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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 20-3] Crean en el Jesús resucitado (Juan 20:19-31)

Crean en el Jesús resucitado(Juan 20:19-31)
«Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos. Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre».
 
 
En un período de un año la Pascua solo dura una semana. Durante el período de cuaresma reflexionamos acerca de la pasión de Jesús durante cuarenta días y observamos la semana en la que Jesús murió en la Cruz y resucitó al tercer día. Aunque no observamos la Cuaresma con huevos duros como hacen otras personas, lo que sí hacemos es reforzar nuestra fe meditando acerca del significado de la pasión y la resurrección de Jesús. En Pascua, muchas personas hierven huevos y escriben frases como “celebración de la Pascua” o “Jesús ha resucitado” en la cáscara. Hay personas que comen cuatro huevos, pero algunas personas pueden llegar a comer treinta. Piensan que comiendo tanto pueden honrar la resurrección de Jesús.
Aunque no observemos esta fiesta de manera especial, porque no comemos huevos y si lo hiciésemos algunos lo sentirían, esta Pascua sí que nos apetece comer huevos. Si quieren dibujar o escribir algo en las cáscaras, háganlo, y asegúrense de que por lo menos hay un huevo para cada persona. Sin embargo, me gustaría que se comiesen los huevos pensando en el verdadero significado de la Pascua.
 
 

El significado de la Pascua

 
Como Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista tuvo que sufrir en la corte de Pilato y fue condenado a morir a pesar de no tener ningún pecado. Lo primero que Jesús hizo en Su ministerio público fue ser bautizado por Juan el Bautista. Jesús, que vino a este mundo encarnado en un hombre para salvarnos de nuestros pecados, primero tuvo que tomar todos nuestros pecados a través de Su bautismo. De esta manera perfeccionó la justicia de Dios al ser bautizado. ¿Dónde fue Jesús después de cargar con todos los pecados del mundo? Al cargar la Cruz a Sus espaldas, Jesús fue a Gólgota. En ese monte fue clavado a la Cruz como un criminal. Con la corona de espinos en Su cabeza, empezó a brotarle sangre. En Su cuerpo llevaba las marcas de los latigazos. Como recibió cuarenta latigazos menos uno, Su cuerpo entero estaba desgarrado. A través de este método cruel de tortura de la ley romana, los criminales eran azotados antes de ser ejecutados.
Como está escrito: «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados» (Isaías 53:5). Jesús fue bautizado y cargó con todos los pecados a Sus espaldas y murió trágicamente por nuestros pecados. Pero fue resucitado al tercer día. Al morir en la Cruz pagó el precio por nuestros pecados completamente y al ser resucitado al tercer día, dio testimonio de la salvación perfecta. De hecho todas estas cosas demuestran el amor de Dios para salvarnos de nuestros pecados.
De hecho Jesús pudo morir clavado en la Cruz porque había tomado sobre Sí mismo todos los pecados del mundo sin dejar ninguno. Como nos amó tanto tomó todos los pecados del mundo a través de Su bautismo, pudo ser clavado en la Cruz de la manera más cruel. Esto tuvo que ocurrir así por la salvación de Su pueblo, es decir, para liberarnos de nuestros pecados. Por eso nuestro Señor murió clavado en la Cruz en nuestro lugar y fue resucitado de entre los muertos.
Queridos hermanos, no lloren en la Cuaresma. La Cuaresma no es un tiempo para llorar y lamentarse. En este domingo de Pascua deben tener fe en la resurrección del Señor y que está en ustedes también. No deben llorar en vano. Si tuviésemos que recoger todas nuestras lágrimas y ofrecérselas a Jesús, no le gustaría nada. Nos reprendería por nuestra falta de conocimiento diciendo: «¿Creéis que fui bautizado y crucificado para que lloréis tanto?». Por tanto, en vez de llorar y gritar tanto deben dar gracias por creer que el Señor fue bautizado y murió por ustedes en la Cruz para salvarles de sus pecados. Debemos saber esto sin dudarlo: Dios se regocija por nuestra fe en Su amor en vez de nuestras lágrimas o tristeza.
Jesucristo resucitó el domingo por la mañana, la mañana siguiente al sábado. Según el calendario judío, los judíos observaban el sábado desde la puesta de sol del viernes hasta la puesta de sol del sábado según la Ley. Según su calendario, Jesús murió a las 3 de la tarde del viernes antes del sábado. Los judíos no querían dejar el cuerpo en la Cruz porque se acercaba el sábado, y como no podían trabajar el sábado, si no bajaban el cadáver, el sábado sería profanado. Así que bajaron el cuerpo de Jesús de la Cruz deprisa, lo pusieron en una tumba grande y taparon la entrada con una roca.
Pasó un día y el sol empezó a ponerse el sábado. El sábado se había terminado y empezaba un nuevo día. El Señor fue resucitado el amanecer de este nuevo día. Como el Señor fue resucitado el domingo por la mañana, los domingos son el día del Señor. Jesús resucitó ese día y esto significa que los pecados de la humanidad han sido resueltos, así como las maldiciones y la destrucción. Esto significa que ha cumplido nuestra salvación perfecta y completamente.
Jesucristo se levantó de entre los muertos. Los que creen en la justicia del Señor pueden recibir la salvación de sus pecados a través de Su resurrección. La fe en que el Señor recibió Su bautismo y resucitó de entre los muertos después de morir en la Cruz es la fe perfecta. Si Jesús hubiese terminado Su ministerio al tomar los pecados del mundo por Su bautismo y morir en la Cruz, ¿podría haber sido el verdadero Camino, el Camino de la Vida? No, no podría haberlo sido. Como Jesús se levantó de entre los muertos, se pudo convertir en nuestro Salvador, y por muy pecadores que seamos, todos podemos obtener la salvación de nuestros pecados y la vida eterna al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y por eso nuestros corazones tienen la fe que confiesa: «Jesús venció a la muerte y se levantó de entre los muertos. Ahora está vivo y está sentado a la derecha de Dios Padre». Esta es la correcta fe cristiana.
Mientras vivimos en este mundo, a menudo tenemos problemas difíciles. Sin embargo, como nuestro Señor está vivo y tenemos fe en Su resurrección, podemos obtener ayuda si oramos a pesar de nuestras dificultades. En nuestros corazones tiene que haber la fe en el Señor vivo.
La fe en la resurrección es muy importante. Creo en la resurrección de Jesucristo. ¿De verdad creen en ella? Después de haber tomado todos nuestros pecados a través de Su bautismo y haber muerto en la Cruz, Jesús resucitó al tercer día. Cuando tenemos esta fe de creer en que Jesús se levantó de entre los muertos, estamos vestidos con la bendición de poder resucitar y no terminar nuestras vidas con la muerte de la carne. Los que creen en la resurrección de Jesús poseen esta fe en que serán resucitados después de la muerte de su carne. Esta fe es muy importante.
Cantamos alabanzas a Su resurrección: «¡Resucitó! ¡Resucitó! ¡Aleluya! ¡Cristo resucitó!». Nos regocijamos no solo por la resurrección de Jesús sino también por la fe en que podemos resucitar de entre los muertos. Hay muchas personas que creen simplemente en la resurrección del cuerpo de Jesús a ciegas, sin pensarlo. Sin embargo, no hay muchas personas que crean que se levantarán de nuevo después de morir como Jesús. Esto se debe a que no han nacido de nuevo de verdad.
Es fácil para los nacidos de nuevo creer que Jesús resucitó después de morir. Sin embargo, la gente que no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu duda su resurrección diciendo: «Es posible porque Jesús es el Hijo de Dios». Sin embargo no creen que ellos vayan a resucitar. Y estas personas están frustradas porque aunque dicen que resucitarán de nuevo, no lo creen. Jesús dijo claramente que volvería a este mundo y que en ese momento resucitaría a los que hubiesen nacido de nuevo de verdad y creyesen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta es la resurrección de los justos.
Hay dos casos de resurrección: la primera resurrección, que es la resurrección de los que tienen el Evangelio del agua y el Espíritu y la segunda resurrección que tendrá lugar 1000 años después de la resurrección de los justos. La resurrección de los pecadores tiene lugar para ser juzgados. Por tanto, estos pecadores no serán tomados cuando vuelva el Señor a este mundo. Sin embargo, nosotros, los que creemos que el Señor fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz y fue resucitado de entre los muertos, seremos resucitados y llevados a Su Reino cuando vuelva. Estoy agradecido porque podemos tener esta fe en el Evangelio del agua y el Espíritu.
Después de la muerte de Jesús en la Cruz, Sus discípulos temblaban de miedo. Pensaban que todo, incluyendo seguir al Señor, se iba a acabar. Cerraron todas las puertas y ventanas por miedo a ser arrestados. Estaban preocupados porque pensaban que los judíos los arrestarían por haber seguido a Jesús y que morirían por ello. Y se sentían indefensos en este mundo porque Jesús ya no estaba con ellos para protegerlos. Jesús se les apareció entonces. Jesús cruzó una pared porque Su cuerpo resucitado era un cuerpo divino que trascendía el tiempo y el espacio.
Al principio los discípulos estaban muy sorprendidos, pero reconocieron que era Jesús y se sintieron aliviados enseguida. Estaban preocupados por todo, pero en el momento en que vieron a Jesús resucitado, ¡qué contentos debían haber estado! El Señor dijo: «La paz esté con vosotros». El Señor dijo: «La paz esté con vosotros» cuando apareció por segunda vez y por tercera vez. Jesús les dio la misión de predicar este Evangelio a estos discípulos que se habían sentido indefensos.
Después de Su resurrección, ¿qué nos dio nuestro Señor? La paz es lo que nos dio. En los corazones de los que han nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu, es decir en los que creen en las obras que Jesús ha hecho y en Su resurrección, Jesús ha puesto paz. Y por eso siempre encontramos paz en los corazones de los que creen en Jesucristo. A veces el cuerpo se siente cansado pero el corazón se siente tranquilo por esta fe. El mundo está lleno de pecados y nuestra carne es débil. Pero Jesús dijo dos veces que tenemos paz. Por tanto, nuestros corazones están en paz. Lo primero que nuestro Señor nos dio después de Su resurrección es la paz. En los corazones de los que creen en Jesucristo correctamente hay paz. Hay paz en sus corazones y gozo porque ya no hay más pecados en nosotros y esto nos hace sentirnos bien.
 
 

A parte de la paz, ¿qué más nos dio Jesús?

 
Sin duda nos dio el Espíritu Santo. Leamos nuestro pasaje de las Escrituras de hoy en Juan 20:22: «Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo». El Señor resucitado les dijo a los discípulos que recibiesen el Espíritu Santo. Esto significa que el Señor nos ha dado el Espíritu Santo como un don a los que hemos recibido la remisión de los pecados al creer que vino a este mundo, tomó los pecados de toda la humanidad mediante el Evangelio del agua y el Espíritu, y resucitó de entre los muertos. El día en que el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos cuando estaban reunidos después de la muerte de Jesucristo pasó lo siguiente: «Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen» (Hechos de los Apóstoles 2:1-4). Así el Señor entregó Su Espíritu Santo a los discípulos que creyeron en el Evangelio del agua y el Espíritu.
El Señor borró todos los pecados de este mundo con Su bautismo y Su muerte, y después de resucitar de entre los muertos, les dio a Sus discípulos el Espíritu Santo. Estos pasajes significan que el Señor nos dará el Espíritu Santo, junto con la remisión de los pecados, como un don a los que creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Jesucristo tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, y después de morir en la Cruz y resucitar de entre los muertos, les dio a Sus discípulos el Espíritu Santo de forma gratuita. Lo que está claro es que el Señor les dio el Espíritu Santo a Sus discípulos de manera gratuita después de resucitar de entre los muertos. Después de completar Su salvación con Su resurrección, Jesús les dio el Espíritu Santo a los que creen en este Evangelio de Verdad, es decir a los que han recibido la remisión de los pecados en sus corazones.
¿Cómo eran los discípulos de Jesús antes de la resurrección de Jesús? Cuando Jesús practicaba muchos milagros y demostraba Sus poderes, los discípulos eran leales y demostraron Su voluntad fuerte diciendo: «Te seguiré hasta la muerte, Señor». Pero cuando Jesús fue arrestado por los soldados romanos, todos fueron separados como ovejas sin pastor. De hecho uno de los discípulos vendió a Jesús por 30 monedas de plata, y otro lo negó tres veces cuando le preguntaron si conocía a Jesús. Cuando el Jesús resucitado se apareció delante de este discípulo temeroso, su propia voluntad y justicia se vinieron abajo.
Jesús fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz y fue resucitado de entre los muertos. Cuando Jesús fue resucitado y apareció ante Sus discípulos, les dijo que recibiesen el Espíritu Santo. Jesús les estaba diciendo a los discípulos que recibiesen el Espíritu Santo cuando les sopló. El Señor les dio el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, a Sus discípulos. Jesús nació en este mundo, y a través de Juan el Bautista, recibió el bautismo mediante en que tomó todos los pecados del mundo. Después murió en nuestro lugar en la Cruz para pagar el precio de esos pecados. Entonces resucitó al tercer día y venció a Satanás, y les dio el Espíritu Santo a Sus discípulos. Esto significa que nos ha sellado con el Espíritu de Dios. En otras palabras, ha confirmado nuestra salvación de los pecados.
Si alguien quiere recibir el bautismo del Espíritu Santo ante Dios, debe creer en esta verdad de que Jesucristo tomó todos los pecados del mundo para siempre a través de Su bautismo, y que murió en la Cruz porque cargó con esos pecados; y que después fue resucitado de entre los muertos. La verdad bíblica es esta, que solo se recibe la remisión de los pecados al creer en esta Verdad, y que entonces se puede recibir el Espíritu Santo de Dios, y no antes. El pasaje de las Escrituras de hoy nos está diciendo esto. Es muy importante tener fe en esto. Es muy importante saber y tener fe en que una persona puede recibir el Espíritu Santo solo después de haber recibido la remisión de todos sus pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Si no creemos que Jesucristo ha borrado todos nuestros pecados completamente mediante el bautismo que recibió de Juan el Bautista y al morir en la Cruz, no podemos recibir la remisión de los pecados. Si es así nunca podremos creer en la resurrección de Jesús. Tenemos que creer que Jesús tomó todos nuestros pecados al ser bautizado, que Su muerte en la Cruz simboliza mi muerte, y que la resurrección de Jesucristo es mi resurrección. Y solo los que creen en esta verdad pueden recibir el Espíritu Santo como un don. Sin embargo, los que no creen en esta Verdad, es decir los que todavía tienen pecados en sus corazones porque no han recibido la remisión de sus pecados porque se niegan a creer en el Evangelio del agua y el Espíritu a pesar de su fe en Jesús, no pueden recibir el Espíritu Santo.
Después de resucitar de entre los muertos, ¿qué fue lo primero que Jesús les dijo a Sus discípulos cuando se les apareció? Dijo: «Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío» (Juan 20:21). Y entonces les sopló diciendo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos» (Juan 20:22). Esto nos demuestra claramente que nuestro Señor nos ha dado el Espíritu Santo como un don a los que creemos en el bautismo de Jesucristo, Su sangre derramada en la Cruz, y en el hecho de que Jesucristo se ha convertido en nuestro Salvador. Jesucristo fue bautizado por Juan el Bautista para tomar todos nuestros pecados y los ha borrado al morir en la Cruz. Su carne fue desgarrada por los azotes crueles y fue clavado a la Cruz para derramar Su sangre hasta morir por nuestros pecados. Su resurrección nos dio la verdadera resurrección y la vida eterna nueva. ¡Nueva vida, amigos! Teníamos que morir por nuestros pecados, pero Jesús borró todos nuestros pecados al cargar con ellos en Su cuerpo y al resucitar de entre los muertos nos dio esta vida nueva a los que creemos en Él. El Señor ha permitido a los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu vivir para siempre en el Reino de Dios.
El Señor nos ha dado el Espíritu Santo a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por tanto, quien haya recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu recibe el Espíritu Santo del Señor. ¿Tienen el Espíritu Santo en sus corazones? El bautismo del Espíritu Santo es recibir el Espíritu Santo. El Señor nos ha dado el Espíritu Santo como don a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Sin embargo hay muchos cristianos hoy en día que no entienden correctamente el bautismo del Espíritu Santo porque no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu.
Podemos averiguar cómo recibir el Espíritu Santo según las Escrituras si buscamos el significado de la resurrección de Jesús. Jesucristo recibió Su bautismo y fue clavado en la Cruz por nuestros pecados. Fue herido por nuestros pecados y transgresiones. Nos salvó a los que creemos en Su amor. En otras palabras, ha perfeccionado nuestra salvación con Su salvación. La remisión de los pecados y el Espíritu Santo desciende sobre los que creen de verdad que el Señor ha resucitado para darnos nueva vida.
Queridos hermanos, ¿han recibido el Espíritu Santo después de recibir la remisión de los pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu? ¿Tienen el Espíritu Santo en sus corazones? ¿Han recibido la remisión de sus pecados? Si no hay pecados en sus corazones han recibido el Espíritu Santo sin duda. Jesús se les apareció a Sus discípulos y les dijo que recibiesen el Espíritu Santo.
Dios Padre y Jesús, así como el Espíritu Santo, son un Dios. Dios Padre prometió la salvación a través de Cristo; Jesús, el Hijo Santo, cumplió la promesa de la salvación al recibir el bautismo de Juan el Bautista, al morir en la Cruz y ser resucitado; y el Espíritu Santo da testimonio de la obra de redención que el Señor ha completado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y nos ayuda y obra en nosotros para que podamos creer en esta Verdad. Así el Espíritu Santo entra en el corazón de una persona cuando esa persona recibe la salvación de sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos saber que antes de esto los discípulos no tenían el Espíritu Santo, Aunque habían creído en Jesús, el Espíritu Santo no estaba dentro de sus corazones. Aunque sabían que Jesús les daría el Espíritu Santo porque se lo había prometido, no lo tenían en sus corazones todavía.
En realidad, ¿cuándo fue enviado este Espíritu Santo a este mundo? El Espíritu Santo fue enviado el día de Pentecostés y solo a los que creían que Jesús había resucitado de entre los muertos después de haber recibido el bautismo y haber muerto en la Cruz. Antes de este suceso, ¿tenían los siervos de Dios el Espíritu Santo? No. Antes, Dios hablaba a Sus siervos de vez en cuando a través del Espíritu Santo. Dios había hablado tocando los corazones de los siervos de Dios. En otras palabras, Dios obró fuera de nuestros corazones. Había hablado fuera de nuestros corazones y cuando la obra se terminó, no hizo ninguna obra más. Pero solo después de que Jesús resucitase de entre los muertos el Espíritu Santo entró públicamente en los corazones de Sus discípulos, es decir, en los que creen de verdad en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Lo entienden?
En el Antiguo Testamento encontramos a personas como el rey Saúl, un hombre típico de la carne que profetizó al hablar en lenguas entre los profetas. Y entonces la gente se preguntó: «¿Qué le ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?» (1 Samuel 10:11). Sin embargo, una vez Dios permitió que Saúl profetizase inspirándole durante un momento. Después el Espíritu Santo le dejó. El corazón de Saúl se quedó vacío de nuevo. Y al no creer en Dios entraron espíritus malvados en su corazón y Saúl, que se había convertido en rey gracias a Dios, se levantó contra Él.
¿Es la fe de los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu diferente de la de los discípulos de Jesús? ¿Hay alguna diferencia entre la fe de los discípulos de Jesús y la de los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu actualmente? No hay ninguna diferencia. La manera en la que los discípulos creyeron entonces y la fe que tenemos ahora son iguales. Por tanto, de la misma manera en que los discípulos de Jesús recibieron el Espíritu Santo como un don, el Señor también nos ha dado el Espíritu Santo como un don a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Nos ha dado el Espíritu Santo como un don a los que creemos en el hecho de que Jesús ha borrado todos nuestros pecados a través del Evangelio del agua y el Espíritu.
¿A quién le dio el Espíritu Santo el Señor? ¿Puede una persona que tiene pecados en su corazón recibir el Espíritu Santo? Debemos saber que el Espíritu Santo no entrará en el corazón de una persona con pecados. ¿Apareció Jesús delante de cualquier persona para darle el Espíritu Santo? ¿Le pidió a cualquier persona con la que se encontraba que recibiese el Espíritu Santo? No. Jesús apareció específicamente delante de Sus discípulos y les dijo que recibieran el Espíritu Santo. Ellos tenían fe en Su bautismo, muerte en la Cruz y resurrección. Jesús es el Hijo del Dios vivo. Y el Apóstol Pedro dijo que el agua es el símbolo de nuestra salvación, es decir el bautismo de Jesús (1 Pedro 3:21). El Apóstol Pablo también dijo: «porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos» (Gálatas 3:27). Esto significa que los discípulos de Jesús creyeron en Su bautismo. Y tenían la fe que creía en la razón por la que Jesús murió en la Cruz, y que lo que les dio esta nueva vida es la resurrección de Jesús. Por esta razón el Señor les da el Espíritu Santo a los que han recibido la remisión de los pecados por fe a través del Evangelio del agua y el Espíritu y no antes. Podemos llegar a esta conclusión.
Actualmente hay muchos cristianos que dicen haber recibido el Espíritu Santo aunque tengan pecados en sus corazones. Pero esto no puede ser cierto. Una persona que tiene pecados en su corazón no puede tener el Espíritu Santo Cuando Jesús resucitó, les dijo a Sus discípulos: «Recibid el Espíritu Santo. La paz sea con vosotros». Todas las Palabras que Dios dice son muy importantes. Por tanto, debemos pensar cómo podemos recibir el Espíritu Santo primero y después creer correctamente. La Biblia nos dice exactamente qué tipo de personas pueden recibir el Espíritu Santo. A través de la Palabra de Dios podemos ver claramente cómo nuestro Señor nos ha salvado de los pecados mediante el Evangelio del agua y el Espíritu y lo que nos ha dado después de la salvación.
El primer día de Pentecostés, que es el decimoquinto día después de la muerte de Jesús en la Cruz, Dios entregó el Espíritu Santo a Sus discípulos. En ese momento en que el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos de Jesús que estaban reunidos en una habitación. ¿Creían los doce discípulos en el Evangelio del agua y el Espíritu? Por supuesto que sí. El Espíritu Santo descendió sobre ellos mientras estaban orando. Los discípulos que habían recibido el Espíritu Santo empezaron a hablar en lenguas extranjeras.
Sin embargo, hay muchas personas que no entienden esto correctamente. Para recibir el Espíritu Santo primero hay que recibir la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y también creer en la resurrección de Jesús, pero la gente cree que se puede recibir el Espíritu Santo si se ora en grupo fervientemente sin ningún otro requisito. Y siguen pensando que hablar en lenguas es la prueba de que el Espíritu Santo está en ellos. Por tanto, hacen todo lo posible por hablar en lenguas.
Pero debemos saber que no podemos recibir el Espíritu Santo con nuestros propios esfuerzos. Nuestro Señor no nos dio el Espíritu Santo a los que intentan obtenerlo por sus propios medios. En los últimos días habrá muchos falsos milagros realizados por el diablo, pero la obra del Espíritu Santo se manifiesta a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Y entre las muchas lenguas que se hablan en el cristianismo, muchas no son la obra del Espíritu Santo, sino de un espíritu malvado. La iglesia de Corinto estaba llena de cristianos que hablaban en lenguas pero en vez de estar llenos del Espíritu Santo, tenían muchos problemas espirituales. Hablar en lenguas no es la prueba de estar lleno del Espíritu Santo. Espero que entiendan esto bien.
Antes de ser arrestado, Jesús les dijo a Sus discípulos: «Y oraré al Padre y Él os dará otro Ayudante, que vivirá con vosotros para siempre: el Espíritu de la verdad, y al que el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis porque vive y vivirá en vosotros» (Juan 14, 16-17). Él ya había prometido el Espíritu Santo a los discípulos. El Ayudante es el Espíritu Santo, y esto está escrito en Juan 14:26: «Pero el Ayudante, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todas las cosas que os he dicho». Este Espíritu Santo reside en los corazones de los santos que han nacido de nuevo en el Evangelio del agua y el Espíritu, y enseña a los santos para dar testimonio de Jesucristo. La obra del Espíritu Santo está detallada en Juan 16:14-15.
Jesús se les apareció por tercera vez a Sus discípulos después de Su resurrección y les mostró prueba de la resurrección. Le dijo a Tomás que pusiese la mano en Su costado y así demostró que era Él. Además compartió comidas con ellos. Jesús fue a la orilla del mar para buscar a Sus discípulos cuando estaban pescando y les ayudó a pescar diciendo: «¿Habéis pescado mucho? Echad la red en la otra parte de la barca donde el agua es más profunda». Jesús se quedó en la tierra durante cuarenta días después de Su resurrección y dio testimonio de muchas cosas y del Reino de Dios. Entonces, en el primer Pentecostés, el decimoquinto día desde la muerte de Jesús en la Cruz, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos.
El Señor se apareció a los que habían recibido la remisión de los pecados y les dijo que recibiesen el Espíritu Santo. La gente que ha recibido la remisión de los pecados son los que creen que Jesús vino a este mundo y tomó todos los pecados sobre Su cuerpo a través de Su bautismo, murió en la Cruz por esos pecados, resucitó al tercer día y ascendió al Reino de los Cielos. De esta manera Jesús tomó todos los pecados que cometemos en este mundo por nuestras debilidades, por nuestra arrogancia, porque somos carnales y los pecados que cometemos tanto con nuestros pensamientos como con nuestras acciones. Fue herido por nuestras trasgresiones. Nuestro Señor tomó incluso los pecados que cometeremos en el futuro. Murió en la Cruz una vez y resucitó una vez. Así nos ha salvado completamente. Y el Espíritu Santo desciende sobre todos los que creen en esto. El Espíritu Santo no desciende sobre ustedes porque hagan ruidos santos. Además no descenderá sobre ustedes porque hablen en lenguas. ¿Lo entienden? El Espíritu Santo desciende sobre los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y la resurrección del Señor.
Pero, ¿por qué creen que Dios les dio el don de lenguas a ciertas personas? En coreano, la palabra lenguas significa un dialecto regional. Es como una variante de un idioma. Dios les dio este don especial de hablar en lenguas a los discípulos para que lo utilizasen para predicar el Evangelio a otras regiones. Y el Libro de Hechos nos dice claramente que, cuando los discípulos de Jesús hablaron en lenguas, la multitud se reunió a su alrededor confusa porque cada uno les oía hablar en su propia lengua (Hechos 2:6). El don de las lenguas era un milagro que tenía el objetivo de predicar el Evangelio.
No se puede considerar que una persona haya recibido el Espíritu Santo solo porque hable en lenguas. Vayan a cualquier iglesia donde digan tener el milagro de hablar en lenguas. No se imaginan el ruido que hacen. Gritan palabras incomprensibles y dicen estar hablando en lenguas.
Sin embargo, las personas que creen en Jesús por haber llegado a conocer el Evangelio del agua y el Espíritu, no hacen tanto ruido. Aunque no gritemos y hagamos ruido, el Señor escucha nuestras palabras. Aunque no puedo explicarlo todo detalladamente aquí, está claro que Jesús les ha dado el bautismo del Espíritu Santo a los que han recibido la remisión de los pecados. Queridos hermanos, ¿han recibido el bautismo del Espíritu Santo?
La gente tiene mucho interés en el bautismo del Espíritu Santo hoy en día. Y hay muchos autores que han escrito muchos libros sobre este tema. Pero no encontrarán a nadie que haya escrito algo correcto sobre el Espíritu Santo. Como nunca han sido verdaderos discípulos de Jesús, no pueden entender correctamente el Espíritu Santo. Cuando tienen una pluma en la mano y empiezan a escribir con mucha confianza en sí mismos, parece que todo lo que escriben sea correcto, pero cuando leen lo que han escrito se dan cuenta de que no es más que un montón de palabras vacías. A no ser que alguien haya recibido la remisión de los pecados en su corazón, no podrá recibir el Espíritu Santo y no podrá escribir acerca del Espíritu Santo.
¿Qué más nos dio nuestro Señor a los que hemos recibido la remisión de los pecados a parte del Espíritu Santo y la paz? La autoridad de perdonar los pecados. Leamos el versículo 23 de nuevo: «A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos». Jesús les dio a Sus discípulos la autoridad de perdonar los pecados. Después del Espíritu Santo y la paz, esta es la tercera cosa que el Señor les dio a Sus discípulos. Esta autoridad es poder. Claramente el Señor les ha dado a los discípulos este poder para hacer que otras personas reciban la remisión de los pecados.
La autoridad es algo poderoso. Cuando era un niño, las carreteras en nuestra ciudad no eran tan grandes como las que tenemos hoy en día y había rocas tan grandes como calabazas. Cuando iba en autobús, las carreteras tenían tantos baches que si no nos agarrábamos bien, nos dábamos con la cabeza en el techo del autobús. Los santos jóvenes pueden llegar a pensar: «¿Es eso cierto?». Pero los que son de mi generación saben lo que estoy diciendo. Si el conductor del autobús veía una roca grande en la carretera e intentaba evitarla, la rueda de atrás a veces se quedaba enganchada en la roca. Si el autobús intentaba pasar por encima de la roca, la gente que estaba sentada en la parte de atrás salía volando y se daba con la cabeza en el techo. Los santos más mayores seguramente habrán vivido esta experiencia que es similar a la de estar en una montaña rusa de un parque de atracciones.
Cuando había una carretera así en mi vecindario, cada vez que iba en autobús el conductor decía: «Queridos pasajeros, lo siento pero ¿podrían bajarse del autobús y empujar?». El autobús se quedaba atascado muchas veces cuando intentaba subir una colina y entonces los pasajeros no tenían más remedio que bajarse del autobús y empujarlo. Y después se volvían a subir y ocurría lo mismo en la siguiente colina.
En un vecindario como el nuestro, el Presidente Chung Hee Park, el fallecido presidente de Corea, presenció la ceremonia de apertura de una planta termoeléctrica. Cuando se corrió la noticia de que el presidente iba a asistir a la ceremonia, la gente del vecindario barrió y limpió todos los rincones de la ciudad, incluyendo las carreteras, que quedaron libres de piedras y rocas. También cortaron los árboles de una de las montañas con sierras y los plantaron a lo largo de la carretera. Como arrancar un árbol por la raíz, simplemente los cortaron y los plantaron como si fueran flores.
Después de tanto trabajo el presidente Chung Hee Park llegó en un coche negro rodeado por docenas de motos. El vecindario, que podía ver al presidente de cerca, salió a las calles con la bandera nacional gritando: «¡Bienvenido, presidente!». Pero poco después de que el presidente se fuese tras la inauguración, esta carretera fue asfaltada y mejorada. Más tarde se descubrió que el presidente Chung Hee Park le había dicho a su secretario que había demasiados baches en la carretera y que le gustaría arreglarla. Con esas pocas palabras, la carretera se arregló y asfaltó casi inmediatamente. La autoridad funciona así. Es el poder de hacer todo lo posible con una sola palabra.
No solo nos dio el Espíritu Santo Jesús, sino que nos dio la autoridad de perdonar los pecados a los que tienen el Espíritu Santo en sus corazones. Por tanto, perdonamos los pecados de los que quieren predicar el Evangelio del agua y el Espíritu de Dios. «¿Tienen algún pecado? Jesús ha eliminado esos pecados. En el futuro cometerán muchos pecados. También ha eliminado esos pecados. Jesús vino a este mundo y fue bautizado. En ese mismo momento tomó todos los pecados del mundo y después murió en la Cruz cargando con todos esos pecados. Así nos ha salvado del problema de los pecados». Nosotros predicamos el Evangelio de esta manera. Al hacer esto de manera diligente desaparecen los pecados que teníamos cuando escuchamos estas palabras. Los pecados que eran tan numerosos y espesos como la niebla desaparecerán.
Pero aunque prediquemos la Palabra con fervor, hay muchas personas que son tan orgullosas como Lucifer. Son personas pretenciosas y frívolas que no creen en la Palabra de Verdad que predicamos. Cuando nos encontramos con personas así, no queremos predicarles el Evangelio del agua y el Espíritu. Hay personas con las que no queremos compartir las cosas buenas. Estas personas, en vez de pensar en la Palabra de Dios y escucharla, dicen: «Ese pastor no tiene educación y no sabe lo que dice». Cuando escucho esto, se me revuelve el estómago, pero aún así debo predicarles el Evangelio porque es mi misión.
Pero en la mayoría de casos, aunque prediquemos la Palabra de Verdad, no creen. Aunque les hablemos de la Palabra muchas veces siguen levantándose contra ella en vez de creer. Dios nos ha dado la autoridad de perdonar los pecados y de mandar a la gente al infierno al no predicarle el Evangelio. Nos ha dado esta autoridad a los que han recibido la remisión de los pecados. Esta es la razón por la que estamos predicando el Evangelio a muchas personas. Como hemos recibido la remisión de los pecados tenemos esta autoridad para redimir los pecados de los demás, y si le decimos a una persona que está destinada al infierno esa personas irá al infierno, esa persona irá al infierno. No hacemos esto por nuestra propia voluntad, sino porque proclamamos la Palabra.
 
 
Los pecados de la gente son redimidos cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu por fe
 
¿Qué ocurriría si no predicásemos el Evangelio del agua y el Espíritu? Que la gente iría al infierno. Por muy inteligente que sea la gente y por mucho tiempo que lleven en una iglesia, y aunque tengan un diploma en teología, literatura o filosofía, si no conocen esta Verdad, irán al infierno. Aunque esta gente no nos guste desde una perspectiva humana, siempre debemos animarles para que escuchen el Evangelio una vez más porque tenemos la autoridad de perdonar los pecados de los demás. Dios quiere que todo el mundo encuentre el conocimiento de la Verdad. Al saber esto no podemos dar la espalda a la obra de salvar a los pecadores por nuestras preferencias humanas.
Jesucristo nos ha dado esta autoridad a los que tenemos el Espíritu Santo porque creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu y hemos recibido la remisión de los pecados. Queridos hermanos, ¿creen en esto? Por tanto, la gente que rechaza este Evangelio que estamos predicando y se comporta de manera frívola hasta el final irá al infierno.
Nosotros compartimos nuestros libros en inglés con algunos líderes cristianos famosos de este mundo, y ellos nos comentaron que estaban bastante sorprendidos. Dijeron que, aunque no sabían por qué Jesucristo fue clavado en la Cruz, por qué se le perforó el costado con una laza y por qué se dejó torturar, se asombraron al averiguar que todo fue por los pecados que Jesús había tomado en Su bautismo. Esto nos demostró que se habían dado cuenta de que Jesús pudo morir en la Cruz porque había tomado todos los pecados del mundo a través de Su bautismo recibido de Juan el Bautista. Y además nos pidieron que enviásemos más libros en inglés para compartirlos con otras personas. Y fue nuestro placer enviarles muchos más libros.
Pero por otra parte, un pastor bien conocido dijo cosas malas sobre el Evangelio del agua y el Espíritu. Este pastor atacó al Evangelio del agua y el Espíritu diciendo que si fuese la Verdad aparecería claramente en la Biblia. Sin embargo, aunque nos estaba atacando, parecía confuso repitiendo estas absurdas palabras una y otra vez, diciendo que no le gustaba este Evangelio, y así puso fin a su correo electrónico firmando su nombre pero no su nacionalidad.
Estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu original por primera vez desde la era de la Iglesia Primitiva. A parte de los discípulos que aparecen en el Libro de Hecho, nosotros somos los primeros que predican el Evangelio del agua y el Espíritu. La persona que está traduciendo nuestros libros al alemán dice que, aunque hay muchos cristianos en Alemania, el Evangelio del agua y el Espíritu no está en ninguna parte. La persona que corrigió la edición francesa dice que tuvo que reconsiderar su fe ahora que conoce este Evangelio auténtico. Esto significa que este Evangelio es diferente de lo que sabía anteriormente y que debía reconsiderar su fe completamente.
Muchas personas se sienten confusas y dicen que las enseñanzas sobre el Espíritu Santo que aparecen en nuestros libros son muy diferentes a las que conocen, pero el Jesús resucitado nos dijo claramente que recibiésemos el Espíritu Santo. Y entonces dijo: «A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos» (Juan 20:23). Hemos recibido la remisión de nuestros pecados y el Espíritu Santo de Dios. Y también hemos recibido la autoridad de perdonar los pecados de los demás. ¿Es cierto o no?
Como tenemos esta gran autoridad, ¿por qué utilizarla para enviar a personas al infierno? ¿Sería esto correcto? Por tanto, debemos humillar nuestros corazones y predicar el Evangelio con humildad. Todo lo que debemos hacer es tolerar su ignorancia. Debemos enseñar el Evangelio a las personas aunque no lo sepan, debemos imprimir más libros y enviárselos y debemos tolerarlas diciendo: «No conocéis la Verdad todavía. Si me dejáis, os la enseñaré», cuando atacan este Evangelio valioso.
La mayoría de los cristianos insisten que los pecados desaparecerán si se cree en Jesús de cualquier manera y en la sangre derramada en la Cruz. Dicen que no pasa nada por tener pecados a pesar de tener fe en Jesús. Todas estas palabras son la de los que están locos y van a ir al infierno. ¿Cómo pueden ser del Espíritu Santo? ¿Cómo pueden ser Palabras de la Biblia? Jesús no nos dio el Espíritu Santo de esta manera. Todas estas son palabras que merecen ser reprendidas.
Jesús también nos dijo que creyésemos en Su resurrección. Un discípulo llamado Tomás no podía creer aunque vio al Señor resucitado. Y dijo que no creería a no ser que pusiera la mano en el costado de Jesús. Y el Señor entendió lo que pensaba y en vez de reprenderle por no creer, le dijo: «Ven y pon tu mano en mi costado. Pon el dedo aquí y siente las marcas de los clavos». Entonces Tomás puso la mano en Su costado y sintió las marcas de los clavos. Solo entonces Tomás creyó en la resurrección de Jesús, y el Señor le reprendió diciendo: «Y no seas incrédulo, sino creyente» (Juan 20:27).
Tomás era una persona incrédula y tenía poca fe. Como discípulo de Jesús le siguió fielmente durante tres años, pero a pesar de haber visto los milagros y el poder de Jesús, aún así no pudo creer en la resurrección de Jesús. Tomás no pudo creer en la resurrección de Jesús aunque el Jesús resucitado entró en la habitación traspasando la puerta y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. La paz esté con vosotros. Os doy esta autoridad». Solo cuando Jesús dijo: «Ven aquí. Pon tu mano en Mi costado y cree» Tomás sintió las heridas y creyó diciendo: «Señor, eres mi Señor y mi Dios». A esto Jesús respondió: «Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron» (Juan 20:29).
Esta es la Palabra de la bendición que el Señor nos da ahora. Aunque no podemos ver a Jesús con nuestros propios ojos, creemos en Él leyendo las Escrituras y por fe, y en cierto sentido, al mirarlo con nuestros propios ojos. Y el Señor nos bendice por esto.
Nuestro Señor nos dijo que fuésemos creyentes fieles en vez de convertirnos en personas que no pueden creer que borrase todos nuestros pecados y se levantase de entre los muertos. Y nos dijo que esto tenía que ser guardado por escrito para que podamos recibir la remisión de nuestros pecados al creer en nuestro Señor y la vida nueva en Su nombre. El Señor nos ha dado esta vida nueva. Antes de creer en Jesús nuestros corazones estaban vacíos y en un caos completo, por lo que no disfrutábamos de la vida. Ahora tenemos la vida eterna por creer en la remisión de nuestros pecados. A través del Evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Señor nos ha dado paz, autoridad y vida eterna. Esto significa que nos ha dado la vida eterna. Debemos creer en esto.
Nuestros corazones deben ser espirituales. Aunque nuestra carne siempre desea lo carnal, los pensamientos de los que han recibido la remisión de los pecados deben estar siempre llenos de cosas espirituales. Debemos tener pensamientos espirituales y corazones espirituales. Debemos ser espirituales. Y al convertirnos en creyentes de la Palabra de Dios, debemos seguir al Señor por fe, y servir al Señor por fe y convertirnos en personas que reciben las bendiciones del Señor por fe. Para tener esta fe debemos seguir a Jesús creyendo en Él con todos nuestros pensamientos y corazones. Debemos creer en Él.
Sin embargo, hay muchas ocasiones cuando la carne va en la dirección contraria a la de nuestras mentes. Y hay muchas ocasiones en las que caemos en estos deseos carnales. Pero aún así debemos creer con nuestros pensamientos y corazones que nuestro Señor nos ha salvado completamente. Nosotros siempre pensamos que el Señor nos ha salvado, estamos preocupados por cómo predicar este Evangelio, y nos preguntamos cómo poder servir al Evangelio más aún. Y debemos estar agradecidos por el hecho de que nos ha dado la vida eterna, y debemos creer en la resurrección y esperarla. ¿Lo entienden?
Debemos negar nuestros corazones una y otra vez. Debemos tenerlos bajo control para que no se incline hacia los deseos carnales. Debemos seguir al Señor por la fe que cree en Su Palabra. Si no lo hacemos nuestros corazones se marchitarán en menos de un día. Es fácil caer en los pensamientos carnales y seguir los deseos de nuestra carne, y es entonces cuando nos despedimos de Jesús enseguida.
¿Nos salvó Jesús completamente o no? ¿Borró nuestros pecados o no? ¿Nos dio paz o no? ¿Nos dio autoridad para perdonar los pecados de los demás, el Espíritu Santo y la vida eterna? Sí. Nos ha dado la vida nueva. Seguir a la Palabra de Dios por fe es lo que es tener fe. Si creemos en Dios y seguimos Su voluntad la carne tiene que seguirnos. Pero como la carne tiende a seguir al mundo, si nuestros corazones y pensamientos siguen a la carne, nos convertiremos en cristianos sin fe y moriremos. Espero que entiendan claramente en sus corazones y mentes que el Señor se convirtió en nuestro Salvador, y que estamos sin pecados gracias a Él, que debemos predicar el Evangelio y pensar siempre en las obras de Dios.
Queridos hermanos, ¿tiende su carne a hacer la voluntad del mundo? Nuestra carne tiende a hacer la voluntad del mundo. Aunque intentemos alejarnos del mundo, nuestra carne nos arrastra hasta el mundo. Pero en vez de intentar resolver este problema debemos pensar si creemos o no en las bendiciones que el Señor nos ha dado: la paz, la remisión de los pecados, el Espíritu Santo, la vida eterna y esta nueva vida. Si creemos de todo corazón en esa fe, seremos los obreros de la justicia que salvan almas todos los días.
Estamos en la Pascua. Los rituales no son importantes, sino que lo importante es pensar en lo que el Señor nos ha dado después de Su resurrección. Nos ha dado la remisión de los pecados, paz y el Espíritu Santo; y además nos ha dado la autoridad de perdonar los pecados de los demás. Y además nos ha dado la vida nueva y eterna. Ahora todo lo que tenemos que hacer es conocer al Señor después de vivir con fe y después disfrutar una vida de riquezas eternas y de la gloria del Cielo.
Espero que entiendan claramente que el Señor ha resucitado y quiero que sigan viviendo por fe que ustedes también resucitarán.
¡Aleluya! Cristo, el Señor, se ha levantado de entre los muertos.