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Tema 17: La relacion entre el ministerio de Jesus y el de Juan el Bautista

[Capítulo 17-1] Deben conocer el ministerio de Juan el Bautista y creer en él (Marcos 1, 1-2)

Deben conocer el ministerio de Juan el Bautista y creer en él(Marcos 1, 1-2)
«Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en Isaías el profeta: 
He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti».
 
 

Juan el Bautista preparó el camino al Señor

 
Marcos 1, 2 dice: «He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti». Queridos hermanos, pueden encontrar la justicia de Dios si dejan atrás sus nociones y siguen la Biblia y dejan que la Palabra de Dios les guíe. Así, cuando lean la Palabra de Dios, deben leerla después de haber dejado sus propios pensamientos y sus deseos carnales atrás. Sólo entonces podrán creer en la voluntad de Dios que Él quiere cumplir. Lo mismo se puede decir del pasaje de las Escrituras de hoy. Cuando dejan de lado sus pensamientos carnales y siguen la Palabra de Dios y dejan que les guíe, podrán entender el ministerio de Juan el Bautista y el de Jesús.
El mensajero que Dios envió antes de Jesús es Juan el Bautista. ¿Por qué dijo Dios en Mateo 11, 10-11 que nos envió a Juan el Bautista a nosotros? ¿Por qué nació Juan el Bautista 6 meses antes que Jesucristo? La razón es que Juan debía cumplir la función de Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento en este mundo. Otra de las razones es que tenía que pasar los pecados de la humanidad a Jesucristo, el Cordero de Dios. Como descendiente de Aarón, el Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento, Juan el Bautista había sido enviado para cumplir el sacerdocio de su familia por la voluntad de Dios. Juan el Bautista fue concebido por Dios en el seno de Isabel, descendiente de Aarón, el Sumo Sacerdote. Esto se hizo por la justicia de Dios, para que pasase todos los pecados de la humanidad a Jesucristo.
El Evangelio de Lucas presenta a Juan el Bautista como hijo de Zacarías, uno de los sacerdotes de la división de Habías. Esto significa que el padre de Juan el Bautista, Zacarías, nació de la división de Abias, uno de los nietos de Aarón, el Sumo Sacerdote. La división de Abias se refiere a sus descendientes. En otras palabras, se refiere a los descendientes de Aarón, el Sumo Sacerdote.
Cuando los descendientes de Aarón crecieron en número, el Rey David instauró un orden rotativo para el sacerdocio, y los descendientes de Aarón, que eran todos de la estirpe del Sumo Sacerdote, podían ejercer como sacerdotes en turnos durante 15 días según sus respectivas divisiones. Los descendientes de Aarón cumplieron su ministerio de sacerdotes con el pueblo de Israel; algunos como Sumos sacerdotes y otros como sacerdotes ordinarios. Esto se debe a que Dios había dado el privilegio y la bendición de servir como sacerdotes sólo a los descendientes de Aarón.
Podemos encontrar pruebas de lo dicho anteriormente en 1 Crónicas 24, 1-19; pasemos a este pasaje: «También los hijos de Aarón fueron distribuidos en grupos. Los hijos de Aarón: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. Mas como Nadab y Abiú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos, Eleazar e Itamar ejercieron el sacerdocio. Y David, con Sadoc de los hijos de Eleazar, y Ahimelec de los hijos de Itamar, los repartió por sus turnos en el ministerio. Y de los hijos de Eleazar había más varones principales que de los hijos de Itamar; y los repartieron así: De los hijos de Eleazar, dieciséis cabezas de casas paternas; y de los hijos de Itamar, por sus casas paternas, ocho. Los repartieron, pues, por suerte los unos con los otros; porque de los hijos de Eleazar y de los hijos de Itamar hubo príncipes del santuario, y príncipes de la casa de Dios. Y el escriba Semaías hijo de Natanael, de los levitas, escribió sus nombres en presencia del rey y de los príncipes, y delante de Sadoc el sacerdote, de Ahimelec hijo de Abiatar y de los jefes de las casas paternas de los sacerdotes y levitas, designando por suerte una casa paterna para Eleazar, y otra para Itamar. La primera suerte tocó a Joiarib, la segunda a Jedaías, la tercera a Harim, la cuarta a Seorim, la quinta a Malquías, la sexta a Mijamín, la séptima a Cos, la octava a Abías, la novena a Jesúa, la décima a Secanías, la undécima a Eliasib, la duodécima a Jaquim, la decimatercera a Hupa, la decimacuarta a Jesebeab, la decimaquinta a Bilga, la decimasexta a Imer, la decimaséptima a Hezir, la decimaoctava a Afses, la decimanovena a Petaías, la vigésima a Hezequiel, la vigesimaprimera a Jaquín, la vigesimasegunda a Gamul, la vigesimatercera a Delaía, la vigesimacuarta a Maazías. Estos fueron distribuidos para su ministerio, para que entrasen en la casa de Jehová, según les fue ordenado por Aarón su padre, de la manera que le había mandado Jehová el Dios de Israel».
Ahora pasemos a la historia del Día de la Expiación, cuando el pueblo de Israel ofrecía sus sacrificios anuales a Dios. Esta escena se describe en Levítico 16, 29-34: «Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo. Hará la expiación el sacerdote que fuere ungido y consagrado para ser sacerdote en lugar de su padre; y se vestirá las vestiduras de lino, las vestiduras sagradas. Y hará la expiación por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. Y esto tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como Jehová le mandó».
Deben darse cuenta de que eran los descendientes de Aarón a los que Dios les encargó ser Sumos Sacerdotes para siempre. La Ley inamovible de Dios decía que los descendientes de Aarón desempeñaran las funciones de Sumo Sacerdote. Para que el pueblo de Israel pudiera expiar sus pecados, Dios hizo que el Sumo Sacerdote ofreciera sacrificios para el pecado todos los años el día décimo del séptimo mes.
Después de pasar la era del Antiguo Testamento y de empezar la del Nuevo Testamento, Juan el Bautista nació de la casa de Aarón, el Sumo Sacerdote, para cumplir el ministerio de pasar todos los pecados de la humanidad a Jesucristo al bautizarlo. Dicho de otra manera, el papel de Juan el Bautista era el de ser el Último Sumo sacerdote del Antiguo Testamento.
 
 

Marcos 1, 1-2 habla del ministerio de Juan el Bautista

 
Está escrito en Lucas 1, 5: «Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Isabel». Este pasaje menciona que tanto Zacarías como su mujer Isabel eran descendientes de Aarón. Lo que debemos entender aquí es el ministerio de Juan el Bautista y el misterio del Evangelio del agua y el Espíritu.
Juan el Bautista nació de Zacarías e Isabel y estos dos pertenecían a la casa de Aarón, el primer Sumo Sacerdote del Antiguo Testamento. Dios hizo que Juan el Bautista naciese de Zacarías y su esposa para que Juan heredara el cargo de Sumo Sacerdote en este mundo. Como representante de la humanidad que bautizó a Jesús, Juan el Bautista cumplió las funciones del último sacerdote de la era del Antiguo Testamento. Esta es la providencia de la redención que se encuentra en Jesucristo y la obra de la alianza justa de Dios que se encuentra en esta providencia y en Su complacencia.
Juan el Bautista era el siervo de Dios que fue llamado según la providencia de la redención de Jesucristo. En otras palabras, según la voluntad de Dios Juan el Bautista nació en la casa de Aarón para cumplir la función del último Sumo Sacerdote de la tierra. Al nacer en la casa de Aarón, Juan el Bautista obró como Sumo Sacerdote de toda la humanidad. Aquí debemos examinar esta función en mayor detalle y llegar a comprenderlo completamente. Sólo entonces podemos entender correctamente y creer en el ministerio de Jesucristo que vino para salvarnos de todos los pecados del mundo. Aunque a menudo pensamos en Jesús como Salvador de la humanidad, cuando pensamos en Elías que está por venir, mencionado en Malaquías capítulo 4 del Antiguo Testamento, no nos importa.
Para entender por qué es tan necesario que todos los cristianos en estos últimos tiempos entendiendan el ministerio de Juan el Bautista, debemos volver a la Palabra de Dios. Debemos considerar la relación entre el ministerio de Juan el Bautista y el de Jesús. Si no hubiese ninguna conexión entre el ministerio de Juan el Bautista y el de Jesús, no habría ninguna razón por la que interesarnos en Juan el Bautista. Esto se debe a que su ministerio está íntimamente ligado al de Jesús.
Esto es más cierto hoy en día porque los corazones de la mayoría de los cristianos no han sido limpiados de sus pecados, y porque hay una necesidad de que los cristianos de todo el mundo vuelvan a Jesucristo que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. En cuanto al ministerio de Juan el Bautista y el de Jesús, es absolutamente indispensable conocer y creer en la razón por la que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Sólo entonces podremos entender la razón por la que Jesús derramó Su sangre en la Cruz por nosotros después de haber sido bautizado por Juan. Juan el Bautista era el mensajero de Dios que fue enviado por Dios Padre al mundo casi al mismo tiempo en que Jesucristo, Su Hijo, fue enviado. Como Sumo Sacerdote de la era del Antiguo Testamento Juan cumplió este ministerio al bautizar a Jesús.
Por eso Dios dijo en Marcos 1, 2: «Como está escrito en Isaías el profeta: «He aquí yo envío mi mensajero delante de tu faz, el cual preparará tu camino delante de ti». Deben darse cuenta de que los escritores de los Cuatro Evangelios en el Nuevo Testamento desvían nuestra atención al ministerio de Juan el Bautista antes de hablar de Jesucristo. Marcos, discípulo de Jesús, primero presentó el ministerio de Juan el Bautista, que era el de pasar los pecados del mundo a Jesús. Esto se debe a que Marcos sabía que Juan el Bautista tenía que pasar los pecados del mundo a Jesús al bautizarlo. Esto se debe a que Juan el Bautista fue el hombre que pasó los pecados de la humanidad a Jesús a través del bautismo.
Citando un pasaje del Antiguo Testamento, Marcos está diciendo que Juan el Bautista era el siervo de Dios preparado de antemano según Su providencia. La razón de esto es que cuando todos entendemos el ministerio de Juan el Bautista sólo entonces podemos entender el ministerio de Jesús y creer en él. Juan el Bautista era el mensajero que Dios Padre envió al mundo 6 meses antes de Jesús. En otras palabras, era el embajador de Dios que fue enviado para pasar los pecados del mundo a Jesús. Juan el Bautista fue elegido por Dios entre los Sumos Sacerdotes del Antiguo Testamento y era el siervo de Dios que debía pasar los pecados del mundo a Jesús al bautizarle y así cumplió su función de sacerdote.
Por lo tanto, su ministerio estaba bendecido y por eso fue el siervo de Dios que cumplió una función importante para cumplir la justicia de Dios. Juan el Bautista era el bendecido que, junto con Jesús, era indispensable para cumplir toda la justicia de Dios (Mateo 3, 15). En otras palabras, era el siervo de Dios que dejó claro que Jesús se convertiría en el Salvador de todos los pecados. Así no deberíamos ignorar el hecho de que los cuatro escritores de los Cuatro Evangelios presentan el ministerio de Juan el Bautista antes del ministerio de Jesús. Antes de conocer el ministerio de Jesús, todos nosotros debemos conocer la importancia del ministerio de Juan el Bautista.
Tanto espiritualmente como factualmente, Juan el Bautista era el embajador de Dios que fue enviado desde el Reino de los Cielos. A través del ministerio de Juan el Bautista, que vino del Reino de los Cielos para obedecer la voluntad de Dios, podemos entender el ministerio de Jesucristo correctamente. Si entendemos correctamente el ministerio de Juan el Bautista, entonces también podemos entender fácilmente que Jesús cargó con los pecados de la humanidad de una sola vez al ser bautizado por Juan el Bautista para convertirse en nuestro Salvador. Así podemos ver que los Cuatro Evangelios en el Nuevo Testamento relatan el ministerio de Juan el Bautista, siervo de Dios.
¿Por qué nos envió Dios a Juan el Bautista, un descendiente de Aarón, antes de enviar a Jesús al principio de la era del Nuevo Testamento? Esto nos demuestra que del mismo modo en que Aarón, el Sumo Sacerdote, que pasaba a un cordero los pecados del pueblo de Israel cometidos durante un año mediante la imposición de manos en el Antiguo Testamento, Juan el Bautista es el hombre que pasó estos pecados del mundo a Jesús de una vez por todas en la era del Nuevo Testamento.
Levítico 16, 21 dice: «Y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto». El homólogo del Nuevo Testamento para este pasaje es el ministerio de Juan el Bautista, y el bautismo de Jesús denota la importancia de este ministerio.
Voy a ilustrar este punto con un ejemplo secular. Digamos que un hombre joven es recluido para el servicio militar y recibe el entrenamiento necesario. No se convierte en un buen soldado nada más por empezar, sino más tarde. Asimismo, Jesús no tomó los pecados de la humanidad desde el momento en que nació, sino que cargó con ellos cuando tenía 30 años y fue bautizado por Juan el Bautista, y por eso se ha convertido en el verdadero Salvador. Así como Jesús cargó con los pecados del mundo pudo ser crucificado para expiarlos. El animal expiatorio del Antiguo Testamento se convirtió en un sacrificio expiatorio para aceptar los pecados anuales de los israelitas de una vez por todas mediante la imposición de manos del Sumo Sacerdote. Del mismo modo Juan el Bautista cumplió la importante función de pasar los pecados del mundo a la ofrenda para el pecado llamada Jesucristo, el Cordero de Dios, al bautizarle.
Hebreos 10, 1 dice refiriéndose a esta Verdad: «Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros, no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los que se acercan». La Biblia también dice en Isaías 40, 3: «Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios». Dios Padre está diciendo que pasó los pecados del mundo a Su Hijo Jesús de una vez por todas a través de Juan el Bautista. Todos y cada uno de los pecados de este mundo se pasó a la cabeza de Jesús a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Antes de ser crucificado, Jesús cargó con los pecados de este mundo a través del bautismo recibido de la mano de Juan el Bautista.
 
 

El Nuevo Testamento presenta el ministerio de Juan el Bautista antes que el ministerio de Jesús al principio de los Cuatro Evangelios

 
Tal y como está escrito en el Antiguo Testamento, Juan el Bautista era un mensajero de Dios. Hoy en día, sin embargo, hay una tendencia pronunciada según la cual los maestros del Evangelio ignoran a Juan el Bautista y su ministerio. Esta es una gran falacia espiritual y un problema muy grave. Es lo mismo que ignorar la sabiduría de Dios y Su plan para dar a los humanos la vida eterna. Sin embargo, deben reconocer que sólo al entender y creer en el ministerio de Juan el Bautista pueden darse cuenta de que Jesucristo es el verdadero Salvador de la humanidad. Si predican sin tener este conocimiento, esta sabiduría y esta fe, nunca podrán predicar correctamente. Sólo se convertirán en practicantes de religiones mundanas que predican sólo lo más superficial y dejan lo más importante del Evangelio del agua y el Espíritu. Sin enseñar la función de Juan el Bautista a la congregación, ningún predicador puede llevarles a Jesucristo que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto no es nada más que un sermón vacío de contenido.
Así la mayoría de los cristianos de hoy en día que dicen creer en Jesús, en realidad están viviendo vidas de fe sin conocer el misterio del Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso, aunque creen en Jesús como su Salvador, sus pecados no han desaparecido y siguen estando malditos para siempre. La fe de esta gente no vale para nada, y cometen la falacia de corromper el cristianismo y convertirlo en una religión mundana cuando en realidad debería traer vida eterna. Como consecuencia, hay muchos cristianos hoy en día que dicen que todavía tienen pecados, aunque creen en Jesús. Para esta gente todo el mundo es un pecador, ya crea en Jesús o no. Como tanto la gente del mundo como los cristianos son pecadores en espíritu, no hay nada que los diferencie. Si hay una diferencia, es que algunos pecadores conocen sus pecados y otros no; pero mientras vivan como pecadores son todos iguales. ¿Entonces para qué sirve creer en Jesús?
Si no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu y no creen en él, no son diferentes de los demás que no conocen la justicia de Dios que Jesucristo ha cumplido. ¿Tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora? Los que ahora creen que Jesucristo es su Salvador que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, ¿son pecadores o personas justas? Los predicadores del Evangelio de hoy en día dicen que todo el mundo puede ir al Cielo si cree en Jesús ciegamente, incluso si no saben nada del Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso muchas personas siguen teniendo pecados. Esto se debe a que sus líderes están ciegos y porque no se arrepienten.
¿Cómo pueden los cristianos de hoy en día decir que creen en Jesús como su Salvador sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu? Jesús dio testimonio de Juan el Bautista en la Biblia: «Juan el Bautista vino en el camino de la justicia». Así que, ¿cómo puede una persona borrar sus pecados diciendo que cree solamente en Jesús incondicionalmente? ¿Puede un ministro que no conoce el ministerio de Juan el Bautista decir que conoce y cree en Jesús correctamente? Por supuesto que no. Por eso debemos entender claramente el ministerio de Juan el Bautista y el de Jesús.
Mateo 21, 32 dice: «Porque vino a vosotros Juan en camino de justicia, y no le creísteis; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y vosotros, viendo esto, no os arrepentisteis después para creerle». El cristianismo de hoy en día sólo alardea de su larga historia. Como los líderes cristianos no conocen el ministerio de Juan el Bautista en conexión con el ministerio de Jesús, aunque intenten evangelizar, los que son evangelizados no pueden dar el fruto de la salvación. Me rompe el corazón ver que muchos cristianos no tienen ni idea de cómo sus pecados han sido borrados tal y como está escrito: 
«Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento.
Por cuanto desechaste el conocimiento, 
yo te echaré del sacerdocio; 
y porque olvidaste la ley de tu Dios,
también yo me olvidaré de tus hijos» (Osea 4, 6).
Les voy a contar una historia ahora. Hace mucho tiempo, en un pueblo remoto había dos hermanos que eran completamente analfabetos. El hermano mayor se fue de la casa para encontrar trabajo, pero volvió a la casa para las vacaciones. El día antes de Acción de Gracias, fue a dar un paseo con su hermano a una colina que había cerca. Como era otoño, había muchas señales advirtiendo de que podría haber fuego en el campo. Así que los hermanos se encontraron con una de estas señales que colgaba de un poste de la luz y que decía: «Peligro de incendios» escrito en rojo con un fondo blanco. El hermano pequeño había visto que su hermano había vuelto a la casa cambiado después de mucho tiempo de ausencia, y que vestía a la moda, así que pensó que su hermano mayor sabría decirle lo que ponía en la señal.
Así que le preguntó a su hermano: «¿Qué dice esta señal?». El hermano mayor no tenía ni idea de lo que ponía, pero como su hermano pequeño le estaba preguntando, sintió que debía contestarle para no quedar mal. Así que miró a su alrededor y como la señal estaba colgando de postes eléctricos, le dijo al hermano pequeño: «La señal dice: “poste eléctrico”». El hermano pequeño, impresionado, alabó a su hermano mayor diciendo: «¡Vaya! ¡Eres muy inteligente!».
Pero un poco más tarde, se encontraron con otra señal. Esta vez la señal decía: «Peligro de incendios forestales». El hermano pequeño, por supuesto, no sabía que ponía porque era totalmente analfabeto. Así que le preguntó a su hermano mayor: «¿Qué pone ahí?». El hermano mayor le había dado una respuesta falsa antes, pero ahora le preguntaba de nuevo. Así que pensó qué debía decir. Entonces pensó que esta señal tenía una palabra más que la anterior y dijo: «La señal dice: “Otro poste eléctrico”». Una vez más el hermano pequeño quedó impresionado.
Siguieron su paseo y hablaron de lo que había pasado en sus vidas mientras habían estado separados, y compartieron momentos de gozo. Pero de repente se encontraron otra señal. Esta vez decía: «Cuidado con los incendios forestales». Así el hermano pequeño preguntó de nuevo qué decía la señal: «¿Qué pone en esta señal?». El hermano mayor pensó en esto y dijo: «Dice: “Un poste eléctrico más”».
Siguieron caminando y se encontraron otra señal. Esta decía: «Tengan mucho cuidado con los incendios forestales». Así que el hermano pequeño preguntó de nuevo qué decía y el hermano mayor contestó: «Dice: “más y más postes eléctricos”». De nuevo el hermano pequeño se quedó impresionado y le dijo: «¡Eres tan inteligente! Quiero que me lleves contigo cuando te vayas de casa».
Cuando retomaron el camino vieron una señal que tenía aún más letras. Decía: «Asegúrense de que han apagado bien el fuego». Así que el hermano pequeño preguntó: «¿Qué dice esta vez?». Todas las respuestas anteriores tenían que ver con los postes eléctricos y entonces ¿qué creen que dijo el hermano mayor? Dijo: «Dice: “Este es otro poste eléctrico más”». Y de esta manera el hermano mayor impresionó a su hermano pequeño.
De entre los que predican el Evangelio hoy en día, hay mucha gente que es igual que este hermano mayor de nuestra historia. Aunque no saben exactamente cómo cargó Jesús con los pecados del mundo, insisten ciegamente que como Dios les ama y se sacrificó por ellos, han sido salvados por creer sólo en la Cruz de Jesús. Pero esto está mal. Sólo podemos entender una señal si conocemos todas las letras y su significado. Podemos entender correctamente el Evangelio del agua y el Espíritu sólo si conocemos bien a Juan el Bautista. A través de Juan el Bautista podemos creer hoy en Jesús a través de la Palabra de las Escrituras basándonos en los que la Biblia dice de Juan el Bautista. Juan dio testimonio de Jesús, de los pecados con los que cargó, de cómo cargó con ellos, cómo es el Hijo de Dios y cómo llevó todos los pecados. El Apóstol Juan es un discípulo de Jesús mientras que Juan el Bautista es un mensajero de Dios, el representante de la humanidad, un descendiente de Aarón, el último profeta de la raza humana y el último Sumo Sacerdote.
 
 

Juan el Bautista es un siervo de Dios enviado por el Padre

 
Está escrito en Juan 1, 6-7: «Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él». El Apóstol Juan da testimonio de que había un hombre enviado por Dios llamado Juan y que a través de su testimonio podemos creer en Jesucristo. Sin el testimonio de Juan el Bautista mencionado en Juan 1, 7, ¿cómo podríamos creer en Jesús correctamente? Como nunca hemos visto a Jesús y todos somos de diferentes entornos culturales, nacionales y religiosos, ¿cómo podríamos haber creído en Jesús como nuestro Salvador si no hubiéramos conocido el ministerio llevado a cabo por Juan el Bautista? Sin Juan el Bautista, el pionero del Evangelio, ¿cómo podríamos haber creído en Jesús como nuestro Salvador? Sólo cuando examinamos la fundación del plan de salvación de Dios podemos saber si Jesucristo es de verdad nuestro Salvador o no. ¿Acaso no es sólo cuando sabemos cuándo, cómo y a través de quien nuestros pecados fueron pasados a Jesús que podemos creer en Él? ¿No es esto cierto?
Mis queridos hermanos, los cristianos que ya creen en Jesús deben entender el ministerio de Juan el Bautista. Para ser el líder de un pueblo hay que saber leer y escribir. Hacer a una persona analfabeta líder causa problemas. Porque no sólo tendrá problemas esta persona, sino que todo el pueblo sufrirá las consecuencias.
Mis queridos hermanos, sólo cuando entienden el ministerio de Juan el Bautista enviado por Dios, pueden ser salvados del pecado de verdad. Deben darse cuenta de que cuando creen en Jesús, cuando aceptan y creen que se ha convertido en su Salvador, ustedes pueden ser salvados y su salvación no caduca. Cuando tenemos esta fe, podemos dar testimonio con nuestros labios de que Jesús nos ha salvado de todos los pecados porque nos ama a todos. ¿No están de acuerdo?
Del mismo modo en que el conocimiento es imperativo para hacer algo, deben darse cuenta de que Juan el Bautista vino por el camino de la justicia, y deben darse cuenta de que Jesús cargó con nuestros pecados de una vez a través del bautismo que recibió de Juan. ¿No es sólo entonces que creemos en Jesús como nuestro Salvador? Juan el Bautista es el siervo de Dios que pasó los pecados del mundo a Jesús, y es el último Sumo Sacerdote de la era del Antiguo Testamento.
Todos debemos pensar en el ministerio de Juan el Bautista en conexión con el ministerio de Jesucristo, entender esta relación y decidirnos a creer en Él.