(Apocalipsis 3:7-13)«Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Exégesis
Versículo 7: «Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre».
El Señor reina sobre el Reino del Cielo como el Rey de todo. El es Dios con autoridad y poder absoluto–lo que Él abre nadie puede cerrar, y lo que Él cierra nadie lo puede abrir. El Señor es el Dios perfecto quien vino a esta tierra y liberó a los pecadores de todos sus pecados con el evangelio del agua y el Espíritu. La puerta del Cielo solo puede ser abierta con la llave del evangelio del agua y el Espíritu dada por el Señor. Nada más la puede abrir, ya que todo lo que pertenece a este Reino depende todo de Dios nuestro Señor.
Versículo 8: «Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre».
El Señor ha abierto la puerta del evangelismo a través de la iglesia de Dios. Por tal razón, nadie puede cerrar la puerta sin el permiso del Señor. Por lo tanto, los santos deben tomarse de su primera fe hasta el final, cuando el Señor regrese. Esta es la clase de fe que los siervos de Dios y Sus santos deben tener. Su fe no debe ser de la clase que es grande al principio y que al final está muerta. Deben tomarse de su primera fe inamovible que el Señor les ha dado.
La fe de los santos es la fe del evangelio del agua y el Espíritu, la fe que cree en el hecho de que el Reino de nuestro Señor vendrá a ambos, a esta tierra y al Cielo y Tierra Nuevos, y que todos viviremos en este Reino por siempre. Los santos deben tomarse de esta fe hasta el día en que se encuentren con la venida del Señor.
El siervo y los santos de la Iglesia de Filadelfia tenían poca fuerza, también tenían muchas limitaciones. Sin embargo, lo más importante, guardaron la Palabra de Dios y no negaron el nombre del Señor.
Versículo 9: «He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado».
Dios dijo que Él traerá a algunos de los creyentes de rodillas para que ellos supieran cuánto Dios realmente amó a la Iglesia de Filadelfia, una iglesia Suya.
«La sinagoga de Satanás a los que se dicen ser judíos» se refiere a los Judíos que se consideraban a sí mismos que estaban dando gloria a Dios con su fe. Pero de hecho muchos de ellos no lo estaban haciendo. Al contrario, se habían convertido en siervos de Satanás y estaban estorbando a la iglesia de Dios y a Sus santos.
Debemos darnos cuenta que hoy como antes, muchos de los que llaman en el nombre de Jesús y lo adoran, también se han convertido en siervos de Satanás, siendo usados por el Demonio como sus instrumentos. Dios mostró un amor particular por el siervo de la iglesia de Filadelfia a la que Él amó y usó como su vaso de honra.
Versículo 10: «Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra».
En particular, el Señor elogió al siervo de la Iglesia de Filadelfia por guardar Su orden de perseverar. De hecho, sin esta clase especial de paciencia no podemos esperar el cumplimiento de todas las promesas de la palabra de Dios. Por lo tanto, para guardar Su orden de perseverar, debemos tener una fe absoluta en la Palabra de Dios. Por su perseverancia, el Señor dio a la Iglesia de Filadelfia una recompensa especial. Esta recompensa especial viene en la forma de guardar a la Iglesia de Filadelfia de la hora del juicio. La hora del juicio aquí se refiere al estorbo del Anticristo.
Versículo 11: «He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona».
Debido a que el regreso del Señor es inminente, los santos deben defender y guardar su fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Ellos también deben creer y tener esperanza en la Tierra y el Cielo Nuevos prometidos por el Señor. Los siervos de Dios deben estar con los santos y evitar que pierdan su fe, para que su recompensa de Dios no les sea robada.
Versículo 12: «Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo».
Aquellos que venzan a Satanás se unirán a la columna de mártires. Sus nombres también estarán escritos en el Santo Templo del Reino de Dios. Aún ahora, están siendo usados como los grandes trabajadores de la iglesia de Dios, y continuaran siendo usados como tales instrumentos por el Señor.
Versículo 13: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias».
Aquellos que tienen oídos para oír la Palabra de Dios son los siervos de Dios y Sus santos. Ellos escuchan lo que el Espíritu les dice a través de la Iglesia de Dios. Como tal, los siervos de Dios y Sus santos deben permanecer dentro de la iglesia que Dios les ha permitido, y ellos deben proteger y defender esta iglesia.
Este sermón también está disponible en formato de libro electrónico. Haga clic en la portada del libro a continuación.