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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 1-4] La Verdad que Testificó Juan el Bautista (Juan 1:19-28)

La Verdad que Testificó Juan el Bautista(Juan 1:19-28)
“Este es el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres? Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No. Le dijeron: ¿Pues quién eres? para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Dijo:
‘Yo soy la voz de uno que clama en el desierto:
Enderezad el camino del Señor,
Como dijo el profeta Isaías.’
Y los que habían sido enviados eran de los fariseos. Y le preguntaron, y le dijeron: ¿Por qué, pues, bautizas, si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? Juan les respondió diciendo: Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado. Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.”
 
 
Juan 1:6-7 dice, “Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.” Aquí en este pasaje, ‘Juan’ no es el autor del Evangelio de Juan, el Apóstol, sino Juan el Bautista quién fue el Elías prometido por Dios que habría de venir. Como está profetizado en Malaquías 4:5, podemos entender como la Verdad del evangelio está siendo testificada por Juan el Bautista.
Como podemos ver en el testimonio de Juan el Bautista en el texto de hoy y en el siguiente testimonio de Jesús, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29), Juan testificó que Jesús es el Cordero de Dios y el Salvador de todos los pecadores, quién llevó todos los pecados del mundo sobre Sí Mismo.
Al ser bautizado por Juan el Bautista, Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Sí Mismo y llevó todos esos pecados hasta la Cruz. Jesús no dio testimonio de Sí Mismo, diciendo, “Yo soy el Hijo de Dios. Yo cargo todos los pecados del mundo.” Más bien, Juan el Bautista nos dio testimonio de que Jesús tomó todos los pecados del mundo por medio del bautismo que Él recibió. Así, Jesús llego a ser nuestro Salvador al llevar todos esos pecados del mundo sobre la Cruz.
Al igual que Juan el Bautista no dio testimonio de sí mismo, tampoco Jesús dio testimonio de Sí Mismo. Más bien, Él dejo que Sus discípulos dieran testimonio acerca de Él. No podemos evitar creer en Jesús en nuestro corazón debido al testimonio de Juan el Bautista. Nuestro Señor nos ha dicho que recibimos la remisión del pecado no porque hayamos experimentado milagros y señales especiales sino por nacer de nuevo por la fe en el evangelio del agua y el Espíritu el cual adquirimos por medio del testimonio de Juan el Bautista. Llegamos a ser hijos de Dios creyendo en nuestro corazón que Dios ha limpiado todos nuestros pecados por medio del evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

¿Cuál es la Luz de la Verdad?

 
Juan capitulo 1 está testificando acerca de la Luz de la Verdad. Aquí la Luz es la Verdad significa que Jesús ha salvado a todos los pecadores por medio de Su bautismo recibido de Juan el Bautista y luego derramando Su sangre sobre la Cruz. Juan el Bautista dio testimonio de que Jesús es el Hijo de Dios, el Rey de reyes, el Creador, el Amo de toda la humanidad y el perfecto Salvador de todos los pecadores. Él dio testimonio de que Jesús nuestro Salvador tomó todos los pecados de este mundo al ser bautizado en el Río Jordán y de que Él llevó esos pecados hasta la Cruz en donde Él vicariamente recibió todo el juicio por todos esos pecados en nuestro lugar. Por medio de Su bautismo y de Su derramamiento de sangre, Jesús nos liberó de todos nuestros pecados. Y quien sea que crea en Jesús como el Salvador por medio del testimonio de Juan es liberado de todos sus pecados y se convierte en hijo de Dios.
La más grande bendición para la humanidad es el regalo de la salvación creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu dado por Jesús. Debido a que Juan el Bautista testificó que Jesús es el verdadero Salvador, podemos recibir la remisión total del pecado creyendo en nuestro corazón que Jesús es nuestro Salvador quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu. Como tal, el testimonio de Juan el Bautista ha jugado una parte crucial en la salvación de todos los pecadores de sus pecados. Puede que haya alguna gente que se oponga a esta idea; sin embargo, Dios predetermino a Juan como testigo de Jesús.
Juan el Bautista dio testimonio de Jesús como el Cordero de Dios profetizado en el Antiguo Testamento. “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Este testimonio fue dado al día siguiente de que Juan bautizó a Jesús imponiendo sus manos sobre Él. Puede que sepas que Aarón el Sumo Sacerdote tenía que imponer ambas manos sobre la cabeza de un chivo vivo para ofrecer todos los pecados de los Israelitas a Dios en el Día de la Expiación (Levítico 16:20-21).
De hecho, Juan el Bautista podía dar testimonio de esta manera ya que el vio al Espíritu Santo descendiendo como paloma y posándose sobre Jesús cuando Él salio del agua y escuchó lo que Dios Padre testifico acerca de Él desde el cielo, “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:16-17). Sabemos esto debido a que Juan el Bautista da testimonio después en las siguientes palabras, “Y yo no le conocía; mas para que fuese manifestado a Israel, por esto vine yo bautizando con agua” (Juan 1:31). La razón por la que Juan el Bautista bautizó a Jesús fue para testificar que Él es el Salvador de todos los pecadores, el Hijo de Dios, y el Cordero de Dios que tomó todos nuestros pecados sobre Sí Mismo. Para revelar al mundo que Jesús es el Salvador, él tuvo que bautizarle imponiendo sus manos sobe la cabeza de Jesús en el agua del Río Jordán.
 
 

Juan el Bautista Tuvo que Bautizar a Jesús

 
La razón por la que Juan el Bautista bautizó a Jesús fue para transferir todos los pecados de todos los pecadores a Jesús. En otras palabras, la razón por la que Jesús fue bautizado fue para tomar todos los pecados de cada persona que ha vivido y que vivirá en este mundo.
El pasaje de la Escritura de Mateo 3:13 a 3:15 dice, “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó.”
Mientras que Juan el Bautista estaba bautizando a otra gente, inesperadamente Jesús vino al Río Jordán para ser bautizado por él. Viéndolo a Él, Juan el Bautista estaba sorprendido y dijo, “Yo debo recibir el bautismo de Ti. ¿Cómo, entonces, vienes Tú a mí para ser bautizado?” Sin embargo, Jesús contesto, “Yo debo tomar todos los pecados de toda la gente recibiendo de ti el bautismo. Así, que debes bautizarme a Mí.” Entonces, Jesús fue bautizado en el Río Jordán por Juan el bautista, quién dio testimonio acerca de Él.
Aquí viene uno de los pasajes más importantes para nuestra salvación: “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó” (Mateo 3:15). Al ser bautizado de esta manera, Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Sí Mismo y cumplió toda la justicia de Dios. Justo cuando Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista, todos los pecados de este mundo fueron transferidos sobre Jesús. Ahora, todos en este mundo no tienen que guardar ya más ningún pecado debido a que Jesús cumplió toda la justicia de Dios al ser bautizado por Juan el Bautista y al tomar todos los pecados del mundo sobre Sí Mismo.
El bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista fue el método planeado por Dios de transferir todos los pecados de todos los pecadores sobre Jesús. Para que Jesús tomara todos los pecados de este mundo sobre Sí Mismo, Jesús tuvo que ser bautizado por Juan el Bautista. El bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista era un proceso indispensable para la salvación de todos los pecadores. Después de que Él fue bautizado, Jesús cargó todos lo pecados de este mundo durante los tres años de ministerio público, hasta que Él recibió el juicio por todos esos pecados sobre la Cruz, murió y resucitó de entre los muertos. De este modo, Jesús llegó a ser el Salvador verdadero quién se encargó de todos los pecados de todos los pecadores.
 
 
¿Es Juan el Bautista Descendiente de Aarón?
 
Juan el bautista nació en este mundo seis meses antes que Jesús, y nació de la casa de Aarón, el primer Sumo Sacerdote de los tiempos del Antiguo Testamento. Él nació de un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías de entre los descendientes de Aarón el Sumo Sacerdote.
Entonces, ¿por qué envió Dios a este mundo a Juan el Bautista? Fue para encomendarle la tarea de transferir los pecados de este mundo sobre Jesús. Dios envió a Juan el Bautista a este mundo para ese propósito. Y Dios está dando testimonio de que Juan el Bautista era el encargado que transferiría todos los pecados de este mundo sobre Jesús.
Por lo tanto, Dios planeó que la gente recibiera su salvación de todos los pecados creyendo en el testimonio de Juan el Bautista. Así, la razón por la que Dios envió a Juan el Bautista a este mundo seis meses antes que Jesús fue para encargarlo como el Sumo Sacerdote de toda la humanidad-al igual que había Sumos Sacerdotes antes que él en los tiempos del Antiguo Testamento-quién transferiría todos los pecados de este mundo sobre Jesús. Esto es, las dos misiones de Juan el Bautista fueron transferir todos los pecados del mundo sobre Jesús y dar testimonio de la Verdad de la salvación a todos los pecadores por lo que Jesús llevó todos sus pecados.
La razón por la que Dios ha dejado en este mundo a aquellos de nosotros que hemos recibido la remisión del pecado es para dar testimonio de la Verdad del evangelio al igual que lo hizo Juan el Bautista. Así, Dios le confío a Juan el Bautista el ministerio de dar testimonio como esta escrito en Isaías:
“Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor;
Enderezad sus sendas.
Todo valle se rellenará,
Y se bajará todo monte y collado;
Los caminos torcidos serán enderezados,
Y los caminos ásperos allanados; 
Y verá toda carne la salvación de Dios” (Lucas 3:4-6).
Esto significa que todos pueden recibir la remisión del pecado creyendo en su corazón en Jesucristo, quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu.
Juan el Bautista continuamente da testimonio de que Jesús es el Señor y el Salvador: “pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios” (Juan 1:33-34). El Espíritu Santo ya le había enseñado esto de antemano. Así que cuando Jesús le pidió a Juan que lo bautizara a Él, Juan reconoció quién era Él y transfirió todos los pecados del mundo sobre Jesús. Transferir todos los pecados del mundo fue el propósito de que Jesús fuera bautizado por Juan el Bautista.
 
 
Las Dos Clases de Bautismo que Dio Juan el Bautista: A Jesús y A los Israelitas
 
El primer objetivo de Juan el Bautista al bautizar a la gente era hacer que los Israelitas se arrepintieran t se volvieran de la adoración a ídolos extranjeros y se volvieran a Dios. Pero, el propósito del bautismo que le dio a Jesús es diferente. Fue para limpiar todos los pecados del mundo al transferirlos a Jesús. Por medio del bautismo que Jesús recibió de Juan, Dios transfirió todos los pecados del mundo sobre Jesús por un proceso adecuado, y a través de Su justicia completó la remisión del pecado para todos los pecadores cuando Jesús recibió el juicio de aquellos pecados en nuestro lugar sobre la Cruz.
Cuando los justos reciben el bautismo después de recibir nuestra salvación, estamos confesando la fe que dice “Yo he sido liberado de todos mis pecados debido a que Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista.” Nacemos de nuevo creyendo que Jesús es el Cordero de Dios quién toma todos los pecados del mundo y que Jesús elimino completamente todos los pecados de toda la humanidad de todos los pecadores al tomarlos con el bautismo que Él recibió.
Jesús es el Cordero de Dios quién ha tomado todos los pecados del mundo. Jesús vino a este mundo hace 2,000 años, tomó todos los pecados del mundo, y murió sobre la Cruz para expiar todos esos pecados. Cuando mencionamos los pecados de este mundo, ¿Cuáles son los límites de estos pecados? Todos los pecados del mundo se refieren a todos los pecados desde el principio de la humanidad hasta los últimos días de la humanidad. Han pasado más de 2005 años desde que Jesús vino a este mundo, y todos los pecados que han sido cometidos hasta ahora también están incluidos. Al decir el mundo, queremos decir todo desde el mismísimo principio hasta el mismísimo final, y todos los pecados que se realizan en medio forman parte de todos los pecados del mundo.
Queridos compañeros creyentes, debemos entender las palabras “los pecados del mundo” cuidadosamente. Juan el Bautista proclamo, “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Él está diciendo, “Gente, ¡mire! Ese Cordero de Dios, Jesucristo, el Hijo de Dios quién lleva todos los pecados de este mundo, es el Salvador de todos los pecadores. Esa Persona ha llevado todos los pecados de este mundo al ser bautizado en mí lugar. Al llevar todos los pecados de todos los pecadores, Jesús ha eliminado completamente tus pecados. Todos los pecados de cada pecador en el mundo fueron borrados completamente por Él.” Por este testimonio de Juan el Bautista, quien sea que crea en Jesucristo como su Salvador puede recibir la remisión del pecado.
Debido a que Jesús tomó todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan y Él derramó Su sangre sobre la Cruz para expiarlos, ahora Él nos exhorta a recibir la remisión del pecado creyendo en esta Verdad. Queridos compañeros creyentes, ¿aún tienes pecado? No somos libres del pecado porque no hayamos cometido ningún pecado o porque seamos completamente inocentes. Más bien, se debe a que Jesús tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo. Ya que Jesús tomó todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, los que creen en esta Verdad reciben la remisión de todos sus pecados. Somos libres del pecado debido a que creemos en la Verdad de la salvación creyendo en el corazón en el evangelio del agua y el Espíritu.
Hemos recibido la remisión del pecado creyendo en el evangelio testificado por Juan el Bautista. Aún así, no podemos recibir nuestra salvación si no creemos en la Palabra de la Verdad hablada por Dios, la salvación por medio del bautismo de Jesús. Dios Mismo aparece a los pecadores en estos días por medio de la Palabra. No existe una sola persona que haya visto a Dios. Aún así, llegamos a creer en Dios al creer en Su Palabra. Además, recibimos la remisión de todos nuestros pecados por medio de Su Palabra.
Juan el Bautista continúa testificando. Esta escrito en Juan 1:35-39, “El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima.”
Si observamos el pasaje de la Escritura de arriba, encontramos que el número de los discípulos de Jesús aumentó debido al testimonio de Juan el Bautista. Entre los discípulos de Jesús, existían muchos que habían sido seguidores de Juan el Bautista. Sin embargo, Juan el Bautista no les dijo que lo siguieran a él. Más bien, les dio testimonio acerca de cómo Jesús cargó todos los pecados del mundo después de que Él fue bautizado “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). “¡Miren! Ahí va el Cordero de Dios. Esa Persona es el mismísimo Hijo de Dios, nuestro Señor y Salvador.” Debido a ese testimonio, dos de sus discípulos lo dejaron para seguir a Jesús. A partir de ese momento, comenzaron su vida nuevamente como discípulos de Jesús.
Nosotros los que creemos en el evangelio del agua y el Espíritu también somos los discípulos de Jesucristo. Cualquiera que ha llegado a ser discípulo de Jesucristo ha llegado a serlo por medio de la fe en el evangelio del agua y el Espíritu, lo cual es de lo que Juan el Bautista testificó. Desde luego, Jesús Mismo también en algunas ocasiones llamó gente para que lo siguiera a Él, y ellos se convirtieron en Sus discípulos, como fue el caso de Felipe. En el caso de Simón Pedro y de Andrés su hermano, Jesús dijo, “Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres” (Marcos 1:17). Aún así, Juan el Bautista convenció a sus discípulos que Jesús es el Cordero de Dios y al Único que debe seguirse. Juan el Bautista convirtió a sus discípulos en creyentes de Jesús como su Salvador.
Juan el Bautista jugó el papel que le permite a la gente seguir solamente a Jesús correctamente. Aún ahora, si todos los pecadosres fueran a ser liberados de todos sus pecados y fuesen justos creyendo en Jesús como su Salvador quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu, se debería al bautismo que Juan el Bautista le dio a Jesús y al testimonio que es dado por los discípulos de Jesús.
Entonces, todos aquellos que creen en la Palabra del Antiguo Testamento también deben creer en Jesús, quién es el Mesías. ¿Quién es el Salvador y el Amo de toda la humanidad? Ese es Jesús. ¿Quién es el siervo que con precisión dio testimonio acerca de Jesús? Ese es Juan el Bautista. Después de oír el testimonio de su amo, “¡He aquí el Cordero de Dios! Él es el Salvador,” los discípulos de Juan el Bautista incluyendo a Andrés siguieron a Jesús y se convirtieron en Sus discípulos, y le siguieron a Él. “Y volviéndose Jesús, y viendo que le seguían, les dijo: ¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: Rabí (que traducido es, Maestro), ¿dónde moras? Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima” (Juan 1:38-39).
Queridos compañeros creyentes, debemos creer con certeza que Jesús es el Hijo de Dios, nuestro Salvador. También, debemos creer que Jesús nos concedió la remisión de todos nuestros pecados por Su bautismo y derramamiento de sangre. Jesús preguntó, “¿Qué buscáis?” y los discípulos de Juan respondieron, “Maestro, ¿dónde moras?” “Venid y ved.” A partir de aquí, Jesús los tomo y les mostró en dónde moraba Él.
Queridos compañeros creyentes, ¿cómo sería la casa de Jesús? ¿Sería como algunos palacios? Jesús no tenía casa propia mientras vivió en este mundo. Viajando a través del desierto durante Su misión, algunas veces Jesús subió a las montañas a orar y hasta durmió ahí. Como dice la Escritura, “Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza” (Lucas 9:58; también Mateo 8:20), Jesús nunca se quedó en ningún lugar. Eso significa que Jesús no vivió en esplendor mientras que Él estuvo en este mundo.
Ni Jesús ni Sus discípulos tenían muchas posesiones. Simplemente por el testimonio se su maestro anterior, Juan el Bautista, que Jesús es el Cordero de Dios, ellos llegaron a ser los discípulos de Jesús creyendo que Él era el Hijo de Dios, el Salvador y el Señor. Hoy, si tú y yo vamos a ser discípulos del Señor Jesús, debemos hacer del mismo modo. Andrés y otra persona anónima se convirtieron en discípulos de Jesús al creer en Él y al seguirlo a Él.
Aunque Jesús no vivió en esplendor y en gloria mientras que Él estaba en este mundo, fundamentalmente Él es el verdadero Dios e igual a Dios Padre, Él es el Hijo de Dios, el Creador del universo y de todo lo que hay en el, y es nuestro Salvador. Podemos llegar a ser discípulos de Jesús y dar testimonio acerca de Él solo cuando creemos que Él es el Mesías quién vino en semejanza de hombre por la Palabra hecha carne. Si nosotros también deseamos ser discípulos de Jesucristo, debemos saber y creer que el bautismo de Jesús fue para transferir todos los pecados del mundo sobre Él y que el derramamiento de sangre sobre la Cruz fue para que Jesús recibiera el juicio por todos los pecados en lugar nuestro. Queridos compañeros creyentes, ¿entienden?
“Les dijo: Venid y ved. Fueron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima” (Juan 1:39). Aquí, claramente nos dice como se hace un discípulo de Jesús. Ciertamente, esta gente necesitaba al Mesías y no un dueño muy rico de tierras o un político muy famoso. Los discípulos de Juan el Bautista estaban esperando el Mesías y no una gloria terrenal. Ellos realmente deseaban recibir la remisión del pecado y entrar al Reino del Cielo creyendo en el Mesías.
Veamos juntos Juan 1:40-42. “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). Y le trajo a Jesús. Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro).”
A través del testimonio de Andrés, su hermano Pedro pudo tener un encuentro con Jesús. Y él se convirtió en discípulo de Jesucristo. Pedro llegó a ser un creyente de Jesús y vivió una vida justa siguiendo a Jesús. Andrés dio testimonio a Pedro de que había tenido un encuentro con el Mesías (que traducido es el Cristo), que el Hijo de Dios es el Aquel mismo profetizado por los profetas del Antiguo Testamento, y que Él es el Mesías nuestro Salvador quién vino a este mundo como descendencia de una mujer para liberarnos de todos nuestros pecados. Cuando Andrés dio testimonio a Pedro de lo que había creído, Pedro fue guiado a Jesús y tuvo un encuentro con Él y llegó a ser un discípulo de Jesús.
Aquí en el pasaje de la Escritura de hoy, podemos saber de quién dio testimonio Juan el Bautista. También nos enseña lo importante que es el papel de Juan el Bautista para aquellos que creen en Jesús como su Salvador. Si no hubiese sido por el testimonio de Juan el Bautista, Andrés y Pedro no se hubieran convertido en discípulos de Jesús. Y tú y yo tampoco habríamos sido Sus discípulos. Sin el testimonio de Juan el Bautista, ¿cómo habríamos llegado a ser discípulos de Jesús? ¿Cómo hubiéramos creído en Jesús como nuestro Salvador? El Apóstol Juan, el escritor del Evangelio, enfatiza la importancia del papel de Juan el bautista y de su testimonio. Es claro que todos nosotros somos hijos de Dios totalmente debido al testimonio de Juan el Bautista.
Juan el Bautista jugó un papel indispensable e importante en la propagación del evangelio. Debemos entender que nuestro papel es el mismo que el de Juan el Bautista. al igual que Juan el Bautista fue la voz que declaraba abiertamente cómo Jesús tomó todos nuestros pecados sobre Sí Mismo al venir a este mundo, también nosotros somos tales voces. Nosotros los justos no somos salvadores y no somos dioses. Más bien, nosotros los justos somos los siervos de Dios, y una voz en el desierto que claramente da testimonio acerca de Jesucristo. Esta voz guió a la gente a encontrarse con la verdadera Vida. La Biblia menciona que aquellos que aceptan la voz (el evangelio) de los justos reciben la salvación y se convierten en discípulos de Jesús al igual que llegan a ser hijos de Dios. Deberemos vivir las vidas de discípulos que testifican el evangelio del agua y el Espíritu después de haber tenido un encuentro con este evangelio verdadero, el cual Jesús el Mesías nos dio. Este es el papel de los justos.
El papel de los justos es muy importante en esta era. Al igual que la luz de un faro es la luz de seguridad que guía a los barcos a través de caminos seguros en la oscuridad, los justos se convierten en la luz de la salvación en este mundo oscuro. ¿Cuan importante es este papel? Si no fuese por nosotros, no habría nadie que diera testimonio del evangelio del agua y el Espíritu. Debemos vivir nuestras vidas como la de Juan el bautista y como las vidas de los discípulos de Jesús.
Mis queridos compañeros creyentes, claramente Dios nos está diciendo cual es nuestro papel como justos y cual fue el papel de Juan el Bautista. Dios también nos esta diciendo que Jesús ha llegado a ser el salvador para toda la humanidad. Al igual que Juan el Testimonio testifico acerca de Jesús, nosotros los justos también debemos tratar de dar testimonio claramente acerca de Jesús en vez de distinguirnos a nosotros mismos en este mundo. La gente creerá y se convertirán en hijos de Dios después de escuchar las voces de los justos, pero únicamente cuando los justos testifiquen activamente quién era Jesús, que Él es nuestro salvador, y que Él es el Cordero de Dios, y que Él llevó los pecados del mundo. Este es el papel de los justos. Nosotros como justos no debemos hacernos a nosotros mismos distinguidos en el mundo sino dar testimonio acerca de Jesús.
Los siervos y los creyentes de Dios no deben individualizar sus propios logros por la alabanza. Meramente somos la voz de uno que clama en el deserto. Nosotros quienes hemos llegado a ser justos no debemos ir tras nuestra propia fama y estatus, sino más bien entregarnos a nosotros mismos a dar testimonio del evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Para dar testimonio acerca de Jesús y propagar el evangelio del agua y el Espíritu, no existe ningún ego. Si vamos tras nuestro egoísmo, seremos incapaces de compartir la justicia de Dios. Los justos deben jugar el papel de testimonio del evangelio. Todo nos fue dado a nosotros como una bendición de Dios. Se nos ha dicho que seamos responsables de nuestras obligaciones como testigos del evangelio y vivir el resto de nuestras vidas como discípulos de Jesús.
Juan el Bautista dio testimonio que Jesús es el verdadero Salvador hasta que se fue al Cielo, después de que él transfirió los pecados del mundo sobre Jesús al bautizarlo a Él. Después de haber guiado a mucha gente a Jesús. Claramente él dio testimonio de que Jesús es nuestro Salvador, y después de reprender a los inmorales, él fue martirizado. Debido a Jesucristo, él fue temporalmente una luz que anuncio la luz de la salvación. Juan el Bautista fue un siervo de Dios, viviendo en el desierto, comiendo langostas y miel, que no buscaba ni la riqueza ni la fama en este mundo. Después de que fue martirizado, él entró al Reino celestial de Dios, y ahora es un gran siervo de Dios en Su Reino.
Los justos en este mundo deben de igual modo jugar el mismo papel de Juan el bautista. Reconociendo nuestro estatus transformado, no debemos vivir nuestras vidas de acuerdo a nuestros propios deseos, sino debemos entregarnos a la obra de difundir el evangelio del agua y el Espíritu, para lo cual fuimos comisionados. Esta es la última tarea que Dios nos ha encomendado, y el propósito y el significado para nuestras vidas. Dios es el Señor que nos permitió vivir tales vidas. Yo doy gracias a nuestro Señor quién envió a Juan el Bautista y a Jesús a este mundo.