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Khotbah-Khotbah

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-19] ¿Qué les ocurrirá a los que hagan pecar a los jóvenes santos? (Mateo 18, 1-14)

(Mateo 18, 1-14)
«En aquel tiempo los discípulos vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego. Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. Porque el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños».
 
 
Recientemente he estado predicando como el Evangelio del agua y el Espíritu ha borrado nuestros pecados originales y personales. Me gustaría publicar un libro de sermones sobre esto en cuando tenga suficiente material para ello, ya que muchos cristianos están sufriendo por sus pecados personales. Deben darse cuenta, a través del Evangelio del agua y el Espíritu, que incluso todos sus pecados personales fueron pasados al cuerpo de Jesús cuando fue bautizado por Juan el Bautista.
Debemos leer Mateo 18, 1-14 en el pasaje de hoy, ya que está escrito que los discípulos de Jesús fueron a Él y le preguntaron: “¿Quién es el mayor en el Reino de los Cielos?”. El Señor llamó a un niño pequeño, lo puso en medio de los discípulos y les dijo: «De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos» (Mateo 18, 3-4). ¿Quién dijo nuestro Señor que es el mayor en el Reino de los Cielos? Dijo que quien acepta la Palabra de Dios, cree en ella y la sigue sinceramente como un niño pequeño es el mayor en el Reino de los Cielos.
 
 
¿Qué significa este pasaje?
 
En Mateo 18, 1-4 del pasaje de las Escrituras de hoy Jesús dijo que quien acepta la Palabra de Dios con un corazón puro como un niño pequeño es el mayor en el Reino de Dios, y esta gente es la que puede entrar en el Reino de Dios al recibir la remisión de sus pecados. El Señor siguió diciendo en Mateo 18, 5: «Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe». Esto implica que cuando uno recibe las palabras de alguien que cree en la Palabra de Dios sinceramente como un niño y predica el Evangelio del agua y el Espíritu, esta persona recibe al Señor. Por tanto, es absolutamente importante para nosotros escuchar atentamente la Palabra del Señor revelada en la Biblia y aceptarla toda.
En estos tiempos hay muchas personas que, al haber escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu a través de nosotros, están predicando a otras personas. De la misma manera, hay muchas personas en este mundo que no solo han escuchado que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, sino que también están predicando este verdadero Evangelio a otros. Cuando reciben este Evangelio del agua y el Espíritu con un corazón puro, pueden ver que este Evangelio verdadero es maravilloso, cierto y fácil de creer. Sin embargo, hay muchas personas en el mundo que no pueden aceptar el Evangelio del agua y el Espíritu en sus corazones porque sus corazones están endurecidos.
 
 

¿Qué significa nacer de Nuevo verdaderamente del agua y el Espíritu?

 
La Biblia dice: «De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios» (Juan 3, 5). ¿Qué significa nacer de nuevo del agua y el Espíritu? Nacer de nuevo del agua y el Espíritu significa creer que el Señor nos ha salvado de todos nuestros pecados al venir a este mundo, ser bautizado por Juan el Bautista, morir en la Cruz y levantarse de entre los muertos de nuevo. Esta creencia en que el Señor nos ha dejado sin pecados a través del agua y la sangre es la fe que nos permite nacer de nuevo.
Hay dos tipos de personas que reaccionan de manera diferente cuando escuchan el Evangelio del agua y el Espíritu. Un grupo acepta la Palabra de Dios pura en sus corazones exactamente como es. Creen de todo corazón que el Señor cargó con sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, fue condenado en la Cruz por sus pecados, se levantó de entre los muertos y así se ha convertido en su Salvador.
Pero el otro grupo de personas se niega a creer en la Verdad de la salvación sin más y piensa equivocadamente: “Si fuera fácil borrar todos los pecados del corazón, entonces cualquier persona podría recibir la remisión de los pecados. Pero no es fácil nacer de nuevo del agua y el Espíritu. Hay que tener algún tipo de visión mientras se ora, escuchar la voz del Señor y orar en lenguas para poder nacer de nuevo y recibir el Espíritu Santo”. Esta creencia es una superstición; no es lo que nos permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu.
Por tanto, el Señor dijo que en el Reino de los Cielos, los que son como niños pequeños son los más grandes. Como nuestra salvación ya había sido planeada, llevada a cabo y completada por Dios en el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos ser salvados de todos nuestros pecados al creer en este verdadero Evangelio. Cualquier persona puede ahora recibir la salvación en sus corazones si escucha detenidamente la obra de salvación que Dios ha hecho por nosotros con un corazón abierto y creyendo sinceramente. En otras palabras, es más que posible que todo el mundo reciba la remisión de los pecados y entre en el Reino de Dios. Y todos los santos nacidos de nuevo pueden convertirse en obreros de Dios. Por eso el Señor dijo que todo el mundo debe aceptar la fe de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón como niños pequeños.
 
 

¿Qué significa recibir a justicia del Señor?

 
La gente que acepta a Jesús es la gente que cree en el poder de Su nombre. ¿Cuál es Su nombre? Es Jesucristo. Es quien vino a este mundo y cumplió el papel de Sumo Sacerdote para convertirse en nuestro Salvador. Como Sumo Sacerdote del Reino de los Cielos, Jesucristo cargó con todos nuestros pecados para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista y se ha convertido en nuestro Salvador al ser crucificado hasta morir y levantarse de entre los muertos de nuevo. Todos los que creen en esta Verdad son los que han recibido a Jesucristo en sus corazones. Quien crea en Jesucristo como su Salvador y confíe en que este Salvador ha eliminado todos sus pecados con el Evangelio del agua, la sangre y el Espíritu, es una persona que ha recibido a Jesús. Jesucristo vino como nuestro Sumo Sacerdote, y al creer en Él como nuestro Salvador lo recibimos. Son estos creyentes sinceros los que aceptan al Señor. En resumen, los que aceptan la justicia de Dios en sus corazones reciben a Jesús como su Salvador.
El Señor dijo entonces: «Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar» (Mateo 18, 6). Este pasaje significa que a los ojos del Señor si alguien les hace pecar a los que se han convertido en hijos de Dios al aceptar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu de todo corazón como niños, sería mejor que esa persona fuese arrojada al mar con una piedra atada al cuello. Aunque nadie puede evitar pecar ante Dios, los que hacen que Sus hijos tropiecen cometen un pecado muy grave. Y el Señor dijo que quien cometiese este pecado sería condenado por Dios.
 
 
¿Qué dijo el Señor que le ocurriría a alguien que haga pecar a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu?
 
Dicho de otra manera, estas personas serán arrojadas al infierno. Hacer que los creyentes sinceros del Evangelio del agua y el Espíritu pequen es lo mismo que empujarles por un precipicio y matarlos. Por tanto, estos pecadores se enfrentarán al juicio terrible de Dios por sus pecados. Y estas personas deben empezar a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu lo antes posible y no hacer que nadie peque. Desde mi punto de vista hay muchos pecadores en la comunidad cristiana actual. Aunque muchas personas creen en el Evangelio del agua y el Espíritu cuando lo escuchan por primera vez, aceptan con gozo el hecho de que el Señor ha borrado sus pecados, cuando vuelven a sus iglesias muchas de ellas acaban siendo destruidas espiritualmente porque sus pastores las llevan por el mal camino diciendo que este verdadero Evangelio es incorrecto. Estos pastores falsos siembran dudas en las mentes de los santos que acaban de nacer de nuevo y destruyen su fe diciendo: “¿Dónde pone en la Biblia que el Señor tomó todos nuestros pecados literalmente cuando fue bautizado? Si el Señor hubiese tomado todos nuestros pecados cuando fue bautizado por Juan el Bautista, esto estaría escrito claramente en la Biblia. ¿Dónde pone esto en la Biblia?”. Dicen que no está bien creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y que el Señor nos ha salvado claramente al cargar con nuestros pecados en la Cruz y ser crucificado.
Estos falsos profetas creen que Jesús les ha salvado al decir simplemente que al ser crucificado hasta morir en su lugar, en vez de creer que se ha convertido en su Salvador, no solo al ser crucificado hasta morir, sino también al cargar con todos sus pecados al ser bautizado por Juan el Bautista. Sin embargo, el hecho de que el Señor cargase con todos nuestros pecados está claramente recogido en Mateo 3, 15-17. Pero estos falsos profetas preguntan dónde está escrito en la Biblia, tratándonos como si fuésemos mentirosos. Sin embargo, creemos y predicamos toda la Palabra de Dios tal y como está escrita en las Escrituras. Sin embargo, el problema es que los que tienen una fe joven son vulnerables a las decepciones de estos falsos profetas y pueden acabar desviándose de la fe auténtica. Estas tragedias ocurren con demasiada frecuencia.
La triste realidad es que hay demasiados líderes en las comunidades cristianas de hoy en día que están cometiendo estos pecados tan graves de hacer que los creyentes tropiecen. De hecho, no es una exageración decir que la inmensa mayoría de los cristianos de hoy en día están viviendo sus vidas de fe en completa ignorancia del Evangelio del agua y el Espíritu. Estos cristianos confusos están viviendo una vida religiosa y están cometiendo graves pecados ante Dios porque consideran que sus doctrinas particulares son más importantes que la Palabra de Dios. Piensan que lo que dicen algunos predicadores famosos en sus denominaciones es la verdad, y relegan la Biblia a la categoría de libro de referencia. Suelen pensar que los dogmas que adoptan sus denominaciones son la verdad indisputable. Como resultado, se adhieren a las doctrinas como si fueran la verdadera Palabra de Dios, mientras que no prestan atención a las Escrituras como si fuera un texto suplementario que complementa sus dogmas. En otras palabras, en vez de creer en la Biblia como la Palabra de Dios pura, estos cristianos confusos creen en las doctrinas de sus denominaciones como si fuesen la Palabra de Dios. Por eso hay tanta gente que ha escuchado el Evangelio del agua y el Espíritu que se deja engañar por estos falsos cristianos. Aunque muchas personas de todo el mundo han recibido la remisión de los pecados con gozo al escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu a través de nuestro ministerio literario, algunas de ellas acaban abandonando el verdadero Evangelio engañadas por estos falsos profetas.
Hay demasiados líderes cristianos que quieren saber dónde está escrito en la Biblia que Jesús aceptó todos los pecados del mundo para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. Pero esto está escrito claramente en las Escrituras. Después de todo, cuando pasamos a Mateo 3, 15, ¿no ven como Jesús le dice a Juan el Bautista “Permíteme hacer ahora pues conviene así que cumplamos toda justicia”? ¿Acaso no dijo Dios también cuando Jesús subió del agua “Este es Mi Hijo Amado, en quien tengo Mi complacencia” (Mateo 3, 17)? ¿Acaso Juan el Bautista no declaró claramente el día siguiente al bautismo de Jesús: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Juan 1, 29)? ¿Acaso estos pasajes no muestran claramente que todos los pecados del mundo fueron pasados a la cabeza de Jesús cuando fue bautizado por Juan el Bautista y que toda la justicia de Dios se cumplió completamente? El que Jesús tuviese que cumplir toda la justicia de Dios significa que tenía que borrar todos los pecados de la humanidad para siempre al ser bautizado por Juan el Bautista. Cuando Jesús dijo en Mateo 3, 15: “Pues conviene así que cumplamos toda justicia” quería decir que cargaría con todos los pecados de la raza humana al ser bautizado por Juan el Bautista y nos salvaría al ser crucificado hasta morir y levantarse de entre los muertos de nuevo.
Sin embargo, a pesar de esto, muchos cristianos confusos dicen que está mal decir que el Señor cargó con todos sus pecados, porque dicen que no está escrito en la Biblia literalmente. Así que prefieren inventarse sus propias doctrinas y hacen que los creyentes jóvenes pequen. El pasaje de las Escrituras de hoy nos enseña que sería mejor que esta gente se ahogase en el fondo del mar con una piedra atada al cuello.
Estoy hablando de este problema aquí porque este tipo de tragedias ocurren con demasiada frecuencia en el mundo. Como el niño pequeño del que habla Jesús en el pasaje de las Escrituras de hoy, nuestros colaboradores creen en la Palabra de Dios y la predican de todo corazón tal y como es, y por eso están ayudando a multitud de personas a recibir la remisión de los pecados. Sin embargo, el problema es que hay demasiados falsos profetas que están envenenando espiritualmente a los creyentes redimido hace poco. Estos falsos profetas venenosos están matando a los recién nacidos de nuevo. Son como el Rey Herodes, quien sintiéndose amenazado por el nacimiento de Jesús, asesinó a todos los niños en Belén de menos de dos años. Incluso la gente de Dios puede ser herida de muerte si es envenenada espiritualmente mientras su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es todavía joven. Incluso los redimidos que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden perecer enseguida si toman el veneno espiritual de estos hipócritas religiosos de este mundo mientras su fe es todavía inmadura.
De esta manera, los dogmas creados por los seres humanos pueden matar a mucha gente. Por ejemplo, el líder de una iglesia china llamado Watchman Nee (1903-1972) enseñaba a sus seguidores que no utilizaran repeticiones vanas cuando oraban al Señor, diciendo que como el Señor lo sabe todo acerca de nuestros pensamientos, no hace falta que oremos en voz alta. En otras palabras, Nee afirmaba que, como el Señor conoce el fondo de nuestros corazones y mentes, si hay algo que queramos, todo lo que tenemos que hacer es mantener nuestros deseos en nuestros corazones y el Señor contestará a través de Su omnisciencia. Así que afirmó que no tenemos que orar en voz alta. Esto puede parecer plausible a primera vista. Después de todo, cuando pasamos a la Biblia vemos que el Señor nos enseña a no utilizar repeticiones inútiles cuando oramos, a no orar en las esquinas de las calles, sino orar en privado en una habitación escondida para que solo Dios escuche nuestras oraciones (Mateo 6, 5-7). Cuando consideramos las enseñanzas de Nee es fácil pensar que era un hombre de gran fe, alguien por encima de nosotros. Pero no es así. En vez de decirnos que no oremos, nuestro Señor nos dijo claramente que orásemos. De hecho, no solo nos enseñó a orar, sino que también nos prometió que contestaría todas nuestras oraciones diciendo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá» (Mateo 7, 7).
Cuando el Señor dijo que no debíamos utilizar repeticiones en nuestras oraciones, estaba hablando de la falta de fe y las oraciones hipócritas. Las repeticiones vanas aquí se refieren a las oraciones que se ofrecen como mero hábito. En otras palabras, el Señor estaba hablando de los hipócritas religiosos. Tenía a los fariseos en mente en particular, ya que en aquellos tiempos oraban para alardear de su piedad; el Señor no estaba hablando de los justos que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nuestro Señor nunca nos dijo que no orásemos. Por supuesto, estaría mal que los justos orasen solo para alardear. Sin embargo, como personas que se han convertido en hijas de Dios, todos debemos orar a Dios siempre, en alto o en silencio. Aunque Dios Padre lo sepa todo acerca de nuestras necesidades y nos dé lo que necesitemos, tenemos que seguir orando.
Si los falsos profetas retan nuestra fe invocando y cambiando la Biblia, debemos dar testimonio aún más claramente de la Verdad de la salvación con la Biblia diciendo que el Señor nos ha salvado de todos los pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu. La Biblia dice que el Señor nos ha salvado no solo por el agua y la sangre solamente, sino por el agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 6-8). Esta es la Verdad del Evangelio de la salvación, el Evangelio del agua y el Espíritu.
Nadie debe creer en la Palabra de Dios solamente parcialmente. Aunque algunas personas creen erróneamente que estamos predicando solo el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, en realidad estamos predicando el bautismo de Jesús y Su sangre derramada en la Cruz. En otras palabras, estamos predicando que, como Jesús había sido bautizado por Juan el Bautista, pudo ser crucificado hasta morir, levantarse de entre los muertos y convertirse en nuestro Salvador. ¿Estamos equivocados al predicar esto? No, supuesto que no.
Sin embargo, muchas personas pueden pensar que ponemos más énfasis en al bautismo de Jesús que en otra cosa, pero esto es solo porque estas personas no entienden lo que significa el bautismo de Jesús, es decir, no se dan cuenta de que sus pecados han sido eliminados mediante el bautismo que le administró Juan el Bautista. No afirmamos que el bautismo de Jesús solamente constituye nuestra salvación. Solo estamos dando testimonio de que el Señor ha eliminado todos nuestros pecados al aceptarlos para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautismo. Y como Jesús cargó con todos los pecados a través de Su bautismo, tuvo que ser crucificado, derramar Su sangre valiosa y morir en la Cruz. Solo si sus pecados fueron pasados al cuerpo de Jesús de esta manera, pudo ser crucificado hasta morir, levantarse de entre los muertos y convertirse en nuestro Salvador. Por eso estamos dando testimonio del bautismo de Jesús y Su sangre, porque ambos son completamente indispensables para Su obra de salvación.
Por tanto, cuando creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, no debemos dejar fuera el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista ni la sangre que derramó en la Cruz. Por tanto, ninguno de nosotros debe hacer que los demás pequen diciendo que la sangre de Jesús derramada en la Cruz constituye solamente la salvación. El Señor nos advirtió que si alguien hace que cualquier niño pequeño peque, esa persona deberá enfrentarse a la ira de Dios. Y el Señor dijo también que estas personas están cometiendo el pecado espiritual de asesinar, y serán condenadas por Dios. Blasfemar al Espíritu Santo o corromper la fe de los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu para que tropiecen y caigan son el mismo pecado.
La Biblia nos dice que este no es un pecado ordinario. Pasemos a Mateo 18, 8-9: «Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego». Si se tuviesen que cortar las manos y los pies cada vez que cometen pecados, no tendrían manos ni pies. Sería imposible tener manos o pies. Pero el Señor dijo en el pasaje anterior que si nuestras manos o pies nos hacen pecar debemos cortarlos. Pero, en vez de interpretar este pasaje literalmente, debemos prestar más atención a su significado espiritual.
¿Qué pensaba exactamente nuestro Señor cuando dijo que debemos cortarnos las manos y los pies si nos hacen pecar? Estaba hablando de las pérdidas del mundo que nos acompañan cuando creemos en el Evangelio de la justicia del Señor. Y estaba hablando del dolor de tener que abandonar relaciones con nuestros amigos y conocidos en nuestras iglesias antiguas. El Señor también estaba hablando del peligro para los que intentan destruir nuestra fe, y la necesidad de separarnos de esta gente que nos engaña a los que creemos en las doctrinas cristianas falsas.
¿Qué ocurriría si aún fuésemos a nuestras Iglesias antiguas después de haber recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? Su fe se sofocaría y morirían espiritualmente. En este lugar los justos no pueden escuchar la Palabra de Dios y si escuchan un sermón allí estarán malditos y no benditos. Esto se debe a que solo escucharán sermones envenenados. Dependiendo de lo que escuchen, sus almas sobrevivirán o perecerán. Si han decidido creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, deben tener comunión solo con las personas que creen en este verdadero Evangelio. Solo entonces su fe podrá creer. Si siguen yendo a su iglesia antigua, su fe en el Evangelio del agua y el Espíritu morirá. Lo mismo es cierto para nuestros ministros redimidos y colaboradores de todo el mundo. Ellos también perecerán si siguen tomando el veneno antiguo que tomaron incluso después de haber recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu.
 
 

¡Cuánto ama nuestro Señor a los que hemos sido redimidos!

 
Todos nosotros, los que hemos recibido la remisión de los pecados, somos valiosos a los ojos del Señor y por eso dijo: «Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos» (Mateo 18, 10).
Este pasaje significa que incluso el menor de los redimidos en el Evangelio del agua y el Espíritu es extremadamente valioso. Dicho de otra manera, nadie debe odiar a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor está diciendo que no odiemos ni ignoremos a los justos que creen en la justicia de Dios.
¿Por qué es esto tan importante? Porque el Señor dijo: «Porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos». Este pasaje implica que todos los que hemos recibido la remisión de los pecados tienen un ángel. Todos los que han sido salvados tenemos un ángel que nos ayuda. ¿Han pensado alguna vez en lo que esto significa? ¿Han pensado en lo que significa que los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tengan un ángel asignado a ellos por Dios? Significa que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu van al Reino de los Cielos en un futuro cercano y tendrán un ángel que nos servirá. Esta es una bendición gozosa para los justos. Es maravilloso escuchar al Señor asegurándonos que tenemos un ángel a nuestro lado. Estoy muy agradecido porque el Señor nos ha asignado un ángel a todos los que hemos recibido la remisión de los pecados. En este mismo instante, estos ángeles están ayudándonos ante Dios. Estos ángeles nos sirven porque somos sus maestros. Para ellos, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu somos sus maestros. Somos hijos e hijas de Dios, Sus hijos y los maestros de los ángeles. En el Reino de Dios, nosotros somos los maestros de los ángeles. Por eso nadie debe ignorar al menor de los justos. Por muy pequeños que parezcan, si han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, nadie debe ignorarlos. Estoy muy agradecido a Dios porque tenemos a ángeles asignados a nosotros.
¿Creen que todos tenemos un ángel a nuestro lado? Esto puede parecerles muy nuevo o que no es cierto ahora, pero tenemos un ángel a nuestro lado incluso mientras vivimos en este mundo. Sin embargo esto no significa que los ángeles son los que nos protegen. Es Dios quien nos protege. Está escrito que los ángeles siempre ven la cara de Dios Padre en Su Reino. Esto significa que le dicen todo acerca de nosotros. Lo que el Señor nos está diciendo es que los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, los que confiamos en Dios de todo corazón, y los que hemos recibido la remisión de los pecados por fe somos valiosos. Aunque parezca que no valemos nada en nuestra carne, en el Reino de Dios somos grandes y benditos. Como somos hijos e hijas de Dios, ¿cómo de valiosos somos? Tenemos ángeles a nuestro lado para servirnos. Nuestro Señor está diciendo lo preciosos que somos todos. Así que, mientras que es una bendición maravillosa haber recibido la remisión de los pecados, también es importante que nos demos cuenta de lo valiosos que somos. Como hemos recibido la remisión de los pecados, debemos tener orgullo. Debemos darnos cuenta de que somos hijos de Dios más valiosos que nadie en este mundo. Un príncipe no se da cuenta de que es un príncipe hasta que vive como una persona común.
Es muy importante darse cuenta de su condición actual claramente. Si no se dan cuenta de su situación, caerán fácilmente en la más ligera tentación cuando la gente del mundo les prometa todo tipo de cosas valiosas y materiales. Yo también he sufrido muchas tentaciones de todo tipo desde que conocí al Señor a través de Su Palabra. Por ejemplo, cuando iba a salirme de mi antigua denominación, sus líderes intentaron convencerme de que siguiera trabajando para mi antiguo iglesia, prometiéndome mucho éxito. ¿Qué habría ocurrido si me hubiese quedado en esa iglesia del mundo después de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? Que me habría hecho famoso, no solo en Corea, sino también en el resto del mundo. Pero esto significa que habría traicionado a Dios, mintiendo a todo el mundo predicando que solo se puede ser salvado a través de la sangre de Jesús derramada en la Cruz. Podría haber engañado a toda la congregación con tan solo mis palabras. Podría haber vivido una vida buena si hubiese abandonado la Palabra de Dios. Pero no pude hacerlo porque Dios no lo habría tolerado, y porque Dios me había dicho que se llevaría todos los tesoros de mi corazón si me iba al mundo. Asimismo, aunque Dios no me hubiese castigado, lo correcto para mí era seguir al Señor.
Aunque fue perseguido y tentado después de encontrar el Evangelio del agua y el Espíritu del Señor, tenía el orgullo de la fe en mi corazón. Pensé para mí mismo: “Soy parte del pueblo de Dios y Su siervo, ¿cómo voy a traicionar a Dios por algo material? Aunque me hubiesen dado todo tipo de honor y prestigio, ¿cómo podría cambiar la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu por las cosas del mundo? No podría hacerlo porque soy un hijo de Dios que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu y soy un siervo de Dios”. De esta manera, cuando encontré la Palabra de la justicia del Señor, sufrí mucha persecución y resistí muchas tentaciones. Pude soportar estas dificultades porque tenía orgullo espiritual.
Incluso ahora este orgullo espiritual reside en mí. Cuando los cristianos del mundo que no han nacido de nuevo se burlan de mí, pienso para mí mismo: “Esta gente no es nadie. No tiene n idea de quién soy. Son todos orgullosos. No saben lo valioso que soy a los ojos de Dios. Aunque nos parezcamos en la carne, mi condición espiritual es diferente”. A pesar de que no tengo méritos carnales, soy un siervo de Dios y Su hijo. Así que, cuando alguien me falta al respeto, no pienso en ello. Esto es porque soy parte del pueblo de Dios. No presto atención a las palabras de los pecadores que me critican porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y por tanto no son parte del pueblo de Dios. Me gustaría disculparme si les he hecho algo malo, pero como me persiguen sin motivo, solo les digo que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu. Lo mismo les digo a ustedes. Como hijos de Dios, todos tenemos orgullo.
Hay muchos pastores mundanos en las comunidades cristianas de hoy en día. La mayoría tienen una educación muy refinada, algunos incluso tienen doctorados. Proyectan una imagen falsa de santidad y dictan a la congregación. Aún así les dan todo tipo de regalos y son adorados por sus seguidores como si fuesen seres divinos. Pero no tengo ningún respeto por estos falsos profetas. Aunque en mi carne no esté justificado odiarles, por lo menos en términos carnales no son más que estafadores. Son impostores espirituales sin conciencia, que explotan a su congregación para enriquecerse. Todos los falsos profetas serán malditos.
El Evangelio que estamos predicando ahora es el único Evangelio valioso. Este Evangelio del agua y el Espíritu no puede escucharse fácilmente en ningún lugar. Aunque alguien conozca el Evangelio del agua y el Espíritu, para predicarlo, esta persona debe tener un conocimiento teológico como el de los pastores del mundo para poder vencer su fe falsa con la Palabra de la Verdad. No es suficiente predicar esta Palabra. Podemos predicar el Evangelio verdadero solo si podemos vencerles con la Palabra de Dios. Este Evangelio no se predica solamente con unos pocos panfletos. Cuando alguien nos desafía, debemos poder ganar el debate.
El Evangelio del agua y el Espíritu no se predica solamente gritando que creer en Jesús lleva al Cielo, como hacen algunos fanáticos religiosos en la calle. Primero deben defender su fe. Solo ganarán si predican el Evangelio manteniendo su propia fe.
Aquí, en el pasaje de las Escrituras de hoy, el Señor habló de las ovejas perdidas en los versículos 12-14: «Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños» (Mateo 18, 12-14). A través de este pasaje el Señor nos está enseñando que es nuestro deber cuidar de las ovejas perdidas. También nos está enseñando que los hijos de Dios más débiles son valiosos a los ojos de Dios como parte de Su pueblo, y que debemos amarles, y que está es la voluntad de Dios Padre.
Dije al principio de este sermón que estoy preparando un libro de sermones sobre los pecados personales. En este libro quiero responder a la pregunta de cómo tratar nuestros pecados personales como santos nacidos de nuevo. Estoy planeando publicar este libro de sermones en un futuro cercano porque demasiadas personas que han recibido la remisión de los pecados al leer nuestros libros todavía no pueden dejar de lado sus antiguas nociones y se juntan con la gente equivocada y mueren al final. Para una persona que acaba de recibir la remisión de los pecados, tomar cualquier cantidad de veneno significa la muerte. De la misma manera en que el cuerpo muerte cuando es envenenado, el alma también muere con el espíritu es envenenado. A través del pasaje de las Escrituras de hoy, Dios nos ha enseñado lo valiosa que es Su gente, y que cuando Sus siervos fieles predican Su Palabra de todo corazón como niños pequeños, debemos aceptar sus palabras como Palabra de Dios.