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Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 21-2] Es glorioso ser utilizado en la obra del Señor (Mateo 21, 1-11)

Es glorioso ser utilizado en la obra del Señor(Mateo 21, 1-11)
«Cuando se acercaron a Jerusalén, y vinieron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y luego hallaréis una asna atada, y un pollino con ella; desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dijere algo, decid: El Señor los necesita; y luego los enviará. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:
Decid a la hija de Sion:
He aquí, tu Rey viene a ti,
Manso, y sentado sobre una asna,
Sobre un pollino, hijo de animal de carga.
Y los discípulos fueron, e hicieron como Jesús les mandó; y trajeron el asna y el pollino, y pusieron sobre ellos sus mantos; y él se sentó encima. Y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino; y otros cortaban ramas de los árboles, y las tendían en el camino. Y la gente que iba delante y la que iba detrás aclamaba, diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea».
 

Acabo de estar en el centro de formación de discípulos de In-jae. Es un lugar estupendo para pasar unas vacaciones, y es un lugar de descanso si no hay que trabajar mientras estamos allí. Aunque hemos hecho algunos preparativos para el campamento de verano en el centro, nuestros esfuerzos parecen mínimos, a pesar del hecho de que hemos trabajado muy duro. En primer lugar, esterilizamos las mantas que van a utilizar. Después, limpiamos y secamos las alfombras, y arreglamos el terreno.
Este año, hemos hecho una piscina, que era un objetivo que deseábamos alcanzar desde hace tiempo. La piscina se hizo según nuestras especificaciones. Sus dimensiones son de 60 m2 y puede ser utilizada tanto por adultos como por niños. Hemos instalado una estación de bombeo en la parte superior, que contiene mucha agua. El agua fluye hacia abajo cada vez que abrimos la válvula. También hemos construido unos baños junto a la piscina. Han pasado dos días muy deprisa desde que hicimos estas cosas. Hacía calor. El sol pegaba fuerte. Yo casi no podía ni andar bajo el sol sin un sombrero de paja en la cabeza. Pero aquí es aún peor. La temperatura allí es mucho mejor, probablemente porque hay montañas y valles. Sin embargo, trabajar bajo el sol fue muy difícil para mí.
Después de terminar la piscina, hicimos una ceremonia de inauguración. No guardamos el agua, sino que abrimos la válvula y llenamos la piscina. Me sentí muy bien cuando me senté por donde salía el agua. Fue mejor que sumergirse en el agua. Cada vez que teníamos calor mientras trabajábamos, nos metíamos en la piscina con ropa. Cada vez que nos mojábamos la ropa, se secaba en menos de una hora, y entonces volvíamos a meternos en la piscina.
Todas las instalaciones están preparadas. Esta vez, hemos expandido la tierra. Hemos excavado y nivelado 170 m2. La mejor parte es que ahora tenemos una piscina. Mis queridos santos, recuerden esto y hagan buen uso de la piscina. Yo sigo alardeando de piscina porque es muy bonita y refrescante.
Es un lugar muy atractivo por la abundancia de agua fresca. Aunque hemos trabajado durante dos días y dos noches, con los pastores de todas las ramas de la iglesia por todo el país, no hemos podido terminar el trabajo. Creo que tenemos que reunirnos de nuevo la semana que viene para continuar. Si alguien quiere venir conmigo la semana que viene, es bienvenido. Después de trabajar y sudar, podrán refrescarse en el agua del valle.
 


Jesús dijo: «Desatad al pollino y al asno ytraédmelos»

 
Cuando Jesús se acercaba a Jerusalén, y pasó por Betfagé, les dijo a Sus discípulos: «Id a la aldea y desatad a un pollino y un asno y traédmelos». Jesús se sentó sobre el asno según la Palabra profetizada en Zacarías 9, 9 en el Antiguo Testamento: «Decid a la hija de Sion: he aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga». Jesús entró en Jerusalén sentado en un asno, porque el Señor era humilde. Entonces se quedó allí durante algún tiempo. Poco después partió el pan de la cena de Pascua y les lavó los pies a los discípulos. Al día siguiente, murió en la Cruz. Por eso quiero que pensemos en esta parte de las Escrituras de hoy, en la que se dice que Jesús se sentó en un asno, y compartamos la gracia.
El Señor se sentó en el lomo de un asno porque era humilde. Como dice la Biblia, Jesús era tan humilde que se sentó en el lomo de un asno y no en un caballo grandioso o cualquier otro medio de transporte, cuando entró en Jerusalén. Además, nuestro Señor lleva a cabo la obra de Dios a través de Su pueblo, que es como un puñado de asnos. Antes he mencionado que el Señor no se sentó en un animal grandioso, ni tampoco llevó a cabo la obra de Dios a través de ángeles. Jesús no utilizó a seres espirituales o grandes para dejar a la gente entrar en el Cielo. El Señor obra a través de nosotros, los nacidos de nuevo, el pueblo de Dios que es imperfecto y terco. Jesús es verdaderamente humilde.
Su humildad se muestra en el hecho de que no utilizó a grandes personas, sino a nosotros, el pueblo de Dios. Él es verdaderamente maravilloso. Esto se debe a que es el verdadero Dios del universo, el Creador, y el Dios de la redención. ¿Cómo pudo el Grande librarnos a seres como nosotros del pecado y cumplir la obra maravillosa de salvar a otros a través de los redimidos? Aunque somos imperfectos, Él obra a través de nosotros, los que hemos recibido la remisión de los pecados, porque es humilde.
Nosotros sabemos que Dios obra a través de los que hemos recibido la remisión de los pecados. Aunque no tengamos poder y seamos tercos como un asno, Dios obra a través de nosotros, los hijos de Dios. Él obra en nosotros, para que vivamos, no por nuestra propia carne, pero por las almas de los demás y por las obras espirituales. Me he dado cuenta de lo maravilloso que es Dios para obrar a través de nosotros. Estamos tan agradecidos a Dios por utilizarnos. Entonces, ¿qué debemos hacer por Él durante el resto de nuestras vidas? Debemos ser asnos que llevan encima al Señor durante la eternidad. Los asnos sirven para transportar cosas. Por tanto, los asnos deben transportar cosas, o personas, o a Jesús. ¿Qué asno quieren ser?
Jesús hace la obra de Dios a través de nosotros, los que hemos recibido la remisión de los pecados. Entonces, ¿qué tipo de obra debemos hacer? Debemos regocijarnos por el hecho de que somos los que llevan a Jesús encima. Debemos desear hacer la obra de Jesús, es decir, servir al Señor. A través de este pasaje, debemos reflexionar sobre qué o quién debemos llevar a la espalda.
Estamos muy bendecidos al ser utilizados por el Señor. Estoy muy agradecido a Dios por utilizarnos y salvarnos de ser utilizados para cosas triviales del mundo. Le doy gracias a Dios por darnos la oportunidad de servirle. Le doy gracias por hacernos saber que debemos vivir por el espíritu y no la carne, y por darnos todas las oportunidades para vivir por Él.
Pero, ¿están sirviéndole de verdad? Nosotros, los redimidos, debemos cargar con Jesús o con la carga del mundo, porque somos como asnos. Entonces, debemos reflexionar. Somos los nacidos de nuevo, y Jesús obra a través de nosotros. Pensemos en qué tipo de obra Dios quiere hacer en nuestras vidas. Estoy tan agradecido al Señor por utilizarnos. Me he dado cuanta de lo bueno que sería llevar al Señor a las espaldas y vivir como el Señor quiere que vivamos, y después conocerle. Los nacidos de nuevo estamos bendecidos si vivimos por el Señor, quien ha redimido nuestras almas, y no por el mundo. Nos presentamos ante el Señor después de vivir por fe y ofrecer nuestros cuerpos a Dios. Yo pienso en esto muy a menudo.
El pollino fue bien recibido porque llevaba al Señor. Cuando el pollino que llevaba a Jesús entró en Jerusalén, la multitud gritó: «¡Hosanna! ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor y Hosanna en las alturas!».
¿Cuánto vive un asno? Unos 20 años. Hay una historia antigua alemana bastante interesante. Según esta historia, la esperanza de vida de una persona es de 30 años por naturaleza. Dios estableció que fuesen 30 años, al igual que los animales, cuando los creó. Sin embargo, el asno se acercó a Dios y le dijo: «Dios, me dolerá la espalda de trabajar si vivo tanto. Por favor, acórtala». Así que Dios acortó la vida del asno a 18 años, 12 años menos que al principio. Entonces, el perro se acercó a Dios y le pidió: «Por favor, acorta mi vida, porque no puedo correr tanto». Así que redujo la vida del perro a 12 años, 18 menos que al principio.
Entonces el mono se apresuró hacia Él y le dijo: «Vivo para hacer reír a la gente y hacer cosas graciosas. Por favor, acorta mi vida porque no podré hacerlas si vivo tanto». Entonces la acortó hasta 10 años. Pero entonces el hombre se acercó a Dios y le dijo: «30 años son pocos para mí». Así que Dios sumó todos los años que había acortado en la vida de los demás animales y los añadió a la esperanza de vida del hombre, así que en total le dio al hombre 50 años más. Por eso la esperanza de vida del hombre es de 80 años. Sin embargo, por esto el hombre ha vivido cargando con cargas pesadas como el asno, corriendo agotado como el perro, y actuando como un estúpido como el mono.
Sin embargo, un asno debe cargar con personas o cargas durante los 20 años en que vive. A veces, los asnos tiran de carros. Cuando era pequeño, vi un asno cargando con madera a ambos lados de su lomo y con una persona, al tiempo que tiraba de un cargo lleno. Los anos no tienen ni un solo día de descanso. Tienen que cargar con cosas a las espaldas hasta que no pueden más. 
Entonces, ¡qué maravilloso debió ser para el asno que cargó con Jesús! Cuando el asno que llevaba Jesús a sus espaldas entró en la ciudad de Jerusalén, la ciudad de la paz, la multitud empezó a alabar a Jesús. Cuando el asno llevaba a Jesús, tendría que haber sido azotado, como se hacía normalmente. Pero, en cambio, la multitud tiró sus ropas al suelo ante el asno. Puedo decirles que el asno disfrutó del momento más glorioso de su vida. Aunque hay muchos asnos en este mundo, sé que el asno escogido y utilizado por el Señor es el más bendito.
¿Cuántos asnos ha habido en este mundo desde el comienzo del Antiguo Testamento? Sin embargo, solo un asno cargó con Jesús. Por tanto, vean lo gloriosa que fue la obra de este asno que cargó con Jesús a sus espaldas. Estoy tan agradecido por poder cargar con Jesús. Él nos utiliza porque es humilde. Si fuese igual que nosotros, ¿nos utilizaría?
Somos como los asnos en el carácter. Los asnos tienen un carácter terco. La gente rica nunca se sienta en un asno porque tiene mal carácter. Así que cuando necesitan un medio de transporte, utilizan un caballo. La gente piensa que se degrada si utiliza un asno como medio de transporte. Es incómodo y difícil de controlar. La gente quiere montar un caballo negro o blanco porque piensa que es de pobres montar en asno.
Si un rey o un miembro de la realeza que lleva una camisa blanca y una chaqueta de terciopelo negra, monta en un caballo excelente, se ve elegante. Pero imaginen a una persona bien vestida montando en un asno. No parecería elegante. Pero para este asno fue maravilloso llevar a Jesús, el Rey de reyes. Es una bendición muy grande ser utilizado por Dios. Yo estoy muy agradecido por que Él nos utiliza a los humildes. Sé que no hay mayor experiencia que esta.
Estoy muy agradecido porque puedo poner mi corazón en Su obra, entregarme a Él y ser utilizado. Siento lo mismo cuando les veo a todos ustedes. Cuando les miro, estoy agradecido a Dios por utilizarles. No tengo suficientes palabras para expresar lo agradecido que estoy. Me siento muy agradecido porque puedo servir al Señor, a los santos, y porque puedo predicar el Evangelio a las almas perdidas. ¿Cómo de agradecidos estamos los que somos como asnos y somos utilizados por el Señor? Qué maravilloso es que Dios nos utilice. Estoy muy agradecido. Estoy muy agradecido por hacer la obra del Señor.
Como somos meros seres humanos, siempre hacemos la obra de la carne o la del Espíritu (Romanos 8, 5). Hacemos la obra de la carne muy bien. La hacemos automáticamente, incluso cuando nadie nos obliga. Sin embargo, no hay buenos frutos en la obra de la carne. Por el contrario, hay muy buenos frutos cuando hacemos las cosas del Espíritu. Lo más importante es hacer las cosas del Espíritu. Debemos concentrar nuestros esfuerzos en las cosas del Espíritu. Estas cosas solo pueden cumplirse cuando las hacemos por fe y con la gracia de Dios, al seguir su liderazgo. No quiero nada más que las cosas del Espíritu con todo mi corazón y entregarme a la obra del Señor hasta que venga el Señor. Entonces le entregaré mi gratitud a Dios y oraré para que Dios siga utilizándome.
Hoy en día los meteorólogos dicen: «La cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera aumenta debido al uso excesivo de los combustibles fósiles, y debido al efecto invernadero, el hielo de los polos se está derritiendo y el nivel del mal subiendo». La temperatura del aire aumenta por todo el mundo. Esto no es solo problema de un solo país, sino del mundo entero. Los cambios climáticos tan insólitos causan desastres naturales por todo el mundo. Lousiana, un estado de EE.UU., fue declarado zona catastrófica después de que fuera asolada por un huracán. También en India y en Francia, muchas personas mayores débiles han muerto debido a las olas de calor que han tenido lugar. En muchas partes del mundo, se están revelando los signos de los últimos días, así que creo que el Señor vendrá pronto.
Qué benditos estaríamos si pudiésemos servir al Señor hasta entonces, sin querer hacer cosas malas. Los nacidos de nuevo moriríamos en vano si no trabajásemos por las cosas del Espíritu o con la iglesia. Pero cometemos pecados mediante la obra de la carne. Doy gracias a Dios por darnos Su Iglesia, oportunidades para servir al Señor, por confiarnos Sus obras, hacernos predicar el Evangelio a las almas perdidas, y hacernos desear servir a Su pueblo que ha recibido la remisión de los pecados. Le doy gracias por dejarnos hacer Sus obras, como asnos.
¿Qué se supone que tenemos que hacer si no servimos al Señor? Probablemente, cometemos acciones malvadas y hacemos obras sin frutos. Antes lo hacíamos a menudo, pero Dios nos redimió y nos confió Sus obras. Qué maravilloso es que nos haya dado Su obra. Si no tenemos obras espirituales, no podemos dar frutos. Por el contrario, viviremos vidas insignificantes. Así que demos gracias a Dios por confiarnos Sus obras para poder vivir siendo útiles; por completar Sus obras a través de nosotros; y por Su gracia que nos permite hacer obras espirituales por el Señor durante toda nuestra vida.
Nosotros, como humanos, tendemos a estar inactivos porque este verano hace demasiado calor. Hoy en día el calor me sofoca, me pone nervioso, y me mantiene despierto hasta las 2 de la madrugada. Durante el verano no puedo leer la Biblia o rezar porque estoy incómodo. Pero cuando pienso en eso, estoy agradecido por poder vivir por el Señor durante el resto de mi vida. Estoy muy agradecido porque puedo hacer la obra de Dios. Si no la hiciera, sé que haría cosas malas. Estoy agradecido porque tengo mucho trabajo que hacer por el Evangelio. A veces el calor me molesta, pero al pensar que Dios me ha llamado, como un asno, para hacer Su preciosa obra, me siento lleno de energía para trabajar y seguir al Señor a pesar de las circunstancias. Sé que ustedes se sienten igual.
 


¿Tenemos un carácter distinguido ante Dios?

 
No tenemos nada ante Dios. Él nos utiliza porque es humilde, no porque seamos especiales. Por tanto, no tenemos nada de lo que quejarnos ante Dios mientras le servimos. Una persona que sabe que es obrera de Dios, no puede pensar que Dios le debe algo. No podemos decirle: «Dios, haz esto y dame esto porque he hecho Tu obra». Nunca podemos tener este tipo de mentalidad. Deberíamos estar muy agradecidos por el hecho de que Dios nos utiliza en Sus obras. Solo por la gracia de Dios podemos servir al Señor y hacer Su obra. Aquí está la felicidad. Reconozco que Jesús nos utiliza para Sus obras, porque es humilde. Esto es lo que creo.
¿Qué más pueden hacer aparte de servir al Señor? ¿Qué pueden hacer en sus vidas? No pueden hacer nada útil. Si la Iglesia de Dios no se nos hubiese entregado, ¿qué haríamos? Seríamos como el asno que lleva una carga de madera, estira de un carro, sirve a su maestro y trabaja hasta que se muere y después es vendido por su carne. Estoy muy agradecido por habernos librado. De lo contrario seríamos como un asno. No podemos servir al Señor si no hay Iglesia, y no podemos hacer nada bien si no servimos al Señor. Por esto estoy tan agradecido porque Dios nos utiliza y se monta en nosotros, aunque no podamos hacer nada bien sin Él.
Debemos reflexionar sobre este asunto. ¿Qué haríamos si no pudiésemos servir al Señor? ¿A quién servimos? ¿Estamos sirviendo a los hombres o no? ¿Piensan: «Por qué deben servir al hombre. No soy estúpido, eso no es inteligente»? Entonces están equivocados. Si no servimos al Señor, no tenemos más remedio que servir al hombre. Si un hombre con poder les pide que le sirvan con un látigo, no tienen más remedio que servirle. Una persona no puede evitar servir a otra persona más fuerte. En última instancia, serviremos al hombre.
¿Por qué entró Jesús en Jerusalén montado en un pollino? La razón por la que Jesús subió a lomos de un pollino era enseñarnos que los que somos utilizados por Dios estamos bendecidos. No es que Dios nos deba algo por haber hecho Su obra. Jesús entró en Jerusalén montado en un pollino para que nos diésemos cuenta de eso.
Cuando no había un líder en Israel, los israelitas pensaban que podían vivir como quisieran. Sin embargo, una por una, las demás naciones invadieron Israel y los israelitas se convirtieron en sus esclavos. No podían vivir como querían, sino que servían a las naciones que les dominaban trabajando muy duro todos los días. ¿Qué hacemos si no servimos al Señor? Servimos a los hombres. Si alguien nos pregunta: «¿Van a servir al hombre o no?». Debemos afirmar completamente que no serviremos a los hombres. Sin embargo, no tenemos más remedio que servir al hombre. Todas las sociedades están formadas por hombres prominentes que solo pueden comer y beber si sirven a los hombres. Así que es inevitable servir a los hombres. Sin embargo, si servimos a los hombres, no podemos ni siquiera sobrevivir y estaremos oprimidos y explotados.
Por tanto, debemos pensar antes de decidir cómo vivir. Es sabio por nuestra parte considerar el resultado antes. Cuando nuestro país lucha contra otro ejército, debemos evaluar la situación antes de ir a la guerra. Si tenemos 10.000 soldados y el otro ejército tiene 30.000, es mejor llegar a un acuerdo amistoso si calculamos que vamos a perder. Si no pensamos que vamos a ganar, es mejor llegar a un acuerdo, porque si no perderemos la vida y seremos esclavos miserables al final.
Debemos considerar qué forma de vivir vale la pena. En nuestras vidas, debemos considerar si vamos a servir al Señor llevando a Jesús a la espalda como el asno de las Escrituras de hoy, o si vamos a tirar de un carro con leña o deshechos, o si vamos a cargar con un hombre a las espaldas como hacen los asnos. Aunque somos el pueblo de Dios, somos ante todo seres humanos. Una persona debe hacer una tarea. Debemos reconocer si servimos al Señor o al hombre, y debemos decidir qué hacer. En el momento en que decidamos servir al Señor, debemos servirle de corazón y estarle agradecidos. Esto es lo que hay que hacer. La vida es miserable si no reconocemos estas cosas. 
Cuando era adolescente intenté muchas veces apreciar mi vida. Siempre pensaba: «¿Para qué nace el hombre? ¿Qué hace el hombre desde que nace? ¿Qué me ocurrirá?». Cuando crecí, pensé en cómo ganar dinero y en cuánto podía ganar. Consideré cuánto podría ahorrar si trabajaba como vendedor cuando cumplí los 20 años. Sin embargo, me di cuenta de que no podía acumular todo lo que quería, aunque fuera un trabajador asalariado. Cuando consideré comprar una casa pequeña, me di cuenta de que no podría aunque ahorrase durante toda mi vida. Tuve en cuenta todos estos factores, pero no encontraba solución.
Entonces, después de nacer de nuevo, consideré servir al Señor. «¿Cuánto puedo servir al Señor en un año? ¿A cuántas personas puedo predicar el Evangelio en un año?». Después de considerar todas estas cosas, llegué a esta conclusión: «Viviré por el Señor». Sería bueno comprar un apartamento pequeño con lo poco que tengo. Decidí que el dinero no valía para mucho y llegué a la conclusión de que tendría suerte si podía darles una casa a mis hijos si montaba un negocio. Pero sabía que no era posible tener una empresa grande.
Me decidí a servir al Señor en vez de ganar mucho dinero. Entonces, ¿cómo sería mi vida? Imaginen que acumulase un millón de dólares en mi vida. Podríamos decir que un hombre con tanto dinero podría dárselo a sus hijos al final de sus días. Un hombre normal no puede ganar tanto dinero. Si alguien paga todas sus deudas al final de sus días, el dinero disminuye. Así que pasar un millón de dólares a los hijos es bastante afortunado.
Si esto es así, ¿pueden cambiar sus vidas con un millón de dólares? No puedo cambiar mi vida con tan poco dinero, y estoy decidido a servir solamente al Señor. Yo he decidido lo siguiente: «Serviré al Señor en vez de vivir en vano». Yo pensé en esto una y otra vez después de conocer al Señor. Entonces llegué a la conclusión de que servir al Señor era el mejor trabajo. Por eso estoy sirviendo al Señor. Les pido que sirvan al Señor como yo le estoy sirviendo. Creo que servir al Señor es la gran bendición y la gracia de Dios.
Yo solo quiero servir al Señor hasta el fin de mis días. Todo lo que quiero es ser utilizado por el Señor sin cesar. Yo sé que este tipo de vida es una vida bendita. Sin embargo, deseo vivir por el Señor hasta que muera. Deseo que sean así también. Aunque se esfuercen y trabajen duro para ganar dinero, no hay nada que les puedan dejar a sus hijos en este mundo. No les quedará nada.
Sin embargo, si servimos al Señor, hay muchos beneficios. De verdad que los tiene. Trabajar por el Evangelio no es un negocio sin beneficios. ¿Quién sabe si algunas almas recibirán la remisión de los pecados en el campamento de formación para discípulos? ¿Quién sabe si estarán alucinados con las vistas y escucharán la Palabra de buena gana y recibirán la remisión de los pecados? ¿Y quién sabe si traerán a muchas almas nuevas al próximo campamento?
Tenemos que considerar la obra del Señor como un negocio valioso. Debemos invertir todo lo que tenemos en este negocio. Había una vez un mercader de perlas, que viajaba por toda la tierra, y se encontró la perla más valiosa del mundo. Sin embargo, era demasiado cara. Así que el mercader se fue y lo vendió todo para comprarla (Mateo 13, 46).
Queridos hermanos, hemos encontrado el Evangelio. Hemos conocido al Señor. La criatura ha encontrado al Creador y ha sido liberada. Después de ser librados del pecado, hemos encontrado la obra más valiosa. Nuestras almas se sienten cansadas si hacemos la obra de la carne, pero nos sentimos satisfechos y en paz si hacemos las cosas del Espíritu y nos hemos ofrecido a nosotros mismos a estas cosas. Ahora, debemos seguir haciéndolo, pero debemos traer la Verdad a otras almas también. Espero que no vivan en vano, sino que vivan una vida valiosa. Este negocio del Evangelio, el negocio con grandes beneficios, el negocio de servir al Señor, es la obra más maravillosa que podemos hacer. Espero que sean como el asno que entra en Jerusalén cargando con el Señor a las espaldas.
Estamos dibujando ilustraciones en nuestros libros. La hermana Kim está aprendiendo a dibujar, y sé que no es fácil. Los estudiantes están cansados a todas horas. Ahora, algunos hermanos y hermanas de la Iglesia de Seúl están poniendo el Evangelio en forma de dibujos. ¿Han visto la muestra que le envié al departamento de publicación? Es bueno que hayamos hecho el Evangelio en forma de dibujos, porque es cómico y enseña el Evangelio de forma ilustrativa. Sea cual sea la obra que hagan, servir al Evangelio es valioso. Las obras que estamos planeando no son para ganar dinero, sino para predicar el Evangelio.
Después del campamento de discípulos, un par de trabajadores se irán a Estados Unidos para abrir el camino a nuestro ministerio literario. Yo también he solicitado el visado. Quiero conocer a los coreanos y americanos de allí y contarles el Evangelio. Llevar el Evangelio auténtico a los Estados Unidos es servir al Evangelio. Quiero hacer esta obra hasta el final. No se trata de hacer obras mejores que los demás. Todo el mundo sirve al Evangelio igual en la Iglesia de Dios. Sé que esta es la obra más bendita y agradecida. Mi deseo es vivir contemplando a quién y a qué dedicar nuestros esfuerzos, y a quién quieren servir en este mundo. Estoy orando porque no vivan una vida en vano.
Estoy muy agradecido porque nuestro Señor se sentó encima de nosotros como pollinos. Estoy muy agradecido porque hago Su obra por su bien. El Señor nos guía sentado en nuestra espalda: «Ve por aquí. Ve por allá. Ve más rápido. Más despacio. Es bueno cargar conmigo, pero también debes cargar con mis obras». Es una gran bendición hacer la obra de Dios.
Cuando escuchan sermones, no deben escucharlos solo por aprender, sino que deben aplicar la lección a sus vidas. Mientras escuchan este sermón, deben aplicar su lección. Deben escuchar mi sermón y pensar: «¿Por qué he vivido hasta ahora? ¿Por qué voy a vivir de ahora en adelante? ¿Qué será de mí al final de mi vida? ¿Es la obra de servir al Señor buena?». Al final de la predicación, tienen que decidir: «Era así antes, y entonces debo vivir con esta nueva idea desde ahora. Siempre debo evaluar mi vida».
Nuestro Señor nos ha llamado, y se ha sentado en nosotros como asnos. Yo sé que el asno que llevó al Señor era el más bendecido por la obra tan maravillosa que hizo. Ha habido muchos asnos en este mundo hasta ahora, pero debemos saber que el asno del pasaje de las Escrituras de hoy era el asno seleccionado para llevar al Señor. Muchas personas nacen en el mundo, pero no muchas están tan bendecidas como nosotros, los que servimos al Señor.
No debemos servir al Señor solo porque alguien nos lo pida, sino por nuestra voluntad. Debemos distinguir cuál es la vida más valiosa y contemplar con nuestra voluntad cómo servir al Señor con fe hasta el final. Esta es la vida más bendita. Sé que servir al Señor es vivir una buena vida, ya le sirvan con bienes materiales, oraciones o con su tiempo.
¿Por qué viven ahora? ¿Para qué y para quién viven? ¿Qué les queda en su vida como resultado? ¿Qué les quedará si viven más? Deben dejar cosas benditas cuando se vayan. Oro porque hagan la obra del Señor y muestren los resultados de vivir por el Señor al maestro del Cielo cuando les llame. Espero que todos nosotros, los justos, no vivamos en vano. Vivamos con bendiciones.