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Tema 18: Génesis

[Capítulo 5-2] La vida bendita concedida a los justos (Génesis 5, 1-32)

La vida bendita concedida a los justos(Génesis 5, 1-32)
«Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al hombre, a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados. Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set. Y fueron los días de Adán después que engendró a Set, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días que vivió Adán novecientos treinta años; y murió. Vivió Set ciento cinco años, y engendró a Enós. Y vivió Set, después que engendró a Enós, ochocientos siete años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Set novecientos doce años; y murió. Vivió Enós noventa años, y engendró a Cainán. Y vivió Enós, después que engendró a Cainán, ochocientos quince años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enós novecientos cinco años; y murió. Vivió Cainán setenta años, y engendró a Mahalaleel. Y vivió Cainán, después que engendró a Mahalaleel, ochocientos cuarenta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Cainán novecientos diez años; y murió. Vivió Mahalaleel sesenta y cinco años, y engendró a Jared. Y vivió Mahalaleel, después que engendró a Jared, ochocientos treinta años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Mahalaleel ochocientos noventa y cinco años; y murió. Vivió Jared ciento sesenta y dos años, y engendró a Enoc. Y vivió Jared, después que engendró a Enoc, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. Vivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Enoc trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. Vivió Matusalén ciento ochenta y siete años, y engendró a Lamec. Y vivió Matusalén, después que engendró a Lamec, setecientos ochenta y dos años, y engendró hijos e hijas. Fueron, pues, todos los días de Matusalén novecientos sesenta y nueve años; y murió. Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo; Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo. Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y cinco años, y engendró hijos e hijas. Y fueron todos los días de Lamec setecientos setenta y siete años; y murió. Y siendo Noé de quinientos años, engendró a Sem, a Cam y a Jafet».
 
 
Todas las personas son criaturas creada a imagen de Dios. Cuando Dios creó al hombre Su plan original era hacer al hombre Su gente. Dios no creó al hombre porque estuviese aburrido o quisiese jugar con él y después tirarlo. Tenía un plan y un objetivo para cada persona nacida en este mundo para convertirnos a todos en hijos Suyos. Por tanto, tenemos que recibir a Dios en nuestros corazones, reconociendo el objetivo de Su creación, volver a Dios, obedecer Su justicia con fe y vivir por fe. Tenemos que creer en el Evangelio del agua y el Espíritu según la voluntad de Dios. Asimismo, los que han nacido de nuevo como hijos de Dios deben proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el Día del Señor.
Después de que Caín engendrase a Abel, engendró a Set a los 130 años y tuvo muchos más hijos hasta los 930 años; así que tuvo hijos durante más de 800 años. Adán empezó la historia de engendrar nueva vida. La vida de los justos es también la vida de fe que engendra hijos de Dios. La razón de nuestra existencia es ayudar a otras personas a recibir la remisión de los pecados predicando continuamente el Evangelio del agua y el Espíritu por fe. De la misma manera en que los antecesores de la fe tuvieron hijos hasta que murieron, nosotros, los justos, debemos proclamar el Evangelio hasta el día en que muramos. Como dice la Biblia, Adán tuvo hijos hasta los 930 años y murió, lo que significa que siguió teniendo hijos de fe durante toda su vida. Esto nos dice claramente cómo debe ser la vida de los justos. Los justos que hemos nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu debemos vivir para engendrar hijos de Dios y vivir por fe confiando en Su justicia.
Después de que Set engendrase a Enós a los 105 años, siguió teniendo hijos de Dios durante 807 años. En aquel entonces la gente solía vivir durante 900 años y tenía hijos durante unos 800, pero la vida de Enoc fue corta. Enoc tuvo a Matusalén a los 65 años, caminó con Dios durante 300 años y entonces Dios se lo llevó. Enoc caminó con Dios y vivió una vida bendita. Dios les mostró Su plan a Sus siervos que caminaron con Él. El hijo de Enoc, Matusalén, tuvo a Lamec y Lamec tuvo a Noé. A través de Noé Dios destruyó la primera tierra. Empezando con Enoc, Dios reveló muchas cosas acerca del fin del mundo a través de Sus siervos.
El nombre de Matusalén significa “hombre del dardo”. Matusalén es el abuelo de Noé y Lamec es el padre de Noé. Lamec, Matusalén y Noé sabían que Dios juzgaría al mundo. Si comparamos sus vidas, vemos que Enoc ya había sido tomado por Dios cuando Noé nació, pero Lamec y Matusalén recibieron las enseñanzas de Enoc y sabían muy bien lo que Dios haría en el futuro. Por tanto, agradecidos por recibir un hijo de fe en un mundo lleno de pecados y maldad, el niño fue llamado Noé, que significa descanso. En otras palabras, ya sabían que Dios iba a redimir a la humanidad a través de Noé. También podemos saber que Dios reveló a Enoc que destruiría la Tierra. Enoc lo sabía y por tanto les enseñó a sus hijos que Dios destruiría el mundo mientras grababa en sus corazones el Evangelio repetidamente. La gente despierta espiritualmente sabe lo que Dios hará en el futuro. Dios hizo que Sus siervos hicieran la obra justa al decirles lo que Él haría en el futuro. De todas formas, Dios empezó un nuevo mundo a través de Noé. Después, los tres hijos de Noé tuvieron descendencia de fe hasta Abraham. La verdadera fe en la justicia de Dios que fue establecida por Abraham ha continuado y ha sido pasada hasta nuestros días.
Dios también reveló a Abraham muchas cosas que cumpliría en el futuro. Tenemos que saber que Dios revela Su plan a Sus siervos a través de Su Palabra. Por tanto, Dios hace que los justos tengan hijos espirituales hasta el fin del mundo. Cuando Su plan esté a punto de cumplirse, seremos llevados al cielo como Enoc. Entonces Dios nos llevará a Su seno, nos reunirá en Su Reino y nos permitirá vivir con Él para siempre. Todo esto se cumplirá a través de la providencia de Dios.
Todo el mundo debe entrar en el reino eterno cuando acaben sus vidas en este mundo. La gente que acepta el amor de la justicia de Dios que ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu irá al Reino de Dios, pero los que no reciban el amor de la justicia de Dios en sus corazones seguirán siendo pecadores y por tanto entrarán en el fuego eterno del infierno por sus pecados. Como consecuencia, quien viva en este mundo debe encontrarse con Jesús antes de morir. Los que han recibido la remisión de los pecados al conocer a Jesús a través del Evangelio del agua y el Espíritu deben tener muchos hijos espirituales trabajando por su Evangelio verdadero hasta el día en que el Señor se los lleve a su hogar. No podemos dejar de tener hijos espirituales diciendo: “No voy a tener más hijos espirituales”. Los justos que creen en la justicia de Dios tienen que seguir teniendo hijos e hijas de Dios hasta el día en que vayan a Su Reino. Dios nos ha demostrado Su voluntad a los justos y en el futuro nos permitirá vivir con Él para siempre.
Los justos estamos destinados a vivir creyendo en la justicia de Dios y predicándola. No hay otra vida para los justos. Ya vivan como laicos o trabajadores de Dios, deben tener hijos de Dios a través de la fe en la justicia de Dios. Adán tuvo hijos hasta los 800 años. Si los nacidos de nuevo no tenemos hijos de Dios por fe constantemente al trabajar por el Evangelio nuestras vidas no son diferentes a la muerte. Si los justos no tenemos hijos de fe, significa que hemos muerto espiritualmente. Decir: “Soy justo pero no voy a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu ni la justicia de Dios” no está bien.
Los justos son los que predican el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el día en que van a Dios y están destinados a vivir eternamente con Dios. En el pasaje de las Escrituras de hoy, la expresión “vivió una vida larga y murió” se menciona frecuentemente. En hebreo las palabras traducidas como “vivir” significan “hacer vivir a una persona”. Nuestros antecesores de la fe hicieron la justicia reviviendo las almas de la gente que estaba atada por los pecados hasta que Dios los llamó. Esta es la vida típica de nuestros antecesores de fe que creyeron en la justicia de Dios.
Algunos líderes cristianos están más interesados en sacar el dinero de los bolsillos de sus congregaciones para construir capillas grandes y lujosas que en seguir la voluntad de Dios. No están interesados en creer en la justicia de Dios y en tener hijos de Dios. Sin embargo, nuestros antecesores de la fe que aparecen en Génesis 5 fueron constantes en dar vida a otros hasta el día en que Dios los llamó. Génesis 5 contiene una lista de las vidas espirituales de esas figuras justas. Solo los nombres de los justos están incluidos en el Libro de la Vida. De la misma manera, solo las genealogías de los justos están recogidas en el capítulo 5 de Génesis. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu también están escritos en el Libro de la Vida y están en la genealogía de los justos. Por tanto, como nuestros antecesores de la fe, vivimos y morimos. Esto significa que una persona que recibe la remisión de los pecados a cierta edad, da vida a la gente y salva a las almas hasta el día en que Dios le llama.
Pero los nombres de los pecadores no están escritos en el Libro de la Vida. Después de que Caín matase a Abel y Dios reconociese su pecado, Caín le dijo a Dios: “Mi castigo es más de lo que puedo aguantar. Quien me encuentre me matará”. De aquí se puede deducir que cuando Caín dijo estas palabras Adán había tenido más de dos hijos. Había tenido muchos hijos y nietos. Como había más de un puñado de personas que no están escritas en la Biblia, esto significa que no eran herederas de la justicia que se puede conseguir por fe.
Así que Génesis 5 revela dos tipos de personas ante Dios: los que han recibido la remisión de los pecados y los que no. La Biblia es la Palabra de Dios que habla de la redención de la humanidad, De la vida, y de la Palabra que permite a la gente recibir la remisión de los pecados. No es un libro de historia o ciencia. La Biblia muestra el objetivo de Dios al crear al hombre, el Evangelio que demuestra Su justicia y lo que son creencias falsas y verdaderas ante Dios. También habla de la vida correcta que deben vivir los nacidos de nuevo. La Biblia es un registro de la gente que creyó en la justicia de Dios y recibió la remisión de los pecados. Los que no creyeron en la justicia de Dios hasta ahora han sido destruidos.
La genealogía de los descendientes de Adán ha continuado y ha llegado hasta nuestros días a través de la fe en la Palabra de Dios. Es una bendición que la genealogía de los descendientes de Adán haya continuado hasta hoy en día gracias a la justicia de Dios. Dios sigue predicando Su justicia a través de nuestra fe. Nosotros somos también descendientes de Adán porque creemos en la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que muestra la justicia de Dios. Sin embargo, los que no creen en la justicia de Dios no pueden convertirse en descendientes espirituales de Adán. Adán recibió la remisión de los pecados al creer en la justicia de Dios. Los que no creen en la justicia de Dios no pueden recibir la remisión de los pecados y por tanto son pecadores con corazones llenos de pecados. Los nombres de los pecadores no están incluidos en la genealogía de Adán.
La Biblia dice: «Vivió Lamec ciento ochenta y dos años, y engendró un hijo; Y vivió Lamec, después que engendró a Noé, quinientos noventa y llamó su nombre Noé, diciendo: Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos, a causa de la tierra que Jehová maldijo» (Génesis 5, 28-29).
¿Quién nos alivia a los que creemos en el Evangelio del agua y el Evangelio? Jesucristo, que es la justicia de Dios. Está escrito: “Noé nos dará alivio”. Noé creyó en la Palabra justa de Dios, construyó el arca y salvó a la humanidad de la destrucción total. Este pasaje revela que en el futuro Jesucristo nos salvaría a través de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu que contiene la justicia de Dios. Desde los días de Enoc, se profetizó que el juicio y la segunda venida del Señor estaban cerca. “Este nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos” significa que la fe de Noé salvaría a la humanidad. Noé obedeció la justicia de la Palabra de Dios y construyó el arca. Solo ocho miembros de su familia subieron al arca, fueron salvados y extendieron su vida al mundo siguiente. Los ocho que fueron salvados de la destrucción del mundo eran la iglesia de Dios y su líder era Noé. En realidad, los justos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden reunirse y recibir alivio a través de la Iglesia de Dios que hace Sus obras.
Me gustaría grabar en sus corazones por fe que los justos deben salvar a los demás constantemente. Esta es la verdadera vida próspera de los justos. Mientras creemos en la justicia del Señor y trabajamos por esa justicia podemos tener algunos pensamientos carnales. Sin embargo, debemos tener fe en el hecho de que hemos nacido de nuevo y estamos destinados a vivir este tipo de vida de predicadores. Tenemos que predicar el Evangelio del agua y el Espíritu inmediatamente desde el momento en que recibimos la remisión de los pecados hasta el día en que morimos. Esta es la obra que hacemos los que creemos en la justicia de Dios y que debemos hacer ahora. Debemos aceptar el Evangelio de salvación al tener fe en la justicia de Dios que se nos ha presentado y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo hasta el día que vayamos a Él. Los justos no pueden hacer otra obra. Las computadoras se utilizan para muchas cosas, pero los justos predican el Evangelio del agua y el Espíritu a través de las computadoras. Predican este Evangelio auténtico por escrito; utilizan su dinero para predicar el Evangelio. Hagamos lo que hagamos, no tenemos otra obra que predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la misión de los justos. Este es el destino de los justos.
Aunque hay muchas personas que dicen ser cristianas, muchas no pueden entrar en la genealogía de Adán. Intentan reunir a la gente para no sé qué e intentan hacerlas discípulos. Pero lo peor de todo es que siguen teniendo pecados en sus corazones. Ninguna religión puede eliminar los pecados de la gente y los líderes de estas religiones solo tienen un deseo, que es recibir donaciones enormes de los bolsillos de la gente. Les da igual estar en la genealogía de Adán por fe o no. Pero la iglesia de Dios predica el Evangelio del agua y el Espíritu que contiene la justicia de Dios y deja que la gente entre en la genealogía de Adán. Los justos le dan tanta importancia a la justicia de Dios como a sus vidas.
Hemos obtenido la remisión de los pecados y una nueva vida al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestras vidas han sido decididas por Dios: se ha decidido que caminaremos con Dios, predicaremos el Evangelio durante nuestras vidas y seremos tomados por Dios. Los que están en la genealogía de Adán cumplieron su función y murieron. Por tanto, está escrito que “cierta persona nació, engendró un primer hijo a cierta edad y murió a tal edad después de haber tenido muchos hijos de Dios”. Esta es la vida de los justos. La Palabra de Dios dice esto y los justos viven así según la Biblia.
Aunque una persona haya nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu intente vivir de otra manera, no hay otra manera de vivir a parte de predicar este verdadero Evangelio. No hay otra vida para nosotros que la de salvar a las almas del mundo. No hay otra vida para nosotros. Las vidas de los que han nacido de nuevo al creer en las palabras de Dios ya tienen un destino. Si alguien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu y dice que hay otra manera de vivir después de nacer de nuevo, el alma de esa persona está muerta. Esto significa que esa persona no cree en la Palabra de Dios, que no se deja guiar por el Espíritu y se opone a la voluntad de Dios. Es la vida de una persona “muerta en vida” (1 Timoteo 5, 6). Quiero que recuerden que si no creen en la justicia de Dios y no viven trabajando por ella unidos a la Iglesia de Dios estarán muertos en vida. Aunque vivan una vida magnífica con mucho dinero y comiendo bien, estarán muertos en vida. Por mucho tiempo que viva una persona, no vale para nada vivir así.
En el momento en que nacemos de nuevo a través de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu nuestras vidas ya han sido decididas por Dios. Debemos tener fe en la vida que se nos ha asignado y vivir predicando el Evangelio del agua y el Espíritu al mundo entero. No hay otra vida que esta. Por tanto, yo también estoy viviendo así. Entre los que han nacido de nuevo algunos se preguntarán: “¿Acaso no puedo vivir de otra manera hasta que vuelva el Señor y después volver a vivir este tipo de vida durante un tiempo?”. No hay otro camino para los justos y si alguien dice que puede encontrar otro modo de vida, está muerto.
¿Acaso no quieren hacer la obra valiosa hasta que el Señor les lleve a casa? La obra más valiosa en la vida de los justos es proclamar el Evangelio del agua y el Espíritu al mundo entero y salvar a los que están afligidos por el pecado. Hacer esto es vivir la vida que camina con Dios. Tenemos que trabajar para salvar a otras personas e ir a Dios, no vivir una vida muerta y morir.
¿Están caminando con Dios? ¿Creen en la voluntad de Dios? Dios ha decidido que nuestras vidas sean así. No hay otra vida para nosotros. Debemos vivir la vida que Dios ha decidido para nosotros. Debemos creer en la Palabra de Dios y en lo que ha planeado. Solo si hacemos esto podremos tener alivio en nuestros corazones. Quiero trabajar por el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón durante el resto de mi vida e ir a Dios contento el día que me llame para ir a Él. Aunque intentemos vivir otro tipo de vida no podemos hacerlo porque no hay obra más noble y valiosa que predicar el Evangelio. ¿Dónde se puede encontrar una obra más noble que la de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu y salvar almas en este mundo? Debemos sentirnos nerviosos de pasar un día sin predicar el Evangelio.
Los que hemos nacido de nuevo no debemos intentar cambiar el destino que ha sido decidido por Dios, sino que tenemos que obedecer la Palabra de Dios por fe. ¿Creen que la vida de trabajar por el Evangelio del agua y el Espíritu es la vida que Dios ha decidido para ustedes? Creer así es tener una fe grande. Jesús le dijo a Tomás que pusiese la mano en Su costado y que «Benditos los que no han visto y aún así han creído» (Juan 20, 29). Creer en la Palabra de Dios es la verdadera fe.
Dios nos ha dado algo noble, es decir, el Evangelio de la Verdad. No hay otro significado en la vida que trabajar por el Evangelio. Por tanto, cuando nos reunimos, disfrutamos de la conversación acerca de las cartas que hemos recibido de otros países de gente que ha leído nuestros libros y han nacido de nuevo, y las noticias de la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. Hablamos acerca de la obra que hemos hecho por el Evangelio desde nuestras posiciones asignadas. Queremos hacer la obra de Dios más de lo que estamos haciendo ahora. Hasta el día en que venga el Señor, debemos hacer la obra de salvar a más almas e ir a Dios. Debemos seguir viviendo por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.