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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 16-4] La sabiduría del siervo (Lucas 16, 1-14)

(Lucas 16, 1-14)
«Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de tí? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo para sí: ¿Qué haré? Porque mi amo me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que cuando se me quite de la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? El dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, siéntate pronto, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: Y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien medidas de trigo. El le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. Y alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz. Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y él que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Pues si en las riquezas injustas no fuisteis fieles, ¿quién os confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? Ningún siervo puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. Y oían también todas estas cosas los fariseos, que eran avaros, y se burlaban de él».
 
 
Queridos hermanos y hermanas, vamos a echar un vistazo a Lucas 16.
En el capítulo anterior hemos visto la historia de un hombre que tenía dos hijos y uno de ellos regresó a su hogar después de haberse gastado todas sus posesiones. Su primer hijo se quejó de su hermano: «¿Por qué celebras una fiesta con una vaca gorda por el hijo que se fue con tus posesiones y malgastó su dinero y a mí no me diste ni un cabrito después de haberte servido tantos años?». Protestó de la injusticia de la generosidad de su padre e insistió en su derecho. Entonces su padre respondió: «Pero cuando vino este tu hijo, que ha consumido tus bienes con rameras, has hecho matar para él el becerro gordo. El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas» (Lucas 15, 31, 32). A través de esta historia, Dios les está diciendo a Sus siervos que trabajen por Él con un sentido de posesión.
Leamos los versículos 1 y 2 de Lucas 16. «Dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico que tenía un mayordomo, y éste fue acusado ante él como disipador de sus bienes. Entonces le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo acerca de tí? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo». Cuando una persona es despedida porque no puede hacer su trabajo, la persona es reprendida por no hacer bien sus tareas. Puede que se le pida que entregue una explicación por escrito. Cuando la persona llega a cierto punto, es despedida. Algunas personas que están en esa situación intentan llevarse los documentos confidenciales de la empresa y venderlos a otras empresas cuando se van. Utilizan los documentos como cebo: «Si me contratáis, compartiré los documentos de mi antigua compañía». La gente hace esto.
En el pasaje de las Escrituras de hoy un hombre estaba a punto de ser despedido. Supongo que sería un contable. En otras palabras, parece que cuidaba de las finanzas de la casa. Como estaba a punto de ser despedido se preparó para eso y tenía que buscar algo que hacer y algún sitio donde ir. Normalmente los propietarios de tierras tienen a arrendatarios. El hombre rico del pasaje de hoy tenía a un empleado que cuidaba de sus posesiones. Le pidió que hiciera un inventario de sus posesiones y de sus ganancias y gastos.
Cuando el siervo se enteró de que iba a ser despedido, llamó a todos los deudores de su maestro. Iba a reducir las deudas. «¿Cuánto le debes a mi maestro?» «Cien medidas de aceite» «Pues dame cincuenta». Entonces llamó a otro deudor de su maestro. «¿Cuánto debes?» «Cien medidas de trigo» «Pues dame ochenta». Así les redujo la deuda sin permiso del maestro.
 
 

Quiero que todos ustedes se conviertan en siervos sabios de Dios

 
Hay una cosa extraña: el Señor dijo: «Alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz» (Lucas 16, 8). El maestro del pasaje no se refiere a un ser humano. Si esto hubiese pasado entre un jefe humano y un empleado, el empleado hubiese ido a la cárcel por fraude y falsificación de documentos privados. Sin embargo, el maestro alabó al siervo. El maestro del pasaje de hoy se refiere a Dios. A los ojos de Dios el siervo actuó con astucia. Aseguró su puesto al ser misericordioso con los granjeros por si acaso perdía su trabajo y tenía que vivir entre estas personas que debían a su maestro. Lo planeó todo con astucia.
El Señor no le alabó por el fraude. ¿Creen que le habría alabado si este fraude hubiese sido para su propio beneficio? Dios dijo que era sabio porque se había preparado para el futuro al ser misericordioso con los deudores de su maestro. Por eso el Señor dijo: «Alabó el amo al mayordomo malo por haber hecho sagazmente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus semejantes que los hijos de luz» (Lucas 16, 8).
Entonces siguió en Lucas 16, 9: «Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas». La razón por la que utilizó el término de riquezas injustas no es porque el acto de acumular riquezas sea pecado, sino porque la gente suele utilizar sus posesiones para hacer el mal. Sin embargo, estas riquezas injustas pueden ser justas en manos de los justos. Las riquezas no son ni buenas ni malas en sí, sino que son una mera herramienta: es una buena herramienta cuando se utiliza bien; pero es mala cuando se usa para el mal.
«Y yo os digo: Ganad amigos por medio de las riquezas injustas, para que cuando éstas falten, os reciban en las moradas eternas» (Lucas 16, 9). Esta Palabra de Dios que nos pide que hagamos amigos por las riquezas injustas es para los creyentes y no para los incrédulos. En cuanto a la gente del mundo que irá al infierno, les va bien vivir por sí mismos; pero los creyentes podemos hacer amigos con la gente, traerla al sitio adecuado y hacer que reciba la remisión de los pecados. Dios reconocerá a las personas que sirven al Evangelio como está escrito: «Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento;
y los que enseñan la justicia a la multitud,
como las estrellas a perpetua eternidad» (Daniel 12, 3). Dios les recompensará durante el Reino Milenario y los llevará a Su Reino eterno. Pero los que no han nacido de nuevo no tendrán más remedio que ir al infierno al final del Reino Milenario. El Señor profetizó definitivamente que los que participan en la primera resurrección y los que participan en la segunda resurrección serán divididos de esta manera.
Hermanos y hermanas, un mayordomo está a cargo del tesoro de su maestro. Todos somos mayordomos de Dios, que cuidan de las cosas materiales de Dios. Esta es la razón por la que debemos utilizar esas cosas materiales correctamente para hacer el bien. El mandamiento de hacer amigos mediante las riquezas injustas, significa que debemos trabajar mucho para predicar el Evangelio; para esto debemos servir a un solo Maestro. Una persona no puede servir a dos maestros, y para los cristianos un Maestro es más que suficiente.
¿Vamos a leer el versículo 13? «Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas». En este versículo Dios nos está preguntando si vamos a servir a Dios o a las riquezas, y a quién de estos maestros vamos a amar. Hermanos y hermanas, la opción no es tan difícil, ¿verdad? Es una elección muy fácil. Es importante que los cristianos entendamos la Palabra de Dios, pero aún es más importante vivir con fe. Así el Señor nos dice esto.
En Lucas 15, hay una parábola de los dos hijos. El segundo hijo se fue de casa con las posesiones del padre y volvió a casa después de haberse gastado las posesiones. Sin embargo, el padre acogió al segundo hijo, lo lavó, lo vistió, le puso un anillo y celebró una fiesta. El primer hijo, que había trabajado duro en la casa del padre sin ninguna queja, sintió que su padre había sido injusto y se enfadó. Su padre ni siquiera había matado una cabra, y mucho menos una vaca por él aunque le había servido toda la vida, pero sí que celebró una fiesta por el hijo pródigo. Es comprensible que el primer hijo estuviese enojado. Pero no debemos leer este pasaje de las Escrituras superficialmente, porque está dirigido a nosotros.
El segundo hijo en la parábola representa a los que no conocen al Señor o al Evangelio del agua y el Espíritu y se lo gastó todo física y espiritualmente. Pero este hijo pródigo volvió con fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, Dios dice que vale la pena celebrar una fiesta porque el hijo perdido ha vuelto.
¿Pero qué pasó con el primogénito que había trabajado tan duro? Desde una perspectiva humana se sintió maltratado, pero desde el punto de vista del padre lo que le pertenece a él también le pertenece al hijo. Después de terminar la cosecha en este mundo, el primogénito tendrá su porción por esperar. Hermanos y hermanas, los que tuvimos fe no esperemos que seamos tratados con justicia en este mundo. Por eso Dios nos dice que tengamos paciencia.
El Señor nos está contando la parábola del siervo por esta razón. No nos sorprende oír que un hombre no puede servir a dos maestros. Hacer amigos por las riquezas injustas significa predicar el Evangelio con todas nuestras fuerzas. ¿Debemos servir a Dios o a las riquezas injustas? ¿Por quién debemos vivir? ¿Cuál es la forma de vida más sabia cuando el mundo está llegando a su fin? Hay una respuesta común a todas estas preguntas. Servir al Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos contó estas parábolas para iluminarnos con la verdad. Por tanto, es crucial que seamos fieles y leales como siervos del Señor. Debemos saber que Dios nos asigna Su obra a los que somos fieles.
¿Cómo vamos a vivir como creyentes en el Evangelio del agua y el Espíritu? Aunque no seamos reconocidos o tratados bien en el mundo como el primer hijo, que trabajó mucho en silencio, debemos vivir con lealtad como siervos. Debemos obedecer al Señor recordando que seremos reconocidos y recompensados por nuestro trabajo cuando vayamos a Su Reino. Por eso debemos vivir siempre por Su Reino.
Debemos buscar Su voluntad aunque no recibamos ninguna recompensa del Señor. Somos la gente que debe vivir por Dios. Como Dios nos ha salvado por la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu, ha eliminado nuestros pecados y nos ha adoptado como hijos Suyos, nos ha prometido la vida eterna, la felicidad y una vida gloriosa, debemos ser fieles aunque no veamos ninguna recompensa inmediata por nuestro trabajo. Debemos vivir así por la salvación que hemos recibido.
El Señor nos hace la siguiente pregunta: «¿Cuál es la manera correcta de vivir después de la salvación?» y nos da una respuesta a esta pregunta. No podemos servir a dos maestros. Necesitamos decidirnos y escoger entre servir a Dios o al mundo. Debemos escoger a Dios, por supuesto. No podemos servir a dos maestros. Es imposible servir a dos maestros. ¿A quién van a escoger? Debemos servir al Señor, quien nos ha salvado y cuidará de nuestro futuro, nos bendecirá y nos llevará al Reino eterno. Tenemos que hace Su obra hasta que nos llame a Su Reino eterno. Esto es lo que el Señor nos está diciendo.
Desafortunadamente esto se nos olvida muchas veces. No les estoy acusando de no trabajar, sino que quiero que recuerden que debemos hacer la obra del ministerio que da gozo a la gente y recibe su amor. Espero que nuestra Iglesia se convierta en una Iglesia que beneficie a la gente y reciba amor. Nuestro trabajo es predicar el Evangelio y ayudar a la gente orando. Estamos haciendo este ministerio para servir el Evangelio.
El mensaje de las Escrituras de hoy dice que debemos hacer amigo por las riquezas injustas e implica que debemos predicar el Evangelio y llevar a la gente a la salvación. Esto es lo que el Señor nos está diciendo a través del pasaje de hoy. Cuando preguntamos a la gente si tiene pecados, algunos nos responden que no nos importa, pero aún así debemos predicarles el Evangelio. Para ello necesitamos cosas materiales. Sin dinero es difícil enviar libros o trabajar en nuestra página Web, pero es difícil ganar dinero aunque es fácil gastarlo.
Hermanos y hermanas, los siervos tienen la misión de cuidar de las riquezas del maestro y aportarles beneficios. Ese es su trabajo. Por tanto, no debemos fingir que estamos viviendo una vida santa sin hacer nada, sino que debemos ganar dinero y gastar nuestras cosas materiales en el Evangelio.
Quiero que hagan amigos por las riquezas injustas. Quiero que vivan como siervos justos. Quiero que tengan el mismo deseo. Oro para que Dios les bendiga si tienen este deseo. Creo firmemente que Dios lo hará. Oro para que tengamos mucho dinero para servir al Señor abundantemente.