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Tema 11: El Tabernáculo

[11-28] Las manzanas decorativas para el Evangelio del agua y el Espíritu (Éxodo 25:31-40)

Las manzanas decorativas para el Evangelio del agua y el Espíritu
(Éxodo 25:31-40)
«Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte».
 
 
Este pasaje describe el candelero del Tabernáculo. Hoy me gustaría explicar el significado espiritual de estas manzanas, flores y las lámparas. Dios le ordenó a Moisés que el pie y la caña central del  candelero se hiciera primero labrado en una pieza de  oro. Así que primero se labró su pie y la caña central, y después se hicieron las ramas. De cada lado del candelero salían tres ramas, y en cada rama había tres copas en forma de flor de almendro, y después se hacían las manzanas y las flores. Así se ponían siete lámparas en las ramas. Y en las lámparas se ponía aceite para encenderlas. Así el candelero iluminaba el Lugar Santo y todos los utensilios que había en él.
Para nosotros, el Señor, el Rey del Reino del Cielo, vino a este mundo como un ser humano bajo. En este mundo Jesús llevó a cabo las obras de la salvación manifestadas en el hilo azul y carmesí. Estas obras de salvación las cumplió Jesucristo, quien nació en este mundo, y fue bautizado por Juan el Bautista a los 30 años en el río Jordán, y entonces fue condenado en la Cruz. Al ser bautizado así, mediante la imposición de manos, Jesús tomó todos los pecados de la humanidad (Mateo 3, 15). Como Jesús, que se había convertido en un hombre, tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado, fue crucificado y derramó Su sangre, y así llevó a cabo Su obra de salvación manifestada en los hilos azul y carmesí. Esta es la Verdad en la que tiene sus cimientos la Iglesia de Dios.
Nuestro Señor se ha convertido en la manzana decorativa de la Iglesia. Dios se convirtió en la base de la salvación para los que hemos recibido la remisión de los pecados. Por tanto, somos parte de la Iglesia de Dios al creer que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados con sus obras de salvación manifestadas en los hilos azul, púrpura y carmesí. A través del Evangelio del agua y el Espíritu hemos sido vestidos de la gracia de Dios. Por eso la palabra iglesia es «έκκλησία» (Ekklesia) en griego y significa «la congregación de los que han sido separados de este mundo pecador».
Jesucristo es el único que ha permitido que la gente de este mundo escape del pecado al liberarla. Él es el Señor que vino por el Evangelio del agua y el Espíritu y borró las iniquidades de todos los pecadores. Al creer en el bautismo y el derramamiento de sangre del Señor, hemos sido salvados y nos hemos convertido en justos perfectamente. El que el Señor nos haya hecho justos se consiguió a través de nuestra fe en la verdad de que vino al mundo y cumplió todas las obras de salvación manifestadas en los hilos azul y púrpura. Esta es la fe revelada en los hilos azul, púrpura y carmesí. 
Al ser bautizado por Juan cuando vino al mundo, Jesús cargó con todos nuestros pecados (Mateo 3, 13-17). Esta es la verdad y la fe manifestadas en los hilos azul, púrpura y carmesí. Como Jesús fue condenado por estos pecados del mundo en la Cruz después de haber sido bautizado por Juan el Bautista, ha borrado nuestros pecados para siempre. En otras palabras, Jesús, quien cargó con todos nuestros pecados, nos ha librado de ellos. De esta manera, con Sus obras de salvación manifestadas en los hilos azul, púrpura y carmesí, el Señor nos ha salvado de todos los pecados del mundo. Lo que la fe de la verdadera salvación significa es que debemos creer en esta verdad correctamente. 
Como hemos sido salvados de todos nuestros pecados por fe, la salvación del pecado es un don de Dios. Por eso nuestra salvación había sido diseñada en Jesucristo incluso antes de la fundación del mundo, en el bautismo que recibió y la sangre que derramó en la Cruz. Antes de que este planeta fuese creado, y antes de Adán y Eva, los antepasados comunes de la humanidad, fuesen creados, Dios Padre planeó en Jesucristo y el Evangelio del agua y el Espíritu la salvación de los pecadores de sus iniquidades; y cuando llegó el momento adecuado, vino al mundo para cumplir esa salvación al ser bautizado y derramar Su sangre. Nuestro Dios, que creó a la humanidad, ha cumplido la remisión de los pecados de todas la humanidad como lo prometió. Este cumplimiento de las promesas de Dios fue alcanzado por el bautismo de Jesucristo a manos de Juan y Su derramamiento de sangre. Dios les ha dado el don de salvación que libra de todos los pecados del mundo y ha permitido que reciban la salvación de sus pecados y la vida eterna a los que creen en esta Verdad. Esta Verdad es la Verdad de salvación revelada en los hilos azul, púrpura y carmesí. 
 
 

El Evangelio del agua y el Espíritu es el pie y la caña central del candelero

 
Jesús se  ha convertido en la piedra angular de la salvación, la piedra angular indispensable para la salvación de toda la humanidad. Con el Evangelio del agua y el Espíritu, Jesús ha completado la salvación por nosotros y se ha convertido en sus cimientos. El candelero de Dios tenía copas en forma de flor de almendro, manzanas decorativas y flores. También tenía un pie y una caña central. Jesucristo  se ha convertido en la flor de la salvación. Si la Verdad de la salvación de Jesucristo es la flor, ¿quiénes son las manzanas decorativas? Son, por supuesto, los siervos de Dios y todos los que han recibido la remisión de los pecados. En otras palabras, la flor es Jesucristo y nosotros somos las manzanas decorativas que apoyan a las flores para que florezcan completamente. 
Tras salvarnos de nuestros pecados, nuestro Señor nos ha hecho las manzanas decorativas del Evangelio. ¿Conocen esta verdad y creen en ella? Nuestros pastores, ancianos y hermanos y hermanas son todos manzanas decorativas. Cualquiera que haya recibido la remisión de los pecados es una manzana decorativa. El Señor primero puso el pie y la caña central de la salvación  con los hilos azul, púrpura y carmesí. Entonces nos salvó con el Evangelio del agua y el Espíritu y después nos hizo manzanas decorativas que apoyan a las flores del Evangelio para que puedan florecer. Solo cuando todos nos convertimos en manzanas decorativas los pecadores pueden ser salvados de sus pecados. La única diferencia es el tamaño, ya que algunas manzanas decorativas son más grandes que otras, pero lo cierto es que todos somos manzanas decorativas para el Evangelio.
Como Satanás siempre está en contra de Dios, intenta que no creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu para que no seamos libres del pecado. Pero de la misma manera en que las flores florecen en un campo que ha sido arrasado por una tormenta, todos los pecadores pueden ser librados de los pecados si escuchan el Evangelio de la salvación, es decir el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor quiere salvar a las almas perdidas del pecado. En otras palabras, quiere que prediquemos la Verdad del agua y el Espíritu por todo el mundo. Por tanto, la Iglesia de Dios también obra para alcanzar el mismo objetivo. 
Cuando los ministros no sirven a sus iglesias creyendo ser las manzanas decorativas de sus respectivas iglesias, estas no pueden dar ningún fruto de salvación. Por tanto, si un ministro solo quiere que su congregación le sirva, es simplemente un enemigo del Evangelio en vez de un trabajador del maravilloso Evangelio. 
Satanás vino a quitarnos la vida y a matarnos. Pero el Señor vino para darles vida abundante a Sus ovejas (Juan 10, 10), y las ha salvado al darles todo lo que tenía. Si algo es beneficioso para la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu, no debemos dudar en hacerlo por muy difícil que parezca. Esta forma de pensar nos hace convertirnos en manzanas decorativas del Evangelio. Es justo que los pastores trabajen duro para servir al Evangelio, y por eso nuestros pastores trabajan bajo el sol abrasador. Si hay una sola alma que pueda ser salvada cuando cumplimos la función de manzanas decorativas, aunque sea bajo el sol abrasador, entonces nuestros pastores lo harían durante todas sus vidas. Los ministros son los que tienen el tipo de fe que les hace querer hacer todo lo posible para que el Evangelio de Dios florezca. El hecho de que hemos podido recibir la remisión de los pecados se debe a que nuestros predecesores de la fe fueron martirizados para preservar la Palabra de las Escrituras. 
Las siete lámparas del Tabernáculo contenían el aceite valioso de Dios. Por nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu hemos podido recibir este aceite y hemos podido disfrutarlo, y por la gracia de Dios nos hemos convertido también en manzanas decorativas del Evangelio. Cuando servimos al Evangelio, nos damos cuenta de que hay muchas cosas que hacer. Hay una lista infinita de cosas que tenemos que hacer. Desde publicar nuestros libros sobre el Evangelio, asegurar que los ministros tengan fondos suficientes para predicar la Palabra, orar, enseñar a nuestros hermanos y hermanas, hacer que nuestros hermanos y hermanas sirvan al Señor, todas estas cosas deben hacerse para cumplir nuestra función de manzanas decorativas que sirven al Evangelio. Espero que nunca olviden el hecho de que Dios nos está utilizando a los justos como manzanas decorativas para permitir que la flor del Evangelio del agua y el Espíritu florezca. 
 
 
Cuidar bien de los nuevos creyentes también es hacer la obra de Dios
 
Los hermanos y hermanas jóvenes que han recibido la remisión de los pecados recientemente son los más adorables pero también los más asustadizos en la Iglesia de Dios. Ante ellos, incluso los pastores deben ser humildes y hablarles a su nivel de entendimiento espiritual. ¿Por qué? Porque, aunque han recibido la remisión de los pecados, su criterio de juicio todavía tiende a basarse en la carne. Por tanto, los predecesores de la fe que han creído antes que ellos deben convertirse en las manzanas espirituales que sirven a esos jóvenes creyentes que siguen sus pasos. Deben servir a los nuevos creyentes para que cuando crezcan en la fe se den cuenta de cómo se les cuidó cuando eran jóvenes en la fe. Entonces darán las gracias por la amabilidad con la que se les trató, y con su fe devolverán ese trato a los nuevos santos que vengan a la Iglesia.
Sin embargo, no deben tratarles con amabilidad incondicionalmente. Ser muy amables con alguien de manera incondicional en la carne no significa que el alma de esa persona vaya a prosperar y crecer. La manera de llevar a la gente a su bienestar espiritual es guiarla según la voluntad de Dios por fe. Si somos amables a ciegas solo en la carne, en vez de ayudar a los demás, los estaremos corrompiendo. ¿Saben por qué algunos hermanos y hermanas se van de la Iglesia? Se van porque no fueron guiados por el camino espiritual. De la misma manera en que el candelero estaba labrado con martillo de una pieza de oro, los que se convierten en el candelero y en las manzanas decorativas deben negar sus pensamientos carnales y su propia justicia, y deben labrar sus corazones con un martillo para someterlos a la voluntad de Dios. Deben convertirse en obreros de la Iglesia de Dios al labrarse a sí mismo para someterse a Dios adecuadamente. 
Los trabajadores sociales a menudo se preguntan cómo pueden ayudar a la gente. ¿Cuál es la acción más adecuada? ¿Dar limosnas a los pobres o ayudarles a que sean independientes? A menudo, muchas personas solo les quieren dar dinero y comida. Pero los que saben algo acerca del trabajo social nunca dan dinero, sino que ofrecen el tipo de ayuda que implanta la motivación e independencia que necesitan los pobres para que puedan vivir sus vidas independientemente. Esto es lo que les ayuda de verdad. Así que ayudar a los demás requiere algunas habilidades técnicas. 
De la misma manera, este ministerio de la predicación del Evangelio es también un don de Dios, ya que requiere que reguemos las almas con la Palabra de Dios y las sirvamos para que su carne y su espíritu crezcan en armonía. En otras palabras, los ministros deben llevar a las almas al Señor, y deben guiarlas en cuestiones de la carne para que tengan éxito en sus vidas de fe. Los ministros deben estar siempre despiertos. Nuestras vidas de fe como los nacidos de nuevo deben cumplir la función de las manzanas decorativas todos los días en distintas ocasiones y contextos. Nuestro deber es pasar nuestra vida entera como las manzanas decorativas del Evangelio antes de ir al Señor. 
Tras salvarnos, nuestro Dios nos ha hecho manzanas decorativas y nos ha confiado las tareas adecuadas para que podamos hacer que la flor del Evangelio florezca por completo. La gente de este mundo que no ha nacido de nuevo es autoritaria, estirada, arrogante y siempre intenta que los demás creyentes le sirvan. Pero los siervos a los que Dios ha nombrado ministros en la Iglesia nacida de nuevo conocen Su voluntad y son fieles a lo que Dios les ha encomendado como manzanas decorativas del Evangelio. Es de vital importancia que los ministros cumplan la función de manzanas decorativas correctamente. Nuestro Señor dijo: «Es más bendito dar que recibir» (Hechos de los Apóstoles 20, 35). Esta noción no es meramente hipotética, sino que es el principio básico que guía nuestra fe y nuestras vidas. Los que dan son más benditos que los que reciben. ¿Han experimentado esto? 
Les voy a contar una historia. Una pareja tuvo un hijo cuando ya era mayor, y oró para que este hijo creciera siendo amado. El hijo creció con amor tal y como habían orado los padres. Pero con el paso del tiempo los padres descubrieron que su hijo, que pensaron solo sería amado, estaba convirtiéndose en una persona egoísta que solo pensaba en sí misma. Lo que habían estado haciendo no fue beneficioso para el hijo. Como siempre recibía, solo sabía recibir y no dar, y esto lo convirtió en un niño lleno de avaricia y egoísmo. La pareja mayor oró de nuevo para que su hijo aprendiera a amar a los demás. 
Dar es más bello que recibir. ¿No creen que es divertido servir al Señor? ¿No creen que es gratificante? Cuando pienso que un alma puede recibir la remisión de los pecados cuando sirvo al Evangelio por fe, me siento contento y gratificado. Los creyentes justos desean predicar el Evangelio a muchas almas. En la Iglesia de Dios, el papel de las manzanas decorativas del Evangelio es de vital importancia. Debemos darnos cuenta de la posición que Dios nos ha dado como manzanas decorativas. En esta posición de manzanas decorativas debemos cumplir con nuestro deber por fe. Creo que cuando servimos al Evangelio, no por nuestras habilidades y orgullo carnales, sino por nuestra fe en Dios, Él hará que la flor de la salvación florezca completamente. Cuando nos convertimos en las manzanas decorativas del Evangelio, las flores del Evangelio florecen completamente, y a través de estas flores somos bendecidos.
 
 

La Iglesia es el candelero que ilumina a este mundo con la luz de la salvación

 
Al reunirse los justos se convierten en el candelero del Evangelio e iluminan el mundo. Los justos hacer brillar la luz del Evangelio del agua y el Espíritu. Nosotros vivimos siendo el candelero que ilumina el mundo oscuro con la luz brillante de la verdad. Cuando los justos que han recibido la remisión de los pecados se convierten en las manzanas decorativas del Evangelio, las flores de la fe están floreciendo completamente en este mundo, y cuando esto ocurre el Evangelio del agua y el Espíritu es testificado por todo el mundo. Sin estas manzanas decorativas, no hay ni lámparas ni flores. El pie y la caña central del candelero tenía cuatro copas en forma de flor de almendro, cada una con su manzana decorativa y su flor. Cuando nos convertimos en estas manzanas decorativas y cumplimos el papel que se nos ha asignado, la Iglesia de Dios puede florecer en todas partes y muchas almas pueden ser salvadas de sus pecados. Cuando miramos el candelero, vemos que tenía una manzana decorativa encima de otra, y que encima de esta última había otra manzana junto con el pie y la caña central. Así, al servir al  Evangelio, las flores del Evangelio han estado floreciendo hasta ahora y el Evangelio será predicado por todo el mundo. Nosotros somos estas manzanas decorativas. Desde escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu hasta predicarlo, hemos hecho muchas obras como manzanas decorativas. Así es como pueden recibir la remisión de los pecados y predicarla a los demás. 
Hemos hecho varias obras para desempeñar nuestra función como estas manzanas decorativas. Por ejemplo, construimos esta capilla para nuestros retiros de discípulos y espirituales hace dos años. Nos costó un mes construir este edificio. Cuando lo construimos por fe, pensamos: «Nuestros hermanos y hermanas vendrán a este lugar para los retiros espirituales y muchas almas perdidas vendrán a nuestras clases sobre el Evangelio, escucharán la Palabra y recibirán la remisión de los pecados». Aunque tuvimos bastantes problemas durante la construcción de este edificio, siempre teníamos ese pensamiento en mente y superamos las dificultades trabajando fielmente con esperanza. Así es como se construyó este centro de formación para discípulos, y como hemos podido adorar en este lugar caliente y cómodo. Esto fue posible gracias a los que cumplieron la función de manzanas decorativas. Como nos hemos convertido en manzanas decorativas ahora podemos adorar sin pasar frío. Si no hubiese habido manzanas decorativas, no tendríamos estas comodidades. Antes de que se construyese esta capilla, este lugar era un desierto desolado. Si nos hubiésemos reunido en este lugar para escuchar la Palabra de Dios, ¿habrían venido? Haría demasiado frío para una reunión de culto y se habrían ido a casa. 
Esto se debe a que las manzanas decorativas han estado en su lugar y por eso hemos podido hacer florecer el Evangelio, no solo hasta hoy, sino que seguiremos haciéndolo en el futuro. Hay un poema coreano famoso titulado Junto a un crisantemo, y dice: 
«Para que un crisantemo florezca,
el ruiseñor debe haber estado llorando desde la primavera.
Para que un crisantemo florezca,
El rayo debe haber caído en las nubes sombrías...».
De hecho, las manzanas decorativas de muchos siervos de Dios y muchos santos han sido colocadas en el árbol del Evangelio. Para hacer que el Evangelio del agua y el Espíritu florezca, los trabajadores deben cumplir la función de manzanas decorativas y han trabajado duro todos los días. Debajo de estas manzanas el Señor ha puesto copas en forma de flor de almendro para que cumplamos esta función de manzanas decorativas mejor. Dios nos ha dado Su gracia en Su tiempo, nos ha dado el aceite para las siete lámparas. Como sabe que no podemos hacer nada con nuestras propias fuerzas, el Señor nos ha vestido en Su gracia a través de la Iglesia, para que podamos cumplir la función de manzanas decorativas que sirven al Evangelio. Por tanto, deben darse cuenta de que convertirse en estas manzanas no significa que podamos predicar el Evangelio por nuestra propia fuerza, Sino que solo por la gracia de Dios hemos sido glorificados para convertirnos en estas manzanas decorativas. 
Los que recibieron la remisión de los pecados hace poco y los que la recibieron hace mucho tiempo son las manzanas decorativas que deben servir al Evangelio. La razón por la que son iguales a pesar de las diferencias en sus niveles espirituales es que todos son manzanas decorativas. Todos nosotros somos manzanas decorativas sin excepción alguna. La vida espiritual correcta no se trata de predicar la Palabra espiritualmente mientras no se hace ninguna otra obra. Los que son verdaderamente espirituales pueden hacer cualquier cosa que beneficie al Evangelio. «Mi cargo en la iglesia es esto así que solo hago estas cosas. Como has recibido la remisión de los pecados ahora, ¿no deberían hacer otras cosas mientras yo hago las mías?». Esto no es correcto. Cuando se trata de servir al Evangelio, no hay nadie que sea mejor que otro. Todos debemos unirnos y convertirnos en el fertilizante para que el Evangelio florezca y dé frutos. 
 
 

¿Cómo pueden seguir a la carne los santos nacidos de nuevo?

 
«Estoy muy contento porque mis pecados han sido redimidos y estoy sin pecados. Pero podría ser más feliz si fuera rico. ¿No sería genial poder vivir con lujos?». ¿Hay alguno entre ustedes que quiera tener éxito en la carne ahora que sus problemas espirituales han sido resueltos? Cuando conocí al Señor por primera vez, sin darme cuenta de que me había salvado para que me pudiese convertir en la manzana decorativa por el Evangelio, pensé que podía cumplir esta función si ganaba dinero haciendo negocios. Pensé que podía ir a la iglesia todos los días, enseñar en la escuela dominical, predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a los niños, tener un negocio pequeño y trabajar solo unas horas al día, y dar todo mi dinero como ofrenda a la iglesia, y ayudar a plantar iglesias sirviendo a Dios con mis bienes materiales. Por supuesto también pensaba que a parte de las pocas horas que pasaría en mi negocio, pasaría el resto del tiempo por el Señor. Pero estos pensamientos no sirvieron de nada, ya que cuando le pregunté al Señor qué función debía cumplir como manzana decorativa, no quiso que le sirviera con dinero. 
Mis pensamientos eran incorrectos. El Señor no me dejó hacer lo que pensaba hacer. Así que ahora estoy cumpliendo con mi deber de manzana decorativa dedicándome al ministerio de la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos hacer todo lo que complazca a Dios. Si nos dice que quitemos una montaña, debemos quitarla. Si así vamos a salvar a muchas personas, entonces debemos estar dispuestos a hacerlo. Aunque una tarea parezca imposible o peligrosa, si Dios nos dice que la hagamos por fe, y si es beneficiosa espiritualmente, debemos creer que se cumplirá. Al principio no conseguimos mucho porque empezamos a excavar la montaña con palas, pero en su debido momento, utilizaremos dinamita para explotar la montaña y utilizaremos excavadoras para retirar los restos. Entonces la montaña desaparecerá. Como no seguimos los pensamientos propios, sino solo la voluntad del Señor, siempre cumplimos la tarea de manzanas decorativas por el Evangelio de Dios por fe. Así es como llevamos a cabo nuestra función de manzanas decorativas. 
El Señor nos ha puesto dentro de Su Iglesia para que nos convirtamos en las manzanas decorativas para predicar el Evangelio. La única diferencia es dónde se ponen esas manzanas decorativas, y cuando se trata de predicar el Evangelio, no hay ningún lugar más importante que otro. Si tenemos que poner algún orden, entonces los primeros sirven a los últimos, como dijo el Señor: «Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos» (Marcos 9, 35). ¿No es cierto que cuando el Señor nos ha llamado para que hagamos el papel de manzanas decorativas no quiere que nos enorgullezcamos de nosotros mismos? Cuando hacemos de manzanas decorativas correctamente, la obra maravillosa del Señor se lleva a cabo y la luz de las siete lámparas del candelero iluminan el Lugar Santo. 
Está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy: «También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte» (Éxodo 25, 38-40). Entre los utensilios del candelero había unas despabiladeras. Se ponía aceite y una mecha en las lámparas que había encima del candelero. Cuando las mechas estaban encendidas, a veces había chispas que saltaban, y las despabiladeras se utilizaban para evitarlo. Las espabiladeras también estaban hechas de oro. Los sacerdotes cortaban las mechas con estas despabiladeras y después las ponían en unas bandejas. Estos utensilios se utilizaban a menudo en el Lugar Santo. 
Cuando cumplimos la función de manzanas decorativas después de haber recibido la remisión de nuestros pecados, a veces nuestros corazones están endurecidos porque nos preocupamos demasiado de una tarea. Así que a veces hacemos nuestras obras de manera muy rutinaria o a medias. En esos momentos, los siervos de Dios debe cambiar las mechas del candelero. Al igual que las mechas quemadas se cortaban, los siervos de Dios renovamos nuestros corazones cambiando las tareas que se nos han asignado. Nuestro Señor quita la cera de nuestro corazón para que podamos seguir sirviendo al Evangelio con corazones renovados, tal y como está escrito: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5, 17). Gracias a esto los obreros sirven al Evangelio una vez más con sus corazones renovados. 
¿Recuerdan que no había nada más que oro puro dentro del Lugar Santo? Para convertirse en una manzana decorativa fiel por fe, deben buscar las nuevas obras del Señor sin cesar. Solo entonces podrán vivir siempre por fe. Debemos vivir hoy por fe, y debemos vivir mañana por fe también. Por fe podemos cumplir las nuevas funciones de las manzanas decorativas todos los días. Los trabajadores del Evangelio de Dios debemos quitar la cera de nuestros corazones y recortar la mecha con las despabiladeras, poner rectas las lámparas y hacer que sigan dando luz siempre. 
El interior del Lugar Santo es glorioso. El Señor ha llamado y reunido a los Santos en la Iglesia de Dios para que se conviertan en el candelero que predica el Evangelio de la remisión de los pecados. En la Iglesia Dios ha puesto líderes, les ha dado a los justos los dones que les permiten servir al Evangelio, y nos ha llamado para que sirvamos al Señor convertidos en las manzanas decorativas que hacen que las flores del Evangelio florezcan desde las tareas que se nos han asignado individualmente. Dios nos ha permitido así predicar el Evangelio a los pecadores por todo el mundo. Esta es la verdadera ekklesia, la Iglesia de Dios. En otras palabras, somos el pueblo de la Iglesia de Dios donde los santos y los que están salvados se reúnen. Nuestro Dios nos ha salvado del pecado al librarnos de nuestros pecados e iniquidades y al sacarnos de este mundo. A través de la salvación del Señor, Dios nos ha salvado al hacernos creer en Jesús, y ha formado esta Iglesia para que sirvamos al Evangelio unidos. Esta es la verdad que ha formado la reunión de los santos. 
 
 

La Iglesia existe para hacer que la luz del Evangelio del agua y el Espíritu brille

 
La razón por la que había un candelero labrado de un talento de oro es que la Iglesia de Dios debe unirse y hacer que las flores del Evangelio florezcan. Este candelero denota la Iglesia de Dios, y existe para iluminar toda la oscuridad. Esta es la razón por la que existe la Iglesia. La Iglesia se ha convertido primero en una manzana decorativa para servirnos a los nacidos de nuevo. Ahora es nuestro turno. Todos los que hemos recibido la remisión de los pecados debemos convertirnos en estas manzanas decorativas y debemos llevar a cabo nuestras tareas como manzanas decorativas y fertilizantes para que las flores del Evangelio florezcan. Todos los justos y toda la Iglesia de Dios debe llevar a cabo la función de candeleros que predican la ley del Evangelio por todo el mundo y sirven al Señor. 
No estamos intentando establecer una denominación nueva. Si tenemos que describir nuestra denominación, entonces es la denominación de Jesús. Somos los justos que han sido llamados para servir al Señor. Cuando nos convertimos en las manzanas decorativas del candelero y servimos al Señor, no damos cuenta de que Él cubre todas nuestras necesidades porque somos las manzanas decorativas. Aunque no intentemos nada en particular para cubrir nuestras necesidades, Dios nos da todos lo que necesitamos en abundancia. El Señor nos lo da todo a su debido tiempo, como dijo: «Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6, 33). El Señor les da a los justos que sirven al Evangelio todo lo que necesitan. Cuando los trabajadores que están haciendo la obra de manzanas decorativas pasan por dificultades, el Señor les da fuerzas diciendo: «¡Animaos! Estoy siempre con vosotros». Cuando las manzanas decorativas no tienen fe, les da fe diciendo: «¡Tened una fe fuerte! Podéis hacerlo todo a través de Mí porque os doy fuerzas». Entonces el Señor les da Su gracia y resuelve el problema diciendo: «Mi manzana decorativa, de verdad necesitas esto. Voy a resolver este problema por ti». Para utilizarnos como las manzanas decorativas de Sus obras justas, Dios bendice a los justos que se han convertido en esas manzanas decorativas. 
Hagamos lo que hagamos los justos, debemos hacerlo para servir como manzanas decorativas para que el Evangelio florezca. Nuestros estudiantes también estudian mucho como manzanas decorativas del Evangelio. Para que nuestros creyentes laicos se ganen la vida con sus trabajos, también deben ser las manzanas decorativas del Evangelio. Hagamos lo que hagamos, debemos hacerlo para convertirnos en las manzanas decorativas del Evangelio del Señor. los justos debemos existir para llevar a cabo el papel de manzanas decorativas del Evangelio, y es así como debemos vivir con fe. Las manzanas decorativas son muy importantes para que las flores del Evangelio florezcan. 
Deben recordar que ustedes no son las flores. La flor del Evangelio es Jesús. La verdadera Luz es Jesús. Todo lo que nosotros hacemos es predicar a Jesucristo por todo el mundo por fe creyendo en la Verdad de la salvación manifestada en Sus hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino torcido. Está escrito en 1 Corintios 10, 31: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios». Nuestras vidas están orientadas a predicar este Evangelio cumpliendo la función de manzanas decorativas con fidelidad. 
Lo que le preocupa más a la gente en su juventud es el futuro. Se preguntan: «¿Cómo será mi vida? ¿Dónde está mi amor y qué está haciendo ahora mi futuro cónyuge?». ¿Dónde está mi futuro cónyuge? Está en la Iglesia de Dios y es Jesucristo. ¿Qué hace? Da la luz. Es la Luz del Evangelio del agua y el Espíritu. Es el Señor, y todos ustedes son las novias de Cristo. El Señor está diciendo que vayamos a Su Iglesia y que allí nos encontrará a través de la Palabra. El Señor está diciendo que nos encontrará cuando oremos a Dios creyendo de todo corazón en la Verdad manifestada en los hilos azul, púrpura y carmesí y el lino fino entrelazado. Les ha dicho que irá a verles cuando crean en Él. 
Los justos deben estar siempre despiertos en sus pensamientos. Cuando llenan sus corazones con el Evangelio del agua y el Espíritu, el Espíritu Santo les mantendrá despiertos todos los días. Todo lo que tienen que hacer los justos es vivir según el Espíritu Santo para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando hacen esto, podrán distinguir los pensamientos carnales de los espirituales.
Probablemente habrán pelado una cebolla, capa por capa. Primero está la piel externa y cuando la van pelando, parece capa tras capa, y se va haciendo más verde. Cuando quitan esta piel verde, aparece una capa interior blanca. cuando pelan esa capa, aparece otra capa blanca como la de antes. Toda la cebolla está hecha de capas blancas. Cuando se pela y se expone la piel blanca, con el tiempo esa capa se vuelve amarilla. Pero cuando se le quita esa capa amarilla, la otra capa es blanca. Al cabo del tiempo esa piel interna se convierte en piel externa y tienen que pelarla otra vez para conseguir una capa más crujiente. 
Nuestra carne es como estas capas de la cebolla y por eso debemos pelar nuestros pensamientos carnales todos los días. Ahora pueden pensar: «Me negué a mí mismo cuando fui salvado, pero ¿tengo que negarme una y otra vez después de recibir la remisión de mis pecados? ¿Tienes idea de cuántas veces me negué a mí mismo el año pasado? Ya fue difícil cambiar mi corazón, ¿y ahora tengo que hacerlo otra vez? ¡Es muy difícil!». Pero, hermanos y hermanas, deben quitar los pensamientos de su carne porque es lo correcto. El Señor nos está diciendo que debemos pelar nuestros pensamientos carnales como pelamos una cebolla. 
Nuestro Señor quiere encontrarnos a través de la Palabra escrita. Quiere encontrarnos en la mesa del pan de la proposición, en el candelero, en el altar del incienso, y en el propiciatorio. Lo que les estoy diciendo es que no deben ser obligados a negarse a sí mismos y fingir tener fe cuando no la tienen, sino que deben negarse a sí mismos por su propia voluntad por fe. ¿Lo entienden ahora? El Señor no está sugiriendo meramente lo que deben hacer. Cuando graban en sus mentes que deben negarse a sí mismo en sus corazones, entonces lo consiguen por su cuenta. Lo consiguen sin darse cuenta: «Así que esta es la forma de negarse a uno mismo». Pero si no se enseñan los principios básicos y se obliga a la gente a negarse a sí misma, no solo no lo conseguirán, sino que acabarán perdiendo la fe. 
Cuando domamos nuestros corazones y los sometemos, el Señor se complace. Si le complace al Señor debemos someter nuestros pensamientos carnales. Por supuesto, hay cosas que parecen estar fuera de nuestro control, pero aún así intentamos conseguirlas. ¿No es así? Como el Señor nos ha salvado y nos ha hecho obreros Suyos, no hay nada que no podamos hacer, como dijo el Apóstol Pablo: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Filipenses 4, 13). Además, cuando se trata de hacer florecer las flores del Evangelio, aunque seamos las manzanas decorativas más pequeñas de todas, cuando el Evangelio florece es magnífico. ¿Qué es lo que no pueden hacer? Si el Señor hace que las flores del Evangelio florezcan y salven a las almas si nos convertimos en las manzanas decorativas más pequeñas, ¿acaso no podemos ser manzanas decorativas? Por supuesto que podemos. 
Asimismo debemos admitir nuestra fe en el corazón de buena gana. Todo lo que debemos hacer es reconocer lo justo como justo, diciendo: «Sí, eso es justo», y admitir lo malo como malo, diciendo: «No, mis pensamientos eran malos. Estaba equivocado». Esto es seguir al Señor, negarse a uno mismo y someter nuestra propia voluntad. Cuando sometemos nuestros deseos carnales, nuestro Señor nos transforma. Sin embargo, no podemos transformarnos por nuestra cuenta. Convertirse en una persona espiritual no puede conseguirse con los esfuerzos propios. Lo que debemos hacer es examinarnos ante la palabra de Dios para ver si estamos bien o mal, y si estamos mal, todo lo que tenemos que hacer es admitirlo, diciendo: «Sí, Señor. Tú tienes razón, yo estaba equivocado». Cuando hacemos esto, la oscuridad desaparece de nuestros corazones. Entonces el Señor nos dice: «A pesar de ser como eres, he borrado tus pecados. Te he dado la luz». Nuestro Señor nos está diciendo: «Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo» (Efesios 5, 13). 
No podemos hacer nada por nuestra propia voluntad. Todo lo que tenemos que hacer es vivir en el Lugar Santo por fe. Cuando vivimos en el Lugar Santo por fe, el Señor obra en nosotros. Para hacernos manzanas decorativas más valiosas, Dios nos da más gracias y más bendiciones. Como Dios quiere predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a través de nosotros, nos da más gracias y más bendiciones. Espero que todos crean en esta verdad. Espero que crean en toda la Palabra de Dios. ¿Creen en esto? Si dicen sí cuando se les hace esta pregunta, su fe crecerá. En la fe nadie puede aprender nada por su cuenta. 
Los ministros son manzanas decorativas, y también lo son nuestros hermanos y hermanas. «Eres una manzana decorativa fea, pero yo soy una manzana bella». Sé que hay algunos de ustedes que piensan así, pero cuando tienen estos pensamientos deben dejarlos de lado, y darse cuenta de que están yendo en la dirección contraria a Dios. ¿De qué vale que las manzanas decorativas compitan con otros santos en un concurso de belleza inútil para conseguir un premio? Por muy buenas que parezcan las manzanas decorativas, ¿pueden ser más bellas que la flor? Si las manzanas decorativas son más bellas que la flor, entonces la flor será inútil y no tendrá atractivo. De la misma manera en que se utilizan ladrillos grandes y pequeños para construir una pared, todos nosotros, ya seamos mejores o peores, somos necesarios como manzanas decorativas que hacen que las flores del Evangelio florezcan. 
Por eso, no debemos ignorarnos mutuamente por arrogancia, sino que debemos cuidarnos y darnos cuenta de que todos somos valiosos. Todos somos valiosos. Todos somos necesarios. De la misma manera en que Dios le ordenó a Moisés que hiciera un candelero de un talento de oro labrado, mediante la ley de salvación nos ha convertido en los justos y no ha hecho manzanas decorativas que sirven al Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, Dios se complace al predicar Su Evangelio con nosotros. Incluso ahora Dios está predicando el Evangelio del agua y el Espíritu a toda la humanidad a través de Su Iglesia. A través de la predicación de este Evangelio y sus manzanas decorativas, Dios quiere iluminar al mundo entero con Su amor de la Verdad. 
¡Aleluya! 
 
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El TABERNÁCULO (III): Una Sombra del Evangelio del Agua y el Espíritu