no se deja controlar ni influenciar por nosotros, porque es un Dios omnisciente y omnipotente que hace todo según Su voluntad. Él es el Juez. Por tanto no debemos pensar en Él como uno de nosotros, como si fuera como nosotros. Somos nosotros los que le necesitamos. ¿Estamos justificados por haber vivido virtuosamente? No, absolutamente no. Hemos recibido la remisión de los pecados porque creemos en Él. Hemos sido salvados porque Él ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Y estamos sin pecado porque creemos. Vivir virtuosamente no significa que vaya a haber cambios espirituales en nuestros corazones.
Cuando servimos al Evangelio, nos transformamos espiritualmente y nuestra fe crecerá. Si no servimos al Evangelio, no habrá ningún beneficio para nosotros, si viviremos mejor. Si se nos quita el Evangelio del agua y el Espíritu, no tendremos una fe buena, ni siquiera ningún tipo de fe.
Imaginemos que cesan de servir al Evangelio y persiguen sus deseos carnales. ¿Qué ocurrirá entonces? Serán corrompidos en seguida. Sus corazones se marchitarán, como los gusanos se comen los cuerpos de las ratas. Cuando sus corazones se mueren y se pudren, el hedor de la putrefacción se extiende por todas partes. Sus cuerpos, sus acciones, sus mentes y sus pensamientos rezumarán un hedor insoportable. ¿Están de acuerdo? Esto también se aplica a mí. Yo también rezumaré un hedor terrible si no sirvo a este Evangelio. Si no hubiera nacido de nuevo, no podría soportar a la gente de este mundo. A no ser que sirvamos al Evangelio, seremos así.
 

Nuestra fe no debe ser carnal, sino espiritual

No debemos vivir nuestra fe de manera carnal. Deducir que María es la mujer de Dios Padre porque dio a luz a Jesús es lógica humana. ¿Cómo puede ser verdad esto? ¿Puede alguien ignorar a Jesús sólo porque haya nacido en la misma ciudad?
No se debe deificar a María, ni rechazar a Jesús porque sea de la misma ciudad. Jesús es el Hijo de Dios, es Dios mismo, y es nuestro Salvador. A pesar de esto, había rabinos judíos, es decir maestros, que escucharon Su Palabra y le ignoraron. Por muy grandes que fueran estos maestros, no podían hablar como Jesús. No podían revelar los misterios de la salvación. Pero se levantaron contra el Evangelio del agua y el Espíritu y se negaron a creer. Y como no creyeron, Jesús no hizo ningún milagro allí.
Esto también se refiere a nosotros. Si no creemos en la Palabra de Dios, el Señor no obrará en nuestros corazones. Cuando creemos en la Palabra de Dios de todo corazón, el Señor obra en nuestros corazones. Cuando el Señor mantiene nuestros corazones firmes, los llena, nos hace servirle, nos permite evitar caer en el mal y seguirle guiándonos con Su Palabra, entonces podemos mantenernos firmes en nuestra fe.
Por tanto no debemos vivir la fe de una manera carnal, sino que debemos vivir de la fe. Debemos basar nuestras vidas siempre en la fe en la Palabra. No debemos dejar que nuestra fe decaiga. «Como he crecido tanto, ahora puedo confiar en mi propio juicio y cuidar de mí mismo sin la Palabra». Si piensan así, están equivocados.
Debemos vivir nuestra fe centrándonos en la Palabra. No debemos olvidar el Evangelio del agua y el Espíritu, y al centrarnos en la Palabra, debemos hacer que el difundir el Evangelio del agua y el Espíritu sea nuestro objetivo principal, y debemos seguir trabajando para conseguir este objetivo. Sólo entonces podemos evitar enredarnos con estos asuntos absurdos y malgastar el tiempo. Sólo entonces podremos vivir como siervos, ser elogiados y amados por Dios, y prosperar en cuerpo y espíritu. Por eso no debemos vivir nuestras vidas según la carne.
¿Cuántos parientes tenía Jesús? Contando sólo a los hermanos ya eran siete. Esto significa que María tuvo como mínimo 7 hijos. Es posible que tuviera más hijos, pero estamos seguros de que por los menos tuvo siete.
Mucha gente cree en Jesús en términos humanos y por eso su fe no tiene ningún fundamento: «Jesús murió en la Cruz por mí. ¡Debió ser muy doloroso!». Este tipo de fe es una fe carnal. Nuestro Señor dijo que vino por el agua y el Espíritu, y que ha borrado todos nuestros pecados con el agua y el Espíritu. ¿No deberíamos creer en lo que Él dijo?
En vez de compadecernos de Su sufrimiento, ¿no deberíamos aceptar la salvación que Jesús nos dio tal como es? ¿Y no deberíamos aferrarnos y creer en la Palabra tal y como es? No sean tan pretenciosos como para mostrar compasión por Jesús. ¿Quién debe compadecerse de quién? Dios Padre y Jesús son los que deben mostrar compasión, no nosotros, porque ¿estamos en la posición de compadecernos de Jesús? ¿Los mendigos y los pordioseros se deben compadecer de nosotros?
Los que creen en Jesús sólo carnalmente deben despertarse. Ellos creen en la sangre que Jesús derramó en la Cruz y dicen: «¡Cómo debió dolerle! Como murió por mí, creeré en Él». Pero esta fe es una fe emocional que nace de la compasión. Es una creencia absurda por la que uno decide creer en Jesús como si le estuviera haciendo un favor. Es una fe arrogante que se basa en lo siguiente: «De acuerdo, lo reconoceré. Reconoceré que me has salvado».
¿Hasta qué punto es incorrecta esta fe? Es una grave herida en el orgullo de nuestro Señor. Es una blasfemia contra Él, porque alguien que necesita la compasión del Señor, decide creer en Él como si le estuviera haciendo un favor.
Lo que nos hace tener una buena relación con Dios es la fe. ¿Qué es la fe verdadera? Si consideramos la salvación del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado, sólo podemos reconocer la Verdad de Su amor con gratitud. Y como esta Verdad del Evangelio tiene sentido cuando la vemos a la luz de nuestra lógica, nos parece bien venerar a Dios y confesar: «Creo en lo que has hecho por mí. Creo en Tu obra justa». Esto es la fe. Mirar con respeto lo que Dios ha hecho por nosotros y creer en ello es fe. Por el otro lado, una religión es algo inventado por el hombre.
En vez de estar limitados por sus insuficiencias, deben meditar sobre la Palabra con la que el Señor ha borrado nuestros pecados, es decir el Evangelio del agua y el Espíritu, y creer en esta Verdad. ¿No se pasaron todos nuestros pecados a Jesús cuando fue bautizado en el río Jordán? Nuestro Señor cargó con nuestros pecados mediante Su bautismo, murió en la Cruz y se levantó de entre los muertos para salvarnos.
Si nuestros pecados fueron pasados a Jesús, entonces estamos sin pecado. Entonces, ¿todavía tienen pecado o no? Por supuesto que no. Y Jesús fue condenado por todos nuestros pecados. Así es como ha limpiado nuestros corazones. Ahora debemos seguir adelante poniendo nuestra fe en el Señor. Aunque ustedes y yo seamos insuficientes en la carne, la Verdad es que el Señor ha borrado todos nuestros pecados. Por tanto nuestros corazones se pueden limpiar con la fe y mediante la fe podemos vivir nuestras vidas espirituales para hacer las obras que complacen al Señor. Lo único que nos queda es recibir nuevas fuerzas cada día para recorrer la carrera de la fe.
Debemos vivir nuestra fe espiritualmente. No hemos crecido del todo, ni madurado completamente. Debemos seguir corriendo hacia la meta como el Apóstol Pablo declaró: «No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.
Hermanos, yo mismo no pretendo haberla ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante,
prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús» (Filipenses 3, 12-14).
Del mismo modo me encantaría decirles a todos ustedes y a todos nuestros obreros en todo el mundo: «No se quejen de esto o lo otro. Sean fieles a lo que se les ha confiado. Si les queda algo de tiempo libre mientras hacen esta obra, deberían examinarse a sí mismos y mantenerse firmes en su fe. No cabe lugar para ningún comentario sobre lo que hacen los demás, lo hagan bien o mal. Sean más diligentes si tienen tiempo libre. Todavía estamos lejos de alcanzar la meta que es la recompensa de la llamada de Dios en Jesucristo».
¿Pueden hacerse lo suficientemente santos como para presentarse ante Dios con su propia justicia? ¿Pueden alcanzar esta santidad al no cometer ningún error en su conversación o en su comportamiento? ¡Nunca! Servir al Señor es sagrado. No podemos hacernos santos fingiendo serlo. Somos santificados mediante el Evangelio que ha borrado todos nuestros pecados.
Sinceramente no rezamos mucho cuando nos reunimos. Rezamos por la difusión del Evangelio por todo el mundo, y por todas las cosas que hacemos para servir al Evangelio fiel y efectivamente. Entonces, nosotros, los obreros de Dios, disfrutamos comiendo y hablando los unos con los otros con gran alegría. Como nos vemos después de una jornada de trabajo dura, debemos tomar algo para recuperar las fuerzas. Si todavía nos queda algo de tiempo, salimos a jugar al fútbol. Todo eso nos anima y después volvemos a nuestros puestos para servir a la Verdad del Evangelio. Entonces volvemos para cuidar de nuestras familias y hacer las tareas que se nos han asignado con más fuerza. ¿Hay algo especial en ello? ¿Qué otra cosa debemos hacer aparte de llevar a cabo las obras que Dios nos ha confiado fiel y diligentemente?
Si no sirven al Señor ni al Evangelio, ¿pueden hacer alguna otra cosa para hacerse santos? ¿Serían santos si cultivasen sus mentes sentándose y meditando en una cueva? En vez de hacerse santos, se harían más sucios. Si uno está sólo y se sienta sin hacer nada, sólo le vienen pensamientos mundanos e inútiles a la mente.
Mis queridos compañeros, no hemos difundido el Evangelio completamente. Esta meta todavía queda lejos. Sé que es muy difícil para nosotros. Pero sé que Dios nos dará fuerzas. A veces nos preocupan cosas del pasado. Pero no debemos dejarnos limitar por las cosas que hemos hecho, sino que debemos perseguir la recompensa de la llamada de Dios en Jesucristo. Pablo también intentó olvidar las cosas del pasado y seguir adelante. Deben llevar a cabo fielmente la tarea que se les ha asignado, y dedicar su corazón y sus fuerzas a esta obra. Es sabio.
Jesús dijo: «No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa». Ustedes también quedarán sin honor en su casa. Si los miembros de su familia no han nacido de nuevo, serán perseguidos a menudo. Esto se debe a que no son espiritualmente compatibles con los miembros de su familia. Nosotros, los nacidos de nuevo, vivimos nuestras vidas de fe por el Evangelio, y por eso nuestros pensamientos y nuestro estilo de vida son diferentes de los de la gente del mundo. Hay demasiadas incompatibilidades entre los nacidos de nuevo y los que no han nacido de nuevo todavía.
 

Debemos difundir el Evangelio del agua y el Espíritu a Europa

Sé que debemos difundir el Evangelio en Europa con mayor fuerza. Aunque hemos estado publicando nuestros libros en casi todos los idiomas europeos, no hay mucha gente que haya aceptado el verdadero Evangelio en Europa. Mucha gente de todo el mundo pide nuestros libros, pero la gente de Europa lo hace en pocas ocasiones. Nuestros libros no han llegado al por mayor en ningún país europeo, pero pronto ocurrirá y debemos prepararnos. Dentro de poco nos llegarán noticias de que la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu se está difundiendo en Europa incluso más que en los Estados Unidos.
Sé que el Evangelio llegará a Japón también. Recientemente uno de nuestros títulos en inglés se tradujo al japonés. Como le costó mucho tiempo ser publicado, cualquier japonés que buscara la verdad se dio cuenta inmediatamente al leer nuestro libro de que era la Verdad.
En mi sermón anterior les hablé de los cuatro campos del corazón, y lo que debemos considerar ahora es: «¿Soy cizaña o trigo?». «¿Era como el borde del camino cuando escuché el Evangelio? ¿Escuché este Evangelio mientras vivía una vida religiosa? ¿O era un pedregal que aceptó el verdadero Evangelio en ese momento pero que no creyó en él de todo corazón? Cuando me llegó este Evangelio, ¿dije que creía aunque estuviera lleno de pecado, pocos de ellos hubieran sido revelados y no los hubiera admitido aún? ¿O soy un campo espinoso? Aunque creí en la Verdad del Evangelio, como todavía amo al mundo tanto, ¿no estoy siguiendo al Señor a medias? ¿O soy un buen campo? ¿Creo de verdad que el Señor me ha salvado aunque yo sea insuficiente? ¿Soy el buen grano de trigo ante el Señor?». Deberíamos hacernos estas preguntas.
En sermones anteriores les expliqué las parábolas de Jesús descritas en Mateo 13. ¿Se acuerdan? ¿Se han olvidado de todo? Por cierto, han averiguado si son trigo bueno o cizaña, ¿verdad? Y también saben que estado hemos alcanzado en nuestras vidas de fe, ¿verdad? Éramos como el borde del camino o el pedregal. Los que no se han aferrado a la Palabra son todavía pedregales. Al aferrarse a la Palabra hemos admitido ser semillas del mal. Y al aferrarnos a la Palabra del agua y el Espíritu, y como el Señor ha borrado todos nuestros pecados, nos hemos librado de nuestros pecados y se nos ha dado una vida nueva en vez de la muerte.
«Aunque he recibido la remisión de mis pecados, ¿no estoy intentando todavía tener éxito en este mundo y no puedo dejar de lado mis deseos carnales? ¿No utilizo el nombre de Jesús para mi propia prosperidad en este mundo?». Debemos considerar todas estas cosas. Debemos examinarnos para ver si somos estos tres tipos de campos: tales corazones no tienen ningún interés en el Evangelio del agua y el Espíritu ni en servirlo, sino que prefieren hacerse ricos; y engañados por la fama del mundo y los placeres carnales, todo nuestro interés se centra en estas cosas. También debemos darnos cuenta de que estos tres campos fueron abandonados, admitir que hemos sido estos campos y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Debemos admitir: «Mi corazón desea este mundo y no conocer mis propios pecados. Esto no está bien. Estoy cometiendo un error». Y debemos creer en la Palabra del agua y el Espíritu. Entonces seremos la buena tierra, aceptaremos la Palabra, daremos buenos frutos, y nos convertiremos en el buen grano. Cuando aceptamos que somos malvados y que estamos destinados al infierno si tenemos pecados, y cuando aceptamos el Evangelio del agua y el Espíritu, nos convertimos en la buena tierra. Así podemos convertirnos en trigo y en la buena tierra ante Dios y dar fruto por treinta, sesenta y ciento. Esta gente será elogiada por Dios y se les confiará más obras. Serán más fieles cuando se les persiga, y por tanto, el Señor les dará más bendiciones. No cabe duda alguna.
Cuando Pedro le dijo a Jesús: «¿Ves? Lo hemos dejado todo y te hemos seguido», Jesús contestó: «De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio,
que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.» (Marcos 10, 29-30).
Cuando servimos al Evangelio del agua y el Espíritu, el Señor nunca nos da las bendiciones de la fe sin que seamos perseguidos. Nuestro Señor quiere limpiar nuestros residuos carnales de nuestros corazones antes de bendecirnos. Cuando Él piensa: «Este me es fiel y no se perderá si le bendigo», nos dará bendiciones materiales también. Dios nos da una fe fuerte primero, luego nos da otras bendiciones.
Entonces debemos pensar en estas cosas: cuando tengamos la fe que ha echado raíces fuertes, debemos aferrarnos a la Palabra que escuchamos, tener pensamientos espirituales, creer en la Palabra de Dios, y pensar en cómo debemos vivir. Debemos ser humildes ante Dios en vez de pensar que somos perfectos. Debemos librarnos de los residuos carnales de nuestras mentes cuando el Señor nos haga hacerlo de vez en cuando, y admitir nuestra verdadera naturaleza cuando Dios lo quiera. Y debemos seguir al Señor con un corazón puro sin dejar que nuestras insuficiencias sean un obstáculo y librándonos de ellas con nuestra fe. Cuando rezamos al Señor, nos aferramos a la Palabra y les servimos con fe, Él nos confiará diversas obras. Cuando Dios lo ve conveniente nos bendice grandemente directa o indirectamente.
Seamos espirituales. Esta es la clave. No hay nada más. Hay gente que ha sido nacida de nuevo durante 10 años o más, pero eso no significa que sea perfecta. Esta gente debe alcanzar la recompensa de llamada de Dios en Jesucristo (Filipenses 3, 14). Hay fases sobre más fases y debemos seguir corriendo hasta que el Señor esté satisfecho.
Lo único que queda es predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Es intolerable convertirnos en obstáculos para difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Si este Evangelio es difundido, no importa que seamos insuficientes. Y si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, vivimos por este Evangelio, nos aferramos a la Palabra de Dios en nuestros corazones y la seguimos con fe, entonces Dios dirá que está bien.
Sin embargo si nos ocupamos de cosas inútiles y discutimos los unos con los otros por tonterías, Dios no nos aceptará. Todo lo que no es difundir el Evangelio es una pérdida de tiempo. Debemos hacerlo todo por el bien de la difusión del Evangelio del agua y el Espíritu, como está escrito: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10, 31).
Y debería decir que los católicos de todo el mundo deben despertarse y razonar. Quieran o no escucharme, yo digo lo que tengo que decir. Deberían saber que María tuvo seis hijos más aparte de Jesús. Es la tarea de los profetas permitirles conocer la verdad de la Palabra y decir: «Todo lo que creímos era falso. Todo era mentira». María era una mujer normal, pero fue bendecida cuando creyó en la Palabra de Dios. Nosotros también deseamos tener esta fe tan fuerte, porque es la cosa más bendita para los nacidos de nuevo.
Los sacerdotes de esta era debemos proclamar la Verdad de la Palabra de Dios tal y como está escrita aunque la gente no nos escuche:
«Porque los labios del sacerdote han de guardar la sabiduría, y de su boca el pueblo buscará la ley; porque mensajero es de Jehová de los ejércitos» (Malaquías 2, 7).
Demos gracias a Dios y dediquemos todas nuestras fuerzas a servir al Evangelio. Vivamos una fe espiritual. ¡Aleluya!