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Pelajaran Kemah Suci

La sobrecubiertas de el Tabernáculo

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· Los Cuatro Misterios Escondidos en las Cubiertas del Tabernáculo (Éxodo 26:1-14)

Los Cuatro Misterios Escondidos en las Cubiertas del Tabernáculo
( Éxodo 26:1-14 )
«Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul,  púrpura y carmesí; Y los harás con querubines de obra primorosa. La longitud sera de una cortina de 28 codos,  y la anchura de la misma cortina de l4 codos, todas las cortinas tendrán una misma medida. Cinco cortinas estaran unidas una con una con la otra. Harás lazadas de azul en la orilla de la ultima cortina de la primera unión; y lo mismo harás en la orilla de la cortina de la segunda unión. Y harás cincuenta lazadas de azul en la orilla de la ultima cortina de la primera union; lo mismo harás en orilla de la cortina de la segunda unión. Cincuenta lazadas harás en la primera cortina, y cincuenta lazadas harás en la orilla de la cortina que está en la segunda unión; las lazadas estarán conteapuestas la una a la otra. Haras también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazarás las cortinas la una con la otra, y se formara un tabernáculo. Harás asi mismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo, once cortinas harás.  La longitud de cada cortina será de treinta codos, y la anchura de cada cortina de cuatro codos; una misma medida tendran las once cortinas. Y uniras cinco cortinas aparte y las otras seis cortinas aparte; y doblarás la sexta cortina en frente del tabernáculo. Y harás cincuenta lazadas en la orilla de la cortina, al borde en la unión,  y cincuenta lazadas en la orilla de la cortina de la segunda unión. Harás asimismo cincuenta corchetes de bronce, los cuales meterás por las  lazadas; y enlazarás las uniones para que se hagan una sola cubierta. Y la parte que sobra en las cortinas de la tienda, la mitad de la cortina que sobra, colgará a espaldas del tabernáculo.  Y un codo de un lado, y otro codo del otro lado, que sobran a lo largo de las cortinas de  de la tienda, colgarán sobre los lados del tabernáculo a un lado y al otro, para cubrirlo. Harás También a la tienda  una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y una cubierta de pieles de tejones encima».
 


Las Cubiertas del Tabernáculo

 
Ahora volvemos nuestra atención a las cubiertas del Tabernáculo. Las cubiertas del Tabernáculo fueron hechas en cuatro capas. Cuando Dios le dijo a Moisés que construyera el Tabernáculo, Él le dio instrucciones detalladas. Únicamente, la primera cubierta podía ser vista desde dentro del Tabernáculo, cubriendo las tablas del Tabernáculo y todos sus utensilios dentro. Esta cubierta tapaba las tablas del Tabernáculo, el Lugar Santo y el Lugar Santísimo, las cubría hasta el piso. Y estaba hecha de los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido, y hermosas imágenes de querubines se encontraban tejidas también.
La primera cubierta fue hecha de dos juegos principales de tapices unidos uno al otro, cada juego estaba formado de cinco tapices unidos unos a otros. Para unir estos dos juegos principales de cortinas unas a otras, cincuenta corchetes de lino torcido fueron hechos en las orillas de los tapices. Lazos de oro estaban unidos a estos corchetes de lino torcido, uniendo los dos juegos de tapices para hacer una sola cubierta grande.
La primera cubierta del Tabernáculo fue hecha con diez tapices, las cuales estaban unidas en dos juegos de tapices mas grandes. Su largo era de 28 cubos. Un cubo son 45 cm aproximadamente, así que el largo era de 12.6 m aproximadamente en medidas actuales, mientras que el ancho de cada tapiz era de cuatro cubos, 1.8 m. Cinco tapices fueron unidos primeramente para hacer dos juegos de tapices, y entonces estos juegos eran unidos uno al otro con cincuenta corchetes de lino torcido y con cincuenta lazos de oro. Es así como la primera cubierta del Tabernáculo fue completada. Pero había tres cubiertas más. La primera cubierta del Tabernáculo fue hecha tejiendo tapices con diseños artísticos de querubines con hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido.
Esto fue para mostrarnos el camino al Reino del Cielo. Por ejemplo, el hilo azul usado para la primera cubierta del Tabernáculo se refiere al bautismo que Jesús recibió de Juan para tomar los pecados del mundo. Al ser bautizado, Jesús tomó todos los pecados del mundo (Mateo 3:15). Debido a que Jesús tomó los pecados del mundo sobre Su propio cuerpo a través de Su bautismo, este bautismo ahora es lo que corresponde a la salvación (1 Pedro 3:21).
Esta segunda cubierta del Tabernáculo estaba hecha de pelo de cabra (Éxodo 26:7). Su largo era mayor que el de la primera cubierta por 90 cm. En 30 cubos, el largo era de 13.5 m, y en 4 cubos, el ancho era de 1.8 m. La cubierta era hecha de once tapices, unidas unas a otras en dos juegos de tapices, uno con cinco y el otro con seis tapices. Estos dos juegos entonces se unían unos con otros con corchetes de bronce.
Esta segunda cubierta del Tabernáculo, hecha de pelo de cabra, nos dice que Jesús nos ha hecho santos con la justicia de Dios. Viniendo a esta tierra, cuando nuestro Señor cumplió 30, Él fue bautizado por Juan por Su propia voluntad, y Él aceptó los pecados del mundo sobre Sí Mismo. Como resultado de esto, el Señor cargó los pecados del mundo de una vez por todas, y de esta manera sé convirtió en nuestro Salvador. Por lo tanto, la segunda cubierta, la cubierta blanca de pelo de cabra, nos dice que Jesucristo quién se convirtió en el chivo expiatorio al hacernos sin mancha con Su bautismo y sangre. 
La tercera cubierta del Tabernáculo estaba hecha de pieles de carnero teñidas de rojo, lo cuál nos dice que Jesús cargó nuestros pecados al ser bautizado, los cargó hasta la Cruz, derramó Su sangre y fue condenado, y de esta manera nos liberó de todos nuestros pecados. 
La cuarta cubierta del Tabernáculo estaba hecha de pieles de tejon. El significado de las pieles de tejón es que Jesucristo, cuando se le mira desde Su apariencia externa, no tenía nada deseable en Él. Pero ciertamente Él es Dios Mismo. Las pieles de tejón nos muestran un retrato de Jesucristo quién sé humilló a Sí Mismo hasta lo sumo al nivel de los seres humanos para salvarnos de los pecados del mundo. 
Examinemos ahora estas cuatro cubiertas del Tabernáculo con mayor detalle.
 

El Significado Espiritual de la Primer Cubierta del Tabernáculo
 
La sobrecubiertas de el Tabernáculo 1
Los materiales usados para la primera de las cuatro cubiertas del Tabernáculo fueron hilos azules, púrpura, carmesí y lino fino torcido. Estaba hecha de tal manera que los cuatro colores serían claramente visibles desde dentro del Tabernáculo. También, diseños artísticos de ángeles estaban tejidos en el, para que miraran el Tabernáculo desde arriba. El significado espiritual en cada uno de estos cuatro hilos es como sigue.
El misterio del hilo azul manifestado en los materiales de la primera cubierta del Tabernáculo es que el Mesías, de una sola vez por todos, aceptó todos los pecados de todo el mundo a través de Su bautismo. Él vino a esta tierra y fue bautizado por Juan el Bautista, el representante de la humanidad, para cargar todos los pecados del mundo, al igual que la ofrenda del sacrificio del Antiguo Testamento aceptó las iniquidades de los pecadores pasadas a ellos a través de la imposición de manos. Y también nos dice de la verdad acerca de que Jesús lavó todos los pecados del mundo al llevar la condenación de estos pecados todo de una sola vez.
El hilo púrpura, por otro lado, nos dice que Jesucristo quién vino a esta tierra es el Rey de reyes y el absoluto Dios Mismo para nosotros. Nos dice que Jesús es Dios Mismo en Su esencia. El hilo carmesí manifestado en el Tabernáculo nos dice que Jesús, habiendo aceptado de una sola vez todos nuestros pecados a través del bautismo que Él recibió de Juan, derramó Su sangre sobre la Cruz y de esta manera vicariamente llevó el sacrificio y la condenación de nuestros pecados por nosotros.
El bautismo de Jesús y Su muerte sobre la Cruz era lo mismo que el sistema de sacrificios del tiempo del Antiguo Testamento en donde ofrendas sin defecto aceptaban las iniquidades de los pecadores a través de la imposición de manos y sangraban a muerte para llevar la condenación de estos pecado. De igual manera, en el Nuevo Testamento, Jesús fue bautizado, fue a la Cruz y derramó Su sangre y ahí murió.
La Biblia se refiere a Jesucristo como la ofrenda del sacrificio. El nombre “Jesús” significa «él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21). Y el nombre “Cristo” significa “el Ungido.” En el Antiguo Testamento, tres clases de personas eran ungidas; los reyes, los profetas y los sacerdotes. Por lo tanto, el nombre “Jesucristo” significa que Él es el Salvador, Dios Mismo, el Sumo Sacerdote del Reino del Cielo, y el Señor de la eterna verdad. Al venir a esta tierra, ser bautizado por Juan, y derramando Su sangre, Él ha llegado a ser nuestro verdadero Salvador.
De esta manera, la primera cubierta del Tabernáculo revela que el Mesías vendría a través de los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido y por consiguiente salvaría de sus pecados y condenación a todos aquellos que creen en Él. Estos ministerios no son otra cosa que el bautismo de Jesús y Su sangre sobre la Cruz. El misterio de la salvación manifestado en esta primera cubierta de cuatro colores es que el Mesías vino a esta tierra, tomó los pecados de la humanidad al ser bautizado, fue crucificado a muerte y se levantó de entre los muertos.
Con estos ministerios, Jesucristo ha salvado de sus pecados a aquellos que creen en Él, y los ha convertido en Su pueblo. Jesucristo es el Rey de reyes y la ofrenda del sacrificio que ha borrado las iniquidades de los pecadores, y Él ha liberado a aquellos que creen de todos sus pecados y condenación.
 

El Significado Espiritual de la Segunda Cubierta del Tabernáculo
 
La sobrecubiertas de el Tabernáculo 2
El material usado para la segunda cubierta del Tabernáculo fue pelo de cabra. Esto nos dice que el Mesías que vendría justificaría a la humanidad liberándolos de sus pecados y de su condenación por estos pecados. Nos muestra, en otras palabras, que para que los seres humanos reciban la justicia de Dios, es absolutamente necesario que ellos crean en el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu. La justicia de Dios ha lavado nuestros corazones tan blancos como la nieve, y por consiguiente nos ha otorgado recibir la remisión de nuestros pecados.
 

El Significado Espiritual de la Tercer Cubierta del Tabernáculo
 
La sobrecubiertas de el Tabernáculo 3
El material usado para la tercera cubierta del Tabernáculo fueron pieles de carnero teñidas de rojo. Esto manifiesta que el Mesías vendría a esta tierra, tomaría los pecados del mundo al ser bautizado, al ser crucificado, y por consiguiente se convirtió en la ofrenda del sacrificio por los pecados de Su pueblo. La sangre que Jesucristo derramó sobre la Cruz dio la paga de la muerte por los pecados del mundo. En otras palabras, nos dice que Jesucristo Mismo llegó a ser la ofrenda del sacrificio y de esta manera salvó a Su pueblo de sus pecados (Levítico 16).
En el Día de la Expiación, dos chivos para el sacrificio se preparaban para tomar todos los pecados del pueblo de Israel. Uno de ellos era una ofrenda del sacrificio de expiación que era dado a Dios por sus pecados. En ese tiempo, el Sumo Sacerdote imponía sus manos sobre la cabeza de este primer chivo expiatorio, pasaba todos los pecados de Su pueblo sobre el de una sola vez. Entonces tomaba su sangre, rociándolo al lado oriente del propiciatorio, y rociándola siete veces sobre el propiciatorio. Es así como se daba a Dios la ofrenda expiatoria del pueblo de Israel.
Entonces, delante de los testigos de los Israelitas reunidos alrededor del Tabernáculo, el Sumo sacerdote ponía sus manos sobre el otro chivo expiatorio y pasaba el equivalente de los pecados de un año del pueblo de Israel. Esto era para dar a todo el pueblo de Israel la convicción de que todos los pecados del año que había transcurrido eran quitados de ellos a través de la imposición de las manos del Sumo Sacerdote. Este chivo era entonces enviado al desierto a morir con todos sus pecados (Levítico 16:21-22). Esta fue la promesa de Dios acerca del Mesías que vendría a esta tierra, tomaría los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista (Mateo 11:11-13, 3:13-17), llevaría la condenación de estos pecados al ser crucificado voluntariamente, y por consiguiente salvar a Su pueblo de todos sus pecados.
 

El Significado Espiritual de la Cuarta Cubierta del Tabernáculo
 
La sobrecubiertas de el Tabernáculo 4
Las pieles de tejon muestran nuestra propia imagen, al igual que la imagen del Señor cuando Él vino a esta tierra. Nuestro Señor vino a esta tierra en semejanza de hombre para llamar a los pecadores y hacerlos justos. Las pieles de tejon también nos dicen que Jesucristo no se exaltó a Sí Mismo cuando vino a esta tierra, sino más bien sé humilló a Sí Mismo como un hombre de humilde cuna.
En el tiempo del Antiguo Testamento, Dios dijo a través de Sus profetas que el Mesías vendría y liberaría a los pecadores de esta tierra de sus iniquidades. Podemos ver que Dios realizó la Palabra de profecía hablada a través de Sus siervos con el bautismo de Jesús y con Su sangre sobre la Cruz. Esta promesa profética es la Palabra del pacto de que el Mesías no solamente llevaría los pecados del pueblo de Israel sino además todos los pecados y la condenación de todos en este mundo, y que Él salvaría a todos Sus creyentes y los convertiría en Su propio pueblo.
Éxodo 25 habla de los materiales usados para construir el Tabernáculo. Estos materiales del Tabernáculo incluidos los hilos azules, púrpura, carmesí, el lino fino torcido, el pelo de cabra, las pieles de carnero teñidas de rojo, las pieles de tejon, el oro, la plata, el bronce, las especias, el aceite y las piedras preciosas. Todos estos materiales manifiestan que el Mesías vendría a esta tierra y salvaría a Su pueblo de sus pecados a través de Su bautismo y de Su derramamiento de sangre. Como tal, escondido en las cubiertas del Tabernáculo está el plan profundo de la salvación que Dios hizo para salvar a Su pueblo de sus pecados.
¿Por qué Dios ordenó que se usaran los hilos azules, púrpura y carmesí como los materiales de las cubiertas del Tabernáculo? ¿Y por qué ordenó usar pelo de cabra, pieles de carnero y pieles de tejon? Debemos prestar cuidadosa atención al plan que Dios hizo para liberarnos de los pecados del mundo. Debemos creer en los ministerios manifestados en los hilos azules, púrpura y carmesí, a través de los cuales Jesús ha salvado a Su pueblo de sus pecados, como están, y por consiguiente debemos ser salvos de nuestros pecados y convertirnos en el pueblo de Dios. Debemos, en otras palabras, conocer y creer en el plan de Dios manifestado en las cubiertas del Tabernáculo.
 

Por Cuatro Métodos
 
Las cuatro cubiertas del Tabernáculo nos dicen de la forma en la cual Dios nos ha liberado detalladamente de nuestros pecados: El Mesías vendría a esta tierra en la carne, tomaría los pecados del mundo con Su bautismo recibido de Juan, sería crucificado por el castigo de estos pecados, y remitiría los pecados de Su pueblo y los salvaría de sus pecados con Su propia sangre. Sin embargo, esta salvación se completa solo para aquellos que creen en el Mesías como su Salvador. Todos debemos creer que Jesucristo, como se manifiesta en los materiales de las cubiertas del Tabernáculo, ciertamente vino por Su bautismo y por la Cruz, y por consiguiente nos salvó de una sola vez por todas de todos nuestros pecados. 
De acuerdo a las profecías de los hilos azules, púrpura y carmesí manifestados en las cubiertas del Tabernáculo, el Hijo de Dios vino a nosotros como la ofrenda del sacrificio del tiempo del Nuevo Testamento, fue bautizado y derramó Su sangre crucificado a la Cruz. Aún mas, al creer en el Mesías revelado en las cubiertas del Tabernáculo, podemos dar a Dios la ofrenda de fe que nos salva.
Como tal, debemos creer en la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí. Si alguien no viene ante Dios y falla en dar la ofrenda de fe creyendo en los ministerios de Jesús manifestados en los hilos azules, púrpura y carmesí, él / ella serán destruidos con seguridad por sus propios pecados. Pero si alguien cree en esta verdad, entonces por su fe en la salvación él / ella puede ir delante de Dios en todo tiempo como Su hijo. El Tabernáculo nos muestra que nadie que no crea en Jesucristo quién llegó a ser la ofrenda del sacrificio y que fue manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí podrá jamás entrar en el Reino de Dios.
Así las cubiertas del Tabernáculo nos muestran el camino al Cielo. Debemos encontrar el camino para entrar en el Reino del Cielo creyendo en la verdad revelada en los hilos azules, púrpura y carmesí. Cualquiera que desee entrar en el Reino de Dios debe primero tener resuelto su problema con el pecado creyendo en la verdad de la remisión del pecado manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí. Como tal, ya sea que la gente entre en la Iglesia de Dios creyendo en esta verdad, o ya sea que sean rechazados por Dios por su incredulidad, es una elección que ellos deben hacer.
Desde luego, nuestras conciencias tienen la libertad de creer o no en la verdad de la salvación revelada en las cubiertas del Tabernáculo. Pero también debes reconocer que el resultado de no creer en esta verdad será muy catastrófico para que alguien lo soporte. Sin embargo, para que nosotros entremos en la resplandeciente Casa de Dios de acuerdo a Su voluntad, debemos ser para siempre salvos de nuestros pecados creyendo en el bautismo que el Mesías recibió de Juan y en la sangre de la Cruz. Todos deben aceptar y creer en sus corazones que este bautismo del Mesías y Su sangre sobre la Cruz han remitido todos sus pecados. Solo cuando ellos crean de esta manera podrán recibir la remisión eterna del pecado y entra en la gloria de Dios.
La primera cubierta del Tabernáculo estaba tejida de cuatro diferentes hilos, y estaba puesta bajo la segunda cubierta hecha de pelo de cabra. Esto nos muestra el hecho de que fuimos capaces de recibir la remisión del pecado basados en los ministerios de Jesús: Su bautismo y Su propia sangre. Como tal, la remisión del pecado que hemos recibido creyendo en la justicia de Dios esta basada en nuestra fe en los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido manifestado en la primera cubierta. Para ver cuan cierto es este hecho, vayamos a la Palabra de la Biblia abajo.
Isaías 53:6 afirma: «Mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros». Hebreos 9:28 declara: «Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos». Y 2 Corintios 5:21 afirma: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él». Todos estos pasajes, por lo tanto, nos dicen que nuestra salvación ha sido cumplida sobre la base de los cuatro ministerios de Jesús acerca de la salvación manifestada en el lino fino y en los hilos azules, púrpura y carmesí usados para la primera cubierta del Tabernáculo. El que Cristo Mismo haya colgado de un árbol y vicariamente llevó la condenación de nuestros pecados sobre Su propio cuerpo esto fue posible por el hecho de que Él primeramente tomó los pecados al ser bautizado por Juan, y no es solamente en La Cruz que Él llevó los pecados del mundo.
 Cuando Jesús tomó todos los pecados del mundo al ser bautizado y de esta manera llevó sufrimientos de muerte sobre la Cruz para expiarlos, Él no tenía miedo. Al contrario, ¡Él estaba gozoso! ¿Por qué? Porque ese fue el mismísimo instante para que “cumplamos toda justicia” (Mateo 3:15). Para liberarnos de nuestros pecados, Jesús fue bautizado y derramó Su sangre sobre la Cruz. Hizo eso porque Él nos amó. Es por eso que Él vino a esta tierra, fue bautizado por Juan y derramó Su sangre sobre la Cruz, y voluntariamente bebió de la copa del sacrificio. Es debido a que el Señor tomó nuestros pecados y manchas a través de Su bautismo por lo que pudo derramar Su sangre en el Calvario y vicariamente llevó la condenación de nuestros propios pecados.
 

Los Corchetes Que Unieron la Primer Cubierta del Tabernáculo Estaban Hechos de Oro
 
La primera cubierta del Tabernáculo fue hecha de dos juegos de cinco cortinas, las cuales se unían la una a la otra con corchetes de oro. Esto en realidad nos muestra que podemos entrar en el Reino del Cielo solo cuando creemos en la verdad de la remisión del pecado manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí. El que los dos juegos de cinco cortinas estuviesen unidas la una a las otra con cincuenta corchetes de oro nos muestran que podemos ser salvos de todos nuestros pecados solo cuando tenemos una fe total en Su salvación. En la Biblia, el oro denota la verdadera fe que cree en la Palabra de Dios.
Como tal, todos y cada uno de nosotros debemos ciertamente creer en toda la Palabra de Dios. Es de particular importancia para nosotros tener fe en la verdad manifestada en el hilo azul. La sola crucifixión de Jesús, por si y en si misma, no tienen efecto en nuestra salvación. ¿Por qué? Porque antes de Su crucifixión, primero tuvo que haber un proceso del bautismo de Jesús por el cual los pecadores podían pasar sus pecados sobre Jesucristo. La Cruz es efectiva para nuestra salvación solo cuando creemos que Dios Padre hizo que Jesucristo aceptara los pecados del mundo al ser bautizado.
 

¿Que Nos Dice el Lino Fino Torcido en el Tabernáculo?
 
Nos dice que Dios ha trabajado entre nosotros en acuerdo con Su elaborada Palabra de verdad. El Mesías ciertamente vino a esta tierra y llevó nuestros pecados y la condenación a través del bautismo que Él recibió de Juan y en la sangre de la Cruz. Y nos dice que Su salvación ya ha sido cumplida tal como Él lo prometió en Su Palabra.
En el tiempo del Nuevo Testamento, nuestro Señor de hecho vino a esta tierra, tomó nuestros pecados al ser bautizado por Juan, sangró hasta morir, llevó toda la condenación de nuestros pecados, y de esta manera ha cumplido todas las promesas de la salvación. Al ser bautizado por Juan y crucificado, nuestro Señor completó y llevó a cabo la voluntad de Dios Padre. El pacto que Dios hizo con Su pueblo de Israel fue todo cumplido a través de Su Hijo Jesús.
¿Quién, entonces, debería poner mayor atención a esta verdad? ¿Solo el pueblo de Israel? ¿Tú y yo?
El hecho de que la primera cubierta del Tabernáculo fuese unida con cincuenta corchetes de oro demanda una fe real de nosotros. Nos muestra que podemos entrar en el Reino de Dios solo cuando conocemos y creemos que Jesús ha lavado todos nuestros pecados a través de Sus ministerios manifestados en los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido usados para la primera cubierta del tabernáculo.
En otras palabras, nos muestra que la remisión del pecado es recibida solo creyendo en la Palabra de verdad. A través de la Palabra del Antiguo y del Nuevo Testamento, Dios ciertamente nos está mostrando en detalle que podemos obtener nuestra verdadera salvación solo si creemos que el bautismo y la sangre de la Cruz manifestado en las cubiertas del Tabernáculo nos ha salvado de todos nuestros pecados.
Dios ciertamente nos ha otorgado el ser lavados de todos nuestros pecados y hemos llegado a ser tan blancos como la nieve creyendo en la verdad revelada en los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido usado para la primer cubierta del Tabernáculo. Y Dios le ha permitido solo a aquellos que tienen esta fe entrar en Su Reino. Debemos conocer acerca de las cubiertas del Tabernáculo y creer en ellas. Creyendo en Jesucristo quién ha venido a nosotros a través de los ministerios de los hilos azules, púrpura y carmesí, ciertamente podemos adquirir la aprobación para llegar a ser hijos de Dios y recibir la gloria de entrar en Su Reino.
Cuándo el Mesías nos ha salvado de todos nuestros pecados a través de Sus obras manifestadas en los hilos azules, púrpura y carmesí, ¿cómo podemos no creer en el profundo y vasto amor de Dios con la salvación y rechazarla? ¿Cómo podemos rechazar la remisión de nuestros pecados y el Reino del Cielo, la cuál puede ser adquirida solo por fe? Todos debemos creer en Jesucristo como nuestro propio Salvador quién nos ha salvado de los pecados del mundo al ser bautizado y derramando Su sangre sobre la Cruz. Solo entonces podemos llegar a ser el pueblo de Dios.
Aquellos que no creen en la verdad de los hilos azules, púrpura y carmesí manifestados en la primera cubierta del Tabernáculo ciertamente no pueden lavar sus pecados por fe. Aquellos que no creen en esta verdad no pueden llegar a ser hijos de Dios. Es por eso que debemos creer en la verdad de la salvación revelada en los hilos azules, púrpura y carmesí usados para las cubiertas del Tabernáculo, y de esta manera debemos recibir la vida eterna.
 

La Cubierta del Pelo de Cabra Fue Más Grande que la Primer Cubierta del Tabernáculo
 
La segunda cubierta hecha de pelo de cabra era más grande que la primera cubierta del Tabernáculo. Esto significa que aquellos que se oponen a Dios no pueden ver ni una parte de la verdad revelada en la primera cubierta del Tabernáculo. Realmente existía una necesidad de ocultar el misterio de la remisión del pecado manifestado en los hilos azules, púrpura y carmesí de la primera cubierta del Tabernáculo. Esto se debió ha que Dios ha dispuesto que solo aquellos que sean reverentes y le teman puedan entrar en Su Reino creyendo en los ministerios de Jesús manifestados en los hilos azules, purpura y carmesí.
Esto también es por lo que Dios colocó un querubín al este del jardín del Edén, y una espada de fuego la cual giraba en todas direcciones, para guardar el camino al árbol de la vida, después Él sacó al hombre que había caído en pecado (Génesis 3:24). La verdad que le otorga a alguien entrar en el Reino del Cielo no es permitido que sea vista por cualquiera sin creer en Dios. Es por eso que Dios hizo la cubierta del Tabernáculo con pelo de cabra ligeramente más grande que la primera cubierta del Tabernáculo.
La segunda cubierta del Tabernáculo nos muestra que podemos llegar a ser justos solo cuando recibimos la remisión del pecado manifestado en la primera cubierta. Puesto de otra manera, Dios ha permitido solo a aquellos que creen en Su Palabra con temor y reverencia, y que por lo tanto sostienen el evangelio de la verdad, lleguen a ser Su pueblo. Debido a que así es como Dios ha determinado que sea, Él no permite que cualquiera llegue a ser Su hijo sin primero creer en la verdad del azul, púrpura y carmesí de la remisión del pecado puesta por Él. La voluntad de Dios es que aquellos cuyos corazones son malvados no puedan nunca darse cuenta ni siquiera de una partecita del misterio de los hilos azules, púrpura y carmesí.
 

La Segunda Cubierta del Tabernáculo Estaba Hecha con Pelo de Cabra, y Sus Corchetes Estaban Hechos de Bronce
 
El significado espiritual de los corchetes de bronce denotan el juicio por los pecados de la gente. Los corchetes de bronce nos dicen que todos los pecados requieren el justo pago de su deuda. Como tal, los corchetes de bronce contienen la verdad de que Él Mesías tuvo que derramar Su sangre sobre la Cruz debido a que Él tuvo que venir a esta tierra y tomar los pecados del mundo todo de una sola vez al ser bautizado. Debido a que el Mesías primeramente tomó nuestros pecados del mundo a través de Su bautismo que Él recibió de Juan, entonces Él pudo llevar la condenación de estos pecados del mundo con la sangre que Él derramó sobre la Cruz. 
De los corchetes de bronce, podemos descubrir la ley de Dios que nos dice que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23). Por lo tanto, debemos reconocer que Dios cumplió el juicio de nuestros pecados a través del Mesías. Ya que Jesucristo fue bautizado por Juan y sangró a muerte sobre la Cruz, el juicio de todos los pecados de la humanidad fue totalmente completada.
Cuando vamos ante Dios, tú y yo debemos pensar en nuestras conciencias acerca de lo que es la verdad. Vivimos en este mundo cometiendo pecados cotidianamente con nuestro corazón, pensamientos y actos. Sin embargo, el Mesías aceptó también todos estos pecados actuales que cometemos cada día, dio la paga de estos pecados con el precio de Su propia vida, y de esta manera completó por nosotros nuestra salvación. Nuestras conciencias ante Dios están destinadas a secarse y a morir, si no tenemos fe en esta verdad. De esta manera, todos nosotros debemos creer ahora en esta verdad para que nuestras moribundas almas puedan ser salvas y vivir nuevamente.
¿Desea nuestro corazón creer en la verdad manifestada estos corchetes de bronce? La verdad que los corchetes de bronce nos están diciendo es que mientras que no podíamos evitar el ser condenados por nuestros pecados, el Mesías tomó nuestros pecados al ser bautizado y por nosotros fue condenado vicariamente por todos estos pecados. Jesús ciertamente llevó toda la condenación del pecado de una vez por todas con Su bautismo y con la sangre de la Cruz. Al hacer eso, Jesucristo nos ha dado fe y nos ha otorgado el entrar en el Reino de Dios.
Cuando alguien tiene pecado en su corazón ante Dios, entonces él/ella debe ser lanzado al infierno. Debido a nuestros pecados, todo lo que merecíamos recibir era la muerte eterna. Pero el Mesías se convirtió en la ofrenda vicaria del sacrificio por nuestros pecados y de esta manera nos salvó de toda su condenación. Se supone que debíamos ser castigados con el infierno por nuestros pecados, sin embargo creyendo que el Mesías fue vicariamente castigado en lugar nuestro, ahora podemos entrar en el reino de Dios.
Creyendo en esta verdad en nuestro corazón, debemos ser remitidos de nuestros pecados del mundo y escapar de la condenación de nuestros pecados es para realizar estas obras de la salvación que el Mesías aceptó los pecados del mundo al ser bautizado por Juan, y fue crucificado por estos pecados del mundo. Conociendo y creyendo en esta verdad, no solo debemos recibir la remisión del pecado, sino que también debemos ser salvos de la condenación por el pecado.
Tenemos que creer que el Mesías pudo aceptar nuestros pecados sobre Sí Mismo y llevó la condenación de estos pecados solo por venir a esta tierra y primeramente recibir Su bautismo en la forma de la imposición de manos. Si el Mesías tomó todos nuestros pecados del mundo a través del bautismo que Él recibió de Juan, y si Él fue crucificado para dar la paga de estos pecados, entonces también nosotros debemos creerlo. A aquellos que así creen, Dios da vida nueva.
Debido a que estábamos destinados al infierno por nuestros pecados, el Mesías aceptó nuestros pecados y murió en nuestro lugar, de esta manera llevó la condenación de nuestros propios pecados. Para nosotros que sé supone debíamos morir condenados por nuestros pecados, nuestro Seños en lugar nuestro llevó esta condenación por amor a nosotros. Si el Señor fue crucificado a muerte para salvarnos del juicio de nuestros pecados, debemos creerlo.
Debemos aceptar la salvación del Señor en nuestra alma, en lo profundo de nuestro corazón, no por nuestra voluntad carnal sino por nuestra fe espiritual en Su Palabra. Todos y cada uno de ustedes, que ahora han leído este mensaje, deben creer en esta verdad en su corazón. Debido a que el Mesías nos ha salvado con Su bautismo y derramamiento de sangre, aquellos que creen ciertamente pueden ser salvos.
Si la gente no cree que está destinada al infierno, entonces no verán la necesidad de ser salvos creyendo en el Mesías quién vino por los hilos azules, púrpura y carmesí. Pero si la gente ciertamente cree que está destinada a ir al infierno, entonces claramente podrá ver su necesidad y ser salva creyendo en este Mesías quién vino por los hilos azules, púrpura y carmesí. Es por eso que Jesús dice: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Marcos 2:17). Así, cuando ellos creen en esta verdad en su corazón, entonces recibirán la remisión del pecado en su corazón.
Si nos vemos nosotros mismos medidos por la Ley ante Dios, entonces no podríamos ser capaces de negar que expresamente somos pecadores, y que estamos maldecidos eternamente por los pecados. No solamente debemos admitirlo a nosotros mismos que estamos destinados al infierno debido a nuestros pecados, sino que también debemos tener un ardiente deseo de evitar tal condenación, para que podamos ser lavados de todos nuestros pecados creyendo en este mensaje. Este es el único camino de vida para evitar la justa condenación de todos nuestros pecados por fe.
Sin nuestra fe en los ministerios de Jesús manifestados en los hilos azules, púrpura y carmesí usados para la primera cubierta del Tabernáculo, ciertamente estaríamos encarando ahora mismo el infierno. El bautismo que el Mesías recibió y la sangre que Él derramó sobre la Cruz están íntimamente relacionadas a la salvación de nuestras almas.
Debido a que nacimos como descendientes de Adán y por lo tanto pecadores, estábamos destinados al infierno. Por lo tanto, debemos admitir ante Dios que todos somos pecadores en dirección al infierno, pero ¿admites esto? Cuando Dios nos mira, Él ve que estábamos destinados al infierno, y cuando de la misma manera nos vemos a nosotros mismos ante Dios, nosotros, también, vemos que estábamos destinados al infierno. Se debe a que tú y yo estábamos destinados al infierno por lo que nuestro Salvador vino a esta tierra para salvarnos de nuestros pecados.
Al venir a esta tierra, ser bautizado, derramando Su sangre y muriendo, nuestro Señor cumplió Su obra de salvarnos. Si básicamente no hubiésemos estado destinados al infierno, no hubiese habido necesidad de que el Señor hiciese esta obra de la salvación. Pero claramente, aunque nosotros los nacidos de nuevo no tenemos pecado ahora en nuestro corazón, nosotros, también, antes éramos todos pecadores.
Quienquiera que sea pecador seguramente debe ir al infierno. La paga del pecado es muerte. Esto significa que ciertamente los pecadores deben ser arrojados al infierno. Pero aquellos que, por fe, reciben el regalo de la remisión del pecado dado por nuestro Señor Jesucristo obtienen vida eterna. Cuando tú y yo creemos en Jesús el Mesías como nuestro Salvador, el Señor nos salvó en Su amor por nosotros de toda la condenación de los pecados. ¡Amen! ¡Aleluya!
 

Debemos Examinarnos Nosotros Mismos y Ver Si Tenemos en Nuestro Corazón la Verdadera Fe Dada por el Señor
 
Mirémonos a nosotros mismos. ¿Hemos tú y yo creído de acuerdo a la ley de la Palabra de Dios? Si es así, entonces, ¿qué nos habría ocurrido ante Dios? ¿No íbamos a ser condenados por Dios por nuestros pecados? Nuestro Dios, no es un Dios injusto que no castiga al pecador. Debido a que Dios es santo y justo, Él no tolera el pecado. Dios nos ha dicho que ciertamente Él arrojará al infierno a todos aquellos que son pecadores ante Él por no creer.
Él nos ha dicho que los arrojará en el feroz infierno que arde con fuego y azufre en el cual ni siquiera los gusanos morirán. Dios arrojará al infierno a todos aquellos que traten de lavar sus pecados por su cuenta propia y que se consuelan sus corazones por sí mismos. Es por eso que el Señor dijo a tal gente, “Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23).
Como tal, debemos creer en el Mesías, y debemos creer en el bautismo que Él recibió cuando vino a esta tierra, en la sangre de la Cruz y en Su resurrección de entre los muertos. ¿Por qué? Porque fundamentalmente hablando, todos éramos pecadores ante Dios y por lo tanto estábamos destinados al infierno. Es por eso que el Mesías vino por los hilos azules, púrpura y carmesí, dio la ofrenda del sacrificio por la salvación con Su propio cuerpo, y de está manera borró todos nuestros pecados. Por consiguiente debemos creer que el Señor fue bautizado y sacrificado, todo esto por nosotros. Si nosotros mismos no podemos darnos cuenta que estábamos destinados al infierno, entonces nada tenemos que ver con el Señor.
 Sin embargo, mucha gente no piensa que ellos mismos estaban condenados al infierno por sus pecados. Piensan que están demasiado bien como para consultar a sus doctores. Tal gente es la que considera a Jesús como un buen hombre de buena conducta, un hombre de respeto y un maestro, y ellos también son los que creen en Jesús para pretender ser gente de carácter. Nuestro Señor le dijo a tal gente: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos» (Mateo 9:12). Tienen que examinar ahora mismo sus corazones detenidamente desde el punto de vista bíblico, para que no terminen en el infierno.
La razón por la cual creemos en el Mesías es para ser remitidos de nuestros pecados creyendo en Él como nuestro Salvador. No es para construir nuestra propia virtud por lo que creemos en el Mesías. Mas bien, se debe a nuestros pecados por lo que es absolutamente necesario para ti y para mi creer en el Mesías. Por esto creemos: Jesús el Mesías nació en esta tierra; Él fue bautizado por Juan a la edad de 30; Él cargó los pecados del mundo y derramó Su sangre con Su crucifixión; Él sé levantó de entre los muertos en tres días; Él ascendió al Cielo; Y Él ahora sé sienta a la diestra de Dios Padre –todas estas cosas dan testimonio de nuestra remisión del pecado. Debido a que estas cosas fueron las obras del Salvador quién nos ha liberado de nuestros pecados, ciertamente necesitamos creer en todas ellas, no dejando nada afuera.
En nuestros pensamientos, puede que este bien hacer las cubiertas del Tabernáculo tan solo tejiendo algún hilo grueso, pero en la Biblia Dios explícitamente dio las especificaciones detalladas de cómo debían ser hechas, como algunos corchetes debían ser hecho de oro y otros de bronce. ¿Por qué crees que Dios ordenó eso? Él ordenó eso debido a que todas estas cosas querían revelarnos su significado espiritual. Es por eso que no podemos desechar ninguna.
 


Ciertamente Debemos Creer en el Bautismo y en la Sangre de Jesucristo Quién Sé Ha Convertido en el Mesías

 
Debido a nuestros pecados, teníamos que ser lanzados al infierno, pero Jesucristo el Mesías vino a esta tierra y nos ha salvado de nuestros pecados. Ciertamente Jesús fue bautizado, crucificado y derramó Su sangre. Como tal, es ilegal para nosotros solo decir que estamos sin mancha sin primero creer en nuestro corazón en el bautismo de Jesús y en la sangre que Él derramó sobre la Cruz. Jesús, quién se ha convertido en el Mesías, ciertamente vino a esta tierra para salvarnos, ciertamente aceptó los pecados de la humanidad sobre Su propio cuerpo a través de Su bautismo, llevó nuestro castigo y murió, sé levantó de entre los muertos y por consiguiente llego a ser nuestro verdadero y eterno Salvador. Jesús nos ha salvado de esta manera ya que solo entonces podemos ser remitidos de todos nuestros pecados al creer en este Jesús.
Para completar la obra de la salvación, el Mesías tuvo que ser bautizado por Juan el Bautista y entonces morir en la Cruz. Esto significa que desde el principio, estábamos para ser condenados por nuestros pecados. Pero de hecho, ahora ya no necesitamos llevar esta condenación. ¿Por qué? Debido a que el Mesías no tenía pecado y por lo tanto no tenía que ser condenado ciertamente aceptó nuestros pecados que fueron pasados a Él, y Él fue vicariamente condenado por todos nuestros pecados. De esta manera, es por creer de todo corazón en el bautismo de Jesús y en Su sangre de la Cruz por lo que hemos sido liberados de toda la condenación de nuestros pecados.
Podemos ver calcomanías que dicen “¡Jesús te ama!” en las ventanas traseras de muchos carros. ¿Es todo lo que Jesús quiere que sepas? La salvación de nuestro Señor no fue hecha solo por esas palabras. Él quiere hacerte saber, “Yo te amo mucho. Por lo tanto, Yo he perdonado tus pecados. Solo cree en Mí, y Yo te haré Mi hijo.” El Mesías ciertamente fue bautizado y crucificado, y derramó Su sangre y murió, todo para liberarnos de nuestros pecados. El Señor ciertamente nos ha salvado y nos ha liberado del juicio que nos esperaba.
El Señor se convirtió en nuestro medico para sanar la enfermedad de nuestros pecados. Al venir a esta tierra, ciertamente Él aceptó nuestros pecados sobre Su cuerpo al ser bautizado, fue crucificado y sangró hasta morir, ciertamente se levantó de entre los muertos, y por consiguiente nos ha salvado. Cuando con toda seguridad estábamos destinados al infierno por nuestros pecados, el Señor ya nos ha sanado de la enfermedad causada por nuestros pecados. Debemos ser sanados de nuestros pecados a través de la fe correcta.
Si la gente no fuera a ser arrojada al infierno aunque son pecadores, entonces no tendrían necesidad de que el Mesías viniera a la tierra y derramara Su sangre. Pero la razón por la que la gente absolutamente debe creer en Jesús se debe a que ciertamente tienen una temida enfermedad de pecado que los guía al infierno. De hecho, la gente que tiene esta temida enfermedad de pecado no puede evitar ser arrojada al infierno, y es por eso que sin lugar a dudas deben creer en el bautismo y la sangre de Jesús quién se convirtió en el Mesías.
Todos los que tienen pecado en sus corazones están por recibir el castigo del infierno con toda seguridad, ya que cuando se trata de la ley de Dios, la paga del pecado es muerte para todos. Puesto de una manera sencilla, si alguien tiene el mas pequeñito pecado en su corazón, entonces él / ella será arrojado al infierno. Es por eso que Jesús tuvo que venir a nosotros. Así que cuando verdaderamente creemos en el Mesías quién perfectamente ha borrado todos nuestros pecados, entonces podemos ser salvos de todos nuestros pecados. Debemos creer en Jesús como nuestro Salvador, y debemos creer exactamente de acuerdo a lo que Él ha hecho por nosotros.
 Jesús es ciertamente Dios Mismo el Creador real. Pero Él puso a un lado Su divina gloria y ciertamente encarno en hombre durante un tiempo, todo para liberar a ti y a mi, a quienes Él amó, del temible castigo del pecado y del infierno, destrucción y maldiciones. Y ciertamente Él fue bautizado, crucificado, resucitado y entonces ascendió al Cielo. Esta es la verdad. No podemos considerar esta verdad a la ligera, como si fuera un chiste. Creer esta verdad no es una opción para ti. Con toda seguridad debemos creer esta verdad en nuestro corazón y debemos conocerla con toda seguridad también.
¿Tenían pecado los corderos y los chivos usados como la ofrenda del sacrificio? Los animales no tienen ni la más remota idea de lo que el pecado es. Pero debido a que estos animales aceptaron los pecados del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento a través de la imposición de manos, ellos ciertamente tenían que ser matados vicariamente en lugar de ellos. ¿Por qué? Porque la paga del pecado es muerte, y esto es lo que Dios ha determinado. Así que la ofrenda del sacrificio del Día de la Expiación que aceptó todos los pecados del pueblo de Israel también tenia que morir ciertamente. Así que fue por la misma razón que Jesucristo tuvo que morir, ya que Él llevaba todos los pecados del mundo a través de Su bautismo.
¿Realmente para quienes fueron realizadas estas obras? Fueron ciertamente para ti y para mí. Entonces, ¿es algo que podamos creer o no? La gente no cree debido a que está en total ignorancia de la seriedad de su enfermedad del pecado. Pero si ellos conociesen el hecho de que serán arrojados al infierno al infierno por el más pequeñito pecado, entonces no serian capaces de considerar la salvación de Jesucristo el Mesías como algo opcional, algo que pueden o no creer sin ninguna consecuencia.
Si la gente tiene pecado, aun uno pequeñito como un grano, entonces serán arrojados en el infierno. Serán destruidos. Todo lo que hagan en esta tierra eventualmente terminara con una eterna maldición. Aquellos que piensan que está bien tener pecado están profundamente alucinados. La consecuencia del pecado es sin duda muerte. Desde luego, existe mucha gente que aparentemente vive sus exitosas vidas aunque tienen pecado en su corazón. Los jóvenes son capaces de adorar a las celebridades, soñando con conocerlas algún día. Pero, ¿duraran para siempre sus aparentes vidas espléndidas? Muchos de ellos se vuelven miserables cuando sus quince minutos de fama se desvanecen.
Existe alguna gente para la que todo lo que hace le sale mal. Antes que conocieras al Señor, tú, también, estabas en esta situación, cuando nada realmente salía de la manera en que lo querías. Como si estuvieras viviendo una vida en maldición, lo que pensabas era algo seguro no resultaba como deseabas, y lo que pensabas que iba bien finalmente se caía. Puede que hayas soñado en grande, pero realmente nada se materializaba, y el sueño sé hacia más y más pequeño, hasta que finalmente desaparecía. Cuando te diste cuenta que aun el más pequeño de todos tus sueños no podía concretarse, entonces al final tus sueños sé hacían pedazos.
¿Por qué era esta situación? Era debido a los pecados que estaban en sus corazones. La gente que tiene pecado en su corazón nunca puede ser feliz. Dios nunca los bendice, no importa cuanto lo intenten. Si existe gente que aparentemente es exitosa a pesar de ser pecadora, debes darte cuenta que Dios los ha abandonado. Deberías saber que aunque sus vidas actuales parezcan exitosas, Dios se ha dado por vencido y están destinados al infierno. Si este mundo hubiese sido llenado con los que están sin pecado, no habría habido necesidad de la existencia del infierno. Pero ciertamente Dios ha creado el infierno, y Él lo ha creado para aquellos que tienen pecado en su corazón.
Dios ordenó hacer la primera cubierta del Tabernáculo con los hilos azules, púrpura y carmesí para ciertamente dar la remisión del pecado a nuestro corazón. Y también revela que cuando llegara el tiempo del Nuevo Testamento, Jesucristo tomaría los pecados del mundo al ser bautizado por Juan, y que Él entonces sería crucificado a muerte para llevar la condenación de estos pecados. Nuestro Señor ciertamente se convirtió en el Salvador de los pecadores.
Es por eso que Él dio la remisión del pecado a los pecadores a través de Sus obras de los hilos azules, púrpura y carmesí. ¿Te das cuenta de esto ahora? Jesucristo ciertamente fue bautizado en el Río Jordán para tomar nuestros pecados y Él fue crucificado y derramó Su sangre para dar la paga por estos pecados. Él fue bautizado para llevar nuestros pecados. ¿Crees que Jesús murió sobre la Cruz debido a que primeramente Él tomó nuestros pecados a través del bautismo que Él recibió de Juan?
 
 
En Nuestra Carne, Tú y Yo Fuimos Como Pieles de Tejon
 
La cuarta cubierta fue hecha de pieles de tejon. Tejon es el nombre traducido de un mamario llamado “Tachash” en hebreo en el Antiguo Testamento. Ha sido traducido a diferentes mamarios –por ejemplo, “vaca marina” (NIV), “foca” (ASV), “piel de cabra fina” (NLT) y “marsopa” (NASB). No podemos identificar exactamente que mamario es este. Los filólogos bíblicos coinciden que el origen de esta palabra “Tachash” es un derivado de origen extranjero. De cualquier forma, el mamario “Tachash” fue el animal cuyas pieles fueron usadas para hacer la cuarta cubierta del Tabernáculo. Y probablemente es seguro asumir que esta cubierta no era hermosa y no ofrecía cualidades atractivas.
Esta cuarta cubierta de pieles de tejon implica que Jesucristo vino a esta tierra en semejanza de hombre. Más aún, Él no tenía nada atractivo en Su apariencia. La Biblia describe Su apariencia diciendo: «Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos» (Isaías 53:2).
El Hijo de Dios vino a esta tierra en semejanza de hombre de humilde nacimiento esto fue para salvarnos a quienes no podíamos sino solo vivir vidas vergonzosas hasta el día de nuestra muerte. Cuando Dios nos ve, a los descendientes de Adán, Él ve también que nada tenemos de atractivo como la piel de esta cubierta. Aún más, a nosotros solo nos gusta cometer pecado. Igual que los sucios tejones, los seres humanos solo están interesados en alimentar sus propios estómagos, desde su nacimiento hasta el final. Esta es la razón actual por la que Jesús vino en semejanza de hombre, y por la que fue afligido con sufrimiento.
Solo aquellos que realmente conocen la seriedad de su naturaleza pecaminosa pueden creer en el Mesías y ser salvos de sus pecados y de su condenación. Como tal, aquellos que ignoran sus propios pecados, y aquellos que no conocen ni creen en la condenación de sus pecados, no califican para recibir la remisión del pecado. Dios nos dice que tal gente no es mejor que las bestias (Salmos 49:20).
Aunque hemos sido creados en la semejanza de la imagen de Dios, no todos aceptan el amor de Dios. Aquellos que no creen en el plan de salvación de Dios no pueden recibir la remisión del pecado en su corazón, y por lo tanto están para ser destruidos como las bestias que perecen. Se debe a que Dios tuvo un plan para los seres humanos por lo que Él los hizo en semejanza de Su imagen.
 Observa mas de cerca lo que los demás hacen o piensan. No me estoy refiriendo a ti en particular, sino que me refiero a toda la humanidad. La mayoría de la gente ni siquiera conoce a su propio Creador quién los hizo. Además, muchos de ellos afirman que ellos no cometen pecado, y que son mejores que todos los demás. ¿Cuan obtusos y necios son los seres humanos? Aquellos que no conocen a Dios están llenos de arrogancia. Cuándo nos comparamos los unos con los otros, ¿qué diferencias reales pueden realmente encontrar? ¿Qué tan mejores o peores realmente somos? Y sin embargo la gente aun lástima a otros solo por perseguir sus propios intereses egoístas -¿Cuan equivocado es esto?
No podemos ni siquiera imaginarnos cuantos pecados cometemos todos en contra de Dios en el tiempo de una vida. No estoy diciendo esto solo para despreciar el carácter humano, sino que solo señalo el hecho que aunque Dios ha creado a los seres humanos para ser preciosos, la mayoría de ellos aun no se dan cuenta que ciertamente serán destruidos por sus pecados. La gente no sabe como ocuparse de sus almas; no pueden preparar un futuro para sí mismos; no reconocen la Palabra de Dios; y no quieren creer en Él aunque no tienen otra opción para evitar su destrucción eterna. Ni más ni menos que esta gente es la que no es mejor que las bestias.
 

Pero Dios Nos Abandono a Nuestra Destrucción
 
Para salvarnos de nuestros pecados, ciertamente, Jesús vino a esta tierra, y para borrar todos nuestros pecados, Él fue bautizado, derramó Su sangre sobre la Cruz y sé levantó de entre los muertos. El Señor de esta manera se convirtió en nuestro verdadero Salvador. Debemos creer en esta verdad. ¿Lo crees? De casualidad, estas diciendo, de entre tu ignorancia y falta de conocimiento bíblico, “¿Cuál es el problema? Si creemos en Jesús de alguna manera, entonces ¿todos iremos al Cielo?” Y existen aquellos que también dicen, “si creemos solamente en la sangre de la Cruz, entonces el Cielo es nuestro.” Pero, ¿es esta fe realmente correcta?
Dios es, de hecho, el Dios de la verdad. Él es quién nos habló acerca de Su plan, quién completó la obra de la salvación exactamente de acuerdo a Su Palabra, quién nos ha dado la remisión del pecado y quién se encuentra con nosotros a través de esta verdad. Dios está vivo. Dios aún ahora está aquí, con todos y cada uno de nosotros. La gente que tiene pecado en su corazón no debería de tratar de engañar a Dios. Si la gente tiene pecado en su corazón y sus conciencias se los están comiendo, entonces deben de resolver este problema creyendo en el bautismo que Él recibió y en la sangre que Él derramó. Los pecaminosos deben creer en la verdad de que debido a que estaban destinados al infierno, el Señor los ha salvado de todos sus pecados a través de Su bautismo y de Su sangre sobre la Cruz.
No existe absolutamente nadie que sea incapaz de resolver el problema de sus pecados creyendo en el agua y en la sangre. Pero aunque nuestro Señor nos ha salvado a través del agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5:6-8), si de nuestra parte no reconocemos y creemos en este hecho y por consiguiente somos destruidos, entonces somos totalmente responsables del resultado. Todos nosotros debemos confesar ante Dios, “Estoy destinado al infierno ya que soy pecador. Pero yo creo en el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu.” Debemos tener tal fe. Debemos creer en nuestro corazón que el Señor nos ha salvado de todos los pecados a través del agua, la sangre y el espíritu. Con nuestro corazón y nuestra fe sincera, debemos unirnos nosotros mismos a la verdad manifestada en el evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces podemos ser salvos de todos nuestros pecados.
Como tal, deben entender todas estas cosas y deben creer en su verdad. Sin siquiera conocer la verdad que está manifestada en el Tabernáculo y el evangelio del agua y el Espíritu, alguna gente cree, “Debido a que creo, yo iré al Cielo aunque tenga pecado.” Pero Dios dijo que todo el que tuviera pecado será lanzado al infierno; Él no dijo que no serian arrojados en el infierno aunque tengan pecado solo porque creen en Jesús. Esto te dirige a convertirte en el más necio de todos. Al decir que irán al Cielo solo porque creen en Jesús, cuando, de hecho, creen de cualquier forma que quieren, es la reflexión de una fe necia, ignorante y completamente ciega.
Algunos otros dicen, “Yo no he visto una sola persona que haya sido lanzada al infierno, ni tampoco he visto a alguien que haya entrado al Cielo. No lo descubriremos sino hasta el Día del Juicio.” Pero ciertamente existe el Cielo y el infierno. ¿Acaso solo existen las cosas que podemos ver con nuestros ojos? ¿Puedes ver el aire con tus ojos? Ciertamente también existe el reino de lo que no se ve. Todos los pecadores que no creen en Dios debido a que no pueden verle a Él son como las bestias que perecen.
Como tal, la gente debe darse cuenta que si tiene pecado en su corazón, será destruida, y ellos por lo tanto deben creer en el evangelio del agua y el Espíritu, y escapar del juicio de Dios. Los sabios son aquellos que, aunque no hayan cometidos muchos males hacia la gente alrededor de ellos, a pesar de eso reconocen que han cometido muchos males en contra de Dios, y por lo tanto admiten que seguramente sean juzgados cuando muy pronto estén delante de Él.
No deberíamos morir a causa de nuestra ignorancia y desdeño por Dios y Su justo Juicio. Ciertamente Él condenara a todos y a cada pecador con el eterno fuego del infierno. Si la gente es destruida por no creer en la verdad manifestada en el Tabernáculo, aunque lo han oído, entonces ellos deben ser hijos de Satanás. Lo que el Mesías desea de nosotros es que todos nosotros tenemos la fe que nos capacita para recibir la remisión del pecado y entrar en el Reino del Cielo.
 

Dios No Nos Creó Como Juguetes
 
Cuando Dios nos hizo seres humanos, Su propósito fue capacitarnos para vivir sin ser atormentados por el pecado, sino para siempre disfrutar la vida eterna, el esplendor y la gloria con Dios como Sus propios hijos. Para no enviarnos al infierno, el Mesías fue bautizado, tomó los pecados del mundo, derramó Su sangre sobre la Cruz, y de esta manera borró todos nuestros pecados. Cuando Dios nos ha amado tanto, si no reconocemos este amor sino que a medias creen en la salvación que Él nos ha dado, entonces seguramente que no escaparemos de la ira de Dios.
Dios nos ha liberado de nuestros pecados sacrificando a Su propio Hijo. Es debido a que el Mesías fue bautizado para llevar todos nuestros pecados sobre Su propio cuerpo y se dio a Sí Mismo como el sacrificio de nuestra ofrenda por el pecado y ciertamente Él nos ha salvado de todos los pecados del mundo. Es debido a que estábamos destinados al infierno por nuestros pecados por lo que el Señor tuvo misericordia de nosotros, y es debido a esto que Él fue bautizado, sangró a muerte, sé levantó de entre los muertos, y por consiguiente nos ha salvado y convertido en los hijos de Dios. Dios nos hizo como juguetes.
Hace un tiempo, cuando una hermana de mi iglesia estaba en la universidad, tuve la oportunidad de asistir a su exhibición de su graduación. Ahí, en esta galería de arte, me encontré con varias pinturas. Una de las obras pintadas por la clase que se graduaba eran un lienzo retratando a Adán y a Eva comiendo del árbol del conocimiento del bien y del mal, titulado, “¿Acaso Dios hizo a los seres humanos como unos juguetes?” Alguien dibujo una respuesta a esta pregunta abajo del lienzo, diciendo. “Dios estaba aburrido, así que nos hizo como Sus juguetes.”
 Nada puede ser más equivocado que esta respuesta. ¿Por qué, entonces, Dios hizo el árbol del conocimiento del bien y del mal, y después decirle a Adán y a Eva que no comieran de él? Después de todo, Él ya sabía que iban a comer de sus frutos, y sin embargo Él hizo el árbol y les dijo que no comieran de el. Cuando ellos comieron, entonces Él los saco del Jardín del Edén por caer en el pecado. Entonces, Él les dijo que los pecadores serían enviados directo al infierno. ¿Por qué Dios hizo esto? ¿Realmente Dios nos creó porque estaba aburrido y no tenía un juguete? ¿Acaso Él hizo a la humanidad debido a que estaba demasiado aburrido y ya no podía soportarlo? ¡Claro que no!
Hermanos y hermanas, lo que Dios realmente deseaba hacer era convertirnos en Su propio pueblo, hacernos inmortales, y vivir con nosotros felizmente para siempre. La providencia de Dios en permitir todas estas cosas a la humanidad fue para hacernos seres inmortales que disfruten esplendor y gloria eterna y quienes viven eternamente glorificados. Así, cuando tú y yo, engañados por Satanás, estábamos caídos en el pecado y estábamos destinados al infierno, Dios envió a Su Hijo Unigénito a esta tierra para salvarnos. Y haciendo que el Hijo se bautizara y tomara los pecados del mundo, derramara Su sangre y se levantara de entre los muertos, Dios nos ha salvado de Satanás.
Sin embargo, innumerable gente tiene esta grotesca y mala interpretación de que Dios de alguna manera nos hizo Sus juguetes para aliviar Su aburrimiento. Entre ambos, existen aquellos que dejan de creer en Jesús y aquellos que nunca creyeron en Él desde el principio, existen aquellos que en su amargura contra Dios, dicen, “¿Por qué Dios me creó para hacerme sufrir? ¿Por qué insiste en que tengo que creer? ¿Por qué dice que me dará la salvación si creo, pero no si no creo no?” Ellos dicen tales cosas debido a que no conocen la profunda providencia de la salvación que Dios ha dado a la humanidad.
 Esta profunda providencia del Mesías fue para aceptarnos como el pueblo de Dios y por consiguiente convertirnos en Sus propios hijos, permitiéndonos disfrutar toda la Gloria y el esplendor del Cielo como Su propia familia. Este es el propósito de Dios al crear a la humanidad. Personalmente, tampoco podía entender esta verdad hasta que nací de nuevo por el agua y el Espíritu. Pero después que recibí la remisión del pecado y nací de nuevo, llegue a saber, “¡Ah! ¡Así es que por esto me hizo el Señor!”
¿Que es lo que el Mesías ciertamente hizo para tomar nuestros pecados cuando Él vino a esta tierra hace más de 2,000 años? ¿Qué es lo que Él hizo para llevar nuestros pecados? ¡Él recibió el bautismo y derramó Su sangre! Y todos estos fueron actos de justicia y sacrificios de justicia para borrar nuestros pecados.
 Aquí está la razón por la que ciertamente debemos creer en Dios, y por la que debemos creer en Jesucristo como nuestro Dios el Salvador. Se debe a que tú y yo habíamos estado destinados al infierno por lo que Dios Mismo tuvo que venir personalmente a esta tierra para salvarnos. En otras palabras, Jesús tuvo que ser bautizado por Juan, tuvo que morir sobre la Cruz, y tuvo que levantarse de entre los muertos. La razón por la que en realidad creemos en la remisión del pecado revelada en los hilos azules, púrpura y carmesí es para que podamos ser remitidos de todos nuestros pecados. Es para cumplir la providencia de Dios hacia nosotros por la que debemos tener fe. Y cuando ciertamente creemos en la salvación del Señor, no lo hacemos para el beneficio de alguien más, sino para nuestro propio beneficio.
 

Ahora Estamos a Tiempo de Creer en la Verdad de la Salvación de Dios
 
Si alguien desea alcanzar la siguiente realización, entonces esta persona debe hacer a un lado su equivoca fe ahora mismo y creer en el evangelio del agua y el Espíritu en el corazón: “Yo no sabia que estaba destinado al infierno. Yo solo creí porque se me dijo que Jesús borró mis pecados. ¡Pero mi fe estaba basada en un entendimiento defectuoso! Ahora debo aprender lo que es correcto y basar mi fe en un conocimiento sólido. Hasta ahora, había creído equívocamente, sin embargo no es demasiado tarde. Todo lo que tengo que hacer es aceptar, a partir de ahora, que yo estaba destinado al infierno por mis pecados, creer en mi corazón que el Mesías me ha salvado a través de Su bautismo y derramamiento de sangre, y entonces recibir la remisión de mis pecados. ¡Así que estaba destinado al infierno!”
De hecho, solo un puñado de Cristianos tenían el apropiado y correcto entendimiento del evangelio del agua y el Espíritu cuando primeramente comenzaron a creer. Para mí, también, ciertamente tomó 10 años desde que me convertí en Cristiano para darme cuenta totalmente que Jesús tomó los pecados del mundo con Su bautismo y fue crucificado a muerte sobre la Cruz, y solo entonces fui realmente salvo creyendo nuevamente en Jesús como mi propio Salvador. Así que después de 10 años después de haber llegado a ser Cristiano, yo me deshice de mí equivoca fe, y llegue al entendimiento apropiado del evangelio del agua y el Espíritu, y creí correctamente. Pero para otros, tal vez, puede que les tome más de 20 años conocer la verdad y creer nuevamente.
Cuando tal gente llega a darse cuenta, aún después de 20 años, que Dios planeó salvarlos a través del agua y el Espíritu, entonces deben creer que Jesús fue bautizado y crucificado por sus pecados. Nada puede ser más perverso ante Dios que conocer la verdad y sin embargo rehusarse a creer. Pero si creyeran en el evangelio del agua y el Espíritu ahora, aún después de vivir 10, 20 años como Cristianos, ¿es esto algo malo? ¡Claro que no! Absolutamente no existe nada vergonzoso acerca de esto. Cuando la gente verdaderamente conoce y cree en la remisión de los pecados manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí, entonces realmente serán salvos. Fe en el evangelio del agua y el Espíritu es lo que agrada a Dios. Yo espero que todos ustedes crean en esta salvación que ciertamente ha sido lograda, cuyo cumplimiento vino a través de los hilos azul y carmesí.
Las cubiertas del Tabernáculo fueron hechas en detalle elaborado. Solo viendo el hecho que las pieles de carnero teñidas de rojo fueron colocadas sobre la cubierta hecha de pelo de cabra, y que las pieles de tejon fueron puestas encima de estas, podemos ver la clara manifestación de la verdad de que estábamos destinados al infierno, pero nuestro Señor vino a esta tierra, verdaderamente tomó nuestros pecados al ser bautizado, y llegó a ser la ofrenda del sacrificio por estos pecados nuestros derramando Su sangre y muriendo sobre la Cruz. Todos podemos creer en el evangelio del agua y el Espíritu. Que el Señor verdaderamente nos ha salvado a través de la obra de Jesús manifestada en los hilos azules, púrpura y carmesí. Las cubiertas del Tabernáculo no tienen otra cosa que el misterio de la salvación.
Lo que es importante no es solo aprender acerca de la Biblia. Lo que agrada a Dios no es solamente aprender, sino creer –esto es, si la Biblia nos dice que Dios determino salvarnos a través de las obras de Jesús reveladas en los hilos azules, púrpura y carmesí, entonces tú y yo debemos verdaderamente aceptar esto en nuestro corazón y creerlo. Es así como podemos agradar a Dios. Si en nuestro corazón ciertamente escuchamos la Palabra de Dios, reconocemos nuestros pecados y creemos en el bautismo del Señor y en la sangre de la Cruz, entonces verdaderamente podemos recibir la remisión de nuestros pecados. Pero si no creemos en esta remisión dada por el Señor, y en vez de eso creemos en Él solo como un asunto teórico, entonces continuaremos siendo atormentados por una conciencia culpable.
Si no resolvemos el problema de nuestros pecados actuales creyendo en el agua y el Espíritu, entonces esta conciencia culpable continuara devorando nuestro corazón. Sin embargo, si creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces seremos libres de una conciencia culpable, porque cuando estamos sin pecado al recibir la perfecta remisión del pecado, ¿cómo podemos estar atormentados por el pecado de nuevo? Es así como verdaderamente debemos creer. Debemos creer en el evangelio del agua y el Espíritu y tener resuelto el problema de todos nuestros pecados. Aquellos que fallan en hacer esto no tienen otra opción que continuar con la atadura del pecado.
La vida es muy corta y llena de sufrimiento. Dios permite el sufrimiento a cada ser humano. ¿Cuál es la razón por la cual Dios permite que suframos? Se debe a que a través de nuestro sufrimiento por el pecado, Èl quiere que nos demos cuenta de lo valioso del evangelio del agua y el Espíritu, que creamos en este evangelio y que por consiguiente seamos verdaderamente absueltos de nuestros pecados. Él trajo el sufrimiento del pecado a ti para que llegues a creer en tu corazón que el Mesías ha lavado tus pecados a través de Su bautismo y en la sangre de la Cruz. El no creer en el evangelio del agua y el Espíritu como la verdad es la cosa más necia que se puede hacer. Los pecados de la humanidad pueden ser limpiados solo por la fe que verdaderamente cree en el evangelio del agua y el Espíritu.
Dios nos está diciendo que resolvamos el problema de nuestros pecados creyendo en el verdadero evangelio. Por lo tanto, debemos ciertamente creer en Jesús, el verdadero Salvador. Tú, también, ciertamente debes creer en tu corazón en Jesucristo como tu Salvador personal. Debes admitir tus pecados ante Dios, creer en el evangelio del agua y el Espíritu y por consiguiente ser salvo. Cuando crees en tu corazón en el bautismo de Jesús el Salvador y en Su sangre de la Cruz, entonces ciertamente serás remitido de todos tus pecados. Solo cuando creemos en el bautismo de Jesús y en la sangre de la Cruz como la verdad podremos ser salvos de todos nuestros pecados.
 

El Orden de las Cubiertas Coincide Exactamente con el Orden de Nuestra Salvación
 
Cuando se trata del orden de nuestra salvación, la prioridad es primeramente reconocer con toda honestidad que desde el mismo instante en que nacimos en este mundo, todos hemos sido pecadores como tejones, la bestia que perece. Y debemos creer que con toda seguridad íbamos a ser puestos para morir y ser lanzados en el infierno por nuestros pecados. Más aún, también debemos creer que para ser liberados de nuestros pecados, ciertamente necesitamos una ofrenda del sacrificio, y como tal, el Mesías tuvo ciertamente que venir y llevar nuestros pecados al ser bautizado. Debemos creer que nuestro Salvador no debía ser un ser humano, sino Dios Mismo. Y debemos creer que Jesús el Salvador ciertamente nos ha salvado de todos nuestros pecados a través de Su bautismo y la Cruz.
Si no fuese este el caso, entonces Dios hubiese hecho solo dos cubiertas sobre el Tabernáculo. Si la salvación pudiera ser alcanzada haciendo a un lado el bautismo de Jesús, entonces no hubiera habido necesidad de hacer cuatro cubiertas separadas del Tabernáculo, y Dios la hubiera cubierto únicamente con pieles de tejon y pieles de carnero. Pero, ¿acaso fueron usadas solamente estas dos cubiertas? ¡No! El Tabernáculo tenía que ser cubierto por cuatro cubiertas diferentes; las cortinas tejidas de los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido; otra cortina hecha de pelo de cabra; y una cubierta más de pieles de carnero; y la ultima hecha de pieles de tejon.
Debemos creer en la verdad como es –esto es, Jesús aceptó todos nuestros pecados al ser bautizado, murió sobre la Cruz, y por consiguiente salvó nuestras almas sucias y dignas de lástima destinadas al infierno por nuestros pecados, haciéndonos el propio pueblo de Dios. Este es el misterio escondido en las cuatro cubiertas del Tabernáculo, y el orden en el cual fueron colocadas en el Tabernáculo no es ni más ni menos que el orden de nuestra salvación.
Para unir la primer y la segunda cubierta del Tabernáculo, corchetes de oro y bronce fueron necesitados. Y en la orilla de los dos juegos de cortinas que juntas formaban cada cubierta, se hicieron aros de hilo azul. Pero para aquellos que solo creen en la sangre de la Cruz, es imposible conocer lo que significan los corchetes de oro y bronce unidos a los aros azules. Solo aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu pueden entender y creer en la verdad escondida en las cuatro cubiertas.
Los aros de hilo azul se refieren al bautismo que Jesús recibió en el Rió Jordán. ¿Por qué, entonces, la gente no cree en el bautismo a través del cual Jesús aceptó los pecados del mundo, sino que solo cree en la sangre de la Cruz? Se debe a que no creen en la Palabra de Dios como es. Cuando profesamos creer en Jesús, no podemos creer en Él correctamente quitándole o poniéndole a la Palabra de Dios. Debemos creer en la Palabra de Dios exactamente como es con un “sí.”
Entre la mucha gente que afirma creer en Jesús, la mayoría de ellos cree solo en la sangre que Él derramó sobre la Cruz, haciendo a un lado el bautismo que Él recibió. Es por eso que muchos Cristianos no pueden entender el misterio de la verdad manifestado en las cubiertas del Tabernáculo. Y es por eso que los Cristianos de la actualidad no creen en la remisión real del pecado mismo que el Mesías ha completado perfectamente. Creen en Jesús, todo en vano, al igual que alguno de los fundadores de las religiones del mundo. Como tal, muchos Cristianos están de hecho caminando sobre el camino equivocado. Pecan cada día, y sin embargo afirman que pueden ir al Cielo solo por arrepentirse cada día. Esto explica porque la gente secular del mundo denuncia a los Cristianos frecuentemente.
Cuándo les preguntamos a los Cristianos, “¿Cómo y conque clase de fe puede resolver el problema de tus pecados?” entonces la mayoría dice, “Podemos resolverlo ofreciendo oraciones de arrepentimiento mientras creemos en el derramamiento de la sangre de Jesús sobre la Cruz.” Cuándo les preguntamos, “entonces, ¿realmente has resuelto el problema del pecado en tu corazón?” ellos responden, “en realidad, yo aun tengo pecado en mi corazón.” La gente que tiene pecado en su corazón no es aun el pueblo de Dios. Tal gente esta afuera de Jesucristo. Deben venir a Jesucristo creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu pronto.
 Debemos conocer en detalle el método exacto con el que nuestro Señor ha borrado todos nuestros pecados, como realmente es. Es por cargar los pecados del mundo a la Cruz a través del bautismo que ciertamente Él recibió de Juan y derramando Su sangre por lo que el Señor ciertamente ha borrado todos nuestros pecados. Si deseamos entrar en la presencia de Dios, entonces debemos entrar creyendo en nuestra salvación tejida con los hilos azules, púrpura y carmesí. No importa con cuanta devoción alguien haya creído en Dios, es posible que él / ella haya malinterpretado y creído equívocamente todo este tiempo. Para que nosotros entremos en el Reino del Cielo, debemos aceptar la salvación hecha de los hilos azules, púrpura y carmesí a través del cual el Mesías ciertamente ha borrado nuestros pecados, como la verdad, y creerla.
Si nuestra fe ante Dios esta equivocada, entonces debemos corregirla y creer nuevamente de la manera correcta, no importa la frecuencia. Debemos creer en la salvación, el Señor ciertamente tomó nuestros pecados los lavó a través de Su bautismo, como la verdad. Debemos ciertamente creer que el Señor tomó todos nuestros pecados de una vez por todas con Su bautismo, y que Él llevó la condenación de nuestros pecados a través de la sangre de la Cruz.
Con la fe real en los ministerios de Jesús manifestados en los hilos azules, púrpura y carmesí del Tabernáculo, podemos encontrarnos con el Mesías. A través del Tabernáculo, ahora hemos sido capaces de tomar el evangelio del agua y el Espíritu con mayor definición, y darnos cuenta que su fe esta fundada sobre la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino torcido. La fe de una importancia critica que ahora debemos tener es aquélla que ciertamente cree en el corazón en la salvación hecha de los hilos azules, púrpura y carmesí.
Ahora estamos escuchando y aprendiendo acerca de la verdad que ésta en el Tabernáculo hecha de los hilos azules, púrpura, carmesí y el fino torcido. El Mesías está esperando por nosotros ahora, habiendo ciertamente remitido todos nuestros pecados a través de Sus obras manifestadas en los hilos azules, púrpura y carmesí.
Dios té está exhortando a creer en esta verdad con todo tu corazón. ¿Continuas teniendo pecado en tu corazón? Entonces, debes reconocer claramente ante Dios cuan oscuros y sucios son los pecados de tu corazón, confesar tus pecados, creer en la verdad revelada en los hilos azules, púrpura y carmesí, y por consiguiente recibir la remisión de todos tus pecados. Cuando verdaderamente creas que Jesús ya ha remitido todos tus pecados, entonces podrás pasara todos tus pecados que se encuentren en tu corazón sobre Él y recibir Su perfecta remisión del pecado.
Todos debemos creer, en nuestro corazón, en la remisión del pecado hecha de los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino tejido que Dios ciertamente planeó para nosotros. Dios nos ha dado el evangelio hecho de estos maravillosos ministerios de Jesús, con los hilos azules, púrpura y carmesí, y de esta manera nos ha permitido recibir la remisión del pecado y disfrutar de todo el poder y de toda la autoridad como Sus propios hijos. El Señor nos ha concedido ser salvos de todos nuestros pecados y condenación, recibir vida eterna, al creer, en las obras de la salvación dadas a nosotros y manifestadas en los hilos azules, púrpura y carmesí.
Yo doy gracias al Señor por hacer posible que nosotros seamos salvos creyendo en la verdad manifestada en los hilos azules, púrpura, carmesí y el lino fino tejido. Creyendo en esta verdad, podemos ser remitidos de todos nuestros pecados y entrar al reino del Cielo por fe. ¡Aleluya!