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Kazania

Tema 18: Génesis

[Capítulo 4-11] La fe que Dios acepta con gozo (Génesis 4, 3-7)

La fe que Dios acepta con gozo(Génesis 4, 3-7)
«Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él».
 
 

Dos tipos de sacrificios

 
A medida que se acerca el fin del mundo los que siguen al Señor y viven en Él están bendecidos. El pasaje de las Escrituras de hoy nos habla del tipo de fe que debemos tener cuando nos presentemos ante Dios y le sirvamos.
Está escrito: «Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas» (Génesis 4, 3-4). Aquí, Caín y Abel ofrecieron sus sacrificios distintos al Señor, pero el problema era que sus sacrificios eran muy diferentes. Se dice que Caín ofreció el fruto de la tierra como sacrificio al Señor mientras que Abel ofreció el primogénito de su rebaño y su gordura. Uno ofreció el fruto de la tierra mientras que el otro ofreció un cordero.
¿Qué piensan que es el fruto de la tierra? Caín ofreció a Dios cosas que comemos normalmente, como trigo, arroz, judías, patatas, melones, fresas y todo tipo de cosas. Pero Abel sacrificó al primogénito puro de su rebaño y ofreció su carne y grasa. La verdad es que hay una diferencia enorme entre ambos sacrificios. Esto no significa que haya una diferencia entre la cantidad de sacrificios ofrecidos por los creyentes de hoy en día, sino que entre los creyentes hay quienes creen en Dios correctamente y quienes sirven a Dios con la fe incorrecta. La gente que conocía y creía en Dios correctamente ofreció al primogénito del rebaño como un sacrificio a Dios, pero los que no entienden a Dios correctamente y tienen una fe equivocada ofreció el fruto de la tierra a Dios. En otras palabras, este pasaje de las Escrituras nos dice que un pequeño número de personas creyó en Dios espiritualmente, mientras que la mayoría de la gente creyó en Dios en términos carnales.
¿Cómo podemos determinar si creemos en Dios correctamente o no? Si leemos Génesis 4, 4 veremos lo siguiente: «Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas». Dios aceptó el sacrificio de Abel pero no aceptó a Caín ni su ofrenda. Como Caín y Abel, entre los cristianos de este mundo, hay personas que ofrecen un sacrificio ofrecido de la tierra con la propia fuerza, mientras que otros ofrecen un cordero a Dios. Esto significa que hay dos tipos de fe en el cristianismo actual. Por tanto, está claro que la gente que ofrece sacrificios como el de Abel es aceptada por Dios y la gente que ofrece sacrificios como el de Caín está maldita. Entonces debemos hacernos esta pregunta: ¿por qué aceptó Dios el sacrificio de Abel y por qué no aceptó el sacrificio de Caín?
 
 

La ofrenda de sacrificio incorrecta y la correcta

 
Caín cultivó la tierra diligentemente y ofreció el fruto que recogió de la tierra como su sacrificio. Sin embargo, Abel ofreció al primogénito de su rebaño. El que Abel ofreciese al primogénito de su rebaño significa que fue ante Dios Padre creyendo en nuestro Salvador Jesucristo que nos salvó a todos los seres humanos de nuestros pecados. Sin embargo, Caín le llevó cosas conseguidas con sus propios esfuerzos, fervor, sinceridad y méritos, en vez de presentarse creyendo en Jesús. Caín presentó sus ofrendas preparadas a su manera. Entonces, ¿por qué no aceptó Dios las ofrendas de Caín? Dios las rechazó porque Caín se había presentado con su propia sinceridad según sus pensamientos, en vez de sacrificar un cordero.
¿Cómo sabía la gente si Dios había aceptado sus sacrificios o no en el Antiguo Testamento? Dios hizo caer fuego del cielo para quemar estos sacrificios. Así es como Dios mostraba Su aprobación. Caín y Abel construyeron altares. Abel mató a un cordero y lo puso encima del altar con la grasa, pero Caín puso en su altar el fruto de la tierra. Así que cuando Dios miró los sacrificios aceptó el de Abel enviando fuego para consumirlo, mientras que el fruto de la tierra ofrecido por Caín quedo intacto. Esta era la señal de Dios.
Creemos en Jesús como nuestro Salvador y vamos ante Dios. Jesús es Dios. Jesús era Dios, pero al mismo tiempo era el Hijo de Dios. De la misma manera en que la descendencia de un ser humano es humana, el único Hijo de Dios Padre, Jesús, es Dios. Cuando Dios creó a Adán y Eva dijo: «Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza» (Génesis 1, 26). Como podemos ver claramente aquí, Dios utiliza la segunda persona del plural. Y al principio, en el Libro del Génesis, cuando Dios estaba creando los cielos y la tierra con Su Palabra, nos dice que Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo participaron en la creación como dice este versículo: «Y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas» (Génesis 1, 2).
Si es así, entonces, ¿quién creó todas las cosas del universo? Está escrito: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Génesis 1, 1). Entonces, ¿quién es este Dios, el Creador de los cielos y la tierra? Es nuestro Salvador Jesucristo, quien vino encarnado en un hombre como está escrito: «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad» (Juan 1, 1; 14). Este Jesús no es otro que el Hijo de Dios, el Salvador que nos ha salvado del pecado. La palabra Jesús significa el que “salvará a Su pueblo de sus pecados” (Mateo 1, 21). Jesucristo es el verdadero Dios que ha salvado a todo Su pueblo de sus pecados al venir a este mundo encarnado en un hombre.
Creemos en Dios Padre, el Hijo y el Espíritu Santo como un Dios, la Trinidad. Por eso nos referimos a todos ellos como Dios. Jesús es nuestro Salvador y nuestro Señor. Y el Padre de Jesús es nuestro Padre y el Espíritu Santo también es Dios.
La gente que cree en Dios ofrece dos tipos de sacrificios. Pero lo más importante es saber qué tipo de sacrificio es correcto. Cuando los santos nacidos de nuevo (como Abel) van ante Dios y le llevan la fe en que Jesucristo es el perfecto Salvador. Pero los cristianos de la otra categoría (como Caín) llevan consigo sus propios esfuerzos, materiales, méritos y sinceridad ante Dios sin tener fe en que Jesucristo es su perfecto Salvador. Son personas insensatas. Por tanto es importante primero saber qué tipo de fe Dios aceptará cuando le llevemos nuestro sacrificio. Debemos llevarle un sacrificio de fe. El sacrificio que Dios acepta es la fe que cree en Jesús como nuestro perfecto Salvador. Solo cuando la gente se presenta ante Dios con esta fe Dios la aceptará con gozo.
La mayoría de los cristianos tienden a ir ante Dios pensando: “Como he sido un buen testigo de Jesús, he hecho muchas buenas obras en la iglesia, he donado mucho dinero y he servido al pastor bien, Dios aceptará mi adoración. Dios estará lleno de gozo cuando escuche mis oraciones, mis canciones de alabanza y mi gratitud hacia Él”, pero están equivocados. Debemos saber que Dios no aceptará estos sacrificios, incluyendo a esos adoradores. Dios rechaza a este tipo de personas y sus sacrificios. Dios busca verdaderos adoradores que le adoren en espíritu y en verdad (Juan 4, 23).
Dios acepta el tipo de sacrificio de fe. ¿Saben qué tipo de fe Dios quiere de nosotros? Dios acepta como hijos Suyos a los que creen en Él completamente y en el hecho de que sea el Creador y el Salvador que nos salvó de todos nuestros pecados. Dios acepta los sacrificios de los que creen en Su Hijo y le aceptan completamente como su Salvador. En otras palabras, Dios acepta a los que creen que es el Hijo de Dios y por eso ha borrado todos nuestros pecados: Dios acepta a la gente que cree que, aunque no tiene obras meritorias y no tiene más remedio que morir y ser juzgada por sus pecados, ha sido salvada por el Hijo de Dios, Jesús y ha sido librada del juicio cuando vino a este mundo, tomó todos los pecados y recibió el juicio en su lugar. Dios acepta este culto de fe.
 
 

La fe incorrecta

 
Debemos saber que Dios no acepta la fe ni la adoración de los que le adoran con sus méritos diciendo: “Querido Dios, he hecho esto y lo otro por Ti. Señor, por Ti he hecho todo esto, he acumulado todos estos éxitos, he ofrecido toda esta sinceridad y he sacrificado mucho. Y Señor, seguiré haciendo todas estas cosas hasta que muera”. Dios no acepta la adoración y la fe de los que ofrecen sinceridad humana porque si recibiese adoración de esta manera, Su corazón estaría pesado y se endeudaría con los seres humanos. En vez de ser un Dios que nos ha dado gracia, sería un Dios que ha recibido favor de los seres humanos.
Dios no quiere que estemos endeudados. Si esto ocurriese, Dios diría: “Si trabajas así, ¿no tengo que hacer algo por ti?”. Y entonces se sentiría obligado. Entonces Dios no se sentiría cómodo con su fe. Dios quiere que le alabemos con fe y que estemos muy agradecidos por el hecho de que Dios nos ha amado mucho. Para eliminar los pecados de la humanidad, envió a Jesús para convertirse en el Salvador de la humanidad. Dios acepta la adoración de la fe de los que se acercan a Él con gratitud y gozo, le ofrecen adoración y le sirven.
A Dios no le falta nada. Existe en Sí mismo sin que tengamos que ayudarle. Dios no quiere recibir ningún beneficio de la gente, sea quien sea, ni siquiera un poco. Dios no quiere estar endeudado con nadie. Dios es Todopoderoso. Imaginemos que una criatura de Dios se le acerca y dice: “He trabajado duro por Ti, así que acepta este regalo. Lo haré por Ti todos los días”. Este tipo de adoración solo molesta a Dios. Y al hacer esto somos como un vagabundo que busca en la basura y cada día le lleva al rey un camión lleno de basura aunque el rey tiene de todo. Aunque la basura le parece buena a sus ojos, para el rey solo es basura maloliente. La justicia de la humanidad es así. Aunque parezca limpia a los ojos de la humanidad, en realidad solo es un montón de “trapos sucios” (Isaías 64, 6).
¿Cuál es el tipo de fe que le gusta a Dios más? Dios se regocija con los que se acercan a Dios perfectamente creyendo en Dios, creyendo en que Dios les ha salvado perfectamente del pecado y ofreciéndole adoración y alabanza. La adoración así es lo que Dios encuentra aceptable. ¿Qué tipo de adoración acepta Dios? Dios acepta la adoración de la fe de la gente que cree que Dios vino al mundo encarnado en un hombre, tomó nuestros pecados al ser bautizado en el Río Jordán, recibió el juicio por nosotros, resucitó para salvarnos y ahora está sentado a la derecha de Dios Padre.
 
 

Dos tipos de fe

 
La gente de este mundo puede dividirse en dos tipos según su fe. Un tipo de personas es como Caín y el otro como Abel. La gente que es como Abel cree completamente en la obra justa que Jesús ha hecho. Por el contrario, la gente como Caín es la que cree en el budismo, el Islam, hinduismo y confucianismo, que se acerca a sus dioses mediante su propia sinceridad. En este grupo están incluidos los que piensan que el cristianismo es una mera religión.
Dios no acepta adoración de la gente que es como Caín. Aunque ofrecen sus sacrificios a Dios con toda sinceridad y diligencia, Dios no los acepta. Deben saber a estas alturas por qué Dios no les acepta, ¿verdad? La fe que Dios acepta con gozo es la fe que cree en la obra justa que ha hecho. Pero como seres humanos somos una masa de pecados. Si estas personas como Caín intentasen eliminar sus pecados y deseos de la carne sin acostarse, sin comer mucho y azotándose, ¿estaría Dios complacido? Dios no acepta esta adoración.
Dios es misericordioso. Cuando la gente se niega a sí misma de esta manera y pide a Dios que les acepte Dios siente pena y se siente mal. Y le dice a esta gente: “Por favor, no hagáis estas cosas inútiles. Mi corazón se siente mal, no hagáis esto”. Todas las religiones hacen hincapié en hacer obras de penitencia, pero Dios nunca encuentra gozo en ellas.
Muchos cristianos alardean de sus éxitos de la siguiente manera: “Cuando estábamos construyendo esta capilla, doné cien mil dólares”, “Ayuné y oré durante 40 días para recibir la remisión de los pecados”, “Oré durante toda la noche y temprano por la mañana para eliminar mis pecados”, “Lo sacrifiqué todo y seguí al Señor para predicar el Evangelio”. Sin embargo, queridos hermanos, recuerden que Dios no acepta el fruto de la tierra. Dios no acepta una adoración en la que una persona se acerca con su propia justicia, ofreciendo muchas oraciones, haciendo obras misioneras, donando mucho dinero y ofreciendo muchos sacrificios y servicios.
Sin embargo, el problema con el que nos enfrentamos es que hay muchas personas como Caín en este mundo. ¿Cuántas piensan que hay? Son incontables. Es casi todo el mundo. Sin contar a la gente de las otras religiones del mundo, muchos cristianos adoran a Dios con el fruto de la tierra orgullosos de su propia justicia diciendo: “Querido Dios, como he sufrido tanto por Ti tienes que aceptarme”. Pero un verdadero adorador es el que sacrifica al primogénito de su rebaño con motivos puros y no con sus propios esfuerzos y méritos, y se lo ofrece a Dios por fe a pesar de que no haya hecho nada por Dios. Solo entonces Dios acepta su adoración. El primogénito del rebaño se refiere a Jesucristo. Dios acepta la adoración cuando una persona dice: “Jesús, eres Mi Salvador. No tengo méritos propios. Jesucristo, me has salvado perfectamente a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Padre Dios, vengo ante ti hoy con mi fe en Jesús. Por favor acéptame”.
 
 
Una fe incorrecta
 
La fe de Caín, que ofrece los frutos de la tierra sin cesar es muy dura. Llevar una vida de fe así con los propios esfuerzos es muy duro y cansado. ¿Creen que alguien puede vivir una vida de fe así hasta la muerte? No es posible. ¡Cómo de difícil y desesperado sería ofrecer adoración arando el campo en invierno y en verano todos los días hasta su muerte! Además, ¿creen que una vida tan dura como esta sería agradecida? Nunca.
Cuando la gente empieza a creer en Jesús, adorando como Caín, al principio puede parecer correcto. Esta gente empezó a creer en Jesús sin nacer de nuevo y creyó que Dios los aceptaría solo si le llevaban el fruto de la tierra, es decir algo suyo como su sinceridad, esfuerzos, sacrificios, obras virtuosas y méritos. Aunque han aceptado a Jesús como su Salvador, sus corazones como están llenos de pecados porque no han nacido de nuevo, tienen esta idea equivocada del pecado que les obliga a ofrecer muchas donaciones, hacer muchas obras misioneras, ofrecer muchas oraciones de penitencia y hacer trabajos de voluntarios. Al principio, todas estas cosas les pueden parecer buenas y bonitas, así que se emocionan y se dedican más a ellas.
Aunque al principio hagan estas cosas porque tienen muchas fuerzas y están muy emocionados, a medida que viven esta vida de fe así se cansan. Pero se sienten obligado a seguir ofreciendo sus cosas a Dios, aunque al final ya no tengan nada más que dar. Cualquier persona con sentido común puede ver que ofrecer el fruto de la tierra sin fin no tiene sentido. Por tanto, ¿no sería muy difícil? Al final, estos cristianos como Caín lloran ante Dios diciendo: “Querido Dios, debería haber vivido según Tu voluntad, pero no lo hice. Señor, te pido perdón”.
Queridos hermanos, ¿son las personas buenas o malas? Son malvadas básicamente. La Biblia dice que son una “generación de víboras” (Isaías 1, 4). La Biblia nos dice que todo tipo de pensamientos sucios y malvados salen del corazón de los seres humanos. «Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre» (Marcos 7, 21-23). El Señor nos dice claramente que no podíamos evitar hacer estas cosas porque tenemos estas cosas malvadas en nuestros corazones.
Y como esta gente finge ser virtuosa, no son más que hipócritas. La gente no tiene nada bueno y ofrece a Dios su falsedad diciendo: “Querido Dios, he creído en Jesús y he vivido para complacerte. Por favor, acéptame”. ¿Creen que esta hipocresía dura? Pronto esta hipocresía será revelada. Cuando Adán y Eva cometieron pecados e intentaron cubrir su vergüenza con vestiduras hechas de hojas de higuera, pero pronto estas hojas se secaron y se cayeron. Las vestiduras hechas de hipocresía pronto son inservibles. Durante los primero años después de empezar a creer en Jesús, hacemos las cosas bien, dejando atrás la vida pasada, sin beber alcohol, sin fumar, haciendo buenas obras, observando el día del Señor, yendo a las reuniones de oración pronto por la mañana y ofreciendo oraciones de penitencia; pero pronto nos cansamos y no podemos hacerlo más. Queridos hermanos, ¿creen que podrían continuar así hasta el final? ¿Pueden ofrecer oraciones por la noche continuamente? ¿Pueden ofrecer donaciones con un corazón agradecido? ¿Pueden hacerlo todo bien todo el tiempo ante Dios? Quizás podrían hacerlo por un par de días, pero pronto ya no podrían soportarlo más.
¿Creen que podrían ofrecer oraciones por la mañana durante toda su vida? En las iglesias coreanas los pastores generalmente se levantan a las 4 de la mañana para las reuniones de oraciones. Incluso los pastores se fatigan, pero como los miembros de la iglesia los están mirando siempre, los pastores no pueden perderse ninguna de estas reuniones matutinas. Entonces, entre los pastores hay algunos que dicen: “Sería mucho más fácil ser un pastor si no fuese por estas reuniones matutinas. ¿Quién inventó estas oraciones por la mañana para hacerme sufrir tanto?”. ¿No es cierto que los seres humanos son así? Si vivimos una vida de fe ofreciendo las cosas de la carne, lo haríamos bien durante los primeros años, pero pronto no tendríamos nada que ofrecer. Si alguien ofrece adoración como Caín, no le quedará nada que ofrecer a Dios más adelante. Lo único que una persona podrá ofrecer más adelante será sus pecados. “Querido Señor, acéptame, soy un pecador. Perdona mis pecados”. Al principio esta persona ofrecía a Dios el fruto de la tierra, pero al final acaba ofreciendo sus pecados. El fruto de la tierra es el pecado. “Querido Dios, acepta este pecado. Por favor, elimina este pecado también”. La verdad es que la gente como Caín solo ofrece sus pecados todos los días.
¿Le gusta a Dios eliminar todos los pecados poco a poco todos los días? No. Dios ha eliminado nuestros pecados de una vez por todas. Dios odia a los adoradores como Caín. Pero por desgracia hay muchos en este mundo, de hecho son la mayoría. Hay demasiados. El 100% de los no cristianos son adoradores como Caín y la verdad trágica es que entre los cristianos, más del 99% de ellos son adoradores como Caín. ¿Era su fe así también en el pasado? ¿Adoraron ustedes como Caín?
La gente que ha recibido la remisión de los pecados adora a Dios con agradecimiento. Aunque no sean perfectos, Dios ha borrado sus pecados, así que para escuchar Su Palabra de nuevo, vienen a esta Iglesia y ofrecen adoración con gratitud confiando completamente en Dios. Pero, por otro lado, la gente como Caín se presenta ante Dios para ofrecerle cosas carnales. Al principio, le llevan sus propios esfuerzos y méritos, pero ¿qué le ofrecerán cuando no les quede nada? Solo podrán ofrecer sus pecados. ¿Por qué se presentan los cristianos pecadores que no han recibido la remisión de los pecados ante Dios? Lo hacen para ofrecer sus pecados a Dios. ¿Y qué pasa cuando hacen esto? Que Dios no los aceptará; seguirán siendo pecadores e irán al infierno a pesar de haber tenido fe en Jesús.
Dios nos salvó primero. Si vamos a Dios creyendo en Su salvación y llevando este tipo de fe, Dios aceptará nuestra fe, borrará nuestros pecados, nos dará el Espíritu Santo y nos adoptará como hijos Suyos. Este es el orden en el que funciona la fe. Dios nos salvó primero. Para borrar nuestros pecados, Dios vino a este mundo encarnado en un hombre. Al recibir el bautismo en el río Jordán, tomó los pecados sobre Sí mismo. Para acabar nuestro juicio, Jesús derramó Su sangre en la Cruz. Ahora está sentado en el trono a la derecha de Dios Padre después de ser resucitado de entre los muertos. Dios nos salvó primero. Creemos en nuestros corazones que nos ha salvado. Esta es la esencia y el orden para establecer la fe correcta.
¿Vino primero nuestra fe o vino primero la salvación de Dios? La salvación de Dios viene primero. Y entonces recibimos la salvación al creer en que Dios nos ha salvado. Esta es la fe que tuvo Abel. Pero en vez de creer así, muchas personas creen a ciegas en Dios como Caín. “Querido Dios, creo en Ti. Creo que Dios ha creado los cielos y la tierra. Creo que Dios me ha salvado”. Pero aunque dicen creer así sin conocer cómo Jesús ha eliminado sus pecados, ¿a qué lado pertenecen? Al lado de Caín. Los descendientes de Caín son pecadores aunque creen en Jesús. Y Dios simplemente no acepta su adoración.
La adoración con la que Dios se complace es la fe que cree perfectamente en el Cordero de Dios. Dios acepta la adoración de la gente que ofrece al primogénito del rebaño y su gordura. Dios solo acepta estos sacrificios. “Aunque no soy perfecto, has tomado todos mis pecados, Señor. Gracias, Señor”. Si una persona presenta su fe así y se la ofrece a Dios como el primogénito del rebaño, Dios aceptará su fe.
Sin embargo, si no ofrecemos al primogénito del rebaño y ofrecemos el fruto de la tierra, como judías, arroz, mijo, patatas, boniatos, manzanas, naranjas, etc., y le pedimos que lo acepte, Dios no lo aceptará. Debemos presentarnos ante Dios creyendo de manera pura en la Palabra, pero si nos presentamos ante Él añadiendo nuestros propios pensamientos o justicia propia a la Palabra y adorando a Dios de esta manera, todo lo que recibirán será una maldición, y no bendiciones.
Si leemos el capítulo 40 del Libro del Génesis encontraremos una historia sobre el mayordomo jefe y el pastelero jefe que eran oficiales del faraón de Egipto. El mayordomo jefe tuvo un sueño en el que estaba prensando las uvas de una viña con tres ramas y le daba el jugo directamente al faraón sin mezclarlo con nadie. Así fue reinstaurado a su puesto de mayordomo. Sin embargo, el pastelero jefe, en un sueño, puso todo tipo de pastas y panes para el faraón en la cesta más alta de las tres cestas blancas que llevaba en la cabeza. Por este sueño fue maldito y murió. La fe pura y perfecta, que es la aceptable para Dios es la que está puesta en la obra que Jesús ha hecho por nosotros como el Cordero de Dios. No debemos añadirle nada.
Caín intentó cada día ofrecer sacrificios a Dios intentando hacer algo nuevo. Así que esta vida de fe solo puede ser muy pesada. ¿Podríamos ofrecer algo cada fía hasta el día en que nos hagamos viejos y muramos? No podemos hacerlo. ¿Qué disfruta Dios? Dios encuentra gozo en el sacrificio del primogénito del rebaño. Ama a Su único Hijo. Ama nuestra fe cuando creemos en Jesús. Dios encuentra gozo en los que creen que Jesús es el Salvador y que Dios Padre envió a Su Único Hijo Jesús a este mundo por su bien, y que Jesús tomó todos los pecados del mundo al ser bautizado, ser juzgado por nosotros en la Cruz y resucitar para hacernos volver a la vida. Hoy en día encontramos a muchos adoradores como Caín. Al final, Dios les abandonará. Los adoradores como Caín se quedarán decepcionados al final.
 
 
El sacrificio de los justos
 
¿A qué grupo pertenecen ustedes? ¿No hemos recibido la remisión de los pecados? Aunque seamos insuficientes, no estamos sin pecados. Por eso nos hemos convertido en personas que adoran como Abel. Le doy gracias a Dios porque nos hemos convertido en personas que ofrecen la adoración como la de Abel. La gente que ofrece adoración con el primogénito del rebaño es aprobada por Dios. Está claramente escrito que cuando Abel ofreció al primogénito de su rebaño y su grasa Dios lo aceptó. Mientras ustedes ofrezcan el cordero espero no que mezclen el fruto de la tierra. Si lo hacen Dios no aceptará su ofrenda.
Hay muchos cristianos que siguen ofreciendo el fruto de la tierra. La gente que ofrece la adoración como la de Caín intenta recibir la remisión de los pecados todos los días poco a poco en vez de una vez por todas. Creen que si cometen pecados pueden recibir la remisión de los pecados al ofrecer oraciones de penitencia diciendo: “Querido Dios, por favor, perdóname. He pecado. Perdona este pecado con la sangre sagrada de Jesús”. ¿Desaparecen así los pecados de sus corazones? Los pecados solo son erradicados cuando creemos que Dios ha borrado todos los pecados del mundo para siempre. Si estamos endeudados y debemos ir a nuestros acreedores diciendo: “Maldito de mí, por favor, reduce mi deuda. Perdóname la deuda”, ¿lo haríamos? Debemos saber que la deuda solo se elimina justamente cuando la pagamos por completo. ¿No es así?
¿Qué tipo de personas busca Dios? Busca a personas que tengan fe como la de Abel. Dios no acepta ni tolera la adoración como la de Caín. Dios nos dice que nos presentemos ante Él con fe como la de Caín. La adoración que Dios acepta está en la fe por la que se recibe la salvación de Dios, y la fe en la que se puede dar gloria a Dios. Esto es solo posible a través del sacrificio del primogénito del rebaño y su gordura. Por eso Dios aceptó la ofrenda del primogénito del rebaño de Abel. Por otro lado, Dios nos dice que no ofrezcamos sacrificios como el de Caín. Nos dice que no nos presentemos ante Él con una fe como la de Caín.
Dios acepta al primogénito y su gordura. Por tanto debemos ofrecer el primogénito del rebaño y su gordura en nuestra adoración. El orden en que Dios nos ha salvado es el siguiente: Dios planeó salvarnos completamente. Jesús, el único Hijo de Dios Padre, cumplió el plan del Padre al venir a este mundo. Dios, el Espíritu Santo, escribió en la Biblia todo lo que el Padre y el Hijo habían cumplido para nuestra salvación. El Espíritu Santo hizo que los siervos de Dios escribiesen la Palabra. Y el Espíritu Santo pone un sello en todo el que cree en este Verdad tal y como es.
Como está escrito: «Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas» (Génesis 4, 4), solo cuando creemos en la Palabra de Salvación de Dios como está escrita, recibimos la salvación, y solo entonces Dios acepta nuestra adoración y recibe gloria. Debemos vivir una vida de fe basada en la Palabra de Dios. Debemos tener una fe como la de Abel. Abel no consiguió muchas cosas. ¿Conocen a algún pastor de ovejas? Nunca deja a su rebaño en un pasto, y todo lo que hace es mascar paja, comer lo que se ha llevado cuando tiene hambre y de vez en cuando mira a ver si su rebaño está bien. Si no hay ningún problema incluso se echa una siesta, y eso es todo lo que hace. De vez en cuando se acerca algún lobo o animal salvaje y los ahuyenta con su cayado. Y cuando cae la noche lleva a sus ovejas al corral. Ese es su trabajo y después hace lo que quiere.
Pero cuando llegó el momento de ofrecer adoración a Dios, Abel tomó al primogénito de su rebaño y se lo ofreció a Dios como sacrificio. Los corderos son muy pequeños e inocentes, pero aún así le dijo a un cordero: “Mi pequeño cordero, eres adorable pero mi padre ofreció un sacrificio así también. Ahora debes morir en mi lugar”. Entonces ofreció este primogénito de su rebaño como sacrificio a Dios quitándole la vida. ¿Qué dificultad hay en esto? Cuando un pastor ofrecer un cordero, el primogénito del rebaño, a Dios de esta manera, ¿creen que es difícil? ¿Creen que lo hace con mucho esfuerzo? No hace ningún esfuerzo. Si matase a una oveja adulta, podría ser difícil, pero como es un cordero pequeño, no tiene que utilizar mucho la fuerza. Si se le cortase el cuello, la sangre brotaría libremente y moriría en un instante. Después habría que cortarle el estómago y sacarle los intestinos, separar la grasa de los intestinos, el hígado y los riñones y ponerlos en el altar con el cordero. Y entonces bajaría fuego del cielo para consumirlo todo.
Sin embargo, Caín, llevó a Dios el fruto de la tierra con mucho esfuerzo y sudor y lo puso en el altar en un montón, pero no bajó fuego del cielo para consumir esta ofrenda.
Esto significa que Dios aceptará la adoración de Abel. De esta manera, cuando ofrezcamos nuestra adoración ante Dios, debemos creer en la Palabra de Dios escrita y ofrecer nuestra adoración pura. Solo cuando creemos en la Palabra de Dios y ofrecemos esta adoración, Dios la aceptará. No importa si las manos de Abel estaban manchadas o no con las vísceras del cordero, o si su cuerpo estaba sucio o si parecía desaliñado, porque Dios vio al primogénito de su rebaño y la fe de ofrecer este sacrificio y aceptó a Abel. Por eso Abel se convirtió en el antecesor de la fe.
Nuestro antecesor de la fe es Adán. ¿Quién es el siguiente en esta línea de antecesores? Es Abel, y desde luego que no Caín. Dios acepta a los que se presentan ante Él con una fe como la de Caín. Acepta a los que se acercan a Él con una fe así. Dios acepta la adoración, la alabanza y el servicio de los que se le acercan creyendo de todo corazón que Jesús, el primogénito del rebaño, es su perfecto Salvador.
 
 

Dios no acepta el sacrificio de un pecador

 
Debemos saber que Dios no acepta la adoración de la gente como Caín. En un momento como este en el que el cristianismo está corrupto, la adoración ofrecida por los cristianos se parece a un guiso mezclado. Este tipo de adoración se ofrece con todo tipo de cosas mezcladas y se cocina con sus emociones. La adoración ofrecida en el cristianismo de hoy en día es como mezclar el Cordero y otras cosas como las de Caín, como el fruto de la tierra, y después se cocina con un fuego emocional. Pero Dios no acepta la adoración como esta.
¿Qué tipo de fe debemos tener? Debemos tener una fe como la de Abel. Lo que estoy intentando decir es que no debemos ensuciar nuestra fe pura con las cosas de la tierra. Y digan lo que digan los demás debemos guardar en nuestros corazones la verdad de que Dios ha aceptado el sacrificio de Abel. La gente tiende a pensar que Dios acepta los sacrificios como el de Caín con formalidades, pero está muy equivocada. Dios no acepta este tipo de sacrificios aunque se acumule el fruto de la tierra tan alto como una montaña y se diga: “Dios, acepta este fruto”.
Solo hay una cosa que Dios desea. Lo que el Padre desea es que tengamos la fe que creen en la obra que Su Hijo ha hecho después de venir a este mundo para salvarnos. Aunque sea como la semilla de la mostaza, encuentra gozo en ese tipo de fe. Lo que Dios Padre desea y espera de nosotros es que tengamos la fe que cree en Su Hijo y nada más. Era así en el pasado y sigue siéndolo, no ha cambiado. Debemos mantener esta fe.
«Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya» (Génesis 4, 5). Dios no aceptó a Caín ni su ofrenda. Por mucho que una persona salte, se agite, sea frívola y diga: “Querido Dios, acepta esto”, Dios no aceptará las ofrendas como las de Caín. Cuando Elías se enfrentó a 850 profetas paganos de dioses extranjeros en la cima del Monte Carmelo, donde estos profetas estaban invocando a sus dioses todo el día, no pudieron hacer bajar fuego del cielo para consumir sus sacrificios. La adoración cristiana de hoy en día no es diferente. Debemos recordar en nuestros corazones que Dios no acepta las ofrendas de la gente como Caín, aunque miles de personas se reúnan en una capilla enorme para adorar con flores y cientos de dólares para decorar el púlpito, 200,000 dólares gastados en un órgano para acompañar las canciones de adoración, el coro cantando con cuatro partes, y donaciones enormes recogidas en cada servicio de adoración. Incluso ahora, si un pecador hace muchas obras buenas con devoción y sinceridad y ofrece una suma de dinero enorme, como son sacrificios como los de Caín Dios no lo aceptará a él ni a su ofrenda.
 
 
La fe impura
 
De la misma manera en que Dios había dividido las aguas de debajo del firmamento de las aguas de encima del firmamento el segundo día de la Creación, debemos distinguir la fe incorrecta de la fe correcta. Debemos poder dividir nuestra fe pura de la fe impura. Y debemos examinarnos a nosotros mismos para ver si estamos ofreciendo una fe como la de Caín o como la de Abel, y debemos dividirlas en nuestro corazón. Debemos entender qué tipo de fe estamos ofreciendo, y con qué tipo de fe estamos ante Dios ahora mismo. Y debemos tener una fe clara y pura en la Palabra tal y como es.
Estos últimos días en los que vivimos están dominados por el sincretismo. Todas las religiones están mezclándose y convirtiéndose en una sola, con la idea de evitar el esparcimiento que ocurrió en la Torre de Babel. El cristianismo está buscando la coexistencia pacífica con otras religiones, y el número de líderes cristianos que cree en el pluralismo religioso está aumentando a diario. Pero el sincretismo religioso fracasará. Si leemos el Apocalipsis, veremos lo siguiente: «Y clamó con voz potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible» (Apocalipsis 18, 2). El sincretismo, que busca la unidad con varias religiones que sirven a espíritus malvados, fracasará sin falta.
Con respecto a nuestra fe en Jesús, si creemos de manera impura, seremos juzgados por Dios. Los cristianos de hoy en día que no han nacido de nuevo están levantando la torre de Babel impura al adoptar cosas del mundo y mezclarlas con la fe. Se levantan contra Dios con su gran influencia y sus éxitos creando un poder unificado. Durante los últimos días, los santos justos debemos tener cuidado con este sincretismo, que intenta hacernos mezclar cosas en nuestra fe pura. Si añadimos algo al sacrificio de Abel, el primogénito del rebaño y su gordura, seremos destruidos. Si nuestra fe es impura como la de Caín, nos llevará a la ruina. Los que estamos viviendo en los últimos días no deben creer de manera impura.
En la actualidad Satanás está inspirando el sincretismo a la gente de todas las religiones e incluso a los cristianos. Como resultado, todas las religiones acaban siendo una. Cada uno de estos cristianos se está uniendo y están aceptando un dios común. Pero Dios nos dice: “Hay dos tipos de fe, no una”. Esto significa que hay un tipo de fe como la de Abel, y otro tipo de fe como la de Caín. Y esto significa que la fe de Abel, que ofreció al primogénito del rebaño, es la fe genuina.
No hay una fe, sino dos. Existe la fe correcta y la incorrecta. Como hemos empezado con la fe correcta, debemos protegerla y mantenerla hasta el final, predicarla con devoción y presentarnos ante el Señor cuando vuelva.