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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 9-5] Los creyentes en la divinidad de Jesús reciben la salvación al creer en el Evangelio (Juan 9:8-41)

Los creyentes en la divinidad de Jesús reciben la salvación al creer en el Evangelio(Juan 9:8-41)
“Entonces los vecinos, y los que antes le habían visto que era ciego, decían: ‘¿No es éste el que se sentaba y mendigaba?’ Unos decían: ‘El es’; y otros: ‘A él se parece.’ El decía: ‘Yo soy’. Y le dijeron: ‘¿Cómo te fueron abiertos los ojos?’ Respondió él y dijo: ‘Aquel hombre que se llama Jesús hizo lodo, me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista.’ Entonces le dijeron: ‘¿Dónde está él?’ El dijo: ‘No sé.’ Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Y era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Volvieron, pues, a preguntarle también los fariseos cómo había recibido la vista. El les dijo: ‘Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo.’ Entonces algunos de los fariseos decían: ‘Ese hombre no procede de Dios, porque no guarda el día de reposo.’ Otros decían: ‘¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales?’ Y había disensión entre ellos. Entonces volvieron a decirle al ciego: ‘¿Qué dices tú del que te abrió los ojos?’ Y él dijo: ‘Que es profeta.’ Pero los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista, y les preguntaron, diciendo: ‘¿Es éste vuestro hijo, el que vosotros decís que nació ciego? ¿Cómo, pues, ve ahora?’ Sus padres respondieron y les dijeron: ‘Sabemos que éste es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no lo sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos; edad tiene, preguntadle a él; él hablará por sí mismo.’ Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos, por cuanto los judíos ya habían acordado que si alguno confesase que Jesús era el Mesías, fuera expulsado de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: ‘Edad tiene, preguntadle a él.’ Entonces volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: ‘Da gloria a Dios; nosotros sabemos que ese hombre es pecador.’ Entonces él respondió y dijo: ‘Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo.’ Le volvieron a decir: ‘¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?’ El les respondió: ‘Ya os lo he dicho, y no habéis querido oír; ¿por qué lo queréis oír otra vez? ¿Queréis también vosotros haceros sus discípulos?’ Y le injuriaron, y dijeron: ‘Tú eres su discípulo; pero nosotros, discípulos de Moisés somos. Nosotros sabemos que Dios ha hablado a Moisés; pero respecto a ése, no sabemos de dónde sea.’ Respondió el hombre, y les dijo: ‘Pues esto es lo maravilloso, que vosotros no sepáis de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye. Desde el principio no se ha oído decir que alguno abriese los ojos a uno que nació ciego. Si éste no viniera de Dios, nada podría hacer.’ Respondieron y le dijeron: ‘Tú naciste del todo en pecado, ¿y nos enseñas a nosotros?’ Y le expulsaron. Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ‘¿Crees tú en el Hijo de Dios?’ Respondió él y dijo: ‘¿Quién es, Señor, para que crea en él?’ Le dijo Jesús: ‘Pues le has visto, y el que habla contigo, él es.’ Y él dijo: ‘Creo, Señor; y le adoró.’ Dijo Jesús: ‘Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados.’ Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ‘¿Acaso nosotros somos también ciegos?’ Jesús les respondió: ‘Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.’”
 
 
Todos nosotros estamos trabajando muy duro con lo mejor de nuestras habilidades con el fin de sostener el ministerio evangélico. A medida que nuestros hermanos y hermanas están apoyando el ministerio evangélico con su ayuda financiera, junto con todos los siervos de Dios, espero y oro por que todos ellos prosperen. A medida que continuamos trabajando diligentemente, creo que el Señor está bendiciendo nuestro ministerio, pero también estoy orando aún por más bendiciones. Hemos hecho muchos preparativos, porque si podemos llevar a cabo la obra de Dios con éxito o no, depende de lo bien preparados que estemos. Deseamos proveer de cosas a gentes que lo que necesitan, y así darles alegría y que sean amados por Dios. Así que queremos apoyar el ministerio evangélico.
Creemos que la obra de Dios prosperará, y sabemos que debemos prepararnos, pidan a Dios su ayuda, láncense al desafío, y llamen a la puerta por su ayuda. Creo que el Señor tarde o temprano terminará todo el trabajo que Él nos ha confiado. La Biblia dice: “La fe es la sustancia de las cosas esperadas, la evidencia de las cosas no vistas.” Estoy seguro que si creemos, la obra del Señor también tendrá éxito. Si trabajamos con fe, entonces todo irá bien, pero si no tenemos fe, entonces vamos a terminar renunciando a nuestro trabajo a medias. Pero creo que la obra del Señor tendrá éxito seguro.
No importa lo que pase, debemos vivir con esperanza. El Evangelio debe ser predicado también con esperanza. Ya sea que estemos predicando el Evangelio al mundo o trabajando para aumentar los medios financieros, tenemos que hacer ambas cosas con la esperanza. Todo el mundo debería tener un sueño. Sólo cuando uno tiene un sueño la persona puede prepararse para el futuro. Cualquiera que no tenga ningún sueño es como si estuviera muerto. Ya es abril, pero pronto el campamento de verano de formación de discipulado vendrá y se irá, seguido por el campamento de invierno, y el próximo año estará ya a la vuelta de la esquina. A menos que uno tenga una meta digna, acabará perdiendo el tiempo y destruyéndose a si mismo. Para difundir el Evangelio del agua y el Espíritu, todos nosotros debemos aceptar el reto con esperanza y fe.
Estoy seguro de que si seguimos llevando a cabo lo que podemos hacer y pedimos la ayuda de Dios, Él nos bendecirá y nos hará prosperar. Tarde o temprano, vamos a cubrir el mundo entero con el Evangelio del agua y el Espíritu y darlo a conocer a toda la gente. Trabajamos con el sueño de que todos los 6,500 millones de personas en el planeta conocerán el Evangelio del agua y el Espíritu. Mientras nosotros estemos dispuestos y busquemos la ayuda de Dios, estoy seguro de que este sueño se hará realidad en poco tiempo. Mi mente está también ocupada pensando en cómo podemos predicar el Evangelio por todo el mundo. Para difundir el Evangelio con éxito, también tenemos que tener éxito en nuestros negocios; si no tenemos cuidado en ello, será más difícil de predicar el Evangelio. Así es mi convicción, que todos tenemos que trabajar más diligentemente.
Cuando el profeta Nehemías estaba reconstruyendo la ciudad de Jerusalén, hubo muchos detractores a su alrededor. Así que oró a Dios, y Dios le dio instrucciones de vigilar todos los sitios de construcción de la ciudad con las fuerzas armadas y equipar a todos los trabajadores con una lanza o una espada. Dios ayudó al pueblo de Israel para reconstruir Jerusalén de esta manera. Solo así se logra la obra de Dios, y no de otra forma. Por el contrario, el orar quedándose de brazos cruzados está mal. En lugar de saltar ciega y temerariamente en el campo de la misión en el extranjero, como misioneros esperando que Dios se encargue de nosotros, es mucho mejor para nosotros el hacer lo que podemos. Todos nuestros antepasados de la fe también seguían a Dios, mientras criaban ganado o preparaban la tierra.
Es totalmente bíblico y normal para nosotros el servir al Evangelio del agua y el Espíritu, mientras hacemos negocios y trabajamos. Esto es mucho mejor que lo que está sucediendo en las iglesias ordinarias, cuando los pastores y evangelistas se sientan sin hacer nada más que predicar un par de veces a la semana, visitando las casas de los creyentes, y recolectando sus ofrendas. Incluso si estas personas fueran a trabajar hasta la muerte, todo lo que pueden lograr en un centenar de años es solo construir un edificio para la iglesia.
He oído que algunos evangélicos ridiculizan nuestra estrategia de la misión. Si los siervos de Dios no fueran a trabajar y permanecer inactivos, tratando de evangelizar con sus ofrendas, entonces nada se logrará. Me limitaré a decirle que siga haciendo donaciones. Pero de esta manera, es simplemente imposible publicar nuestros libros y distribuirlos en todo el mundo. Si queremos prosperar y ayudar a los demás también, entonces tenemos que trabajar. ¿No han leído en la Biblia como el Apóstol Pablo servía por si mismo el Evangelio? Él también tenía un trabajo para ganar dinero para vivir y para su ministerio, y llamamos su ministerio “La misión de hacer tiendas” (Hechos 18:3). Debemos trabajar por la fe. Vamos entonces a prepararnos para nuestro trabajo por la fe para ver lo mucho que Dios nos bendiga este verano.
 
 

¿Por qué es incorrecto para el ciego el abrir los ojos en el día de reposo?

 
Acabamos de leer Juan 9:8-41 del pasaje de las Escrituras de hoy. Fue en el día de reposo que el ciego abrió los ojos, lo que se convirtió en un problema. La gente llevó al ciego a los fariseos y le preguntaron: “¿Cómo fueron tus ojos abiertos?” Entonces el ciego dijo, “Jesús me puso un poco de barro en los ojos y me dijo que fuera al estanque de Siloé y me lavara allí. Así que lo hice como me dijo, y mis ojos se abrieron.” Para los fariseos, Jesús era claramente un pecador por haber curado al enfermo en el día de reposo. Así que discutiendo que era imposible para un pecador hacer un milagro, acusaron a Jesús de hacer el mal y lo tacharon de hereje.
Juan 9:35 dice: “Oyó Jesús que le habían expulsado; y hallándole, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios?” El Hijo de Dios se refiere aquí a Jesús mismo. El hombre entonces preguntó quien era el hijo de Dios y cuando el Señor le dijo que era Él, el hombre le dijo que creía en Él. Al creer en Jesús y el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la remisión de los pecados y abierto los ojos espirituales. Para que nosotros podamos vivir también de nuestra fe, tenemos que estar preparados para responder a las siguientes preguntas importantes: “¿Cree usted en el Hijo del Hombre? ¿Cree en el Hijo de Dios? ¿Cree en Jesucristo, el Hijo de Dios como su Salvador?”
Jesús es el Hijo de Dios Padre. Este hecho es sumamente importante. Para Dios Padre, Jesús es Hijo y para nosotros, Jesús es Dios mismo. Por ello es que cuando Jesús le preguntó si creía que Jesús era el Hijo de Dios, dijo que si, y por su fe, fue espiritualmente salvado. El que cree en el Hijo de Dios puede ser salvado, pero el que no cree, no se puede salvar. La connotación en esta pregunta: “¿Cree en el Hijo de Dios?” No solo si creemos que Jesús es el Hijo de Dios, sino también en Dios mismo. En otras palabras, la pregunta es, si creemos que Jesús es Dios mismo quien sanó al enfermo, realizó milagros, y redimió los pecados de la gente. Jesús es el Hijo de Dios, el verdadero Dios y nuestro Salvador, y sólo si creemos en esto es que nuestra fe se hace pura y perfecta.
Si usted solo cree y reconoce que Jesús es el hijo de Dios en lugar de creer también que Él es Dios mismo que creó el universo, entonces sus creencias constituirían solo una religión hecha por usted. Cuando los seres humanos dan a luz, nacen seres humanos. De igual manera, Dios el Padre dio a Jesucristo como su Hijo. Así como Dios Padre es divino, también lo es su Hijo. Y este Hijo unigénito de Dios hizo el universo y todo lo que hay en el, incluido usted y yo. Este es un conocimiento muy importante.
La cuestión central planteada en el Evangelio de Juan es la siguiente: “¿Cree en el Hijo del Hombre? ¿Cree usted que Jesús es el Hijo de Dios Padre, y que Él es también el mismo Dios y su Salvador?” El tema general del Evangelio de Juan es que Jesús es Dios mismo, que hizo el universo. En otras palabras, es Jesús quien creo los Cielos y la Tierra y quien nos hizo. Así como está escrito: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Dios dijo: “Sea la luz; y fue la luz.” Jesucristo es el Creador que hizo a usted y a mí, y Él es el Salvador que nos ha expiado del pecado. Jesucristo es el Salvador que nos ha liberado del pecado para hacernos hijos de Dios, y Él es también el Juez. Es absolutamente crítico el comprender adecuadamente a este Jesús y creer en Él correctamente.
Como el hombre abrió sus ojos en el día de reposo, la gente lo llevó con los fariseos. Los fariseos acusaron a Jesús de ser un pecador, diciendo: “Ya que abrió los ojos de este hombre ciego en el Sabbat, debe ser un pecador.” Y dijeron que aunque sabían que Dios había enviado a Moisés, no sabían quien era Jesucristo. En pocas palabras, ellos no creían en Jesús. Debido a que no creían que Jesús era el Creador del hombre y nuestro Salvador, y que era el Dios mismo, hicieron problema por lo que Jesús hizo y se pusieron en su contra.
También hoy, hay muchas personas que son como estos fariseos. Aún entre cristianos, hay mucha que gente que ni se da cuenta de que Dios es Dios mismo y el creador. Celebramos el Domingo de Pascua hace poco. Una cierta iglesia en nuestra ciudad puso una pancarta diciendo: ¡Regocíjense! ¡Vamos a bailar con alegría! ¿Sin embargo, los miembros de esta iglesia realmente creían que Jesús fue resucitado? La triste realidad es que la mayoría de los cristianos no creen que Jesús fue resucitado literalmente. Aunque muchos cristianos profesan creer que Jesucristo resucitó, toman esto sólo en sentido figurado y no creen que en realidad se levantó de entre los muertos. Debido a que en realidad no creen que Jesús sea Dios mismo, ellos no pueden decidirse a creer sin duda que Jesús resucitó de entre los muertos, literalmente.
La Biblia dice: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” También dice: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Dios dijo: “Sea la luz; y fue la luz.” El que dice estas cosas no es otro que Jesucristo, quien vino a salvarnos. Es a través de la Palabra escrita que somos capaces de saber quién es Jesús, y es por creer en esta Palabra que somos capaces de darnos cuenta y creer que Jesús es realmente nuestro Dios, nuestro Creador y nuestro Salvador. Nadie llega a conocer a Jesús y creer en Él por sus instintos humanos naturales. Cualquiera que no cree quien es Jesús al creer en esta palabra es alguien que en realidad no cree que Jesús es Dios mismo. Esta es una cuestión sumamente importante.
Aunque muchas personas profesan hoy creer en Jesús, en realidad, hay más cristianos que no creen realmente que Jesús sea Dios. Algunos grupos religiosos no creen que Jesús sea Dios mismo y el Creador. Arguyen que sólo Jehová es Dios, y que Jesús no es más que una de sus criaturas, igual que usted y yo y todos los ángeles. Así que porque ellos piensan así, incluso cuando les decimos que Jesús ha salvado a toda la humanidad a través del Evangelio del agua y el Espíritu, dicen que es completamente irrelevante para ellos.
Si Jesús no fuera Dios, no podríamos haber sido salvados del pecado. Él nos creó e hizo el universo y todos sus ejércitos. Y cuando caímos en el pecado y la destrucción engañados por Satanás, Él vino en la carne del hombre para salvarnos del pecado, a Sus criaturas. Jesús, Dios encarnado, llevó nuestros pecados en su cuerpo al ser bautizado, fue crucificado para derramar su sangre hasta la muerte, se levantó de entre los muertos, y así nos ha salvado. Es todo gracias a Su acto de justicia que fuimos salvados del pecado. Hemos todos alcanzado nuestra salvación porque el Señor nuestro Creador vino a este mundo, tomó nuestros pecados sobre su cuerpo, se llevó nuestra condena, y así nos ha salvado a todos del pecado. Es porque el es Dios mismo, que fuimos salvados; si el fuera solo una criatura en vez de el Dios mismo, entonces no hubiera podido salvarnos. Así, la fe en la divinidad de Cristo es absolutamente indispensable para nosotros. Para Jesús el ser nuestro Salvador, Él debe ser el Dios mismo y nuestro Creador. Sólo así, pudo salvarnos del pecado, y sólo así nuestra salvación fue perfectamente hecha.
Cualquiera que haya nacido de un ser humano es otro ser humano; ningún ser humano puede dar a luz a un perro. Algunas personas pueden actuar como un perro aunque hayan nacido como seres humanos, pero nadie da a luz a un perro. Así que, si Jesucristo es el Hijo unigénito de Dios Padre, entonces Jesús es también divino. Tenemos que creer sin ninguna duda que así como el Padre de Jesús es divino, Jesús es también divino.
 
 

Es absurdo creer en Dios según nuestros pensamientos carnales

 
Algunas personas piensan en sus mentes carnales que si Jesús tuvo un Padre, entonces Él también debe tener una madre. Por ejemplo, los católicos creen que si Jesús es el Hijo de Dios, entonces Dios debe tener una esposa, y llaman a María la Reina del Cielo. Puesto que María es la madre de Jesús, oran a ella, diciendo: “¡Dios te salve, madre santa Reina de misericordia! ¡Nuestra vida, dulzura y esperanza!” ¿Qué tontería es ésta? Jesús es el Hijo de Dios y nuestro Creador. Si Él es su Creador y el mío, entonces él es el Creador del universo y todos sus ejércitos. Es por ello que es Dios. Si alguien dice ser divino, incluso sin haber creado el universo y todo lo que está en él, él es un fraude. Así que la religión es diferente de la fe.
No hay género en el Reino de los Cielos, así que no hay distinción entre hombres y mujeres. A Jesús le preguntó una vez alguien que estaba curioso y que se interesaba en la primera resurrección: “Señor, tenemos curiosidad acerca de la primera resurrección. En nuestra tradición judía, si el hermano mayor muere y deja a su esposa viuda, entonces debe vivir con su cuñado. Pero digamos que el cuñado muere, por lo que la viuda viviría con su segundo cuñado. Cuando el segundo cuñado muere también, viviría con el tercer cuñado. Digamos que esta familia tenía ocho hermanos, y que, como todos murieron, la mujer terminó viviendo con los ocho hermanos antes de morir. ¿Entonces de quién sería esposa esta mujer cuando suceda la primera resurrección en el último día?” Entonces Jesús le dijo: “Ustedes han entendido mal. Cuando el Reino venga, toda persona recta pasará por la primera resurrección, pero en ese Reino no habrá ni hombres ni mujeres, al igual que los ángeles que no tienen género.”
Cuando Jesús le abrió los ojos al ciego, fue expulsado por los fariseos. Jesús entonces lo buscó y se reunió con él. Y Él le dijo: “¿Crees en el Hijo del Hombre?” El hombre entonces le dijo: “¿Quién es, Señor, para que crea en Él?” Al creer que Jesús es Dios mismo, todos nosotros debemos confiar en que Jesús es el Creador y nuestro Salvador, y también debemos llevar nuestras vidas de fe confiando en que Él ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Los fariseos persiguieron a Jesús y se pusieron en su contra precisamente porque no reconocieron quien era Él.
Nunca lo habrían hecho si hubieran sabido quién era Jesús. También en este mundo actual, si la gente realmente entendiera quién es Jesús, todos creerían en Él. Por que aquellos que saben y creen que Jesús es Dios mismo cuando les decimos que Jesús ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, recibirían el perdón de los pecados por creer en esta Verdad. La fe más importante es creer que Jesús es Dios, nuestro Creador y nuestro Salvador. Es con esta fe sólida como roca en la divinidad de Jesús, que empieza toda fe.
Sin esta creencia, su fe no es nada. Si Jesús no fuera divino, entonces el hecho de que Él nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu también sería nada más que una noción hipotética y una completa ilusión. Incluso si algún líder religioso tomara sus pecados y muriera en su lugar, aún sería completamente inútil. Este líder es todavía sólo un pecador ante Dios como todo mundo, por lo que ningún pecador puede salvar a otro pecador.
Jesucristo, en contraste, es justo y Santo. Él no es un pecador. Él se hizo hombre por un corto tiempo solamente para salvarnos del pecado. Fue para salvarnos que Él se hizo hombre temporalmente y para llevar nuestros pecados en su cuerpo. No es en su corazón que Jesús aceptó todos nuestros pecados, sino que los llevaba en su cuerpo. Como Jesús llevó nuestros pecados en su cuerpo al recibir Su bautismo, murió en la Cruz, y resucitó de entre los muertos, Él podría convertirse en nuestro Salvador eterno completa y perfectamente. Si nuestros pecados se hubieran pasado al corazón de Jesús, y Jesús también hubiera tenido pecado en su corazón, entonces nuestra salvación nunca podría haberse hecho perfecta. Ningún pecador puede salvar a otro pecador. Debido a que un pecador debe ser condenado sin falta, Dios hizo Su juicio sobre Jesús con la crucifixión de su cuerpo. Permitió que el cuerpo de Jesús muriera una vez, y entonces lo resucitó de nuevo. De esta manera, Dios pasó nuestros pecados al cuerpo de Jesús, no a su alma.
Como vivimos nuestra fe, la fe primera que todos nosotros debemos tener es que Jesús es nuestro Dios. Esta fe, en que Jesús es nuestro Creador y nuestro Salvador, es absolutamente indispensable que tengamos todos nosotros. Está escrito en el Evangelio de Juan, “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). Donde dice: “En el principio era el Verbo”, significa que cuando el universo fue creado primero, la Palabra de Dios estaba diciendo: “Sea la luz.” Y donde dice: “El Verbo estaba con Dios”, la Palabra aquí se refiere a Jesucristo. Puesto que es Jesús, nuestro Dios y nuestro Creador que habló esta Palabra, esto significa que Él ha existido desde el principio. Esta también escrito, “El Verbo era Dios.” Por eso decimos que Jesús es el “Dios de la Palabra.” En otras palabras, es con Su Palabra que Jesús creó el universo, y es con Su Palabra con la que obró.
Juan 1:2-3 dice: “Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” El pronombre “Él” aquí se refiere a Jesucristo. Se refiere al único Cristo Jesús. Es Jesús quien habló la Palabra en Génesis capítulo uno que creó el universo. Así refiriéndose a Jesús, el Evangelio de Juan continúa diciendo: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:3-4), “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:10-12), y “Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).
Así, la Biblia deja claro que la Palabra que creó el universo vino a nosotros encarnada en el hombre, lleno de gracia y de Verdad. En pocas palabras, Cristo es ciertamente el Dios mismo, Él ha cumplido todo de acuerdo a Su Palabra, Él ha traído la verdadera salvación para nosotros, Él es el verdadero Creador que hizo el universo, y Él es el Salvador que ha librado a su pueblo de todos sus pecados. El mundo fue hecho por Él.
El Evangelio de Juan fue escrito por el Apóstol Juan. Nos dice claramente que Jesús es el que hizo este mundo. Él no sólo hizo el mundo, sino que también vino a este mundo para salvarnos del pecado, y Él nos ha salvado verdaderamente de acuerdo a Su voluntad. Es Jesucristo, quien da vida al universo y todo lo que contiene, y también es Jesucristo quien, aunque usted y yo estábamos destinados a ser condenados por nuestros pecados, nos ha dado nueva vida. Aquellos de nosotros que creemos que Jesús es nuestro Creador y Salvador también podemos creer que Él nos ha salvado del pecado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, pero aquellos que no creen en esto no son verdaderos creyentes, sin importar en qué otra cosa puedan creer. Nosotros creemos que Jesús es Dios mismo, y creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hablado por Dios.
Confío en que ustedes también lo creen así. Le doy todo mi agradecimiento a Dios.