(Mateo 7:13-29)«Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas».
Con la fe que cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Señor nos ha dado la habilidad de diferenciar a los verdaderos profetas de los falsos profetas, y Su verdadera Iglesia de las falsas iglesias. En Mateo 7:15-20 Jesús dijo: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis».
Nuestro Señor nos dijo que nos guardásemos de los falsos profetas. Y tal y como nos avisó, debemos desconfiar de los falsos profetas. Cuando un pastor se niega a predicar el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios, entonces no está cumpliendo adecuadamente su ministerio. ¿Cómo puede un pastor llamarse a sí mismo ministro de Dios cuando ni siquiera resuelve el problema del pecado en su congregación con el Evangelio del agua y el Espíritu?
Tales mentirosos solo se preocupan de su imagen pública, actuando hipócritamente como si fueran serios y santos cuando predican, y al final, todo lo que predican a sus congregaciones es que respeten la ética y la moral del mundo. La moral y la ética no deben ignorarse, por supuesto. Pero lo que los pastores deben hacer no es solo dar importancia a la vida ética, sino que deben predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto se debe a que los pecados de la gente deben limpiarse creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, ya que pecan todos los días.
“Falsos profetas” aquí son todos los que se oponen a la verdad. Los pastores mismos deben haber sido redimidos de sus pecados al haber creído en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cualquiera que ejerza de ministro como pastor o predicador sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu y haber nacido de nuevo, es un penoso falso profeta. La Biblia los llama “falsos profetas”.
Nuestro Señor nos dijo: “Guardaos de los falsos profetas”. De verdad debemos tener cuidado con esa gente. Todos ustedes deben apartarse de estos mentirosos en este mundo, porque no pueden solucionar el problema de sus pecados.
La Biblia nos dice en Tito 3:10-11: «Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio». Este pasaje se refiere a los que todavía tienen sus pecados intactos aún cuando afirmen creer en Jesús. Su fe afirma que es correcto seguir siendo pecadores aunque crean en Jesús; por tanto, están cometiendo una pecado grave contra el Señor. ¿Cómo pueden seguir siendo pecadores cuando afirman creer en Jesucristo como su Salvador? Al profesar este tipo de fe, lo único que hacen es pecar contra el Señor por su cuenta.
Cuando dicen que sus pecados permanecen en ellos en presencia del Señor, demuestran la creencia equivocada de que todavía deben ser condenados por sus pecados. Aún así creen que considerarse a sí mismos como pecadores ante el Señor es la manera correcta de creer. Estos creyentes, sin embargo, no son verdaderos santos ante el Señor, sino que no más que mentirosos. Jesús nos dijo que tuviéramos cuidado con estos falsos profetas y sus seguidores.
Debemos tener en mente de lo que la Biblia nos avisa: tener cuidado con esta gente como falsos profetas, falsos pastores y falsos predicadores.
Jesús dijo que podemos conocer a los falsos profetas por sus frutos
Nuestro Señor dijo, refiriéndose a los falsos profetas: “Por sus frutos los conoceréis”. Por sus frutos podemos conocer a los falsos profetas. ¿Qué tipo de frutos distingue a los falsos profetas? Nuestro Señor preguntó retóricamente: “¿Por ventura se recogen higos de los abrojos?”. Tal y como los abrojos no pueden dar buenos frutos, los pastores que no han sido redimidos de sus pecados y que por tanto siguen siendo pecadores, no pueden ayudar a la gente a nacer de nuevo. Solo dan cristianos pecadores, mientras que los trabajadores nacidos de nuevo dan santos sin pecado y los alimentan. Si un pastor no puede convertir a los pecadores en gente sin pecado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, es claramente un falso profeta.
Tal y como el Señor dijo que un árbol se conoce por sus frutos, si sus frutos de fe son muy diferentes de los de los justos que han recibido la remisión de los pecados, entonces sabemos que son mentirosos y falsos profetas. Los falsos profetas se visten de ovejas y llevan a sus seguidores por el mal camino, engañándoles con sus dulces palabras. Muchos son engañados por estos falsos profetas, porque por afuera parecen santos. Por tanto, la Biblia nos avisa para que no nos engañen estos mentirosos, diciendo: «Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz» (2 Corintios 11:13-14).
Haciendo honor a su nombre de falsos profetas, solo enseñan a sus congregaciones como vivir virtuosamente, a no cometer pecados, y a ser amables con los otros. Pero por dentro, son como lobos hambrientos que explotan a sus congregaciones para conseguir su dinero. Sus sermones llegan a la misma conclusión invariablemente, dicen a su congregación que vivan virtuosamente, y que todo lo que tienen que dar a Dios es dinero. Puede que digan muchos sermones diferentes a su congregación, pero al final, todos sus sermones se reducen a decir a sus seguidores que ofrezcan mucho dinero a Dios. Sus sermones tienen un objetivo obvio: ellos mismos quieren ganar más dinero. No les importa la salvación de su congregación. No les importa lo que les ocurrirá a sus cristianos pecadores, incluidos ellos mismos en el último día. No quieren escucharnos por mucho que hayamos intentado compartir con ellos este Evangelio verdadero del agua y el Espíritu. Estos pastores son sin duda los falsos profetas.
La Biblia nos dice que podemos conocer a los falsos profetas por sus frutos. Podemos distinguirlos viendo si predican o no la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios, y examinando si alguno de sus seguidores llegó a creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y a recibir la remisión de sus pecados a través de ellos. Por supuesto, ellos predican aparentemente la Palabra de Dios, pero no surge ninguna obra de salvación de los que predican. Al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, no solo podemos saber si son verdaderos o falsos profetas por su fe, sino que además no seremos engañados por esos mentirosos. El Evangelio del agua y el Espíritu es el barómetro que separa a los falsos profetas. Por tanto, nosotros, los nacidos de nuevo del agua y el Espíritu (Juan 3:1-10) somos el pueblo de Dios y Sus siervos, que pueden diferenciar los malos árboles de los buenos.
Examinemos ahora las características de los falsos profetas detalladamente. La primera característica de los falsos profetas es que cada uno de ellos tiene pecados ante Dios. Por tanto, si un determinado ministro es un pecador ante Dios, entonces es un falso profeta. Alguien así, dirá sin duda a su congregación día tras día que se presenten ante Dios solo con dinero. Y no estará interesado en el Evangelio del agua y el Espíritu en absoluto, ni creerá en él. Un pastor así es un falso profeta. Estos profetas ven a su congregación como una mera fuente de ingresos. No les importa que sus seguidores hayan nacido de nuevo o no, todo lo que les interesa es el dinero.
No sé si han escuchado uno de estos sermones alguna vez, pero cada sermón de un falso profeta tiene que ver con el dinero de una manera u otra. Sus sermones pueden ser así: “Hermanos y hermanas, debemos vivir según la Palabra de Dios. En Deuteronomio 28 Dios dijo que si honras a tus padres, Él te dará tal y cual bendición”. Pero aunque empiecen sus sermones de esta manera, todos acaban diciendo que las bendiciones de Dios dependen de cuánto dinero ofrezcamos.
Pero esta no es la manera para que recibamos bendiciones terrenales y celestiales de Dios. Por el contrario, todas las bendiciones provienen de la fe que cree en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios. Es a aquellos que escuchan y creen en esta Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu a los que Dios da esta bendición de salvación, así como todas las demás bendiciones de la tierra. Sin embargo la conclusión de los sermones de los falsos profetas gira en torno al dinero invariablemente. Puede que hablen de la Ley, pero cuando dicen: “Sirvan a Dios bien; den ofrendas a su iglesia, y respeten a su pastor”, lo que están diciendo realmente es: “Traigan mucho dinero, si ofrecen fajos de dinero a Dios, serán bendecidos”. Así es como intentan engañarles. Y la única intención de sus ministerios yace en el dinero. Enseñan a la gente a dar más ofrendas, diciendo: “Cuantas más ofrendas den, más bendecidos serán y más rápido crecerá su fe”. Pero los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y entienden este mensaje no son engañados por estos mentirosos.
Debemos escapar del engaño de los falsos profetas
Jesús dijo: «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces». Los falsos profetas son como lobos. Se presentan en frente del rebaño con vestiduras de ovejas, pero tienen corazón de lobo, y muestran dientes afilados para devorar al rebaño, obsesionados con el dinero. Según la Biblia, todos los falsos profetas no son más que lobos. En vez de difundir el Evangelio de la nueva vida a su rebaño, conducen a sus seguidores a otra cosa que no es el Evangelio del agua y el Espíritu; y al hacer esto, roban su dinero y llenan sus almas de pecados mortales. Los que hacen esto son los falsos profetas.
No todo el mundo se da cuenta de que los falsos profetas no valen para nada. Pero, como los falsos profetas de este mundo son tan habilidosos con el engaño y como la gente es propensa a no reconocer las mentiras de los falsos profetas, estos pueden engañar fácilmente a mucha gente con hábiles lenguas. Hoy en día, la confusión se apodera de mucha gente, ya que hay demasiados mentirosos por todas partes. Pero la verdad es que los mentirosos no ejercen más que malas influencias en todo el mundo.
Hasta las cosas de este mundo tienen imitaciones. Por ejemplo, algunas carnicerías ponen en sus escaparates imitaciones de carne hechas de plástico. A primera vista, pueden pensar que es carne de verdad porque parece fresca y apetitosa. Pero cuando miras más de cerca, te das cuenta de que no es carne de verdad, sino que es solo una imitación. Uno se puede sentir estafado. Lo mismo pasa con el pan: al tiempo que hay un pan real, cocido con harina, también hay un pan de imitación hecho de plástico. ¿Puede alguno de ustedes comerse esa imitación? Por supuesto que no. Es simplemente incomestible, ya que estaba hecho de plástico para que pareciese pan de verdad. Pero por muy real que parezca, comer plástico solo puede causarle problemas de salud graves e incluso la muerte. Este pan falso es exactamente como todo lo que los falsos profetas predican.
Hermanos y hermanas, por muy atractivos que sean los líderes de sus iglesias, por mucho que les amen, y por muy bien que les traten, si no les predican la Palabra del Evangelio de la remisión de los pecados que les permite nacer de nuevo del agua y el Espíritu, deben darse cuenta que pertenecen a los falsos profetas. Toda esta gente son falsos profetas que no son más que asalariados espirituales. La Biblia nos dice claramente que tengamos cuidado con esta gente.
Nuestro Señor describió a los falsos profetas como lobos voraces. ¿Todavía están bajo el cuidado de estos falsos profetas? Esta gente no está explotando su dinero, sino que, lo que es aun más grave, está robando sus almas. Todo lo que estos falsos profetas quieren es sacarles el máximo de dinero posible para construir una iglesia más grande y mejor; mientras que sus almas vayan camino del fuego del infierno o no, no les importa en absoluto. ¿Qué deberían hacer ahora? Deben conocer al árbol por sus frutos. Cualquiera que solo hable de dinero cada vez que abre la boca, cuyas palabras giran en torno a su avaricia por el dinero inevitablemente, no es más que un asalariado y un falso profeta.
Así podemos conocer a los falsos profetas por sus frutos. ¿Entonces cuáles son estos frutos de los falsos profetas? Son los frutos del engaño que defraudan a las almas de la gente. En otras palabras, sus frutos son malos en sí mismos. Los falsos profetas intentan decir que ustedes están sin pecado y que todo va bien, siempre y cuando les den dinero. Y dicen que todo va bien si rezan con arrepentimiento, son santificados y, por supuesto, traen mucho dinero a la iglesia. Todos estos son los frutos de los falsos profetas.
¿Cómo son sus frutos malos entonces? Los frutos de sus malvados ministerios se presentan intentando incrementar sin cesar sus congregaciones en número cuando llevan sus iglesias como si fueran negocios. ¿Qué técnicas emplean para atraer a más gente a sus iglesias? Entre otras tantas, una de las técnicas más notorias es ofrecer premios y recompensas terrenales a sus seguidores por traer más gente a sus iglesias. Por ejemplo, ofrecen un gran frigorífico a alguien que traiga a la iglesia 20 miembros nuevos al año; un aparato de aire acondicionado de alto rendimiento a quien traiga 30 miembros nuevos; un utilitario a quien traiga 50 miembros nuevos; y un coche familiar a quien traiga 200 miembros nuevos al año. Al ofrecer grandes premios como estos, los falsos profetas exhortan a sus seguidores a traer aún más miembros a su redil. Puede que piensen que todo esto es increíble, pero no me estoy inventando ninguna historia, sino que esto es lo que está ocurriendo en algunas comunidades cristianas de todo el mundo.
¿Cuán malvado es esto? ¿Es la Iglesia de Dios solo un banco o un centro comercial? Y una vez han atraído a más miembros de la iglesia, ¿qué les hacen los falsos profetas? Dios les daría Su aprobación si predicaran el Evangelio del agua y el Espíritu y ayudaran a sus seguidores a recibir la remisión de los pecados, pero todos podemos ver claramente que el dinero es lo único que les interesa.
Entonces, ahora que los falsos profetas han atraído almas a sus iglesias, ¿cómo les predican? “Jesús les quiere. Por cierto, a aquellos que han venido a nuestra iglesia por primera vez les daremos un lujosa sombrilla de primera calidad, una para cada hermano y hermana; una sombrilla extra grande que pueden usar con sus novias”. Creen que si los nuevos miembros vienen a sus iglesias por los premios, al final se convertirán en un mayor de la iglesia o en diáconos (aunque no conozcan el Evangelio del agua y el Espíritu) y llenarán las arcas de la iglesia con todo tipo de ofrenda, desde el diezmo hasta ofrendas de acción de gracias, y esta y la otra ofrenda hasta el día en que mueran; entonces, en general, sería una empresa rentable.
Para estos falsos profetas, la pequeña inversión de hoy se traduce efectivamente en el enorme provecho de mañana. Por eso los falsos profetas celebran estas reuniones con premios; si fueran a sufrir una pérdida, de ninguna manera las celebrarían. Digamos que, de 500 miembros nuevos, sólo un 10% de ellos se quedasen, entonces aún sería rentable, dado que estos 50 miembros llenarían las arcas de las iglesias durante toda su vida. Estos son los frutos de los falsos profetas.
En Corea, esta comercialización del cristianismo ha sido tan desenfrenada que hace poco se hizo una canción que se burlaba de esto. La letra empezaba así más o menos: “Nos dijeron que fuéramos a su iglesia; y nos dijeron que creyéramos en Jesús; entonces nos pidieron dinero, dinero y dinero”. De lo único que hablan los falsos profetas es de dinero, dinero, y más dinero. Uno de ellos podría decir: “Construyamos un templo santo y consagrémoslo a nuestro Dios. Hermanas y hermanos, Dios quiere bendecirnos aquí. En el libro de Habacuc, Dios le dijo al profeta Habacuc que construyera Su Templo. Y Dios también dijo que aquellos que no se unieran a esta tarea serían maldecidos. El pasaje nos dice que los que dieron mucho por el Templo recibieron grandes bendiciones de Dios. ¡Presten atención a este pasaje del libro de Habacuc!”. Entonces escribe el pasaje de Habacuc en una pancarta y la cuelga en lo alto, trae a un predicador evangelista para provocar emociones y va pasando el cepillo. Entonces le dice al diácono que cada uno debería pagar 300 metros cuadrados de suelo; los mayores al menos 1500 metros cuadrados; y los miembros normales 5000 ladrillos. Se forma un comité de construcción y empieza a sacarle dinero a la congregación como si le fuera la vida en ello.
Hermanos y hermanas, si se necesita una iglesia más grande para Dios, entonces se debe construir. No digo que esto sea en sí malo. Pero si no es necesario, si la iglesia actual es suficientemente grande para albergar a toda la congregación, ¿se debe construir una más grande? Los falsos profetas están tan interesados en el dinero que encuentran cualquier excusa para sacarles cada vez más dinero a sus congregaciones, y la motivación por esta innecesaria y gratuita expansión de la iglesia no es más que otra excusa. No hacen más que decir que debemos ofrecerles montones de dinero para servir al Señor bien, y si alguien cumple sus órdenes, declaran que su fe es grande. Algunos de ellos muestran un gráfico para tomar nota de todo, para mostrar qué diácono dio tal cantidad de dinero o diezmo. Hacen imposible que la gente sin dinero vaya a sus iglesias. Esta es la fe misma de los falsos profetas, y estos son sus frutos.
Debemos hacer la voluntad de Dios Padre
Queremos hacer la voluntad de Dios Padre. No debemos llevar a cabo nuestra propia voluntad obstinadamente, sino hacer cada buena obra según la voluntad del Padre. ¿Quién puede hacer la voluntad de Dios Padre? Solo Sus hijos pueden. ¿Quién está dispuesto a hacer la voluntad de Dios Padre? Los que están dispuestos a hacer la voluntad de su Padre son solo Sus hijos. Por tanto, solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden seguir la voluntad del Padre. Y, como hemos recibido la remisión de los pecados al creer así, y nos hemos convertido en Sus hijos, estamos siguiendo la verdadera voluntad de Dios Padre. Hacer la voluntad del Padre es recibir la remisión de los pecados creyendo en el Evangelio del agua y el Espíritu, y dejar que todo el mundo sea librado de todos sus pecados. Esto es lo que significa “hacer la voluntad del Padre celestial”.
Sin embargo hay muchos falsos profetas en la comunidad cristiana de hoy en día. Obran iniquidad en vez de hacer la voluntad de Dios. Dios rechazará a estos mentirosos el último día. Estos falsos profetas se quejarán a Dios cuando sean rechazados: “Pero Señor, ¿por qué nos rechazas cuando hemos trabajado sin descanso por Ti? ¿No profetizamos tanto por Ti? ¿No profetizamos para que todo el mundo crea en Ti? ¡Expulsamos demonios en Tu nombre, curamos a los enfermos, y construimos y dedicamos las iglesias más grandes para Ti! ¡Enviamos miles de misioneros de nuestra confesión, y construimos miles de iglesias por todo el mundo! ¿Cómo puedes decir que no me conoces, cuando hice todas esas cosas por Ti? ¿No hay algo raro aquí? ¿No es esto demasiado injusto? ¿No me estás haciendo algo horrible? ¿Tienes la enfermedad de Alzheimer?”. Le dicen al Señor: “¿No hemos profetizado, expulsado demonios y hecho muchos milagros?” Y así se exponen a sí mismos como trabajadores fieles de Dios, y protestan.
Pero nuestro Señor les dirá: ¿Quién os dijo que me sirvierais, vosotros que obráis iniquidad? ¿Quién os dijo que propagarais Mi nombre? ¿Quién os dijo que enseñarais la Palabra? ¿Os dije Yo que construyerais iglesias? ¿Os dije que expulsarais demonios? ¿Quién os dijo que trabajarais robando Mi nombre, obradores de iniquidad? ¿Quién os dijo que trabajarais? ¿Quién dijo que os consagrarais? ¡Apartaos de mí, obradores de iniquidad, porque no tengo nada que ver con vosotros! Si no hubierais hecho estas cosas, hubiera sido mucho más fácil para Mis siervos de verdad el haber difundido el Evangelio del agua y el Espíritu; pero no habéis hecho más que entorpecer sus esfuerzos. Acabasteis haciendo la obra de Satanás como siervos del diablo. Ahora, junto con el diablo, ¡sed echados al fuego eterno del infierno, siervos de Satanás! ¡Escuchad, ángeles! ¡Que estos siervos de Satanás sean echados a la oscuridad!
Lo que debemos entender es que estos falsos profetas y los que no han nacido de nuevo, serán todos abandonados por nuestro Señor. Su final es acabar en el fuego eterno del infierno. Debemos reconocer que, entre la gente religiosa de hoy, hay muchos que serán echados a este lugar.
“¡Lo sabremos cuando estemos en el infierno! Pero he oído que el infierno estaba ya lleno. ¿Habrá sitio para mí? ¡A lo mejor Dios me manda al cielo porque no hay sitio en el infierno!”. Hay mucha gente que dice cosas tan osadas, descabelladas y estúpidas como esta. No tienen de qué preocuparse, porque hay un número incontable de personas destinadas al infierno, que es un sitio suficientemente amplio como para acomodarlos a todos ellos y tener espacio de sobra.
Échenle un vistazo a las estrellas del cielo. Es más que probable que algunas de las estrellas que vemos ahora hubieran existido miles de millones de años atrás y desaparezcan pronto. ¿Saben qué grande es esta galaxia? Cuando observamos la galaxia en el cielo de la noche, a muchas de sus estrellas les costó miles de millones de años luz llegar hasta que nosotros las podamos divisar. ¿Y cuántas estrellas hay? Si esto es posible, ¿no habrá sitio suficiente en el infierno para ustedes?
Dios es eterno, y Su divinidad Omnipotente abarca el infinito universo. Nuestro Señor es omnisciente, omnipotente y omnipresente. No hay lugar alguno en el universo en el que Él no esté, y no hay nada que no pueda hacer. ¿Creen entonces que nuestro Señor se vería forzado a dejar que los pecadores entraran al Cielo por no haber suficiente sitio en el infierno para poner a todos los pecadores y falsos profetas? Si uno pensara bien sobre Dios cuando mirase al cielo o los maravillosos fenómenos de la naturaleza, dejaría su escepticismo y diría: “Oh Dios mío, lo mejor es creer”. «Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» (Romanos 1:20).
Debemos conocer a los falsos profetas y mediante qué mentiras engañan a los descarriados. Si los seguimos ciegamente, todos acabaremos en el infierno. Nuestro Señor dijo: «Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca». A propósito de lo que dijo Jesús: que todo el que escucha la Palabra de Dios y la pone en práctica es como aquel que construye su casa sobre roca; los únicos que escuchan la Palabra de Dios son los nacidos de nuevo. Solo los que han sido limpiados de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden hacer la voluntad del Padre.
Solo los nacidos de nuevo edifican la casa de su fe en el Reino de los cielos. Al creer en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu y mantenerse firmes en la Palabra, estamos construyendo nuestra casa de fe. Dicha casa que está construida con fe nunca se viene abajo. Más adelante, cuando las inundaciones sobrecojan al mundo, los huracanes bramen, y se nos vengan encima los maremotos, como hemos edificado nuestras casas sobre roca, y como esta roca nos protege de todas las olas, nuestras casas nunca se vendrán abajo. Por el contrario, los que creen en Jesús sin haber nacido de nuevo han edificado sus casas sobre arena, sobre sus propios pensamientos, y por lo tanto el Día del Juicio Final, sus casas se derrumbarán estrepitosamente. Por muy bien que hayan construido sus casas sobre arena, cuando lleguen las inundaciones y el agua se cuele en las casas, los cimientos se caerán y las casas se derrumbarán estrepitosamente.
Hermanos y hermanas, todos ustedes deben tener cuidado con los falsos profetas que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, y por lo tanto no han nacido de nuevo, y que conducen a la gente al camino ancho de la destrucción.
Un árbol bueno da buenos frutos
Un árbol que es bueno de verdad, da buenos frutos. Ya que el árbol en sí es bueno, está destinado a dar buenos frutos. Los nacidos de nuevo son como los árboles que crecen al lado de un río, siempre dan buenos frutos según la estación del año, por muy insuficientes que sean. Un árbol bueno, si está bien cuidado por el granjero, con fertilizantes y agua, da sin falta buenos frutos. Los justos no dan los frutos de Su justicia solamente porque así lo deseen, sino porque escuchan la Palabra de Dios y creen en ella. Los buenos frutos provienen de los justos. Todo árbol bueno da buenos frutos.
¿Y qué hay de ustedes? ¿Son árboles buenos espiritualmente? ¿Se han convertido en el pueblo de Dios que ha recibido la remisión de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Han sido salvados de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y se han convertido así en justos? Solo los justos son verdaderos santos ante Dios. Solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu pueden ser los siervos de Dios.
Jesús dijo que un árbol se conoce por sus frutos espirituales, así todos los que no hacen más que hablar de dinero son falsos profetas. Pero los que predican el Evangelio del agua y el Espíritu y dan los frutos de la justicia son los verdaderos profetas. Si los pastores están obsesionados con el dinero y armar jaleo para construir sus iglesias, aún cuando muchas de sus congregaciones han sido suspendidas y se esfuerzan para que les llegue el dinero, ¿cómo podrían describirlos como buenos árboles? ¿Se complace Dios realmente cuando edifican sus escandalosas e innecesarias grandes iglesias? ¿Se complace con los cristianos ciegos que llenan las enormes iglesias?
Hermanos y hermanas, de toda la gente, al menos ustedes deben creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y difundirlo a todo el mundo. Para todos nosotros, nuestras vidas en esta tierra son efímeras, y dentro de poco nos presentaremos ante Dios. Una vida dedicada a difundir el Evangelio del agua y el Espíritu para que otros puedan recibir la remisión de los pecados es la vida correcta a los ojos de Dios. Aquellos que guían a otros para que puedan alcanzar la justicia de Dios al escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu con sus oídos, entenderlo con sus mentes, y creer en él con sus corazones, y así ser salvados de sus pecados al confesar su fe con sus labios; sólo estos son los árboles buenos que dan buenos frutos.
En esta era, todos nosotros debemos difundir el Evangelio del agua y el Espíritu, la Palabra de Dios, a todo el mundo. Debemos enseñarles a los otros quiénes son realmente los falsos profetas. Últimamente hemos estado repartiendo nuestros verídicos del Evangelio, y hemos estado recibiendo con frecuencia llamadas de nuestros lectores que nos pedían que les enseñásemos quiénes son los falsos profetas.
Para nosotros, difundir el Evangelio del agua y el Espíritu es como llevarlos hasta Dios y librarlos de la explotación de los mentirosos. Debemos enseñar a todo el mundo quiénes son los mentirosos y cuál es la fe correcta, y predicar el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu para que todo el que crea sea salvado de sus pecados.
Lo que debemos comprender es que la senda estrecha, la senda difícil, es la senda que nos lleva a la vida. Pero no hay mucha gente que llama a la puerta estrecha y la busque. Aún así debemos continuar difundiendo la verdad del Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. Y debemos avisar a los que van camino de la destrucción de que están siendo engañados por falsos profetas. Esto es lo que usted y yo, que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos hacer. Nuestro Señor dijo: «Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida» (Juan 8:12). Y nuestro Señor dijo que nosotros, los justos, también somos la luz del mundo. También dijo: «Nadie que enciende una luz la cubre con una vasija, ni la pone debajo de la cama, sino que la pone en un candelero para que los que entran vean la luz» (Lucas 8:16). Debemos hacer brillar la luz de la fe que conoce y cree en el Evangelio del agua y el Espíritu, para que todo el que vea esta luz, venga a ella, y tenga esta luz también.
En conclusión, déjenme reiterar la amonestación principal que les he hecho a todos ustedes. En estos días del final de los tiempos, debemos cumplir con nuestra tarea de difundir el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos hacer la voluntad de Dios Padre continuamente, por muy difíciles que sean nuestras circunstancias. Cuanto más oscuro es este mundo, más difundimos este Evangelio, porque es durante estos días del final de los tiempos cuando hay más gente que debe ser librada de los pecados del mundo y de sus falsos profetas. Continuemos plantando la semilla del Evangelio del agua y el Espíritu con aún más determinación y devoción.