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Sermons

Tema 13: Evangelio de Mateo

[Capítulo 16-5] Niéguense a sí mismos y sigan al Señor (Mateo 16, 24-27)

Niéguense a sí mismos y sigan al Señor(Mateo 16, 24-27)
«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras».
 

Antes de empezar, me gustaría darle las gracias al Señor por salvar a mis hermanos y hermanas en el Campamento de Formación de Discípulos (DTC). Como se está haciendo tarde, intentaré acabar mi sermón lo antes posible. A través de DTC, nuestro Dios ha salvado a todas las almas de la clase del Evangelio. Estoy seguro de que podría haber más gente que daría testimonio de salvación si hubiera más tiempo. Pero como vamos justos, no todo el mundo podrá hacerlo hoy. Les pido a los que quieran dar ese testimonio que vuelvan a sus iglesias respectivas y den testimonio allí. Si tienen alguna pregunta, les pido que no duden en preguntar, y que vivan con un testimonio de fe. El Señor quiere bendecir a los hijos de Dios débiles e insuficientes. 
Por naturaleza, el último día del DTC es el día que menos popular soy. Esto se debe a que es el día en que los niños del campamento cantan alabanzas. Entonces ellos son sin duda los más populares. Cuando los niños tan monos cantan y bailan, todos los adultos se llenan de gozo. El segundo grupo más popular es el de los adultos, y probablemente sea porque no cantan muy bien, y por eso los otros santos les dan ánimos. Pero, aún así han estado preparando su canción desde el almuerzo. Incluso desde mi habitación podía oír el sonido de alguien tocando la guitarra mientras alguien cantaba. Después de alabar y de escucharse cantar, los adultos se asombraron: «¡Vaya! ¡Cantamos muy bien!». El hecho de que nuestros hermanos adultos puedan cantar a este nivel es algo de lo que estar orgullosos. Al darse ánimos los unos a los otros, salieron aquí y alabaron y dieron gracias a Dios.
Junto a ellos, el tercer grupo más popular es la Clase del Evangelio. Esta tarde hemos compartido algunos momentos con la Clase del Evangelio, que ha dado testimonio de salvación y ha glorificado a Dios. Cuando dieron testimonio de cómo el Señor les había salvado, fue un momento entrañable para los que daban testimonio y los que escuchaban, y todos nos sentimos muy agradecidos a Dios. Deseo que el Señor les proteja. No importa cómo vinieran los estudiantes de la Clase del Evangelio, ya fuera por la fuerza o por su propia voluntad, porque yo creo que el hecho de que vinieran a este sitio juntos para escuchar la Palabra de Dios es el mayor don del mundo.
Esta tarde hemos realizado un rito de bautismo y ha sido maravilloso. Mientras estaba sentado en el banco, he visto a los santos ser bautizados. Antes del culto de la tarde he tenido la oportunidad de ver un video de este bautismo con nuestros ministros, y ha sido muy divertido. Algunos ministros dieron una bendición durante un tiempo después de bautizar, pero otros la hicieron más simple, bautizando a los santos, sacándolos del agua y diciendo: «Gracias, Señor. Por favor, bendice a este hermano». Mientras observaba cómo algunos ministros decían oraciones simple y otros oraban más, me vino a la mente que cuando uno es bautizado, debe tener cuidado con el ministro que se escoja para ser bautizado. Como los siervos de Dios están pidiendo Sus bendiciones, es mejor escoger la línea de los ministros que oran más. Después de todo esto es una oportunidad única. Como el bautismo que recibimos por fe después de nacer de nuevo, solo ocurre una vez en la vida, es una experiencia maravillosa. Esto se debe a que en este momento hemos confesado nuestra fe a Dios y a que los siervos de Dios oran por nosotros. Hace poco, mientras nuestros ministros veían el video del bautizo, hicieron algunas bromas: «¡Mirad! Ese pastor vago no hace nada». Pero esto no significa que realizar oraciones más largas sea mejor. Fue muy bonito ver cómo la gente recibe el bautismo por fe. 
Durante la duración de este campamente, Dios nos ha dado buen tiempo. Nos ha dado Su Palabra y Su gracia, además de comida buena. Nos ha permitido que Sus siervos estén juntos y que Su pueblo se reúna, nos ha revestido de grandes bendiciones. En casa tenía tanto calor que sudaba, pero aquí se está bien, el tiempo es refrescante, e incluso mi corazón está fresco y agradecido por ello. Antes de venir al DTC, estaba muy cansado, y no podía casi respirar. Pero ahora que he venido aquí y me he encontrado con mis colaboradores y hermanos y hermanas, y me he refrescado, me siento muy vivo. Parecía que hubiera servido a Dios con mucho sufrimiento, pero ahora que he venido aquí a compartir la Palabra con ustedes estos días, puedo apreciar lo bendito que es nacer de nuevo al creer en el Señor y al servirle.
Para los que han venido a la Clase del Evangelio esta semana, les doy las gracias por escuchar con paciencia la Palabra durante tanto tiempo. Creo que las esposas de nuestros ministros han trabajado duro. La cocina estaba muy bien y muy caliente este invierno, pero este verano hace demasiado calor. He visto sus caras hinchadas. Así que he pensado: «Ha debido ser muy duro para ellas. No estaban preparadas para esto. No sabía que haría tanto calor en la cocina». No había tenido esto en cuenta, ya que es la primera vez que hacemos el campamento de verano en este edificio después de su construcción. Les prometo que la cocina estará más fresca el verano pasado. Como el Apóstol Pablo dijo: «Puedo hacer todas las cosas a través de Cristo, quien me da fuerzas», si Dios nos da fuerzas, podemos conseguir todo lo que deseemos. Les doy las gracias a todas las esposas de nuestros ministros que han trabajado tan duro en la cocina.
También me gustaría dar las gracias a todos los ministros que trabajan duro de diferentes maneras. Uno de ellos se constipó y perdió un poco de peso. Este pastor estaba contento porque su cara parecía menos hinchada, pero no tan contento cuando otro pastor le dijo en broma: «Parece que lo que has perdido en la cara, se ha pasado a la tripa». Nuestros ministros no aguantan que los demás estén contentos (por supuesto estoy bromeando también). Gracias a la gracia de Dios, todos nos lo hemos pasado muy bien en el DTC. Ha habido bastantes problemas mientras preparábamos este campamento, pero todavía estamos agradecidos a Dios. Intentaré hacer que este sermón sea corto y hablaré claro.
 


De ahora en adelante, deben aprender a negarse a sí mismos

 
Hoy hemos leído Mateo 16, 24. Este pasaje dice: «Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame». Si nosotros, los justos, queremos convertirnos en los discípulos de Cristo, debemos seguir al Señor. Cualquiera que quiera seguir al Señor debe dejar de lado sus pensamientos carnales. Pero ¿es fácil abandonar nuestros deseos carnales? No, no es fácil. Pero a pesar de esto, los santos nacidos de nuevo deben negarse a sí mismos, sus deseos de vivir por la carne, y seguir a Jesús incluso en los momentos más difíciles, pueden convertirse en discípulos del Señor. Por eso el Señor dijo en el pasaje de las Escrituras: «Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame».
Quien quiera seguir al Señor, tiene una cruz con la que cargar. Lo que les haga difícil seguir al Señor, es su propia cruz. Pero nunca debemos dejar de seguir al Señor por culpa de las dificultades. Esto se debe a que este camino de seguir al Señor, es el camino de la vida. Negarse a sí mismo, cargar con la cruz y seguirle, es la manera de recibir las bendiciones. Como este es el camino es duro, debemos asegurarnos de que superamos las pruebas y las dificultades. Como seguir al Señor es la manera de asegurar nuestras propias vidas, es importante seguirle.
En los versículos 25-27 del pasaje de las Escrituras, el Señor dijo: «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras». Aquí, las palabras «su vida» o el equivalente se mencionan cuatro veces.
Seguir al Señor significa negarse a sí mismo y cargar con la cruz, lo que a la vez significa que seguir al Señor es lo mismo que entregar la vida. Considerar cómo seguir al Señor es lo mismo que entregar la vida, si fuera demasiado duro negarse a sí mismo y entregarnos al Señor, moriríamos. Pero, si seguimos al Señor después de nacer de nuevo y recibir la remisión de los pecados, conseguiremos las bendiciones de Dios. Esta salvación que recibimos una vez, es decir la remisión de los pecados, es la vida nueva. Cuando Jesucristo murió en la Cruz en lugar de los que estábamos condenados al infierno por nuestros pecados, nosotros también morimos con Él, y cuando resucitó, nosotros nos levantamos con Él. Al creer en esto, hemos recibido nueva vida de Dios. Antes de nacer de nuevo, la vida que teníamos era de pecadores, pero ahora que hemos nacido de nuevo, hemos conseguido una vida nueva como gente justa.
De la manera que hemos recibido la remisión de nuestros pecados y hemos conseguido una nueva vida como los justos, es importante preguntarnos si seguiremos o no al Señor como Su pueblo redimido, después de recibir esta vida nueva. Cuando los nacidos de nuevo siguen al Señor, pueden mantener esta vida, ser bendecidos más y prosperar y crecer más, así como hacer que muchas otras personas reciban más bendiciones. Los que siguen al Señor disfrutarán de todas las bendiciones y el esplendor de Dios, y nunca perderán la vida eterna que han conseguido. Por el contrario, los que no se niegan a sí mismos y dejan de seguir al Señor en los momentos difíciles, pierden sus vidas. Este es el mensaje del pasaje de las Escrituras de hoy.
 
 

No pueden seguir al Señor si no niegan sus pensamientos

 
Nosotros hemos recibido la remisión de los pecados al escuchar el Evangelio. No tiene precio el haber escuchado el Evangelio y haber recibido la remisión de los pecados. Uno de nuestros hermanos testificó que le costó 37 largos años escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu. A algunos de ustedes les puede haber costado 20 años, a otros 40 ó 50. Por eso, el hecho de que hayan recibido la remisión de los pecados es una bendición enorme. Hay mucha gente en este mundo que vive sin escuchar el Evangelio ni una sola vez. Pero ustedes han escuchado la Palabra y han conseguido algo que no tiene precio. Después de todo, ¿qué puede ser más importante que recibir una vida nueva para alguien condenado al infierno? Este es un regalo de vida maravilloso.
Quien recibe la remisión de los pecados consigue una vida nueva de Dios. Por eso nosotros hemos conseguido una vida nueva a través de la remisión de los pecados por gracia. Sin embargo, si dejamos de lado nuestra cruz y no seguimos al Señor, no podremos mantener esta vida nueva. No hay nada más estúpido que recibir una vida nueva y no poder crecer en ella ni mantenerla. Nosotros, los justos, podemos vivir la vida más bendita cuando la amamos. Cuando mantenemos esta vida, queremos hacer que crezca y se la queremos dar a otras personas, para que se conviertan en hijos de Dios. Sin embargo, aunque todos intentamos seguir al Señor así, hay una cosa que nos impide negarnos a nosotros mismos, y nos hace dejar de esforzarnos por seguirle ante cualquier dificultad, y esto es nuestra carne. Esta carne y sus ideas quieren impedir que tengamos pensamientos espirituales y que deseemos seguir al Señor siempre.
Nuestros pensamientos carnales que solo se preocupan por el bienestar de la carne, no tienen ningún deseo de seguir al Señor. Del mismo modo en que el Apóstol Pablo dijo: «Tener una mente carnal es la muerte», nuestra carne nunca puede cumplir la voluntad del Señor, por mucho que nuestros espíritus quieran seguirle. Por eso el Señor le dijo a Sus discípulos: «Si alguien quiere seguirme, debe recibir la remisión de los pecados primero. Debe vivir conmigo en la Iglesia, aprender Mi Palabra, comer la Palabra con el corazón lleno, recibir la fe en el corazón, y encontrar ayuda mediante la oración». En otras palabras, si los nacidos de nuevo queremos seguir al Señor bendecidos en cuerpo y espíritu, debemos negarnos a nosotros mismos.
Debemos negarnos a nosotros mismos. Ya nos guste o no, debemos negar nuestra carne. La abnegación es muy difícil. Si les dijesen que se quedasen quietos y solo se negasen a sí mismos, se morirían de desesperación. Sin embargo, si queremos seguir al Señor, debemos negarnos a nosotros mismos, y si queremos negarnos, debemos aceptar la Palabra de Dios con entusiasmo. Además, si el Señor dijo que este Evangelio es cierto y que es correcto que la Iglesia se oriente hacia la predicación del Evangelio, debemos hacerlo y preguntarnos: «¿Qué puedo hacer para cumplir la voluntad del Señor?». Nuestra carne siempre hace algo si tiene tiempo libre, por eso debemos utilizarla para el Señor. Después de todo, Dios nos dio nuestras manos para trabajar, nuestras piernas para caminar, nuestros ojos para ver, nuestros labios para hablar, y nuestras narices para respirar.
Para seguir al Señor debemos conocernos a nosotros mismos. Aunque nuestros pensamientos y estándares parezcan buenos, debemos abandonarlos y seguir la Palabra del Señor. Pasemos por las dificultades que pasemos, debemos aferrarnos a lo que Jesús nos dijo, que debemos negarnos a nosotros mismos y seguirle. Como el rebaño que sigue al pastor, debemos seguir al Señor en completa obediencia. Pero a pesar de esto, algunas personas se niegan a seguir al Señor porque es muy difícil negarse a sí mismos, no pueden romper sus deseos porque son muy tercos y dicen que sus personalidades y caracteres no están hechos para la fe. Esta gente no se ha negado a sí misma. 
Es cierto que muchas personas no están hechas para la vida de fe. Hay algunas personas que dicen: «Enseñaré, pero odio que me enseñen», pero deben negar este pensamiento. También hay gente que tiene mal genio, y debe negar su personalidad. Pase lo que pase, debemos negarnos. Solo cuando hacemos esto, podemos seguir al Señor. Por muy duro y difícil que sea la abnegación, debemos seguir negándonos y siguiendo al Señor, porque este es el camino de la vida. Si quieren seguir al Señor, la abnegación es algo inevitable. Como esta es la respuesta correcta, es mucho mejor para nosotros centrarnos en lo que tenemos que hacer para negarnos y seguir al Señor con lealtad. Cuando pensamos en lo que Dios nos ha pedido que hagamos, es mucho más fácil negarnos y seguirle.
Estoy seguro de que conocen el pasaje de las Escrituras de hoy, pero vamos a volver a verlo. Jesús les dijo a Sus discípulos: «¿Quién dice la gente que soy?». Los discípulos contestaron: «Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros Elías, y otros que eres uno de los profetas». Jesús les preguntó: «¿Y vosotros? ¿Quién pensáis que soy?». Pedro contestó a esto: «Eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo». Pedro dio la respuesta correcta. Jesús estaba muy contento con él. 
Así que Pedro estaba lleno de confianza ante los demás discípulos. Como Jesús le dijo a Pedro: «Tienes razón, el Padre te ha revelado esto», los otros discípulos debieron decir: «Vaya, Pedro, eres bueno». Así que Pedro estaba muy contento por lo que le dijo Jesús. Sin embargo, Jesús siguió diciendo: «Pronto iré a Jerusalén, y seré arrestado por los líderes judíos, flagelado y desnudado por los soldados romanos, y crucificado. Moriré así, pero resucitaré al tercer día». Pedro se quedó sorprendido al escuchar esto, ya que Jesucristo, su maestro, su Rey, su Profeta, su Sumo Sacerdote, el Hijo de Dios Todopoderoso, y el Salvador que le salvó la vida, quien le había exaltado hacía poco, de repente le dijo que iba a morir. Así que Pedro agarró a Jesús e intentó convencerle de que no lo hiciera diciendo: «Lejos sea de ti, Señor; esto no te ocurrirá».
Entonces Jesús cambió Su disposición de repente y reprendió a Pedro, diciendo: «¡Eres un demonio! ¡Apártate de Mí, Satanás!». Pedro seguramente se quedó atónito al ver que Jesús cambió de repente, mientras que hacía poco, le había exaltado  diciendo: «Tu fe es correcta; eres maravilloso».
Pedro estaba tan dedicado a Jesús que estaba dispuesto a decir: «Señor, te seguiré hasta que muera», e intentó seguir al Señor sin dudar. Pero, a pesar de esto, el Señor le dijo de repente que iba morir. ¿Estaría alguno de ustedes contentos si les dijeran que una persona amada va a morir? Por supuesto que no. Por eso Pedro intentó parar a Jesús, diciendo: «Eso no lo harás», porque estaba lleno de amor por Jesús. Pero Jesús se enfadó con Pedro y le reprendió duramente diciendo: «¡Hombre desgraciado! No pones la mira en las cosas de Dios, sino en las cosas de los hombres. ¡Vete de aquí Satanás! ¡Vete de Mi vista! Eres una ofensa para Mí».
Así que Pedro no sabía qué pensar y se le ocurrió que sería mejor quedarse callado. Los otros discípulos no eran diferentes. Como Pedro era el primero de los discípulos y como Jesús le reprendió de repente después de haberle exaltado, los otros discípulos pensaron: «Menos mal que me he quedado callado, o me habría reñido a mí». Así que el resto de los discípulos se calmaron y se quedaron callados.
Si Pedro no hubiese negado sus pensamientos, y hubiese pensado: «¡Vaya con Jesús! Primero me exalta y después me reniega», entonces no podría haber seguido a Jesús. Sin embargo, Jesús dijo en aquel momento: «Si quieres seguirme, niégate, carga con tu cruz y sígueme». Como el Señor dijo: «Niégate y sígueme» Pedro y el resto de los discípulos aprendieron una lección: «Debemos negarnos a nosotros mismos. Diga lo que diga el Señor es cierto, y es bueno, por eso debemos confiar en Su Palabra; y aunque nos diga que hacemos algo mal, debemos darnos cuenta de que está mal, negarnos y seguirle».
Todo el que quiera seguir al Señor debe negarse a sí mismo y seguirle con su cruz a la espalda. Jesús añadió una explicación: «Quien quiera salvar su vida, la perderá». La Palabra de Jesús es muy difícil de entender. Así que algunas personas piensan: «Jesús dice una cosa aquí, y luego otra diferente. No entiendo lo que quiere decir. Un momento parece que les hable a los pecadores y al momento siguiente a los justos. No hay manera de entenderle». En realidad, esto me pasa a mí cuando predico. Aunque hay muchos justos aquí, a veces también hay pecadores. Yo también hablo a justos y pecadores en mis sermones. Así que deben entender lo que hay en mi ente cuando me escuchan. Lo mismo ocurre cuando escuchan la Palabra de Jesús. Aunque muchas personas dicen que es difícil entender Su Palabra, la Palabra de Jesús es sorprendentemente simple.
Cuando dice aquí: «Quien quiera salvar su vida, la perderá», significa que si uno intenta mantener su vida, la perderá. Cuando dice: «Quien pierda su vida por Mí, la encontrará», esto significa que el Señor nos da vida eterna. Algunas personas pensarán: «Jesús es muy arbitrario. ¿No me está pidiendo que le entregue mi vida?». Sin embargo, este pasaje significa que Jesús dará nueva vida a los que se aferren a la Palabra de la Verdad, se nieguen a sí mismos, y sigan la voluntad del Señor. Tiene dominio sobre la vida y la muerte y puede tomar o quitar según Su voluntad. Nuestro Señor siguió diciendo: «Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?». Este pasaje significa que seguir al Señor es una cuestión de vida o muerte.
Mis queridos hermanos, lo que Jesús le dijo a Sus discípulos en el pasaje de las Escrituras de hoy también se puede aplicar a nuestras vidas. Hemos nacido de nuevo. Si hemos nacido de nuevo, somos hijos de Dios. Si somos hijos de Dios, debemos vivir en Su Reino. El Reino de Dios en este mundo es Su Iglesia. Cuando nacemos de nuevo, nuestras vidas de fe deben estar de acuerdo con Dios, debemos alimentarnos de Su Palabra, creer en la Palabra de Dios, seguirle con lealtad. Este es el camino de la vida en el Reino de Dios. Del mismo modo en que un buen ciudadano debe cumplir las leyes de su país y obedecer los estatutos legales, si hemos recibido la remisión de los pecados de Dios y somos Su pueblo nacido de nuevo en este mundo, nuestras leyes cambiarán y nuestros pensamientos se transformarán. Para nosotros, los nacidos de nuevo, el estilo de vida y el de pensar han cambiado.
Nuestra fe en el Señor ha sido transformada. Nuestras acciones también han cambiado. Todo ha cambiado. Como dice el himno: «♪Mi vida ha cambiado; una nueva vida ha nacido♪», hemos cambiado del todo. Desde el momento en que recibimos la remisión de los pecados, nuestros valores y estándares también han cambiado. El estándar de nuestras acciones ha cambiado, así como el estándar de nuestra fe. La vida en sí ha cambiado. Nuestras bendiciones han cambiado en esencia. Hemos sido transformados en criaturas nuevas, no solo por 60 ó 70 años, sino para siempre. Como todo ha cambiado, debemos vivir como gente nueva ahora que hemos recibido la remisión de nuestros pecados. Por eso, una vez hemos sido redimidos de nuestros pecados, debemos descartar nuestros pensamientos. Ahora nuestra mente y nuestros pensamientos no son importantes, y Dios nos está diciendo lo que es más importante.
Ustedes y yo debemos seguir al Señor. El camino de seguir al señor es el camino de la vida, el camino de mantener la vida y el camino de las bendiciones, y por eso es indispensable seguir al Señor. Les pido a todos que, si de verdad toda ley ha cambiado para ustedes, si quieren seguir al Señor, deben dejar de lado los pensamientos, y creer en el Señor y seguir lo que dice en Su Palabra. Cuando nacemos de nuevo, debemos vivir en la Iglesia de Dios y unirnos con la obra de predicar el Evangelio, y entonces podemos mantener la salvación y la nueva vida que hemos recibido y podemos seguir recibiendo bendiciones de Dios en nuestras vidas en Su tiempo. Cuando escuchan la Palabra y aprenden de la Iglesia de Dios, creen en ella, hacen la obra de Dios con la iglesia, oran juntos, sirven al Señor desde cualquier posición que tengan en la iglesia, apoyan al ministerio del Evangelio, y siguen al Señor, podrán mantener sus vidas. Les voy a dejar claro que cuando hacen la obra de Dios en sus vidas, aunque a veces tengan problemas y estén agotados, vivirán con más energía. Aunque parezca que están perdiendo muchas cosas, en realidad estarán bendecidos y ganarán mucho.
¿Entienden lo que les estoy diciendo? Quizás haya hablado demasiado rápido y por eso no me entienden. ¿Entienden lo que les digo? Yo también soy insuficiente, pero sigo la voluntad del Señor. Aunque soy insuficiente, cuando me niego a mí mismos y sigo al Señor, Él me guía para poder seguir Sus pasos con más energía. Si no me negase a mí mismo y me negase a seguir la Palabra del Señor, perdería mi salvación y moriría.
Ahora que hemos recibido la remisión de los pecados debemos seguir al Señor pase lo que pase. Debemos participar en las obras que el Señor quiere cumplir a través de nosotros, debemos recibir todo lo que el Señor quiere darnos, debemos servir a Dios, y vivir de esta manera para siempre, estando ante Dios sin miedo. Debemos ir al Señor. Está escrito: «Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras». Nuestro Señor nos recompensará por todas las lágrimas que hayamos derramado y todos los malos momentos que pasemos por el Evangelio, como gente redimida. Él nos prometió que, en este mundo también, nos recompensaría a todos los que le sigamos al Señor negándonos a nosotros mismos en tiempos difíciles. Es inevitable que haya mucha persecución y sufrimiento al principio para los que nos negamos, cargamos con nuestra cruz y seguimos al Señor. Sin embargo, un día, los que piden ayuda al Señor y le siguen en los tiempos difíciles, verán como el Señor les recompensa por todo el dolor. Esta gente será recompensada cien veces en el mundo, y ninguno de ellos se quedará sin la vida eterna en la próxima vida.
Esto es lo que Dios nos prometió. Por eso los nacidos de nuevo debemos seguir al señor, porque este es el camino para conseguir las bendiciones y la felicidad.