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Tema 18: Génesis

[Capítulo 3-16] Solo se puede entrar en el Cielo al creer en la justicia de Dios (Génesis 3, 1-24)

Solo se puede entrar en el Cielo al creer en la justicia de Dios(Génesis 3, 1-24)
«Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar. A la mujer dijo: Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti. Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás. Y llamó Adán el nombre de su mujer, Eva, por cuanto ella era madre de todos los vivientes. Y Jehová Dios hizo al hombre y a su mujer túnicas de pieles, y los vistió. Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida».
 
 
Si creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de Dios, seremos salvados de todos nuestros pecados; pero si no creemos, caeremos en la tentación de Satanás y moriremos espiritualmente. En el pasaje de las Escrituras de hoy, la serpiente le preguntó a la mujer: “¿Acaso no os dijo Dios que no comieseis de ningún árbol del jardín?”. Eva dijo entonces: “No, podemos comer del fruto de los árboles del jardín; pero del fruto del árbol que hay en medio del jardín Dios ha dicho: No comáis de él, ni lo toquéis, o moriréis”. Las palabras de Eva aquí indican que no creyó en la Palabra de Dios de verdad. 
En el capítulo 2 de Génesis, Dios le dijo al hombre: «Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás» (Génesis 2, 16-17). Dios dejó claro que si Adán y Eva comían del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, morirían. Pero, como Eva no creyó en esta Palabra de Dios, cambió el significado de Su Palabra a muerte posible de muerte cierta. Así que Eva dudó de la Palabra de Dios, lo que significa que no creyó en ella. Como Eva no creyó en la Palabra de Dios el Diablo siguió molestándola diciendo: “No, aunque comas del árbol del conocimiento del bien y del mal, no morirás”, y el Diablo plantó en ella una convicción firme. Le dijo a ella: “Dios sabe que el día que comáis de ese fruto, seréis como Dios y conoceréis el bien y el mal. Así que os dijo que no comieseis de ese árbol para que no conocieseis el bien y el mal y fueseis como Dios”. ¿Cuál era el motivo secreto del Diablo cuando dijo estas cosas? Hacer que Eva se rebelase contra Dios. Satanás se había levantado contra Dios y había sido expulsado de Su presencia, pero en vez de dejar su ambición y obedecer a Dios, el Diablo siguió levantándose contra Él y ahora está utilizando a la humanidad para rebelarse contra Dios. 
Como Eva no tenía fe, acabó comiendo del fruto. Y se lo dio a su marido. Eva no tuvo fe en la Palabra de Dios y pecó, creyó en las palabras del Diablo y recibió las consecuencias desastrosas. Después de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, Adán y Eva se hicieron vestiduras de hojas de higuera. En el momento en que comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal, se avergonzaron de sí mismos. Cuando una persona está avergonzada de sí misma, quiere esconder su vergüenza. La razón por la que la gente no puede mirar a la cara a los demás es que tiene pecados en sus corazones. Cuando una persona tiene pecados en su corazón, no puede mirar a Dios. Esto se debe a que está avergonzada de sí misma porque tiene pecados en su corazón. Cuando la gente cae en la confusión de los pensamientos carnales, está destinada a caer en la tentación de Satanás y se pierde. La Biblia dice que cuando Adán y Eva pecaron, sus corazones se vaciaron y se tuvieron que tapar con hojas de higuera. Cuando el pecado descendió sobre la conciencia de Adán y Eva, se llenaron de oscuridad de repente y no pudieron ver a Dios más, y ni siquiera pudieron recordar lo que Dios les había dicho. ¿Qué ocurrió después? Empezaron a avergonzarse. Y cuando se avergonzaron de su desnudez, se cosieron unas hojas de higuera para cubrirse. 
Pero como habían estado viviendo desnudos en el Jardín del Edén desde el principio, no había nada de qué avergonzarse. Pero lo que ocurrió es que, cuando entró el pecado en sus corazones, la vergüenza y la oscuridad entraron en sus corazones y tuvieron vergüenza, por lo que tuvieron que taparse con hojas de higueras. Adán y Eva cometieron un acto que acabó maldiciéndoles, todo porque no tuvieron fe en la Palabra de Dios. 
El Diablo les había dicho que serían como Dios y conocerían el bien y el mal. ¿Pero qué ocurrió cuando comieron del árbol del bien y del mal? Que murieron. Estar muerto significa separación de Dios. Si Dios es el Sol, nosotros somos las plantas, y las plantas no pueden vivir sin el Sol. Entonces, un muro se levantó entre las plantas y el Sol que daba sombra a las plantas y no les llegaba el Sol, por lo que las plantas murieron. En otras palabras, como la gente no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo nos ha dado, nuestro Señor de vida, mueren espiritualmente. Aunque el Señor ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu para buscarnos, como la gente no recibió a este Señor en sus corazones, la muerte espiritual ha descendido sobre esta gente. 
Para los que no conocen la justicia de Dios, y para los que no creen en ella aunque la conozcan, la muerte ha descendido sobre sus almas y cuerpos. Van a morir. La muerte espiritual ha descendido sobre ellos. Y también tienen vergüenza. Tienen pecados. Tienen maldiciones. Tienen sufrimiento. En resumen, todos los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu están separados de Dios. 
 
 

¿Qué les pasó a Adán y Eva después de hacerse vestiduras de hojas de higuera?

 
Dios llamó a Adán, pero Adán se escondió entre los árboles avergonzado. Dios dijo: “Adán, ¿dónde estás?”. Adán contestó: “Me escondí porque tenía vergüenza porque estaba desnudo”. Adán y Eva se avergonzaron porque no creyeron en la Palabra de Dios. Hablando espiritualmente, esto significa que ahora iban a morir y recibir maldiciones. Esto ocurrió porque comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal y no porque no hicieran buenas obras. Por eso se separaron de Dios a pesar de haber estado en su presencia anteriormente. Por eso no creer en la Palabra de Dios es pecado. Por eso la Biblia dice: “Todo lo que no proviene de fe, es pecado” (Romanos 14, 23). Si no creemos en la Palabra de Dios exactamente como se nos ha dado, estamos cometiendo pecados. Es el pecado más serio. No creer en la Palabra de Dios es pecar contra Él, y esto es una ofensa grave. 
Como Adán y Eva no creyeron en la Palabra de Dios de todo corazón, se avergonzaron y se escondieron. Fueron separados de Dios. Tuvieron miedo de ver a Dios. Pero Dios se les apareció y dijo: “¿Dónde estáis?”. “Me he escondido porque estoy desnudo”. “¿Quién te ha dicho que estabas desnudo?”. El hombre se avergonzó cuando pecó y por eso tuvo que vivir una vida dura y difícil. Todas estas condiciones malditas surgieron del pecado, que hizo que el hombre se separase de Dios. 
Si quieren creer en la justicia de Dios, entonces deben conocer los pecados de nuestros antecesores. Aquí, en el Libro de Génesis, está escrito que Dios les hizo túnicas de piel a Adán y Eva y los vistió con esas vestiduras. Las túnicas de piel aquí se refieren a las vestiduras de la vida. El hombre tuvo pecados en su corazón porque fue engañado por el Diablo. No fue por culpa de sus obras. 
Hablando fundamentalmente, el corazón del hombre no tenía pecados al principio, pero Satanás plantó dudas en su corazón para que no creyese. Por eso Dios regañó a Satanás y le castigó, haciéndole responsable de ese pecado, tal y como está escrito en Génesis 3, 13-14: «Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida». 
Para encontrar el culpable principal, Dios le preguntó a Adán por qué había comido del fruto prohibido y Adán le dijo que había comido del fruto porque la mujer que Dios le había dado le hizo comer del fruto. Entonces Dios le preguntó a Eva: “¿Por qué has hecho esto?”. Eva dijo: “La serpiente me hizo hacerlo, así que comí del fruto”. Entonces Dios le dijo a la serpiente: “Ha sido culpa tuya. Has hecho dudar a Adán y Eva y les has hecho comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, por eso te maldigo para que comas polvo todos los días de tu vida”. Dios maldijo a la serpiente de esta manera. Las maldiciones de Dios tienen su origen en la decepción de la serpiente, y por este pecado estamos malditos. El hombre fue maldito por la tentación de la serpiente y no porque fuera sucio por su cuenta. En otras palabras, el Diablo fue quien metió el pecado en el corazón del hombre. 
Puede que se pregunten por qué Dios creó a Satanás. Pero Satanás no fue creado así desde el principio. Cuando leemos Ezequiel e Isaías, la Biblia llama a Satanás: “Lucifer, hijo de la mañana” (Isaías 14, 12). Lucifer, el hijo de la mañana significa estrella de la mañana literalmente. Era un ángel caído que en realidad era el más alto de todos los ángeles creados por Dios. Este ángel se rebeló contra Dios y Dios lo expulsó diciendo: “Descenderás a Sheol, a lo más bajo del pozo sin fondo”. Así que este ángel que fue arrojado del Cielo es el Diablo. Este ángel caído es Satanás, y sus sujetos son los demonios. Aunque la Biblia no nos habla detalladamente del origen de Satanás, aquí en Isaías podemos ver que era el ángel que se rebeló contra Dios. Así que podemos ver que el Diablo salió antes que el hombre. Por eso la Biblia no menciona la creación de Satanás cuando creó el universo, el mundo visible. 
Dios creó enemistad entre el hombre y la serpiente, que hizo que el hombre comiese del árbol del conocimiento del bien y del mal. Hoy en día hay muchas personas son amigas del Diablo, aunque tenga que ser su enemigo en realidad. Sin embargo, el hombre y el Diablo son enemigos. Como Dios creó enemistad entre la serpiente y la humanidad, entre la serpiente y la mujer, y entre sus descendientes y los descendientes de la mujer, son enemigos mortales. Aquí, en Génesis 3, 15, Dios dijo que Jesucristo, el Salvador, vendría a este mundo como descendiente de la mujer, pisaría la cabeza de la serpiente y nos salvaría a los seres humanos del pecado al ser bautizado y crucificado hasta morir en este mundo. 
Dios dijo en Génesis 3, 15: 
«Y pondré enemistad 
entre ti y la mujer, 
y entre tu simiente y la simiente suya; 
ésta te herirá en la cabeza, 
y tú le herirás en el calcañar». ¿Hay enemistad entre Dios y el Diablo? Sí. Pero Dios también declaró enemistad entre el hombre y Satanás en el pasaje de las Escrituras de hoy. Como el Diablo no puede ganar a Dios, llamar a Satanás enemigo de Dios es casi inadecuado, pero lo es. Entre el mundo de las criaturas, este ángel y el hombre son enemigos. En cuanto a Dios, no hay un contrincante que pueda con Él. Pero Satanás se rebeló contra Dios con miles de ángeles, y ahora el ángel caído se levanta contra Dios utilizando al hombre. Esto significa que Satanás se había levantado contra Dios desde el principio hasta el final. Así Dios puso enemistad entre el hombre y el Diablo. Hizo que fueran enemigos eternos. ¿Acaso no se levanta el Diablo contra la justicia de Dios mientras finge ayudar a la gente? Satanás sigue engañando a la gente con sus mentiras para que se levante contra Dios y Su Palabra de Verdad. Incluso ahora mismo, Satanás y el hombre son enemigos. 
Sin embargo, está escrito que la Semilla de la mujer heriría la cabeza de la serpiente (Génesis 3, 15). ¿Quién es la semilla de la mujer aquí? Se refiere a Jesucristo, quien vino al mundo a través del cuerpo de la Virgen María. Habla de Jesucristo, quien nacería en este mundo en la imagen del mundo. No es la semilla del hombre; no fue concebido a través de una relación entre un hombre y una mujer, sino que fue concebido por el Espíritu Santo. El que la Semilla de la mujer hiriese la cabeza de la serpiente significa que esta Semilla de la mujer, Jesucristo, vendría a este mundo en la imagen del hombre y destruiría la obra del Diablo, es decir, que borraría los pecados que el Diablo había plantado en el corazón del hombre. 
Este es el mensaje del Evangelio del agua y el Espíritu que estamos predicando ahora. Está escrito en la Biblia que la serpiente herirá el talón de la Semilla de la mujer. Esto se refiere al sufrimiento de Jesucristo, profetizando cómo Jesús, después de ser bautizado por Juan el Bautista, sería crucificado para derramar Su sangre y morir. En otras palabras, se refiere a Jesucristo crucificado, a la muerte que sufriría siendo clavado en la Cruz de pies y manos para pagar por los pecados. Y a través del Evangelio del agua y el Espíritu, Jesucristo cumplió Su Alianza. Por tanto, el Salvador eterno de la humanidad es Jesucristo. 
Dios Padre hizo túnicas de piel a través del sacrificio de Jesucristo y vistió a Adán y Eva con esas túnicas. Mientras que las vestiduras que el hombre hizo y llevó puestas eran de hojas de higos, las vestiduras que Dios hizo eran túnicas de piel. Para hacer túnicas de piel, un cordero debe morir. En otras palabras, las túnicas de piel aquí implican que Jesucristo es el Cordero que nos salvaría con Su propia vida. La Ley de Dios es justa, como está escrito: «Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.» (Deuteronomio 19, 21). Esto significa que Dios nos ha salvado al pasar nuestros pecados a una vida y matarla en nuestro lugar. Esto manifiesta la justicia de Dios, y también que Dios nos ha salvado de esta manera. 
Esta Verdad es el Evangelio del agua y el Espíritu. A través de Jesucristo, Dios tomó todos nuestros pecados y nos salvó con el agua, la sangre y el Espíritu. Si alguien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu a través del que nos ha salvado el Señor, será salvado; pero los que no crean en la justicia de Dios, y se hagan vestiduras de hojas de higuera día tras día cada vez que se rompan, están bajo la maldición. Deben recordar que Dios ha determinado que solo los que creen en Su justicia y Su Palabra pueden entrar al Cielo. Así que al Cielo solo se puede entrar si se cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, y la remisión de los pecados solo se recibe creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, de la misma manera en que las bendiciones de Dios se reciben de esta manera. 
Lo que la gente necesita ahora es la fe en la justicia de Dios, y los que hemos recibido la remisión de los pecados también necesitamos fe en la Palabra de Dios. Dios nos ha salvado a través de esta fe. Por eso esta fe es absolutamente indispensable. Todos los que ahora creen en el Evangelio del agua y el Espíritu entrarán en el Cielo por fe. Somos salvados de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Dios. ¿Creen en esto, mis queridos hermanos?
Debemos predicar esta fe. Esta fe es la justicia de Dios. Esta salvación se consigue con la justicia de Dios. Es Dios quien nos ha salvado de todos los pecados. Cuando la Biblia dice que el Señor Dios hizo túnicas de piel para Adán y Eva y los vistió, significa que Dios salvó a Adán y Eva a través del sacrificio de Jesucristo, es decir, a través de Su bautismo y muerte en la Cruz. ¿Lo entienden?
¿Pero cómo es la fe de los cristianos de hoy en día? ¿Acaso no se están haciendo vestiduras con hojas de higuera? Estas cosas como las oraciones de penitencia y la santificación incremental no son más que vestiduras de hojas de higuera. Este tipo de fe mata a las almas. Los que tienen este tipo de fe no pueden entrar en el Cielo. Dios dejó claro en el capítulo tres del Génesis que esa salvación no puede conseguirse de esa manera, como dice Génesis 3, 22-24: «Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado. Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida».
Los pecadores que tienen su propio criterio del bien y del mal no deberían recibir la vida eterna comiendo del árbol de la vida. Por eso Adán y Eva fueron expulsados del Jardín del Edén como pecadores. Aunque Adán y Eva conocieron el bien y el mal, lo que tenían ahora era su propio criterio del bien y del mal, y por eso fueron expulsados del jardín. Solo hay un criterio absoluto del bien y del mal, y está determinado solamente por Dios. Solo lo que Dios determina que es bueno es verdaderamente bueno, y solo lo que determina que es malo, es absolutamente malo. Sin embargo, después de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, el hombre conoció el bien y el mal. Pero el problema era que este conocimiento del bien y del mal era simplemente su criterio. En otras palabras, el hombre tuvo su propio criterio del bien y del mal para definir lo que estaba bien y lo que estaba mal. Así que, como el hombre tuvo su criterio del bien y el mal, fue expulsado del Jardín del Edén, porque era un pecado a los ojos de Dios tener su propio criterio del bien y del mal que no fuera el Suyo. Y a los que tienen su propio criterio del bien y del mal y se niegan a abandonarlo, Dios no les permitió comer del fruto del árbol de la vida ni vivir eternamente.
Por eso Dios puso querubines en el Oriente del Jardín del Edén y una espada en llamas que se giraba a todos lados para guardar el camino al árbol de la vida. Esto significa que al Jardín del Edén solo se puede entrar por fe en Su gracia, como está escrito: «Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo» (Juan 1, 17). Y también está escrito: «Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan» (Mateo 11, 12). Los ángeles vigilan el Reino de los Cielos. Y hay espadas con llamas que dan vueltas. Así que si alguien intenta entrar en el Cielo, se le para enseguida. Pero, ¿qué ocurrirá cuando entren en el Reino de Dios por fe, confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu? Que se les dará la bienvenida. Los ángeles les darán la bienvenida. 
El Cielo es el Reino de la justicia al que solo se puede entrar por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios. Así que a través de los capítulos dos y tres de Génesis, podemos darnos cuenta de lo siguiente: aunque Dios creó el Cielo, a este Cielo solo se puede entrar por fe, y solo los que creen en la Palabra de Dios pueden entrar en él; los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son los siervos del Diablo. 
Si no creemos en la justicia de Dios, ahí no se acaba todo, sino que seremos excluidos de la Verdad que nos hace hijos de Dios. Al final, nos convertiremos en hijos de Dios. Debemos darnos cuenta de esto. Por tanto, por mucho que la gente del mundo diga que cree en Jesús, si no cree en la justicia de Dios, irá al infierno. Si una persona confía en su propia denominación y solo tiene una fe doctrinal, y si todavía tiene pecados, será maldita y arrojada al infierno. 
Entre los que no han nacido de nuevo hay muchos cristianos que están seguros de que van a entrar en el Cielo, diciendo creer en Jesús a su manera. Pero estas personas van a ir al infierno mientras no crean en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y sigan agarrándose a su propio criterio del bien y del mal. En otras palabras, a no ser que se crea en la Palabra de Dios de la justicia correctamente, se va al infierno. 
El Señor nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Pero la gente no está interesada en conocer este Evangelio y mucho menos en creer en él. ¿Qué pasará? Que irán al infierno porque eso es lo que les espera. ¿Puede alguien entrar en el Cielo solo porque quiera? No, si no se recibe la remisión de los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, no podrá entrar en ese lugar. Solo los nacidos de nuevo pueden entrar a ese lugar. Esto requiere la verdadera fe. Y esta verdadera fe que nos permite entrar en el dominio de Dios es la verdadera fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. El dominio de Dios es el dominio de la fe. 
Por fe podemos entrar en el dominio del Reino de Dios; ¿cómo puede una persona entrar en este Reino de los Cielos si no cree en Dios Padre, Jesucristo el Hijo y el Espíritu Santo, que están todos en el Cielo? Lo que importa aquí es la fe. Por fe nos hizo hijos de Dios. Esto es obvio. Creer que algunos pecadores entrarán en el Cielo siempre y cuando vayan a la Iglesia es una noción ridícula. Si creen en Dios según Su Palabra, entrarán en el Cielo, pero si no lo hacen, serán arrojados al infierno sin duda. 
Mis queridos hermanos, al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu somos Salvados; si no creemos en este Evangelio, estaremos pecando contra Dios y seguiremos siendo pecadores, y al final nos convertiremos en siervos del Diablo. Por tanto, es absolutamente necesario que creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios.