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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 19-8] Debemos ser fieles al Rey de reyes (Lucas 19, 12-27)

Debemos ser fieles al Rey de reyes(Lucas 19, 12-27)
«Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo. Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. El le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; ¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses? Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí».
 
 

¿Con qué actitud debemos servir al Señor?

 
El Señor vino a este mundo y nos salvó de todos los pecados a los que somos como niños. Entonces, ¿qué significa que hemos sido salvados como niños? Significa que Dios ha salvado a los que creen y siguen lo que el Señor ha dicho sin dudar. Los que creen en Dios de todo corazón no tienen deseos carnales. Como no están atados al mundo, piensan de esta manera: “¿Qué es la vida? ¿Qué soy? ¿De dónde vengo y adónde voy? ¿Por qué estoy viviendo? ¿Vivo para comer? ¿O como para vivir? La vida es como la niebla matutina, como el rocío que desaparece enseguida. La vida parece no tener sentido. Las cosas del mundo no valen para nada”. Como dijo el autor de Eclesiastés: «Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad» (Eclesiastés 1, 2).
Cuando entendemos la vanidad del mundo y nos deshacemos de todos nuestros deseos carnales, podemos tener corazones inocentes como los niños. Somos salvados al creer que Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo, cargó con nuestros pecados y murió en la Cruz para erradicar todos los pecados del mundo. Resucitó de entre los muertos y ascendió a los Cielos después de cumplir toda la justicia. Ahora el Señor está sentado a la derecha del Padre Celestial y se está preparando para volver como el Rey y el Juez.
Según el pasaje de las Escrituras de hoy, Dios les ha dado Su obra a los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y cuando vuelva para evaluar nuestro trabajo, algunos serán recompensados y otros no. Veamos qué tiene que decir Dios acerca de esto.
Lucas 19, 12 y 9, 13 dice: «Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo». El hombre noble que fue a recibir el reino se refiere a nuestro Señor Jesucristo. Cuando Jesús vino a este mundo, vino como un ser humano, no como un rey. Aunque es el Dios Todopoderoso, vino vestido de un ser humano para salvarnos a los seres humanos del pecado. Vino como un siervo, el Salvador y nuestro sacrificio de redención. No vino como Juez desde el principio. El Señor dijo: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos» (Marcos 10, 45). El Señor hizo exactamente lo que dijo: eliminó los pecados de los seres humanos con el agua y la sangre y se fue al Cielo a recibir el Reino de Dios Padre, y después volvió.
Cuando se fue les dio a Sus siervos una mina a cada uno y les dijo que hiciesen negocios con ellas. ¿Qué más dice el pasaje de hoy? Entre Su gente, algunos dijeron: “No queremos que este hombre reine sobre nosotros”. ¿Qué significa esto? No todo el mundo que nacer de nuevo quiere servir a Jesús como su verdadero Rey. En otras palabras, entre los que han recibido la remisión de los pecados algunos quieren seguir y obedecer a Jesús como su Rey y Dios, confiando en la justicia de Jesucristo, pero hay personas que no. Aunque es obvio que Jesucristo es el Rey de los que han recibido la salvación hay personas que no creen en esto. Por eso el Señor nos está diciendo cuál será su destino final; qué pasará con los que sirvieron a Jesucristo como su Rey y con los que sirven a Jesús.
Cuando mire las flores cortadas que había en esta mesa ayer noche pensé: “Mis hermanos santos saben decorar muy bien en cada estación”. De la misma manera en que tenemos cuatro estaciones, el cristianismo también tiene estaciones y fiestas. La Navidad, la Cuaresma, Pascua, Pentecostés, Acción de Gracias y otras muchas fiestas que se han celebrado durante todas las estaciones. Yo me centro en predicar a Jesucristo todo el año sin dejar el mensaje de la resurrección para la Pascua y el mensaje de Su advenimiento para la Navidad, así que no sé mucho acerca de estas fiestas. Me parece que el diácono Young-ae Kin sabe muy bien levantar nuestros espíritus con las flores según las estaciones.
De todas formas, los que hemos recibido la remisión de los pecados debemos considerar a Jesús como nuestro Rey. Es nuestro Dios, mi Dios y nuestro Rey. Creó el universo y a los seres humanos y nos salvó de los pecados completamente. Nos resucitó de la muerte. Por tanto, es digno de ser nuestro Rey. No le falta nada. Así es. Jesús es nuestro Rey. Cuando el Apóstol Pedro le dijo a Jesús: «Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente» (Mateo 16, 16), quiso decir: “Señor Jesús, eres mi Rey y mi Creador”. Él es el Rey de toda la humanidad. Debemos creer en esto de corazón.
¿Hay alguien entre ustedes que todavía no quiera que sea nuestro Rey? ¿Hay alguien que no quiera servirle como el Rey? Si son así, arrepiéntanse y sirvan a Jesús como su verdadero Rey. Esto es lo correcto. Si se niegan a reconocer a Jesús como su Rey, el resultado del camino de su vida será obvio.
 
 

El Señor quiere saber si estamos ganando beneficios con el negocio del Evangelio del agua y el Espíritu

 
Volviendo al pasaje, podemos ver que el noble volvió siendo rey. Y llamó a los siervos a los que les había dado dinero. Cuando el primer siervo fue al noble dijo: «Maestro, tu mina ha ganado diez minas». Entonces el maestro dijo: «Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades». Cuando vino el segundo siervo dijo: «Maestro, tu mina ha ganado cinco minas». ¿Qué significa esto? Había personas que multiplicaron una mina por diez y otras que la multiplicaron por cinco. Seguramente este fue el resultado de sus talentos. El maestro les dio la recompensa basándose en el trabajo que habían hecho. Les dio a los siervos autoridad para gobernar diez y cinco ciudades respectivamente.
Entonces, otro siervo fue ante el maestro y dijo: «Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo; porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no». Es decir, este hombre le llevó la misma mina que había recibido. Entonces, ¿qué tipo de persona es? Es una de esas personas que no reconocieron a Jesús como a su Rey. No cree que Jesús sea el Rey de reyes, que es misericordioso, santo, lleno de gracia y todopoderoso. Tampoco cree que Jesús sea el Juez y el Salvador que le salvó. Tampoco cree en la autoridad, amor y bendiciones de Dios. Aunque tenga el Evangelio no cree en él de corazón. Así es. No quiere tratar a Jesús como su Rey. Por eso dijo: “Eres un hombre austero. Intentas recoger donde no has depositado y cosechar donde no ha sembrado”.
Trató a Jesús, el Rey, como si fuese un ladrón. De hecho, Jesús vino al mundo a salvar al hombre. Recibió el bautismo, cargó con los pecados del mundo, recibió el castigo y la humillación por nosotros, se levantó de entre los muertos y se convirtió en nuestro Salvador. A pesar de esta gracia, le llevó solo la mina que había recibido de Jesucristo. El Señor le dio aire para respirar y el sol. No solo le dio todo lo necesario para la vida, sino que además le dio comida espiritual y física. Todo lo que tenía le pertenecía al Rey. En otras palabras, todo lo que tenía era del Rey. Pero, ¿qué pensó este hombre del Rey? Lo consideraba un hombre duro. Básicamente le dijo a su maestro: “¿Qué me has dado? Quieres algo que nunca me has dado. Eres un ladrón”. Y el Rey le dijo enfadado: “Te juzgaré por tu propio boca. ¿Pensabas que era un hombre austero que recoge donde no deposita y cosecha lo que no siembra? ¿No te he dado nada?”.
Hermanos y hermanas, lo que tenemos pertenece al Señor. Nuestras mentes deben ser transformadas después de nacer de nuevo. Antes de nacer de nuevo, nuestro sustento venía de nuestros padres, ya hayamos heredado su riqueza o no. Estudiamos y nos esforzamos para obtener lo que necesitamos en este mundo. Así es como pudimos amueblar nuestras casas. Hay gente que tienen casas bien amuebladas, y gente que no. Poco después recibimos la remisión de lo pecados. Después de recibir la remisión de los pecados debemos darnos cuenta de que lo que tenemos es del Señor. Aún así hay personas que piensan que no han recibido nada del Señor y que lo han obtenido todo a través de sus esfuerzos.
No tienen razón. No está bien pensar: “¿Qué favores me ha dado Dios? ¿De qué tipo de gracia hablas? Todo es fruto de mis esfuerzos, estudio y sufrimiento en este mundo humillante. ¿Qué me ha dado Dios?”. Este es el problema más grave que tiene la gente después de haber recibido la remisión de los pecados. Es natural que los que no han nacido de nuevo piensen que lo pueden hacer todo por su cuenta. Sin embargo, cuando nacen de nuevo, sus pensamientos se transforman. Cuando contemplamos cómo eran las cosas antes de nacer de nuevo, todo en el mundo, incluyendo el sol y el aire, existía porque el Señor lo permitió. Para nosotros no hay nada que no nos lo haya dado el Señor. El Señor nos lo dio el Señor. Ya hayamos nacido de nuevo o no, todo es del Señor. Está mal pensar: “¿Qué me ha dado el Señor? Me lo está intentando quitar. Es un hombre muy austero. Está intentando quitarme lo mío sin que me hayas dado nada”.
 
 
El hombre con una mina pensaba así
 
Por cierto, ¿qué dijo el hombre que tenía diez minas y el que tenía cinco? ¿Qué dijeron y qué creyeron? Cada uno dijo: “He ganado diez minas con la mina que me dista” y “Tu mina me ha dado cinco minas”. ¿Qué quisieron decir? Quisieron decir que lo que tenían se lo había dado el Señor. Creyeron que todo lo que tenían le pertenecía al Señor, incluso el entorno, los hermanos, las enseñanzas, el aire, el sol y la comida. Por eso bendecimos la mesa antes de comer. Oramos: “Gracias, Padre Celestial por darnos nuestro pan diario. Danos este pan de cada día hasta que vuelva el Señor. Comeremos lo que nos has dado con un corazón agradecido”. Como pueden ver la película Quo Vadis, la gente occidental siempre dice oraciones como “Que Dios te bendiga” incluso antes de comer un trozo de pan. No dicen una oración larga antes de las comidas como yo. Pero un cristiano sincero siempre cierra los ojos y da gracias a Dios por la comida que tiene, piensa: “Esto es de Dios y eso también”. Esto se debe a que cree que Dios se lo ha dado todo.
Entonces quiero pedirles una cosa. ¿Creen que todo lo que tienen, incluso la familia, la iglesia, la salud, el dinero, los hijos y el aire y el sol son de Dios? ¿De verdad nos ha dado Dios todos estos árboles y flores? Sí. Sé que tengo que explicarlo más.
Les estoy diciendo esto para que no haya nadie que viva y piense como el hombre que se guardó la mina en el pañuelo y se la dio al Señor. Debemos meditar sobre esto. ¿Pensamos por alguna causalidad que Dios es un Dios austero? ¿Pensamos que Jesús es duro con nosotros? ¿Consideramos que es demasiado exigente? Debemos examinarnos. Debemos buscar en nuestras mentes para ver si tenemos un concepto equivocado de lo que tenemos: “Esto no es del Señor, sino que lo he ganado con mis esfuerzos”.
No debemos cometer el mismo error y pensar que Jesús es austero. Debemos ser como los que ganaron beneficios con la mina que recibieron diciendo: “He ganado diez minas con la habilidad (talento) que me has dado”. O debemos pensar: “Me has dado una mina y la habilidad de hacer negocios, así que he ganado cinco”. Oro sin cesar porque todos sean fieles siervos y sean bendecidos con cinco ciudades y más. Espero y oro por que se conviertan en los santos que creen que todo es de Dios y ofrezcan más a Dios y más gloria. En realidad Dios nos ha dado más de lo que podemos imaginar y nunca deja de darnos.
Si hacemos negocios con lealtad, sacamos beneficios y servimos al Señor con beneficios, Dios nos dará más. Hace esto para que le sirvamos mejor. Quiero que crean a través de este mensaje en que todo lo que tienen, incluyendo sus vidas, pertenecen al Señor. Debemos tener esta fe correcta. ¿Hay alguien que quiera llevarle al Señor la mina de salvación del Señor después de haberla guardado en un pañuelo cuando el Señor venga? No deben ser personas que tengan una fe patética y débil. Otros siervos ganaron diez y cinco minas cuando volvió el Señor. También dan gracias al maestro: “Me has dado mucho. He podido ganar mucho gracias a los talentos que me has dado. He vivido una vida cómoda con estos talentos. Gracias, Maestro”.
Debemos poder complacer a Dios con esta fe. Debemos confesar: “El Señor es misericordioso, lleno de gracia, todopoderoso y lleno de amor. Es el Dios de la salvación, que nos dio talentos, el Dios de la verdad y el Dios de la grandeza. Es el Rey de todos los reyes y el verdadero Rey para nosotros”. Por eso debemos admirar al Señor y amarle como nos ama. Mientras servimos a Dios con lo que nos ha dado, debemos pensar: “He vivido una vida abundante gracias a las bendiciones que me has dado, no solo por mis esfuerzos”. Debemos tener esta fe para recibir más del Señor y ser alabados por Él mientras vivamos.
 
 

Debemos vivir con una fe recta

 
Espero que nadie malinterprete a Dios y esta Iglesia incluso después de recibir la remisión de los pecados. He estado predicando el pasaje de las Escrituras de hoy muchas veces. Lo que quiero resaltar aquí es que debemos grabar la palabra de Dios en nuestros corazones. Sin esta actitud no somos diferentes al hombre que dijo: “No queremos que este hombre mande sobre nosotros”. Seremos como el hombre que se guardó la mina y se la llevó al maestro.
Ahora debemos mirar al fin de este siervo desleal. Está escrito en Lucas 19, 26-27: «Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí».
Este es el resultado final de los que no quieren servir a Jesucristo como su Rey. No podrán evitar esta consecuencia. Estaba diciendo esto a todos los que tienen el Evangelio. Le dijo a todos los nacidos de nuevo que hicieran negocios con el Evangelio. El Señor les dijo a los que no quieren trabajar por el Evangelio: “Traedme a esos enemigos que no querían que reinase sobre ellos y ejecutadlos ante Mí”. Los que no quieren servir a Jesús como su Rey son enemigos de Jesús. Los que no quieren seguir al Señor después de recibir la remisión de los pecados y dicen: “Señor, por favor, ayúdame a conseguir éxito. Sé mi ayudante” son iguales que el servio desleal que le devolvió la mina igual que se la dio.
Por desgracia hay muchas personas que piensan así incluso después de que el Señor haya redimido sus pecados. Han recibido la remisión de los pecados. Han entendido el Evangelio del Señor y lo han aceptado. Han creído en él. Pero no quieren que Jesús sea su Rey. Intentan hacer las cosas a su manera. Predican el Evangelio como quieren. Predican el Evangelio sin un método adecuado y sin invertir el tiempo suficiente. Confían en Jesús para conseguir sus sueños pero no quieren seguirle, tenerle como su Pastor ni servirle como su Rey. De hecho, hay mucha gente así.
Aunque hayan recibido la remisión de los pecados, son enemigos de Dios. Esas personas que actúan como enemigos de Dios mientras fingen servir al Señor. Se rebelan contra el Señor. ¿Qué les pasará cuando el Señor vuelva? Cuando el Señor les llame para juzgar su trabajo les preguntará: “¿Cómo has trabajado?” el siervo desleal le contestará: “Aquí está”. Entonces sacará exactamente lo que recibió pensando que Jesús es un hombre austero, como un ladrón, que intenta recoger donde no ha depositado y cosechar lo que no sembró. ¿Qué significa esto? Hablando simplemente no hizo nada con lo que le dio. En otras palabras, no predicó el Evangelio ni sirvió al Señor. Esto es cierto. Sacó exactamente lo que se le había dado. Lo devolvió tal y como se lo dieron.
El Señor le llamó enemigo malvado. Los que tienen el Evangelio pero no lo comparten con otros, los que no trabajan con la Iglesia, los que no predican el Evangelio, los que no obedecen la Palabra de Jesús son enemigos de Dios. ¿Qué hace Dios con ellos al final? Dijo: “Traedlos y ejecutadlos ante Mí”. Al final fue arrojado en el lago de fuego y azufre (Apocalipsis 20, 10).
Espero que no tengamos que sufrir este castigo. Sin embargo, es triste que haya tanta gente como ellos en este mundo. Hay muchas personas que recibieron la remisión de los pecados pero no quieren que Jesús reine sobre ellos.
¿Qué significa servir al Dios Todopoderoso como nuestro Rey? Es nuestra mayor fortuna. Cuando servimos al Señor y le seguimos de todo corazón, ¿qué ocurre? ¿Acaso no será el pastor de Su rebaño? Sí. Cuidará de nosotros aún más cuando le sirvamos. Sí. Cuida de nosotros cuando le servimos. Debemos darnos cuenta de esta verdad. No conocemos el secreto de Dios y la vida de fe bien, pero cuando pensamos en esto, nos damos cuenta de que nuestro pasado y nuestro presento son por la gracia de Dios. Así es. No podemos vivir nuestra vida de fe sin Su gracia.
 
 

No podríamos haber vivido hasta ahora sin Su gracia

 
El Señor nos ha bendecido mucho más de lo que merecemos por servirle. Nos ha dado mucho más de lo que podemos recibir. No sé cómo han servido a Dios. Ya le hayan servido mucho a no, no importa si le han servido de todo corazón. Pero yo voy a supervisar a todos los trabajadores del ministerio de todas nuestras iglesias por todo el país para ver cómo están sirviendo al Señor. Cuando pensamos en Su gracia, todos hemos recibido mucho; sin embargo, hay algunos trabajadores que no están sirviendo al Señor de todo corazón. Algunas personas tienen más listas de cosas que le quieren pedir al Señor de las que le pueden dar a Dios. Pueden tener las razones correctas para pedirlas. Pero debemos tener un equilibrio entre servir al Señor y recibir las bendiciones del Señor. Debemos satisfacer nuestras necesidades encontrando un equilibrio entre las dos cosas.
Yo pienso de esta manera. “Hemos recibido muchas cosas del Señor y seguiremos recibiendo favores en cuerpo y espíritu del Señor. ¿Entonces cuánto estamos dándole?”. ¿Cómo estamos sirviendo al Señor? Me gustaría preguntarme a mí mismo y a los colaboradores esta pregunta: “¿Cuánto estamos sirviéndole? La gracia del Señor es tan grande como Su amor, ¿pero cómo le estoy sirviendo?”. También tenemos que pensar cuánta gracia hemos recibido y cuánto vamos a servirle en el futuro.
Aunque nos sintamos insuficientes a veces, sabemos que vivimos por el Evangelio y el Señor a pesar de nuestras insuficiencias. Estoy intentando ganar beneficios con mis dones espirituales y mi conocimiento, como los siervos que ganaron diez veces o cinco veces el valor de una mina. A veces simplemente hago la obra de Dios con la ayuda de mis colaboradores, cuando me siento cansado y sé que necesito delegar el trabajo. Pero nunca he pensado que he dado más servicios que las bendiciones que he recibido o que mis hermanos cristianos han recibido. Sé que el amor y la gracia del Señor es mayor que nuestro servicio por Él.
Por tanto, no debemos convertirnos en personas como el siervo desleal que se guardó la mina y la devolvió sin ganar ningún beneficio. Debemos por lo menos ganar cinco minas si es imposible ganar diez. Si no podemos predicar el Evangelio ni servirlo por nuestra inhabilidad, debemos poder hacer algo entregando nuestro cuerpo como siervos activos y leales por lo menos. Quiero que piensen en este mensaje de que no debemos actuar como enemigos de Dios, como el que se guardó la mina en el pañuelo y se lo devolvió a Dios tal y como lo recibió. No quiero que ninguno de nuestros santos o trabajadores del ministerio se conviertan en este hombre.
Si han recibido la remisión de los pecados, dejen que se siente en el trono de sus corazones y sírvanle como su Rey. Consideren que es su verdadero Rey y crea que es mejor tener un rey que no tenerlo. Debemos confiar en que nuestro Rey nos protegerá, nos mostrará favor cuando nos sintamos solos o cuando estemos en problemas. “Tú me sirves más de lo que yo te sirvo a Ti. Aunque no sea así, eres mi Rey y mi Maestro”. Espero que todos sirvan al Señor como su Rey de esta manera. ¿Quieren todos hacer esto?
¿Cómo podemos garantizar que no seremos como ese hombre que solo devolvió una mina? Sin embargo, creo que no viviremos como enemigos de Dios cuando entendamos Su gracia: cuando sabemos que el Señor nos ha salvado, nos ha mostrado Su gracia en todas las áreas de nuestras vidas y que nos ayuda y bendice. Creo en esto firmemente. Aunque todos tenemos debilidades, espero que podamos complacer a nuestro Maestro si ganamos diez o cinco minas. Oro por que recibamos la autoridad de gobernar sobre cinco o diez ciudades después de haber servido al Señor con lealtad. Espero que todos reciban esta bendición.
Cuando servimos a la justicia del Señor, servir no es el final. Los que quieren servir al Señor recibirán bendiciones. El Dios vivo es el Rey. Es nuestro Rey. Oro por que todos recibamos bendiciones abundantes en cualquier obra que hagamos por Él. Oro por que Dios nos ayude y nos bendiga a todos. Creo que nuestros hogares y nuestra Iglesia serán bendecidos con esta fe. Oro por que Dios nos dé estas bendiciones.