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Tema 6: Herejía

[6-16] ¿Quiénes son los líderes cristianos que solo buscan a Mamón? (2 Reyes 5, 1-27)

¿Quiénes son los líderes cristianos que solo buscan a Mamón?(2 Reyes 5, 1-27)
«Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí. Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel. Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de Eliseo. Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Vé y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso. Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová. En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo. Y él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra. Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. Y siguió Giezi a Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas; te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. Dijo Naamán: Te ruego que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen delante de él. Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen. Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. El entonces le dijo: ¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas? Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve».
 

El pasaje de las Escrituras de hoy viene de 2 Reyes 5, 1-27. Me gustaría dar testimonio de la verdad sobre la herejía basándome en este pasaje. El pasaje 2 Reyes 5: 1-27 es la Palabra de Verdad que cuenta lo sucedido durante el proceso en el que el general Naamán, un leproso, fue curado de su enfermedad. 
La Biblia dice: «Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso». El general Naamán fue el héroe más importante que salvó a su nación de una crisis. Así que, aunque no fue rey, la gente lo trató como un rey. Naamán tenía todo lo que quería, pero pronto contrajo la lepra. En aquel entonces la lepra no tenía cura, y como Naamán estaba infectado, su muerte era inminente. Por tanto Naamán se encontró con el mayor reto de su vida. 
Hablando espiritualmente, esta lepra se refiere a los pecados del mundo. Del mismo modo en que la muerte es inminente para un leproso, cualquiera que tenga pecados debe sufrir la segunda muerte, es decir el castigo eterno del infierno. Por tanto, el problema del pecado es el mayor problema para todo el mundo, mientras que la remisión de los pecados es la mayor bendición. Por tanto, el primer problema que se ha de resolver es el problema del pecado. Quien haya resuelto el problema de su pecado, ha tenido éxito en su vida, y este tipo de vida es la mejor.
Como el general Naamán era un leproso, pensó que sería feliz si pudiese curarse de su enfermedad. En la Biblia, la lepra se refiere a los pecados de la humanidad, y dice que el precio del pecado es la muerte. Está escrito: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro» (Romanos 6, 23). Dios deja claro aquí que el precio del pecado es la muerte. Por eso, si alguien resuelve el problema de sus pecados, ha resuelto el problema de la muerte y es una persona victoriosa. ¿Qué más podemos desear que resolver el problema de la muerte? No hay nada más que desear que vivir para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Así que, para ser curado de su enfermedad, Naamán fue a Israel para buscar a Eliseo. Fue al rey de Israel con una carta personal escrita por el rey de Siria. En esta carta que Naamán trajo consigo, el rey de Siria decía: «Envío al comandante de mi ejército. Hay un hombre llamado Eliseo en tu país que puede curar la enfermedad de Naamán, y por eso te pido que seas responsable de su curación». Al leer la carta del rey de Siria, el rey de Israel se rasgó las vestiduras y dijo: «¿Acaso soy Dios? ¿Cómo puedo curar esta enfermedad si no soy Dios? ¿Acaso el rey de Siria quiere luchar contra mí? ¿No está buscando una excusa para invadirnos? Así que el comandante de su ejército tiene la lepra. ¿Qué tiene esto que ver conmigo? Si me hubiera pedido otro favor, quizás le podría ayudar, pero ¿cómo puedo curar la lepra, una enfermedad temida por todos?». El rey de Israel estaba exasperado por esta petición. Por eso se rasgó las vestiduras delante de su corte.
Así que hubo una gran conmoción en el palacio, porque el rey estaba exasperado. El hombre en cuestión era el comandante del ejército sirio. No había que tomarse el asunto a la ligera. Si este problema no se resolvía rápidamente, quizá se empezase una guerra de nuevo. Pero no había nadie que pudiese resolver este problema a parte del Señor Dios. Ni el rey de Israel ni cualquier otro líder de las religiones paganas podía resolver este problema. Pero Dios lo resolvió a través de Su siervo Eliseo. Una vez más, podemos descubrir el maravilloso poder de Dios, que obró a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Hoy, me gustaría dar testimonio de la verdadera fe y contestar las siguientes preguntas: ¿quiénes son los verdaderos siervos de Dios en el cristianismo? ¿Quiénes son los creyentes ortodoxos, y quiénes son los mentirosos?
 

Naamán es enviado a Eliseo

Está escrito: «Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel». Como la llegada de Naamán conmocionó a toda la corte, Eliseo le pidió que le enviase a Naamán diciendo: «Sabrá que hay un profeta en Israel».
Eliseo le pidió al rey de Israel que le enviase al general Naamán. Así que, al escuchar estas palabras, el rey envió al general a Eliseo. Como Naamán era el comandante del ejército, probablemente tenía un carro espectacular. Seguramente estaba rodeado de guardas cuando llegó a la casa de Eliseo y una gran ceremonia le precedió. Pero Eliseo envió a su siervo a Naamán y le dijo lo siguiente: «Lava tu cuerpo en el río Jordán siete veces. Entonces serás sanado». Así que el siervo de Eliseo fue a buscar a Naán y le dijo lo siguiente: «Eliseo, el siervo de Dios ha dicho: “Ve al río Jordán y lávate siete veces. Entonces serás curado de tu lepra”». Como la receta de Eliseo era incomprensible para la mente del general, se enfadó y quiso volver a su país. 
Así que Naamán se volvió y les dijo a sus siervos que volviesen a Siria diciendo: «Eliseo ni siquiera ha venido a verme en persona, sino que ha enviado a su siervo para decirme que me lave en el río Jordán. ¡Qué maleducado! ¿Acaso no sabe quién soy y por eso se burla de mí de esta manera? ¿Cree que he venido desde lejos porque no hay ningún río en mi país que sea mejor que el río Jordán? Volved a Siria. Los israelitas me han engañado». Entonces un siervo de Naamán le dijo: «Padre, si el profeta le hubiese pedido que hiciese algo más complicado que esto, ¿no lo habría hecho? Como ha dicho que se curaría con tan solo lavarse en el Jordán siete veces, ¿Por qué no lo intenta? Si no se cura, puede volver a Siria y hacer todo lo posible por castigar a los israelitas por esta ofensa, incluso declararles la guerra. Así que cálmese y vayamos al río Jordán. Sumérjase siete veces y veamos qué ocurre».
El general Naamán consideró el consejo de su siervo. Así que se dio la vuelta y pensó: «He venido desde Siria, y ahora Israel sabe que soy un leproso. No puedo retirarme. Tengo que curarme». Pero la noticia de que el general Naamán era un leproso ya se había extendido por todo Israel, y por eso estaba muy avergonzado, ya que era el comandante del ejército sirio. 
Antes de este suceso, el pueblo de Israel no sabía que el general Naamán era leproso. Solo su mujer, su rey y algunos amigos cercanos lo sabían, y él intentó esconderlo. Pero una mujer joven, que había sido tomada prisionera de Israel, le dijo a Naamán que sería curado de la lepra si iba al profeta Eliseo en Israel, y así el general, desesperado, creyó en las palabras de la prisionera. Esta es la razón por la que fue a Israel con la carta escrita por el rey de Siria. Así que si Naamán volvía a Siria sin estar curado, estaría muy avergonzado. Por tanto decidió intentarlo y hacer lo que Eliseo le dijo, ya que estaba en Israel.
Así que fue al río Jordán y sumergió su cuerpo en el río siete veces. En aquel momento, la carne del general Naamán fue restaurada y se limpió. La Biblia dice: «Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio». El general Naamán fue curado de su lepra. Como estaba curado, todos los problemas de su vida se resolvieron. La lepra, el problema de la muerta, era el mayor problema que tenía, pero ahora estaba resuelto. La implicación espiritual es que Naamán no solo estaba curado de su enfermedad espiritual, sino que también recibió la remisión de los pecados.
 


Sabrá que hay un profeta en Israel


¿En qué río se sumergió Naamán tiene veces para limpiarse de la lepra? En el río Jordán. La Biblia dice que cuando Naamán se sumergió en el río Jordán siete veces, su carne se restauró como la de un niño pequeño.
Lo que me gustaría señalar aquí es que, cuando los siervos de Dios predican el Evangelio del agua y el Espíritu, siempre predican el suceso del río Jordán sin falta. El río Jordán tenía un significado importante en el Antiguo Testamento. Cuando el pueblo de Israel quería entrar en la tierra de Canaán, que era la tierra prometida, tuvo que cruzar el río Jordán. Después del éxodo de Egipto, cuando los israelitas tenían que cruzar el río Jordán, los sacerdotes que cargaban con el Arca de la Alianza se metieron en el río primero, entonces el río dejó de correr y se secó para que los israelitas cruzasen el Jordán (Josué 3, 5-17).
Este suceso profetiza cómo Jesús vendría a la tierra y resolvería el problema del pecado para toda la humanidad, al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán. Al ir al río Jordán y recibir el bautismo de Juan el Bautista, Jesucristo cargó con todos los pecados del mundo en Su cuerpo. Entonces fue crucificado y se levantó de entre los muertos para dar la remisión de los pecados a los que creen en Él. Así, el pasaje de las Escrituras de hoy nos da la respuesta exacta a las siguientes preguntas: «¿Dónde pueden borrar sus pecados los que creen en Jesús? ¿Quiénes son los siervos aprobados por Dios?».
En el pasaje de las Escrituras de hoy, un siervo de Dios llamado Eliseo, envió a Naamán al río Jordán para que se curase. Esto implica que los verdaderos siervos de Dios en el cristianismo actual son los que predican el Evangelio del agua y el Espíritu. Los cristianos reciben la remisión de los pecados cuando creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, cuya base se centra en lo que sucedió en el río Jordán. Cuando Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, todos los pecados del mundo se pasaron a Él sin excepción. Jesús aceptó los pecados de la humanidad en el río Jordán a través de Juan el Bautista, los llevó a la Cruz, derramó Su sangre hasta morir, se levantó de entre los muertos y se ha convertido en nuestro verdadero Salvador. Ha resuelto el problema del pecado para los humanos. En resumen, el Señor nos ha dado la remisión de los pecados y la vida eterna.
Cuando los mentirosos espirituales predican su evangelio, solo predican el suceso de la Cruz. Por el contrario, los siervos de Dios predican la fe en el bautismo de Jesús en el río Jordán y en la sangre que derramó en la Cruz, sin dejarse uno, y proclaman que Jesús ha salvado a todo el mundo a través de estos dos ministerios. Los verdaderos siervos de Dios son los que predican el Evangelio del agua y el Espíritu a todos los pecadores y resuelven el problema de los pecados por ellos. Ahora está claro que solo los justos que tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu están cualificados para ser los verdaderos siervos de Dios.
Pero los mentirosos intentan resolver el problema del pecado predicando la crucifixión de Jesús exclusivamente, y se dejan el bautismo que recibió de Juan el Bautista en el río Jordán. Por eso hay mucha gente que no puede resolver el problema de los pecados de su corazón. Así que es esta gente la que se ha metido en las comunidades cristianas. Hoy me gustaría compartir la Palabra de Dios sobre este asunto.
 

Incluso hoy en día hay muchos herejes en el cristianismo

¿Quiénes son los herejes en el cristianismo de hoy en día? Es absolutamente indispensable conocer la respuesta correcta a esta pregunta según la Palabra de Dios. Debemos darnos cuenta de qué tipo de fe es la fe ortodoxa. Los cristianos de hoy en día que siguen los pecados de Jeroboam, aunque digan creer en Jesús, son herejes. Entre los ministros cristianos de la actualidad, hay muchos que son como Jeroboam, quien adoró a los becerros de oro. Muchos líderes cristianos, es decir pastes, ancianos y teólogos, siguen los pasos de Jeroboam. Esta gente no sabe quiénes son los herejes en las comunidades cristianas. 
Esta verdad aparece en 2 Reyes 12 en el Antiguo Testamento, lo que demuestra que los cristianos que siguen los pecados de Jeroboam no son creyentes ortodoxos, sino herejes. En realidad los herejes aparecieron de entre los israelitas que decían creer en Jehová Dios. En otras palabras, los herejes salen del judaísmo. Debemos entender que, en tiempos del Nuevo Testamento, han surgido herejes en el cristianismo. Del mismo modo en que en el Antiguo Testamento la gente era destruida al seguir los pecados de Jeroboam, la mayoría de los cristianos de hoy en día siguen el ejemplo de los pecados de Jeroboam.
¿Cuáles fueron los pecados de Jeroboam? Aunque Dios había establecido que solo los descendientes de Leví podían ser sacerdotes, Jeroboam nombró a otras personas sacerdotes, de toda clase de personas. «Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a hacer sacerdotes de los lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería lo consagraba para que fuese de los sacerdotes de los lugares altos» (1 Reyes 13, 33). Si una persona común quería ser sacerdote, Jeroboam nombraba a esa persona para que fuera sacerdote. ¿No creen que esto es una herejía? Los israelitas pensaron que no había ninguna necesidad de seguir a Jehová Dios, Su Ley, a los sacerdotes nombrados por Él o el sistema de sacrificios de justicia y misericordia que les permitía recibir la remisión de los pecados.
En el Antiguo Testamento aparece una ley de salvación de Dios establecida para que la gente se redimiera de sus pecados, es decir el sistema de sacrificios, que requiere que un hombre ofrezca su fe justa a Dios sin falta. Dios dijo que para que un hombre fuera redimido de sus pecados, debe haber un sacrificio animal para aceptar sus pecados y morir en su lugar. Tenía que haber un sacerdote que ofreciese este sacrificio. Si alguien cometía un pecado y no cumplía un mandamiento de Dios, tenía que ofrecer un animal puro al Tabernáculo, pasarle sus pecados mediante la imposición de manos en la cabeza del animal, y después tenía que matar al animal, sacarle la sangre y entregarle la sangre al sacerdote. Entonces el sacerdote tomaba la sangre, ponía un poco en los cuernos del altar de los holocaustos, derramaba el resto por el suelo, cortaba la carne en trozos, la ponía sobre el altar de los holocaustos, y la ofrecía quemándola. Así era como un pecador podía recibir la remisión de los pecados. Esta era la verdad que resolvía los pecados de la humanidad del pecado y la muerte. 
A pesar de esto, Dios ha establecido la ley de salvación que ha permitido a la gente ser salvada de sus pecados, pero el rey Jeroboam corrompió este sistema de sacrificios al nombrar a gente común sacerdotes. Por su propia codicia, acabó violando la ley de la salvación establecida por Dios, el plan de salvación de Dios.
En las comunidades cristianas de hoy en día, cualquiera puede ejercer el sacerdocio. Hay personas que ni siquiera conocen la Ley o la Palabra de Dios, y que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, que son ordenadas para el sacerdocio. El cristianismo actual está ordenando pastores a personas que no han recibido la remisión de los pecados de Dios. Estas personas han convertido a los becerros de oro en dioses en vez de Jesucristo, y hace que otros también lo sigan.
El Templo establecido por Dios estaba en Jerusalén, pero en vez de adorar allí, Jeroboam estableció altares en dos lugares diferentes, Dan y Betel. El Templo es la casa de Dios. Así que el Templo de Dios hoy en día es la Iglesia, y se encuentra en los corazones de los santos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. La Iglesia de Dios es donde vamos a adorarle, y es donde escuchamos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de la boca de Sus siervos. En Su Iglesia, los pecadores pueden recibir la remisión de los pecados en sus corazones, y pueden resolver todos los problemas de sus pecados, enfermedades y vidas. Así la gente debe recibir las bendiciones de Dios a través de Sus siervos, pero hoy en día, muchos pastores están impidiendo que esto ocurra, aunque no es cierto que todos los pastores lo hagan. Del mismo modo en que Jeroboam llevó al pueblo de Israel a adorar a los becerros de oro, muchos pastores de hoy en día hacen lo mismo.
Todo hereje en las comunidades cristianas ha seguido los pasos de Jeroboam como en el Antiguo Testamento. Como los oficiales de las iglesias y los líderes cristianos no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, ni creen en él, tienen pecados en sus corazones. Incluso en este momento, no pueden borrar los pecados de sus corazones. Pero a pesar de esto, todos los días intentan borrar sus pecados mediante las oraciones de penitencia. Están creando una religión idólatra y la están adorando. Aunque tienen pecado en sus corazones, sus iglesias los nombran diáconos, ancianos, pastores e incluso profesores de seminario.
En la Iglesia de Dios, solo quien ha recibido la remisión de sus pecados en su corazón al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, puede llevar a cabo una función en la Iglesia para hacer la obra de Dios. Del mismo modo en que Dios estableció que solo los descendientes de Leví podían ser Sus sacerdotes, hoy en día solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden ser siervos de Dios. Al contrario que los herejes que nombran a pecadores para cargos en sus iglesias, Dios establece que solo los reyes que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden tener un cargo en Su Iglesia. 
Eliseo le pidió al rey de Israel que le mandase al general Naamán, para que supiera que había un profeta en Israel. Cuando el general Naamán fue, Eliseo le dijo a su siervo que le dijera a Naamán que tenía que ir al río Jordán y lavarse siete veces. Así que el siervo de Eliseo fue a Naamán y le dio el mensaje de Eliseo. Al escuchar esto, el general Naamán se enfadó. Naamán, que era leproso, se puso furioso porque estaba lleno de sus propias ideas. Incluso cuando una persona va a ver a un médico para ser curado, si es terco, puede acabar luchando con el médico. En el hospital, todos los pacientes deben hacer lo que les dice el médico. Si el médico les pido que se quiten la camisa, tienen que hacer lo que se les dice. El médico suele preguntar cuándo empezaron los síntomas. Entonces el paciente debe contestar cualquier pregunta del médico. 
Pero Eliseo simplemente le dijo al general Naamán que fuera al río Jordán y se lavase siete veces; y aún peor Eliseo ni siquiera lo dijo en persona, sino que envió a su siervo. Por eso Naamán estaba furioso. Cuando Naamán pensó en esto, se sintió insultado por Eliseo. En su mente carnal, pensó que Eliseo se le aparecería en persona, pondría las manos sobre sus heridas y le curaría la lepra al decir: «¡Estás curado en el nombre de Jehová!». Así que el general Naamán expresó su opinión diciendo: «Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra» (2 Reyes 5, 11). Naamán pensaba que el siervo de Dios le curaría en persona con algún tipo de cántico.
Incluso hoy en día, los cristianos que no han nacido de nuevo tienen una fe supersticiosa. Estas creencias han surgido por sus pensamientos carnales, en vez de la Palabra de Dios. Sin embargo, la Biblia dice: «Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios» (Romanos 8, 5-8). Si no niegan sus deseos carnales, no podrán creer en el Evangelio del agua y el Espíritu ni seguirlo, y además acabarán teniendo creencias supersticiosas.
Así que entre los cristianos de hoy en día, muchas personas piensan: «Si ofrezco oraciones de penitencia a Dios, Él borrará mis pecados». Hay otras personas que piensan que si van a una montaña a orar a Dios mientras ayunan, Dios tendrá compasión y borrará sus pecados. Los que ofrecen oraciones de penitencia mientras ayunan, lo hacen porque piensan que si aguantan el hambre y ofrecen oraciones de penitencia, Dios tendrá misericordia de ellos y borrará sus pecados. Pero estas creencias junto con las oraciones de penitencia, son supersticiones. 
Los pecados de la humanidad se han borrado solo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor le ha dado. Muchos cristianos piensan que si acuden a una persona con un don espiritual y le piden que les ponga las manos sobre la cabeza, sus pecados serán perdonados. Así que quieren encontrar a alguien que parezca tener un don espiritual y quieren que ore mientras pone las manos sobre ellos. Esto no es diferente de las creencias supersticiosas del pasado: del mismo modo en que nuestros ancestros intentaban quitarse la mala suerte o curar una enfermedad acudiendo a un chamán para que hiciera rituales, los cristianos de hoy en día intentan recibir la remisión de los pecados o ser curados por pastores, ancianos o diáconos «con dones espirituales», que oren por ellos mientras ponen las manos sobre ellos. Así los cristianos de hoy en día están siendo engañados por mentirosos. 
Los herejes de las comunidades cristianas son los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu y predican solo la sangre derramada en la Cruz, en vez del Evangelio del agua y el Espíritu. Estas personas son herejes, que enseñan que sus pecados se borran mediante oraciones de penitencia. Estos herejes se revelan porque no dan frutos espirituales. ¿Cómo se revela el fruto de los herejes de hoy en día? El fruto de su fe se demuestra porque solo quieren la riqueza material. Así que Jesús dijo lo siguiente sobre los falsos profetas: «Tened cuidado con lo falsos profetas. Conoceréis al árbol por sus frutos. ¿Puede un buen árbol dar malos frutos?».
 

Hay muchos líderes cristianos como Giezi ante Dios

Pasemos a 2 Reyes 5, 15-16: «Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego que recibas algún presente de tu siervo. Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso».
Naamán fue curado de la lepra al obedecer las instrucciones de Eliseo. Así que se alegró mucho y estuvo agradecido a Dios y a Su siervo por curarle. Como la carne de Naamán se quedó como la de un niño pequeño, estaba muy contento. Después de haberse curado en el río Jordán al seguir las instrucciones del siervo de Dios, Naamán hizo su confesión de fe: «Ahora sé que no hay Dios en toda la tierra, a parte de Israel». Naamán se curó al obedecer al siervo de Dios. Así que se dio cuenta de que el Dios de Israel era el Dios verdadero y todos los otros dioses eran falsos. Así que pudo distinguir correctamente. 
Como se alegró tanto, Naamán le pidió a Eliseo que aceptase su reglado, pero Eliseo lo rechazó diciendo: «Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré». Aquí podemos descubrir el verso del pasaje de las Escrituras de hoy que nos demuestra quiénes son los verdaderos siervos de Dios, y quiénes son los mentirosos. Los siervos de Dios solo buscan Su gloria, no a mamón. Por el contrario, los mentirosos buscan a mamón en cualquier situación, aunque invocan el nombre de Dios.
Como Naamán estaba curado de su lepra, ahora quería ofrecer un regalo precioso por su gratitud hacia Dios, pero Eliseo lo rechazó. Así que Naamán le pidió a Eliseo que le dejase llevarse un poco de tierra de Israel. Le pidió esto porque quería llevarse tierra a Siria y construir un altar para adorar a Jehová Dios. Naamán también le pidió a Eliseo que entendiese que también tendría que adorar a los ídolos del rey de Siria cuando le acompañase a los altares. Así que le pidió permiso a Eliseo. Cuando el rey de Siria ofreció sacrificios a su ídolo, el rey se postraba ante él mientras cogía la mano de Naamán, y entonces Naamán tenía que inclinarse también. Aunque ahora Naamán creía solo en Jehová Dios de Israel como Dios verdadero, cuando volvió a Siria, era inevitable que se tuviera que postrar ante un dios pagano contra su voluntad. Naamán le pidió a Eliseo que lo entendiese. 
Miren el corazón de este hombre, el comandante del ejército de Siria, que volvió a su país después de haber sido curado de la lepra. Quería llevarse un poco de tierra de Israel. La línea de la fe estaba bien delimitada. Naamán se dio cuenta de que el Dios de Israel era el verdadero Dios, y la línea de la fe estaba demarcada en su corazón. ¿Era correcta esta fe? Cuando Naamán volvió a Siria, les contó a su esposa y sus amigos quién era Jehová Dios. ¿Entonces no se proclamaría en Siria que Jehová Dios era el verdadero Dios? ¿No creen que esto podría haber ocurrido? Seguramente que sí. Como Naamán se dio cuenta de que solo el Dios de Israel era el Dios verdadero y solo el pueblo de Israel era el verdadero pueblo de Dios, espiritualmente hablando, se había convertido en parte de ese pueblo de Israel. Cuando volviera a su país, contaría las buenas noticias por toda la nación, y Siria se convertiría en una nación de Dios espiritualmente.
Si Eliseo hubiera aceptado el regalo de Naamán, entonces Eliseo habría sido compensado por curarle. Si esto hubiese ocurrido, el general Naamán habría pensado que le pagó su deuda a Eliseo por curarle, y no habría estado agradecido, sino que habría seguido adorando a ídolos en su país. Sin embargo, Eliseo sabía esto, y por eso dijo que no podía recibir el regalo de Naamán. En otras palabras, cuando Eliseo rechazó el regalo de Naamán, lo hizo para hacerle entender lo siguiente: «Dios te ha curado porque ha tenido compasión. Dios te ha curado, no yo. Yo he hecho lo que Dios me ha pedido, que te dijera que te lavases siete veces en el Jordán. Entonces cuando hiciste esto, te has curado. Todo ha sido obra de Dios».
Eliseo se lo explicó todo claramente. El general Naamán estaba lleno de gozo por haberse curado. Estaba muy agradecido. Naamán ofreció un regalo a Eliseo después de haberse curado, pero como Eliseo no lo acepto, se dio cuenta de lo siguiente: «De cierto esto es un regalo de Dios. Esta es la verdad». Así que si volvía a su país y les contaba esta historia a sus siervos, a su mujer y a su rey, habría un despertar espiritual en esa nación.
Sin embargo, el problema fue el siervo de Eliseo, Giezi. Este hombre sabía muy bien cómo su maestro hacía la voluntad de Dios, lo que Dios decía a través de su maestro, cómo Él cumplía Su voluntad, y cómo protegía y defendía a la nación de Israel. Giezi también creía en Dios. Pero este hombre, aunque creía en Jehová Dios, acabó convirtiéndose en un creyente codicioso. Está escrito: «Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa» (2 Reyes 5, 20). Al contrario que Eliseo, que dijo: «Como que el Señor vive, tomaré algo de él». Estos dos hombres tenían un carácter totalmente diferente. 
Como hay gente como Giezi que son líderes en el cristianismo de hoy en día, hay muchas herejías en la actualidad. Los herejes no surgen fuera del cristianismo, sino que salen de los cristianos que dicen creer en Jesús, sobre todo de los líderes que están predicando en las comunidades cristianas. Giezi corrió detrás de Naamán y le dijo: «Mi señor me ha mandado a pedirte estas cosas. Estoy aquí porque han venido algunos estudiantes jóvenes de otra región y mi señor es un maestro, y sus estudiantes necesitan dinero para vestirse y vivir». Con esta excusa, Giezi intentó obtener bienes materiales de Naamán. Le pidió un talento de plata y dos cambios de ropa, diciendo que el estudiante de Eliseo no tenía nada para comer. Este hombre no tenía vergüenza.
Como el general Naamán escuchó lo que Gieze estaba diciendo, pensó: «¡Lo sabía! Eliseo quiere mis bienes, porque también es un hombre. Hace poco rechazó mi regalo por educación, pero ahora me está enseñando quién es». Entonces le dio a Gieze un regalo generoso y dijo: «¿Me pides solo un talento de plata? Te daré dos y también te dará los dos cambios de ropa». Por eso antes de que Naamán volviese a su país, su fe inocente se corrompió.
Si Naamán no se hubiese encontrado con Giezi y hubiese vuelto a casa, habría producido un despertar espiritual en Siria. El Evangelio del agua y el Espíritu habría florecido allí. Pero Giezi impidió que esto ocurriese y arruinó la gracia de la verdadera salvación. Así los herejes del cristianismo actual solo quieren vienes materiales y son como Giezi. Les piden dinero a sus congregaciones, les enseñan que sus pecados son borrados solo si creer en la sangre derramada en la Cruz, y ofrecen oraciones de penitencia, y entonces predican que esta es la verdadera fe. 
Cuando les preguntamos a los cristianos de hoy en día: «¿Tienen pecados en sus corazones?» algunos dicen que no tienen pecados. Pero aunque dicen no tener pecados con sus labios, como no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, tienen pecados en sus corazones. Sin embargo, siguen intentando engañar a la gente diciendo: «Intentad creer de verdad en la sangre de la Cruz. Entonces vuestros pecados desaparecerán. Si sus pecados no han sido borrados es porque no creen en la sangre de la Cruz correctamente». Estas personas también dicen: «No creéis de verdad en la sangre de la Cruz. Así que de ahora en adelante, escuchad las palabras que estamos predicando y creed en la sangre de la Cruz. Entonces estaréis sin pecado». Sin embargo, si una persona no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón, no puede recibir la remisión de los pecados. 
Hay ciertos cristianos que se denominan evangélicos. Saben que los creyentes no deben tener pecados. Saben que si una persona cree en Jesús, está sin pecados. Sin embargo, no saben cómo se pasaron sus pecados a Jesús, y por eso enseñan lo siguiente: «Con la sangre que derramó en la Cruz, Jesús ha borrado todos los pecados de la humanidad, desde los pecados pasados hasta los del presente y el futuro. Así que si creen en la sangre de la Cruz de todo corazón, sus pecados desparecerán de sus corazones». Por tanto, todos los cristianos evangélicos dicen que no tienen pecados. Como los evangélicos enseñan esto, diciendo que podemos ser justos si creemos en Jesús, los cristianos que han estado oprimidos por el pecado están más que contentos de escuchar que no tienen pecados, y por eso se creen las mentiras de esta gente. Este fenómeno es el mismo fenómeno que ocurre cuando algunos cristianos ven cómo otra persona como su misma enfermedad se cura, y entonces se hipnotizan a sí mismos para creer que ellos también serán curados. Como la respuesta correcta es que una persona está sin pecado si cree en Jesús correctamente, cuando la gente se hipnotiza hasta creer que no tienen pecados, sienten que no los tienen, aunque en realidad sus pecados siguen estando en sus corazones. Hay muchas personas entre los cristianos de hoy en día que solo creen en la sangre de Jesús derramada en la Cruz.
Este tipo de fe es una fe hereje, pero a pesar de esto, los herejes animan a sus seguidores diciendo: «Acaso no están contentos de no tener pecados? ¿No se sienten como si estuvieran flotando? ¿Por qué dan su testimonio de salvación?». Como sus seguidores dicen que sus corazones están llenos, todo lo que quieren hacer es sacarles el dinero al hacer que compitan por la aprobación de los demás mediante testimonios. Entonces esta gente inocente no se da ni cuenta de esta trampa y ofrecen el siguiente testimonio: «He creído en Jesús durante 20 años, pero todavía tengo pecados en mi corazón. Ahora creo en la sangre de Jesús derramada en la Cruz, y estoy sin pecado, y mi corazón está lleno y feliz. Desde entonces, quiero vivir para servir a Dios y al Evangelio de la Cruz». Los herejes explotan a la congregación por dinero de la siguiente manera: «¿Acaso no están contentos? ¿No han recibido cosas maravillosas?».
«!Sí, es maravilloso! Quiero seguir sirviendo al Evangelio».
«Ahora queremos construir una iglesia más grande, y por eso deben participar en esta obra ofreciendo sus contribuciones monetarias. Si participan en esta obra estarán haciendo lo correcto». Los herejes hacen que las congregaciones ofrezcan sus posesiones materiales al inflar su ego. Les dicen: «¡Qué gran bendición escuchar su testimonio!».
Lo que los herejes quieren es dinero. Les sacan el dinero a sus congregaciones de diferentes maneras. Cuando se reúnen, hacen que la gente les de dinero. Para ello citan la Biblia con el siguiente pasaje, para mentir y engañar: «Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías; cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Jehová tu Dios te hubiere dado» (Deuteronomio 16, 16-17). Así que cuando las iglesias se reúnen para celebrar un despertar religioso, recogen un montón de sobres con ofrendas. Antes de empezar a predicar el pastor, dice en voz alta el nombre de todas las personas que han ofrecido esos sobres, le da gracias a Dios en oración y le pide que les bendiga. Con tan solo coger un sobre en sus manos, pueden decir cuánto dinero hay en él. Sus reuniones de culto sirven para explotar a la congregación por dinero, y quieren convertir a la gente al cristianismo para sacarle dinero. Echen un vistazo a las iglesias que dicen tener historia y tradición. Al final, después de sacarles el dinero a sus congregaciones, se lo gastan todo en edificios de culto extravagantes. Aunque la iglesia esté rodeada de chavolas, el edificio es magnificente y grandioso.
 

Si los herejes pueden construir una iglesia enorme en lo que dure su ministerio, piensan que es un gran logro

Conocemos a un árbol por sus frutos. El fruto de los herejes es mamón. Les sacan el dinero a los pobres sin importarles los medios. Para sacarle el dinero a su congregación, les hacen competir en sus testimonios. Los hacen diciendo lo siguiente: «Alguien ha ofrecido esta contribución. Esta hermana ha ofrecido el dinero que estaba ahorrando para su boda. ¿No es increíble? Estoy muy agradecido. Dios me ha inspirado». «Un hermano ha ofrecido mucho dinero nada más venir a la iglesia, escuchar la Palabra y creer en Jesús». «Otro hermano ha ofrecido 5.000 dólares aunque su salario es escaso».
Lo que dicen casi siempre es: «Quien haya ofrecido tanto dinero, está sirviendo más que nadie». Les dicen a la congregación: «Este hermanos ha recibido la remisión de los pecados recientemente, y aún así ha ofrecido mucho dinero. Aunque ofreció mucho dinero al principio, ahora sigue ofreciendo sus posesiones, y por si fuera poco, pidió un préstamo al banco y le dio el dinero a la iglesia». Esta gente que habla así son los herejes. Es un fraude espiritual solo pedir ofrendas en la hora de culto.
Eliseo le dijo al rey de Israel, refiriéndose a Naamán: «Sabrá que hay un profeta en Israel». Incluso cuando hacemos reuniones de culto, debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Todo el mundo debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y ser bendecido por Dios. Si alguien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibe las bendiciones de Dios. Por eso la Iglesia nacida de nuevo de Dios le dice a todo el mundo que tenga fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, en vez de pedir ofrendas para la Iglesia. Sus ofrendas serían casi insuficientes para llevar adelante nuestro ministerio. Pero los santos de nuestra Iglesia también tienen que ganarse la vida, ¿cómo puede la Iglesia sacarles el dinero? Para que los santos puedan vivir, necesitan una casa. Si la Iglesia les pidiera que la vendiesen, ¿dónde vivirían? Antes de servir al Evangelio del Señor, deben poder mantenerse a sí mismos.
Sin embargo, si están atrapados en la trampa de los herejes, caerán en la pobreza, porque enseñan: «Vendan sus casas y ofrezcan el dinero a la iglesia. Si están viviendo de alquiler grande, deben mudarse a una casa más pequeña y ofrecer lo que ahorren a la iglesia. Pidan un préstamo e hipotequen sus salarios para ofrecer dinero a la iglesia». Los herejes enseñan de esta manera, sugiriendo de una manera sutil que esto complace a Dios. Así que cuando la gente queda atrapada en las mentiras de los herejes, se convierten en deudores. Lo que es peor, sus pecados siguen en sus corazones. Esta gente quiere explotar a las congregaciones por dinero, y son los herejes que residen en las comunidades cristianas. 
Entonces, ¿cómo podemos distinguir a los siervos de Dios de los falsos maestros, y cómo podemos distinguir la verdadera Iglesia de Dios de las iglesias falsas? Podemos diferenciarlas si miramos el fruto de su fe y el Evangelio que están predicando. Al final, los herejes solo piden contribuciones materiales. Si solo ofrecen contribuciones materiales, serán tratados con honor, pero si no pueden ofrecer tanto dinero, serán despreciados.
¿Qué ocurre con la Iglesia de Dios entonces? ¿Desprecia a alguien porque no haga contribuciones monetarias? No, por supuesto que no. Esto es lo mismo que darle una patada a una persona cuando se ha caído. Para servir a Dios con sus posesiones materiales, deben tener al menos algo que ofrecer. ¿Cómo pueden servir a Dios solo de boca? Debemos darnos cuenta de que los cristianos de hoy en día solo quieren las riquezas, fama y deseos carnales, y por eso son herejes.
En el pasaje de las Escrituras de hoy en día, Giezi, el siervo de Eliseo, fue detrás de Naamán, le pidió plata y ropa, y lo escondió todo. Pero Eliseo, el siervo de Dios, sabía lo que había hecho, pero aún así le preguntó dónde había estado. Giezi le mintió y le dijo: «Su siervo no ha ido a ninguna parte». Sin embargo, Eliseo sabía exactamente lo que Giezi había hecho, porque le dijo: «¿No estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?» (2 Reyes 5, 26). Dios había hablado al corazón de Eliseo sobre lo que había pasado. Eliseo, el siervo de Dios, declaró a su siervo Giezi: «Has abandonado la obra de Dios y has buscado a mamón, y por tanto estarás maldito con la lepra. Te has convertido en un hereje para ser maldito durante toda la eternidad». Entonces esto se cumplió tal y como lo dijo Eliseo.
Incluso los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, si solo persiguen a mamón como Giezi, se convertirán en herejes. La herejía es algo que surge en el cristianismo. Eliseo había declarado: «Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre», y la Biblia dice que cuando Giezi se fe, tuvo la lepra y se volvió blanco como la nieve. Hoy en día, también hay muchos herejes en las comunidades cristianas. Esto significa que sus corazones tienen la lepra. Si alguien tiene pecado en su corazón, pero es un pastor, evangelista o diácono en su iglesia o denominación, es un hereje. Por mucho que la gente se llame cristianos ortodoxos, son herejes a los ojos de Dios. Todos los que predican la Palabra y tienen cargos en la iglesia aunque tengan pecados en sus corazones, son herejes. 
Los herejes solo desean bienes materiales. Como Giezi solo quería riquezas, se convirtió en un hereje. Todos sus descendientes fueron leprosos. Todos sufrieron de lepra generación tras generación. Si van a una colonia de leprosos espirituales, verán que está llena de descendientes de Giezi. Toda la familia, desde el abuelo hasta el padre son leprosos. Nadie sabe cuándo terminará esta maldición de la lepra. 
Los herejes deben arrepentirse de su fe falsa y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Ellos también deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Hablando espiritualmente, los que tienen pecados en sus corazones, aunque confiesen creer en Jesús como su Salvador, son herejes. Muchos cristianos creen en Jesús como su Salvador de manera vaga, pero ahora, deben creer que Jesús tomó sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista en el río Jordán, murió en la Cruz y se levantó de entre los muertos de nuevo, para convertirse en nuestro verdadero Salvador. Entre los cristianos de hoy en día, los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son herejes. Estas personas buscan a mamón, y sus corazones tienen pecados.
 


¿Tenemos pecados los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu?


No, no tenemos pecados. Así que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son cristianos normales ante Dios. Por el contrario, entre los que van a las iglesias de este mundo, muchas personas se convierten en herejes. Aunque hay muchos cristianos en el mundo y muchas personas que dicen creer en Jesús, las iglesias y las denominaciones están llenas de herejes. El cristianismo de hoy en día está plagado de herejes. Aunque estos cristianos dicen que sus congregaciones son ortodoxas, en realidad están llenas de herejes. Pero no se han convertido en herejes por su propia voluntad, sino que les han enseñado de manera incorrecta. Cuando hablan con los denominados líderes cristianos entre los evangélicos, ven que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero a pesar de esto, muchos de ellos predican el evangelio de la sangre de la Cruz solamente, y creen en este evangelio erróneo. Sus evangelios se parecen pero no son iguales que el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo traen maldiciones a sus seguidores porque creen en el evangelio que el Señor ha rechazado: «Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema» (Gálatas 1, 8-9).
La Iglesia de Dios es la reunión de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Es la reunión de los que han sido redimidos y salvados de los pecados del mundo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu se reúnen en este mundo forman la Iglesia de Dios. Los miembros de la Iglesia de Dios son los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cómo han recibido la remisión de los pecados? Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Sin embargo, cuando se les pregunta a los herejes: «¿Cómo han recibido la remisión de los pecados?», dicen: «La hemos recibido al creer en la sangre de la Cruz». Cuando les preguntamos de nuevo: «¿Entonces no tienen pecados? ¿Están sus conciencias sin pecado o no?», muchos de ellos dicen que todavía tienen pecados. Cuando sus corazones se examinan, sus pecados quedan expuestos. Estas personas son herejes. No conocen el Evangelio del agua y el Espíritu ni quieren creer en él. Pero algunos de estos herejes dicen que conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero cuando se les pregunta: «Si conocen este verdadero Evangelio, explíquenlo», no pueden decir nada sobre el Evangelio del agua y el Espíritu. Algunos de ellos pueden hablar sobre el Evangelio del agua y el Espíritu, pero cuando les hacemos preguntas, averiguamos que no lo conocen.
Los Apóstoles de la Iglesia Primitiva también tenían el Evangelio del agua y el Espíritu. Este Evangelio, en otras palabras, ha existido desde la era apostólica. Al igual que nosotros, los apóstoles Pablo, Pedro y Juan creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu y lo predicaron. Sin embargo, con el paso del tiempo el cristianismo se secularizó. Constantino el Grande declaró el cristianismo como religión oficial del Imperio Romano. Desde entonces, el Evangelio del agua y el Espíritu desapareció, y el evangelio de solo la sangre de Jesús se aceptó. Después de esto, la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu desapareció, y cualquiera podía ser reconocido como cristiano si profesaba su fe en Jesús. Por eso hay tantos herejes en las comunidades cristianas de hoy en día. 
Hemos escuchado a muchos pastores y evangelistas del extranjero decirnos que han recibido la remisión de los pecados al creer en nuestros libros. No han escrito esto porque se lo hayamos pedido, sino porque de verdad han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por esta razón estamos llevando a cabo nuestro ministerio literario. Aunque no los hemos visto en persona, conocemos su fe. Así que llevamos a cabo nuestro ministerio literario con más dedicación. Al escribir libros, traducirlos y publicarlos, estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo.
Aunque todos somos insuficientes, somos siervos de Dios y Su pueblo. Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos los verdaderos siervos de Dios. Mientras que los obreros de Dios sirven al Evangelio del agua y el Espíritu al dedicarse a esta tarea completamente, los herejes, que no son el pueblo de Dios, cometen fraudes espirituales. En Corea hay una canción infantil que dice: «♫ Me dijeron que creyese en Jesús y fuera a la iglesia, pero me robaron los zapatos». Seguramente alguien escribió esta canción para provocar la risa, pero los herejes en realidad solo quieren su dinero. Siempre están buscando una oportunidad para matar sus almas. Sin embargo, Dios ha puesto en este mundo a Sus santos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estos santos están salvando almas. Ustedes y yo somos siervos de Dios. ¿No es esto maravilloso?
Les voy a decir con toda claridad quiénes son los herejes: los que han creado doctrinas cristianas por su cuenta y dicen que solo hay que creer en estas doctrinas. A estas personas no les importa lo que diga la Palabra de Dios. Hacen más hincapié en la ética, la moral, y sus propios pensamientos. Así que han creado doctrinas cristianas por su propia cuenta y aprueban a los que creen en Dios según estas doctrinas. Esto es lo que es la doctrina de la Cruz. Los cristianos están seguros de que han sido salvados al creer en la sangre de la Cruz, y creen que los pecados diarios se perdonan si ofrecen oraciones de penitencia. Pero para alcanzar la perfecta salvación, deben seguir viviendo una vida santa y santificada. Así que afirman que si intentan ser santificados así, serán santificados por Dios completamente después de su muerte, es decir, que serán personas sin pecado e irán al Reino de los Cielos. Esto es lo que la mayoría de los cristianos creen.
Como estos cristianos han creado doctrinas con sus pensamientos confusos, y han creído en estas doctrinas, cuando predicamos el bautismo de Jesús junto con Su sangre en vez de solo la sangre de la Cruz, piensan que somos extraños y nos llaman herejes. Dicen que aunque todavía tienen pecados, aunque creen en Jesús, incluso estos pecadores pueden entrar en el Cielo, porque creen en Jesús. Por el contrario, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu dicen que no tienen pecados, y por eso estos cristianos nos llaman herejes. En sus ojos, según sus doctrinas, nosotros somos los herejes. Pero cuando los observamos según la Palabra de Dios, son ellos los herejes, y nosotros los creyentes ortodoxos.
Como pueden ver aquí, los pensamientos humanos son peligrosos. Por eso todo el que cree en Jesús debe dejar de lado sus pensamientos. Hemos visto cómo el general Naamán dejó de lado sus pensamientos y se sumergió en el río Jordán siete veces según las palabras del siervo de Dios, y cómo su carne se curó y se quedó como la de un niño pequeño. Debemos dejar de lado nuestros pensamientos carnales y escuchar lo que Dios nos está diciendo, reconocer a Sus siervos y escuchar lo que los siervos de Dios nos están diciendo. Debemos seguir el Evangelio del agua y el Espíritu.
Como el cristianismo ha caído en la fe hereje, si hablo sobre este asunto demasiado abiertamente, en vez de darse cuenta de la realidad, los cristianos me atacarán. Con esto en mente, espero explicar la realidad de la herejía paso a paso basándome en la Palabra, para que puedan entenderla. Voy a hacer que se arrepientan y vuelvan al verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Estoy seguro de que Dios hará que esto ocurra. Estoy muy agradecido a Dios por hacernos creer en que Jesús tomó todos nuestros pecados y los borró mediante el bautismo de Juan el Bautista en el río Jordán, y por hacernos Sus siervos a pesar de nuestras insuficiencias. 
Ahora que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos dedicar nuestros corazones y mentes a Dios. Someternos a Dios es unir nuestros corazones, mentes y determinación con la voluntad de Dios, ofrecernos a nosotros mismos, para que Dios nos use según Su voluntad. Entonces Dios nos utiliza como instrumentos de Su justicia. Sin embargo, si no ofrecemos nuestras mentes y cuerpos a Dios, incluso después de recibir la remisión de los pecados, nuestros cuerpos se convertirán en instrumentos del pecados. Si no tenemos cuidado, podemos convertirnos en Giezi. Es posible que nos convirtamos en Giezi.
Giezi trabajaba para Eliseo, pero se convirtió en un hereje. Al recibir la remisión de los pecados, si unimos nuestros corazones con la Iglesia de Dios y participamos juntos en la obra de servir a este Evangelio, podremos vivir como los amados siervos. Sin embargo, si no hacemos esto, seremos como Giezi y escucharemos a Dios reprendernos diciendo: «¡Echad a estos siervos inútiles!». No servimos al Señor porque seamos espirituales, meritorios o tengamos una buena naturaleza. Cuando ofrecemos nuestros cuerpos y mentes a Dios, Él nos permite ser utilizados, y así es cómo somos instrumentos de Su justicia después de recibir la remisión de los pecados. Les pido que se den cuenta de esto y crean en esto. Nunca podemos conseguir nada espiritual por nuestra propia voluntad.
Deben entregarse a Dios. Dejen que Dios les cuide. Pídanle que les proteja y bendiga. Aunque ustedes y yo hemos recibido la remisión de los pecados, por muy fuertes que seamos y por mucho que lo deseemos, si no nos entregamos a Dios, convertiremos nuestros cuerpos en instrumentos de la injusticia del pecado: «Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia» (Romanos 6, 13). No hay ninguna excepción aquí. Lo mismo nos ocurre a nosotros. Si no sigo llevando a cabo la obra de Dios, acabaré siendo un instrumento del pecado. Cuando esta reunión de culto termine, volveré a mi casa y trabajaré en mi nuevo libro, tal y como Dios me lo ha ordenado. Cuando termine este trabajo, iré a centro de In-je y trabajaré allí; y cuando tengamos otra reunión de culto, estaré aquí para predicar. Trabajo sin cesar. ¿Por qué? Porque si no lo hago, seré un instrumento del pecado. Por eso este punto tiene tanta importancia. 
Para todos los que estamos aquí, nuestros estudiantes, nuestros hermanos, hermanas, ministros y todos lo demás, a qué dedicamos nuestros corazones determina si nos convertiremos en instrumentos de la justicia o del pecado. Estamos separados en dos direcciones, en lo espiritual y lo carnal. Esta es la condición en la que nos encontramos ahora, porque hemos recibido la remisión de los pecados. Dependiendo de en qué dirección vamos, nuestro destino se determina. Si un árbol se inclina demasiado hacia un lado, caerá hacia ese lado: «Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol cayere, allí quedará» (Eclesiastés 11, 3). Si se inclinan hacia Dios, se convertirán en siervos de Dios, pero si se inclinan hacia el mundo, se convertirán en siervos del mundo. Este es el cruce en el que nos encontramos después de recibir la remisión de los pecados. Si dejamos que nuestros corazones se inclinen hacia el mundo, nos convertiremos en instrumentos del mundo en poco tiempo.
Hay una canción en Corea, que se ha hecho bastante popular últimamente, y dice: «No vayas muy lejos, ♪porque eres una mujer». Parece que la canción la canta una madre preocupada por su hija. «No vayas demasiado lejos, porque no podrás volver a casa, porque eres una mujer». Es muy fácil para las mujeres que las hieran y las abandonen en este mundo peligroso. Pero ¿significa esto que los hermanos están libres del mundo?
Hablando espiritualmente, todos somos hermanas ante Dios. Somos las esposas de Jesús. ¿Creen que debemos intentarlo? Intenten llamar al Rev. Park, «hermana Park». Mis queridos hermanos, no debemos ir demasiado lejos en el mundo. Mientras llevamos a cabo la obra de Dios, algunos de nosotros estamos tentado a ir por el mal camino durante algún tiempo, pero debemos volver a la Iglesia de Dios pronto. ¿Por qué? Porque espiritualmente hablando, todos somos mujeres, somos débiles, somos herido fácilmente, y si algo va mal, no podemos defender nuestra fe y nos convertimos en siervos del enemigo. Por eso hay reuniones en la Iglesia de Dios, reuniones de culto y de despertar espiritual. Debemos reunirnos frecuentemente para crear nuestra propia cultura de justicia y encontrar nuestro gozo en ella. 
Tengo que dejarles y volver a casa mañana. Mi corazón está triste por esto. Sin embargo, aunque tenemos que decir adiós, la Palabra de Dios que hemos compartido, permanece en nuestros corazones. Cuando volvamos a casa, debemos seguir llevando a cabo nuestra tarea. Mientras llevamos a cabo la obra del Señor constantemente, a veces es muy difícil. Así que, aunque debemos trabajar con tesón, debemos descansar de vez en cuando.
Los herejes insisten en que la congregación debe ofrecer solo posesiones materiales. Esto se debe a que los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, producen este fruto con su fe. Pero lo que yo les pido es que lleven a cabo la obra de Dios. Puede que sean laicos, pero si es posible, quiero que sirvan al Señor juntos. Como no hay suficientes obreros de Dios, les pido a los adolescentes y niños que también sean Sus obreros. Si hubiera suficientes obreros, los adultos lo harían todo. Pero como no es así, les pido a todos que trabajen por el Señor. 
Espero y oro que todos sean fieles a la obra del Señor hasta la muerte.