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Sermons

Tema 23: Hebreos

[Capítulo 4-2] ¿Qué debemos hacer para que nuestros corazones tengan verdadero de (Hebreos 4, 1-16)

¿Qué debemos hacer para que nuestros corazones tengan verdadero descanso?(Hebreos 4, 1-16)
«Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo:
‘Por tanto, juré en mi ira, No entrarán en mi reposo;’ aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: ‘Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día.’ Y otra vez aquí: ‘No entrarán en mi reposo.’
Por lo tanto, puesto que falta que algunos entren en él, y aquellos a quienes primero se les anunció la buena nueva no entraron por causa de desobediencia, otra vez determina un día: ‘Hoy,’ diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
‘Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros corazones.’ Porque si Josué les hubiera dado el reposo, no hablaría después de otro día. Por tanto, queda un reposo para el pueblo de Dios. Porque el que ha entrado en su reposo, también ha reposado de sus obras, como Dios de las suyas. Procuremos, pues, entrar en aquel reposo, para que ninguno caiga en semejante ejemplo de desobediencia. Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro».
 
 
El pasaje de las Escrituras de hoy nos enseña que debemos confiar la Palabra de Dios. Hebreos 4, 1 dice que quien no crea en la justicia de Dios debe temblar de miedo, porque será excluido de las bendiciones que Dios nos prometió.
Hay muchos predicadores en este mundo que están predicando el Evangelio del agua y el Espíritu que contiene la justicia de Dios y es una bendición maravillosa para cualquiera escuchar este verdadero Evangelio. Todos los que escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu deben aceptarlo en sus corazones con gozo. Solo entonces se resolverá el problema de los pecados de sus corazones. Y entonces podrán tener paz y descanso en ellos. Sin embargo, a pesar de esto, hay muchos cristianos que se niegan a aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones y están paralizados por el miedo. Al principio de la era primitiva de la Iglesia están personas se encontraban entre los cristianos judíos que fueron esparcidos por toda la región del Mediterráneo.
Empecé mi serie de sermones sobre la Epístola de Hebreos desde el capítulo 1 y hoy vamos a hablar del capítulo 4. Mientras que el capítulo 1 nos enseñó cómo Jesucristo está más exaltado que los ángeles, el capítulo 4 nos enseña que debemos tener miedo si hay alguien entre nosotros que todavía no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto implica que estos no creyentes pueden encontrarse incluso en la Iglesia de Dios.
 
 

Los cristianos de hoy en día que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón no tienen verdadera fe

 
El descanso implica la ausencia de estrés o ansiedad. Por eso, cuando la Biblia dice que todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tienen descanso, esto significa que tienen paz en sus mentes. Nuestros corazones pueden encontrar verdadero descanso solo cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. Pero está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy que debemos tener miedo de encontrarnos entre las personas que no tienen esta fe. Esto implica que, aunque el Evangelio del agua y el Espíritu fue predicado continuamente en la era de la Iglesia Primitiva, todavía hay personas en la Iglesia que no creen en este verdadero Evangelio. En realidad, el Evangelio del agua y el Espíritu en el que creemos y que estamos predicando ahora fue testificado sin cesar durante la era de la Iglesia Primitiva. De hecho, fue predicado aún con más fuerza durante la era de la Iglesia Primitiva que en estos tiempos.
Como el Evangelio del agua y el Espíritu tenía prevalencia en la Iglesia Primitiva, el hecho de que el autor de la Epístola a los Hebreos dijese cosas tan duras en el pasaje de hoy nos demuestra lo importante que se considera el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque hay muchos hermanos y hermanas en la Iglesia de Dios, si alguno de ellos no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces es un pecador. Estas personas no se han convertido en el pueblo de Dios todavía, Sino que acaban convirtiéndose en enemigos de Dios.
Por tanto, debemos temer encontrar a alguien así en la Iglesia de Dios. Para nosotros es muy difícil asociarnos con cualquiera que no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu porque nuestros corazones no pueden tener comunión con esa gente. Es obvio para los justos que nuestras mentes están en un plano completamente diferente. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu solo pueden comunicarse los unos con los otros si están en comunión. Pero ningún creyente puede tener comunión con ningún no creyente y por eso nuestros corazones se sienten tan disgustados cuando vemos a no creyentes en la Iglesia de Dios. Incluso entre los que llamamos hermanos y hermanas hay algunas personas que solo conocen el Evangelio del agua y el Espíritu con sus cabezas y no creen en él de corazón. Esto no debe tolerarse. Estas personas no solo intentan oponerse a nosotros y hacer daños a los verdaderos creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu, sino que intentan impedir que el Evangelio de Dios sea predicado. Estas personas deben confesar sus pecados a Dios incluso ahora y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón. Cualquiera que viva en la Iglesia de Dios debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón o su alma será destruida al final. Deben darse cuenta de lo importante que es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, porque esto determina si están bendecidos o malditos por Dios.
Hebreos 4, 1 dice: «Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado». La Biblia nos dice que temamos por las mismas razones que he señalado anteriormente. ¿Podrían tener comunión espiritual con alguien que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu? No, esto es imposible. Por muy virtuosas que sean las obras de una persona, como no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón es imposible que tenga comunión sincera con los santos.
Por el contrario, si alguien cree de verdad en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón, esta persona está sin pecados. Estas personas que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tienen al Espíritu Santo en sus corazones y por tanto pueden tener comunión con todo el que tenga la misma fe. Sin embargo, no podemos tener comunión con cualquiera que no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu porque esta persona no tiene al Espíritu Santo en su corazón. Si algunos no creyentes dicen tener comunión con los verdaderos creyentes, solo es de manera superficial porque no pueden tener comunión verdadera con los santos y por tanto sus almas mueren al final.
Aunque todos estamos llenos de debilidades ante Dios, mientras creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu con el que Dios ha eliminado todos nuestros pecados, podemos ser salvados de nuestros pecados. También podemos glorificar a Dios. Por el contrario, los que no tienen fe en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu no puede glorificar a Dios. No tienen ninguna intención de vivir por la gloria de Dios. Y por eso el autor del Libro de Hebreos dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy que es horrible pensar en que la Iglesia de Dios tiene falsos creyentes sentados en sus bancos y que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

Ustedes son responsables de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu

 
Leamos Hebreos 4, 2: «Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron».
El que decidan creer en el Evangelio del agua y el Espíritu o no depende de ustedes. Sin embargo, si entienden y creen en este Evangelio del agua y el Espíritu meramente como una de muchas doctrinas cristianas, sin tomarse en serio el hecho de que su corazón tiene pecados, entonces tendrán una fe inútil. Si son personas así, no es demasiado tarde para creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón. Pero si aceptan este verdadero Evangelio como una simple teoría o sentimiento, no podrán resolver el problema de sus pecados. Hoy, en este momento, deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu para ser librados de todos sus pecados. Y cuando hayan sido salvados, deberán pensar en este Evangelio todo el tiempo.
¿Puede alguien resolver el problema de sus pecados? No, por supuesto que no. Por tanto, si alguien les está predicando la Palabra de Dios, es su responsabilidad creer en este Evangelio. En otras palabras, es absolutamente su responsabilidad encontrar la solución al problema de sus pecados. Deben creer en este Evangelio de Dios ahora mismo, en este momento. El Señor nos ha salvado al venir a este mundo, ser bautizado para cargar con todos nuestros pecados, cargar con todos los pecados del mundo hasta la Cruz, ser crucificado hasta morir y levantarse de entre los muertos. Debemos creer en la obra justa que el Señor ha hecho por nosotros. Ustedes deben creer que la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu la cumplió Jesús para ustedes. Y deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu porque es indispensable creer en él de todo corazón. Nuestro Señor nos ha dado la remisión de los pecados a todos y cada uno de nosotros individualmente. No resolvió el problema del pecado colectivamente como en grupo. Así que somos completamente responsables de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Después de todo, nadie puede resolver su problema personal del pecado. La fe es una cuestión puramente personal; no es algo que alguien pueda tener por ustedes.
Piensen en su familia. Algunos de sus familiares creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero otros no. Por eso, cuando deciden creer en la Palabra de Dios es una cuestión completamente personal; nadie puede creer por ustedes. Como nadie puede creer por ustedes en el Evangelio del agua y el Espíritu, ni siquiera sus padres, hijos o hermanos y hermanas, deben enfrentarse a su problema espiritual y resolverlo por sí mismos. Por eso la fe que les salva de todos sus pecados es completamente personal y cada persona debe recibir la salvación a través de su fe personal. Por tanto, si se niegan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón, entonces morirán. Como no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, no tienen nada que ver con Dios y por tanto serán destruidos al final. Así de importante es creer personalmente en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso el Libro de Hebreos sigue haciendo hincapié en la fe individual tanto. Esto no solo se trata en el capítulo 4 de Hebreos, sino continuamente en los capítulos 5 y 6 con aún más detalles.
¿Qué nos pasaría si no creyésemos en la Palabra de Dios aunque el Señor nos hubiese salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu? Que seríamos destruidos. La Biblia dice que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados, pero ¿creen que esto significa que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados? De hecho, el Señor ha eliminado todos nuestros pecados para siempre.
Sin embargo, el problema es que todavía hay algunas personas en la Iglesia de Dios que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Algunas personas hoy en día están buscando algo nuevo constantemente y estas personas están entre nosotros. Algunas de ellas solo conocen el Evangelio del agua y el Espíritu por curiosidad intelectual en vez de creer en él de todo corazón. Por tanto, estas personas están buscando conocimiento nuevo constantemente y son necias. Aunque escuchan l Palabra de las Escrituras con sus oídos, no creen en ella y piensan que es incompatible con sus propias mentes limitadas, y por tanto, van a ir directamente al infierno. Y si estas personas están en la Iglesia de Dios no son más que zorros que se han metido a escondidas en la viña (Cantar de Cantares 2, 15). Permitir que estas personas estén a sus anchas en la Iglesia es lo mismo que permitir que los zorros entren en la viña y la destruyan. Por eso Dios nos dijo que tuviésemos cuidado con estas personas.
En el pasado hubo un pastor entre nuestra congregación que fingió creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero que no creía en él con todo su corazón. Pero nosotros podemos distinguir a estas personas que fingen, porque su fruto espiritual es diferente al nuestro. Su manera de practicar su ministerio es diferente a la de los verdaderos siervos de Dios y su manera de servir la justicia del Señor también es diferente. En vez de servir al Señor sinceramente, estos falsos siervos solo fingen. Por el contrario, los justos que creen en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu sirven la justicia de Dios con lealtad aunque no parezcan ser piadosos por fuera. Sirven a Dios sinceramente y oran con un corazón fiel.
Hay muchos entre nosotros que no creíamos en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón a pesar de haber vivido en la Iglesia de Dios durante más de 10 años. Aunque estas personas reconocieron con sus cabezas que el Evangelio del agua y el Espíritu, no lo aceptaron en sus corazones. Pero los que de verdad creen en el Evangelio del agua y el Espíritu confiesan lo siguiente: “Señor, cuando estaba destinado a ir al infierno, Tú cargaste con todos mis pecados a través de Tu bautismo y todos los pecados pasaron a Ti. No solo cargaste con mis pecados, sino que además derramaste Tu valiosa sangre en la Cruz en mi lugar. Aunque tenía que morir por mis pecados, Tú cargaste con ellos y fuiste condenados por ellos en mi lugar”.
 
 
¿Saben cómo han cambiado después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu?
 
Quien haya recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu tiene verdadera paz y descanso en su corazón. La maravillosa obra de salvación se ha desarrollado en las vidas de todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta maravillosa obra ha surgido en nuestras vidas porque hemos encontrado al Señor. Aunque nuestras acciones sean insuficientes, nuestros corazones han encontrado descanso gracias a la justicia de Dios que ha borrado todos nuestros pecados de nuestros corazones. Por eso es posible pensar en cómo podemos vivir por la justicia del Señor en vez de preocuparnos de nosotros mismos. Antes de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu no teníamos descanso en nuestros corazones por mucho que intentásemos encontrarlo, pero ahora que este problema ha sido resuelto, todos podemos vivir por los demás.
Sin embargo, el problema es que hay demasiados cristianos que no se dan cuenta de esto. Estos cristianos no están seguros de que el Evangelio del agua y el Espíritu sea el verdadero Evangelio y piensan que es igual que cualquier otro. Pero el Evangelio del agua y el Espíritu es diferente a cualquier Evangelio que postule solamente la sangre de Jesús derramada en la Cruz. La Biblia dice en Hebreos 4, 3-4 que todos los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu ya han recibido el descanso de Dios, como está escrito:
«Pero los que hemos creído entramos en el reposo, de la manera que dijo: ‘Por tanto, “juré en mi ira”’, No entrarán en mi reposo; aunque las obras suyas estaban acabadas desde la fundación del mundo. Porque en cierto lugar dijo así del séptimo día: ‘Y reposó Dios de todas sus obras en el séptimo día’».
En estos dos versículo solamente la palabra descanso se menciona repetidamente. Está escrito en Génesis 2, 2: «Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo». De la misma manera en que Dios descansó después de terminar Su obra de creación, nosotros podemos alcanzar Su verdadero descanso al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los que ya creen en el Evangelio del agua y el Espíritu han entrado en este descanso preparado por Dios y todos están disfrutando de este descanso.
La gente debe darse cuenta de que si quiere encontrar el verdadero descanso para sus corazones debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que han encontrado este descanso para sus almas son los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, mientras que los que todavía tienen que encontrar este descanso son los que no creen en este verdadero Evangelio. Esta es la diferencia entre los justos y los demás. Por eso todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu tenemos verdadero descanso en nuestros corazones, Mientras que este descanso todavía no ha llegado a los que no creen en el Evangelio. Por tanto, si quieren averiguar si sus corazones tienen descanso verdadero, primero examínense para ver si han recibido la remisión de sus pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
¿Tienen pecados en sus corazones? ¿Siguen viendo sus pecados intactos aunque se intenten convencer de que han sido salvados? Si es así, entonces no tienen paz en sus corazones, porque un corazón pecador nunca la tiene. Hay pecados en sus corazones y por eso están oscuros. Por el contrario, si de verdad tienen fe en la Verdad de salvación que ha eliminado sus pecados, entonces son personas verdaderamente felices. El verdadero descanso lo disfrutan solo los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cada uno de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu que Dios nos ha dado no podemos evitar alabar a Jesucristo. Por tanto, todos los que hemos nacido de nuevo al creer en este verdadero Evangelio vivimos nuestras vidas de fe en la Iglesia de Dios. Es imposible no hacerlo. Y reconocemos a los siervos y a los santos y nos regocijamos con ellos. Estos verdaderos creyentes pueden reconocer y distinguir a los nacidos de nuevo del resto. Aunque los cristianos nominales no pueden diferenciar si alguien ha nacido de nuevo o no, todos los cristianos nacidos de nuevo pueden verlo claramente. Mientras que la gente de este mundo puede engañar, no puede esconderse de los ojos de los nacidos de nuevo.
Por tanto, todos debemos encontrar el verdadero descanso para nuestros corazones al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y vivir este descanso durante el resto de nuestras vidas. La Biblia dice que quien cree en el Evangelio del agua y el Espíritu puede encontrar descanso en su corazón, pero ¿cuántas personas en este mundo han encontrado esta paz? Aunque todo el mundo quiere encontrar el verdadero descanso, pocos lo encuentras. ¿Quién entonces ha encontrado el verdadero descanso para su corazón? ¿Dónde se encuentra esta paz? Se encuentra en los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, en los verdaderos creyentes que viven en la Iglesia de Dios.
Jesús dijo que a los árboles se les conoce por sus frutos. Esto implica que los que han encontrado una solución al problema del pecado y han conseguido el descanso para sus corazones intentan ayudar a los demás a resolver el problema del pecado también, ya que esta gente ha resuelto el suyo. Y el resultado de sus esfuerzos siempre es bueno.
Por el contrario, los que no han recibido la remisión de los pecados no pueden ayudar a nadie porque todavía no han resuelto sus propios problemas. Dejan a los demás en su estado pecador de la misma manera en que sus propios corazones siguen teniendo pecados. Por eso muchos cristianos de todo el mundo no pueden predicar la Palabra correctamente aunque digan estar desempeñando una misión por el mundo.
Al contrario que estos cristianos nominales, hemos nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu y por tanto podemos predicar este Evangelio verdadero sin cesar por todo el mundo. Como el problema de nuestros pecados ha sido resuelto, ahora podemos vivir por los demás. En otras palabras, como cada uno de nosotros ha recibido la remisión de los pecados personalmente, ahora podemos llevar la remisión de los pecados a los demás. Hacemos esta obra del Evangelio de muchas maneras y formas, a través de nuestro ministerio literario, predicando el Evangelio a las almas perdidas directamente, orando por estas almas en todo el mundo, o haciendo lo que podamos para apoyar el ministerio del Evangelio. Podemos hacer todo esto porque hemos encontrado verdadero descanso. Si no tuviésemos descanso en nuestros corazones, no tendría sentido intentar vivir por los demás. Sería imposible simplemente. Si alguien dice vivir una vida así de entregada aunque no tenga paz en su corazón, esta persona no es más que una hipócrita.
 
 
Hay algunas personas que ofrecen caridad aunque no tengan descanso en sus corazones
 
Los cristianos que no han encontrado verdadero descanso en sus corazones tienden a dedicarse a hacer obras de caridad para poder encontrar ese descanso. Muchos cristianos intentan hacer buenas obras como ser voluntarios en una residencia de ancianos, un orfanato o un comedor social. Como resultado de estas actividades, disfrutan de algo de paz y descanso durante algún tiempo. Pero este tipo de descanso temporal se consigue por medios religiosos y por tanto en pocos días lo necesitan de nuevo. Como no pueden satisfacer esta necesidad completamente con sus buenas obras, tienen que seguir haciendo caridad sin cesar, porque siempre tienen necesidad.
Cualquier descanso que se consiga de esta manera no es verdadero. Y como este tipo de descanso se consigue por los esfuerzos propios, en vez a través de Dios, es un descanso falso. Es igual que engañarse a uno mismo y lavar la conciencia superficialmente. Esto es un acto malvado porque solo trata de establecer la justicia propia a través de las buenas obras.
De esta manera, hay muchas religiones en este mundo que intentan encontrar descanso para sus conciencias haciendo buenas obras por su cuenta. Pero no pueden disfrutar de un descanso duradero. Aunque se sientan en paz mientras hacen obras de caridad, son simplemente efímeras, porque sus obras virtuosas no valen para nada con el tiempo. Aún así se dedican a hacer buenas obras y por eso no tienen paz en sus corazones, ni satisfacción, ni gozo. Por mucho que intenten tener valores en este mundo no pueden ser salvados ni estar sin pecados. Como estas personas siguen teniendo pecados, serán arrojadas al infierno y sufrirán este castigo para siempre. No se acercarán al Reino de Dios. Así que pueden ver lo desesperadas que están estas personas.
En el suceso de la mujer samaritana vemos que esta mujer fue al pozo a sacar agua al medio día porque quería evitar a la gente. Como era una mujer adúltera tenía miedo de que la vieran en este pozo. Pero necesitaba agua así que fue al pozo a la hora de más calor del día cuando todo el mundo estaba descansando. Y Jesucristo le dijo: «Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna» (Juan 4, 13-14).
Muchas personas religiosas son como esta mujer samaritana. Beben del pozo de la religión durante un tiempo y después no tienen sed. Pero al final tienen sed de nuevo y una vez más se encuentran en el pozo de la religión para sacar agua de nuevo. De esta manera muchas personas están atrapadas en sus respectivas religiones, ya sean cristianas o no, y estas personas buscan la devoción religiosa para encontrar el descanso porque no tienen descanso en sus corazones. Así que intentan practicar la religión piadosamente y con devoción, Aunque puedan encontrar algo de descanso así, desparece enseguida cuando dejan de hacer sus actividades religiosas.
Pero, ¿es el descanso verdadero tan efímero como este como si fuera un espejismo? No, por supuesto que no. Como la religión puede proporcionar solo un alivio temporal, la gente aún tiene más sed con el tiempo e intenta cada vez más encontrar el descanso y acaba haciendo incluso más sacrificios para lograr esta meta tan difícil. Sin embargo, estas personas todavía tienen pecados en sus corazones por mucho que practiquen la religión. Aunque esperan encontrar descanso aunque sea falso, con el paso del tiempo esto se hace imposible.
Por el contrario, el Señor nos ha dado descanso verdadero. Después de todo nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu. Y al creer en este verdadero Evangelio hemos recibido el descanso del Señor. ¡Qué maravillosa es esta bendición!
El Señor no eliminó todos nuestros pecados solo porque quisiera alardear de Su poder. El Señor no vino al mundo encarnado en un hombre por cualquier razón, ni nos ha salvado sin razón al cargar con nuestros pecados a través de Su bautismo, derramar Su sangre en la Cruz y levantarse de entre los muertos. El Señor no hizo estas cosas justas porque nos amó de verdad.
Por tanto, el que seamos felices o no depende completamente de si creemos en la obra de salvación que el Señor ha hecho por nosotros o no. Por tanto, el que podamos ser felices o no depende completamente de si creemos o no en la obra de salvación que el Señor ha hecho por nosotros. De hecho, su fe es lo que cuenta, y las consecuencias de su decisión son muy importantes. Si deciden creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón, serán bendecidos más de lo que pueden imaginarse, pero si escogen no creer en este Evangelio del agua y el Espíritu, serán malditos para siempre y sufrirán enormemente.
Aunque Dios puede hacer cualquier cosa porque es omnisciente y omnipotente, no somos como Dios. Hay demasiadas cosas que no podemos hacer. Somos tan débiles que nuestras vidas en este mundo solo duran entre 70 y 80 años como mucho. Y si no recibimos la remisión de los pecados, incluso esta vida corta será difícil de vivir. La vida estaría vacía y solo tendría sufrimiento, porque no tendríamos verdadero descanso en nuestros corazones, ni verdadera paz, ni satisfacción. Sin recibir la remisión de los pecados, nadie puede encontrar la satisfacción en este mundo haga lo que haga.
Estoy seguro de que todos nosotros teníamos un sueño de pequeños e intentamos cumplirlo, haciendo todo lo que podíamos para prosperar en este mundo. Cuando era un niño yo también quería ser un hombre de éxito y también quería crecer y ser un hombre bueno para ayudar a los necesitados. Sin embargo, con el paso del tiempo, fui a la universidad y me preocupé de mi vida y no de la de los demás, preguntándome qué debería hacer para ganarme la vida y tener éxito ahora que tenía que arreglármelas yo solo.
Muchas personas probablemente quisieran convertirse en Presidentes cuando eran niños. Otras personas seguramente soñaban con ser jugadores de béisbol profesional, boxeadores o jugadores de golf. La mayoría de la gente tiene sueños ambiciosos en su juventud, pero ¿qué pasa con el paso del tiempo? Muchos estudiantes universitarios de primer año están muy emocionados de dar sus primeros pasos en el mundo y están llenos de sueños ambiciosos y esperanzas para el futuro. Pero con el tiempo ven que sus sueños se hacen cada vez más pequeños. Cuando están a punto de graduarse, desean tener un trabajo y cuando se dan cuenta de lo desesperadas que son sus vidas, caen en la desesperación. Desde entonces sus vidas son un infierno y todos los días son una lucha constante. Por tanto, muchas personas acaban viviendo de cualquier manera y malgastando sus vidas mientras se quejan de que la vida está llena de sufrimiento y peligros como un barco agitado por las olas del mar, y siempre hablan de lo maravilloso que era ser niños. La gente recuerda su niñez con nostalgia porque sus circunstancias presentes son muy duras. Y por eso no tienen descanso en sus corazones.
Sin embargo, a estas personas que no tienen descanso Dios les ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu para que crean en él. Y el Señor nos ha dado el verdadero descanso a todos los que creemos en este Evangelio. Así que, ¿cómo de maravillosa es esta bendición de tener descanso? Aunque no podamos encontrar ningún descanso verdadero para nuestros corazones por mucho que lo intentemos durante todas nuestras vidas, el Señor nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu a estas personas desesperadas como nosotros, y nuestros corazones han encontrado este descanso celestial al creer en este Evangelio. Como todos nuestros pecados han desaparecido de nuestros corazones, podemos disfrutar de la paz y renovar nuestras fuerzas. No es necesario sufrir más por nuestros pecados, llorar por nuestros pecados y rogarle a Dios que nos perdone por nuestros pecados, ayunar y orar por ello o intentar hacer buenas obras para compensar por estos pecados. ¡Qué maravillosa bendición es esta!
Hoy en día, aunque muchos cristianos dicen haber recibido la remisión de los pecados cuando creen en Jesús por primera vez, todavía tienden a intentar lavar sus pecados diarios con sus obras virtuosas. Veo a personas así todo el tiempo que intentan limpiar sus pecados por sus propios esfuerzos. Estos cristianos perdidos hacen lo que pueden para servir a Dios y ofrecerle su tiempo y esfuerzos, desde viajes de misiones en el extranjero, a visitar prisiones y hospitales, todo para dar testimonio de Jesús. Pero esto no puede limpiar los corazones de nuestros pecados. Solo lo intentan en vano y todo lo que consiguen con estos esfuerzos es un sentimiento de haber conseguido algo. Por eso no tienen un descanso verdadero.
Estos practicantes de la religión se encuentran en todas las comunidades cristianas de todo el mundo. Y esta gente religiosa se encuentra en todas las religiones además de la cristiana. Estas personas religiosas seguramente se sienten bien consigo mismas cuando intentan hacer cosas buenas según las enseñanzas de sus religiones respectivas. Pero cuando dejan de hacer estas cosas, aunque sea durante poco tiempo, aún sufren más. Al final, cuando se dan cuenta de que no pueden hacer nada por su cuenta y miran dentro de sus corazones, ven que no hay nada además de pecados, y por eso todo lo que les espera al final es sufrimiento. Como sus pecados siguen intactos, son todos pecadores incluso después de haber creído en sus religiones respectivas como eran pecadores antes de creer. Así que ¿no es esto totalmente en vano? Por eso la devoción religiosa no vale para nada.
La palabra religión deriva del latín “religio”, que significa atar fuerte. Una religión es un sistema de creencias creado por el ser humano que ata a los seguidores con cadenas. Dicho de otra manera, ser religioso es crearse un dios y una doctrina propia y atarse a un sistema de creencias falso.
Esta no es la verdadera fe. La verdadera fe cristiana consiste en entender lo que Dios ha hecho por nosotros y confiar en Él con reverencia. Así que, si las reglas de la religión las pone uno mismo, las reglas de la fe las pone Dios. Ser religioso es intentar encontrar la verdad por uno mismo y por tanto depende del que busca. Pero la fe consiste en creer en lo que Dios ha hecho por nosotros según Su Palabra en vez de sus propios deseos, y por tanto depende completamente de Dios. Por eso los que practican la religión no descansan porque no pueden presentarse ante Dios por su cuenta sin defectos. Aunque uno diga ser cristiano y creer en Jesús, mientras que esta persona simplemente lleve una vida religiosa no encuentra descanso porque no puede entrar en el descanso de Dios.
Por el contrario, la gente de fe puede disfrutar del verdadero descanso porque su fe viene del Dios perfecto. De la misma manera en que la Biblia dice Dios amó tanto al mundo que envió a Su único Hijo, como Dios nos amó primero fuimos creados y puesto en este mundo. Por eso Dios nos permitió nacer en este mundo y vino personalmente a este mundo para salvarnos cuando habíamos caído en el pecado. Además, Dios cargó con todos nuestros pecados al ser bautizado y salvarnos al morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos. Esto es lo que escuchamos con nuestros oídos, lo confirmamos con nuestros ojos y creemos con nuestros corazones. Y de esto se trata la fe.
 
 

¿Qué debemos creer para entrar en el descanso de Dios?

 
Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu podemos entrar en el descanso de Dios. El verdadero descanso se consigue solamente cuando uno recibe la verdadera remisión de los pecados, y la verdadera remisión de los pecados solo se recibe cuando uno cree en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Algunas personas creen que esta es una nueva doctrina. Pero no es así. El Evangelio del agua y el Espíritu que estamos predicando no es una simple doctrina. Si fuese solo un dogma no podríamos decir la misma cosa una y otra vez, día tras día. El autor de la Epístola de Hebreos también predicó el Evangelio del agua y el Espíritu repetidamente en todos los capítulos. Este Evangelio del agua y el Espíritu nunca es aburrido aunque lo prediquemos un millón de veces. Esto se debe a que es la Verdad de Dios.
Aquí, en la Epístola de Hebreos, Dios nos está preguntándonos si hemos entrado en Su descanso o no, si hemos creído en el Evangelio del agua y el Espíritu o si hemos unido nuestros corazones con este verdadero Evangelio. Por tanto, todos debemos darle gracias a Dios por darnos el Evangelio del agua y el Espíritu y con acción de gracias aceptamos Su descanso en nuestros corazones. Solo entonces podemos entrar en el Reino de los Cielos. Y por eso la Biblia habla de este Evangelio del descanso tantas veces.
Aunque Dios ha salvado a toda la humanidad y está ofreciendo descanso verdadero a quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu, todavía hay muchas personas que no han entrado en Su descanso. El problema es que no todo el mundo puede tener fe. Solo los que tienen un corazón puro y honesto como el de un niño, los que son pobres de espíritu y los que viven según la Palabra de Dios pueden tener la verdadera fe y ser aprobados por Dios. Pueden tener esta verdadera fe que les dé descanso solo si aceptan la Palabra de Dios confiando como un niño pequeño y creen en ella sin ningún rastro de duda. Si están llenos de la codicia de la sangre y quieren utilizar la Palabra de Dios solo como un medio para conseguir sus fines egoístas, no podrán conocer la Verdad ni ser aprobados por Dios. Estas personas que están llenas de codicia están destinadas a considerar el Evangelio del agua y el Espíritu como una nueva doctrina incluso cuando lo escuchan. Pero estas personas morirán con sus propias artimañas. Por tanto, deben tener un corazón que confía como un niño pequeño, creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y llegar a descansar.
Su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu debe estar constantemente confirmada y meditada todos los días. Por mucho tiempo que lleven creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, si no piensan en él hoy acabarán perdiendo su fe y olvidándolo todo. En este mundo, el Evangelio del agua y el Espíritu es lo único que trae paz y satisfacción a nuestros corazones. Por eso debemos meditar todos los días y renovar nuestra fe día tras día. Cuando los siervos de Dios predican el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos creer en él en obediencia. El mayor pecado de todos es no creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu incluso después de creer en él.
Pasemos a Hebreos 4, 12-13: «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta».
Cuando leemos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu revelado en la Biblia, podemos ver lo afilada que está la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es tan afilada que puede dividir nuestras mentes, espíritus y pensamientos carnales para manifestarlos claramente. La Palabra de Dios nos muestra lo que está mal en nuestros pensamientos y cual es la fe correcta.
Todo queda expuesto ante el Evangelio del agua y el Espíritu de esta manera. Como no hay ninguna criatura escondida de los ojos de Dios, todos quedamos desnudos y abiertos ante la Palabra de Dios, dejando expuesto quién somos por naturaleza, en qué condición nacimos, qué tipos de pecados tenemos, qué iniquidades cometeremos en el futuro y qué tipo de pensamientos carnales tenemos. La Palabra de Dios nos enseña cómo debe estar nuestro corazón y cómo no. La Palabra de Dios no solo hace posible que entendamos exactamente cómo el Señor ha eliminado nuestros pecados cuando vino a este mundo, pero también nos revela claramente en qué debemos creer. Desde nuestros pensamientos a nuestras almas, todo queda expuesto por Su Palabra. Y con la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu Dios expone nuestros espíritus, almas y cuerpos para que recibamos la remisión de nuestros pecados. Por tanto, no hay nada tan afilado como el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando la gente va al Evangelio del agua y el Espíritu, todos sus pecados se revelan. De hecho, todos los que se ponen delante de este Evangelio están completamente desnudos y todo queda expuesto y por eso sería imposible esconder nada, por mucho que lo intentasen. Todo el mundo queda expuesto como pecador cuando se presenta ante el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, este verdadero Evangelio revela completamente si sus pensamientos son correctos o incorrectos y si sus acciones son buenas o malas ante Dios. Y por tanto deben darse cuenta de que el Señor ha eliminado todos sus pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu solamente. Cuando esto ocurre, deben someterse al Evangelio del agua y el Espíritu y creer en él de todo corazón.
Pasemos a hebreos 4, 14: «Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión». Como está escrito aquí, Jesucristo es nuestro Sumo Sacerdote en el Reino de los Cielos y nuestro Salvador, y es absolutamente imperativo que creamos en Su encarnación, Su bautismo, Su muerte en la Cruz y Su resurrección. Y debemos aferrarnos a nuestra confesión. Debemos aferrarnos a nuestra fe así para que nadie se la lleve.
Muchos cristianos dicen que nadie puede recibir la remisión de los pecados solo creyendo en la sangre de Jesús derramada en la Cruz. Otros intentan quitarnos nuestras bendiciones mintiendo, diciendo que no podemos cometer pecados porque murieron con Cristo y resucitaron con Cristo. Pero la verdad es que aunque hemos sido salvados, todavía tenemos muchas debilidades y por tanto todavía cometemos pecados. Sin embargo, como el Señor Cargó con todos nuestros pecados y fue condenados por ellos en nuestro lugar, estamos para siempre sin pecados a pesar de nuestras debilidades. Y el Señor es nuestro Salvador que no cambia.
Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos recibido la remisión de los pecados y hemos encontrado el camino al Reino de los Cielos. Todos debemos aferrarnos a esta fe. Debemos dar testimonio de esto todos los días para que nadie pueda quitárnoslo. No hay otra manera de defender nuestra fe si no damos testimonio del Evangelio del agua y el Espíritu todos los días. Cuando damos testimonio y predicamos este Evangelio podemos defender nuestras creencias.
Pasemos a Hebreos 4, 15: «Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado». Como está escrito aquí, nuestro Señor puede saber lo que sentimos porque vino en la carne como nosotros. Lo mismo se dice en el último versículo del capítulo 2 de Hebreos, que dice: «Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados» (Hebreos 2, 18). En estos dos pasajes podemos ver claramente que cuando Jesús, nuestro Salvador, vino encarnado en este mundo y lo pudo saber todo acerca de nosotros a través de Sus 33 años de vida y con este conocimiento pleno nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu. En otras palabras, Jesús lo sabe todo acerca de la condición fundamental de la raza humana, conociendo el hecho de que todo el mundo tiene debilidades, que todo el mundo tiene que comer para sobrevivir, que todo el mundo enferma, y que todo el mundo sufre dolor. Precisamente por esto podemos creer sin dudar en el Evangelio del agua y el Espíritu que Jesús, nuestro Sumo Sacerdote, nos ha dado. Es absolutamente indispensable tener la fe que cree que el Señor está vivo y que nos está ayudando durante todo el camino. Jesucristo es quien nos ha salvado y como es nuestro Dios para siempre y nuestro Salvador vivo, nos ayuda siempre. Por tanto, deben aferrarse a nuestro Señor y confiar en Él siempre, y confirmando nuestra fe en Él podemos tener seguridad en nuestra remisión de los pecados. Por eso podemos orar al Señor para que nos ayude cuando tengamos problemas. El Señor nos ayuda siempre que fracasamos porque lo sabe todo.
Hebreos 4, 16 sigue diciendo: «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro». Este pasaje nos enseña que si creemos en Jesucristo, debemos entrar en Su presencia a través de la oración y la fe y pedirle ayuda, porque es el Señor Dios y Salvador que siempre escucha nuestras oraciones. De hecho, si de verdad creen que el Señor ha eliminado todos sus pecados, podemos entrar en Su presencia con acción de gracias y pedirle por fe que nos ayude. El Señor nos ha dado esta gracia abundante para que le pidamos todo lo que necesitemos y oremos con confianza de la siguiente manera: “Señor, necesito Tu ayuda para hacer esta obra. Por favor, ayúdame, Señor. Quiero predicar el Evangelio el Evangelio del agua y el Espíritu para construir Tu Reino en este mundo, convertirme en tu obrero fiel y salvar a todas las almas que no han sido salvadas. Ayúdame Señor para que pueda hacer Tu obra y salve a tantas almas como sea posible”.
Como Jesucristo es fiel y responde nuestras oraciones, debemos pedirle a Dios Sus bendiciones y recibir descanso en nuestros corazones, sin olvidar el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios y confiando siempre en él. Por tanto, ahora que hemos recibido la remisión de los pecados todos debemos convertirnos en obreros de Dios, dar testimonio del Evangelio del aguay el Espíritu y meditar acerca de él en nuestras vidas, para que nunca perdamos nuestra fe en este verdadero Evangelio. De esta forma, todos debemos renovar nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu todos los días, y todos debemos pedirle a Dios por nuestras necesidades para que nos ayude. En resumen, debemos vivir por la ayuda de Dios ahora y para siempre.
El Evangelio del agua y el Espíritu es el camino y la Verdad en la que el pueblo de Dios debe creer. Así que les pido que vivan con esta fe en este verdadero Evangelio. Nuestros hermanos y hermanas en la Mission School no aprenden cosas seculares como inglés, griego o hebreo, sino que aprenden a servir a la justicia del Señor y purificar sus corazones ante Dios mediante su formación. Si han completado el curso en la Mission School, estoy seguro de que están viviendo una vida espiritual honrada y próspera, porque ahora han aprendido a confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu en vez de en el conocimiento humano, a deshacerse de sus deseos malvados y aceptar solamente la Palabra de Dios en sus corazones. Estén donde estén, ya vayan a la Mission School o estén sirviendo al Señor en su ministerio, están sirviendo al Evangelio del agua y el Espíritu y predicándolo. Todo lo demás es superficial. Si hay alguien en la Iglesia de Dios que está predicando otra cosa que no sea el Evangelio del agua y el Espíritu, entonces está persona es un hereje y un siervo del Diablo.
Nuestro Dios nos ha salvado de todos los pecados al darnos el Evangelio del agua y el Espíritu. Y nos ha dado descanso en nuestros corazones para que sirvamos al Señor y oremos con confianza. Le doy gracias al Señor por darnos estas bendiciones tan maravillosas.