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Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-15] ¿Por qué somos justificados? (Romanos 3, 19-28)

¿Por qué somos justificados?(Romanos 3, 19-28)
«Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios; ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley».
 
 
¡Hola a todos! Acabo de llegar de una reunión de resurgimiento en la Iglesia de Chungju. Pasé tiempo con los líderes del distrito de nuestra Iglesia al compartir la Palabra de Dios con ellos. También hablamos de crear páginas web para cada país del mundo. Debemos tener diferentes páginas según nacionalidad o idioma añadiendo la abreviatura “nlm” por las iniciales en inglés de nuestra organización, New Life Mission. Por ejemplo, si la nueva página Web es para los brasileños, el nombre de esa página será www.nlmbrazil.com. Si la nueva página es para la gente que habla urdú por todo el mundo, su nombre será www.nlmurdu.com. La gente de todo el mundo encontrará el Evangelio del agua y el Espíritu si solicita nuestros libros electrónicos o impresos cuando los anunciamos en páginas web en Internet. Podemos hacer que esto ocurra con nuestras páginas web en cada idioma del mundo.
Hoy les voy a hablar de la Verdad que el Señor nos habla en Romanos 3. Les voy a hablar de Romanos 3, 24: «siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús». Me gustaría predicar acerca del hecho de que la justicia de Dios, que nos salva de todos los pecados del mundo, se revela en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Apóstol Pablo dijo en Romanos 3, 19: «Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios». Se dice que la Ley habla a todos los pecadores. Dios nos dio la Ley para que nadie en este mundo pueda decir: “Estoy sin pecado ante Dios”. En otras palabras, la Ley fue entregada a todos los hombres para que entiendan su condición de pecadores ante los ojos de Dios. La Ley fue creada para que los pecadores no puedan decir que son justos ante la presencia de Dios.
La Biblia dice que todos los seres humanos, judíos o gentiles, ancianos o jóvenes, son pecadores igualmente ante la Ley, pero no podemos cumplir Su Ley porque nacimos siendo pecadores. Por tanto, la Palabra de Dios dice: «Porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado» es cierta. También está escrito: «Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión» (Romanos 3, 20). En resumen, la Ley nos permite ver lo pecadores que somos. La mejor manera de entender a los seres humanos empieza por saber por qué Dios nos dio la Ley. El conocimiento de la Ley de Dios es muy importante para conocernos a nosotros mismos.
Cuando vemos dramas históricos en la televisión, a veces muestran escenas de torturas para sacar una confesión a un sospechoso. El objetivo de torturar a un sospechoso de un crimen es encontrar una pista del crimen que ha cometido y hacer que confiese. Pero los seres humanos no se dan cuenta de que han vivido una vida pecadora ante Dios. Esto puede ser debito a los diferentes puntos de vista que la gente tiene. Algunos que admitieron sus pecados una vez pueden cambiar de opinión a medida que pasa el tiempo. Como pueden ver el concepto del pecado cambia con el tiempo.
La gente puede pensar: “¿Por qué es eso un pecado? Yo solía pensar que era un pecado, pero ahora veo que no”. Todo el mundo puede justificarse con sus propias excusas. En estas situaciones solo la Palabra de Dios puede decirnos si una persona es pecadora o no. La Ley de Dios es lo que mide nuestras acciones y corazones. Es cierto que la Ley es el conocimiento del pecado. Todos somos pecadores ante Dios. La Ley de Dios es una lista de cosas que se deben hacer o no hacer. Dios nos dijo: “No tendréis otros dioses ante Mí. No tomaréis el nombre de Dios en vano. No mataréis. No cometeréis adulterio. No robaréis. Honraréis a vuestros padres”. Estas son algunas cosas que dijo que hiciésemos o no hiciésemos. Los mandamientos de Dios manifiestan nuestras responsabilidades con Él y nuestro prójimo. Por tanto, debemos reflejar los mandamientos de Dios en nuestros corazones y darnos cuenta de qué hemos hecho bien y qué hemos hecho mal. Por eso se dice que por la Ley viene el conocimiento del pecado.
De esta manera, todos los hombres se dan cuenta de todos sus pecados a través de la Ley de Dios. Sin embargo, la gente todavía pone excusas: “¿He cometido alguna vez algún pecado tan grave como para ir al infierno?” poco después de admitir que cometen pecados según la Ley de Dios. ¿Acaso no están haciendo lo mismo? Por tanto, podemos entender si hemos vivido una vida justa o no cuando nos juzgamos a nosotros mismos basándonos en la Ley de Dios. Juzgarnos a nosotros mismo basándonos en nuestras propias emociones en vez de los mandamientos de Dios es engañarnos. No es un análisis correcto de nuestro carácter a los ojos de Dios.
 
 

Entonces, ¿cómo recibimos la remisión de los pecados?

 
Por tanto, la Biblia dice: «Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3, 23). No debemos olvidar que hemos sido justificados libremente por la gracia de Dios a través de la redención que hay en Jesucristo. Este pasaje de las Escrituras que dice “siendo justificados por Su gracia a través de la redención que está en Cristo Jesús” significa que nuestros pecados fueron eliminados en la práctica y no solo teóricamente. ¿Cómo han sido redimidos todos nuestros pecados? A través de nuestra fe en la redención que hay en Cristo Jesús, quien vino por el Evangelio del agua y el Espíritu, estamos sin pecados.
La expresión en Cristo Jesús significa que hemos sido salvados solo a través de Su justicia. Nuestro Señor nos ha salvado con Su acción justa. Pagó la pena por nuestros pecados al cargar con todos ellos en Su cuerpo y morir en la Cruz.
Nosotros éramos pecados desde que nacimos y estábamos destinados a ser juzgados por Dios inevitablemente por no cumplir Su Ley, pero pudimos recibir la remisión de los pecados al creer en la obra de redención que el Señor ha cumplido. La única razón por la que pudimos recibir la redención de los pecados del mundo es a través de Jesucristo; Dios Padre dejó que tomase todos nuestros pecados mediante Su bautismo y recibiese la pena por todos nuestros pecados a través de Su sangre derramada en la Cruz. El Señor quiso dejarnos sin pecados a través de la fe para librarnos de los pecados del mundo. Podemos decir que nos hemos convertido en personas sin pecados para siempre al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu gracias a la redención en Jesucristo. Estamos enteros sin pecados porque la pena de nuestros pecados fue pagada a través de la obra redentora de Jesucristo que fue cumplida por Su bautismo y Su sangre. Nuestro Señor fue bautizado por Juan el Bautista para tomar todos nuestros pecados; se entregó voluntariamente en la Cruz para pagar por todos nuestros pecados. En nuestro lugar murió, entró en la tumba oscura para poder levantarse de entre los muertos y librarnos del pecado al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por Su amor y justicia el Señor nos convirtió en personas sin pecados y sin fallos solo cuando ponemos nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Muchos cristianos saben que no reciben la salvación al cumplir la Ley de Dios y que han sido privados del conocimiento de la Verdad de que hemos sido liberados de nuestros pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque dicen que cumplir la Ley de Dios no nos da la salvación, no conocen la Verdad que les permite ser salvados al creer en la justicia de Jesucristo. Esto significa que no han oído hablar de alguien que entienda de verdad la Palabra de Dios. Esta situación los ha convertido en legalistas.
¿Quiénes son entonces los cristianos legalistas? Los cristianos legalistas de los que estoy hablando son los que creen que pueden ser salvados de sus pecados ofreciendo oraciones de penitencia cuando pecan contra Dios o la gente. Están seguros de que han recibido la remisión de los pecados ofreciendo sus oraciones de penitencia además de su fe solamente en la sangre que Jesús derramó en la Cruz. Esta fe es muy legalista. De ahí que malgasten el tiempo haciendo obras virtuosas. Creen que han conseguido la salvación de todos sus pecados al arrepentirse de ellos, en vez de confiar en la justicia del Señor. Por esta razón podemos decir que solo confían en sus obras, no en la justicia de Dios; y no pueden recibir la remisión de los pecados porque se niegan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto tienen pecados en sus corazones.
 
 

¿Qué significa la redención en Cristo Jesús?

 
La palabra redención implica el Evangelio del agua y el Espíritu. Significa que el Señor fue bautizado por Juan el Bautista, derramó Su sangre en la Cruz y se levantó de entre los muertos para pagar por la condena de nuestros pecados y salvarnos. Esto también significa que Dios Padre envió a Su Hijo Jesucristo a este mundo y nos redimió al pagar nuestra deuda. Dios Padre envió a Su Hijo a este mundo, pasó todos los pecados del mundo a Su Hijo e hizo que fuese castigado por todos ellos al ser crucificado para que nos salvase a todos los que creemos en esta Verdad. Jesús recibió una corona de espinos y fue azotado; se convirtió en un hombre de carne y hueso para poner ser castigado en nuestro lugar. Aunque nunca cometió ningún pecado, fue bautizado por Juan el Bautista, se entregó en la Cruz y resucitó de entre los muertos para salvarnos a todos. Gracias a Él, quien pagó el precio de nuestros pecados, nos hemos convertido en personas sin pecados por fe en la justicia de Dios. Dios Padre nos hizo completos a través de Su Hijo. Por tanto, el Evangelio del agua y el Espíritu es la prueba de que nuestra salvación ha sido completada.
Sin embargo, los cristianos de hoy en día no entienden esta Verdad incluso después de escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu porque han sido engañados durante años por muchas doctrinas cristianas. Sin entender la Verdad del agua y el Espíritu no pueden recibir la gran misericordia de la salvación de Dios Padre. Si no entendemos la salvación que el Señor ha completado en el Evangelio del agua y el Espíritu, no podemos llamarle Abba Padre ni podemos entender el significado de la redención en Cristo Jesús. Las palabras redención en Cristo Jesús solo las pueden entender los que de verdad entienden el Evangelio del agua y el Espíritu. Redención es la palabra que todos debemos entender. Espero que entiendan completamente lo que significa el pasaje de las Escrituras que dice: «siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús».
Dios nos dio Sus mandamientos pero no pudimos cumplirlos. Por tanto está escrito: «Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia» (Romanos 3, 21-22). La justicia de Dios se revela en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de la salvación del que la Ley y los Profetas dieron testimonio. El Evangelio del agua y el Espíritu es el Evangelio de la Verdad que había sido profetizada durante miles de años antes de que el Señor viniese a este mundo. Es el Evangelio que Dios prometió como manera de redimir los pecados implicados en el sistema de sacrificios del Tabernáculo, es decir, la imposición de manos y el derramamiento de sangre. La gente no conoce la Verdad de que Dios ha salvado a los pecadores de los pecados en el Evangelio del agua y el Espíritu y por eso cree en Jesús en vano, engañada por muchas doctrinas cristianas falsas. Por eso les pido que conozcan la Verdad de la salvación de Jesucristo en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 
Seguimos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo porque muchas personas mueren engañadas por las falsas doctrinas cristianas
 
Debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Muchas personas han nacido de nuevo al creer en este verdadero Evangelio a través de nuestro ministerio literario. Pero algunas son demasiado tercas para aceptar el Evangelio. Simplemente dicen que creen en lo que predican sus pastores, cuando es tan simple admitir su ignorancia y aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu. Dicen que les han dicho que ofrezcan oraciones de penitencia y creen que deben hacerlo. Para estas personas lo que más importa no es lo que diga la Biblia, sino lo que dicen sus pastores. Alardean del tamaño de sus denominaciones. Es muy imprudente por su parte decir: “Nuestra iglesia es la más grande de las iglesias presbiterianas del mundo”. Por tanto, incluso ahora, los líderes de estas denominaciones tienen que predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a los miembros de sus iglesias.
Tengo mucho que predicar acerca del Evangelio del agua y el Espíritu. El Libro de Romanos también contiene muchos pasajes que hablan del Evangelio del agua y el Espíritu. Muy a menudo predico el Evangelio del agua y el Espíritu del Libro de Romanos. Hoy quiero seguir predicando de este Libro. ¿Por qué sigo predicando el Evangelio? Quiero seguir compartiendo mis sermones acerca del Evangelio del agua y el Espíritu con toda la gente del mundo a través de nuestro ministerio literario.
Cuando tenemos una herida infectada en nuestro cuerpo, debemos tratarla a tiempo. De lo contrario podría matarnos. Sin embargo, si tomamos antibióticos la infección desaparece. Hay una gran diferencia entre las personas que toman los antibióticos y las que no. De la misma manera, hay muchos cristianos que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, mientras que nosotros creemos en el verdadero Evangelio y hemos recibido la remisión de los pecados. Por eso todos los pecadores deben entender el Evangelio del agua y el Espíritu y poner su fe en él.
El Señor dice que somos la luz del mundo. Lo que quiere decir con la luz es el Evangelio del agua y el Espíritu que tenemos. Podemos vivir como la luz del mundo predicando el Evangelio del agua y el Espíritu, y no compartiendo comida con alguien. Para convertirnos en la luz del mundo debemos compartir este verdadero Evangelio con todos los pecadores del mundo. Lo que la Biblia quiere enseñarnos en ambos testamentos es que, quien crea en la justicia de Jesús será librado de todos sus pecados. Por eso todo el mundo debe entender el Evangelio del agua y el Espíritu y aceptar a Jesús como su Salvador.
 
 
¿Qué es lo más importante: lo que dice la Biblia o lo que dice su pastor?
 
De ahora en adelante deben examinar a través de la Biblia si lo que digo es la verdad o no. Deben entender si lo que estoy predicando es la Palabra de Dios. Deben entender la palabra redención por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Según este verdadero Evangelio del agua y el Espíritu, Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo, tomó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista, derramó Su sangre y murió en la Cruz, se levantó de entre los muertos y nos salvó de todos nuestros pecados. Entonces, ¿qué es la redención? La redención es el pago de nuestra deuda por Jesucristo a través de Su bautismo y crucifixión. Esta palabra redención significa que Dios Padre pagó el precio de todos nuestros pecados mediante el bautismo y sangre para librarnos del pecado. Todos pecamos hasta que morimos, pero el Hijo de Dios, Jesús, vino a nosotros, fue bautizado y derramó Su sangre por nosotros. Como resultado fuimos salvados de todos nuestros pecados por fe en la justicia de Dios. Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu puede estar sin pecados. Los que creemos que Jesús, el Hijo de Dios Padre, tomó todos nuestros pecados a través de Su bautismo y pagó el precio por todos los pecados en la Cruz, ahora somos libres por fe.
Por eso alabamos la justicia de Dios y servimos al Evangelio de manera voluntaria y fiel. Todo lo que debemos hacer es predicar este verdadero Evangelio por todo el mundo. ¿Por qué debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu? Porque queremos predicar la redención que hay en Cristo Jesús.
Está escrito: «A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús» (Romanos 3, 25-26).
Lo que dice el versículo anterior es que hemos sido salvados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu; Jesús nos libró de todos nuestros pecados. ¿Quién es nuestro Liberador? Jesús es quien nos libró de todos los pecados del mundo. Jesús es nuestro Liberador. ¿Quién es este Jesús? Es el Hijo de Dios. Dios Padre vistió a Su Hijo de la carne humana y lo envió como nuestro Salvador.
 
 

A través del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos ser reconciliados con Dios

 
Romanos 3, 26: «Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús». En este versículo, hay algo que he aprendido de las dos palabras justo y justifica. El Señor ha eliminado todos nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista; pagó la pena de todos nuestros pecados cuando fue crucificado; y entonces se convirtió en nuestro Salvador cuando se levantó de entre los muertos. Su obra justa fue lo que demolió el muro del pecado entre Dios y nosotros al ser bautizado por Juan el Bautista y morir en la Cruz para hacernos hijos de Dios a los creyentes.
Entonces, ¿qué ocurrió con los pecados que cometemos después de convertirnos en hijos de Dios? Que no considera nuestros fallos. Lo que Dios Padre quiere decir es lo siguiente: “¿Creen que mi Hijo cumplió esto por vosotros?”. Entonces, ¿qué diremos? Debemos contestar: “Sí, creo. Ya no tengo pecados porque el Hijo de Dios me los ha quitado todos”. Es cierto que seguimos cometiendo pecados incluso después de poner nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Pero Dios no considera estos pecados. ¿Cómo puede ser? Porque Su Hijo ha pagado el precio por nuestros pecados futuros al tomarlos sobre Su cuerpo mediante Su bautismo y pagó su precio al ser crucificado hasta morir.
En aquel entonces, demostró Su justicia para ser justo y el justificador para nosotros. ¿Cómo nos mostró Dios Padre Su justicia? Lo hizo al enviar a Su Hijo como nuestro Salvador en la carne humana, al hacer que recibiese el bautismo para cargar con todos nuestros pecados y morir en la Cruz. Sé que ya han oído hablar de esto, pero se lo estoy diciendo a los que no han escuchado este Evangelio todavía.
Dios demostró Su justicia. ¿Entonces cómo demostró Su justicia? Demostró Su justicia a través de la obra justa de Su Hijo: Jesús, el Hijo de Dios, cargó con todos los pecados del mundo a través de Su bautismo, pagó la condena por todos esos pecados, murió y resucitó de nuevo. Por tanto, Dios es justo y también lo son los que creen en Su acto justo. ¿Están de acuerdo conmigo? Dios nos amó tanto y nos hizo completos a través de Su Hijo. Entonces, ¿quién es justo: el que tiene fe en Él o el que no? Los que no aceptan la Palabra de Dios por fe están justificados.
Dios Padre, a través de Su Hijo, ha eliminado todos nuestros pecados; nos ha hecho libres del pecado a través del bautismo de Su hijo, Su sangre, muerte en la Cruz y resurrección. ¿Están justificados los que aceptan esta Verdad? ¿O están justificados los que rechazan este Evangelio? ¿Quién está justificado ante la presencia de Dios? Los que tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu están justificados. Es justo que Dios nos salvase a través de Su Hijo y estamos justificados cuando ponemos nuestra fe en esta Verdad. Dios nos transformó en Sus hijos santos; los hijos de Dios también somos justos al creer en esta Verdad. Así que tanto Dios como nosotros somos justos.
Por eso está escrito: «Con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús» (Romanos 3, 26). ¿Acaso no es Dios justo ante nosotros? Y también somos justos los que tenemos fe en la obra justa de redención a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Ser justo ante Dios es como estar libre de pecados. Pero estar libre de pecados no significa ser justo. Tenemos que convertirnos en justos al creer en la justicia de Jesús. Aunque cometamos pecados todos los días, no tenemos más pecados porque creemos que la justicia de Dios ha eliminado estos pecados perfectamente.
Sin embargo, la mayoría de los cristianos dicen que Dios considera que los cristianos están libres de pecados si creen en Jesús de cualquier manera. Dicen que los pecadores son llamados justos solo al creer en Jesús como su Salador. Han establecido esta idea como doctrina cristiana denominada la doctrina de la justificación por fe, pero nosotros llamamos a esta doctrina humana el credo de ser considerado justo por fe. Esta doctrina es una idea de un humano con un coeficiente intelectual de entre 100 y 130.
Las palabras ser justo en Romanos 3, 26 significan estar libre de pecados al aceptar el hecho de que Dios ha eliminado todos nuestros pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Incluso en esta era, Dios nos llama justos cuando recibimos la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Estamos sin pecados porque Dios nos ha librado de todos ellos a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Dios lo hizo porque era la única manera de poder estar sin pecados verdaderamente. Desde el punto de vista de Dios, nos ha librado de todos nuestros pecados; desde nuestro punto de vista, estamos justificados al poner nuestra fe en Su obra. Así que somos justos como Dios. Los que han recibido la remisión de los pecados de Dios son justos. Dios, quien no tiene pecados, ha hecho la obra justa que ha borrado nuestros pecados. Por tanto, cuando aceptamos este hecho, estamos sin pecados. Entonces podemos entender Juan 3, 16 correctamente: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna». Dios nos ama tanto y se complace tanto cuando aceptamos la Verdad y nos convertimos en Hijos Suyos. Nos convertimos en justos al creer en Su justicia. Nos hemos convertido en personas justas al creer en Su justicia. Por fe en la justicia de Dios hemos sido salvados de todos nuestros pecados. Nuestra salvación se cumplió no gracias a nuestras obras, sino solo por nuestra fe. Dios nos dejó sin pecados a los que creemos en el Evangelio. Por el contrario no justifica a los que no ponen su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia de Dios.
¿Cómo fuimos salvados del mundo? Mediante el Evangelio del agua y el Espíritu que es la justicia de Dios.