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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 2-1] Jesús vino para salvar a los humildes (Lucas 2, 1-14)

(Lucas 2, 1-14)
«Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!».
 
 

¿En qué corazones puede nacer Jesús?

 
El día de Navidad es el día en que celebramos el nacimiento de Jesucristo. Los cristianos celebramos la venida del Señor en Navidad. 
Cuando era niño solía ir a la iglesia en Navidad. En realidad solo iba para comer la comida deliciosa que la gente traía. Cuando era joven la gente era muy pobre como consecuencia de la guerra de Corea. Había días que tenía que ir a un orfanato que había en mi ciudad con una bolsa vacía para que me dieran un poco de leche en polvo. En esos días tenía envidia de los huérfanos que había allí porque parecía que comían mejor que yo. En ese orfanato vi una cruz por primera vez. En aquellos tiempos los orfanatos estaban financiados por cristianos americanos por lo que había cruces en todos los orfanatos. No tenía fe la primera vez que fui a la iglesia y miré la cruz, pero cuando me hice mayor tuve fe en Jesús y ahora estoy comunicando el mensaje de la Navidad como pastor. 
Hermanos y hermanas, como les he dicho, la Navidad es el día en que conmemoramos el nacimiento de Jesucristo. ¿Dónde nació Jesús? ¿En qué corazones nació? La respuesta a esta pregunta es el significado de la celebración de la Navidad. 
Los seres humanos suelen llamarse pequeños universos. Jesús, que es Dios, dejó su trono celestial y vino a este mundo a los corazones de los seres humanos. ¿Por qué tuvo que venir Jesús al mundo? Nació en nuestros corazones para estar con nosotros. Es decir, vino al mundo para adoptarnos como hijos de Dios. Cuando viene, ¿en qué corazones entra? Todas las narraciones del nacimiento de Jesús se centran en este punto esencial.
Cuando leemos la Biblia para averiguar en qué corazones puede entrar Dios, averiguamos que Jesús no entra en los corazones de los ricos. El Señor no entra en los corazones de los que tienen poder y riqueza, sino en los que son humildes y temerosos ante Dios. 
Nuestro Señor nació en Belén cuando César Augusto era el emperador de Roma. No es una coincidencia que Dios naciese en aquel entonces. El Señor llegó en el momento oportuno para salvar a la humanidad de la confusión, los pecados y la supresión. César Augusto emitió un decreto para que se realizase un censo de todo el Imperio Romano; y como Israel era una colonia de Roma también tuvo que realizar un censo. 
Nuestro Señor vino al mundo durante un período específico para cumplir su plan. Fue concebido por María, y nació 10 meses después. Nació como el Salvador de la raza humana. El Hijo de Dios estaba vestido en un cuerpo humano cuando vino al mundo como el Salvador. 
El recién nacido Jesús fue concebido por el poder de la Palabra de Dios mientras María estaba prometida a José. El emperador romano emitió un decreto para que se realizase un censo de todo el imperio romano, y todos los israelitas tuvieron que ir a sus ciudades natales para registrarse. En resumen, Dios dejó que el mundo pasase por una situación turbulenta para enviar a Cristo al mundo según sus profecías. José y María fueron a registrarse a Belén; y María, que estaba a punto de dar a luz, empezó a tener contracciones. «José, el bebé está a punto de nacer». Cuando José vio a su esposa sufriendo contracciones, fue a hablar con el posadero. 
«Señor, ¿nos puede alquilar una habitación? Mi mujer está a punto de tener un bebé y necesitamos una habitación inmediatamente». Pero el posadero les dijo: «¿Estáis locos? La posada está llena de gente que viene de fuera y estamos a punto de cobrar a la gente por dormir afuera. ¿Creéis que tenemos una habitación libre para vosotros?».
 
 

No hay lugar para Jesús en sus corazones

 
La Biblia dice que Jesús nació en un establo porque no había sitio en la posada. Como la posada no tenía habitaciones libres, Jesús nació en un pesebre. El altísimo Señor Jesús nació en un lugar tan humilde y fue envuelto en pañales para dormir en un pesebre.
Hermanos y hermanas, debemos conocer el amor de Dios y sus planes mientras celebramos la Navidad. Esto es saber el tipo de almas que pueden servir a Jesucristo como el Salvador. Nuestro Señor Jesús vino encarnado en un cuerpo humano. El altísimo Dios descendió a este lugar tan humilde y bajo. 
Entonces, ¿quién puede recibir a Jesús? No son los que están llenos de cosas mundanas, sino los que han vaciado sus corazones para darle la bienvenida a Jesús. Los que pueden concebir a Jesús no son los que están llenos de envidia, mentiras y tentaciones, sino los que anticipan el Reino y sirven a Dios de todo corazón. 
Yo tengo a Dios en mi corazón porque las cosas de este mundo no me satisfacen. Aunque utilizo materiales de este mundo, no estoy demasiado pegado a ellos. El Señor entra en los corazones de la gente como yo. ¿Por qué no nació Jesús en un lugar más limpio aunque tenía poder para hacerlo? Jesús es el Rey de los Cielos y el Creador de este mundo, así que es razonable pensar que debería haber nacido en una habitación lujosa. Entonces, ¿por qué nació en un establo sucio y maloliente? La respuesta a esta pregunta puede encontrarse en la razón por la que Jesús llegó en ese momento. Tenía un mensaje para demostrarnos cómo está a cargo de la historia de la humanidad. Quiso venir a los corazones de los pobres de espíritu. 
Nuestro Señor visita a las personas que están inclinadas hacia las posesiones materiales, pero no puede nacer en sus corazones porque no hay sitio para acomodarle. Nuestro Señor sigue visitando los corazones de las personas incluso ahora mismo. Está con nosotros ahora y estará con nosotros para siempre. El Señor quiere residir en nuestros corazones para siempre. 
Jesús ha llamado a las puertas de nuestros corazones este año también. «Dejadme entrar. Soy vuestro Salvador. Os he salvado. Quiero haceros prosperar. Os adoptaré como Hijos de Dios». Jesús quería entrar en los corazones de la gente de esta manera. Pero muchas personas rechazan a Jesús. Algunas personas le dan la espalda a Jesús porque no tienen sitio en sus corazones para Él mientras trabajan por las cosas visibles como el dinero, el placer físico, el conocimiento y la fama. «Tengo que estudiar. Tengo que obtener mi doctorado, ganar dinero y hacer otras cosas. Quiero ser famoso y rico y no tengo sitio para ti, Jesús. Visítame de nuevo cuando esté a punto de morir y estaré preparado». Muchas personas han rechazado a Jesús diciendo estas cosas este año. Jesús quiso nacer en los corazones de todas las personas. Sin embargo, muchas personas le han rechazado. Los que solo están interesados en el mundo material rechazan a Jesús, así que Jesús entra en los corazones de los que tienen un espíritu pobre, un espíritu como un establo. El Señor entra en esos corazones vacíos y se queda en ellos. 
Los que han dado la bienvenida a Jesús no están apegados a las cosas del mundo aunque las necesiten. No abandonan al Señor para obtener cosas del mundo. Estas personas ponen toda su esperanza en Jesús y confían en Él mientras viven su fe en tiempos malos. Por eso Jesús nace en los corazones de los pobres de espíritu que tienen un espíritu humilde y desesperado. Esto explica por qué la gente del mundo que es rica materialmente no recibe a Jesús como su Salvador. Aunque estas personas crean en Jesús no están interesadas en las cosas del mundo. La gente que va a la Iglesia para hacerse rica y para hacer negocios no puede tener a Jesús en su corazón.
Algunas personas de este mundo creen que son importantes. Pero hay personas que no se consideran tan importantes como deberían. El Señor entra en los corazones de los que conocen sus propias insuficiencias. Solo los que se dan cuenta de sus limitaciones y de sus pecados y admiten que no son nadie, le dan la bienvenida a Jesús y le sirven. 
Cuando salimos a predicar el Evangelio, conocemos a personas que nos saludan superficialmente y nos dejan pronto. Seguramente piensan que no son compatibles con nosotros. Pueden pensar que son mejores que nosotros, los trabajadores del Evangelio verdadero. Cuando veo a estas personas tan creídas, me entristezco aunque sé que son ignorantes. Tratan a los evangelistas con aires de superioridad cuando oyen que deben creer en Jesús. En realidad la mayoría de personas que tienen dinero y autoridad no toman a Jesús en consideración. 
Por esta razón, el número de creyentes está descendiendo. Esto se debe a que la situación económica ha mejorado mucho. Si ustedes dicen: «Crean en Jesús. Jesús les ama. Únanse a nosotros en el Cielo al creer en Jesús» a las personas ricas que tienen coches y casas de lujo, les mirarán como si estuviesen locos y se irán sin decir nada. Estas personas creen que son privilegiadas porque tienen posesiones materiales como coches de lujo y mansiones. 
Hermanos y hermanas, ¿pueden pensar en alguien que sea más rico y noble que Jesús? Debemos apiadarnos de estas personas e intentar ayudarlas para que tengan fe en Jesús y pueden ir al Cielo; pero no podemos obligarles si no quieren recibir a Jesús. Sin embargo, hay algunas personas ricas que quieren creer en Jesús y ser parte de la Iglesia. No pudieron encontrar satisfacción en sus riquezas y por eso llegaron a la conclusión de que necesitaban a Dios. Otras personas piensan que no sobrevivirán un día sin Jesús. 
Queridos hermanos, cuando celebramos la Navidad, debemos saber quién puede tener a Jesús y quién no. Debemos conmemorar el significado del nacimiento de Jesús y vivir una vida que reciba la remisión de los pecados y la ayuda de Cristo. 
 
 

El Señor acude a los desesperados

 
Cuando el Señor nació en este mundo, su nombre era Jesús. Jesús significa Salvador, mientras que Cristo significa Mesías, Mashiyach en hebreo, que quiere decir el Ungido. Leamos Lucas 1, 50-55: 
«Su misericordia es de generación en generación a los que le temen. Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nuestros padres, para con Abraham y su descendencia para siempre».
El pasaje que acabamos de leer habla de los que pueden recibir compasión de Jesús y tenerle en sus corazones. Dios tiene compasión de los que somos pobres de espíritu. Nos muestra Su misericordia infinita como está escrito, «Su misericordia es de generación en generación».
¿En qué corazones entra Dios? En los corazones de los que temen a Dios. Dios no entra en los corazones de los que no le temen. Los que temen a Dios y le obedecen inmediatamente pueden tener a Dios en sus corazones. Podemos ver que los corazones de los que han recibido la remisión de los pecados por fe y se han convertido en hijos de Dios obedecen la Palabra de Dios incluso cuando no tiene sentido para ellos. Hemos observado los corazones de los que tienen a Jesús. Nuestro Señor nace en los corazones de los que reconocen la Palabra de Dios tal y como está escrito. 
 
 

¿A quién dispersa nuestro Señor?

 
«Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones» (Lucas 1, 51). Nuestro Señor vino a este mundo y cumplió esta obra de salvación por nosotros. Dios nos ha salvado a los que tememos a Dios y nos ha librado de nuestros pecados. Nos libra de los poderes de la oscuridad, de las maldiciones, el infierno y el diablo. 
Sin embargo, el Señor no es siempre amable y paciente. Una de las cosas que Dios hace es dispersar a los que son orgullosos en sus pensamientos internos. No deja a los orgullosos en paz, sino que los dispersa. El versículo 51 dice: «Hizo proezas con su brazo; esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones». Esto significa que Dios envía a los orgullosos al infierno aunque no admitan su orgullo. El Señor no les deja acercarse a Él aunque quieran tener fe en Jesús. 
Nuestro Señor no siempre es amable con la gente. No siempre acepta a todo el mundo sin problema. Es el Dios del amor pero al mismo tiempo no tolera a los pecadores que no quieren buscarle ni creer en Él. Los envía al infierno. Pero a los que le buscan de todo corazón y todavía no saben cómo depender de Él, y a los que están defraudados por sus fallos, les muestra su misericordia y amor. Nuestro Señor es así. Nos salva de todos los pecados y nos envía al Cielo como hijos de Dios. Es un Dios misericordioso pero dispersa a los que son orgullosos y los envía al infierno. 
Nuestro Señor tiene dos caras diferentes. «Quitó de los tronos a los poderosos, y exaltó a los humildes» (Lucas 1, 52). Quita a las autoridades del mundo de sus tronos y alimenta a los hambrientos con cosas buenas. Dios salva y adopta a los que tienen hambre y sed de justicia, desean la remisión de los pecados, la nación y la ciudadanía del Reino de Dios. Dios favorece a este tipo de personas. 
Sin embargo, dispersa a los gobernantes y a los ricos. Dios es el Dios de verdad. Siempre dispersa a los que le retan y a los que abusan de su autoridad en la tierra en la Iglesia y corrompen la Iglesia de Dios mediante sus propias doctrinas y sus ofrendas materiales. Por mucha autoridad que tengan, no son superiores a nuestro Señor. Cuando retan a Dios con su autoridad limitada, nuestro Dios los dispersa sin misericordia y los envía al infierno. 
La Biblia nos dice lo siguiente: «No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos» (Éxodo 20, 3-6). 
No he visto a nadie prosperar sirviendo a sus ancestros muertos. De hecho las familias de los primogénitos o sus hijos no tienen mucho éxito. La mayoría de los primogénitos tienden a ejercer su autoridad y así hacer que Dios les condene. Muchas familias de primogénitos se arruinan y tienen enfermedades por esta razón.
¿Cuál es la diferencia entre los descendientes de los justos que temen la Palabra de Dios y los descendientes de los que desafían a Dios? El Señor ha derrocado a gobernantes de sus tronos. Hermanos y hermanas, ¿no es razonable esperar que los descendientes de los poderosos sean más felices y poderosos que los demás? Sin embargo, no son nadie. Dios los dispersa de sus posiciones de autoridad cuando abusan de su poder y no temen a Dios. Ningún poder del mundo sirve de nada a Dios. 
Dios les quita el poder, la riqueza, la fama y la salud a los que no temen a Dios. Cuando el Dios del poder y la autoridad verdaderos les quita el poder, ¿quién puede recuperar su autoridad? La autoridad viene de Dios y cuando Dios la quita, es el final. Toda la autoridad es de Dios. Y todo el amor y las bendiciones también están a manos de Dios. Los poderes están sujetos a nuestro Señor, quien nació como el Salvador en Navidad. 
Nuestro Señor ha exaltado a los humildes, ha saciado a los hambrientos con cosas buenas, pero ha dispersado a los ricos sin nada. El Señor exalta a los humildes. ¿Son ustedes humildes o están orgullosos de su autoridad? La respuesta es simple. Los seres humanos somos bajos ante Dios. Solo los que se dan cuenta de esto pueden recibir la Palabra de Dios. 
El Dios Todopoderoso le dijo a María a través de un ángel: «Tu parienta, Isabel, era infértil, pero ahora está en cinta. Dios va a hacer una obra milagrosa en ti. Es la Palabra del Dios Todopoderoso». Entonces, María contestó: «Soy una esclava del Señor. Hágase en mí según su voluntad».
¿Cómo se llamó a sí misma María, la madre biológica de Jesús? Se llamó esclava del Señor. No se llamó Reina de los Cielos, sino sierva o esclava. María no es la Reina de los Cielos. Dios escogió a una muchacha humilde y le habló. Entonces María aceptó la Palabra de Dios y pudo concebir a Jesús. El Señor se encarnó a través del cuerpo de María y salvó a toda la raza humana. 
Jesús exalta a los humildes. ¿Por qué razón consideramos la fe de María tan importante? Porque Jesús la exaltó. María era tan humilde como nosotros, pero ella sabía que era humilde y por eso se rebajó diciendo: «Soy una humilde esclava del Señor. Hágase en mí según la Palabra de Dios», por lo que pudo concebir a Jesús. 
 
 

Nuestro Señor exalta a los humildes y a los pobres de espíritu

 
Nuestro Señor exaltó a una persona pobre de espíritu como yo. Yo era una persona muy pobre de espíritu. Las figuras famosas con posesiones de autoridad también eran bajas. No hay una sola persona que no sea baja. Pero la mayoría no admite sinceramente su pobreza de espíritu ante Dios, y por eso Dios no puede exaltarles. Yo sé lo humilde que soy. Si Dios lo dice, es cierto. Yo tomo la Palabra de Dios tal y como es; cuando Dios dice que exaltó a los humildes y sació a los hambrientos con cosas buenas, yo creo esto en mi corazón. Quiero tener una vida justa. Quiero vivir por la Palabra de Dios y estar bendito con las promesas que Dios ha hecho en la Biblia. 
Yo quería ir al Cielo y convertirme en hijo de Dios. También quería ser una persona justa. Quería heredar la tierra fértil y las bendiciones de Dios. Quería ser como las personas benditas en la Biblia. Entonces, Dios me dio todas estas bendiciones en abundancia. Nuestro Señor alimentó a los hambrientos con estas bendiciones maravillosas. Dios nos llenó con cosas buenas porque somos humildes. 
Mientras celebramos la Navidad, debemos entender quiénes somos. Todos somos personas humildes ante Dios. Incluso un presidente de una nación y la persona más rica del mundo son humildes ante Dios. Los que saben lo humildes que son pueden extender las manos a Dios diciendo: «Dios, soy humilde. Dame tus bendiciones. Líbrame de todos mis pecados. Bendíceme». Entonces Dios les mostrará su favor y les abrirá las puertas del Cielo.
Pero los que se exaltan ante Dios por su autoridad mundana no pueden recibir el Evangelio del agua y el Espíritu. Podemos estar seguros de esto en la Palabra que nos dice que el Señor exalta a los humildes y sacia a los hambrientos con cosas buenas. ¿Puede una persona rica llevarse sus posesiones después de morir? No. Dios es el Dios de la justicia. Si pudiésemos llevarnos nuestras posesiones materiales cuando morimos, los ricos seguirían siendo ricos y los pobres seguirían siendo pobres incluso en el mundo siguiente; pero el Señor no deja que esto ocurra. El Señor vacía los bolsillos de los ricos. Los ricos solo son ricos en este mundo y no en el mundo siguiente. Los que reciben el favor de Dios se convierten en herederos de Dios y en personas ricas; los que rechazan el favor de Dios serán pobres. 
Hermanos y hermanas, ¿saben cómo nos menosprecian las personas ricas por tener una iglesia pequeña? Estas personas tienen una ideología premoderna. Solo ven las cosas según los criterios externos. Hay personas que solo miran el tamaño de las iglesias o la congregación y menosprecian las iglesias pequeñas. Estas personas son esclavas de las ideas premodernas. No debemos evaluar a las personas por su aspecto exterior como hacen estas personas.
¿No sería injusto que la gente rica de este mundo pudiera gastarse su fortuna incluso después de la muerte? Por eso Dios deja sin nada a esta gente cuando muere. Dios enviará a los ricos al infierno sin falta. Las personas ricas de verdad no son las que tienen posesiones materiales sino las que tienen corazones ricos ante Dios. Los que son justos y amables con los demás son verdaderamente ricos.
Se lo digo una y otra vez porque Dios no considera ricos a los que tienen muchas posesiones materiales. Sin embargo, las personas que no interpretan la Palabra de Dios y piensan: «Sed tan bueno como yo. Haced tantas cosas buenas como yo», serán abandonadas por Dios. ¿Qué tan buenos y amables podemos ser cuando lo intentamos? Nuestro Señor es amable y bueno de verdad. Nosotros no tenemos nada bueno. 
Entonces, ¿cómo podemos ser salvados si somos tan malvados? Solo gracias a la bondad de Dios. En otras palabras, recibimos la salvación porque Jesús fue condenado por nosotros, no porque vivamos una vida justa que merecía la salvación. Jesús vino a este mundo, fue bautizado, fue condenado por los pecados del mundo y salvó a las personas que creyeron en la bondad de Dios. Este es el amor de Dios. Nuestras buenas obras y nuestra bondad no nos dan la salvación. Solamente gracias a que nuestro Señor es bueno, los humildes son exaltados y los pobres y hambrientos reciben su misericordia. Nuestro Señor nos da su Evangelio y bendiciones de la Palabra y nos adopta como hijos suyos para que heredemos el Reino de los Cielos. Este es el amor de Dios y la razón por la que vino al mundo. Alabemos al Señor. 
Nuestro Dios bendice a los hombres de fe. También bendice a sus hijos. Nuestro Dios ayudó a Israel. El Señor ha prometido: «Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordarse de su santo pacto; Del juramento que hizo a Abraham nuestro padre, Que nos había de conceder» (Lucas 1, 72-73). Él tuvo compasión de ellos y cumplió la misericordia prometida a Abraham y a sus descendientes para siempre. Dios nació en este mundo y no fue a causa de nuestra justicia, sino por su compasión por nosotros. Estábamos destinados a morir por nuestros pecados e ir al infierno, pero Dios tuvo compasión de nosotros y abrió un camino para que fuésemos al Reino de Dios. Por eso nuestro Señor entregó su gloria celestial y vino al mundo para salvar a personas humildes como nosotros. Para ello vino al mundo en un establo donde el rebaño dormía y comía. Esto se debe a que quería salvar a las personas humildes como nosotros. 
Nuestro Señor nos ama. El hombre no trata a las personas humildes con respeto, pero cuanto más humildes seamos, más nos ayudará el Señor y más nos mostrará su gran amor y salvación. Nos dice que somos demasiado pobres y por eso tiene compasión de nosotros y nos da vida y nos incluye en su nación. De entre todas sus criaturas, la raza humana es la más humilde. Los animales vienen y van sin preocuparse de nada ya que Dios los ha diseñado. No viven en la vida futura. Sin embargo, nosotros somos desafortunados porque caemos en la tentación de Satanás, aunque hayamos sido creados a imagen de Dios y tengamos poder sobre todas las criaturas. No podemos vivir como quieran nuestros corazones, ya que vivimos una vida humilde. 
Dios ama a las personas humildes como nosotros, nos salva y nos da su Reino glorioso gratuitamente. Dios quiere bendecirnos. Queridos hermanos, el Señor vino a este mundo para darnos la vida eterna, las bendiciones, la salvación, la remisión de los pecados y para hacernos justos. Sé que nuestro Señor nos ha salvado. Confío en este Señor que vino a salvar a los humildes, y le alabo y doy gracias. 
Hermanos y hermanas, Dios ama a los humildes al contrario que nosotros, quienes amamos a las personas bien parecidas que tienen autoridad. ¿No es este Dios maravilloso? Sí, es maravilloso. Es nuestro Salvador. Jesucristo es el Mesías. Es el verdadero Hijo de Dios. Es el autor del universo, quien creó el universo y a todos nosotros. 
¡Alabemos al Señor! Alabo a Dios por enviar a Jesús a este mundo. Le doy verdadera gloria por salvarnos de todos nuestros pecados. Le doy gloria por cuidar a los humildes. Gracias, Señor. Te doy gracias infinitas y gloria por cuidar a todos los humildes como nosotros.