( Gálatas 1:1-12 )
«Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos), y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios el Padre y de nuestro Señor Jesucristo, el cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema. Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo. Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo».
La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de Jesucristo es la esperanza de la humanidad
Este mundo ha entrado en la era de la destrucción y la hambruna. Saben con intuición en nuestras vidas diarias que el día de la destrucción no está lejos para la humanidad, mientras nos enfrentamos a desastres naturales cada vez peores a causa del cambio climático, la hambruna, las enfermedades, los conflictos diplomáticos y amenazas de seguridad. Se dice que los que andan por una cuerda floja ponen todas sus expectativas en la cuerda, porque saben que morirán si se rompe la cuerda. La gente de todo el mundo es como estos que andan por la cuerda floja. La humanidad está caminando por una niebla densa sin poder ver ni tan siquiera un centímetro delante de ellos y sin ninguna garantía de futuro. En tiempos como estos, hay Uno que ha hecho brillar la luz de la salvación y un solo rayo de esperanza sobre la humanidad, y Su nombre no es otro que Jesucristo, quien cargó con los pecados de la humanidad a través de Su bautismo y ha hecho que los creyentes sean Su pueblo. La esperanza de la humanidad está en este Dios, Jesucristo, quien ha librado a todo el mundo del pecado.
Los seres humanos están ahora viviendo en una era donde es imposible tener esperanza por el futuro sin Jesucristo. Las bendiciones de la remisión de los pecados se encuentran ahora en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Verdad de la remisión de los pecados que Jesús le dio a la humanidad entre los años 1-33 d.C. Sé que la verdadera remisión de los pecados para todos viene por la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Es absolutamente importante que se den cuenta ahora de que deben salir del evangelio sincretista y religioso creado por Constantino. Desde el 313 d.C. hasta el 2022, hemos sido engañados por los mentirosos. A través de Su bautismo, Jesucristo cargó con todos los pecados de todo pecador cometidos hasta el último día de la humanidad, y los ha borrado para siempre con la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, es nuestra esperanza y oración más sincera que todos los seres humanos crean en esta Palabra del Evangelio y así encontrar la gracia de la Palabra para recibir la remisión de los pecados y nacer de nuevo.
La gente de todo el mundo debe pensar en su fin inminente y vivir de acuerdo con ello, con su esperanza en el hecho de que las infinitas bendiciones de salvación se encuentran en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de nuestro Señor Jesucristo. Incluso en este momento, todos los seres humanos pueden ser salvados si ponen la esperanza de la salvación en el bautismo de nuestro Señor y Su muerte. Al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de la remisión de los pecados que Jesucristo nos ha dado a todos nosotros, debemos vivir con la esperanza del Cielo. Podemos ver un futuro mejor solo si ponemos nuestra esperanza en la remisión de los pecados que Jesucristo nos ha dado.
Jesucristo es el Salvador de la humanidad
En Gálatas 1:1, del pasaje de las Escrituras de hoy, el Apóstol Pablo dice que no se convirtió en apóstol por los hombres ni por escuchar de ellos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que elimina los pecados, sino solo por la revelación de Dios, nuestro Padre, quien envió a Jesucristo a este mundo y lo levantó de entre los muertos.
Es importante entender por qué el Apóstol Pablo llamó a Jesús “nuestro Señor Jesucristo” en Gálatas 1:3, en vez de simplemente Jesús. Debemos pensar detenidamente sobre por qué el Apóstol Pablo se refirió a Jesús como “Cristo”. La Epístola que Pablo comienza con el nombre “Cristo” tiene un significado profundo. Debemos darnos cuenta de que, cuando el Apóstol Pablo habla de “Cristo”, se debe a que Jesús tiene el cargo de Sumo Sacerdote del Cielo, y también que es el Rey de reyes, el verdadero Profeta y el Salvador.
En la Biblia, la palabra “Cristo” significa, ante todo, “ser ungido”. Solo hay tres ocasiones en las que se unge alguien en la cabeza en las Escrituras: primero, cuando hay un nuevo rey; segundo, cuando se ordena a un Sumo Sacerdote; y tercero, cuando se levanta un profeta. En el Antiguo Testamento, cuando un Sumo Sacerdote era ungido, se llenaba un cuerno grande con aceite y se vertía sobre la cabeza de la persona que iba a ser Sumo Sacerdote.
La palabra Cristo, es decir, ser ungido, se refiere a los tres cargos y funciones que el Hijo de Dios asumió cuando vino al mundo. El ungido en la Biblia asumía funciones sumamente importantes, y por eso era ungido, para indicar que tenía que cumplir estas responsabilidades confiadas por Dios.
Jesucristo vino a este mundo encargado de los tres cargos de Rey, Sumo Sacerdote y Profeta, y cumplió Sus deberes para salvar de los pecados a todos los que viven en este mundo. El nombre Cristo significa que ha salvado a los pecadores de este mundo de todos sus pecados a través de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Como “Ungido” cumplió con los tres cargos implicados en Su nombre.
El Espíritu Santo es el “Espíritu de Dios” y este Espíritu se entrega a todos en esta era que han recibido la salvación de los pecados al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. No debemos olvidar el hecho de que Dios otorga el don del Espíritu Santo a todos los que reciben la remisión de los pecados en su corazón.
Jesucristo es el Salvador ungido por Dios Padre para cumplir Sus tres cargos en este mundo. Cuando Jesucristo vino a este mundo, fue bautizado por Juan el Bautista según la voluntad de Su Padre para cargar los pecados del mundo sobre Su cuerpo. Jesús hizo todo esto para cumplir con Su deber como Sumo Sacerdote del Cielo. No debemos olvidar que, a través del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista con el que cargó con los pecados del mundo, y así se ha convertido en nuestro Sumo Sacerdote. Para eliminar los pecados de la humanidad para siempre Jesús fue a buscar a Juan el Bautista para que le bautizase. En el año 30 d.C., cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, todos los pecados del mundo fueron pasados a Su cabeza y la voluntad de Dios se cumplió para la humanidad.
En el 30 d.C., mucho antes de que naciésemos, Jesús aceptó los pecados del mundo sobre Su cuerpo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y pudo salvarnos a los creyentes al derramar Su sangre en la Cruz. Al venir a este mundo, ser bautizado por Juan el Bautista y entregar Su cuerpo en la Cruz, Jesús pudo cumplir el propósito por el que vino como Sumo Sacerdote del Cielo y llevó a cabo Sus deberes.
Jesús vino a este mundo como el Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos para librar a Su pueblo de los pecados del mundo en los que había caído. Como Sumo Sacerdote del Cielo, Jesús fue a buscar a Juan el Bautista, el representante terrenal que cumpliría su deber como Sumo Sacerdote del mundo, y le dijo que era correcto que Él cargara con los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista. Está escrito: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó» (Mateo 3:15). Para salvar a Su pueblo de sus pecados, Jesús cargó con todos los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista y así es cómo pudo eliminarlos todos. Jesucristo es el Sumo Sacerdote del Cielo, quien, al haber sido bautizado por Juan el Bautista, entregó Su cuerpo en la Cruz para pagar el precio de los pecados de la humanidad.
Por tanto, como el Señor Jesús ha cumplido Su deber como Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos, debemos aceptar la gracia de la remisión de los pecados que ofrece a quien crea en Él, y así alcanzar la salvación de todos nuestros pecados para entrar en el Cielo. De lo contrario acabaremos en el infierno, reservado solo para los pecadores. Esto se debe a que Jesús, al cumplir Su ministerio como nuestro Cristo, cargó con todos los pecados de la humanidad a través de Su bautismo y entregó Su vida en la Cruz para pagar el precio de los pecados de la humanidad. Esto ocurrió en el 33 d.C. Hace unos 2.000 años, mucho antes de que naciésemos, Jesús fue bautizado y así cargó con todos los pecados de la humanidad sobre Su cuerpo.
Por tanto, si aceptan en su corazón la remisión de sus pecados al creer ahora en la Palabra del bautismo y muerte de Jesús, el Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos, serán salvados de sus pecados. Esto también significa que todos sus pecados fueron pasados a Jesús hace 2.000 años, cuando Jesús cargó con ellos a través de Su bautismo. Es absolutamente indispensable que creamos en la Verdad de que Jesús fue bautizado hace 2.000 años para cargar con sus pecados y los míos y así recibir la remisión de los pecados en su corazón.
Para ser más preciso, Jesús, el Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos cargó personalmente con los pecados del mundo sobre Su propio cuerpo a través de Su bautismo hace 1.989 años y murió en la Cruz, y los que creemos en esta Verdad de salvación hemos recibido la remisión de los pecados en el corazón al creer en la justicia de Dios de todo corazón. ¿Lo entienden ahora? Está claro como el agua que, a través de Su bautismo, Jesús cargó con todos los pecados del mundo, desde los pecados de Adán, el primer hombre, hasta los pecados del último hombre de la historia, y por eso hemos alcanzado la salvación de todos nuestros pecados a través de la fe. Por tanto, como nuestros pecados fueron redimidos para siempre gracias al bautismo de Jesús y Su sangre, es a través de nuestra fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que hemos recibido la remisión de los pecados.
Ahora, para todos nosotros, solo al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu somos salvados de todos nuestros pecados. Para salvar a la humanidad de todos los pecados, Jesús vino a este mundo a buscarnos con el cargo de “Sumo Sacerdote del Cielo”. Entonces, fue a ver a Juan el Bautista, el único hombre en este mundo que podía ser el Sumo Sacerdote de la humanidad, y el Señor fue bautizado por él. En el momento de este bautismo, Jesús aceptó todos los pecados de la humanidad en Su cuerpo y entregó Su cuerpo en la Cruz. Al hacerlo, se convirtió en la verdadera ofrenda para todos Sus creyentes y así se convirtió en su Salvador.
Como Jesucristo cargó con los pecados de este mundo en Su cuerpo al ser bautizado cuando vino a este mundo, cumplió la ley de Dios que decreta que “el precio del pecado es la muerte”. Es el Salvador que nos ha dado la salvación. Para cargar con la condena de los pecados de la humanidad según la palabra de profecía del Antiguo Testamento, Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz por esos pecados y se levantó de entre los muertos de nuevo. . Es el Salvador que ha cumplido por completo Su deber como Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos.
Para la salvación de los pecadores, Dios Padre envió a Su único Hijo Jesucristo a este mundo, y Cristo, al cargar con todos los pecados de la humanidad a través de Su bautismo y morir en su lugar, ha entregado la verdadera salvación a todos los que creen en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de salvación. Jesús ha cumplido nuestra salvación perfectamente para que los que creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu podamos ser salvados de todos nuestros pecados y convertirnos en hijos santos de Dios. Por eso el Apóstol Pablo alaba a Dios en el pasaje de las Escrituras de hoy, diciendo: “A quien sea la gloria por los siglos de los siglos”.
¿Cuál es el evangelio diferente del que habla el Apóstol Pablo?
En Gálatas 1:6, el Apóstol Pablo explica lo que es un “evangelio diferente”: «Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente». La frase «alejado del que os llamó por la gracia de Cristo» se refiere a los que niegan que Jesús cumpliese Su deber como Sumo Sacerdote del Cielo completamente. Al eliminar los pecados de la humanidad para siempre con el bautismo que recibió de Juan el Bautista, y al morir en la Cruz, Jesucristo ha abierto las puertas del Cielo. Por tanto, los que abandonan esta Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu e intentan ser salvados de sus pecados al añadir su obra carnal, como la circuncisión, están traicionando la verdadera salvación que Dios les ha dado.
En aquel entonces, aunque los corazones de los creyentes gálatas ya habían sido redimidos de sus pecados y se habían convertido en el pueblo de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu predicado por el Apóstol Pablo, estaban volviendo a la creencia de sus antecesores en la circuncisión e intentando obtener la aprobación como pueblo de Dios al confiar en su circuncisión. Sin embargo, la Verdad de la salvación que el Apóstol Pablo les había predicado era la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo cargó con todos los pecados de la humanidad y los eliminó para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista y morir en la Cruz.
Esta Verdad de salvación es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús cumplió cuando vino a este mundo en 1-33 d.C. Cuando Pablo se encontró con Jesús de camino a Damasco y creyó en Él, la Palabra del Evangelio que Jesús le dio era el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero, traicionando la Palabra de este Evangelio a través del cual Jesús había salvado a la humanidad de los pecados del mundo, algunos en la iglesia de Galacia estaban buscando otro evangelio. El Apóstol Pablo advirtió a estos apostatas severamente, no solo una vez, sino dos, de que quien predique cualquier evangelio que no sea el predicado por Pablo sería maldecido por Dios.
Pablo estaba atónito por lo que estaba pasando en la iglesia de Galacia y señaló lo insensato que era afirmar estas enseñanzas falsas ante Dios. Aunque Jesús ya había cumplido la Verdad de la salvación que les permitió nacer de nuevo del agua y el Espíritu, los santos de la iglesia de Galacia, incluso después de creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, seguían tratando de alcanzar la salvación al añadir la tradición judía de la circuncisión y otros aspectos legales del judaísmo a su fe. Era completamente absurdo.
Estas personas en la Iglesia Primitiva estaban obstruyendo el ministerio del Evangelio del agua y el Espíritu que Pablo llevaba a cabo. Estas personas también se encuentran en la Iglesia de hoy. Mientras vivimos en la Iglesia de Dios, están indirectamente obstruyendo el ministerio que nuestros hermanos y hermanas, que han sido salvados de todos los pecados por fe, están llevando a cabo con su trabajo duro y fe para predicar el Evangelio. A estas personas no les importa la autoridad de la Iglesia. Todo lo que quieren es explotar a la Iglesia para recibir ganancias materiales. Su única meta es el dinero. Solo buscan reconocimiento y quieren que los santos los sirvan y mandar sobre ellos. Estas personas son el cáncer de la Iglesia. Es mejor alejarnos de ellos. Debemos dejarlos e ir por nuestro camino. No podemos asociarnos con los defraudadores espirituales.
Cuando Jesús vino a este mundo como el Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos, aceptó todos los pecados de la humanidad de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista y cumplió con Su deber sacerdotal completamente al morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos. Para los santos en la iglesia de Galacia no habían ni pasado 30 años desde la ascensión de Jesús al Cielo. Pero, algunos de ellos ya estaban siguiendo un evangelio diferente, el evangelio de la circuncisión, en vez de la Verdad del Evangelio que Jesús les había dado para nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Pablo pensó que esto era intolerable.
¿Cuál es el “evangelio diferente” del que habla el Apóstol Pablo para esta era presente?
Por desgracia, estos dogmas también se encuentran en la fe reformada del protestantismo liderada por los reformadores religiosos del siglo XVI. Aunque los reformadores protestantes en la Edad Media quisieron regresar a la salvación de Dios y dejar el evangelio sincretista inventado por el Emperador Constantino, la verdad es que estos reformadores también estaban arraigados en ese evangelio sincretista.
En el primer Concilio de Nicea, Constantino se inventó la religión de la Cruz al mezclar diferentes religiones del mundo. Más adelante, cuando los reformadores protestantes abandonaron el evangelio sincretista de Constantino, se inventaron sus doctrinas cristianas al tomar prestado de la filosofía y enseñanzas humanísticas del mundo como Constantino. Los reformadores como Calvino, Lutero y otros líderes protestantes tenían sus propias creencias y discutían por los dogmas. Utilizando los pensamientos filosóficos e infundiendo al cristianismo con ideas humanísticas, convirtieron sus creencias egoístas en doctrinas y llevaron a los creyentes por el mal camino.
Ahora es el momento de volver al Evangelio del agua y el Espíritu que la Biblia nos enseña, y por esta fe empezar otra reforma religiosa. Nuestro Señor y el Espíritu Santo se regocijarán entonces. Echemos un vistazo a algunas doctrinas cristianas creadas por los reformadores que lideraron la Reforma durante la Edad Media. Influenciados por la filosofía griega, sus doctrinas seguían esa lógica. Un buen ejemplo es la doctrina de la santificación incremental, que afirma que la naturaleza humana puede cambiarse gradualmente. Sin embargo, cuando se mira con la lente de la Palabra de Dios, vemos que esta doctrina no es más que una noción filosófica absurda y falsa que sale de los pensamientos propios.
La doctrina de la elección incondicional es otra doctrina increíble que no tiene ningún sentido. Esta doctrina también es el producto de los pensamientos propios estúpidos que limitan el amor y la misericordia de Dios. Así que, en vez de simplemente creer a ciegas en estas doctrinas creadas por los reformistas protestantes en el siglo XIV, debemos regresar a la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de que el Señor, el Sumo Sacerdote del Cielo, nos ha dado a todos, y una vez más reformar el cristianismo basándonos en la Palabra de Dios. Todos debemos regresar a la palabra del Evangelio del agua y el Espíritu verdadero que Jesús cumplió en el 1-33 d.C. para eliminar los pecados de la humanidad y llevar a los creyentes al Reino de los Cielos, al mismo Evangelio en el que creyeron los discípulos de la Iglesia Primitiva.
También debemos darnos cuenta, al ir más atrás en el tiempo, al 313-325 d.C., que el Evangelio sincretista producido en el concilio religioso de Constantino no es la Verdad de la salvación. De ahora en adelante, todos los cristianos protestantes deben dejar de creer en la doctrina religiosa del evangelio sincretista pasado desde la Edad Media, y deben volver a la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado, creer en él y recibir en sus corazones la gracia que elimina los pecados.
Al nacer en este mundo, Jesucristo, el Salvador de la humanidad, eliminó todos los pecados de toda la raza humana para siempre al ser bautizado a los 30 años. Debemos volver a este Evangelio que nos permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu, creer en él de corazón y convertirnos en el pueblo y siervos del Señor como Pablo y Abraham fueron hombres de fe. Así que les pido que se libren completamente de la religión de la Cruz que está incrustada en su corazón y vuelvan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
La mencionada “religión sincretista” se refiere a la religión que se creó en el Primer Concilio de Nicea celebrado en el 325 d.C. Con las dificultades a las que se enfrentaba el Imperio Romano, Constantino tenía que llevar unidad a sus súbditos, así que se inventó el Credo de Nica y promulgó este evangelio sincretista. Cuando examinamos el contenido de este credo, podemos verificar que creó una religión romana, dejando fuera lo que hay escrito sobre el bautismo del Señor a través del cual aceptó los pecados de la humanidad sobre Su cuerpo.
El Evangelio proclama que el Señor ha salvado a la humanidad de sus pecados para nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Hablar de la obra de salvación del Señor dejando fuera la Palabra del bautismo de este Evangelio, es decir, sin predicar cómo Jesucristo aceptó los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista, es cometer fraude, y al final no trae más que la muerte a las almas de las personas. Cuando comparamos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor le ha dado a la humanidad con la fe de los cristianos de hoy que predican solo la Cruz, vemos que hay diferencias importantes.
Constantino quiso integrar varias creencias religiosas de sus súbditos y crear una sola religión, y lo utilizó para llevar la unidad a los súbditos del Imperio Romano Occidental y Oriental. Así que era absolutamente necesario que se inventara una sola religión que sincretizase diferentes creencias. Tras su ascensión de mero general al trono imperial para gobernar el Imperio Romano, Constantino estaba pasando por una crisis política urgente y necesitaba adoptar una política que trajese mayor unidad a sus súbditos divididos entre el Imperio Oriental y Occidental. Por tanto, se sintió obligado a crear una religión sincretista basada en las creencias de los primeros cristianos de su tiempo y sus enseñanzas éticas, para encontrar un ancla para la unidad de sus súbditos en todo el Imperio Romano, desde oriente a occidente. En otras palabras, para que Constantino construyese un Imperio Romano unificado sin forzar a sus súbditos a abandonar sus religiones paganas antiguas, necesitaba sincretizarlos con “credos cristianos”.
En aquel entonces, el Emperador Constantino creía en el dios sol y era un sacerdote de esta religión. Así que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa si podía unificar el Imperio Romano bajo una religión sin tener que abandonar la suya propia. La solución que aportó fue crear una religión sincretista y utilizarla para unificar a sus súbditos. Así que, aunque Constantino parecía estar haciendo un gran favor a los cristianos, en realidad lo que hizo fue demoler la fe de la Iglesia Primitiva y crear una religión sincretista para cumplir sus objetivos políticos. Esta religión es la Iglesia Católica. La palabra católica significa universal, e incluso en el siglo XXI la Iglesia Católica es la que promueve el movimiento ecuménico que trata de unir todas las religiones del mundo en una sola.
Los que defienden el movimiento ecuménico tratan de unificar multitud de religiones del mundo en una religión, desde el budismo al cristianismo, la iglesia ortodoxa e incluso el chamanismo. Sin embargo, esto es una blasfemia, similar a la de la Torre de Babel en Génesis, por la que Dios maldijo a la humanidad. Dios no estaba contento cuando vio que toda la humanidad se unía bajo un mismo idioma. De la misma manera, la religión sincretista se levanta contra el Dios Trinitario. Bajo el dominio de Constantino, la gente de la Roma antigua llegó a disfrutar de una libertad religiosa mayor dentro del sincretismo. Este era el tipo de religión que los romanos querían. Así que, incluso en la actualidad, hay personas que buscan la oportunidad de sincretizar diferentes religiones de todo el mundo para conseguir sus propias metas.
Utilizando la religión sincretizada producida en el Primer Concilio de Nicea y su Credo (que se convirtió en el Credo de los Apóstoles) Constantino pudo lograr sus objetivos políticos al proporcionar la unidad a sus súbditos bajo una religión. De esta manera, pudo asegurar la unidad del Imperio Romano Oriental y Occidental anclándolo en la religión sincretista que él había creado.
El Credo de los Apóstoles dice lo siguiente:
“Creo en Dios, el Padre Todopoderoso,
creador del cielo y la tierra.
Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor.
Quien fue concebido por el poder del Espíritu Santo
y nació de la Virgen María.
Sufrió bajo Poncio Pilato,
fue crucificado, muerto y sepultado.
Descendió a los muertos.
Al tercer día se levantó de nuevo.
Y ascendió a los cielos
y está sentado a la derecha del Padre.
Y volverá de nuevo a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo,
la santa Iglesia Católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección del cuerpo,
y la vida eterna. Amén”.
Lo que falta aquí antes de la frase: “Sufrió bajo Poncio Pilato” es lo siguiente: “Cargó con los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista”. Podemos ver de esta omisión que los que crearon el Credo de los Apóstoles dejaron de lado a propósito la Palabra del bautismo que nos permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu, para que pudieran crear una religión sincretista. No deseamos convertirnos en practicantes de la religión del mundo que creen solo en la Cruz de Jesús sin creer que cargó con todos nuestros pecados. Esto se debe a que el Señor quiere que creamos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que puede eliminar todos nuestros pecados, como el Apóstol Juan creyó en este Evangelio.
Está escrito en 1 Juan 5:5-9: «¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio; porque el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno. Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan. Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo». Aquí, Juan nos está diciendo que, aunque creamos que Jesús fue crucificado hasta la muerte y se levantase de entre los muertos en tres días, si no tenemos la Palabra del bautismo a través de la cual Jesús cargó con nuestros pecados, no tenemos nada que ver con Jesús.
La situación a la que se enfrentaba el Emperador Constantino en aquel entonces era crítica. Superficialmente, tenía que reforzar su ejército para obstaculizar la invasión extranjera, e internamente, necesitaba una religión que pudiese unir el corazón y la mente de sus súbditos. Así que Constantino consideró necesario apaciguarlos creando una religión sincretista anclada en el sistema de creencias de los cristianos. Por tanto, escogió crear la Iglesia Católica, una religión universal que sincretizó el credo de los apóstoles con las creencias religiosas tradicionales y filosóficas de sus súbditos romanos.
El que la religión de la Cruz sea una religión sincretizada se muestra simbólicamente en el altar de la Basílica de San Pedro en el Vaticano. En las columnas y la parte superior del altar mayor, hay grabadas imágenes de serpientes, el sol y el dios egipcio Amón-Ra. En la parte superior de los pilares, hay una Cruz de Jesús junto con el dios sol. Constantino originalmente era un sacerdote del dios sol adorado por su padre, y quiso ser el líder de la iglesia sin renunciar a sus creencias paganas. Así que, para ello, celebró un concilio religioso y, a través de este concilio, pudo crear el Credo de Nicea y proclamarse el líder de esta religión sincretista.
El Emperador Constantino logró unir todas las religiones del Imperio Romano, Oriental y Occidental, bajo una sola religión sincrética de la Cruz. Utilizando esta religión sincrética de la Cruz, no solo engañó a la gente de su tiempo, sino también a los reformadores religiosos y sus descendientes, los Protestantes de la actualidad. A través de esta religión sincrética suya, el Emperador Constantino logró engañar a multitud de cristianos del 313-2022 d.C., y también pudo cumplir sus deseos carnales y conseguir sus objetivos políticos. Sin embargo, a causa de la religión que utilizó para sus objetivos políticos, Constantino acabó convirtiéndose en un siervo de Satanás.
Como consecuencia, aunque los cristianos de todo el mundo querían ser salvados al creer en Jesús, como están bajo la influencia de una religión sincrética, han caído en la idolatría y se han convertido en soldados de Satanás. Como podemos ver, Constantino es el hombre responsable de producir doctrinas cristianas filosóficas, engañando a los reformadores protestantes del siglo XVI, así como a los cristianos de hoy en día, para que creyesen en estos dogmas. Su inmensa influencia no solo llega a los creyentes católicos, sino también a las iglesias reformadas y su descendencia.
Por tanto, todos los que se creen cristianos deben dejar de lado la fe de la religión sincrética y volver a la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor entregó en la era de la Iglesia Primitiva. Deben nacer de nuevo de todos sus pecados al creer en la Palabra del bautismo que Jesús recibió para cargar con nuestros pecados y la Palabra de la Cruz. Los que creen en las doctrinas cristianas creadas por los reformadores religiosos en la Edad Media deben darse cuenta de que estas doctrinas no son más que creencias religiosas humanas, y deben volver ahora el Señor y creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad real de la salvación.
Los teólogos de hoy en día dicen que sus propias doctrinas son las verdaderas. Sin embargo, debemos dejar de lado estas creencias y darnos cuenta de que es la hora de abrir nuestros corazones y escuchar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu escrita en ambos Testamentos de la Biblia y creer en este Evangelio. El Señor nos ha dado una oportunidad de eliminar nuestros pecados. Debemos aprovecharla ahora y creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu con acción de gracias. De hecho, hemos sido engañados por los malhechores. Engañados también por los reformadores religiosos, todavía seguíamos siendo personas cuyos corazones tenían que ser lavados por los pecados.
Sin embargo, aunque estamos viviendo en el siglo XXI, nuestro Señor justo y santo quiso salvarnos al eliminar nuestros pecados con la Palabra del bautismo que recibió de Juan el Bautista, y al cargar con la condena de nuestros pecados en nuestro lugar. Y el Señor está ofreciéndonos ahora esta gracia de la salvación a través de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor es el Salvador eterno que cargó con todos los pecados de todos los pecadores a través de Su bautismo. Al darnos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu a todos los que vivimos en este mundo, quiere librar a todos los seres humanos de la religión del evangelio sincrético y darles la verdadera salvación. A todos los que anhelan eliminar todos sus pecados, el Señor quiere darles la remisión de los pecados para que nazcan de nuevo.
¿Conocen la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos ha dado? ¿Creen en este Evangelio del agua y el Espíritu? ¿O creen en un evangelio sincrético?
Volviendo a la era de la Iglesia Primitiva, piensen en cómo los creyentes gálatas predicaron un evangelio diferente, diciendo que la salvación se alcanzaba solo si se creía en la circuncisión además de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Como los creyentes gálatas, el Emperador Constantino también quiso crear una religión sincrética mezclando la fe de los santos de la Iglesia Primitiva con las religiones del mundo. Es absolutamente crítico que nos demos cuenta de esto y lo rechacemos. El Credo de los Apóstoles que Constantino creó en el Primer Concilio de Nicea no es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu del que habla el Señor en la Biblia, y por tanto, los que intentan alcanzar la salvación al creer en esta religión sincrética de Constantino fracasarán. Aunque la religión sincrética trató de corromper la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu predicado por los apóstoles de la Iglesia Primitiva, al final fracasó. Esto se debe a que el Evangelio del agua y el Espíritu cumplido por el Señor, el Salvador de la humanidad, es la Verdad que no puede mezclarse con nada más.
La Palabra que el Apóstol Pablo predicó a los santos gálatas en la era de la Iglesia Primitiva era el Evangelio que proclamaba que, como el Señor cargó con todos los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista cuando vino a este mundo, pagó el precio de los pecados del mundo al morir en la Cruz mientras cargaba con ellos. Y los santos gálatas habían creído en esta Palabra. Pablo estaba recordando una vez más a la iglesia gálata la Palabra del Evangelio, que Jesús había salvado a la humanidad de sus pecados a través de Su bautismo y Su muerte en la Cruz.
Pablo dijo: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gálatas 3:27). Pablo aquí estaba hablando de cómo el Señor Jesús había tomado todos los pecados de este mundo a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Estaba diciendo a los santos gálatas la Verdad, que Jesús aceptó y eliminó todos los pecados de este mundo para siempre a través del bautismo que recibió en el río Jordán de mano de Juan el Bautista. El Apóstol Pablo estaba diciendo que, al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos eliminar los pecados que hay en nuestros corazones. Por tanto, es absolutamente indispensable que creamos que la Verdad que elimina todos nuestros pecados y nos permite nacer de nuevo es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
Está escrito en Gálatas 1:8-9: «Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema» Aquí, el Apóstol Pablo, dijo palabras de advertencia dos veces, que si alguien predica cualquier otro evangelio que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu que él había predicado se le «dejase ser maldito». El corazón del Apóstol Pablo estaba enfurecido. Utilizó repetidamente la palabra “maldito” porque sabía lo grave que era que algunas personas en la iglesia gálata predicasen “un evangelio diferente” afirmando que tenían que cumplir la Ley y ser circuncidados como el pueblo judío. Por eso Pablo estaba regañando tan estrictamente a los gálatas que predicaban “un evangelio diferente”.
Entre los cristianos de hoy en día hay muchos que, a pesar de no conocer la verdadera Palabra de nacer de nuevo del agua y el Espíritu, creen erróneamente que ellos son también creyentes y que ya están viviendo una vida de fe. Debemos darnos cuenta claramente de que podemos nacer de nuevo solo si conocemos la Verdad de que Jesús cargó con todos los pecados del mundo y los eliminó para siempre con el bautismo que recibió de Juan el Bautista.
Sin embargo, hay muchas personas que dicen a ciegas que pueden nacer de nuevo, aunque solo crean en un Evangelio sincrético y no conozcan la Verdad de la salvación por la que el Señor cargó con los pecados de la humanidad. Muchas de estas personas no pueden llegar al mínimo conocimiento del Evangelio del agua y el Espíritu en el que creyeron los Apóstoles de la Iglesia Primitiva, pero tampoco han tenido la oportunidad de escuchar ni un solo sermón que les enseñe a nacer de nuevo, y mucho menos comparar el Evangelio verdadero con el evangelio sincrético y explicar sus diferencias.
Estas personas se han convertido en practicantes de la religión que se contentan con celebrar meros rituales religiosos. Son iguales que los que creen en la religión universal y sincrética de Constantino. No conocen la bendición de nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Es muy triste y penoso. Estas personas también deben entrar en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podrán convertirse en el pueblo de Dios cuando sus corazones queden tan blancos como la nieve. Espero y oro de todo corazón que Dios también les dé estas bendiciones para nacer de nuevo. ¡Aleluya!
Como los descendientes de la reforma protestante de la actualidad creen en la religión sincrética que creó el Emperador Constantino, no conocen el mensaje verdadero del Evangelio del agua y el Espíritu que creyeron los apóstoles y santos de la Iglesia Primitiva. Como no conocen el bautismo que limpia los pecados y que Jesús recibió de Juan el Bautista, se preguntan cómo alguien puede decir haber nacido de nuevo. Para todos, la fe sale del corazón en la misma medida que su conocimiento. Los que no han conocido nada más que el evangelio sincrético de la Cruz hasta ahora desconocen por completo el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿cómo puede salir la fe de sus corazones de repente para nacer de nuevo de algo que ni tan siquiera conocen? No conocen la salvación y sus corazones no pueden creer en lo que no conocen. ¿No es así? Su corazón llega a tener fe solo en la medida en que su conocimiento de la verdadera Palabra de la salvación les permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Esto es lógico.
Solo porque hayan creído de todo corazón en el evangelio sincrético que Constantino inventó, sin mencionar a los reformadores protestantes, no significa que puedan nacer de nuevo. Solo porque conozcan las doctrinas cristianas arraigadas en los pensamientos filosóficos del hombre, no significa que hayan nacido de nuevo a través de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de Dios. Al creer en cualquier evangelio sincrético según los propios pensamientos, ningún ser humano puede eliminar sus pecados para nacer de nuevo de ellos.
Para nacer de nuevo de nuestros pecados para siempre, debemos creer en la Palabra de la salvación de que el Señor vino a este mundo y eliminó los pecados de la humanidad para siempre con Su bautismo. Cuando llegan a conocer el verdadero Evangelio que les permite nacer de nuevo, llegan a creer en él sin que les insistan cuando lo entienden. La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad inamovible de la salvación. Por eso Jesús dijo: «y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32).
En este pasaje el Señor nos dijo: «Conoceréis la verdad». Es imperativo que aprendamos y entendamos el misterio de la Verdad del bautismo que el Señor recibió de Juan el Bautista para cargar con nuestros pecados y eliminarlos. De lo que debemos darnos cuenta aquí es la Verdad con la que el Señor nos ha librado de los pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Y deben aceptar esta Verdad en su corazón y creer en ella. El Señor dijo que la verdad les hará libres. No dijo que un evangelio sincrético humano nos librará. Por tanto, de ahora en adelante, no debemos ser tan estúpidos para creer que la religión sincrética de Constantino puede librarnos de nuestros pecados.
También deben deshacerse de la noción de que pueden nacer de nuevo a través de la fe de los reformadores protestantes. Esto se debe a que, cuando echamos un vistazo a estos reformadores, podemos ver que ellos también eran nada más que practicantes de la religión, como los que creyeron en la religión sincrética del Emperador Constantino. Por tanto, los descendientes de los reformadores protestantes también creen en un evangelio religioso y sincrético. No hay nada que los diferencie. Son exactamente los mismos, como un calco.
Cuando se examinan a sí mismos, ¿piensan que son diferentes de las personas que dicen guiar a los seguidores de la religión sincrética que creó Constantino? Creen en el mismo Jesucristo en el que creemos nosotros. Ellos también tienen la misma pasión religiosa que ustedes. El edificio de su iglesia es igual que el suyo. De la misma manera en que ustedes no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, ellos tampoco lo conocen. ¿Cómo son ustedes diferentes de ellos para sentirse superiores? Son iguales. Ustedes también creen en un evangelio sincrético.
El hecho de que crean en un “evangelio sincrético” nos hace preguntarnos: ¿no están creyendo en doctrinas humanas? En otras palabras, ¿se basan las doctrinas creadas por los reformadores protestantes en la Palabra de la Biblia? Aunque afirman que sus doctrinas son bíblicas, los pasajes que citan son diferentes de lo que dice la Palabra de Dios. El contenido de sus doctrinas es completamente diferente a la Palabra de las Escrituras. No puedo dejar de decir lo importante que es que conozcan la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor les ofrece y que la acepten en su corazón.
¿Tienen el valor de aceptar la Palabra de Dios en su corazón? La Biblia dice que los valientes toman el Cielo por la fuerza, como está escrito: «De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mateo 11:11-12). Así, que les pido que dejen de creer insistentemente que pueden nacer de nuevo al creer en el evangelio sincrético creado por Constantino y los reformadores protestantes, y que no pierdan más tiempo en sus vidas. Lo que deben hacer es darse cuenta de que la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que nuestro Señor nos ha dado es la Palabra de la verdadera salvación y ser salvados de todos nuestros pecados y recibir nueva vida por esta fe de Dios.
Jesús nos dijo que Su Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu nos liberaría y todos debemos creer en esta Palabra. La verdadera Palabra de la salvación del Señor se encuentra en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos creer en lo que Jesús dijo en Mateo 3:15: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó» (Mateo 3:15). Cuando Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista, cargó con los pecados de la humanidad sobre Su cabeza y los eliminó, cumpliendo así la justicia de Dios. Por tanto, debemos aplicar la Palabra del bautismo del Señor, la Palabra de la remisión de los pecados, a nuestro corazón y creer en ella. Debemos darnos cuenta de la Verdad que nos salva de todos los pecados y aferrarnos a ella por fe.
¿Se dan cuenta ahora de que Jesús cargó con todos sus pecados para siempre al ser bautizado? ¿Tienen este conocimiento en su mente? Cuando se den cuenta de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, la fe puede surgir de su corazón junto con el conocimiento que tienen en su mente. Ahora que conocen el misterio del bautismo de Jesús, pueden darse cuenta de que Jesús aceptó sus pecados y los llevó a la Cruz. Entonces, esto significa que ahora han llegado a creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu para alcanzar la salvación. La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad real de la salvación que nos libra de los pecados del mundo y es la base de la fe que nos proporciona conocimiento verdadero para que podamos creer de corazón.
Las enseñanzas del evangelio sincrético en el que creen son completamente diferentes de la verdadera Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu hablada por el Señor. Llenos de pensamientos humanos, los seguidores religiosos del evangelio sincrético de hoy en día les están diciendo que sean salvados de todos sus pecados al creer en las doctrinas cristianas de sus propias denominaciones, como la doctrina de la santificación incremental. Pero, solo porque les pidan que tengan la convicción de la salvación, ¿puede su corazón alcanzar esta convicción? ¡No, por supuesto que no! Sus palabras no son más que pensamientos inútiles del hombre que enseña el evangelio sincrético. Todas sus enseñanzas no son más que ética y moral; ni se acercan a ser la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que les salva de sus pecados.
Ahora mismo, los que creen en el evangelio sincrético piensan que sus corazones son santificados gradualmente con el tiempo. Pero no es así. La idea de que la gente tiene que santificarse es simplemente una idea propia. Cuando la gente intente hacer esto, se dará cuenta en poco tiempo de que no es más que una enseñanza religiosa imposible. Las doctrinas y metas religiosas superficiales dejan el alma de los humanos vacía. De la misma manera en que todo es vanidad, los pensamientos desordenados del hombre no son más que vanidad.
En contraste, la Palabra de la salvación que Jesús nos da en ambos Testamentos de la Biblia es la Palabra verdadera que nos permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Debemos recibir la remisión de los pecados en nuestros corazones al creer que nuestros pecados fueron pasados a Jesús a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. La afirmación de que los cristianos pueden alcanzar la salvación solo si son santificados incrementalmente con el tiempo es una doctrina religiosa que enseña el evangelio sincrético. Ninguna doctrina cristiana constituye la Verdad de la salvación. La verdadera Palabra de la salvación nos enseña que nacemos de nuevo a través de la fe al entender la Palabra del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, y al pasar nuestros pecados a Él a través de este bautismo.
La religión de la confusión, creada por el Emperador Constantino en la Antigüedad Tardía, engañó a la humanidad entre los años 313-1500 d.C. Fue arraigada aún más gracias a las doctrinas cristianas creadas por los reformadores protestantes en la Edad Media, y ha conservado su dominio desde el 1500 d.C. hasta el presente año 2022. En la era después de la Reforma, esta religión de un evangelio sincrético está engañándonos una vez más con sus doctrinas cristianas. Las doctrinas cristianas creadas por los reformadores protestantes constituyen un evangelio sincrético y tratan de engañarnos.
El evangelio sincrético creado durante la Reforma no puede librar a los cristianos de sus pecados, y por eso están sufriendo bajo el peso de sus pecados mientras viven bajo las doctrinas de este evangelio sincrético. Las doctrinas cristianas de hoy en día, creadas por los pensamientos del hombre, moldean la fe de la gente para encajar en la doctrina de la santificación incremental, engañándolos para que tengan la falsa esperanza de ser santificados con el tiempo. Esta doctrina de la santificación incremental ha enseñado a muchos cristianos a pensar equivocadamente que el objetivo de su fe es santificar sus acciones gradualmente hasta que sean completamente santificados. Estas doctrinas cristianas obligan a sus seguidores a sufrir todo tipo de dificultades con paciencia en sus vidas de fe en pos de la santificación, que es imposible de conseguir en la vida.
Por tanto, el cristianismo de hoy en día enseña una fe falsa y confusa propagando la religión sincrética creada por el Emperador Constantino y los reformadores protestantes. Al enseñar doctrinas sincréticas de salvación, como las doctrinas de la santificación y elección incremental, sus líderes hacen que su congregación sufra y muera bajo la prisión del pecado. Están haciendo que la congregación espere hasta el día en que sus corazones, pensamientos y acciones sean santificados. Sin embargo, las doctrinas de la predestinación y elección enseñadas por el evangelio sincrético hacen que sea inevitable que sus seguidores sufran toda la vida hasta que mueren, y los convierte en creyentes sin ninguna convicción de salvación.
Hoy en día, las doctrinas cristianas de la predestinación y elección están confundiendo a los que creen en esta religión confusa para que hagan que estos dogmas sean su meta en la vida y vivan sus vidas de fe de esta manera. Si todas las doctrinas enseñadas por la religión confusa se han convertido en el objetivo de su fe, les pido que reciban la remisión de los pecados de inmediato al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús el Salvador nos ha dado. Jesús nos ha salvado de todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista y derramar Su sangre en la Cruz, y les pido que crean en esta Verdad y sean salvados de los que se interponen en el camino de la Verdad.
Deben arrepentirse de su religión confusa y volver a la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. No hay otra manera de que puedan regresar a los brazos de Dios de este mundo pecador. Todos debemos regresar al Señor, quien nos ama, creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que nos ha dado para nacer de nuevo, y a través de esta fe, obtener la remisión de todos nuestros pecados. Al creer en la Verdad de la salvación, debemos limpiar nuestros corazones de los pecados y vivir en la paz de Dios.
Sin el conocimiento de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, es imposible tener fe en la Verdad que elimina los pecados. Por eso les estoy predicando el Evangelio de la salvación constantemente. Jesús nos ha bendecido para eliminar nuestros pecados para siempre, y espero que reciban nueva vida y disfruten de la vida eterna al creer en la Palabra del bautismo de Jesús y Su sangre. Debemos darnos cuenta ahora de que es la voluntad de Dios que seamos testigos que predican la verdadera Palabra del Evangelio de salvación a todo el mundo que vive en la oscuridad porque creen en una religión de confusión.
El Señor no quiere que vivamos con santurrones con nuestras acciones como si fuésemos santos especiales. Por el contrario, Él quiere que nos libremos de todos nuestros pecados al creer en la Palabra del bautismo que recibió de Juan el Bautista y la sangre que derramó en la Cruz para vivir una vida feliz en este mundo, caminar con Él en nuestras vidas diarias y disfrutar de la vida eterna con Él cuando regrese a este mundo. Lo único que Jesús quiere de ustedes es que sean redimidos de sus pecados al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que les está ofreciendo. Deben darse cuenta ahora de que el Señor quiere que vivan el resto de sus vidas de fe en Su Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y tengan fe en su corazón. Debemos poner nuestra fe en su sitio correcto con la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y caminar hacia el reino de los cielos con el que el Señor nos ha bendecido hasta el día en que lo veamos cara a cara.
Complacemos a nuestro Señor cuando vivimos con el conocimiento de la Verdad que nos permite nacer de nuevo por el agua y el Espíritu y por la fe que puede eliminar los pecados de nuestros corazones. Es extremadamente importante que conozcamos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y tengamos fe en este Evangelio que nos ha dado nuestro Señor. La triste realidad es que hay demasiadas personas en la actualidad que siguen sin poder librarse de sus pecados porque creen en la religión confusa de la Cruz sin conocimiento de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Esta religión confusa de la Cruz hace que las almas de las personas estén aún más confundidas porque les enseña doctrinas cristianas creadas por los pensamientos corruptos del hombre.
Cuando se trata de resolver el problema de los pecados de la gente, los dogmas de la religión confusa de la Cruz les enseñan que deben eliminar sus pecados a través de sus propias oraciones de arrepentimiento cuando los cometen. La doctrina del arrepentimiento en la que cree la religión confusa en realidad empuja a los cristianos a una mayor confusión. Estas doctrinas religiosas mezcladas evitan que recibamos la remisión de los pecados al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús nos ha dado para eliminar los pecados de la humanidad. Sin entendimiento de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado, esta doctrina de penitencia enseñada por el evangelio sincrético hace hincapié solo en nuestras acciones y nos lleva a la fe legalista.
¿De verdad creen que sus propias oraciones de penitencia pueden eliminar sus pecados para siempre? Esta doctrina de la penitencia es un bucle de mentiras que mezcla las acciones de la gente con la doctrina de la justificación incremental y los ata a los mentirosos. Satanás quiere encarcelarnos en nuestros pecados con la religión de la Cruz. Estas doctrinas confusas han sido más que capaces de confundir a las almas.
El evangelio alternativo que puede librarles de la religión de confusión es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y este es el Evangelio de la Verdad escrito en la Biblia. La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu se encuentra en ambos Testamentos de la Biblia. La Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu proclama que Jesús cargó con los pecados de este mundo y los eliminó con el bautismo que recibió en el Nuevo Testamento, y esto es el Evangelio de la salvación que es la Verdad que les invita a un mundo donde su corazón está sin pecados. El Evangelio del agua y el Espíritu es el camino alternativo de la salvación que les lleva a la verdadera luz de la salvación que brilla como el sol de la mañana y el Señor es su Maestro.
La Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu de la que habla el Señor es la Palabra del bautismo que recibió de Juan el Bautista cuando vino a este mundo, y es la Palabra de la salvación que declara que el Señor cargó con los pecados del mundo para siempre y ha eliminado nuestros pecados para siempre. La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Palabra de la salvación que nos enseña que Jesús cargó con los pecados de la humanidad y los eliminó para siempre con Su bautismo, y este Evangelio del agua y el Espíritu les está guiando al bautismo de Jesús que les deja sin pecados.
El Señor mismo está renovando nuestros corazones con Su Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor les ha dado es la Verdad perfecta de la salvación que, no solo es incomparablemente mayor y más pura que cualquier doctrina cristiana de penitencia en la que puedan estar confiando, sino que también es tan poderosa que ninguna palabra del hombre es capaz de describirla. El Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de la salvación que, al ser tan poderoso como la dinamita, es más que capaz de eliminar nuestros pecados para siempre.
Al creer de nuevo de corazón en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que está constituida por la Palabra del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, todos debemos eliminar todos nuestros pecados y librarnos de la oscuridad. Al creer en la Palabra del bautismo que Jesús recibió, la Palabra que elimina los pecados, pueden resolver el problema de sus pecados de una vez por todas. ¿Conocen la Verdad, que el Señor le ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu, el Evangelio de la salvación, a todo el mundo y nos ha salvado de todos nuestros pecados? En este mismo momento, pueden resolver sus pecados al creer en la Palabra verdadera del Señor de la remisión de los pecados. Deben acabar todos sus pecados y sufrimiento por ellos al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Al confiar en la Palabra del bautismo que Jesús recibió y la muerte que sufrió en la Cruz, ahora pueden acabar con todos sus pecados y resolverlos de una vez por todas. Para ello deben comprender la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. La Verdad les librará de la opresión de todos sus pecados por el poder del Evangelio del agua y el Espíritu.
En contraste, la religión confusa de hoy en día dice que, cada vez que pecan, deben tratarlo con sus propias oraciones de penitencia. Pero ¿pueden tratar todos sus pecados personales con solo sus oraciones de penitencia? ¿Pueden resolver los pecados cometidos esta mañana al orar al Señor y arrepentirse? Los que creen en la religión de la Cruz ofrecen oraciones de penitencia todo el tiempo, diciendo: “Señor, por favor, perdóname por los pecados que he cometido esta mañana”, y entonces oran después: “Señor, me arrepiento de los pecados cometidos esta tarde”. Entonces, oran de nuevo y se arrepienten de los pecados que cometen después. Si intentan tratar sus pecados sin cesar de esta manera al ofrecer oraciones de penitencia una y otra vez, se debe a que han adquirido un conocimiento erróneo de una religión confusa.
La doctrina de la penitencia y la doctrina de la santificación incremental que están nublando su alma no son más que dogmas de una religión mundana; no son la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Las oraciones de penitencia y la doctrina de la santificación incremental enseñadas por los líderes de la religión de la Cruz no son más que instrumentos que ofrecen un sentido temporal de seguridad, como las drogas. Así son las doctrinas del evangelio sincrético en el que multitud de cristianos de hoy en día creen, y estas doctrinas constituyen una fe dogmática que confunde las almas de los creyentes cristianos.
Deben darse cuenta aquí de que el Evangelio escrito en ambos Testamentos de la Biblia que elimina los pecados es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que aparece en las Escrituras que nos dio el Señor. Esta Palabra del Evangelio de la verdadera salvación es la verdadera Palabra que contiene el bautismo que el Señor recibió de Juan el Bautista, Su sangre y muerte en la Cruz y Su resurrección. La Biblia nos está diciendo que el Evangelio de salvación que limpia a los pecadores de sus pecados es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. El Apóstol Pablo está diciendo en la Epístola a los Gálatas que el Evangelio del agua y el Espíritu es el bautismo de Jesús. También el Apóstol Pedro y el Apóstol Juan dan testimonio de que el Evangelio que ha eliminado nuestros pecados es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
«Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gálatas 3:27).
El Apóstol Pablo dijo aquí que, quien haya sido bautizado en Cristo se ha vestido de Cristo. De este pasaje podemos ver que la Biblia nos dice que podemos ser salvados de nuestros pecados si creemos en el bautismo de Jesús y Su muerte. Esto se debe a que, de la obra de Cristo, es Su bautismo lo que hizo que cargase con nuestros pecados, y sufrió Su muerte en nuestro lugar. Por tanto, los que fueron bautizados en Cristo pueden morir con Cristo y resucitar con Cristo porque creen en Su obra.
¿Podemos recibir el bautismo de Juan el Bautista con Jesús? Esto es posible a través de nuestra fe en la obra de Jesús. Solo por fe podemos regresar a los días de Jesús y ser bautizados con Él a manos de Juan el Bautista. No es posible en nuestra carne. Sin embargo, al creer en la Palabra de que Jesús cargó con todos nuestros pecados para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, podemos ser bautizados y morir por fe, y a través de esta fe en la obra justa de Jesús, podemos ser salvados de nuestros pecados. En nuestros corazones y por fe, podemos ser bautizados con Jesucristo por Juan el Bautista.
Si sabemos que el bautismo de Jesucristo y Su muerte son la obra del Señor de la salvación por la que aceptó nuestros pecados, podemos creer en ella, morir con Él y resucitar con Él. En otras palabras, si creemos en el bautismo de Jesucristo y Su muerte, en ese momento todos nuestros pecados se pasan al cuerpo de Jesús para siempre y son eliminados, y así podemos morir en la Cruz con Él por fe. Por fe podemos vestirnos de la fe para ser bautizados con Cristo, morir con Cristo y levantarse de entre los muertos con Cristo.
Ahora podemos trascender nuestra carne y nacer de nuevo al creer que Jesús cargó con nuestros pecados a través de Su bautismo y murió en la Cruz mientras cargaba con los pecados del mundo. A través de la Palabra escrita podemos trascender el tiempo y el espacio y creer en toda la obra de salvación que Dios ha hecho por nosotros. Sin conocimiento de la obra del agua y la sangre, la obra de nuestro Señor Jesucristo, la fe no puede salir de nuestros corazones para creer en la Verdad. Así que podemos creer en la remisión de los pecados de todo corazón solo si nuestra fe está arraigada en el conocimiento de que el bautismo que nuestro Señor recibió de Juan el Bautista era la remisión de nuestros pecados. Por eso el Señor nos dijo: «Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). Si no tenemos conocimiento y fe para aceptar que Jesús cargó con todos los pecados del mundo para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, no podemos limpiar nuestros pecados.
Por tanto, mientras conozcamos la Palabra del bautismo de la remisión que Jesús recibió, podemos tener fe en esta Verdad. Al darnos cuenta de la Verdad de que todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús para siempre y nuestros corazones están limpios gracias al bautismo que recibió de Juan el Bautista para cargar con los pecados, llegamos a tener la fe verdadera. Esto se debe a que toda la Palabra de Dios es cierta.
Todos los pecados de este mundo fueron pasados al cuerpo de Jesús para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. La justicia es “δικαιοσύνη (dikaiosúnē)” en griego. Está escrito en Mateo 3:15: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó». Al entender la Palabra del bautismo de Jesús podemos aceptar y obtener la remisión de los pecados en nuestro corazón. Al comprender la Verdad de que todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús, ahora podemos ser bendecidos para que Jesús los elimine y participar en la remisión de los pecados por fe.
La Biblia dice: «Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gálatas 3:27). Este pasaje significa que la fe sale de nuestros corazones según la Verdad solo cuando reconocemos que el bautismo de Jesús ha eliminado los pecados de la humanidad. Por tanto, podemos eliminar todas nuestras transgresiones al creer en el bautismo de Jesús escrito en la Biblia como la Verdad por la que Él cargó con todos los pecados de la humanidad para siempre. Al creer en la Palabra del bautismo de Jesús podemos tener fe para ser bautizados en Cristo y vestirnos de Cristo.
Al creer en la Palabra del bautismo de Jesús podemos tener la fe para caminar con Cristo y eliminar todos nuestros pecados. De esta manera, todos podemos tener fe para ser bautizados con Jesucristo, nuestro Salvador, ser crucificado con Él y levantarse de entre los muertos con Él. Al participar en la fe en el pasaje que dice: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo», todos somos hijos redimidos de Dios. Lo que el Apóstol Pablo dice aquí: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo», se consigue al entender la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Qué es el Evangelio de la remisión de los pecados en el que creen los Apóstoles?
Multitud de discípulos de Jesús en el Nuevo Testamento, desde el Apóstol Pablo al Apóstol Juan y Pedro, pudieron limpiar sus corazones de sus pecados con el bautismo de Jesús. Sin embargo, en el 313 d.C., mucho después de la resurrección de Jesús y Su ascensión al Cielo, el Emperador Constantino creó una religión sincrética con el Edicto de Milán. Como los seguidores de esta religión no conocían la Palabra del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, no sabían que sus pecados ya habían sido eliminados por la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y, por tanto, no pudieron conseguir la fe que les habría permitido nacer de nuevo.
De la misma manera, los creyentes actuales del evangelio sincrético no conocen ni creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra que elimina los pecados de la humanidad, y por tanto no pueden predicar este Evangelio que de verdad permite nacer de nuevo. Esto es porque son ciegos, no conocen el significado del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, es decir, no saben que Jesús cargó con sus pecados y los eliminó con Su bautismo, y, por tanto, no pueden predicarlo. Como resultado, los que creen en la religión de la Cruz son incapaces de predicar sobre cómo la gente puede eliminar sus pecados con la Palabra del bautismo de Jesús. Como no saben nada acerca de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, no tienen fe en ella tampoco. Así que, cuando se encuentran con pasajes bíblicos que hablan del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, tienen dificultad para explicarlos o los interpretan erróneamente según sus pensamientos carnales.
Sin embargo, el Apóstol Pedro da testimonio del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista de la siguiente manera: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo» (1 Pedro 3:21). Aquí Pedro da testimonio de que el “bautismo” que Jesús recibió de Juan el Bautista no se trata de quitar la suciedad de la carne, sino de limpiar la suciedad de nuestros corazones. El Apóstol Pedro estaba dando testimonio de su fe en el bautismo de Jesús, porque sabía que el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista en el río Jordán no era para limpiar nuestra carne, sino para limpiar la suciedad de nuestros corazones al cargar con nuestros pecados.
Cuando el Apóstol Pedro confesó su fe que eliminó sus pecados, arraigó su testimonio en el bautismo que Jesús recibió en el río Jordán. Podemos ver esta base bíblica en Mateo 3:15: «Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó». Así que el Apóstol Pedro está demostrando aquí su fe, basándose en la Palabra del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, que es en lo que creemos ahora y lo que predicamos por fe.
¿Quién era el Emperador Constantino en la Antigüedad tardía?
Hablemos del Emperador Constantino, quien vivió en la Antigüedad tardía, y del contexto de la formación de su religión sincrética en el 313 d.C. Mi explicación siguiente se basa en la información que he recogido de recursos públicos disponibles en Internet acerca de Constantino.
Constantino nació el 31 de agosto del 274 y murió el 31 de agosto del 337. También es conocido como Constantino el Grande entre los cristianos, y se convirtió en emperador en el año 306. La Iglesia Ortodoxa Oriental lo canonizó como santo. Constantino el Grande fue el primer Emperador Romano en convertirse al cristianismo. Decretó tolerancia por los cristianos. Acabó con la persecución de los cristianos y reconoció el cristianismo como la religión estatal de Roma. Es famoso por adoptar políticas religiosas que avanzaron el cristianismo, incluyendo la devolución de propiedad de la iglesia confiscada, compensación a los cristianos por sus pérdidas y celebrar el Primer Concilio de Nicea en el 325.
Constantino I es conocido comúnmente como el primer emperador romano cristiano. Lactancio, un famoso teólogo de su tiempo fue su consejero y maestro cristiano. El cambio en la política religiosa de Constantino marcó un importante punto de inflexión en la historia del cristianismo. Con el Edicto de Milán en el 313, declaró la tolerancia por el cristianismo, acabó con la persecución y le otorgó estatus legal. También devolvió propiedad confiscada de la iglesia y otorgó compensación estatal. Aunque Galerio, uno de los emperadores precedentes, ya había declarado tolerancia por el cristianismo similar al Edicto de Milán, Constantino I buscó políticas que favorecían activamente al cristianismo, estableciendo su estatus privilegiado en el Imperio Romano.
No hay consenso entre los académicos sobre cuándo Constantino se hizo cristiano. Una posibilidad es que se convirtiese al cristianismo en la infancia al crecer bajo la influencia de Santa Helena, su madre, y otra posibilidad es que se convirtiese gradualmente durante diferentes etapas de la vida. Aunque la madre de Constantino I, Helena, se conoce como una cristiana devota, Constantino no se llamó a sí mismo cristiano hasta los 40 años y no fue bautizado hasta que estuvo en su lecho de muerte.
Una idea alternativa de Constantino es que no debería ser considerado cristiano, ya que utilizó el cristianismo como un instrumento para consolidar su propio poder político, y por sus acciones crueles, que incluyeron matar a su propia mujer e hijo inocentes, que estaban en contra de las enseñanzas del cristianismo. Sin embargo, debemos recordar que estos asesinatos podrían haber sido motivados por relaciones sexuales ilícitas, ya fueran reales o falsas, entre Crispo, el hijo mayor de Constantino, nacido de su primera esposa, la emperatriz Minervina, y la emperatriz Fausta, su segunda esposa. Uno de los factores que apoyan esta especulación es que la ejecución de la emperatriz Fausta, ordenada por Constantino instado por su madre, Santa Helena, se llevó a cabo por asfixia en un baño, lo que no se había hecho nunca en Roma como método de ejecución, pero común como método de aborto. Tanto Crispo como Fausta fueron condenados damnatio memoriae (condena de memoria) por Constantino, y por tanto todos los registros que los mencionaban fueron erradicados y se prohibió hacer cualquier referencia a ellos.
En su carta a los cristianos, Constantino dejó claro que le debía su éxito a Dios. Durante su reinado, proporcionó ayuda económica a la iglesia, construyó numerosas basílicas, elevó a cristianos a altos cargos y devolvió todas las propiedades confiscadas durante la Persecución Diocleciana de los cristianos. Su influencia en el cristianismo fue profunda, como demuestra el hecho de que fue el primer emperador en utilizar el labrum, construyó la Antigua Basílica de San Pedro, y generó multitud de leyendas sobre sí mismo y su madre Helena.
La política de Constantino de promover el cristianismo estaba motivada políticamente. Al haber accedido el poder tras librar numerosas guerras civiles, no toleró ninguna amenaza a su trono. Estableció el principio de que los emperadores romanos tenían sanción divina mediante la autoridad de la iglesia y Dios, y así no podía ser retado por ningún hombre. Así se aseguró su poder.
Constantino es famoso por avanzar el cristianismo al celebrar el Primer Concilio de Nicea en el 325. Por ello, la Iglesia Ortodoxa Oriental venera a Constantino como un santo y celebra el 21 de mayo como una fiesta dedicada a él y a Helena.
Después de trasladar su capital imperial, Constantino I promovió varios decretos y estatutos.
Promovió exenciones de impuestos para los clérigos cristianos. A diferencia del pasado, le concedió al clérigo derechos de propiedad privada.
Aunque prohibió las luchas de gladiadores, se dice que esta ley no tuvo a penas ningún efecto en la realidad. Las luchas de gladiadores continuaron hasta finales del siglo IV.
Prohibió la crucifixión como método de pena capital y la sustituyó por el ahorcamiento.
Creó ciertas ocupaciones, como carniceros y panaderos, hereditarias durante generaciones. Esta tradición de preservar la misma ocupación durante generaciones continuó hasta la Edad Media en Europa.
Promulgó un decreto para convertir a los agricultores arrendatarios en siervos, y esto se considera como la base de la economía feudal en la Edad Media.
Estas no son afirmaciones mías. Simplemente les estoy contando lo que hay escrito comúnmente sobre Constantino en recursos respetables disponibles públicamente. Entre las políticas de Constantino que favorecían el cristianismo se encuentran el Edicto de Milán, que puso fin a la persecución religiosa, no cobrar impuestos al clérigo, y devolver a los cristianos la propiedad que se les había confiscado durante períodos anteriores de persecución. También convocó el Primer Concilio de Nicea, y a través de esta reunión de obispos cristianos produjo el Creo de Nicea, que se convirtió en el Credo de los Apóstoles, creando una religión sincrética.
Debemos darnos cuenta de que el Credo de Nicea promulgado en aquel entonces no tenía el conocimiento de la Verdad del bautismo de Jesús y la remisión de los pecados. Esto significa que el Credo de los Apóstoles, que surgió del Credo de Nicea de Constantino, no comparte la fe en la Palabra del bautismo que los discípulos de Jesús predicaron en la era de la Iglesia Primitiva, y refleja la religión sincrética nueva que creó Constantino. Esta religión sincrética creada por el Emperador Constantino era una corrupción de la fe de los apóstoles que se fusionó con la adoración pagana del dios sol de Constantino. Además, todas las demás religiones paganas del Imperio Romano fueron incluidas en el credo. Es crítico que se den cuenta de que el Credo de los Apóstoles del Emperador Constantino y sus seguidores era una religión sincrética, y que los reformadores protestantes también heredaron esta religión sincrética. Los que no entendieron el misterio del bautismo de Jesús y sus seguidores se inventaron el Credo de los Apóstoles, produjeron una religión sincrética y la difundieron por todo el planeta tierra; y al hacerlo, diluyeron la fe de los que temían a Dios. Esta no era la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu en el que los apóstoles de la Iglesia Primitiva creyeron por sus experiencias vitales, al haber caminado con Jesús y haber visto toda Su obra con sus propios ojos. Este es un hecho indiscutible.
De ahora en adelante debemos predicar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo por fe y ya no estar en contra de la Verdad con un evangelio sincrético. ¿No es doloroso que la gente viva el resto de sus vidas como pecadores a pesar de creer en Jesús como su Salvador, todo por creer en el evangelio sincrético creado por Constantino y los reformadores protestantes? Queremos volver a la Palabra escrita, entender y creer en la Palabra del bautismo del Señor y recibir la remisión de los pecados en nuestro corazón para vivir en paz.
¿No es maravilloso que incluso ahora todos podamos nacer de nuevo al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu? Todos debemos creer en la verdadera Palabra del Evangelio para eliminar los pecados de nuestros corazones. Cuando nuestro Señor regrese a este mundo para buscar a los que están sin pecados al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu debemos mostrarle nuestra fe en el Evangelio que ha eliminado nuestros pecados. Cuando Jesús regrese a este mundo como el Señor del Segundo Advenimiento, debemos glorificarlo al mostrarle nuestra fe en Su bautismo, sacrificio y muerte en la Cruz, y resurrección, a través de lo que nos ha dado una nueva vida.
Le pido a todo clérigo y seglar de este mundo que crea en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Incluso ahora, debemos creer en la Palabra de que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados con Su bautismo y darle gracias con esta fe. Creo que, incluso los seguidores del evangelio sincrético, muchas personas seguirán al Señor por fe como se muestra en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Así que debemos creer en la Palabra escrita del Evangelio del agua y el Espíritu, contar con la fe y alabar a nuestro Señor con himnos gloriosos.
Sé que, cuando llegue la era del martirio, multitud de personas podrán glorificar a nuestro Dios al ser martirizadas por su fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu escrita en la Biblia. Debemos arrepentirnos de la fe equivocada en una religión confusa, creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado, y así transformarnos en personas que pueden complacer a Dios. Al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu en el que los apóstoles creyeron y el cual predicaron en la Iglesia Primitiva, debemos limpiar los pecados de nuestros corazones y con esta fe glorificar a Dios el resto de nuestras vidas.
El “Evangelio de Cristo” predicado por el Apóstol Pablo
El Apóstol Pablo dijo: “Si alguien predica otro evangelio que no sea el que os he predicado, sea maldito”. El Apóstol Pablo dio testimonio entre el 34 y el 70 d.C. aproximadamente, y durante este tiempo predicó la Palabra del bautismo de Jesús que eliminó los pecados de la humanidad, junto con el camino de la Cruz y la resurrección. Fue un siervo de Dios mucho antes del tiempo del Emperador Constantino, unos 270 años antes del Edicto de Milán, promulgado en el 313 d.C. El “otro evangelio” del que hablaba el Apóstol Pablo aquí era el evangelio que añadía la Ley y el acto de la circuncisión al Evangelio del agua y el Espíritu y rechazó estas creencias y predicó la fe pura en el Evangelio del agua y el Espíritu.
La Iglesia Primitiva tenía la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu con los apóstoles. El evangelio en el que creyeron los apóstoles y el que predicaron era el Evangelio del agua y el Espíritu que proclamaba que Jesús cargó con los pecados de la humanidad de una vez por todas al ser bautizado por Juan el Bautista, y los santos de la Iglesia Primitiva creyeron en esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu cumplida por el Señor. Todos los santos de la Iglesia Primitiva creyeron puramente en el Evangelio del agua y el Espíritu y dieron testimonio de él por todo el mundo en sus vidas. Por eso ahora estamos viviendo por nuestra fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
En esta era presente estamos predicando la Palabra del bautismo que Jesús recibió para eliminar los pecados de este mundo. El Señor nos ha bendecido para eliminar todos los pecados de nuestro corazón con la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, incluso ahora, la Palabra de la salvación que elimina los pecados de la humanidad es la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Como sabemos, como Jesús cargó con los pecados de este mundo para siempre al ser bautizado, pudo ser crucificado hasta morir, y al levantarse de entre los muertos de nuevo, se ha convertido en el Salvador que puede dar la verdadera salvación, la verdadera remisión de los pecados, y verdadera esperanza nueva a todos los que ahora creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu.
Sin embargo, el Emperador Constantino y los reformadores protestantes en la Edad Media corrompieron la Palabra del bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y Su sangre, y la sustituyeron con una religión confusa. La gente creyó en el Evangelio sincrético, y al difundir esta fe sincrética, incluso más personas fueron engañadas por sus doctrinas religiosas y se quedaron como pecadoras. Muchas personas que viven en el siglo XXI siguen siendo engañadas por el evangelio sincrético que ha dominado el cristianismo durante más de 1.700 años, y como resultado, sus seguidores son todavía pecadores, aunque creen en Jesús. ¿Cómo podrían haber conocido el misterio del bautismo de Jesús si fueron completamente engañados, sustituyeron la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor le había dado a la humanidad por las doctrinas religiosas del evangelio sincrético y creyeron en ellas? ¿Cómo pueden ser liberados de sus pecados cuando creen en el evangelio sincrético? Es una tragedia. No pueden seguir siendo engañados por las doctrinas del evangelio sincrético y creer en ellas para acabar levantándose contra Dios como pecadores.
Aunque el Jesús en el que creemos y confiamos es el Dios del amor, si se levantan contra Él con los pecados de sus corazones, negará conocerlos. Entonces, le dirán que han profetizado en Su nombre, han expulsado demonios en Su nombre y hecho muchos milagros en Su nombre. Sin embargo, si su corazón sigue teniendo pecados cuando se levantan contra Dios, Jesús no podrá protegerles. Así que, mientras siguen viviendo en este mundo presente, les pido que eliminen sus pecados al creer de corazón en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo les ofrece. Y espero y oro que, de ahora en adelante, vivan el resto de sus vidas por la gloria del Señor hasta que estén con Él.
En mi opinión, prácticamente todo cristiano que vive en este mundo es un creyente del evangelio sincrético. Estoy predicando la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu porque tengo compasión por sus almas. El Evangelio sincrético en el que creen hoy fue creado por el Emperador Constantino, y una vez más fue pasado por los reformadores protestantes hasta el presente durante 1.700 años. Ahora están creyendo en el evangelio sincrético creado por los reformadores religiosos. Estos reformadores no conocieron ni predicaron la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado.
Deberían haberse dado cuenta de que, por mucho que crean en este evangelio sincrético, es completamente inútil para eliminar sus pecados. Debemos creer en la Palabra de que, cuando Jesucristo vino a este mundo, cargó con nuestros pecados de una vez por todas a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista en el 30 d.C. Si dejan de lado la Palabra y ponen las doctrinas cristianas medievales creadas en el 1500 d.C. por encima de la Palabra de la Biblia, entonces no tendrán nada que ver con Jesús, porque sus pecados no se habrán eliminado. Después de todo, si podemos estar sin pecados al creer en los dogmas cristianos, las Escrituras no serían necesarias.
Desde el 33 al 313 d.C., los apóstoles y los santos creyeron en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, como Constantino corrompió este verdadero Evangelio, multitud de personas desde la Antigüedad tardía (313 d.C.) hasta el presente han sido llevadas a creer en el evangelio sincrético que él creó. Me rompe el corazón ver que tantos cristianos, engañados por las doctrinas del evangelio sincrético de Constantino, han perpetuado esta fe falsa hasta hoy en día, solo para crear una ola de anticristianos.
Hoy en día, la fe de la mayoría de los cristianos es la religión sincrética que el Emperador Constantino creó en el 313 d.C. y las doctrinas del evangelio sincrético que los reformadores protestantes crearon al añadir sus propios pensamientos a la Palabra de Dios. Aunque la Reforma surgió en Europa en el siglo XVI, gracias a los reformadores protestantes que lideraron este movimiento, las doctrinas del evangelio sincrético fueron establecidas aún más firmemente y se hicieron más activas en este mundo. No es exagerado decir que las doctrinas del evangelio sincrético producidas por los reformadores protestantes han hecho que sea más fácil ser engañados aún más completamente y vayan por el mal camino aún más. Al haber creído en este evangelio sincrético hasta el presente, han perdido la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor dio a la Iglesia Primitiva. Los que creen ahora en el evangelio sincrético no son los creyentes de la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor le dio a la Iglesia Primitiva y, por tanto, no tienen nada que ver con el Señor santo y siguen en este mundo como pecadores a los ojos de Dios. Así que, debemos examinar bien la historia de la creación del evangelio sincrético, y exponer la obra malvada del Emperador Constantino y los reformadores Protestantes para que todos lo puedan ver.
El Emperador Constantino, un romano, es el responsable de corromper el Evangelio de la remisión de los pecados de la humanidad en el 313 d.C., es decir, la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, que Jesús cumplió en los años 1-33 d.C. Como promulgó el Edicto de Milán en el 313 d.C., ha sido venerado comúnmente no solo por los cristianos, sino por los seculares hasta el presente.
¿Por qué se tomó tantas molestias el Emperador Constantino para terminar con la persecución de los cristianos y además convocar el Primer Concilio de Nicea para producir el Creo de Nicea y una religión sincrética? ¿Por qué lideró el esfuerzo por corromper la Palabra del bautismo por el que Jesús cargó y eliminó todos los pecados de la humanidad? Porque buscaba el poder y utilizó la religión sincrética creada por él para mantener el poder. Hizo todas estas cosas porque quiso integrar varias religiones en su propia religión sincrética y así gobernar sobre sus seguidores.
Desde el principio, el Emperador Constantino era un político cuyo objetivo era unificar todas las religiones de Roma en una sola. Quiso sincretizar todas las religiones y unificarlas bajo la religión de la Cruz. Así, al crear una religión universal, quiso demostrar que era el líder de esta religión sincrética. Por la confesión de fe de Pedro, Jesús le dijo que le daría las llaves del Reino de los Cielos, diciendo: «Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella» (Mateo 16:18). De hecho, Constantino quiso elevarse al mismo nivel de Pedro, como si fuera el sucesor de la fe de Pedro.
En última instancia, Constantino sabía que, si se convertía en el líder de su religión sincrética, su posición podría ser justificada al afirmar haber sido ordenado por Dios, no por un hombre, y así nadie podría desafiar su poder. Así que, Constantino fue el líder de la religión sincrética creada por él, y sus seguidores siguen haciendo esto hasta hoy en día.
El que el Emperador Constantino elevara el cristianismo como religión oficial fue una artimaña para crear una religión sincrética para elevarse al estado de líder por motivos políticos. Esta era una manera de basar su poder en la religión sincrética. Al crear esta religión sincrética, Constantino actuó como el ángel caído, el enemigo de Dios. Al haber creado esta religión sincrética, quiso reinar sobre sus seguidores.
Como el Emperador Constantino, los reformadores protestantes que lideraron la Reforma en el 1500 d.C. también se hicieron líderes de sus sectas respectivas. Al engañar a muchas personas con su evangelio sincrético, los reformadores cometieron el mismo pecado que Constantino. De esta manera, el deseo de Constantino era crear una religión sincrética a través de un concilio religioso y hacerse líder de la misma, y consiguió su objetivo.
Podemos ver una corrupción similar cuando vemos la historia del cristianismo en la Edad Media, después de la creación de la religión sincrética del Emperador Constantino. Durante este tiempo, los monarcas europeos estaban bajo el yugo de la Iglesia Católica y su Papa. Por ejemplo, en el siglo XVI, el Rey Enrique VIII de Inglaterra quiso divorciarse de su mujer y volver a casarse, pero los monarcas europeos de ese tiempo no podían decidir acerca del divorcio. En aquel entonces, cualquier divorcio tenía que ser autorizado por el papa de la religión sincrética. Incluso los reyes de aquel entonces no podían divorciarse por su cuenta sin el permiso del papa. Así que, Enrique VIII pidió el permiso del papa para divorciarse, pero el papa no se lo concedió porque la Biblia lo prohibía. Esto causó un conflicto de larga duración entre Enrique VIII y el Vaticano, y al final, el rey Enrique se separó de la Iglesia Católica y estableció una nueva iglesia denominada la Iglesia de Inglaterra, más conocida actualmente como la Iglesia Anglicana. La Iglesia Anglicana practica la mayoría de sus rituales como la Iglesia Católica, pero sus sermones son como los protestantes. Así es como la Iglesia Anglicana fue creada.
La era de la persecución del protestantismo
Volvamos a la creación de la religión sincrética. Para asegurarse el poder religioso y político, Constantino estableció el centro de operaciones de su religión sincrética en Roma y nombró a obispos que esparcieron esa religión por todo el mundo. ¿Cómo se ha pasado hasta el siglo XXI esta religión sincrética creada por Constantino sin descomponerse? Se debe a que quien la rechazaba era suprimido cruelmente. Durante la Edad Media, que duró mil años, quien rechazaba la religión sincrética creada por el Emperador Constantino, era considerado un hereje y se convertía en víctima de la caza de brujas. En aquel entonces, ser llamado hereje era ser condenado a muerte. Así que, para evitar ser acusados de herejía, la gente no decía ni una palabra contra la religión sincrética. La gente de esta era vivía con la boca cerrada.
Por esa razón, los historiadores llaman a los mil años de la Edad Media, la Edad Oscura. Fue la era de la religión sincrética y los papas, una era de oscuridad. Los historiadores dicen que más gente murió por la tortura y las masacres llevadas a cabo por los seguidores medievales de la religión sincrética que el número de muertos en la 1º y 2º Guerra Mundial. Un ejemplo de esto es la masacre de los hugonotes la noche del día de San Bartolomeo.
En aquel entonces, Francia estaba en una guerra civil continua entre los católicos y los protestantes. La reina Catalina de Medici, católica, había dispuesto que su hija Margarita se casara con Enrique de Navarra, un protestante. Este no era un matrimonio corriente. Era un matrimonio real entre una esposa católica y un novio protestante, llena de argucias, conspiraciones e intenciones de asesinato. Muchas personas se reunieron para celebrar la boda, pero antes de que acabaran las festividades que duraron días, ocurrieron masacres por todo París el día de San Bartolomeo con la autorización de Catalina y Carlos IX. Los soldados rodearon a los hugonotes y mataron a multitud de protestantes, incluyendo a mujeres y niños, utilizando todo tipo de violencia cruel. Esto ocurrió la noche de San Bartolomeo. En aquel entonces, las leyes seculares eran inútiles y prevalecían las leyes de la iglesia medieval por lo que se cometían atrocidades horribles en nombre de la religión sincrética.
Incluso ahora, el papa es escogido y su autoridad es concedida por la Iglesia Católica y ningún gobernante secular puede quitarle el poder. Lo que quiero decir es lo siguiente: El Emperador Constantino creó la religión sincrética oficialmente en el Primer Concilio de Nicea, los reformadores protestantes cimentaron su dominio con las doctrinas cristianas, y como resultado, los seguidores de esta religión siguen siendo poderosos y ricos hasta el presente.
Antes de la creación del evangelio sincrético, los apóstoles y santos de la Iglesia Primitiva creyeron en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu cumplido por Jesús, es decir, creyeron en el bautismo, la muerte y la resurrección de Jesucristo. Debido a la dura persecución de la religión sincrética que comenzó con el Edicto de Milán en el 313 d.C., y duró hasta el 1.500 d.C., la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu pareció desaparecer de la faz de la tierra y ser olvidado completamente. Sin embargo, en esta era presente, Dios está levantando creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo.
Dios ha hecho que los que creen en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu lleven la antorcha del Evangelio de la salvación bien alta para darlo a conocer por todo el mundo, ya que el tiempo de la cosecha está cerca. Debemos darnos cuenta de que la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu trata de Su bautismo y sufrimiento en la Cruz. No debemos olvidar nunca que la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu en la que creemos y que estamos predicando es el Evangelio creado por el Señor 300 años antes de la creación de la religión sincrética creada por la iglesia universal con el Edicto de Milán, y que este Evangelio estaba con la Iglesia Primitiva.
Aunque la religión más universal y sincrética es la creada por Constantino y sus seguidores, deben creer que la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu del que hablan ambos Testamentos de la Biblia es la Verdad de la salvación de que Jesús eliminó los pecados de la humanidad de una vez por todas y la salvó al ser bautizado por Juan el Bautista cuando vino a este mundo. La Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de que Jesús cargó con los pecados de este mundo de una vez por todas a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista, fue crucificado hasta la muerte y se levantó de entre los muertos; y este es el Evangelio de la Verdad que da la remisión de los pecados y la bendición de la vida eterna a todos los que creen en él, incluso en la era presente. Este verdadero Evangelio de la vida es la luz de la vida que, como Jesús le dijo a Nicodemo, permite que todo el mundo nazca de nuevo del agua y el Espíritu.
Por tanto, todos debemos predicar ahora a los cristianos que creen en la religión sincrética solo si vuelven a la luz de la vida, la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu con la que Jesús los ha salvado y eliminado los pecados del mundo para siempre, y creen en esta Palabra de corazón. En el fin de los tiempos, ahora somos testigos que predican la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor creó y perfeccionó mucho antes que los reformadores protestantes.
Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu a todos nosotros, así que debemos predicarlo ahora. Debemos empezar otra reforma religiosa de nuevo para que más almas sean salvadas de sus pecados. Debemos detener la ola de anticristianos en este mundo y debemos sanar las heridas de los corazones con fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de nuestro Señor.
Nuestro Señor nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu a todos nosotros. Espero y oro que todos crean en este Evangelio y que sean bendecidos para nacer de nuevo de todos sus pecados. ¡Aleluya!