(1 Reyes 12, 1-18)«Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había venido a Siquem para hacerle rey. Y aconteció que cuando lo oyó Jeroboam hijo de Nabat, que aún estaba en Egipto, adonde había huido de delante del rey Salomón, y habitaba en Egipto, enviaron a llamarle. Vino, pues, Jeroboam, y toda la congregación de Israel, y hablaron a Roboam, diciendo: Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos. Y él les dijo: Idos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el pueblo se fue. Entonces el rey Roboam pidió consejo de los ancianos que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo? Y ellos le hablaron diciendo: Si tú fueres hoy siervo de este pueblo y lo sirvieres, y respondiéndoles buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre. Pero él dejó el consejo que los ancianos le habían dado, y pidió consejo de los jóvenes que se habían criado con él, y estaban delante de él. Y les dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado diciendo: Disminuye algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros? Entonces los jóvenes que se habían criado con él le respondieron diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo, mas tú disminúyenos algo; así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre. Ahora, pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones. Al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam, según el rey lo había mandado, diciendo: Volved a mí al tercer día. Y el rey respondió al pueblo duramente, dejando el consejo que los ancianos le habían dado; y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones. Y no oyó el rey al pueblo; porque era designio de Jehová para confirmar la palabra que Jehová había hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam hijo de Nabat. Cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído, le respondió estas palabras, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos heredad en el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus tiendas! ¡Provee ahora en tu casa, David! Entonces Israel se fue a sus tiendas. Pero reinó Roboam sobre los hijos de Israel que moraban en las ciudades de Judá. Y el rey Roboam envió a Adoram, que estaba sobre los tributos; pero lo apedreó todo Israel, y murió. Entonces el rey Roboam se apresuró a subirse en un carro y huir a Jerusalén».
El pasaje de las Escrituras de hoy narra los sucesos ocurridos cuando Roboam, el hijo de Salomón, subió al trono. Roboam era el hijo del rey Salomón. Cuando este murió, el pueblo de Israel fue a Siquem para ver a Roboam y le hicieron una petición. En aquel entonces, un hombre llamado Jeroboam, hijo de Nebat, volvió del exilio en Egipto y fue a ver a Roboam junto con el pueblo de Israel.
«Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora disminuye tú algo de la dura servidumbre de tu padre».
Jeroboam y el pueblo de Israel le dijeron a Roboam: «Ahora que eres rey, demuéstranos tu compasión. Que tu mandato sea más ligero que el de tu padre. Si nos haces trabajar duro, no podremos soportar este yugo. Prométenos que harás que nuestra carga sea más ligera. Entonces te serviremos en todo». Pero a pesar de esto, aunque el pueblo de Israel le pidió a Roboam que tuviera piedad, el hijo de Salomón rechazó la petición del pueblo y les habló con dureza. Esto lo hizo por arrogancia.
Por supuesto, Roboam primero consultó con los ancianos que habían servido a su padre Salmón, y les pidió consejo. Ellos le dijeron al rey que se controlase: «Si quieres servirles, contéstales con palabras amables y serán tus siervos para siempre». Sin embargo, el rey Roboam no escuchó su consejo. Y les hizo la misma pregunta a los hombres jóvenes que habían crecido con él. Estos jóvenes le aconsejaron que le dijera a la gente: «Mi padre era inferior a mí. Mi dedo meñique es más grande que su cadera. Si mi padre os hizo llevar un gran yugo y os flageló, yo aún os castigaré más». Así que el rey Roboam siguió el consejo de los jóvenes y contestó al pueblo con dureza: «Mi padre os castigó con azotes, mas yo os castigaré con escorpiones».
Cuando el pueblo de Israel vio que el rey no les escuchó, cada uno volvió a sus tiendas y le dijeron: «Vigila tu propia casa». Poco después Roboam envió a Adoram para hacer que trabajasen, pero las diez tribus de Israel lo lapidaron. Y entonces estas diez tribus, de las doce tribus de Israel hicieron a Jeroboam su rey. Entonces Jeroboam subió al trono del Reino de Israel, pero acabó cometiendo un pecado ante Dios, y lo reemplazó con becerros de oro y nombró a sacerdotes de toda clase de personas, que no eran hijos de Leví (1 Reyes 12, 28-32). La Biblia dice que por culpa de Jeroboam, que siguió su propia codicia, la nación de Israel y su gente se convirtieron en herejes colectivos, algo de lo que se arrepintieron después. Desde entonces, y hasta el momento en que Jesucristo vino al mundo, Israel se convirtió en una nación idolatra. Y el rey Jeroboam quedó en la historia como el hombre que trajo la herejía colectiva al dominio de la fe.
Debemos considerar cómo el rey Jeroboam llevó al pueblo de Israel a la herejía colectiva. Jeroboam había seguido sus deseos y por eso todo su pueblo acabó cayendo en la herejía. Los que han llevado al cristianismo a caer en la herejía colectiva, siguen los deseos de la carne. Dios dice en la Biblia: «Porque raíz de todos los males es el amor al dinero» (1 Timoteo 6, 10). Dios también dice que los herejes no siguen Su justicia, sino que se levantan contra su justicia y por tanto se convierten en Sus enemigos. Los herejes solo buscan los placeres de la carne.
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, cuando pensamos en los herejes, pensamos que son diferentes. Sin embargo, también creen en Dios Padre y en Jesucristo, proclaman el nombre de Jesús, le alaban y oran en Su nombre y se sacrifican para obrar por Su nombre. La única diferencia es que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu en el que creemos; a parte de esto tienen la misma Biblia, y hay pocas diferencias en la forma en la que adoran. A veces es difícil distinguir una herejía, y esto se debe a que no entendemos qué quieren los herejes.
De hecho, el cristianismo ha surgido de la Iglesia de Dios, es decir, de grupos dentro de la Iglesia que estaban corruptos. ¿Cómo es posible que surja una herejía de la Iglesia de Dios? En realidad, el origen de los grupos herejes se remonta a mucho tiempo atrás, a los días de Jeroboam, incluso a tiempos del rey Salomón. Desde tiempos de Jeroboam el pueblo de Israel cayó en la herejía. Podemos ver esto más claramente si vemos la manera en la que se comportaba el rey Salomón. El rey Salomón solo buscaba los placeres de la carne, y acabó sirviendo a ídolos junto con su pueblo, y al final se convirtió en un hereje ante Dios. Así que Dios nos explicó esta historia en el Antiguo Testamento para enseñarnos una lección y avisarnos de que existen estos riesgos.
Salomón había heredado el trono de su padre David, así como toda su riqueza y esplendor. David había librado muchas batallas y vencido a muchos enemigos, y así pudo someter a sus vecinos y crear una gran riqueza de los impuestos que le pagaban. David era un hombre que estaba en armonía con Dios, y era un buen rey de Israel. Durante toda su vida, David solo recibió una amonestación de Dios una vez, y esto ocurrió porque tomó a la esposa de Uria. A parte de este incidente, no hubo ninguna otra ocasión en la que David fueron reprendido por Dios.
Pero por el contrario, todo lo que hizo el rey Salomón fue disfrutar de sus riquezas y servir a ídolos. El rey Salomón construyó el Templo de Dios nada más suceder en el trono a su padre. Recluyó a 30.000 hombres de Israel para trabajar y los repartió en diferentes turnos, de 10.000 hombres cada turno para que trabajasen durante un mes y después descansasen dos meses (1 Reyes 5, 14). También está escrito que había 70.000 portadores y 80.000 cortadores en las montañas (1 Reyes 5, 15). Mientras el Templo de Dios y el palacio de Salomón se construían, todo el pueblo de Israel se movilizó varios meses al año. Mientras el rey Salomón vivía una vida extravagante y lujosa, hacía trabajar muy duro a la gente.
La Biblia dice que durante toda su vida, el rey Salomón gastaba la plata como si fuera cualquier piedra común de la tierra. Gastó su dinero de manera extravagante durante toda su vida, y tuvo más de 1.000 esposas. Además forzó a su pueblo a trabajar durante siete años para construir el Templo de Dios. Y otros 13 años para construir su propio palacio. Si le hubiera importado su pueblo, les habría hecho trabajar solo un año o dos para construir su palacio y después les habría dejado descansar y servir a sus familias.
Piensen en esto ustedes mismos. Imaginen que les obligase a realizar trabajos forzados durante 13 años para que me construyeran mi casa. Ustedes se resistirían. Por eso cuando el hijo del rey Salomón subió al trono, el pueblo de Israel se presentó ante él y le pidió que rebajase su carga. El rey Roboam debería haberles escuchado, pero les rechazó y empezó una rebelión. Pero era la voluntad de Dios que el rey no les concediera esa petición. Como el rey Salomón había servido a ídolos, su hijo Roboam cometió este error para que Dios le juzgase por los pecados de su padre Salomón.
¿Por qué surgen las herejías del cristianismo?
Las herejías surgen en las comunidades cristianas porque hay gente como Roboam o Jeroboam en ellas. Ahora examinemos por qué surgió una herejía en el cristianismo. Incluso nosotros, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, si seguimos nuestros deseos, acabaremos siendo herejes. Y los cristianos de otras comunidades, cuando creen en el cristianismo como una mera religión, en vez de vivir creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, acaban siendo herejes a los ojos de Dios. Aunque es natural que esto les ocurra a los que se autodenominan cristianos, deben darse cuenta de que aunque uno siga a Dios, si solo busca su propia satisfacción carnal, se convertirá en un hereje.
Incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, si viven según los deseos carnales, se convierten en herejes ante Dios. Jeroboam siguió sus propios deseos y por eso se convirtió en un hereje a los ojos de Dios. El rey Jeroboam era un hereje ante Dios. Esto se debe a que siguió los deseos de la carne. Los herejes se hacen por culpa de sus predecesores. Jeroboam vio la manera en la que vivía el rey Salomón cuando le servía en su corte. Por eso cometió el mismo pecado que el rey Salomón. Así, como el pueblo de Israel siguió los pasos de Jeroboam y repitió los mismos pecados que él cometió, se convirtió en un pueblo hereje a quien Dios detestaba.
Hay muchos cristianos que son prisioneros de las herejías. En el cristianismo de hoy en día, los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son Sus enemigos, pero no porque lo deseen, sino porque no pueden dejar de lado los deseos de la carne. Si uno no nace de nuevo y no tiene al Espíritu Santo en su corazón, no puede dejar de lado los deseos de la carne y por eso acaba tomando parte en una herejía colectiva. Me siento frustrado cuando pienso en esta gente que solo quiere conseguir sus deseos ante Dios. ¿Cómo puede un pastor que se deja llevar por sus deseos carnales ser un líder del cristianismo? Estos pastores no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu ni creen en él, y por eso tienen muchos pecados en sus corazones. Entonces, ¿cómo pueden estos pastores, que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, predicar ante la congregación o difundir este Evangelio de Verdad a los pecadores?
Se dice que cuando uno se convierte en pastor, recibe muchos bienes materiales. Los reyes tienen privilegios reales, pero se dice que los pastores tienen aún más privilegios. Así que no quieren cambiar de fe, aunque sepan que la suya está mal, porque no quieren perder sus privilegios como pastores cristianos. Como hay tantos pastores hoy en día que predican por sus propios deseos terrenales, no intentan corregir sus errores. Por eso muchos pastores y sus seguidores no pueden escapar de las herejías colectivas del cristianismo actual.
Asimismo en el cristianismo de hoy en día, muchos líderes viven por sus deseos carnales, como Jeroboam. Todas estas personas son herejes ante Dios. Los pastores herejes están predicando para conseguir su bienestar terrenal. Algunos pastores hacen hincapié en las denominadas «bendiciones del Evangelio triple». Estos pastores solo quieren conseguir las bendiciones de la carne. Ellos citan 3 Juan 1, 2, que dice: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma» y afirman que si se cree en Jesús, no solo se recibe la salvación, sino también las bendiciones terrenales y la curación de enfermedades físicas. Estas creencias son falsas doctrinas que no sirven para nada. Los pastores falsos afirman que «todos los problemas se resuelven cuando se cree en Jesús» e incitan a los que buscan su recompensa material y los convierten en seguidores fanáticos de sus enseñanzas. Para estas personas, Jesús no es nada más que un seguro que garantiza su éxito. Pero dentro de sus corazones no se encuentra Jesús, sino los becerros de oro.
Los que pertenecen a una herejía colectiva buscan la satisfacción de los deseos de la carne
Hoy en día los líderes del cristianismo no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu ni creen en él, y pretenden ser hombres de la Iglesia en las comunidades cristianas. Al final solo viven para satisfacer sus deseos carnales y además lo hacen en el nombre de Jesucristo. Trabajan como hombres de Dios pero en realidad sirven a los becerros de oro. En algunos casos no pueden hacer nada más en la sociedad, no pueden ganarse la vida de otra manera y por eso trabajan como ministros. Esta gente explota a almas insensatas y para ello se arman de conocimiento teológico y de unas pocas doctrinas cristianas que han aprendido en seminarios, y se apoyan en teólogos famosos y mártires de sus denominaciones. Pero estas personas solo son montones de codicia, y encuentran satisfacción para sus deseos carnales en sus comunidades cristianas. Esta gente, no puede dejar de lado sus deseos carnales, y predican para satisfacerlos por lo que se convierten en herejes en el cristianismo.
Incluso nuestros ministros, trabajadores y santos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, si solo buscan su bienestar material, se acaban convirtiendo en herejes ante Dios. Al final, los que toman el camino de la herejía lo hacen porque anteponen sus deseos a Dios y los sirven como si fueran su dios. Esta es la tragedia de los pastores de hoy en día que sirven a becerros de oro en las comunidades cristianas. Incluso si creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, si no servimos a este Evangelio y vivimos por él, aunque seamos personas justas podemos convertirnos en herejes. Y esto es lo que ocurre con los pastores que no han nacido de nuevo. ¿Por qué los ministros y sus seguidores han creado una herejía colectiva? Porque solo quieren satisfacer sus deseos de la carne.
Todo rey de Israel debía luchar contra sus enemigos y gobernar en una teocracia, pero hubo un rey que pasó toda su vida alardeando de su propia sabiduría, intelectualidad y virtud. Este rey era un hereje. ¿Saben quién era? El rey Salomón. Este rey no pudo evitar llevar a su pueblo a la idolatría.
¿Qué dijo Salomón cuando estaba a punto de morir? Dijo: «Vanidad de vanidades, todo es vanidad» (Eclesiastés 1, 2). Salomón lo tuvo todo en esta vida. Vivió por su codicia, pero ¿acaso no fue todo en vano? Aquí podemos encontrar una gran lección que Dios nos da. Nuestros ministros, hombres o mujeres, y nuestros santos, siguen la justicia de Dios y han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo, todavía tenemos deseos carnales en nuestros corazones. Pero aún así debemos dedicarnos a la obra de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu y creer en la justicia de Dios. Incluso los justos, si solo quieren satisfacer sus deseos carnales, acaban convirtiéndose en herejes. Si solo queremos satisfacer nuestros deseos, no podemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por tanto somos herejes. Aunque creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu, si hacemos demasiado hincapié en nuestros deseos, nos dejamos controlar por ellos y solo queremos la satisfacción carnal, entonces nos convertimos en herejes. Debemos aprender esta lección.
Debemos recordar que incluso los que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y han recibido la remisión de los pecados, pueden servir a ídolos. Estoy seguro de que, incluso en la Iglesia de Dios, si nuestros ministros, obreros y hermanos buscan la satisfacción de sus deseos carnales, se convierten en herejes que sirven a ídolos. Algunas personas dicen: «Creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, es imposible que nos convirtamos en herejes ante Dios». Pero no es imposible. Nosotros también podemos convertirnos en una iglesia hereje que sirve a ídolos al 100 por 100. Los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tardan poco en servir a ídolos. Sin embargo, incluso los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden acabar como Jeroboam.
Mis queridos hermanos, ¿acaso el rey Jeroboam no conocía la Ley de Dios? Sí que la conocía. Sabía que el décimo día del séptimo mes era el Día de la Expiación, y cuando llegaba este día o el día de la Pascua judía, todo el pueblo de Israel tenía que ir al Templo de Jerusalén para que el Sumo Sacerdote ofreciera sacrificios en nombre del pueblo para poder recibir la remisión de los pecados. Sabía que la gente normal no podía ser acceder al sacerdocio y que solo los descendientes de Leví podían ser sacerdotes.
También sabía que solo los descendientes de Aarón podían ser sumos sacerdotes. Pero a pesar de todos estos requisitos, Jeroboam corrompió la Ley de Dios y se burló de ella. Todos los cambios que hizo eran absurdos. Solo los levitas podían ser sacerdotes, y solo el décimo día del séptimo mes era el Día de la Expiación establecido por Dios. Esto era una deshonra para Dios. Cambiar la ley establecida de Dios es algo que hacen solo los herejes, y es un pecado grave cambiar los estatutos de Dios.
Como los cristianos han seguido su propia codicia, han entrado en esta herejía colectiva. Jeroboam solo quiso satisfacer sus propios deseos. Los otros reyes de Israel que le sucedieron trazaron líneas divisorias que evitaban que el pueblo de Israel se mezclara con el Reino de Judá, y que tuvieran contacto entre ellos de un lado para otro. Cuando las 10 tribus del reino del norte, Israel, invadieron el reino del sur, el rey de Judá ofreció dinero a otro rey, es decir que le sobornó con oro y plata, para que matara al rey de Israel y a todo su pueblo.
Los israelitas pidieron a otras naciones como Babilonia, que matarán a sus enemigos. Israel y Judá eran enemigos. ¿Por qué ocurrió esto? Porque sus reyes no dejaron de lado sus ambiciones carnales. Si hubieran abandonado su codicia, hubiesen creído en Dios Jehová como el único Dios verdadero, y hubieran nombrado a los sacerdotes según el sistema de sacrificios establecido por Dios, todo el mundo habría recibido la remisión de los pecados y glorificado a Dios. Si el rey Jeroboam hubiera nombrado sacerdotes a los descendientes de Leví; hubiera hecho la voluntad de Dios a través de Sus profetas; hubiera dejado que ambos reinos hubieran compartido la misma fe; reunido a su pueblo en el Templo de Jerusalén y adorado a Dios con la gente de Judá en las festividades como el Día de la Expiación, la Pascua judía o la fiesta de la cosecha; y se hubiera unido al reino de Judá para derrotar a las tribus extranjeras, la nación de Israel habría bendecido a Dios y vivido en paz. El rey habría asegurado su legitimidad, y sus descendientes habrían ido por el buen camino. Pero Jeroboam no hizo nada de esto, y rompió las relaciones con el reino de Judá al tiempo en que prohibió que su pueblo tuviera cualquier contacto con el pueblo de Judá, solo para satisfacer sus deseos.
Incluso hoy en día, la gente de todo el mundo que no ha nacido de nuevo, están cansados de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta gente no sabe lo que es el Evangelio del agua y el Espíritu. Si alguien les dice que su corazón no tiene pecados gracias al Evangelio del agua y el Espíritu, le llaman hereje sin motivo. ¿Por qué tratan a los Evangelio del agua y el Espíritu de esta manera? Porque quieren hacer su propia voluntad. Esto se debe a que tienen miedo a que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu vayan a sus iglesias y enseñen a su congregación el verdadero Evangelio y ya no sean reconocidos como pastores. Y si ya no son pastores en sus iglesias, no reciben dinero, no son honrados, no escuchan a nadie llamarles pastores, y no son respetados por sus congregaciones. Por eso acusan de herejes a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de.
La herejía colectiva en el cristianismo, que se hace llamar una denominación ortodoxa, ha emergido del desconocimiento del Evangelio del agua y el Espíritu
Es imposible decir que el rey Salomón no tuvo nada que ver con que el pueblo de Israel se convirtiese en un grupo de herejes. Aunque estaba mal que el rey Jeroboam sirviese a ídolos, esto ocurrió porque Salomón le enseñó a hacerlo. Dicho de otra manera, la razón por la que Jeroboam fue por el mal camino es el rey Salomón, que sirvió a los ídolos habitualmente y le enseñó su fe al pueblo. Entonces, ¿quién es el culpable de esta herejía colectiva en el cristianismo de hoy en día? Esto se debe a que los líderes cristianos sirven a ídolos en sus vidas. Y como los que satisfacen sus propios deseos carnales, incluso después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y de nacer de nuevo, han surgido herejías en las comunidades cristianas.
Por tanto, como los que ahora creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos entender lo importante que es esta responsabilidad. Me gustaría decir algo a todos nuestros ministros en Corea y a todos nuestros colaboradores y hermanos y hermanas de todo el mundo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu: No hay ninguna garantía de que no nos vayamos a convertir en herejes ante Dios. Si servimos a ídolos como Salomón, según nuestros deseos carnales, también seremos herejes.
El rey Acab era el hijo de Omri. Los pecados cometidos por Jeroboam y sus sucesores no fueron nada comparados con los pecados que Acab cometió. Este hombre hizo cosas malvadas a los ojos del Señor, más malvadas que todos los que vivieron antes que él (1 Reyes 16, 30). Creó imágenes de Baal en Samaria. Construyó un altar allí, y se postró ante estos ídolos y quemó incienso para ellos, y por lo tanto se rebeló contra Dios. ¿Con quién se caso Acab? Con una mujer extranjera llamada Jezabel. Acab no temía a Dios en absoluto. ¿Cómo puede un hombre de Dios casarse con una extranjera? Hoy en día muchas personas se casan con gente de otras nacionalidades, y no estoy diciendo en absoluto que esto sea malo. Lo que estoy diciendo es que Acab cometió un pecado espiritual al casarse con Jezabel que es similar al pecado que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu cometen si comparten la fe de otros cristianos que no creen en el Evangelio de la Verdad.
Como he nacido de nuevo por creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no creo que los que no conocen este Evangelio sean buenas personas. ¿Puede la gente de Dios tener amigos de cualquier clase? Por supuesto que no. ¿Pueden nuestros hermanos y hermanas que han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu mezclarse con herejes? No, no pueden. Pueden que hicieran esto cuando no conocían el Evangelio del agua y el Espíritu, pero no lo pueden hacer cuando tienen fe en el verdadero Evangelio. Entre los nacidos de nuevo, cuando se casan con alguien que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, lo intentan argumentar diciendo: «No pasa nada, cuando me case predicaré el Evangelio a mi esposa y la llevaré a la salvación». Yo le digo a esta gente: «¡Tonterías! Si os parece, también podéis intentar ser Dios vosotros mismos».
Mis queridos hermanos, ¿por qué los justos no pueden distinguir lo que es sucio espiritualmente? Esto ocurre cuando solo quieren conseguir sus deseos carnales. Los excrementos no son lo único que es sucio. Los que predican sin creer en el Evangelio del agua y el Espíritu son sucios también. ¿Son solo sucias las cosas visibles para los ojos de la carne? ¿Acaso no son sucios también los que solo quieren conseguir su voluntad a pesar de haber nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu? Ellos también son sucios espiritualmente.
¿De verdad están predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por fe? Si solo quieren la prosperidad material, incluso cuando se hacen llamar personas justas, entonces no están predicando el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que solo quieren conseguir sus aspiraciones carnales, ¿están sirviendo al Evangelio del agua y el Espíritu de verdad? No, aunque digan que sirven al Evangelio, a los ojos de Dios no lo están haciendo porque su objetivo es la prosperidad material. Esta gente es hereje. Debemos distinguir a los herejes, predicarles el Evangelio del agua y el Espíritu, y ayudarles a convertirse en verdaderos hijos de Dios. Por tanto, debemos recordar que, quien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu hoy, puede convertirse en hereje si solo quiere las cosas materiales del mundo. Deben darse cuenta de que si solo quieren satisfacer su codicia, al final, se separarán del Evangelio del agua y el Espíritu, y se convertirán en herejes que sirven a ídolos. Yo debo entender esto y ustedes también.
Los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y los que no han nacido de nuevo tienen deseos carnales. En el pasaje de las Escrituras de hoy, debemos entender cómo surgió la herejía colectiva. No estoy diciendo: «Esta denominación es una herejía, y esa otra es ortodoxa»; sino que estoy aclarando que los líderes y creyentes cristianos que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu son herejes.
El cristianismo de hoy en día en todo el mundo se ha convertido en una herejía colectiva porque no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que se han convertido en herejes colectivos intentan separarse de los que creen en el verdadero Evangelio para encubrir su fe falsa, ya que sus acciones serían expuestas si se asociaran con los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y lo que aún es peor, se levantan contra los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, y no porque sean más malvados que los nacidos de nuevo. Por otro lado, aunque creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu, si alguien solo quiere satisfacer sus deseos carnales, es un idolatra ante Dios, y al final se convierte en un hereje que se levanta contra la justicia de Dios. Aunque los deseos de la carne sigan surgiendo en nuestros corazones, debemos dedicar nuestros cuerpos a la obra de Dios y servir al Evangelio del agua y el Espíritu; y cuando servimos a la justicia de Dios de todo corazón por fe, Dios nos amará, nos protegerá y nos dará bendiciones abundantes.
No podemos vivir una vida de fe individual sin la Iglesia de Dios. Hace un tiempo, unos ministros que habían trabajado con nosotros, desafiaron la autoridad de la Iglesia, y pensaron: «Vamos a dejar la Iglesia de Dios, establecer nuestra propia iglesia y seremos los ministros y líderes». Están seguros de que pueden establecer su propia versión de la Iglesia de Dios y por eso dejaron la Iglesia. Pero, ¿puede Dios utilizar a cualquier persona? ¿Estaríamos en contra de la voluntad de Dios si solo quisiésemos satisfacer nuestros deseos carnales? Gracias a que el Espíritu Santo nos guía, nos da pan para el cuerpo y para el espíritu en Su tiempo, y nos enseña la voluntad de Dios, ahora estamos viviendo según la voluntad del Señor. Gracias a que Dios nos ayuda y nos guía con Su Palabra y el Espíritu Santo, Dios nos puede utilizar como instrumentos Suyos.
No todo el mundo puede ser líder de la Iglesia de Dios. Solo quien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu puede predicar este Evangelio y apoyar su proclamación. Aunque todos nosotros podemos predicar el Evangelio, no todos podemos complacer a Dios, ser guiados por Él, hacer Su obra en vez de nuestra obra y obedecer y servir la voluntad de Dios. No digo esto para alardear de mis propios méritos, sino para explicar que no todo el mundo puede llevar a cabo las tareas de liderazgo en la Iglesia de Dios. Si todo el mundo pudiera hacerlo, Dios podría utilizar a cualquier persona.
Mis queridos hermanos, quiero dejar claro una vez más que incluso los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu se pueden convertir en herejes. Quiero que no haya duda de que, incluso nosotros, si solo buscamos los placeres de la carne, nos convertiremos en herejes. Esta Verdad es válida también para los santos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Si alguien solo busca los placeres de la carne, se convierte en un hereje. Esto también va dirigido a mí. ¿No están de acuerdo?
Es absolutamente imprescindible que conozcamos la voluntad de Dios. Y debemos saber a la perfección lo que Dios dice en Su Palabra. Cuando observamos el cristianismo de hoy en día a la luz de la Palabra de Dios, podemos ver que se ha convertido en una herejía. Los que pertenecen a esta herejía citan 3 Juan 1, 2: «Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma» y los líderes dicen: «Estamos condenados a vivir con las tres maldiciones de Satanás, pero Dios ha sustituido las tres maldiciones de Satanás con Sus tres tipos de bendiciones». Pero en realidad, lo que hacen es buscar las bendiciones materiales en vez de las espirituales. Hacer hincapié en las bendiciones materiales es lo que les define como herejes.
Por tanto debemos entender la Palabra de Dios correctamente, aplicarla a nuestras vidas y aprender a cómo vivir ante Dios. Debemos aprender la voluntad de Dios, cumplir esta voluntad y seguirla. Nuestros pensamientos no son importantes. Todavía tenemos mucho que hacer. Aunque los deseos carnales nos tienten hasta la muerte, debemos estar dedicados por completo a la obra de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu hasta el día en que nos presentemos ante el Señor, y debemos darnos cuenta de que si caemos en la tentación y buscamos los placeres carnales, acabaremos siendo herejes. Nosotros también, los que somos justos, debemos examinar nuestros corazones a menudo. Y debemos participar en la obra de difundir el Evangelio de Dios. Debemos hacer lo que sea necesario para llevar a cabo la obra de Dios, y debemos continuar apoyando el ministerio del Evangelio y hacer que florezca.
Mis queridos hermanos, cuando trabajamos duro en este mundo para ganar dinero, y servimos al Evangelio del agua y el Espíritu con este dinero, estamos apoyando la predicación del Evangelio. Hoy en día, la gente no quiere que se le acerquen extraños para iniciar una conversación con ellos. Y por eso, gracias a la sabiduría que Dios nos ha dado, estamos difundiendo el Evangelio a través de nuestra literatura y los ministerios por Internet durante 10 años.
Ahora estamos viendo que esta estrategia es muy efectiva para la predicación del Evangelio. Todas estas obras las hace Dios a través de Sus siervos. Quizás ustedes estén pensando: «Bueno, hace mucho que creo en el Evangelio del agua y el Espíritu y no puedo convertirme en un hereje». Sin embargo, si solo buscan la satisfacción de la carne, entonces se arruinarán. El rey Jeroboam se convirtió en un hereje a los ojos de Dios, y fue el líder de una herejía. Debemos entender que en la Palabra de Dios se dice que el rey Salomón también tuvo una fe falsa porque buscaba solo los placeres carnales.
Tengo un mensaje dirigido a nuestros ministros, trabajadores y santos e incluso para mi mismo: «¿Quién se convierte en un hereje ante Dios? Quien solo busca los placeres de la carne se convierte en un hereje. Y si alguien no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, y predica otro evangelio, se convierte en un hereje». Todos nosotros debemos recordar esto. Si queremos evitar convertirnos en herejes ante Dios, debemos tener fe, seguir la voluntad de Dios y vivir por fe. Algunos de nosotros podemos pensar que ahora que sabemos algunas cosas, hemos conseguido algunos objetivos y hemos crecido en los últimos 10 años, ahora sabemos lo que el pastor va a predicar en cuanto lea el pasaje principal del sermón. Sin embargo esto no es así. Ni siquiera hemos dado el primer paso y tenemos mucho que hacer. La verdadera fe se consigue solo cuando se entiende la Palabra de Dios en la vida diaria y cuando esta Palabra está en nuestros corazones cuando creemos en ella. Nuestro progreso en la fe se consigue si creemos en la Palabra y ponerla en práctica paso a paso. Después de todo, ¿qué beneficio podemos conseguir si conocemos la Palabra de Dios solo como un ejercicio intelectual? El conocimiento nos hace arrogantes (1 Corintios 8, 1). Aunque sepamos mucho, ¿cuánto podemos llegar a saber? Todo nuestro conocimiento no es más que basura, ni siquiera llena unos pocos volúmenes de una enciclopedia. Incluso el Apóstol Pablo consideraba que su conocimiento era basura. El camino que tenemos por delante, por el que nunca hemos ido, todavía es largo. Todavía hay mucho trabajo que hacer.
¿Quieren convertirse en herejes? Les hago esta pregunta porque aunque ya no hay nada que hacer por los que ya se han convertido en herejes ante Dios, todavía podemos evitar convertirnos en herejes. ¿Creen que nuestros ministros, que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, nunca se convertirán en herejes? Desde luego que no es así. Aunque sean ministros nacidos de nuevo, si no trabajan para servir a la justicia de Dios y al Evangelio del agua y el Espíritu, es completamente seguro que se convertirán en herejes. Antes era muy difícil para mí decir estas cosas, pero ahora puedo decirlas.
Los que temen a Dios y obedecen Su voluntad en sus vidas pueden prosperar tanto en cuerpo como en espíritu. Incluso si no es así, debemos vivir por la justicia de Dios y difundir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Dios ha creado todo lo que hay en este mundo, y todo está en Sus manos. Por eso, si nosotros, que vivimos por Dios, dedicamos nuestras vidas a la obra de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo, Dios nos cuidará y nos dará prosperidad en Su tiempo. Por supuesto, habrá momentos en los que lo pasaremos mal. Sin embargo, hay un dicho que dice que la paciencia es virtud de santos, y si seguimos haciendo la obra espiritual tanto en los buenos como en los malos momentos, venceremos al final. ¿Acaso no hemos visto cómo Dios nos bendijo cuando cumplimos nuestras tareas por obedecer Su voluntas? Por tanto no debemos dejar de seguir al Señor, ni desesperarnos, sino que debemos vivir según la justicia de Dios hasta el final.
De hecho, si luchamos contra nuestra carne y la sometemos en vez de buscar la satisfacción de nuestros placeres, y si seguimos la voluntad de Dios, nuestros corazones estarán llenos de placer y de gozo, y estarán confortados por el Señor. Estoy seguro de que ustedes han experimentado esa sensación en la que su corazón está lleno de gozo aunque su cuerpo esté cansado. Si confiamos en la justicia de Dios, debemos vivir con Su justicia. Cuando leemos el pasaje de las Escrituras de hoy, debemos darnos cuenta de que los nacidos de nuevo, los justos, pueden convertirse en herejes si solo buscan satisfacer sus placeres carnales. Espero que esto nunca nos suceda a nosotros, que no acabemos siendo herejes ni sirviendo a ídolos. Yo no voy a permitir que esto me ocurra a mí. ¿Cómo puedo permitir convertirme en un hereje? ¿Cómo podría traicionar al Evangelio del agua y el Espíritu y seguir al mundo? No puedo dejar que esto ocurra. Sin embargo, si acabo buscando los placeres carnales por cualquier razón, acabaré siendo un hereje. Si esto ocurre, ya no podremos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, y solo lo conoceremos en teoría, y nuestra fe se quedará obsoleta. Al final, seremos como el siervo que recibió un talento y solo devolvió un talento, y Dios nos dará nuestra parte con los hipócritas (Mateo 24, 51).
Por eso su vida en la iglesia es muy importante. Es imprescindible que vivan en la Iglesia porque Dios habla a través de ella. Ustedes y yo debemos escuchar lo que el Espíritu Santo nos dice a través de la Iglesia. Ahora nos hemos embarcado en distintos negocios para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Del mismo modo en que el Apóstol Pablo consiguió dinero construyendo tiendas con sus propias manos, nosotros distribuimos libros a gente de todo el mundo con el dinero que conseguimos con nuestros diversos negocios. Pero llevar un negocio es muy difícil. Cuando un negocio va bien, algunos piensan: «Buena, va bastante bien. Pero es normal porque si Dios lo bendice, irá bien». Pero esto no ocurre así siempre. Incluso para que la obra de Dios tenga éxito, hay que trabajar mucho. Solo si nuestros negocios funcionan podremos seguir la voluntad de Dios, y es indispensable que los que llevan a cabo estos negocios dediquen sus vidas esta obra y cumplan con sus tareas.
Debemos tener fe en la justicia de Dios y seguir ofreciendo nuestros cuerpos para Su obra justa sin cesar. No podemos permitirnos dejar de llevar a cabo las obras para el Evangelio, y cuando las llevamos a cabo debemos hacerlo meticulosamente. No podemos hacerlo a medias o como queramos. Aunque seamos descuidados en los asuntos mundanos, no podemos serlo en la tarea de predicar el verdadero Evangelio, porque no estamos haciendo esta obra para ganar dinero. La obra de Dios debe cumplirse sin falta. Debe cumplirse por completo. Como no estamos intentando ganar dinero con esta obra, sino alimentar a todas las almas del mundo con el pan espiritual, y también el de la carne si es necesario, debemos trabajar duro por estas bendiciones. Por eso estamos cansados de tanto trabajar. Yo no soy una excepción, porque a menudo me siento cansado.
Probablemente ustedes también estén cansados, ¿no es así? Quizás piensen: «Esto es suficiente. La Iglesia tiene todo lo que necesita. Tiene varios vehículos, sus finanzas están en buen estado y yo he compartido el Evangelio. ¿Acaso no he servido al Evangelio lo suficiente? ¿No es suficiente?». Si el Señor estuviera satisfecho con lo que hemos hecho hasta ahora, no tendríamos que trabajar más. Sin embargo, si no seguimos sirviendo al Evangelio del agua y el Espíritu, nos convertiremos en herejes. Si seguimos solo los deseos de la carne y vivimos por ellos exclusivamente, seremos monstruos espirituales. Seremos como Jeroboam. Y esto ocurrirá sin duda. Yo no quiero ser como Jeroboam, ni quiero servir al rey Salomón. Aunque es humilde yo quiero ser un obrero de Dios. Y cuando el Señor venga, quiero escucharle decir: «Bien hecho, mi buen y fiel siervo; fuiste fiel con unas cuantas cosas, y te haré gobernar sobre muchas cosas». Hasta el día en que me vaya al Reino de los Cielos para disfrutar toda la riqueza y gloria de las que Dios disfruta con Él, quiero vivir con fe y esperar ese día, que llegará sin duda.
Muchas personas no se toman en serio a los herejes, aunque se les haya avisado. Los herejes son completamente malvados y los que sirven a ídolos ante Dios son todavía más malvados.
Espero que Dios proteja a todos los siervos y santos de Su Iglesia. En estos tiempos que se acercan al fin, oro a Dios para que proteja a nuestros colaboradores y a los santos de Corea y de todo el mundo. Les pido que teman a Dios en estos tiempos, que sirvan al Evangelio del Señor y que prosperen en cuerpo y espíritu. Que Dios bendiga a todos los que creemos en Su justicia. Amén.