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Tema 18: Génesis

[Capítulo 14-5] Abraham siguió a Dios en vez de la carne (Génesis 14:17-24, 15:1)

Abraham siguió a Dios en vez de la carne(Génesis 14:17-24)
«Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey. Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo. Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes. Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram; excepto solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre, los cuales tomarán su parte».
 
(Génesis 15:1)
«Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande».
 
 
Acabamos de leer el Génesis 14:17 hasta 15:1 como pasaje de las Escrituras de hoy.
En ese momento Lot estaba viviendo en la tierra de Sodoma. Cuando surgió la guerra entre varios reinos aliados en la tierra de Sodoma, un cierto rey llamado Quedorlaomer atacó a Sodoma y tomó todos sus bienes y a sus habitantes como prisioneros. Y entre estos prisioneros estaba el sobrino de Abraham, Lot. Uno de los prisioneros que logró escapar corrió hasta Abraham y le dijo lo siguiente: “Muchos reinos, incluyendo Sodoma, han sido derrotados. Lot también fue tomado como prisionero y lo perdió todo, incluyendo sus posesiones y su familia”. Entonces Abraham tomó un ejército de 318 hombres que fueron criados en su casa y persiguió al rey Quedorlaomer hasta Dan, atacó a su ejército y lo venció, y trajo a su sobrino Lot de vuelta y a su familia y todos los bienes que había perdido.
No se explica detalladamente cómo exactamente Abraham entrenó a los 318 hombres criados y entrenados en su casa; la Escritura solo nos dice que Abraham estaba bien preparado, y que cuando surgió una crisis, estaba preparado y venció al rey Quedorlaomer que parecía invencible, rescató a su sobrino Lot y volvió triunfante con un gran botín. Esto es lo que nos dice el pasaje de las Escrituras de hoy que acabamos de leer. Esto nos demuestra que con un pequeño ejército de 318 hombres formados, Abraham pudo atacar y vencer a las fuerzas aliadas que eran mucho más numerosas. Es bastante impresionante pensar en cómo Abraham pudo vencer a estas fuerzas enemigas tan poderosas con tan solo 318 hombres. La victoria de Abraham seguramente fue rápida, y como Abraham amaba a su sobrino Lot y su gente tuvo mucho valor. Amaba a su gente más que a nada.
Cuando Abraham volvió de la batalla después de vencer al rey Quedorlaomer y los otros reyes aliados con él, el rey de Sodoma salió a su encuentro en el Valle de Save, también conocido como el Valle del Rey. Por supuesto, el rey de Sodoma no era la única persona que salió a recibir a Abraham. La Biblia nos dice que Melquisedec salió como está escrito: «Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo» (Génesis 14:19-20).
 
 
Los dos reyes que recibieron a Abraham
 
Tanto el rey de Sodoma como el rey de Salem salieron a recibir a Abraham. Déjenme que les explique quién era el rey de Salem. El nombre del rey de Salem era Melquisedec, y Dios dijo que era el sacerdote del Dios Altísimo. Refiriéndose a Melquisedec, el Libro de Hebreos lo llama Jesucristo. Por supuesto Melquisedec fue un hombre que simbolizaba a Jesucristo, quien tenía que venir, y por eso puede ser descrito como un anticipo de Jesús, pero al mismo tiempo es la verdadera sustancia de Jesucristo encarnado desde el Génesis. Está escrito: «Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo» (Génesis 14:18). El autor del Libro de Hebreos habla de la importancia de Melquisedec hasta cierto punto, pero no reveló la profunda voluntad de Dios, diciendo con referencia a Melquisedec: «Acerca de esto tenemos mucho que decir, y difícil de explicar, por cuanto os habéis hecho tardos para oír» (Hebreos 5:11).
Cuando Melquisedec, que simbolizaba a Jesús por venir, llevó pan y vino a Abraham y le oró a Dios para que le bendijese, Abraham le ofreció a Melquisedec una décima parte de todos los bienes que había traído con él. ¿Qué significa el pan y el vino que Melquisedec trajo aquí? Representan la carne de Jesucristo y Su sangre. Esto es lo que Melquisedec le llevó a Abraham. El pasaje de las Escrituras de hoy describe cómo Melquisedec bendijo a Abraham con pan y vino, pero mi sermón de hoy no trata de esto. Para asegurarnos, déjenme aclarar que la fe en el pan y el vino de Jesús, es decir en el agua y la sangre del Señor, es absolutamente indispensable para toda la gente de fe. Nuestro Señor nos ha salvado a todos al darnos Su cuerpo y al entregar Su propia vida. El pan y el vino simbolizan la obra de salvación, implicando que el Señor cargó con nuestros pecados al ser bautizado, derramó Su sangre hasta morir en la Cruz y así nos ha salvado perfectamente. Por tanto, cuando nos encontramos con el pan y el vino del Señor, no podemos evitar darle gracias al Señor por salvarnos. Gracias a esto podemos darnos cuenta de que por muchos problemas que tengamos, nuestra esperanza debe estar con Dios, y que Dios mismo es el Señor que nos ha bendecido y salvado a todos. Abraham lo sabía todo esto muy bien y por eso la Biblia dice que ofreció la décima parte de todas sus ganancias a Melquisedec.
Entonces, comparemos a Melquisedec con el rey de Sodoma, el otro hombre que salió a recibir a Abraham. ¿Cómo se comportó el rey de Sodoma con Abraham? Está escrito en la Biblia: «Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes» (Génesis 14:21). En realidad, el rey de Sodoma no tenía el derecho de decir estas cosas. Esto se debe a que, aunque Lot había vivido en la tierra de Sodoma, no era un sodomita de nacimiento, mientras que el rey de Sodoma fue el responsable de su propia derrota. Pero cuando el rey de Sodoma vio a la gente y el botín de la guerra que Abraham recuperó, le dijo arrogantemente: «Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes» (Génesis 14:21).
Ahora veamos como Abraham respondió a estas palabras del rey de Sodoma. Abraham le dijo: «He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram; excepto solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre, los cuales tomarán su parte» (Génesis 14:22-24). La Biblia dice en el capítulo siguiente: «No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande» (Génesis 15:1). A través de estos pasajes, podemos ver claramente donde estaba el centro del corazón de Abraham.
En plena guerra, Abraham luchó y venció al Rey Quedorlaomer, el gobernante del reino más poderoso de la región. Aquí podemos ver que Abraham, un hombre de fe, era muy fuerte físicamente. Los reinos se habían dividido en dos campos y lucharon los unos contra los otros hasta que una parte venció, y entonces Abraham luchó contra esa parte y triunfó. ¿No puede ser que entonces Abraham fuera el rey de reyes de su tiempo? Y como Abraham se había convertido en el rey de reyes, ¿acaso no pudo hacer todo lo que quería? Pero, aunque Abraham, nuestro padre de la fe, tenía mucho poder, cuando escuchó al rey de Sodoma le contestó simplemente: «He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram» (Génesis 14:22-23). Si Abraham hubiese tomado los bienes como se le sugirió, entonces el rey de Sodoma podría haber dicho que hizo rico a Abraham. Por eso Abraham le dijo: “No tomaré nada tuyo, excepto la porción para los hombres que fueron a la batalla conmigo”. Dicho de otra manera, Abraham estaba diciendo al rey de Sodoma que no se engañase pensando que le había hecho rico.
Está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy: «Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande» (Génesis 15:1). Dios se reveló a Abraham, quien había abandonado la riqueza material y le manifestó claramente que se había convertido en el Dios de Abraham.
 
 

El corazón de Abraham era fuerte como una roca

 
Desde el pasaje de las Escrituras de hoy podemos ver que el corazón de Abraham era recto. Sabemos que Abraham amaba la justicia de Dios porque creyó en Dios, pero aquí podemos darnos cuenta una vez más que el corazón de Abraham estaba centrado en Dios desde lo más profundo, y que estaba decidido a ser bendecido por Dios. Desde lo más profundo de su corazón, Abraham quiso encontrar la ayuda de Dios, florecer en prosperidad gracias a Dios, y ser bendecido por Dios. Abraham ofreció una décima parte de sus ganancias al rey de Salem, quien había orado por las bendiciones celestiales para él aunque Melquisedec no le había pedido nada. Pero por otro lado, cuando el rey de Sodoma le dijo a Abraham: “Dame las personas y quédate tú los bienes”, Abraham no se quedó nada.
Como se describe a Abraham aquí, benditos son los que han recibido al Señor como su Dios verdaderamente. Los que creen que Dios es su escudo y su recompensa, es decir, los que creen que Dios les está protegiendo, y que han encontrado la gracia de Dios, serán bendecidos por Dios. Dios se reveló a Abraham como su escudo y como su recompensa enorme. La Biblia dice que Dios caminó con Abraham como su propio Dios no solo con sus acciones, pero también en el centro de su corazón, y así Dios le bendijo en todas las cosas.
¿Y qué hay de ustedes? ¿Son sus corazones rectos? ¿De verdad queremos ser aprobados solo por Dios y ser bendecidos solo por ellos dejando atrás la codicia del mundo? Por supuesto, aunque el corazón de un cristiano sea así no es tan fácil seguir este deseo en nuestras vidas. Es cierto que la Biblia dice: «Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado» (Salmos 32:1). Pero en realidad hay muchas faltas en nuestras acciones. La pregunta que debemos hacernos es la siguiente: “A pesar de todos estos fallos, ¿seguimos queriendo ser bendecidos y aprobados por Dios desde lo más profundo de nuestro corazón?”. En otras palabras, ¿tenemos la misma fe que Abraham?
Podemos verificar en las Escrituras que Dios bendice a los que tienen corazones rectos. Para los cristianos en particular, el centro del corazón debe ser recto a los ojos de Dios. Como se muestra en el pasaje de las Escrituras de hoy, Abraham tenía un corazón recto. Hubo un tiempo en que Abraham se peleó con su sobrino Lot por los derechos de su propiedad. Esto ocurrió porque Lot pensó que no podría ser rico por culpa de su tío. Así que Abraham sugirió a su sobrino Lot, que si no estaba contento, deberían irse cada uno por su camino. Lot dejó a Abraham y se fue a la tierra de Sodoma, y Abraham, no estaba contento cuando vio a su sobrino irse. Abraham escogió no ir a la tierra de Sodoma en obediencia a la Palabra de Dios. Entonces Dios apareció ante Abraham enseguida y le bendijo diciendo: «Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre» (Génesis 13:14-15). Si el corazón de Abraham no fuera recto entonces Dios no se habría revelado tan rápidamente a Abraham ni le habría dado bendiciones.
Abraham había sido bendecido por Dios porque el centro de su corazón era recto ante Dios. Antes de poder llamar a Abraham un hombre justo, primero debemos recordar el hecho de que el centro de su corazón era recto a los ojos de Dios. Abraham no tenía ninguna codicia por las cosas de este mundo. Si su corazón hubiese sido codicioso, entonces habría intentado hacerse el rey de toda la región. Después de todo Abraham había derrotado solo a la alianza más poderosa de aquella región que nadie había derrotado antes y podría haber sometido a esos reyes y haber vivido una vida con riquezas teniéndolos como súbditos. Pero Abraham escogió no hacer esto. Cuando el rey de Sodoma le ofreció llevarse todos los bienes, Abraham simplemente contestó: “No me llevaré nada tuyo, ni siquiera la tira de una sandalia para que no digas que me has hecho rico. Quédate tú con todos estos bienes”. De estas palabras de Abraham, podemos ver que quería ser rico solamente a los ojos de Dios y que solo buscaba la aprobación de Dios.
 
 

El Señor Dios era el escudo de Abraham y su recompensa enorme

 
Inmediatamente después de que ocurrieran estas cosas: «Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande» (Génesis 15:1). Como se dice aquí, Dios se reveló a Abraham y le hizo saber que se había convertido en su escudo y su recompensa.
Mis queridos hermanos, tener a Dios como su escudo es una bendición maravillosa. Como saben bien, este mundo está lleno de cosas peligrosas. La Biblia dice que vivir en un mundo tan terrible con el temor de Dios es el principio de la sabiduría. Quien no busque la ayuda de Dios mientras viva en este mundo, es decir, quien no confíe en Dios, es un insensato. Abraham confió en Dios. Y Dios se convirtió en el escudo y la recompensa de Abraham. Aquí todos debemos darnos cuenta de que Dios está buscando a alguien cuyo corazón sea recto y que Dios obra en las vidas de estas personas.
Mis queridos hermanos, no estamos bendecidos por nuestros propios talentos, habilidades o talentos ni porque lo tengamos todo en este mundo. Solo los que tienen un corazón recto de verdad ante Dios pueden recibir estas bendiciones. Aunque la gente solo mire su apariencia exterior, Dios mira dentro de sus corazones. El que Dios se convierta en su escudo y su recompensa depende de si sus corazones son rectos o no, y esta es la verdad que Dios nos está enseñando a través del pasaje de las Escrituras de hoy.
 
 

Pongamos nuestras expectativas en Dios desde lo más profundo de nuestros corazones

 
Debemos poner nuestras expectativas en Dios. Tener esperanza en Dios y confiar y este Dios en todas las cosas aunque nuestras acciones sean insuficientes, y debemos orar a Dios, hacerle nuestras peticiones y pidiéndole ayuda. Estas personas son las que están bendecidas por Dios.
¿Saben lo malvado que es el corazón humano? Cuando la gente se hace un poco rica, su naturaleza humana les hace confiar en estas riquezas en vez de confiar en Dios. Así de fácil es que el corazón humano se separe de Dios. Pero recuerden esto: tengan lo que tengan, aunque se hagan ricos en un día, es mucho mejor confiar en Dios que en nuestras propias riquezas. Les pido que se den cuenta de que si confían en Dios desde lo más profundo de sus corazones, Dios les bendecirá, pero si confían solo en las cosas de este mundo, se encontrarán completamente solos cuando estas cosas desaparezcan. El corazón que confía en Dios confía en Él y le teme, y este es el tipo de corazón que es absolutamente indispensable para todos nosotros.
Si no nos aseguramos de que nuestros corazones son rector a los ojos de Dios, será inútil intentar complacerle o creer en Su Palabra, o seguirle en obediencia por mucho que queramos. Por el contrario, si el centro de nuestros corazones es recto, será solo cuestión de tiempo acercarnos al Señor y vestirnos de Su gracia, todo gracias a Él. En otras palabras, aunque seamos débiles y llenos de debilidades, mientras nuestros corazones sean rectos, podemos caminar con el Señor todo el tiempo.
Por supuesto, como estamos viviendo en este mundo lleno de pecados, es muy probable que nuestros corazones se pierdan. Sin embargo, Dios siempre estará con nosotros siempre y cuando nuestro corazón sea recto. La cosa más importante para los creyentes es que nuestro corazón esté orientado hacia Dios. Debemos mirar a Dios y confiar en Él desde lo más profundo de nuestros corazones. Les pido que se den cuenta de que si abren su corazón al Señor y le adoran, es decir, si caminan hacia Dios sin dudarlo, Dios les llevará por el buen camino.
El corazón que teme a Dios, el que está puesto en Dios, es lo más importante para nosotros. ¿Qué ocurriría si perdiésemos este corazón? Sería lo mismo que perder el elemento más importante de la fe. Si perdemos el amor de nuestros corazones por Dios, entrarán todo tipo de pecados en nuestros corazones y los ensuciarán completamente. En vez de recibir las bendiciones de Dios en nuestros corazones, entrarán cosas malditas y lo corromperán.
Por tanto, nosotros debemos tener el centro de nuestros corazones en Dios. Sean cuales sean las circunstancias, debemos asegurarnos de que el centro de nuestros corazones esté recto siempre diciéndole al Señor: “Quiero vivir una vida recta ante Ti. Quiero seguirte. Aunque tenga tantas debilidades y me sienta agitado, quiero que el centro de mi corazón esté siguiendo Tus deseos y complacencia”. Siempre recuerden que cuando confiesen a Dios esto sinceramente, desde lo más profundo de su corazón, Dios se les revelará y se convertirá en su escudo y recompensa.
Como se muestra aquí, poner nuestros corazones en el Señor es muy importante para todos los cristianos. Cuando el corazón no está recto, todo se arruina. En contraste, cuando el centro de nuestros corazones está recto, podemos vestirnos de la gracia de Dios a pesar de nuestras muchas debilidades. ¿Entienden ahora lo importante que es la condición de nuestros corazones? Todos debemos darnos cuenta aquí que si nuestros corazones no son rectos, entonces las consecuencias de nuestras acciones tampoco serán rectas.
Hay algunos creyentes que, a pesar de que el centro de su corazón está recto, tienen malentendidos con la gente porque no son buenos expresándose. Pero con el paso del tiempo todo el mundo podrá ver lo rectos que son sus corazones. Pero si el centro de sus corazones está en el lugar equivocado, todas sus acciones serán juzgadas como insuficientes aunque parezcan rectas por fuera. Esta es la manera en que Dios nos ve a todos. Esto significa que seguir con nuestros corazones a Dios y confiar en Él es más importante que nada. Todos nosotros tenemos muchas debilidades e insuficiencias ante el Señor. Nuestras acciones pueden ser buenas a veces y otras veces insuficientes. Pero lo que es muy importante e indispensable para todos nosotros como cristianos fieles es que deseemos, desde lo más profundo de nuestros corazones, vivir según lo que complazca al Señor, poner nuestras mentes en el Señor y seguirle pase lo que pase, y buscar Su ayuda para poder seguirle y vivir según Su voluntad. Así que, cuando nuestros corazones están así de decididos, el Señor nos mantendrá firme entre las tentaciones del mundo para que nunca nos separemos de Él a pesar de nuestras debilidades.
 
 

Mantengamos nuestros corazones honrados y rectos como el corazón de Abraham

 
Abraham fue aprobado como un hombre honrado porque su corazón estaba recto. Su corazón recto fue demostrado cuando él y su sobrino Lot se separaron y también en el pasaje de las Escrituras de hoy. Cuando el corazón de Abraham estuvo recto, Dios se le manifestó, y como Abraham creyó en el Señor, Dios lo contó como justicia (Génesis 15:6). Abraham mantuvo el centro de su corazón recto en todo momento. Por eso se dice que hasta este momento que Abraham fue un hombre recto ante Dios.
Hoy, mientras continuo trabajando en la Iglesia de Dios ante el Señor, pienso en las maneras en las que no mantengo mi corazón recto. Si mi mente está demasiado preocupada con mis posesiones, entonces seré un hombre inseguro en este mundo porque no tengo nada. Pero como temo a Dios vivo una vida frugal; si voy al mundo a ganar dinero, estoy seguro de que podré ganarme la vida. No sería muy difícil para mí vivir una vida cómoda en este mundo, con una casa en mi nombre y un coche en mi garaje. Sin embargo, sé muy bien que es mi destino trabajar para la Iglesia de Dios, predicar el Evangelio, seguir al Señor y adorarle de esta manera. Además tengo un deseo muy profundo en mi corazón de seguir al Señor y servirle aunque sea pobre. Y como el Señor conoce este deseo mío, tengo fe completa en que me librará de todos mis problemas y me bendecirá para predicar el Evangelio en todos los rincones del mundo.
Sean cuales sean las circunstancias y problemas con los que nos encontremos debemos seguir al Señor sin dudar. No buscamos al Señor solo porque seamos ricos, ni le negamos porque seamos pobres. Tememos al Señor y a este Rey del Reino de los Cielos, y no hay ninguna verdad fuera del Señor, la Palabra del Señor es nuestra única Verdad, y es este Señor quien nos da todas las bendiciones. Y creemos de todo corazón que cuando seguimos al Señor se convertirá en nuestro escudo y recompensa para todos los santos que le temen. Tenemos una fe fuerte en que el Señor nos recompensará a pesar de nuestras debilidades.
Según una historia rabínica, Tera, el padre de Abraham, hacía ídolos. Pero a pesar de esto, Dios vio el corazón de Abraham y le bendijo. Quiero recordarles una vez más que después de que Abraham y su sobrino Lot se separasen, y después de que Abraham volviese victorioso de la guerra, Dios vio que el corazón de Abraham era recto y se convirtió en el escudo y recompensa de Abraham por eso.
No importa el tipo de persona que sean, siempre y cuando el centro de su corazón sea recto a los ojos de Dios, porque así Su paz, amor y bendiciones estarán siempre dentro de sus corazones, pero también de su familia, su iglesia e incluso su sociedad. Por tanto, es absolutamente indispensable que tengan un corazón recto ante Dios. Así que les pido que se den cuenta de que, antes de hacer cualquier obra buena, deben asegurarse de que el centro de su corazón está recto. Si el centro de su corazón está recto ante Dios, Él les guiará por el camino de la justicia, se convertirá en su escudo y recompensa. Per si su corazón no está recto, entonces la consecuencia que les estará esperando es su propia destrucción. Todo se arruinará si el centro de su corazón no está recto. Esto se debe a que Dios es nuestro escudo y podemos caminar rectos ante el Señor hasta este momento; pero sin el Señor a nuestro lado, no sabemos que cosas terribles nos pueden pasar.
Abraham se encontró con muchos enemigos en su vida. Pero Dios aprobó su fe, y por esta fe en Dios, Dios se convirtió en el escudo de Abraham y su recompensa. No solo vivió Abraham una vida feliz y bendita, sino que sus descendientes también vivieron entre las bendiciones de Dios.
Mis queridos santos, estoy totalmente convencido de que, aunque seamos pocos, si ponemos nuestros corazones rectos y seguimos al Señor, Dios se nos revelará como nuestra paz, nuestro escudo y nuestra recompensa, y nos bendecirá abundantemente. No podemos negar que las bendiciones de Dios son nuestras. Lo que le espera a todo el que ha recibido la remisión de los pecados son las bendiciones de Dios. Estas bendiciones son de un valor incalculable y están en una dimensión completamente diferente a cualquier otra prosperidad que se pueda conseguir en este mundo. Estas bendiciones de Dios sola las reciben los que tienen un corazón recto. Les pido que se den cuenta de que las bendiciones de Dios siguen solo a los que creen en Dios y obedecen Su Palabra, de la misma manera en que Abraham siguió a Dios sin dudar y fue acompañado por la paz y las bendiciones de Dios.
Estoy muy agradecido al Señor porque nuestros corazones están rectos. Pero al mismo tiempo debemos tener cuidado y asegurarnos por todos los medios de que nuestros corazones no van por el mal camino. ¿Siguen interesados solamente en sus acciones en vez de en sus corazones? ¿Creen que pueden actuar con virtud creyendo que pueden hacerlo por su cuenta? Pero su habilidad por hacer cosas buenas no significa absolutamente nada, de la misma manera que no poder hacerlas tampoco significa nada. Lo único que importa es que su corazón esté recto. Recuerden que esto es lo que el Señor quiere de todos nosotros, y esta es la manera de alcanzar la Verdad.