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Kazania

Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 14-2] Toda la fe en Dios es real (Juan 14, 1-10)

Toda la fe en Dios es real(Juan 14, 1-10)
«No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.».
 
 
¿Cómo están hoy? Hemos leído juntos el Evangelio según Juan de la Palabra de Dios. A través de esta Palabra, quiero compartir con ustedes el hecho de que la fe es la realidad que existe y no una simple idea. 
Queridos hermanos, el Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad llena de gracia en la que creemos. Esta fe no es algo que los humanos puedan crear con su imaginación carnal o lógica humana. La vida de fe consiste en seguir la Palabra de Dios y no creer en una idea que han creado los humanos con sueños e imaginaciones. 
 
 

Jesús se refirió a Sí mismo como la Verdad

 
Jesús nos dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). Como Jesús se ha convertido personalmente en el camino, la verdad y la vida por nosotros, no puede haber ninguna mentira o esperanza imposible que los humanos creen en la vida espiritual de los que creemos en esto. Por tanto, quiero que sepan que su vida de fe debe estar llena de verdadera fe, y no de la fe imaginaria. 
Jesús dijo: «Soy la verdad», y esto significa que las Palabras de Jesús son la verdad pura, sin mezclar con ninguna mentira. De la misma manera que es cierto que estamos vivos en este momento, también es cierto que Dios nos ha creado. Y también es cierto que cometemos pecados cuando vivimos en este mundo y que Jesús cargó con esos pecados a través del bautismo que recibió en el río Jordán. Por eso es verdad que Jesús cargó con todos los pecados del mundo y murió en la Cruz para pagar la condena del pecado en nuestro lugar, y resucitó al tercer día para ascender y sentarse a la derecha del Padre. Y el que Jesús se haya convertido en el verdadero Salvador para los que creen en esto por fe, y no como imaginación, mentira o sueño, y que creen que Jesús los lleva a la vida eterna, también es verdad. Creer en estos hechos a través de Jesús es tan claro como que estamos aquí hoy ofreciendo un servicio de culto a Dios y compartiendo la Palabra.
No puede haber ningún fragmento de nuestra imaginación en las vidas de los que hemos nacido de nuevo por el agua y el Espíritu. De la misma manera en que nuestra carne necesita el aire para vivir, debemos saber que nuestros corazones se hacen más fuerte gracias a la fe. El corazón que cree en Dios no se distancia de la verdad, sino que la realidad hace que nuestra vida física y espiritual sea verdadera. 
En Juan 14, 1-3, nuestro Señor les dijo a los discípulos: «No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis». Esta era la Palabra que Jesús les dio a Sus discípulos acerca de lo que haría después de resucitar de entre los muertos. Jesús les estaba diciendo que predicasen la fe sin preocuparse de nada porque Él iba a prepararles un lugar en el Cielo. 
Uno de los discípulos de Jesús se llamaba Tomás, y cuando Jesús dijo: «En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino» (Juan 14, 2-4), Tomás le dijo: «Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?» (Juan 14, 5). Tomás tenía muchas dudas al principio y seguramente era una persona realista que solo creía en las cosas que podía ver y experimentar con los sentidos. 
Jesús les estaba diciendo a los discípulos que se iba a ir al Reino de los Cielos, no a cualquier parte de este mundo. El Señor se iba a ir al Cielo para preparar un lugar para Sus discípulos como lo prometió: «Resucitaré poco después de morir crucificado y después ascenderé a los Cielos e iré ante Dios Padre, y allí prepararé un lugar para vosotros y volveré para recibiros cuando llegue el momento». Sin embargo, Tomás preguntó: «Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?». Tomás estaba haciendo una pregunta ignorante, es decir una pregunta estúpida, porque su corazón tenía dudas acerca de la voluntad y la Palabra de Jesús. Entonces Jesús le dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). El Señor estaba diciendo que era el camino al Cielo. 
Jesús es el Señor que nos dio la remisión de los pecados. Es el Señor que tomó todos los pecados sobre Sí mismo en el río Jordán; el Señor que recibió la condena de ser crucificado en nuestro lugar; y el Señor que nos ha salvado y nos ha dado la vida eterna y la resurrección. Jesús, quien tomó todos nuestros pecados y pagó nuestra condena, ha ido al Cielo a preparar un lugar para que los creyentes vivan en el Reino de los Cielos, y descenderá a este mundo de nuevo. Así que el Señor les dijo a los discípulos que Él era el camino al Cielo. Después de decir estas cosas, Tomás preguntó: «Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?» (Juan 14, 5). Probablemente hizo esta pregunta tan estúpida porque no escuchó la Palabra de Jesús con los oídos de la fe. 
El Señor dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). A través de esta Palabra pudimos entender bien la autoridad de Jesús. ¿Quién en el universo puede decir estas cosas? ¿Quién en el mundo puede decir que es el Salvador, el camino al Cielo, y que la gente puede recibir la remisión de los pecados y las bendiciones si cree en Él? Solamente Jesús. 
 
 
La gente del mundo admira a ciertas personas
 
Hay muchas personas famosas que se han hecho conocer por el mundo entero, y no solo en nuestro país, Corea. El nombre de Jesús se ha hecho muy famoso entre la gente del mundo. Sin embargo, debemos recordar que Jesús es el verdadero Dios que vino a este mundo como Salvador de la humanidad, y no solo como ser humano. Aunque Jesús nació como Hijo de un humano, a través de una mujer, es el Hijo de Dios y el Creador de todas las cosas, y también el Salvador de los humanos y el Juez que juzga los pecados. Jesús representa el poder de Dios y da fe a todo el mundo a través de la Palabra, así como la vida eterna. Por tanto, Jesús es diferente a todos los estudiosos y religiosos del mundo que se han hecho famosos. Jesús es el Hijo de Dios que no puede mencionarse en la misma categoría que Sócrates, Confucio, o Buda. 
Sócrates, el famoso filósofo de la antigua Grecia, dijo: «Conócete a ti mismo». Esta es una de las frases célebres de Sócrates, pero lo más gracioso es que esta frase no la inventó él. Un día, mientras estaba sentado en el baño vio un garabato en la pared. Entonces el filósofo leyó lo que decía: «Conócete a ti mismo». Entonces se dio cuenta: «¡Exacto! Qué arrogante es que un hombre hable de otras personas si no se conoce a sí mismo. Y qué difícil es conocerse a sí mismo. Un ser humano debe conocerse primero».
Confucio es el fundador del confucionismo, la base del taoísmo. Llegó a la conclusión de que la mayor virtud es la “generosidad”, y que la “generosidad” es el amor por los seres humanos. Al contrario que el amor del cristianismo o la misericordia del budismo, la compasión por los padres y la familia, es decir el deber y la compasión filiales eran la ideología central del confucionismo. Confucio no se inventó una nueva teoría, sino que organizó los valores más comunes y sensatos del mundo y los estableció como la ideología del confucionismo. Se basó en la ética y la moral y dijo que los seres humanos debían establecer la propiedad adecuada en forma de rituales para practicar la generosidad. Por ejemplo, el confucionismo insiste que los hijos y las hijas deben honrar a sus padres; que hay que ser leal a la nación y que los amigos deben ser leales. 
Entonces nuevas ideas de generaciones más adelante fueron añadidas a la ideología de Confucio y se pasó de generación en generación como ritos de sacrificios para los ancestros muertos. Una persona debe honrar a sus padres, y la gente añadió que era necesario ofrecer sacrificios a los ancestros para ello. Además de hacer lo mejor por los padres y ancestros fallecidos y de adorarles, ofrecerles sacrificios también servía para enseñar a los descendientes la tarea filial de los hijos y la costumbre de adorar a los ancestros. Podemos ver que esta ideología tiene como fin la prosperidad de la familia, generación tras generación, y le da mucha importancia a la tradición y la propiedad. 
Sin embargo, no es cierto que todo prospera si se adora a los ancestros. Todo el mundo debe mostrar respeto a los padres y ancestros fallecidos, pero adorarles para conseguir prosperidad y creer que pueden ocurrir desgracias en la familia si no se ofrecen sacrificios a los ancestros son creencias supersticiosas que son contrarias a la Palabra de Dios. Estaríamos cometiendo un grave error si nos expusiésemos al juicio de Dios en el futuro al desechar la Palabra de vida y creer en humanos fallecidos y adorarlos. Es inútil enseñar el deber filial a los hijos a través de los ritos dedicados a los ancestros.
Lo correcto es que los padres enseñen a los hijos el deber filial y la ética a través de la disciplina en la vida diaria. ¿Qué beneficios reciben los padres de los hijos después de morir? El deber filial se debe enseñar mediante la práctica. 
Sin embargo, el confucionismo ha creado costumbres erróneas que dan importancia al deber filial hacia los ancestros fallecidos, al igual que a los padres vivos. El confucionismo enseña que la familia solo puede prosperar si practica el deber filial de esta manera. Aunque Confucio fue una eminencia en su tiempo, su ideología se ha convertido en costumbres erróneas. Muchas personas en países asiáticos como Corea han sido influenciadas por el confucionismo, y han aprendido costumbres erróneas. Aún así el nombre de Confucio es conocido por todo el mundo. 
¿Y qué hizo Buda, llamado Sakyamuni y considerado uno de los cuatro sabios del mundo? Buda se dio cuenta de que los seres humanos son destruidos por su avaricia y enseñó la liberación del alma mediante ejercicios ascéticos. Enseñó a deshacerse de la avaricia porque esa es la única manera de alcanzar el estado de deidad. Sakyamuni dijo que la carne humana tiene 108 tormentos, y que todos ellos son preocupaciones y miedos del mundo. Se llaman los 108 tormentos. Buda fue una persona que vivió una vida ascética para librarse de la angustia del mundo y pensaba que los humanos podían liberar sus almas y convertirse en deidades si se libraban de su angustia. Más adelante la gente observó su ideología y lo elevó al título de uno de los cuatro sabios del mundo. 
Algunas personas también consideran a Jesús como un gran sabio. Sin embargo, como he dicho antes, Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador, y no solo un hombre santo o un sabio. Jesús tomó todos los pecados de la humanidad para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista en el río Jordán, y después entregó Su cuerpo en la Cruz para pagar el precio de nuestros pecados. El Señor nos dio la vida eterna al derramar Su sangre y entregar Su vida. Podemos ir al Cielo gracias al Señor. Jesús es el Salvador que se ha convertido en la puerta de la salvación para la humanidad y que abrió la puerta para todos. Sin embargo, muchas personas no saben que Jesús es el verdadero Salvador y se centran en la obra que hizo. Solo le dan importancia a sus curaciones y otras obras benevolentes, como cuidar de los pobres y los marginados, y por eso le consideran un gran hombre. 
 
 

Solo Jesús es el camino, la verdad y la vida

 
Jesús dijo que es el camino al Cielo y que es el Creador, el Alfa y Omega. Él creó este mundo, el universo y todas las cosas. El Señor dijo: «Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor» (Apocalipsis 1, 8). El mundo comenzó con el Señor y terminará con Él. 
Dios Padre envió a Su único Hijo Jesús a este mundo en un cuerpo humano para redimirnos de los pecados del mundo. Él es Dios y tomó todos los pecados de la humanidad a los treinta años cuando fue bautizado en el río Jordán. Jesús cargó con todos esos pecados hasta la Cruz, murió en ella y resucitó para cumplir la salvación de la humanidad. Él es el Señor que tiene poder para que los creyentes reciban la remisión de los pecados y estén sin pecados para ser hijos de Dios. Así es como lleva a los creyentes al Cielo. Por Su poder, el Señor ha liberado a la humanidad de la esclavitud de Satanás, el Diablo. Así Jesús se ha convertido en la manera de entrar al Reino de Dios para nosotros. 
Jesús vino a este mundo como el Hijo del Hombre y cumplió la Palabra a pesar del sufrimiento y persecución, y nos dio la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu. Jesús se ha convertido en la manera de recibir la remisión de nuestros pecados, la felicidad, las bendiciones y la vida eterna, gracias a Su sacrificio y Su amor verdadero. ¿Dónde puede haber una bendición tan grande como esta? Jesús, quien nos da la remisión de los pecados y la vida eterna, es el Señor que nos dio las cosas más valiosas. Por tanto, debemos recordar siempre con gratitud que nuestra vida eterna viene de Jesús, el Salvador. Esta es la obra que Jesús ha hecho al venir al mundo. 
Jesús dijo: «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). Esto significa que Jesús es Dios. Henryk Sienkiewicz, el autor de la novela famosa Quo Vadis, también reconoció esto. Recogió varios materiales y los analizó para probar que Jesús no era una figura real. Sin embargo, al final se rindió ante Dios y las Escrituras diciendo: «Señor, creo en Ti. Cuánto más estudio y te conozco, más me doy cuenta de que eres una Persona histórica que existió en el mundo y que eres Dios. Es cierto». Una persona que no creía en Jesús, acabó creyendo en Él firmemente. 
Muchas personas en este mundo no han reconocido la existencia histórica de Jesús. Han negado que Jesús sea el Dios Jehová y han perseguido a los siervos de Dios que creían en Jesús. En la historia del mundo, la mayoría de los emperadores del Imperio Romano persiguieron a los cristianos cruelmente. El sistema político del Imperio Romano en aquel entonces estaba basado en la divinidad de los emperadores, que decían ser dioses. Sin embargo, como el número de cristianos que creían en Dios aumentaba cada vez más y se negaban a adorar a la estatua del emperador porque era adorar a un ídolo, los emperadores de aquel entonces utilizaron su autoridad y persiguieron a los cristianos brutalmente. Estas persecuciones fueron verdaderamente brutales. Persiguieron a los creyentes y siervos de Dios con todo tipo de métodos crueles. Por ejemplo, a menudo ejecutaban a los cristianos arrojándolos vivos a los leones. Sin embargo, los emperadores que negaron a Dios de esta manera y ejercieron su autoridad, acabaron sus vidas de manera desafortunada. Y el Imperio Romano acabó completamente destruido. Aunque un emperador tuviese el mayor poder del mundo, no era nada más que un humano, una criatura de Dios. Si una persona utiliza su poder para hacer el mal y persigue a la gente de manera brutal, no podrá escapar el juicio de esos pecados, como los emperadores. 
Jesús es el Señor que vino a este mundo y ascendió a los Cielos. Dios, quien creó el universo y todo lo que hay en él, vino a este mundo como un humano y vivió aquí temporalmente. Vino al mundo como un niño llamado Jesús a través del cuerpo de una virgen casta, y tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado cuando creció y cumplió los 30 años. Entonces dijo: «Está terminado», cuando cargó con los pecados y murió en la Cruz. Después Jesús fue resucitado al tercer día y dio testimonio durante 40 días de Su obra maravillosa de salvación a través de Su bautismo y muerte en la Cruz. Y ascendió al Cielo después de prometer que enviaría al Espíritu Santo, y lo envió a los nacidos de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Todas estas cosas ocurrieron de verdad y nosotros tenemos esta gracia maravillosa a nuestro lado ahora. Como el Espíritu Santo ha dicho en la Biblia, el amor y la gracia de Jesucristo se prueba exactamente en las Escrituras. Podemos encontrar a Jesucristo si creemos en la Palabra de Dios. Y podemos recibir la remisión de los pecados e ir al Cielo gracias a Jesucristo. Nosotros estamos viviendo ahora la vida de fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Gracias a nuestra vida de fe fiel recibimos la remisión de los pecados a través de Jesucristo, el poder para superar la tentación de Satanás, el Diablo, y estamos siempre llenos del Espíritu Santo en nuestros corazones. Y por la fe verdadera podemos ir al Reino de los Cielos, llamar a Dios Padre “Abba Padre” y gracias a esto tenemos paz en nuestros corazones y recibimos las bendiciones de Dios. Todas estas cosas son reales ante la presencia de Dios, y no nuestra imaginación. ¡Qué maravillosa es esta verdad!
Cierto cantante coreano canta una canción titulada “Eres mi imaginación”, pero el Jesús en el que creemos no está solamente en nuestra imaginación. El Jesús en el que creemos es el Señor que está vivo, el Salvador vivo, y el Dios vivo. Es el Señor vivo que nos ha dado la remisión de los pecados; es el Señor vivo que nos da las bendiciones en el presente, y no en el pasado; y es el Señor que nos da el Reino de los Cielos. Es el Señor que nos rescata del plan malvado del Diablo y el Señor que nos da las fuerzas para superar todas sus trampas de la tentación. Si están sufriendo a causa del Diablo, deben creer aún más firmemente en Jesús como su Salvador. Deben creer en el hecho de que Jesús tomó todos sus pecados sobre Sí mismo en el río Jordán y que cargó con los pecados del mundo hasta la Cruz y fue crucificado hasta morir, y también deben creer que Jesús les ha salvado de esta manera. Ustedes han sido librados del Diablo al creer en el hecho de que el Señor resucitó de entre los muertos y ahora se ha convertido en Su Salvador y el Dios vivo. 
Queridos hermanos, una persona debe creer en Jesucristo, que dijo: «Soy la Verdad», como su Salvador si quiere recibir bendiciones en su vida y no ser atrapado por Satanás, el Diablo, o convertirse en su siervo en este mundo. Debemos aceptar esta Palabra con fe. Solo podremos experimentar el milagro de todas las bendiciones que el Señor promete en las Escrituras si se aferran a esta Palabra y creen en ella. Jesucristo mismo dijo: : «Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí» (Juan 14, 6). Por tanto, una persona que cree en Jesucristo recibe la verdadera vida. 
 
 

Y Jesús es el Dios vivo

 
A veces pienso: «¿Estoy soñando o esto es real?». Pienso en esto cada vez que me pasa algo importante en este mundo. Cuando mi mente está confusa cuando estoy medio dormido, busco al Señor después de ducharme y estar despierto. Le pido al Señor que me ayude con todas las cosas que me preocupan. Busco al Señor orando de esta manera: «Te busco y te confío todas estas cosas, Señor, y creo en Ti. Creo que el Señor se encargará de todas estas cosas, me bendecirá y me protegerá».
Predicaremos el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. Antes de empezar esta obra nos sentíamos abrumados por la idea de esta gran misión. Sin embargo, ¿acaso no hemos establecido la Iglesia en los Estados Unidos, distribuido libros en Japón y conocido a mucha gente allá donde vamos en Europa o los demás continentes? Predicar el Evangelio por todo el mundo no es imposible si lo predicamos así. Pero si pensamos cualquier cosa con nuestra imaginación, en vez de hacer todo lo que podamos en nuestras vidas diarias, nos sentiremos abrumados y no podremos hacer nada. Entonces, no conseguiríamos nada y la misión nos parecería aún más imposible. Cuando me siento así, pienso: «Es verdad que el Señor está en mi corazón; el Espíritu Santo está en mi corazón; es cierto que no tengo pecados; es cierto que tengo vida ahora; es cierto que el Señor está conmigo; es cierto que los santos reciben bendiciones; es cierto que hay una Iglesia de Dios; por tanto, predicar el Evangelio del agua y el Espíritu es real y creer en este Evangelio también es real».
Queridos hermanos, la gente también recibirá la remisión de los pecados si creen con fe verdadera en la Palabra de Dios que estamos predicando. Todas estas cosas se hacen más claras y organizadas después de saber que son verdaderas. Siento que predicar el Evangelio por todo el mundo es diferente a llevar una corporación. Lo pienso porque todo es real. Si hacemos la obra de Dios solo con nuestra imaginación, tendremos muchos pensamientos como el siguiente: «Me pregunto si de verdad puedo hacer esta obra. ¿Qué tengo que hacer?».
Sin embargo, predicar el Evangelio es verdadero, y no parte de nuestra imaginación. Todas estas cosas son reales, de la misma manera en que es real el que nos vamos a ir a otro edificio y que hemos desayunado esta mañana. Estas cosas no están solo en nuestra imaginación. El que Dios nos ha salvado y el que estemos viviendo la vida de fe en Él es verdad. El que ustedes no tengan pecados en sus corazones y se hayan convertido en hijos de Dios es real. Dios les está guiando y ayudando en sus vidas ahora mismo. Dios les está guiando y ayudando en sus vidas. Esto es verdad. Las bendiciones y milagros que Dios nos da se hacen más claros y brillan aún más si creemos. 
He orado por el próximo campamento de discípulos de invierno: «Dios, controla el tiempo por nosotros y protégenos». Hemos barrido la carretera escarpada que llega hasta el centro de entrenamiento para que no resbale, pero todavía estaba preocupado por el hielo. Por tanto, hicimos todo lo posible y oramos. Al día siguiente me levanté y salí fuera. Me quedé cautivado por el paisaje lleno de nieve. Miré alrededor del centro de entrenamiento y pensé: «Es maravilloso cuando Dios obra así». Se podía observar la figura mística de los grandes pinos coreanos cubiertos de nieve espesa que en el suelo se sentaba sobre la hierba suavemente como una bola de algodón. Me sentí lleno porque podía sentir la mano de Dios en la naturaleza. Después de ver la belleza de la naturaleza aquel día, la nieve se derritió completamente la mañana del último día del campamento y pudimos salir con los coches sin problemas. 
La mano del Señor y el milagro del Señor que controla nuestras vidas se hacen más visibles cuando vemos a través de la fe. Entonces podemos experimentar de verdad que el Señor controla todas las cosas, como el tiempo, el medio ambiente, e incluso nuestros corazones, y que Dios vive y obra en nuestras vidas, nuestra fe, nuestra vida espiritual y en todo lo que hacemos. 
 
 
Nuestra vida espiritual es real 
 
La vida espiritual que estamos viviendo es real. El que estemos predicando el Evangelio en el extranjero es real y el que las almas estén recibiendo la remisión de los pecados a través del Evangelio es también real. El que el cuerpo de una persona se cure después de estar enfermo es real, y todas estas cosas están ocurriendo en nuestras vidas. Vivir en el amor de Dios no es una simple imaginación. Por tanto, no debemos dejarnos llevar por nuestros pensamientos como si estuviésemos soñando esta vida de fe. Debemos vivir esta vida espiritual solo en la vida real y nunca en nuestra imaginación. 
Queridos hermanos, a veces pecamos en nuestras vidas. A veces pecamos después de habernos arrepentido de esos pecados, porque la carne es débil. A veces cometemos pecados porque no podemos resistir la tentación del Diablo. Sin embargo, nuestro Señor vino a este mundo y venció al Diablo en la Cruz. Jesús tomó todos los pecados del mundo sobre Sí mismo al ser bautizado por Juan el Bautista y los llevó a la Cruz. 
Queridos hermanos, ¿creen en esto? Es cierto. Es cierto que hemos recibido la remisión de los pecados. Nuestros pecados han sido redimidos al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos ha dado el Reino de los Cielos y ha ascendido al Cielo antes que nosotros para prepararnos un lugar donde vivir en el futuro. Entonces el Señor volverá a este mundo y aparecerá ante la gente que busca al Señor sin pecados (Hebreos 9, 28). Entonces el Señor juzgará al mundo y llevará a la gente que ha recibido la remisión de los pecados al lugar que les ha preparado. 
Podemos ver las estrellas cuando miramos al cielo después de un día de trabajo. Yo pienso en silencio: «¿Qué estrella está preparando para nosotros el Señor?». Me atrevo a dibujar el tipo de lugar que Jesús nos ha preparado y lo bello que es. El Apóstol Pablo dijo que fue llevado al tercer cielo (2 Corintios 12, 3) y me pregunto si Dios nos ha preparado un lugar en los tres niveles de los cielos. Hago un dibujo del Cielo en mis pensamientos. No sé cómo es el Cielo y por eso solo me lo imagino, pero a veces siento el Reino de los Cielos. Cuando pienso en la salvación perfecta del Señor, mi corazón se llena de gozo y paz, y entonces mi corazón sin pecados está lleno del Espíritu Santo. En esos momentos pienso: «El Reino de los Cielos es así». Siento el reino de los Cielos en lo más profundo de mi corazón porque oigo noticias del extranjero sobre almas que han recibido la remisión de los pecados. El Espíritu Santo en mi corazón obra en mí de la misma manera que hizo que Juan el Bautista diera un golpe en el seno de su madre Isabel. De la misma manera en que el bebé dio un salto de gozo en el seno de Isabel (Lucas 1, 44), mi corazón está lleno del Espíritu Santo cuando oigo la noticia de que alguien ha recibido la remisión de los pecados. 
¿Están experimentando este tipo de gozo completo? ¿Están sintiendo que sus corazones se llenan del Espíritu Santo y recibiendo gozo cuando escuchan buenas noticias en la Iglesia? La plenitud del corazón y el gozo rebosando son la plenitud del Espíritu Santo, y no las manifestaciones ostentosas con sonidos provenientes de un tambor. Hemos podido experimentar el gozo del Reino de los Cielos y de Jesucristo gracias a la predicación del Evangelio por todo el mundo, y esta es la plenitud del Espíritu Santo. 
Por supuesto que no hemos vivido en el Cielo todavía. Pero el Cielo es real, aunque este cuerpo no haya sido transformado ni haya vivido allí. Pero nosotros somos los hijos de Dios que vivirán allí eternamente. El Reino de Dios es real de la misma manera en que nuestra vida espiritual después de la salvación es real. Podemos recibir las bendiciones celestiales si vivimos por fe. No podemos entrar en el Reino de Dios que el Señor ha preparado por nosotros y no podemos acumular Sus bendiciones si no seguimos esta Palabra y nos aferramos a ella. 
 
 
La Palabra de Dios es la Verdad
 
Queridos hermanos, ¿es real y verdadera la Biblia? Sí. Todas las Palabras de las Escrituras son el tesoro de la verdad. La Biblia se ha mantenido y trasmitido como la Palabra de Dios y sigue siendo leída por todo el mundo miles de años después de haberse escrito. La Biblia se cumple exactamente de la misma manera en que está escrita en las Escrituras en el período de la historia humana. En el futuro, incluso las cosas escritas en el Libro del Apocalipsis ocurrirán. Jesús nos llevará en las nubes y la gente que ha recibido la remisión de los pecados recibirá paz y vivirá en el espléndido Reino de los Cielos. Viviremos y comeremos el fruto de los árboles que están al lado del río de la vida. Creemos que Dios ha predestinado estas bendiciones maravillosas y esta verdad. Dios nos ayudará y amará siempre en nuestras vidas si recibimos la remisión de los pecados y nos unimos a la Iglesia para escuchar la Palabra y vivir por fe con los justos. 
Si quieren hacer el bien en sus vidas, no pueden hacerlo por su cuenta por mucho que lo intenten. Es difícil seguir la Palabra solos. Ustedes pueden ver cómo Dios les ayuda cuando se unen al pueblo de Dios. Espero que todos ustedes prosperen. Quiero decirles que nuestra fe es real. Dios les bendecirá si se unen a los santos de Dios según la voluntad de Dios y hacen la obra de las misiones por fe firme. Esta bendición se manifiesta cuando su fe en esta Palabra es firme, y es importante creer de verdad en todo lo que Dios ha manifestado a través de la Iglesia. 
Cuanto más vivo con fe, más siento que la Palabra de Dios es cierta. Hace algún tiempo fui al hospital porque estaba enfermo pero el médico no encontraba la causa. Aunque la ciencia médica moderna ha avanzado tanto que es imposible imaginar los límites del poder humano, todavía hay muchas enfermedades que no tienen cura, ni siquiera en el hospital más avanzado tecnológicamente. No sabemos que estamos enfermos cuando parecemos sanos. Pero cuando una persona enferma y va al hospital puede ser a causa de una enfermedad rara que los médicos no pueden curar. Parece que el mundo se ha convertido en un lugar mejor para los seres humanos a medida que avanza. Sin embargo, solo lo parece en comparación con los tiempos pasados, porque el mundo no ha avanzado hasta el punto en que todo sea posible. Aunque los hospitales modernos curan a muchas personas con la tecnología médica que los humanos han desarrollado con las riquezas, todavía hay límites para los seres humanos. Todavía hay avaricia y vanidad en las vidas de los humanos. Un hospital que trata las enfermedades del cuerpo humano es un mero negocio.
Hay cosas que son visibles cuando miramos la Palabra de Dios pero que no son visibles para los ojos humanos. Somos los siervos de Dios que predican el Evangelio del Reino de los Cielos. Por Su providencia nuestro Dios cura incluso las enfermedades que los médicos no pueden curar. Por tanto, le pedí a Dios que cure mi enfermedad que ni siquiera los médicos pudieron diagnosticar. Oré: «Dios, por favor, cúrame. Los médicos no saben que me pasa. No puedo creer en nadie más que Tú, Dios».
Después de esto, por la providencia de Dios, conocí a la persona que necesitaba. No sobrestimo la habilidad de los humanos. Sin embargo, si alguien ha acumulado experiencia en cierto campo durante mucho tiempo, reconozco la experiencia y la habilidad de esa persona. Hay todo tipo de personas en el mundo. Hay algunas personas que han tenido la educación adecuada y han adquirido un doctorado, y hay otras personas que se han convertido en expertas en una materia sin haber estudiado una carrera. La persona que conocí no tenía carrera. Era una persona que había trabajado en el campo de la acupuntura durante cuarenta años en una aldea. La gente de fuera de la aldea no confiaría en su experiencia inmediatamente, sino que les dirían que fuesen a un hospital para ver a un médico. 
Sin embargo decidí confiar en esta persona porque en el hospital no me podían curar. Pensé que podría haber adquirido un diploma en su campo ya que había trabajado en la acupuntura durante cuarenta años. El resultado fue positivo. Creo que fue Dios quién me llevó a esa persona. Creo que Dios se encargó de esta situación y me hizo conocer a esta persona porque le pedí ayuda. Este tratamiento de acupuntura me sanó casi por completo. La inflamación en mi columna ha desaparecido. No está curada completamente pero estoy contento porque cada día está mejor. 
Quiero decirles que todas estas cosas acerca de Dios son reales. Dios escucha nuestras necesidades y preocupaciones cuando oramos y se encarga de nuestras situaciones. Es el Dios vivo que nos da la remisión de los pecados, nos bendice, nos lleva al Cielo y nos da las bendiciones del Cielo. Incluso ahora Dios mismo está a nuestro lado y obra en nuestras circunstancias, en nuestros corazones y en nuestra fe.