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Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 6-3] Vivan con sus corazones en el Señor (Mateo 6:21-23)

Vivan con sus corazones en el Señor(Mateo 6:21-23)
«Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?».
 

La lección de la Escritura de hoy dice: «La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz». Nuestros corazones son inconstantes como la lluvia de verano. La mente del hombre es así. Sin embargo, el Señor dijo: «La lámpara del cuerpo es el ojo». Lo que el Señor quiere decir con esto es que el cuerpo entero se llenaría de luz si nuestros ojos están sanos, y que debemos considerar dónde poner nuestra mente que viene y va.
Ya que el ojo es la lámpara del cuerpo, cuando el ojo está sano, el cuerpo entero estará lleno de luz; pero cuando el ojo está enfermo, el cuerpo entero está lleno de tinieblas. Cuando nuestro corazón está sombrío, todo lo que vemos está en las tinieblas. Pero, si meditamos acerca del Evangelio del agua y el Espíritu una vez más, nuestro corazón se enciende. Cuando el Señor habla sobre el ojo de una persona, Él se refiere al corazón de fe.
Nuestros corazones no son firmes. Sus corazones y el mío van y vienen. Nuestros corazones se balancean a veces. Cuando meditamos sobre el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestros corazones aman al Señor, pero poco después, estamos destinados a amar al mundo debido a nuestros pensamientos carnales. Esto nos habla sobre lo que nuestros corazones deberían considerar.
El ojo es la lámpara del cuerpo. Por tanto, debemos pensar en el Señor y poner todo nuestro corazón en difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando pensamos en lo perfectamente que el Señor ha limpiado nuestros pecados, nos damos cuenta de cómo nuestros corazones han sido limpiados. Tal y como nuestro Señor dijo en el Antiguo Testamento: «Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana» (Isaías 1:18). El Señor ha borrado todos nuestros pecados perfectamente al tomar todos los pecados del mundo sobre sí mismo a través del bautismo que recibió de Juan y de ser crucificado en el Nuevo Testamento.
Debemos concentrarnos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque nuestros corazones vayan para adelante y para atrás ocasionalmente entre el Señor y el mundo, debemos poner nuestra mente en difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Damos gracias al Señor por haber borrado sus pecados y los míos. Debemos mantener en nuestro corazón que el Señor ha borrado en nuestros corazones todos nuestros pecados como una nube (Isaías 44:22). Nuestros corazones se iluminaron cuando pensamos en el Señor que borró todos nuestros pecados.
«La lámpara del cuerpo es el ojo». Ya que no hay ninguna otra manera de que nuestro corazón y nuestra alma se ilumina sin el Señor, nuestros corazones se llenan espiritualmente de luz ante Dios cuando pensamos en el Señor. Nuestros corazones van de adelante para atrás entre lo espiritual y lo carnal, pero cuando ponemos nuestro corazón en el Señor, que borró nuestros pecados, y pensamos en el Evangelio que nos dice que el Señor llevó la carga de los pecados de todo el mundo y los borró todos de una vez por todas, no podemos sino dar gracias a Dios y amar a Dios todavía más.
Por tanto, deseamos aún más difundir este Evangelio del agua y el Espíritu a otros. Cuando ponemos nuestro corazón en el Señor y Su obra justa mediante la cual el Señor borró nuestros pecados, nuestros corazones se iluminan, y, como resultado, muchas almas reciben la salvación. Cuando pensamos en el Señor y le damos gracias con fe, nuestros corazones se humedecen espiritualmente. Esto quiere decir que se humedecen de abundantes bendiciones de salvación. Entonces nuestros corazones se hacen justos, buenos y preciosos a los ojos de Dios, y llegan a tener ambiciones para hacer la obra justa de Dios.
Podemos dejar nuestros corazones en la luz o en la oscuridad. ¿Dónde deberíamos dejar nuestros corazones? No hay ninguna duda de que necesitamos poner nuestro corazón en el área donde el Señor ha borrado nuestros corazones. Además, como el Señor no sólo ha borrado nuestros pecados, sino que también nos ha hecho sus hijos, debemos poner nuestros corazones en Su Reino celestial.
Debemos dar gracias a Dios con nuestra fe por sus bendiciones que nos salvaron a nosotros, que no podíamos más que morir por nuestros pecados y convertirnos en hijos del diablo; pero Él envió a Jesucristo e hizo que le bautizaran, llevó todos nuestros pecados del mundo a la Cruz, y sangró para borrar todos nuestros pecados de una vez por todas. Es muy importante dónde pongamos nuestros corazones. Puede ser que nuestros corazones se apeguen a las bendiciones de salvación que Dios nos dio o a los pensamientos carnales injustos que provienen del mundo y la carne. Dependiendo de dónde fijemos nuestros corazones, la diferencia de resultados es enorme. Podemos decidir entre este camino o el otro, y aunque nuestros corazones oscilen, quiero decirles que debemos poner nuestros corazones en la salvación que Dios nos dio. Debemos dedicar nuestros corazones al hecho de que Dios nos dio el Reino de los cielos y Sus bendiciones.
Cuando dedicamos nuestros corazones a esa área donde Dios ha borrado todos nuestros pecados, como una nube espesa, y los ha hecho blancos como la nieve; y cuando rezamos a Dios, Él escucha y responde nuestras oraciones. Debemos dedicar nuestros corazones a Dios y a la obra espiritual con la creencia de que Dios está contento con nuestra obra de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces, podemos experimentar cómo nuestros corazones se iluminan y cómo la obra de Dios progresa enormemente. Les digo cómo nos podemos convertir en los hombres de sus bendiciones al ser utilizados para la obra feliz y bendita.
Queridos hermanos y hermanas, cuando dedicamos nuestros corazones a difundir el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestros corazones están contentos. Cuando vivimos en este mundo, a veces desfallecemos y a veces caemos en los deseos carnales. No hay ni una sola persona justa que no caiga. Sin embargo, lo que importa es dónde ponemos nuestros corazones aunque seamos así. ¿Dónde pone cada uno de nosotros su corazón? Si por casualidad lo tienen en las tinieblas, espero que lo saquen a la luz.
Intentamos difundir el Evangelio al resto del mundo. ¿Cómo debemos hacerlo? Estoy ansioso, como lo estuvieron los israelitas cuando se encontraban ante las invulnerables murallas de Jericó al entrar en la tierra de Canán por primera vez. El primer obstáculo de los israelitas fueron las murallas de Jericó. Las murallas de Jericó eran muy sólidas y seguras. No podían ser echadas abajo con lanzas y espadas. Como estaban construidas con piedras muy grandes, no podían ser derruidas fácilmente. El pueblo de Jericó estaba en lo alto de la fortaleza, así que a pesar de todos los esfuerzos de los israelitas por derruirla, simplemente los contemplaban y se burlaban de los israelitas desde arriba. Poniendo ruedas en grandes troncos de árbol, los soldados intentando empujar para romper la puerta de la ciudad, pero era imposible, ya que la fortaleza era demasiado segura. Sin embargo la ciudad fue derruida cando los israelitas tuvieron fe en Dios y obedecieron Su Palabra de promesa en su totalidad.
Estamos necesitados de la misma fe. En nuestra época, si no ponemos los corazones en Dios, no podemos llevar a cabo la misión de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. No obstante, si ponemos nuestros corazones en Dios, sé que es posible difundir el Evangelio del agua y el Espíritu al resto del mudo. Si no tenemos fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, no podemos difundir el Evangelio, y consecuentemente este mundo estará destinado a la destrucción.
Mientras hemos estado intentando difundir el Evangelio del agua y el Espíritu al resto del mundo hasta ahora hemos encontrado muchas dificultades. Decidimos publicar los libros de nuestra misión sobre el Evangelio del agua y el Espíritu en muchos idiomas diferentes y enviarlos a todo el mundo. Al publicarlos y distribuirlos hemos podido difundir el Evangelio verdadero al mundo entero.
Ahora, mientras pensamos en difundir el Evangelio del agua y el Espíritu al resto del mundo, y dedicamos nuestros corazones a ello, nuestros corazones se iluminan. Ustedes y yo estamos todavía en la carne, así que si dedicamos nuestros corazones al Señor, nuestros corazones están contentos y se hacen adecuados para trabajar para el Evangelio ante Dios. Por otra parte, si no dedicamos nuestros corazones a difundir el Evangelio, sino que los dedicamos a las cosas terrenales, nuestros corazones se ensucian. Aunque nuestros corazones vayan de adelante para atrás entre la carne y el espíritu, es importante fijar nuestros corazones en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como está escrito: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón», dependiendo de dónde pongamos nuestro corazón, podemos convertirnos en gente de la luz ante Dios o en gente inútil. Cuando dedicamos nuestros corazones a Dios, podemos ser gente útil para Dios y para otras personas. Y podemos ser gente bendita como Abraham y los siervos de Dios que pueden compartir el Evangelio que da vida con todo el mundo. 
Pongamos nuestros corazones en el Señor. Aunque vivamos en este mundo, debemos fijar nuestros corazones en el Señor. Aunque nuestros corazones vayan de adelante para atrás, espero que pongan sus corazones en el Evangelio del agua y el Espíritu y en las bendiciones que el Señor les ha conferido, en vez de ponerlos en el mundo. ¿Cuántas bendiciones de la carne y el espíritu nos ha dado Dios a través del Evangelio del agua y el Espíritu? Además, a través de este Evangelio ¿cuántas bendiciones de salvación nos ha dado? Cuando pensamos en esto, no podemos dejar de dedicar nuestros corazones a Dios. También vale la pena consagrar nuestros corazones a Dios. Vale la pena consagrar nuestros corazones al Evangelio. Vale la pena consagrar nuestros corazones a la gran salvación que borró todos nuestros pecados. Es correcto dar gracias al Señor y glorificarle, y vale la pena trabajar por el Evangelio del agua y el Espíritu. Le damos gracias a Dios por hacernos Sus hijos. El Señor nos dio el Cielo y está justificado que consagremos nuestros corazones al Señor.
Espero que fijen sus corazones en el Señor. Sus corazones y el mío pueden ser caprichosos a veces e ir de adelante hacia atrás, pero siempre deberíamos volver nuestros corazones a Dios y vivir por la obra del Señor. Al andar por la calle, si vemos algo bonito, nuestros ojos y nuestro corazón lo siguen durante un instante, pero debemos volver inmediatamente el corazón hacia el Señor y dárselo a Él.
En el capítulo 6 de Mateo, el Señor habla explícitamente de las cosas materiales: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón». ¿Qué es este tesoro en nuestros corazones? ¿Qué significa este tesoro para ustedes y para mí? ¿Es el Señor? ¿Son las bendiciones del Señor? ¿O es el mundo? ¿Es el dinero del mundo? ¿Cuál de estas cosas es?
El tesoro es el Señor. Si creen que este tesoro es alguna cosa material, por favor, cambien de opinión. Es porque el maestro de todas las cosas materiales es el Señor. Sin embargo, ¿podemos vivir sin cosas materiales? No. Por otra parte, ¿no son las cosas materiales del Señor también? Sí, son del Señor. Él dice: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón». Por tanto, si ponen sus tesoros en Dios, todo les vendrá a ustedes. Todo se les proveerá mientras caminan hacia la justicia.
Sin embargo, algunos falsos predicadores enseñarán este verso como “si trayendo grandes ofrendas significara que su fe es grande”. “No acumulen sus tesoros en la tierra, sino en el cielo, en otras palabras, pagan grandes diezmos y ofrendas a la iglesia”. Y escriben: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» en el sobre para las ofrendas y lo hacen pasar.
Esta es una falsa enseñanza. El objetivo de las iglesias terrenales es prosperar en el mundo, por tanto, sólo les importa ser los primeros en la clasificación de la competición por el dinero. Estaría bien si lo utilizaran para la justicia, pero lo utilizan para satisfacer su codicia. Son tan buenos en la competición por el dinero, que citan este tipo de versos de la Biblia para pedir dinero a los cristianos, y hacerles traer todos sus ahorros mensuales en nombre de la iglesia.
Algunos predicadores promueven la construcción de nuevos edificios para iglesias, tomando dinero de los miembros de la iglesia. ¿Es esto justo?: «Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón». Ya que todo lo que les preocupa es el edificio de la iglesia, es ahí donde tienen su tesoro. Los miembros de una iglesia alardean de su edificio de 15 millones de dólares como si asistiendo a una iglesia así fuera algo honorable y soberbio. Si examinamos sus pensamientos por rayos X, probablemente estarán vacíos. Por supuesto sus corazones están vacíos también. Como ponen sus corazones en el edificio de 15 millones de dólares, no pueden ver que Jesús ha borrado todos sus pecados como una nube espesa con el Evangelio del agua y el Espíritu. Hay mucha gente penosa que no puede ver que Dios les ha hecho Sus hijos y les ha dado Su Reino de los Cielos.
Por el contrario, para nosotros los que somos nacidos de nuevo, nuestro Señor es el tesoro. Todas las bendiciones de misericordia que nuestro Señor nos ha conferido — como Su salvación, haciéndonos hijos de Dios, dándonos el Reino de los Cielos, borrando nuestros pecados, y haciéndonos justos — son nuestros tesoros. No hay nada más valioso que esto. Como el himno dice: “Prefiero tener a Jesús antes que oro o plata”, no hay honor en este mundo que sea más valioso que tener al Señor Jesús. No hay nada más valioso que la salvación que el Señor nos ha dado.
Por tanto, ustedes y yo debemos difundir el Evangelio del agua y el Espíritu a los corazones de la gente. Debemos sujetar nuestros corazones que van de adelante hacia atrás y dedicarlos a la obra del Señor. Si le damos al Señor nuestro corazón, no obramos inútilmente, sino que podemos entrar en el Reino del Señor. A veces hacemos cosas inútiles, pero hacemos una obra más útil y seremos alabados por el Señor, y seremos respetados por la gente.
El capítulo 6 de Mateo habla de este asunto en profundidad: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán». Ustedes y yo debemos poner nuestros corazones en Él y en Su obra. Primero debemos buscar Su Reino y Su justicia. ¿Cómo nos salvó Dios? Él limpió nuestros pecados tan blancos como la nieve a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo. Él ha borrado todos nuestros pecados como una nube espesa, y los ha dejado tan blancos como la nieve. Debemos dar gracias a Dios y al Señor que es nuestro perfecto Salvador. Y debemos buscar primero Su Reino en nuestros corazones.
Es la voluntad de Dios que el Evangelio del agua y el Espíritu sea difundido al mundo entero, para que los que deban creer en él, crean en él; y los que no deban, no. Debemos dar las mismas oportunidades de escuchar el Evangelio a todo el mundo para cumplir la voluntad de Dios. Debemos hacer esta obra.
Por cierto, el verdadero tesoro para ustedes y para mí es el Señor. Pongan sus corazones en el Señor. Aunque tengamos muchos defectos, fijemos nuestros corazones en el Señor. Consagremos nuestros corazones al Señor y difundamos el Evangelio del agua y el Espíritu tan a menudo como sea posible.
Aleluya. Damos gracias a Dios por ayudarnos a poner nuestros corazones en el Señor.