Search

Preken

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 26-2] Hagan la valiosa obra de servir al Señor (Mateo 26, 6-13) 

Hagan la valiosa obra de servir al Señor(Mateo 26, 6-13) 
«Y estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, vino a él una mujer, con un vaso de alabastro de perfume de gran precio, y lo derramó sobre la cabeza de él, estando sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron, diciendo: ¿Para qué este desperdicio? Porque esto podía haberse vendido a gran precio, y haberse dado a los pobres. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? pues ha hecho conmigo una buena obra. Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. Porque al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. De cierto os digo que dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.»
 

Jesús dijo: «Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.» La razón por la que esta mujer derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús, era que le quería preparar para Su entierro. Así sirvió a Jesucristo derramando el perfume sobre Su cabeza agradecida al Señor por haber borrado todos los pecados del mundo a través de Su bautismo y por venir al mundo para salvar a la humanidad muriendo en su lugar en la Cruz, y en último lugar resucitar de entre los muertos. Esta mujer derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús y para ello rompió el vaso de alabastro que contenía un perfume muy caro y valioso. Este perfume costaba una gran cantidad de dinero que equivalía al salario de un hombre que hubiera trabajado sirviendo en una casa durante un año. 
Cuando esta mujer oyó que Jesús estaba en casa de Simón, el leproso, fue a verle. Jesús estaba comiendo allí. Jesús solía comer reclinado con la parte de debajo de su cuerpo extendida. Quizás Jesús estaba comiendo en esta postura aquel día. Mientras comía y hablaba, la mujer entró en la habitación. Entonces se puso cerca de la cabeza de Jesús y derramó el perfume que había en el vaso de alabastro sobre la cabeza de Jesús. 
Al ver que esta mujer estaba derramando este perfume sobre la cabeza de Jesús, uno de los discípulos se levantó y dijo: «¿Para qué este desperdicio?» Según el Evangelio de Juan, la persona que dijo esto fue Judas Iscariote (Juan 12, 4-6). Dijo esto indignado porque pensaba: «Esta mujer esta malgastando este perfume en algo inútil» y como era responsable de la caja de caudales, pensó que se podría haber utilizado ese dinero para algo mejor si hubiera vendido el perfume y hubiera donado el dinero. 
Sin embargo, en vez de mostrar indignación porque la mujer hubiese derramado el perfume sobre Su cabeza, Jesús dijo: «Esta mujer lo ha hecho por el Evangelio. Moriré crucificado y esta mujer me ha puesto el perfume para el entierro de Mi cuerpo» y también dijo lo siguiente sobre la mujer: «Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella» (Mateo 26, 13).
Si miramos lo que Jesús dijo, parece que el punto de vista de Jesús era muy diferente al de Sus discípulos. Uno de los discípulos de Jesús pensó que esta acción había sido un derroche y dijo: «¿Para qué este desperdicio?», pero Jesús se lo tomó como un acto de conmemoración. Jesús sabía que esta mujer derramó el perfume para Su entierro cuando Su cuerpo estaría limpio y rociado con perfume después de morir en la Cruz. El perfume que esta mujer derramó sobre la cabeza de Jesús desprendía un aroma agradable. Esta mujer le puso el perfume en la cabeza a Jesús y para ello tuvo que romper el vaso de alabastro que también era muy valioso. Al ver esto, Jesús dijo: «Ha servido al Evangelio. Esta mujer ha servido a la predicación del Evangelio. No ha sido un desperdicio.»
Jesús les dijo a los discípulos indignados: «Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis» (Mateo 26, 11). La verdad es que nuestro Señor no iba a estar con Sus discípulos para siempre, sino que iba a ser colgado en la Cruz, morir en ella, y resucitar al tercer día para estar a la derecha del trono de dios Padre. Así salvaría a toda la humanidad.
En realidad los pobres siempre estarán con nosotros. Pero nuestro Señor no siempre está con nosotros. Dicho de otra manera, servir al Evangelio es algo que vale mil veces más que ayudar a los pobres. Este Evangelio no es algo que podamos servir siempre, a todas horas. Nuestro Señor está diciendo que hay un tiempo para servir al Evangelio. El Señor dijo: «Esta mujer ha derramado perfume en Mi cabeza para servir al Evangelio. Ha hecho una obra muy importante. Debéis hacer esta obra también, y los que la hagan, serán recordados.»
Servir al Señor y al Evangelio después de haber recibido la remisión de los pecados a través de la fe en el Señor es una obra muy gratificante y valiosa. Es una obra muy valiosa. Entregarse completamente a la obra de servir al Evangelio es maravilloso, y mientras obramos en la sociedad como esta mujer, sirviendo al Evangelio con cosas materiales es también una obra valiosa. El Señor dijo: «Los que han trabajado por el Evangelio y lo han servido de cualquier manera posible, serán recordados por Dios.» En cualquier caso, nuestro Señor está diciendo: «Los que sirven al Evangelio están haciendo una obra muy valiosa. Además esta obra es digna de ser recordada por Mí durante mucho, mucho tiempo.»
Estamos al servicio del Evangelio del agua y el Espíritu. Estamos poniendo todos nuestros esfuerzos en la predicación del Evangelio por todo el mundo. Ahora mismo estamos distribuyendo libros por todo el mundo desde Corea y los Estados Unidos. Lo hemos arreglado para que los que quieran recibir los libros puedan solicitarlos a través de Internet. Ayer recibí una llamada del Pastor Kim en los Estados Unidos y me dijo que los libros se están enviando muy rápidamente. Así que me dijo que antes de volver a Corea el día 15 de julio, habrá distribuido todos los libros que hemos enviado a los Estados Unidos. Entonces tendremos que mandar más libros de nuevo. 
Estamos predicando el Evangelio por todo el mundo a través de nuestro ministerio literario. La obra de predicar el Evangelio a través de nuestro ministerio literario ha sido posible porque tenemos siervos y siervas de Dios entre los santos, que adoran al Señor como la mujer que derramó el perfume del vaso de alabastro en la cabeza de Jesús. El Evangelio se predica porque hay gente así y donde se predica el Evangelio, el sacrificio de los que han servido al Evangelio se conmemora, de la misma manera en que la mujer que derramó el perfume sobre la cabeza del Señor será conmemorada donde el Evangelio sea predicado, como dice la Biblia. 
Un pastor de presos en un centro penitenciario en Florida (Estados Unidos) nos pidió que le enviásemos libros y así lo hicimos. Hace poco se nos pidieron decenas de libros en un solo pedido, y después de que leyesen los libros, nos dijeron que les habían resultado muy beneficiosos. Muchas personas responden diciendo: «En el pasado pensaba que el bautismo de Jesús, y el bautismo por agua que recibimos son una simple ceremonia, pero ahora me he dado cuenta de que en realidad tienen un significado profundo. Están haciendo una obra muy bendita. Todas las obras que hace la New Life Mission son muy valiosas.» Además, a través de los libros, muchas personas se han dado cuenta de cómo ha borrado sus pecados Jesús. Asimismo, después de empezar a creer en este Evangelio, nos piden ser nuestros colaboradores que comparten la obra de distribuir los libros con nosotros diciendo: «Repartiré los libros. Quiero compartirlos con la gente. No puedo hacer mucho trabajo, pero puedo repartir decenas de libros.» Así el Evangelio se está predicando por todo el mundo. 
Dondequiera que el Evangelio se predique, el Señor conmemora a los que lo han servido. Él los felicita diciendo: «Como los que han creído en el Evangelio antes que ustedes han servido al Evangelio, ustedes lo han escuchado y han recibido la remisión de los pecados. El Evangelio se predica así porque hay gente que lo ha servido, como esta mujer.» El Evangelio se predica porque hay santos devotos y siervos y siervas. El Señor conmemora a los que hacen Su obra y sirven al Evangelio, y los considera gente valiosa. Queridos hermanos, para la predicación de este Evangelio hay muchos santos como esta mujer tan valiosa del pasaje de hoy. Esta mujer rompió un vaso de alabastro con perfume y le derramó el perfume en la cabeza a Jesús. Pero el valor del perfume equivalí al salario anual de un hombre. Hacer algo así no es fácil. 
El Evangelio se está predicando por todo el mundo. Ustedes hacen donaciones monetarias al Señor y nuestras Iglesias por todo el país ofrecen dinero para la obra misionera por todo el mundo. Hacemos promesas para donar dinero a las misiones del mundo dos veces al año. Con esas donaciones materiales la Iglesia de Dios traduce nuestros libros en todos los idiomas del mundo, y al distribuirlos por todo el mundo, la Iglesia de Dios sigue haciendo la obra de predicar el Evangelio.
Cuando este Evangelio se predica, pienso en la mujer que derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús y en los que sirven al Evangelio con todo lo que tienen. Sin sus sacrificios el Evangelio no se puede predicar. Por sus sacrificios el Evangelio se puede predicar. Del mismo modo en que un grano de trigo cae en el suelo, muere, se pudre, germina y da frutos, el Evangelio se predica porque hay gente que hace sacrificios por él. La verdad es que las flores del Evangelio han florecido y el Evangelio se está predicando por todo el mundo porque alguien ha hecho el sacrificio y ha servido al Señor después de haber entregado todo lo era valioso al Señor. 
El Evangelio no se predica con tan solo decir: «Debo predicar el Evangelio. Debo poner todos mis esfuerzos en la predicación del Evangelio. Así que simplemente oro.» Por supuesto que debemos orar por el Evangelio, pero la razón por la que este se puede predicar es que alguien está haciendo un sacrificio. Creo que este Evangelio se está predicando porque alguien como esta mujer ha entregado sus bienes materiales por el Evangelio y porque alguien ha sacrificado mucho por él, entregando su vida y su juventud. El Evangelio se está predicando por todo el mundo de esta manera. 
Creo que podremos hacer mucho más trabajo si nos unimos más aún este año y servimos al Evangelio. Este año el Evangelio se ha predicado en grandes cantidades, y si trabajamos durante dos años más, creo que el Evangelio habrá entrado en casi todos los países. El Evangelio será introducido en Europa entonces. 
El Evangelio se predica porque hay gente que lo sirve, y si no fuese por esta gente, el Evangelio no podría predicarse. Ustedes pudieron escuchar el Evangelio y recibir la remisión de los pecados gracias a los que sirvieron al Evangelio antes que ustedes, y por eso hay almas que han recibido la remisión de los pecados hoy en día. De todas formas, el hecho de que el Evangelio se esté predicando por todo el mundo es algo por lo que estar agradecido y contento. 
Cuando pensamos en esto, predicar el Evangelio por todo el mundo no es fácil. Hacer libros también es difícil. Cuando estaba haciendo el primer volumen en inglés de mis series cristianas, la gente que no había nacido de nuevo decía: «¿Crees que la gente los va a leer?» Entonces crearon mucha conmoción y se rieron de mí cruelmente. Pero no me importó y seguí haciendo esta obra, pensando en mi corazón: «Mientras el Evangelio se esté predicando a la gente, me arrodillaré ante los que no han nacido de nuevo para rogarles que me ayuden si es necesario.» Mientras haya alguien que traduzca mis sermones en coreano al inglés, aunque la persona sea maleducada, estoy dispuesto a aceptar este comportamiento y mostrarle respeto. Pueden ver cuánto quería predicar el Evangelio. Uno de mis compañeros ministros me observó y dijo: «Querido pastor, mientras sigues predicando estos libros, si te inclinas ante alguien que no ha nacido de nuevo, ¿cómo vas a aguantar si llegas a ser martirizado?» A ese ministro le dije: «Si el Evangelio puede ser predicado si me arrastro por el suelo, puedo hacerlo incluso ante los que no han nacido de nuevo. Esto es diferente al martirio. Es algo que haría por servir al Evangelio y por eso estoy dispuesto a soportar los insultos y pagar cualquier precio.»
Publicamos nuestros libros en inglés, pero como sabrán hace tiempo no sabíamos mucho inglés. Aunque ahora sabemos más inglés, la verdad es que escribíamos con expresiones típicas del coreano. Por tanto tuvimos que pulir la expresión y ajustarla al estilo americano. Pero en cualquier caso, al hacer esto hemos publicado el primer volumen de la versión en inglés. Aunque no está perfecto, por lo menos es suficiente para que la gente lo entienda y reciba la remisión de los pecados. 
Desde el principio el libro ha sido distribuido a través de una tienda en Internet llamada Amazon.com. Hemos empezado a lo grande. Así el Evangelio está siendo predicado por todo el mundo ahora mismo. Hay un pasaje de las Escrituras que dice: «Y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande» (Job 8, 7), pero ¿quién habría creído al principio que las cosas irían así? ¿Quién habría creído que el Evangelio sería predicado por todo el Evangelio a través de estos libros? Todo el mundo estaba dudando, incluso nosotros, pero la verdad es que ahora mismo el Evangelio está entrando en casi todos los países del mundo. 
Como Dios se complace con esta obra, hemos hecho el trabajo con fe. Por esta obra hemos aportado una gran cantidad de ofrendas monetarias para el ministerio literario. Aunque no he contando todas las donaciones, creo que hemos realizado unas 10 promesas de donación para nuestro ministro literario. Incluso antes de venir a esta Iglesia, hicimos una promesa de donación y ofrecimos dinero para comprar una fotocopiadora. Este fue el primer paso en nuestro ministro literario. 
Aunque compramos una fotocopiadora, para poder conseguir una a buen precio y de buena calidad, tuvimos que ir a la calle Yong-san, donde se venden productos de electrónica baratos. No pueden ni imaginarse lo mucho que tuvimos que buscar e ir de tienda en tienda. Entonces, en una tienda, encontramos una fotocopiadora por 600 dólares y pagamos al contado. Además era un producto japonés con una gran reputación y entonces la compramos. Compramos la fotocopiadora pensando que era genial, pero nos enteramos de que el precio por página era 40 wons, que equivalen a 4 céntimos en dólares americanos. La verdad es que, aunque la máquina era barata, el tóner era demasiado caro. Los japoneses son así. Los japoneses sacan beneficios de vender fotocopiadoras baratas, pero los tóners, que tienen que ser sustituidos constantemente son muy caros. Así que empezamos de esta manera. En aquel entonces no había muchos santos en nuestra Iglesia y no teníamos casi nada, pero servimos al Evangelio haciendo promesas de donación con un objetivo. 
Cierta hermana había ahorrado algo de dinero para su boda. Pero orábamos todos los días durante el culto diciendo: «Por favor Dios, proporciona bienes materiales para que podamos llevar a cabo el ministerio literario» y ella también oraba. Pronto empezó a sentir que su conciencia le decía algo: «Tenía ahorrados miles de dólares para mi boda, pero ¿no debería ofrecérselos a Dios?» Ella dijo más adelante que puso todo el dinero en la bandeja de la ofrenda. Así que con eso llevamos a cabo la obra. Reunimos dinero muy valioso de nuestros hermanos y hermanas y pronto tuvimos más de 100.000 dólares ofrecidos al Señor, y con este dinero pudimos trabajar por el Evangelio. Como la gente ofreció dinero al Señor, ahora podemos imprimir los libros. Con todo ese dinero imprimimos libros y los distribuimos a los que necesitaban el Evangelio gratuitamente. Así la gente del mundo está recibiendo la remisión de los pecados a través de nuestros libros y los estamos distribuyendo a otros países a través de nuestros colaboradores en esos países. 
Queridos hermanos, estamos distribuyendo nuestros libros a la gente, y aunque no parezcan gran cosa, muchas personas están recibiendo la remisión de los pecados a través de estos libros y manteniendo su fe al leerlos. Esta gente se aferra a su fe al leer estos libros en sus casas, sin ir a las iglesias que no han nacido de nuevo, y cuando una Iglesia de Dios se establece cerca de sus casas, van a esa Iglesia. Allí sirven al Señor y mantienen su fe. Los libros están cumpliendo este objetivo. Hay muchos ejemplos de esto. 
Cierto hermano en nuestra Iglesia me dijo en su testimonio de fe: «Querido pastor, mientras hago negocios, dudo si es verdad que tanta gente no ha recibido la remisión de los pecados. Tengo pensamientos muy extraños. Cuando empiezo a dudar, no puedo parar y estoy confuso. Entonces la fe en que he recibido la salvación empieza a estar borrosa. Por eso, cuando voy a casa, lee los sermones antes de dormir y pienso que es verdad que el Señor me ha salvado. Por eso leo los libros otra vez y organizo mis pensamientos una vez más. Después me voy a dormir. Así que leo los libros todos los días cuando tengo dudas. Los leo y medito sobre ellos todos los días, y al final admito que el Señor me ha salvado por el agua y el Espíritu.»
Ahora mismo estamos predicando el Evangelio. Seguimos predicando el Evangelio con nuestros labios también. Mucha gente recibe la remisión de los pecados. Pero, a través de nuestros libros, un mayor número de personas entra en contacto con el Evangelio y recibe la remisión de los pecados. Hay gente que viene a la Iglesia después de haber descubierto la Verdad del Evangelio y de haber recibido la remisión de los pecados a través de nuestros libros. Pero los que no han venido a la Iglesia de Dios porque no han podido, a través de estos libros pueden alimentar su fe y resolver muchas dudas de su propia fe.
Ahora estamos presentando el Evangelio a una mujer japonesa de 30 años que se llama Itakaki Misao, y para ello le hemos dado uno de nuestros libros en japonés. Como es japonesa, nos está ayudando mucho al revisar nuestros libros en japonés. Entonces, cuando los que están a cargo de las traducciones en japonés leen y revisan los libros una vez más, la traducción es de muy buena calidad y será de gran ayuda para predicar el Evangelio en Japón. Ahora, a través de nuestros libros, el Evangelio se está predicando a los descendientes coreanos que viven en China. La verdad es que el Evangelio se está predicando en lugares en los que no podemos predicar el Evangelio directamente, gracias a nuestro ministerio literario. De la misma manera en que la mujer del pasaje de hoy derramó el perfume caro que tenía en el vaso de alabastro, la obra que hacen los santos que sirven al Señor será conmemorada donde se predique el Evangelio.
Gracias a las donaciones de la gente para el Señor, podemos imprimir y compartir los libros y así la gente llega a conocer el Evangelio, recibir la remisión de los pecados, alimentarse espiritualmente y crecer para ser trabajadores de Dios. Cuando surgen estas obras de fe, el Señor recuerda y conmemora a los que le han servido: «Sí, tus servicios y sacrificios han dado frutos. El que la gente haya recibido la remisión de los pecados se debe a que Me he convertido en su Salvador al venir al mundo, ser bautizado, morir en su lugar en la Cruz, y resucitar de entre los muertos. Pero como tu has servido a este Evangelio, la gente puede recibir la remisión de los pecados en estos tiempos.» Esto significa que el Señor recordará esto en Su corazón. Como hay gente que sirve con devoción al Evangelio, este se puede predicar por todo el mundo, y las personas perdidas de hoy en día, que están atormentadas por sus pecados, pueden ser salvadas. 
Hay muchos tipos de buenas obras en este mundo. Se necesitan muchos trabajadores en las residencias de ancianos, refugios para mujeres maltratadas o madres solteras, albergues, etc. Pero hay una obra que es mucho más valiosa, y es la de recordar y glorificar al Señor, es decir, la obra de servir al Evangelio. Cuando les decimos a otras personas que el Señor ha borrado sus pecados al venir al mundo, ser bautizado y morir en la Cruz, el Señor nos recuerda por haberle servido. El Señor nos recuerda por haber predicado a los demás la obra que el Señor hizo cuando vino al mundo.
¿Qué ocurre cuando derraman una sola gota de perfume en una habitación? ¿No se llena la habitación de olor y se propaga hasta fuera de la habitación? Dios se complace con esta obra de servir al Evangelio y la conmemora. No voy a mencionar nombres, pero los nombres de la gente valiosa que ha servido al Señor son muchos en nuestra Iglesia. Incluso ahora hay muchos. Hay mucha gente que sirve al Señor anónimamente. Queridos hermanos, es correcto servir al Señor de esta manera. Es correcto que sirvan al Evangelio después de haber recibido la remisión de los pecados. Esta es la obra valiosa, la obra que recibe el reconocimiento de Dios, y la obra que tenemos que hacer ante el Señor.
El Señor dijo: «Porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis» (Mateo 26, 11). Los pobres siempre estarán en el mundo, y desde la perspectiva del Señor, la obra de ayudarles carnalmente no es especialmente significativa. Pero la verdad es que la obra de salvar a las almas y de ayudarles a la vida eterna en el Cielo es muy urgente, y como todavía hay esta oportunidad, debemos aprovecharla y hacer la obra de predicar el Evangelio. Esto es lo que quiere decir: «Pero a mí no siempre me tendréis.» Derramar perfume sobre la cabeza del Señor no es algo que podamos hacer siempre. Es algo que no podemos hacer ahora. Por eso el Apóstol Pablo les dijo a los santos de Efeso, así como a todos nosotros: «Aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos» (Efesios 5, 16). El pasaje de las Escrituras que dice «aprovechando el tiempo» significa «aprovechar las oportunidades.» Debemos aprovechar las oportunidades de predicar el Evangelio. 
Queridos hermanos, es correcto que los nacidos de nuevo sirvan al Señor. Es correcto que yo sirva al Señor. Desde que nací de nuevo, he estado sirviendo al Señor, y todos nuestros ministros y trabajadores también han estado sirviendo al Señor. Como bien saben, nuestros ministros y trabajadores están sirviendo al Evangelio ofreciendo dinero para la predicación del Evangelio y para ello entregan todo lo que han ganado con el sudor de su frente. Mucho de los trabajadores del Evangelio tienen negocios. Por eso tienen que encargarse de proporcionar comida, ropa y cobijo por su cuenta y además de ofrecer al Señor la mayor parte del dinero que ganan. Nuestras Iglesias en Corea reúnen bienes materiales y después hacen la obra de crear libros llenos del Evangelio, enviar al extranjero a misioneros, hacer discípulos y establecer a colaboradores en esos países, administrar los fondos utilizados allí, etc. 
Todos los ministros y trabajadores de nuestra Iglesia hacen este trabajo a jornada completa. En el Tabernáculo había botones ornamentales debajo de cada vasija hechos como flores de almendro en los siete brazos de cada palo de las lámparas. Al trabajar duro en los varios negocios que tienen, los trabajadores del ministerio actúan como soportes del Evangelio con sus bienes materiales, y al mismo tiempo, al llevar a cabo la obra de dedicarse por completo a publicar libros, o al encargarse del ministerio de Internet. No solo los trabajadores, sino también nuestros hermanos y hermanas trabajan así. Es correcto para los nacidos de nuevo servir al Señor. Esta es la verdad de la Biblia. 
El Señor dijo que dondequiera que se predique el Evangelio en todo el mundo, lo que esta mujer ha hecho se contará como memoria para ella. Como esta mujer ha servido al Evangelio al perfumar al Señor, el Evangelio se predicó, y dondequiera que la gente reciba la remisión de los pecados, el Señor conmemorará el hecho de que la gente ha podido recibir la remisión de los pecados gracias a que esta mujer sirvió al Evangelio. Esto es lo que estaba diciendo el Señor. Los nacidos de nuevo sirven al Evangelio con ofrendas materiales porque están enormemente agradecidos al Señor, quien ha perdonado todos los pecados y ha borrado todos los pecados de todo el mundo. No es algo que hagan en contra de su voluntad, y no es una obligación de la que dependa su salvación. En realidad es una obra que hacen por su gratitud hacia el Señor. La verdad es que los justos que hemos nacido de nuevo servimos la Señor para predicar al Evangelio porque es lo correcto. 
Los nacidos de nuevo, sean quienes sean, deben vivir completamente por el Evangelio, del mismo modo que esta mujer en la Biblia. De la misma manera en que ustedes y toda la gente que ha recibido la remisión de los pecados, están en esta condición gracias a los que han servido al Señor antes que ustedes, deben servir al Señor como los que lo hicieron antes que ustedes. Servir al Señor es la obra correcta. Servir al Señor en vez de al mundo es lo correcto. Muchas personas han recibido la remisión de los pecados porque ustedes y yo hemos servido al Señor. Aquí mismo hay jóvenes, y hermanos y hermanas adultos. El Evangelio se predica por todo el mundo porque nosotros hemos servido al Señor. La verdad es que el Evangelio se está predicando por el mundo entero porque ahora hay muchos santos que han servido al Señor, incluso arriesgando su vida, como los discípulos de Jesús le sirvieron y predicaron este Evangelio. 
El Señor ha dicho que lo que esta mujer ha hecho será recordado para su memoria. Debemos conmemorar a esta mujer. Debemos conmemorar a los que han vivido sirviendo al Señor uniéndonos a la Iglesia después de recibir la remisión de los pecados. Debemos aceptarlos como personas valiosas. Debemos fijar este objetivo para nuestras vidas. Debemos tener este sueño grandioso en nuestros corazones. Si han estado pensando hasta ahora que todo va bien mientras que ustedes y sus familias tengan que comer y beber, deben cambiar su forma de pensar ahora. Debemos tener el siguiente objetivo: «Debo ganar más dinero para servir al Señor más.» Debemos tener este deseo, esta fe, ofrecer estas oraciones y vivir una vida así por fe. Debemos decidirnos a hacer la obra justa. «Al recibir la remisión de los pecados, debo seguir viviendo por las almas de los demás, no por mí mismo.» Debemos tener esta fe y este corazón. Debemos vivir así. Nuestra manera de pensar y nuestros corazones deben cambiar.
Hemos empezado de una manera humilde. Pero se dice que al final creceremos abundantemente. Después de nacer de nuevo, nuestro comienzo fue muy humilde al servir al Señor. Pero ¿cómo es ahora? Cuando crece la fe, el final será mucho mayor. Queridos hermanos, debemos trabajar para salvar a todas las personas del mundo y este debe ser el objetivo de nuestras vidas. Esta debe ser la razón por la que respiramos. Debemos decidirnos a ganar dinero, pero no solo para tener comida, casa y ropa para nosotros y nuestras familias, sino para salvar a los que no han recibido la salvación y predicarles el Evangelio sirviéndolo. Debemos ser personas que piensen: «Para servir al Evangelio, debo estar sano, y debo ser disciplinado. De ahora en adelante no voy a vivir por mí mismo.»
Ahora debemos tener como objetivo de nuestras vidas la predicación del Evangelio. Esta mujer tenía una fe parecida a la nuestra. Esta mujer, como nosotros, sabía que Jesús era el Salvador y el Cordero de Dios y el Hijo de Dios que cargó con sus pecados al ser bautizado. Al saber que Jesús moriría en su lugar y la salvaría de sus pecados al venir al mundo y ser bautizado, le derramó el perfume sobre Su cabeza por fe. Esta mujer derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús para propagar la obra que Jesús había hecho por todo el mundo, porque Jesús era muy valioso y la había salvado de la muerte. Esta mujer hizo esto porque estaba muy agradecida. 
Ahora, cuando nuestra fe crezca, sus corazones y los míos serán como esta mujer, aunque nadie diga nada. Si han recibido la remisión de los pecados, el objetivo de sus vidas habrá cambiado. Debemos pensar en el Señor y debemos estar agradecidos al Señor. Asimismo debemos ser personas de fe que estén agradecidas por el hecho de que el Señor ha borrado nuestros pecados. Queridos hermanos, ¿no creen que el hecho de que una vida, que había muerto, vuelva a la vida, deba ser algo por lo que estar agradecido? Es algo por lo que debemos estar muy agradecidos. 
Queridos hermanos, para nosotros, Jesús es el Señor que es bueno y lleno de gracia. Por eso ahora esperamos ofrecer el resto de nuestras vidas al Señor. Aunque no puedan hacer grandes cosas o hacer algo en primera línea, deben darse cuenta de que servir al Señor unidos a la Iglesia de Dios es predicar el Evangelio. Debemos seguir viviendo así. Aunque no estemos haciendo la obra de predicar el Evangelio directamente, realizar ofrendas materiales para servir al Evangelio, del mismo modo en que esta mujer derramó perfume sobre la cabeza de Jesús, es algo que vale la pena conmemorar. Como es muy beneficioso para la predicación del Evangelio hacer esto, debemos tomarlo como nuestro objetivo y vivir con esta fe. 
Queridos hermanos, si una persona nacida de nuevo no hace la obra de predicar el Evangelio el objetivo de su vida, esa persona caerá lejos de la gracia. Si alguien vive solo por sí mismo después de nacer de nuevo, no será nadie. Al nacer de nuevo, si alguien no ofrece su vida y la entrega por la obra de servir al Señor, ¿qué le pasará? Que será un desgraciado porque estará sin pecados y en paz pero sin nada que hacer. Por tanto, aunque haya recibido la remisión de los pecados, si no vive por la obra de salvar almas, predicar el Evangelio personalmente u ofrecer sus esfuerzos o cosas materiales para la predicación del Evangelio, se acabará corrompiendo. Será cuestión de tiempo que esa persona se corrompa. 
Como no hay nada que hacer, ¿cómo podemos seguir viviendo correctamente? Cuando esa persona recibe la remisión de los pecados, no tiene nada que hacer. ¿Qué pasa si no tiene nada que hacer? Que perseguirá las cosas del mundo, se enamorará de ellas, seguirá confiando en ellas y recibirá el reconocimiento del mundo. Pero entonces se corromperá y perderá el Evangelio al final. En vez de guiar a la gente al Cielo, esa persona se convertirá en un instrumento del Diablo que hace que gente que tiene fe en Jesús vaya al infierno al inventarse un Evangelio extraño. 
Queridos hermanos, los nacidos de nuevo deben fijar el objetivo de sus vidas en amar a Jesucristo puramente y en hacer la obra valiosa de servir al Evangelio, que es la obra de salvar almas. Si una persona es justa, tiene ese objetivo. Debe preparar su corazón pensando: «El Señor también me ha salvado, así que si les explico este Evangelio a los demás, ellos también recibirán la salvación por fe. Así que viviré por este Evangelio también. To también serviré a este Evangelio. Este es el objetivo de mi vida. Quiero predicar este Evangelio a muchas personas de todo el mundo. Como no lo puedo hacer directamente, serviré al Señor con mis ofrendas materiales.»
Antes de la subida del precio del papel nos costaba unos 35.000 dólares imprimir 10.000 copias de nuestros libros. Por supuesto, nuestros trabajadores que editaban y confeccionaban los libros eran voluntarios a los que no se pagaba, pero si contamos este coste también, el total era de unos 40.000 dólares. Además, para poder enviar los libros por todo el mundo, necesitábamos 20.000 dólares para los gastos de envío. Por tanto, es correcto estimar que el coste total de enviar diez mil copias para que diez mil personas pudieran tenerlas en sus manos, era de unos 60.000 dólares. Aproximadamente cada copia nos cuesta unos 6 dólares. Entonces si ofrecemos unos 6.000 dólares para el Evangelio al mes, con ese dinero, podemos enviar 1.000 copias a los que las hayan solicitado, así que estamos predicando el Evangelio a 1.000 personas al mes. Además cuando estos 1.000 libros se envían por todo el mundo, no se quedan quietos. Algunos libros pasan de la persona que los recibió en primer lugar a otra persona y este proceso se repite varias veces. Por tanto es cierto que muchas personas reciben la remisión de los pecados. 
Queridos hermanos, por eso la obra que hacemos por el Señor y el dinero que ofrecemos al Señor son cosas muy importantes. Esto es de lo que se trata predicar el Evangelio. Cuando proporcionan ayuda al Evangelio, están salvando a los que iban hacia el infierno. Esto es algo fundamentalmente diferente a las obras de construir capillas con ladrillos rojos, comprar bancos o instalar un órgano gigante, cosas que hacen las iglesias del mundo con el dinero que sacan de sus miembros. Estamos haciendo la obra de salvar vidas. Esta es una obra muy importante. Por eso el Señor ha dicho: «Los que han hecho este trabajo serán recordados.» El Señor es el Maestro de todas las cosas del universo. El Señor puede hacer toda esta obra solo, pero como el Señor es Dios y Espíritu, hace la obra de predicar el Evangelio a través de nosotros, Sus siervos. 
Si participamos en la obra valiosa del Evangelio y la servimos, es lo mismo que participar en construir el Reino de los Cielos. Como tenemos el corazón puesto en servir al Señor, Él nos ha dado esta oportunidad. ¿No es muy valiosa esta obra? Si han recibido la remisión de los pecados de verdad, deben ofrecer su vida a la obra de salar a otras almas. Además, deben hacer que el objetivo de su vida sea predicar el Evangelio a los demás, y entonces deben vivir el resto de sus vidas por este objetivo. Debemos vivir con esta fe. ¿Lo entienden?
Queridos hermanos, muchas personas han hecho sacrificios por el Evangelio. No solo han servido al Señor con cosas materiales, sino que muchas otras personas han ofrecido su juventud por el Señor. ¿Cuál es la diferencia entre los ministros y los santos laicos? Los ministros y los que trabajan a jornada completa son diferentes de los santos laicos en que los primeros han entregado todas sus vidas al Señor. Por supuesto, los hermanos y hermanos laicos también sirven al Señor de una manera valiosa. Entre los santos laicos hay un gran número de ellos que son valiosos. Esto es algo digno de ser conmemorado. 
Pero los ministros y los trabajadores a jornada completa son un poco diferentes. Han ofrecido sus vidas al Señor. Han ofrecido, no solo sus cosas materiales, sino también su juventud. Como dice el pasaje de las Escrituras: «Que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional» (Romanos 12, 1), ofrecer la juventud es algo muy valioso. 
La obra de servir al Señor es una obra inmensamente valiosa. La gente que participa en esta obra, está participando en una obra muy valiosa. Espero que ustedes también participen en esta obra tan valiosa. No les pido que lo hagan en este momento, sino que gradualmente participen en la obra de servir al Señor con el tiempo mientras guardan su fe en sus corazones y la ven crecer. Entonces, a través de los que participan en la obra de servir a este Evangelio, creo que podrá ser predicado por todo el mundo con gran vigor. 
No estoy diciendo estas palabras para que me hagan una ofrenda monetaria ahora. Jesús dijo: «Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella» (Mateo 26, 13). Quiero que graben en sus corazones estas palabras de Jesús y espero que conozcamos las intenciones del Señor un poco mejor. ¿Creen? Estoy seguro de que sí. 
Tengo mucho que decir. Después de nacer de nuevo al haber encontrado el Evangelio del agua y el Espíritu y haber creído en él, el cual dice que el Señor ha borrado todos mis pecados y los de la gente del mundo, la primera oración que ofrecí fue así: «Querido Dios, el Evangelio no se encuentra en ninguna parte de este mundo. Permíteme que lo predique por todo el mundo.» Esta oración fue la primera que ofrecí después de que todos los pecados de mi corazón hubieran desaparecido. 
Cuando nacemos de nuevo, nos convertimos en niños. Puede que nos preocupemos de lo siguiente: «Tengo que vivir con estas cosas, pero cuando se acaben, ¿cómo viviré?» Y entonces el corazón será como el de un niño. Después de nacer de nuevo todo el mundo es así. Queridos hermanos, sea quien sea, la gente suele pensar que morirá sin dinero después de haber nacido de nuevo. Después de que yo naciera de nuevo, pensé: «Este Evangelio no se encuentra en todo el mundo, pero yo lo conozco, ¿cómo puedo ignorarlo? Bueno, el Señor dijo: ‘A quien se le da mucho, se le pide mucho.’» A través de la Palabra, Dios me ha dado ánimos y me ha enseñado mucho. «¿Acaso no lo sabes? ¿No tienes mucho? Predica el Evangelio entonces.» Como estaba tan agradecido, aunque no tenía habilidades propias, oré y después, cuando me encontraba con cualquier persona, le predicaba el Evangelio. Aunque en muchas ocasiones prediqué la Palabra de manera desorganizada, cuando me encontraba con gente y le predicaba el Evangelio del agua y el Espíritu, recibía la remisión de los pecados.
Después de que naciera de nuevo, el tiempo pasaba tan deprisa que no me daba ni cuenta. No sé cómo he llegado tan rápido a los 50. No me acuerdo muy bien de cómo he llegado a esta edad ahora mismo. Incluso antes de nacer de nuevo, creía en Jesús y pensaba: «El Evangelio no se encuentra en ningún sitio, pero ¿cómo puedo seguir viviendo por mí mismo?» Así que empecé a predicar este Evangelio. 
Pero no es fácil predicar el Evangelio a las personas con las que te encuentras. Por ejemplo, si hubiese aquí dos o tres personas que no hubiese recibido la remisión de los pecados, tendría que gritar. Solo entonces estas almas podrían rendirse a la Verdad y podrían ser salvadas. Tengo que derribar los pensamientos de estas personas, las cosas que han aprendido, las convicciones religiosas y otras cosas con la Palabra, y entonces les tengo que contar la Verdad y vencer a todas las mentiras que las tenían poseídas. Cuando tengo que hacer esto mi voz se vuelve más brusca.
Pero mientras seguí predicando el Evangelio hubo veces en que no tuve tiempo suficiente para compartir palabras con la gente, y en muchas ocasiones pensé: «En momentos como este sería bueno tener un libro para dárselo a esta persona. Si esta persona está buscando la Verdad, podrá recibir la remisión de los pecados leyendo el libro.» Además pensé que incluso los extranjeros podrían recibir la remisión de los pecados al leer libros que contuviesen este Evangelio. Esta idea empezó a estar más clara con el tiempo. 
Así, de manera exigua, empezamos nuestro ministerio literario. Empezamos este ministerio para poder predicar el Evangelio de una forma más eficiente. Al principio recibimos una pequeña cantidad de dinero para el ministro literario, y con ese dinero compré una fotocopiadora que costó 600 dólares. Durante el día predicaba el Evangelio en la Mission School, y por la noche me iba a casa después de haber terminado el culto y ponía la fotocopiadora durante toda la noche para que trabajase. Entonces a veces me quedaba dormido delante de ella sin darme cuenta. Cuando me levantaba por la mañana, como pueden imaginarse, la fotocopiadora todavía estaba en marcha. Así que ¿pueden imaginarse la factura de la electricidad y los toners que gastaba?
Cuando distribuía el material impreso a los estudiantes de nuestra Mission School, les decía: «Pegar esto a los postes eléctricos y aseguraos de que no se despegan usando un pegamento fuerte.» Cuando lo pegaron todo, estaban tan bien pegados que se quedaron en el sitio durante más de un año. No se despegaron ni cuando las mujeres de la limpieza del ayuntamiento intentaron quitar los papeles con cepillos. No se pudieron quitar porque se habían pegado con superglue.
Yo me hice cada vez más codicioso. «Ahora mismo las copias salen de un solo color, pero ¿no sería mejor si las hiciésemos con más color?» Por eso compre tóner de color e imprimí panfletos, actuando más frívolamente. Los panfletos que hice entonces puede que todavía estén en nuestro departamento de edición. Empezamos el ministerio literario así pero, ¿no creen que ha crecido mucho ahora? La verdad es que la gente puede leer sobre el Evangelio a través de nuestros libros y entran en contacto con la Verdad. Incluso una mujer japonesa llamada Itakaki Misao está leyendo nuestros libros, compartiendo con una de nuestras hermanas en el Evangelio. Ahora podemos contar el Evangelio en japonés a través de nuestros libros. A través de estos libros es posible predicar el Evangelio a los que creen en Jesús y a los que no creen.
Hace unos años, algunos de nuestros pastores y yo visitamos a la diacona Soon-ok Park que vivía en Japón y ella nos enseñó un parque famoso en Tokio. Era un parque muy limpio y bonito, con muchos árboles de loto que estaban floreciendo. Pero, mientras estábamos, entregamos libros como lo habíamos hecho en Corea, y a la gente les gustaron. Cuando entregamos libros de esta manera, el Evangelio se propaga a los japoneses también. Nosotros hemos servido al Señor y hemos hecho sacrificios mediante donaciones monetarias y, gracias a que servimos al Señor, los que tengan que creer, creerán. Cuando ganan dinero y se lo ofrecen al Señor para predicar el Evangelio, la gente de varios idiomas de todo el mundo recibe la remisión de los pecados a través de estos libros que hemos traducido y que les hemos enviado. 
En la Biblia, la mujer simboliza a la Iglesia. Así, como dijo el Señor: «Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella.» Gracias a los sacrificios de la Iglesia de Dios por el Evangelio, este se puede predicar por todo el mundo, y el Señor recuerda todo este trabajo. 
Dios recuerda y conmemora esta obra de servir al Señor que nosotros hacemos. Cuando alguien es salvado, el Señor recuerda lo siguiente: «Esta alma recibió la salvación porque alguien sirvió al Evangelio y al Señor.» Por eso ustedes y yo, después de haber recibido la remisión de los pecados, debemos servir al Señor. Cualquier persona que haya nacido de nuevo debe hacer lo mismo que esta mujer y darse cuenta de que la salvación que ha recibido es una salvación muy valiosa. Además debe servir al Señor para que no solo las almas de su alrededor sean salvadas, sino que todo el mundo pueda recibir la salvación. 
¡Aleluya!