(Génesis 2, 4-6)
«Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra».
Todos vivimos día a día por la gracia de Dios. Cada día nos alimentamos de pan espiritual nuevo y estoy contento de poder compartirlo con ustedes.
El pasaje de las Escrituras de hoy dice: «y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese. Porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra».
¿Por qué dijo Dios que «ni había hombre para que labrase la tierra», aunque dijo que había creado los cielos y la tierra y al hombre en el sexto día? ¿Dónde estaba el hombre? Debemos darnos cuenta que en el pasaje de las Escrituras de hoy, Dios, que es completamente bueno, quiere revelar Su buena voluntad.
La tierra aquí simboliza nuestros corazones. Sólo Jesucristo puede labrar nuestros corazones porque ha venido al mundo como el Verbo encarnado. Además la Palabra de Dios trae lluvia a nuestros corazones, los ara y hace que sean corazones de fe que pueden seguir a Dios en completa bondad. Antes de que Jesucristo viniese al mundo, Dios quería arar los campos de nuestros corazones. Al principio no había nada en la tierra. La «tierra» se refiere al corazón humano. Por tanto, el pasaje: «Subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra», simboliza el estado de los corazones de los que no tienen a Jesucristo. En otras palabras, los corazones de los que no han nacido de nuevo están llenos de sus propios pensamientos.
Antes de que la Palabra del Señor viniese a nosotros, nuestros corazones estaban llenos de nuestros propios pensamientos. Cuando no conocemos la Palabra del Señor, no podemos hacer nada con nuestros pecados, ni podemos saber la Verdad. No sabemos quién somos como seres humanos, de dónde venimos, dónde vamos, cuál es el significado de nuestra existencia, cuál es la justicia de Dios, ni cuál es Su juicio. Por tanto, primero debemos mirar la Palabra escrita y darnos cuenta de lo malvada que es la humanidad, y de que nuestros pensamientos son diferentes de los pensamientos de Dios.
Deben saber que los pensamientos de la humanidad son inútiles
Está escrito: «Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra…subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra». Esto resalta el hecho de que nuestros corazones están llenos de maldad. Los seres humanos se rebelaron contra Dios por culpa de los pensamientos que salían de sus corazones. Sin embargo, nuestro Señor, que labra los corazones, los ara y cambia los pensamientos de la humanidad que salen del suelo húmedo, y los convierte en un campo útil donde plantar árboles. Del mismo modo en que la niebla no es útil para las cosechas, los pensamientos de la humanidad están bloqueando el plan de Dios y Su Verdad y no dejan que penetren en los corazones. Debemos darnos cuenta de que nuestros pensamientos humanos no nos aportan nada en absoluto. Sólo Jesucristo ha hecho posible que el campo del corazón humano, que sólo tienen maldad, puede dar plantas y árboles al labrarlo y erradicar la maldad absoluta de la humanidad.
Sin el Señor, que ara el corazón humano, es imposible que la gente cultive los campos de sus corazones. En este mundo sólo Jesucristo puede labrar y cambiar el corazón humano y exponer la maldad absoluta. Por naturaleza, todo ser humano nació con maldad. Para estos seres humanos malvados, los campos de sus corazones estaban llenos de piedras y de suciedad, pero nuestro Señor, que es bondad absoluta, vino y cultivó esos corazones y los convirtió en campos útiles.
A algunas personas les gusta la niebla porque evoca en ellas sentimientos místicos y románticos, pero en realidad es mala para el sistema respiratorio. Del mismo modo, sus pensamientos no son buenos para su salud espiritual. Probablemente hayan visto por sí mismos que los pensamientos surgen como la niebla cuando están solos sentados en casa. Debemos darnos cuenta de que nuestros pensamientos son malvados. Sólo si Jesús viene al mundo, hace que llueva en nuestros corazones y los cultiva, podrán nacer plantas y árboles en ellos. Sin embargo, los que no admiten que sus pensamientos humanos son depravados, y no creen en la bondad absoluta de Dios, no pueden volver al Evangelio de Dios, el Evangelio por el cual se nace de nuevo del agua y el Espíritu. Les pido que se den cuenta de esto.
Debemos escapar de nuestros propios pensamientos
Los filósofos expresan sus propios pensamientos. Pero ninguno de ellos ha proporcionado una solución o beneficio real a la humanidad. Lo que los filósofos dicen son sólo hipótesis. Así que sus afirmaciones no han salvado a la gente, cuyos pensamientos son malvados, ni les han llevado al verdadero Evangelio. En otras palabras, las enseñanzas humanas no aportan ningún beneficio a nadie.
Todos los pensamientos humanos que surgen de los que no han nacido de nuevo no hacen más que llevar a la gente por el mal camino e impedir que nazcan de nuevo. Esta gente no quiere conocer el Evangelio del agua y el Espíritu de Jesús, ni creer en él aunque se les predique. Lo que sale de esta gente se convierte en un instrumento para su destrucción. La humanidad inventó la dinamita y desarrolló la energía nuclear para un buen fin, pero ahora todos esos inventos se utilizan para destruir a la humanidad. Por eso debemos darnos cuenta de que los pensamientos de la humanidad no hacen ningún bien.
Sólo podemos empezar una vida de fe cuando negamos nuestros propios pensamientos. Dicho de otra manera, una vida de fe correcta consiste en seguir la Palabra de Dios y escapar de los propios pensamientos. La Palabra de Dios es poder y vida. Cuando Dios creó los cielos y la tierra, todo lo que ordenó que existiera, existió de acuerdo con Su Palabra.
Jesús dijo: «Yo soy la verdadera viña, y Mi Padre es el viñador». Como nuestros corazones tienen a Jesucristo dentro, el Granjero que cultiva los campos de nuestros corazones, desde entonces, la Palabra de Verdad empieza a llover sobre nuestros corazones y en ellos nacen plantas. Si leemos la Palabra de Dios y la aprendemos, y si eliminamos nuestros pensamientos y aceptamos la Palabra de Dios y creemos en ella, podemos conocer a Dios poco a poco.
Básicamente, la humanidad ha vivido sin pensar en el plan y la voluntad de Dios. Éramos absolutamente malvados y sólo teníamos pensamientos que nos hacían daño. Esto es igual de dañino que la niebla. Así que cuando aceptamos la bondad absoluta de Dios y creímos en ella, es decir, cuando aceptamos la Palabra de Dios, nos beneficiamos de ello. Si sus mentes están llenas de malos pensamientos, se debe a que no creen en la Palabra de Dios, y que están siguiendo sus propios pensamientos sin darse cuenta de que son absolutamente malvados.
Los pensamientos de la carne no aportan ningún beneficio al final. Los pensamientos propios sólo crean problemas. Cuando los seres humanos, que son absolutamente malvados, caen en sus propios pensamientos, se meten en problemas, hacen sus propios planes y los destruyen por sí mismos. Al final no pueden creer en Jesús y van al infierno. Quien no sepa cómo vivir por fe, está destinad a caminar por el camino de la destrucción.
¿Pueden nuestros pensamientos beneficiarnos? No. Al contrario, sólo la Palabra de Dios puede salvar a la humanidad, darle vida eterna, resolver sus problemas y darle bendiciones. Aquí está la razón por la que la humanidad debe escapar de sus pensamientos malvados.
Nuestro Señor es quien debe labrar el campo de nuestros corazones. Al recibir al Señor en nuestros corazones, al conocer Su Palabra y al creer en ella, los campos de nuestros corazones son labrados y cambian. Se quitan las piedras, se fertiliza el campo y nuestro orgullo se viene abajo, del mismo modo en que se rompen los terrones de arena. Después de esto sólo se puede plantar la semilla de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios debe entrar en nuestros corazones humanos sin adulterarse, tal y como es, y debemos aferrarnos a esta Palabra y creer en su pureza. Sólo entonces Jesucristo obra en nuestros corazones.
Dios debe cultivar nuestros corazones y obrar en ellos. Sólo Jesucristo es el Señor de la humanidad y su Pastor. Nada de lo que sale de la cabeza del hombre puede cultivar su corazón depravado, ni tampoco puede hacerlo ningún libro, ninguna filosofía, doctrina o religión. Entonces ¿qué hace que nuestros corazones estén bendecidos aunque nuestros pensamientos sean malvados? Nuestro Señor Jesucristo. La Biblia es la Palabra de Verdad que el Señor habló. Cuando confiamos en la Palabra del Señor, Él empieza a cultivar nuestros corazones y nos hace dar plantar, árboles, flores y frutos.
No hay nada más que puede cultivar los corazones humanos aparte de la Palabra de Dios pura de las Escrituras. Sólo esta Palabra de las Escrituras puede arar el corazón humano, y sólo Jesucristo, nuestro Señor y Rey de reyes, puede cultivarlos. ¿Creen que la Biblia es la bondad absoluta de Dios?
Si abrimos la Biblia en el Libro de Hechos, veremos lo siguiente: «Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así. Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de distinción, y no pocos hombres» (Hechos de los Apóstoles 17, 11-12). Cuando Pablo y Silas fueron a la sinagoga de los judíos en Berea, se encontraron con gente buena. Aquí dice que la gente de Berea recibió la Palabra con gran alegría. Tenemos que examinarnos a nosotros mismos para ver si somos como estas personas. Los corazones de los que están gobernados por el Señor son así.
Los buenos creyentes aceptan la Palabra de Dio en los campos de sus corazones con un sí. Esta gente se asegura de verificar lo que la Palabra de Dios dice; está gobernada por Dios por fe; devuelve a muchas personas a Dios; se convierte en obreros del Señor; le sigue por fe y le obedece por fe; y se convierte en los verdaderos siervos de Dios.
Aquellos cuyos corazones han sido arados por el Señor contemplan cuidadosamente la Palabra de Dios y se centran en la fe en esa Palabra. Nunca están atados por sus pensamientos malvados, sino que los dejan atrás y se ajustan a la Palabra de Dios. Esta es la gente que está cultivada por el Señor.
Si se cultiva un campo, ¿qué ocurre? Que el campo da plantas y árboles. Cuando aceptamos la bondad absoluta del Señor en nuestros corazones depravados, nuestros corazones, que creen en la bondad absoluta de Dios, empiezan a dar plantas, flores y árboles de fe. Los campos de nuestros corazones producen plantas comestibles para Dios.
Mis queridos hermanos, nuestro Señor cultiva nuestros corazones malvados. Por tanto, debemos encomendarnos al Señor, y nuestros corazones deben estar gobernados por Su Palabra. Espero que todos dejen de lado sus pensamientos, crean en la Palabra de Dios, se aferren a ella y crean ella para así ser cultivados por el Señor y Su obra perfecta. Nuestro Señor entonces cultivará los campos de sus corazones libremente y ustedes serán obreros de Dios y verán cómo sólo Dios es glorificado.