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Kazania

Tema 21: Evangelio de Marcos

[Capítulo 16-3] Quien crea y sea bautizado será salvo (Marcos 16, 14-20)

Quien crea y sea bautizado será salvo
(Marcos 16, 14-20)
«Finalmente se apareció a los once mismos, estando ellos sentados a la mesa, y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado. Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán». 
 
 
En el Evangelio de Marcos 16, 16 está escrito: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere, será condenado». Debemos saber el secreto de por qué creemos y debemos ser bautizados. Y debemos pensar acerca de la Palabra del Señor que dijo: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere, será condenado». Quiero repetir que debemos pensar por qué los creyentes deben ser bautizados y por qué los que no creen son condenados por Dios para pagar el precio de sus pecados. Y debemos saber la Verdad del bautismo de Jesús. 
El pasaje que hemos leído proviene del último capítulo del Evangelio de Marcos y pueden ver aquí que Jesús fue resucitado al tercer día después de morir en la Cruz. Y Jesús reprendió la dureza de sus corazones por no creer en la resurrección del Señor. 
 
 

Debemos tener fe en el hecho de que Jesús fue resucitado de entre los muertos

 
Nuestro Señor fue bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz y resucitó. Creemos que el Señor fue resucitado. Podemos tener esperanza en una vida nueva si tenemos fe en que el Señor fue resucitado de entre los muertos. Pero no podemos hacer la obra de Dios si no creemos que el Señor fue resucitado. Por tanto, podemos vivir una vida espiritual si estamos convencidos de que el Señor resucitó. Esta es la esperanza de una vida nueva, y de que nuestra carne morirá, pero nuestra carne y nuestras almas serán resucitadas para siempre y vivirán en el Reino de los Cielos eternamente. Como creemos que seremos resucitados, no vamos a dejar de vivir nuestra vida espiritual por muchas dificultades que aparezcan en nuestro camino, y aunque la muerte se nos acerque. 
Por tanto, debemos creer firmemente en la resurrección del Señor. Si Jesús no hubiese resucitado después de ser crucificado, ¿qué esperanza tendríamos? No tendríamos ninguna esperanza. Jesús resucitó para darnos una vida nueva.
En este mundo hay muchas tumbas famosas, y algunas son de tamaño considerable. Probablemente sepan lo grandes que son las tumbas de los reyes en nuestro país. Seguramente habrán visto la tumba de Qin, el emperador chino, en la televisión. Imaginen la gloria y el poder que este emperador debió ser en vida. Hoy en día siguen excavando esta tumba y cada vez se descubren cosas más sorprendentes. Lo mismo ocurre con los faraones egipcios. Las pirámides de Giza son tan enormes que nos quedamos con la boca abierta cuando aprendemos más cosas sobre ellas. Sin embargo, por muy grandes que sean estas tumbas, sus ocupantes están muertos. En realidad sus cuerpos están enterrados en tumbas enormes con la esperanza de la resurrección. Sin embargo, estas personas no resucitarán. Por muy grandes que fueran los reyes que fueron enterrados en esas tumbas, y por mucho poder que tuviesen en vida, han desaparecido de la memoria de todo el mundo. Solamente son una memoria distante de sus vidas en la historia de la humanidad. 
Sin embargo, nuestro Señor es el único Hijo de Dios que resucitó de entre los muertos. Jesucristo es el Hijo de Dios que vino a salvar a los seres humanos de sus pecados. Dios Padre quitó la roca de la entrada a la tumba de su Hijo y lo resucitó para darle esperanza a todo el que cree en Él. Jesús resucitó para resucitar a los que creen en Él. Y por eso, cuando creemos en el Señor como el Salvador, debemos tener fe en que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, pero también debemos tener fe en la resurrección. 
 
 

Prediquen el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo

 
Nuestro Señor dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». El Señor dijo a sus discípulos que recibieron la remisión de los pecados que fueran por todo el mundo predicando el Evangelio a todas las naciones; pero el alcance de las acciones de los cristianos de hoy en día es muy reducido. La mayoría de los ministros creen que sus ministerios son muy importantes si construyen iglesias grandes y plantan iglesias por todas partes. Piensan que han seguido al Señor perfectamente y que han cumplido su voluntad porque son fieles siervos del Señor que han alcanzado estas metas. 
Sin embargo, la Palabra de Dios no dice esto. El Señor dijo: «Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura». La voluntad del Señor es que vayamos por todo el mundo predicando el Evangelio a todas las criaturas. Para poder hacer la voluntad del Señor completamente no debemos contentarnos con expandir la iglesia a nivel regional, sino que debemos ir por todo el mundo y predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a toda criatura. Solo entonces podemos decir que hemos seguido la voluntad del Señor. Cuando predicamos el Evangelio es mucho mejor a los ojos de Dios predicar el Evangelio a un extranjero que no cree en Jesús que hacer que nuestra propia iglesia crezca. 
Hace mucho tiempo, incluso antes de que los misioneros famosos como Appenzeller o Horace G. Underwood viniesen a Corea en 1885, muchos otros misioneros anónimos predicaron el Evangelio en nuestro país. Hay muchos más grandes misioneros que los que son admirados por la gente de hoy en día. Appenzeller y Underwood son muy populares en nuestro país, pero en realidad no predicaron el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Todo lo que hicieron fue introducir el concepto del cristianismo en este país, siendo así instrumentos de la providencia de Dios. Fueron enviados a Corea por las iglesias metodista y presbiteriana de los Estados Unidos. Por eso entraron en la tierra de Corea a través del Puerto de Inchon. 
Entonces, ¿quién pisó este país primero, Underwood o Appenzeller? Les estoy preguntando esto porque hay una pequeña historia detrás de su llegada. Los misioneros bajaron del barco y llegaron a tierra mediante un puente, pero los presbiterianos y los metodistas bromearon acerca de quién pisó esta tierra antes, y sobre quién es el predecesor y quién el seguidor. 
Sin embargo, lo primero que hicieron estos misioneros para predicar el Evangelio en este país fue empezar un ministerio literario. Los misioneros ingleses que estaban en China en aquel entonces también predicaban el Evangelio mediante ministerios literarios. Las Sociedades Bíblicas estaban haciendo este tipo de ministerio. Estos misioneros desconocidos fueron a China para predicar el Evangelio y tradujeron la Biblia al chino primero. También conocieron a coreanos en China y tradujeron la versión china de la Biblia al coreano. Así que al principio solo tradujeron unas pocas páginas de la Palabra de Dios y las distribuyeron por Corea. Tradujeron la Palabra de Dios poco a poco y predicaron el Evangelio gradualmente. Después los Estados Unidos, que era uno de los países más poderosos del mundo, establecieron relaciones diplomáticas con Corea y enviaron al misionero Horace N. Allen, un médico, como parte de la política de relaciones internacionales con Corea. 
Más adelante llegaron muchos más misioneros a Corea y el cristianismo se predicó por toda Corea de esta manera. Hasta finales del siglo XIX, los coreanos no sabían mucho acerca de Jesús, y el cristianismo era nuevo para ellos. Pero a través de este ministerio literario que vino desde China, y gracias a porciones de la Biblia traducidas al coreano, este país conoció al Señor al escuchar los sermones y leer los libros cristianos. 
Por supuesto, al principio solo la clase noble y los expertos en Corea que estudiaban literatura clásica china pudieron leer la Biblia y aceptar la Palabra del Señor. Todos los hombres coreanos solían estudiar el confucionismo en literatura escrita en chino que el pueblo llano no podía leer. Pero los escritos cristianos de aquellos días contenían Hangeul, en alfabeto coreano, para que todos los coreanos pudieran leer y entender la Biblia o los libros cristianos. El objetivo era que incluso las personas sin educación pudieran leer la Biblia si entendían los caracteres coreanos. Así es como el cristianismo se convirtió en la religión principal de Corea. Nuestro Señor ordenó a todos los creyentes que fueran por todo el mundo predicando el Evangelio y sé que esta es la verdadera voluntad del Señor. 
 
 

¿Es indispensable que los creyentes sean bautizados?

 
¿Es obligatorio el bautismo? Hemos llegado a esta pregunta. El Señor dijo que una persona que ha recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu debe ser bautizada en el nombre del Dios Trinitario. El pasaje de las Escrituras de hoy nos dice esto.
¿Por qué hablo Jesús de la fe en su bautismo y dijo que los creyentes deben ser bautizados? Esta es la razón: como Jesús tomó todos nuestros pecados sobre sí mismo para siempre a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista cuando vino a darnos la remisión de nuestros pecados. Jesús pudo ser crucificado en la Cruz y derramar su sangre en nuestro lugar porque tomó todos nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. Por tanto, los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, que es la justicia del Señor, deben ser bautizados por esta fe. 
La sangre de Jesús y su muerte en la Cruz es la condena que pagó por nuestros pecados y el precio por los pecados. La Cruz fue el instrumento de ejecución para recibir el juicio que pagó por nuestros pecados con una vida; no es un lugar para limpiar los pecados. El precio de nuestros pecados debería pagarse mediante una vida tomada por este instrumento de ejecución. Esto se debe a que nuestro Señor tuvo que tomar todos nuestros pecados sobre sí mismo a través del bautismo recibido de Juan el Bautista y tuvo que recibir el juicio por esos pecados en nuestro lugar según la Ley justa que estipula: «Ojo por ojo, diente por diente». Por eso Jesús fue bautizado y murió en la Cruz. La Cruz de Jesús es así de importante, pero nosotros tenemos que recibir este bautismo de fe al creer completamente que los pecados del mundo fueron pasados a Jesús cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Esto se debe a que Jesús ha borrado todos nuestros pecados a través de su bautismo. Por tanto, el Señor dijo: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado».
Entonces, ¿puede una persona recibir la remisión de los pecados sin creer que Jesús tomó todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista? Hay algunas personas que dicen que pueden recibir la remisión de los pecados sin creer en el bautismo de Jesús. Sin embargo, las Escrituras dicen que no se puede recibir la remisión de los pecados sin creer en el bautismo de Jesús. En las Escrituras el Señor dice claramente que no hay salvación para los que no han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu. 
¿Por qué? Quien crea en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista será salvado de todos sus pecados; pero quien no crea en el Evangelio del agua y el Espíritu no podrá recibir la remisión de los pecados. El que una persona sea condenada por el Señor significa que tiene pecados en su corazón. Estas personas, por muy famosas que sean, tienen pecados en sus corazones porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y por tanto son juzgadas por sus pecados. 
Hay pastores y ministros famosos en el mundo como Charles Finley o John Wesley que son los fundadores de la iglesia metodista, o como Billy Graham de los Estados Unidos. Son muy famosos, ¿no creen? Sin embargo, no creen en el bautismo de Jesús ni lo predican. Predican con mucha fluidez para que todo el mundo los acepte positivamente. Todas las personas, ricas y pobres, se quedan impresionadas cuando estos predicadores hablan acerca de sus filosofías. Incluso los científicos piensan: «Vaya, dice cosas que tienen sentido y no contradicen los principios naturales» cuando escuchan estos sermones. Estos predicadores predican sermones tan impresionantes que su audiencia se queda muy impresionada. 
Sin embargo, siguen siendo pecadores porque no pueden recibir la remisión de sus pecados si no creen en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista. Por muy famosos que sean como predicadores o evangelistas, un pecador no puede ir al Cielo. Esto significa que Dios le condena porque no cree en el bautismo de Jesús. Jesús no aprueba a los que no creen en su bautismo. 
Esto es exactamente lo que significa: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado», después de resucitar de entre los muertos al tercer día después de haber muerto en la Cruz. Aquí creer no significa ser cristiano, sino creer en que Jesús tomó nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista y pagó el precio de esos pecados con la sangre que derramó en la Cruz. Ustedes han creído en la sangre derramada en la Cruz hasta ahora. Pero, ¿han creído que el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista es muy importante? Aunque hayan creído en la sangre de Jesús derramada en la Cruz, ¿han creído que el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista borró sus pecados? Esto significa que no se puede recibir la salvación si no se cree en el bautismo que Jesús recibió para cargar con nuestros pecados y borrarlos. Esta es la Verdad que Jesús les explicó a sus discípulos, y que ellos compartieron con sus discípulos. Como la gente que no cree en el bautismo que Jesús recibió, no puede recibir la verdadera salvación. Cuando escuchamos objetivamente los sermones de estos predicadores que no creen en el bautismo de Jesús, vemos que a esos cristianos les espera la condenación. Cuando nos encontramos con estos cristianos a los que les agradan estos sermones, podemos ver que tienen pecados en sus corazones. Este tipo de sermones entran en los oídos de estas personas como una dulce melodía, pero una persona no puede recibir la remisión de los pecados mediante estos sermones porque el Evangelio del agua y el Espíritu no está en los corazones de estos predicadores.
De esta manera, hay una gran diferencia entre los sermones de los nacidos de nuevo que creen en el bautismo de Jesús y los sermones de las personas que no creen. El Espíritu Santo vive en los corazones de las personas que creen en el bautismo de Jesús y en la sangre que derramó para nuestra salvación. Hay una gran diferencia entre un predicador que tiene el Espíritu Santo en su corazón y uno que no lo tiene. Aunque prediquen los mismos sermones del mismo pasaje de las Escrituras, una persona que tenga el Espíritu Santo en su corazón predica el Evangelio del agua y el Espíritu y la audiencia que cree en el bautismo de Jesús entiende la Verdad a través de sus sermones. El sermón de un predicador nacido de nuevo lo entienden los nacidos de nuevo. 
Sin embargo, por muy simple y conciso que sea el sermón de una persona que no tenga el Espíritu Santo en su corazón es imposible que su audiencia nazca de nuevo. Un cristiano pecador no puede llegar a tener la fe correcta en el Evangelio del agua y el Espíritu al escuchar los sermones de los predicadores que no hayan nacido de nuevo porque ninguno ha recibido la remisión de los pecados. Hay una gran diferencia entre el poder y la fe de estos dos tipos de predicadores.
La respuesta a la siguiente pregunta estaría clara: «¿Recibiríamos el juicio de nuestros pecados si no creyésemos en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista como medio para borrar nuestros pecados?». Los que no creen en este bautismo serán juzgados y pagarán el precio de sus pecados. Los que no creen en el bautismo que Jesús recibió insisten en que creen en Jesús, pero lo que Jesús quiere encontrar en el corazón de un creyente es si hay pecado o no, y no si cree en Jesús o no. Por tanto, Señor mira los pecados de las personas y dice que esa persona tiene pecados. Dicho de otra manera, el Señor mira si una persona tiene fe en el Evangelio del agua y el Espíritu y decide si la va a juzgar o no, si va a ir al Cielo o al infierno. El Señor mira si los creyentes tienen fe en el Evangelio del agua y el Espíritu ahora y los juzga. Dios juzga a las personas que tienen pecados y las arroja al fuego del infierno. El Señor lo juzga todo con justicia y envía a las personas al Cielo o al infierno según los criterios de la fe, dependiendo de si creen en el Evangelio del agua y el Espíritu o no. La decisión final que el Señor toma es un juicio justo. Aunque digamos creer en Jesús, el Señor nos juzga según nuestra fe en el bautismo que recibió de Juan el Bautista. Y el Señor nos juzga y decide nuestro destino final y para ello comprueba si tenemos el Espíritu Santo en nuestros corazones al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. El Señor juzga a estas personas mediante el criterio de la fe en el Evangelio del agua y el Espíritu que Él cumplió; si alguien no cree en esta Verdad, debe ser juzgado y arrojado al infierno. 
Ahora podemos contestar la siguiente pregunta: «¿Cuál es la relación entre la fe que cree en el bautismo de Jesús y tener el Espíritu Santo dentro de nuestros corazones?». La respuesta es que estos dos conceptos tienen una relación de dependencia. Los que solo creen en la sangre derramada en la Cruz no tienen el Espíritu Santo dentro de sus corazones porque tienen pecados. Por otro lado, los que creen en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista y la sangre derramada en la Cruz tienen el Espíritu Santo en sus corazones porque han recibido la remisión de los pecados por fe. Una persona que cree en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, es decir, una persona que cree que Jesús tomó todos los pecados de la humanidad cuando fue bautizado por Juan el Bautista, tiene al Espíritu Santo en su corazón porque ha recibido la remisión de sus pecados por fe. Por tanto, hay una relación directa entre tener al Espíritu Santo en nuestros corazones y la fe que cree que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Esta es la razón por la que debemos centrarnos en esta Palabra del bautismo de Jesús. 
Además, una persona que no cree en el bautismo de Jesús es pecadora porque el Espíritu Santo no puede vivir en los corazones de estas personas. ¿Por qué? Porque todavía tienen pecados en sus corazones. El Espíritu Santo no puede vivir en los corazones de estas personas que tienen pecados. Por tanto, estas personas tienen pecados aunque crean en Jesús como su Salvador, y aunque crean que Jesús murió en la Cruz por sus pecados. Estas personas no admiten que son pecadores destinados a ir al infierno ante la presencia de Dios. Estas personas reconocen que tienen algunos pecados, pero a los ojos de Dios no son solo un poco pecadoras. Sin embargo, intentan eliminar sus pecados en vano ofreciendo oraciones de penitencia. Los pecados dentro de los corazones de una persona no pueden eliminarse si no cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. No se puede recibir la salvación de los pecados por mucho que se intente creer en Jesús como el Salvador. Solo se puede ser salvado cuando el Salvador nos redime con Su Verdad poderosa. 
En Corea hay una unidad de rescate de emergencia 119. En otros países existen unidades similares. Por ejemplo, los americanos llaman al 911 cuando hay una emergencia. Actualmente el fenómeno atmosférico llamado El Niño ha causado cambios climáticos por todo el mundo, y muchas personas en ciertas regiones del mundo están muriendo por las altas temperaturas, otras personas son víctimas de inundaciones, y otras han sido devastadas por huracanes y tormentas que lo destruyen todo a su paso, incluyendo camiones y casas y matando a personas y animales, y llevándose por delante posesiones, edificios y bienes materiales con las corrientes de agua y los vientos. Esto está ocurriendo en la actualidad con mucha frecuencia.
Digamos que ocurre una calamidad como una inundación y muchas personas son arrastradas por esta inundación. Entonces una unidad del 911 aparece en helicóptero y lanza una cuerda para salvar a esas personas. Entre las personas que se están ahogando, una de ellas intenta agarrarse a la cuerda con todas sus fuerzas mientras la unidad de rescate intenta subirla desde el helicóptero, pero al final no puede sujetarse y se cae al agua. Otra persona que tiene confianza en sus fuerzas para agarrarse a la cuerda intenta ser rescatada agarrándose a la cuerda. Puede sujetarse durante un rato, pero al final se cansa y se cae al agua porque la tormenta es demasiado fuerte. 
Sin embargo, es más fácil ser rescatado si se ata la cuerda alrededor de las axilas y se deja tirar por el equipo de rescate en vez de intentar agarrarse con sus propias fuerzas. Cuando una persona se ata la cuerda a su cuerpo y se deja subir, su cuerpo sube hasta el helicóptero y llega sano y salvo. Hay una diferencia clara entre agarrarse a la cuerda con las fuerzas propias y atarse la cuerda y dejarse subir por el equipo de rescate. 
De esta manera, si todos los pecados de nuestros corazones han sido borrados por fe en el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista, somos personas que han recibido la remisión de los pecados completamente. Sin embargo, algunas personas no han sido libradas de sus pecados porque no han creído en el bautismo que recibió de Juan el Bautista aunque digan creer en Jesús. Hay una gran diferencia en el nivel de fe entre los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y los que no creen. ¿Por qué? Porque ellos son los que creen en el bautismo de Jesús y la sangre derramada en la Cruz y unen estos dos elementos como la única Verdad de salvación, mientras que otras personas no lo hacen. Esto se debe a que el ir al infierno o al Cielo depende de si la persona cree que Jesús tomó todos los pecados del mundo al ser bautizado por Juan el Bautista y derramó Su sangre en la Cruz. Esta es la razón por la que el Señor les dijo a sus discípulos después de haber resucitado de entre los muertos: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado». ¿Entienden ahora las implicaciones de esta Palabra? 
Queridos hermanos, debemos creer en el contenido del Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Debemos creer de manera tan simple que incluso parezcamos tontos. Debemos creer en el Evangelio del agua y el Espíritu como la Verdad de salvación aunque parezcamos tontos. Esto se debe a que la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu es la Verdad de salvación. Nuestro Señor sabía que su bautismo era un requisito imprescindible para nuestra salvación y por eso nos dijo que debíamos creer en él. Si esta no fuese la Verdad, habría dicho: «Quien crea en Mí de cualquier manera será salvado, y quien no crea será condenado» en vez de: «El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado». El Jesús resucitado quiso decir que el bautismo que recibió de Juan el Bautista y la sangre derramada en la Cruz deben estar incluidos en nuestra fe en Jesús como nuestro Salvador. El Señor puso esta condición: «Quien creyere y fuere bautizado», para recordarnos que el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista ha borrado nuestros pecados. Debemos librarnos de todos nuestros pecados al creer que Jesucristo tomó nuestros pecados a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista. No tenemos pecados en nuestros corazones porque hemos creído en esto. De lo contrario, seguiríamos siendo pecadores eternamente al creer solamente en la sangre derramada en la Cruz sin el bautismo de Jesús. 
Yo también creía solamente en la Cruz de Jesús y en su sangre antes de recibir a Jesús como mi Salvador. Pensaba que estaba viviendo una vida espiritual correcta aunque solo creía en la sangre de Jesús. Había visto visiones del Señor y hecho obras milagrosas. Sin embargo, tenía una cosa clara, y era que todavía tenía pecados en mi corazón. En aquel entonces seguía siendo pecador porque mis pecados seguían intactos en mi corazón. Sin embargo, la diferencia entre mi fe en aquel entonces y mi fe actual en el Evangelio del agua y el Espíritu es tan grande que es como la diferencia entre los cielos y la tierra. Antes creía solamente en la sangre de Jesús derramada en la Cruz como la base de mi salvación. Creía que Jesús era mi Salvador, el Dios Todopoderoso, el Salvador de la humanidad, y el Creador del universo; creía que el Señor había muerto en la Cruz por nuestros pecados para darnos a los humanos la remisión de todos los pecados. En realidad, creía en Jesús como el Salvador de la misma manera que creo ahora. 
Sin embargo, los pecados que había cometido no desaparecían y seguía teniendo pecados en mi corazón porque solo creía en la sangre de Jesús derramada en la Cruz, y parecía que esos pecados desaparecían cuando ofrecía oraciones de penitencia, pero al final esos pecados seguían grabados en mi corazón. En aquel entonces no pasó ni un solo día en que estuviese libre de mis pecados. Aunque creía en Jesús por la mañana, mis pecados me hacían sentir culpable por la tarde, y no podía librarme de mis pecados ni por un momento aunque ofreciese oraciones de penitencia todos los días. Cuando pienso en esos días, me doy cuenta de que no sabía que iba a ir al infierno porque no me daba cuenta de que tenía pecados. Pensaba que mis pecados no eran graves. Pero después de darme cuenta de qué es la Ley, es decir, después de saber lo estricta que es la Palabra y la Ley, me di cuenta de que mis pecados seguían intactos en mi corazón por muchas oraciones de penitencia que ofreciese todos los días. 
Mis pecados me atormentaron durante los primeros diez años de mi vida cristiana. Sin embargo, mi fe sufrió una gran transformación espiritual. Por su misericordia, Dios me encontró con el Evangelio del bautismo de Jesús y su sangre derramada en la Cruz, y yo me aferré a esta salvación. Uno de esos cambios fue que los pecados de mi corazón desaparecieron perfectamente y que después recibí al Espíritu Santo en mi corazón perfectamente por primera vez. Lo mejor de todo es que mis pecados desaparecieron completamente al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque soy una persona insuficiente que no puede evitar pecar y que tiene muchos fallos, ahora soy una persona justa sin pecados porque el Señor los ha redimido completamente si no niego el bautismo de Jesucristo y la sangre derramada en la Cruz, y si creo en esta Palabra de todo corazón y doy gracias. 
La diferencia entre recibir el Espíritu Santo o no recibirlo depende de si creemos en la Palabra del bautismo de Jesús y la sangre derramada en la Cruz. Por tanto, debemos pensar en estos detenidamente una vez más y preguntarnos si hemos nacido de nuevo. Una persona que no cree en el bautismo de Jesús debe preguntarse si es malvada a los ojos de Dios y si recibirá el juicio justo por sus pecados. 
 
 

¿Puede una persona recibir la salvación de los pecados sin creer en el bautismo de Jesús? 

 
Deben preguntarse si pueden recibir la remisión de los pecados y el Espíritu Santo en sus corazones si no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Y deben contestar esta pregunta según su fe. 
Las Escrituras dicen que la justicia de Dios es la Palabra de Verdad que lleva a la salvación. ¿Qué es esta Verdad de salvación? Todas las Palabras de Dios que vienen del Evangelio del agua y el Espíritu constituyen la Verdad. Podrán entenderlo si piensan en las fórmulas matemáticas que pueden resolver cualquier problema. De la misma manera, la Palabra de la remisión de los pecados es la formula correcta y perfecta que puede aplicarse a cualquier parte de las Escrituras. Es la verdad de la salvación sin ningún error o incoherencia. Dios nos dijo que predicásemos el Evangelio por todo el mundo, y cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu; quien cree en él recibirá la salvación. Por tanto debemos predicar esta Palabra de gracia por todo el mundo. 
En las Escrituras hay una historia acerca de diez vírgenes que esperaban al Señor; las cinco vírgenes sabias esperaron al Señor con la fe correcta, mientras que las cinco vírgenes necias no tenían la fe correcta. Se comportaron de una manera imprudente. La mayoría de los cristianos piensan que pueden ir al Cielo porque creen en Jesús ardientemente aunque tengan pecados en sus corazones, pero esta es una fórmula humana y no la fórmula de la Verdad de Dios. Aunque crean en Jesús, seguirán siendo pecadores si tienen pecados en sus corazones. Y una persona que sigue teniendo pecados en su corazón no tiene nada que ver con creer en Jesús. Si una persona dice creer en Jesús aunque tenga pecados en su corazón, está insultando a Jesús. Sería mejor que esa persona no creyese en Jesús porque así tendría la oportunidad de creer en Él correctamente. Aún más, sería mejor que esta persona no hubiese nacido. En las Escrituras está la parábola de los talentos: un maestro les dio talentos a cada uno de sus siervos según la medida de sus habilidades, y cuando volvió de su viaje ajustó las cuentas. El siervo que había recibido cinco talentos le entregó el principal de cinco talentos más cinco talentos más; y el siervo que había recibido dos talentos le entregó dos más. Pero el siervo que había recibido un talento lo enterró y solo le devolvió un talento a su maestro. ¿Qué le dijo el maestro entonces? El maestro regañó a su siervo y le castigó diciendo: «Eres un siervo vago y malvado. Hubiera sido mejor que le hubieses dado ese talento a otra persona. Tomad su talento y dárselo al que tiene diez talentos». 
Deben entender las Escrituras correctamente cuando creen en Jesús y no deben desviarse de la Palabra en sus vidas espirituales como hijos de Dios. Es inútil decir que se cree en el Señor fuera de las Escrituras. 
Todo el mundo leerá nuestro primer libro titulado «¿De verdad han nacido de nuevo por el agua y el Espíritu?» y pensará: «¡Esto es maravilloso! ¡Así es como puedo recibir la remisión de los pecados!». Sin embargo, si hay algo que no entienden en nuestro primer libro les pido que lean el segundo. Así podrán ver si su fe es falsa al leer el segundo libro de nuestra serie de libros cristianos. Y así se darán cuenta de que hay muchas falsas enseñanzas y doctrinas en la teología cristiana de este mundo. Muchas personas de todo el mundo visitarán nuestra página Web y se pondrán en contacto con nuestra Iglesia para obtener una respuesta a sus dudas espirituales. 
Quien haya leído uno de nuestros libros no pensará que puede ser salvado con tan solo creer en Jesús. Hasta ahora muchos cristianos dicen estas cosas. ¿Por qué tomaríamos el camino difícil los nacidos de nuevo si creyésemos en Jesús a ciegas? ¿Para qué sufriríamos tanto? No estoy diciendo que tengamos razón solo por ir por el camino estrecho, sino que estoy diciendo que debemos creer en Jesús de esta manera porque el Evangelio del agua y el Espíritu es la única Verdad de salvación de la que hablan las Escrituras constantemente. 
Quiero enviar muchos libros a los Estados Unidos y a muchos países europeos, especialmente a Alemania, donde ha habido más críticas teológicas. Por mucho que los cristianos estudien teología, no pueden recibir la salvación de los pecados porque no pueden ser librados de sus pecados por no tener fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Como han creído en vano a pesar de creer en Jesús, pueden recibir la salvación de los pecados perfectamente y recibir el Espíritu Santo como un don para convertirse en hijos de Dios si creen en el bautismo de Jesús y en su obra redentora en la Cruz. La obra del Espíritu Santo se manifiesta a estos santos. Solo estas personas pueden predicar el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo. 
 
 

La autoridad de los que han recibido la remisión de los pecados

 
Ahora vamos a leer Marcos 16, 17 en adelante: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán».
¿Qué dice este pasaje? Está escrito: «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán». Si interpretamos este pasaje desde una perspectiva carnal, la mayoría de los cristianos piensan que los que han recibido el Espíritu Santo tienen el poder de hacer milagros. Por tanto juzgan la fe según las obras que manifiestan externamente. Puede que ustedes piensen lo mismo. 
Sin embargo, debemos leer este pasaje detenidamente. Dice que estas señales seguirán a los que creen y que podrán expulsar demonios en su nombre y hablar en lenguas nuevas; y cogerán serpientes y aunque beban algo venenoso no les dañará. El Señor estaba diciendo estas cosas en sentido espiritual. Este poder solo se manifestará en los verdaderos creyentes. 
Leamos esto de nuevo. Está escrito: «En Mi nombre expulsarán demonios». Esto significa que los que crean en el Evangelio del agua y el Espíritu tendrán esta autoridad. Compartimos esta autoridad con Jesucristo como está escrito: «Toda autoridad se me ha entregado en el Cielo y la Tierra» (Mateo 28, 18). En primer lugar, podemos arrojar demonios con toda confianza diciendo: «¡Satanás, te ordeno en el nombre de Jesucristo que te alejes de mí!».
En segundo lugar el Señor dice que los que crean hablarán en lenguas nuevas. Queridos hermanos, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hablamos el idioma del Reino de los Cielos. Es un idioma celestial, pero no es como las lenguas extrañas que no tienen sentido. Es una lengua nueva, la lengua espiritual del Reino de los Cielos. Es un idioma nuevo. Aunque estamos predicando el verdadero mensaje en el mismo idioma que siempre, se convierte en un idioma nuevo cuando la gente lo escucha. Cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu, la gente que escucha el Evangelio dice: «Esta es la primera vez que oigo hablar de este Evangelio. Es algo nuevo». Esto es cierto. Estamos hablando de la Palabra de Dios del Cielo. Una persona que haya nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu habla en el idioma celestial y todo lo que dice es cierto. No son palabras de este mundo. Una persona que cree, habla las palabras de Dios y del Evangelio del Cielo, y aunque hable en el mismo idioma que siempre, está hablando en una lengua nueva, el idioma del Reino de los Cielos. 
En tercer lugar, el Señor dijo: «Tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño». ¿Qué ocurriría si todos hiciesen esto? Que tendrían que ir al hospital inmediatamente. Muchas personas tendrían que ser hospitalizadas después de probar su fe de esta manera. Han ocurrido muchas cosas ridículas a raíz de este pasaje de las Escrituras. Algunos predicadores evangélicos decían en sus reuniones que un creyente no puede ser dañado aunque tome serpientes o beba veneno. Algunas personas que viven en el campo fueron a esas iglesias y escucharon estas enseñanzas absurdas. Escucharon que la gente que cree no puede ser dañada aunque tome serpientes y beba veneno. Entonces estas personas vieron una serpiente cuando caminaban por el campo y para probar su fe la cogieron con las manos. Normalmente, una serpiente normal intenta escapar despacio cuando se le acerca una persona, pero las serpientes venenosas no salen corriendo porque tienen veneno con el que defenderse. Algunas personas intentan probar su fe tomando una serpiente diciendo: «El Señor dijo que tomaríamos serpientes y beberíamos veneno pero no seríamos dañados, y creo en la Palabra del Señor».
«Entonces, ¿crees en esta Palabra?».
«Sí». 
«Entonces toma esa serpiente con las manos».
Entonces esas personas ponen la Biblia en el suelo y se acercan a la serpiente para cogerla con la mano mientras oran: «Señor, creo. Creo». Entonces piensan durante un momento y se dan cuenta de que no le pueden decir a la serpiente: «Satanás, aléjate de mí» ya que esta serpiente no es Satanás, y además suena un poco raro decir: «Serpiente, aléjate de mí». Pero aún así toman las serpientes pensando que no les morderán porque creen en el Señor. Entonces piensan: «No me van a dañar. No voy a morir. Voy a demostrar mi fe. Voy a demostrar a mis vecinos que creo en Jesús» y así intentan ir al pueblo con la serpiente en la mano. Pero entonces los brazos se les hinchan por la mordedura y piensan: «¿Qué está pasando? Siento escalofríos. Tengo frío. No sé qué está pasando» y se van a casa. Pero, ¿qué creen que les pasó a estas personas al final? Que murieron en cuanto llegaron a casa. 
Puede que piensen que no hay nadie que haga esto. Pero la verdad es que hay muchas personas así, que malinterpretan esta Palabra del Señor que dice: «Tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño,» y bebieron una sustancia química mortal. Esto ocurrió en Corea hace algún tiempo. La gente lee esta Palabra de manera superficial y la interpreta incorrectamente pensando que los que creen en Jesús no morirán y no serán dañados aunque beban veneno. La gente hizo estas cosas pensando que creían en el Señor. Estas personas no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu no hacen estas cosas tan ridículas. Pero estas cosas ocurrieron hace mucho tiempo en la comunidad cristiana. 
¿Qué puede ser peligroso para una persona que no sabe que es peligroso? El Señor dijo: «Y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño». Durante mucho tiempo, la gente tenía una sustancia química que utilizaba para lavar la ropa. Seguro que conocen el potasio de cianuro. Es una sustancia que ayuda a quitar manchas en los pantalones o en la ropa cuando no sale fácilmente, pero es un veneno mortal. Pero algunos cristianos coreanos bebieron este veneno porque decían creer firmemente en la Palabra de Dios. 
De alguna manera los coreanos son muy inocentes. Podría haber sido peligroso para mí haber oído esta palabra cuando era un niño. Porque habría pensado que la Palabra dice que si bebo veneno no moriré. Entonces, ¿no moriría aún si me tomase sustancias químicas utilizadas en la agricultura? Seguramente habría pensado que creía y me habría tomado todo el veneno pensando que no iba a morir. Me saldría espuma por la boca, pero pensaría: «No voy a morir». Entonces, al final, acabaría gritando: «Oh, no. ¡Por favor, ayúdame! ¡Estoy muriendo!». ¿Qué creen que ocurriría? Que habría muerto por el veneno. Estas cosas han ocurrido muchas veces. 
Este pasaje de las Escrituras no estaba dirigido a los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esta Palabra espiritual está dirigida a los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. Algunos predicadores ponen veneno en sus palabras. Sus palabras parecen mensajes verosímiles cuando dicen: «En cuanto una persona cree en Jesús, ha recibido la remisión de los pecados aunque crea así o de otra manera. Recuerden a los antecesores de la fe. ¿Acaso no recibieron la salvación por fe simplemente?».
Sin embargo, Abraham no fue justificado por tener una fe ciega. Creyó en la Palabra de Dios. Dios también habló a Abraham, el antecesor de la fe, sobre el bautismo en el que creemos. ¿Saben lo que el Señor le dijo a Abraham? «Tú y tus descendientes debéis circuncidaros?». Dios dijo: «La circuncisión es un signo de que os habéis convertido en mi pueblo». Este signo es la prueba de Dios. La circuncisión es un ritual en el que se corta el prepucio de los hombres israelitas, y esto implica la promesa de Dios en la que cortará los corazones de los creyentes si creen en el bautismo de Jesús. Aquí podemos ver que nuestro Dios también le habló a Abraham de este bautismo de Jesús de manera espiritual. 
Algunas personas dicen: «Cualquiera puede recibir la salvación si cree en Jesús de cualquier manera. Estas personas no tienen pecados aunque crean tener pecados». ¿Por qué dicen esto? Porque han creído en Jesús a ciegas hasta ahora. Piensan: «Si tienen pecados en sus corazones es porque son imperfectos. Esto se debe a que no creen perfectamente. Incluso ahora, pueden cerrar los ojos y pensar y creer perfectamente. Muérdanse los labios y tengan una convicción firme. No tendrán pecados si de verdad creen».
Desde cierto punto de vista, parece correcto. Pero estos pecados no desaparecen aunque se crea hasta la muerte si no se cree en el Evangelio del agua y el Espíritu. No se puede estar sin pecados de esta manera. Esta Palabra que dice que una persona no será dañada si bebe veneno mortal no puede aplicarse a los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu, sino que solo puede aplicarse a los que han recibido la remisión de los pecados al creer en este verdadero Evangelio. Los justos pueden intoxicarse y estar aún más vivos aunque escuchen las mentiras de los falsos maestros. Por tanto, sus almas se hacen perfectas en vez de ser dañadas. Esta es la razón por la que el Señor dijo: «Y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño».
Hay aún una autoridad más para los que creen. El Señor dijo: «Sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán».
Este pasaje significa que hemos recibido este poder al creer en Jesucristo y Dios Padre. Y también significa que debemos utilizar este poder para dar testimonio del Señor. Mientras hacemos la obra de Dios, a veces nos encontramos en una situación en la que debemos utilizar el poder de la sanación. Debemos utilizarlo si es necesario. Sin embargo, no se debe utilizar para expulsar demonios o gritar palabras sin sentido todos los días, diciendo que se está hablando en lenguas nuevas, o hacer cosas como probar la fe todos los días al dejar que nos muerdan serpientes y después curarnos y decir que tenemos una gran fe, o visitar a personas enfermas todos los días e imponer las manos sobre ellas y orar por su salud. Todo el poder y la autoridad mencionados aquí se nos han dado a los que hemos recibido la remisión de los pecados para predicar el Evangelio mientras vivimos en este mundo. El Señor nos ha dado estas habilidades para hacer el ministerio bien y manifestar el Evangelio del Señor al máximo. Queridos hermanos, debemos vivir por fe con esta meta en mente. 
Está escrito: «Y salieron a predicar por todas partes, y el Señor obraba en ellos confirmando la palabra con los signos que le acompañaban».
Queridos hermanos, nuestra principal responsabilidad es predicar la Palabra de Dios. Y si es necesario, mientras predicamos la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos expulsar demonios primero y después alimentar a estas personas con la Palabra de Dios. Las Escrituras dicen que estas obras se manifestaron cuando los discípulos predicaron la Palabra del Evangelio. Se nos dice que el Señor les dio gran poder. Nosotros hablamos un idioma nuevo, el idioma del Reino de los Cielos. Pero debemos salvar a las almas de todo el mundo, vencer a los espíritus malvados, y expandir el Reino del Señor mediante este verdadero Evangelio, y estas obras deben hacerse teniendo fe en que el Señor está con nosotros cuando hacemos estas obras justas. 
Queridos hermanos, ¿creen que Jesucristo vino a este mundo y limpió nuestros pecados a través de su bautismo y que nos salvó al morir en la Cruz? Entonces, ¿creen que pueden recibir la salvación sin creer en el bautismo de Jesús? Este verdadero Evangelio no es la doctrina de nuestra congregación. Somos la denominación de Jesús. Esto significa que debemos creer tal y como nos lo pidió Jesús. 
El Señor dijo: «Fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero, si ya se ha encendido?» (Lucas 12, 49). Sería maravilloso que el fuego ardiese con vigor, pero el Señor está muy enojado porque no está ardiendo bien. Incluso desde mi punto de vista estoy enojado. Muchas personas en este mundo, cristianas y no cristianas, no creen correctamente y creen en lo que quieren, sin el Evangelio del bautismo de Jesús y su sangre derramada en la Cruz que nos salvó completamente. Creen en doctrinas absurdas a ciegas y con la Biblia cerrada. No tengo palabras para expresar mi frustración. 
¿Qué debemos hacer en estas circunstancias? Estoy seguro de que debemos predicar este Evangelio del agua y el Espíritu de manera ordenada y escrupulosa. En vez de pensar que el Evangelio del agua y el Espíritu se ha predicado por todo el mundo, debemos pensar que solo hemos dado los primeros pasos y que vamos a empezar a predicarlo de ahora en adelante. En realidad acabamos de empezar. Debemos predicar el verdadero Evangelio a cristianos y no cristianos, y habrá un tiempo en que podremos usar el poder que Dios nos ha dado cuando los tiempos sean difíciles. Ahora Satanás está causando todo tipo de conmoción, de manera que sería extraño y confuso utilizar nuestro poder de cualquier manera. No debemos caer en la trampa de alardear de nuestro ministerio y parecer arrogantes. Debemos predicar el Evangelio por todo el mundo este año y los años siguientes siempre y cuando nos lo permita el Señor. 
El Señor estaba con sus discípulos cuando fueron por todas partes predicando el Evangelio. El Señor dio testimonio de su Palabra mediante signos milagrosos. Sé que Dios hará estos milagros en nuestros tiempos. Incluso en los Estados Unidos nuestros colaboradores han estado predicando el Evangelio. Cuando voy al extranjero siempre echo de menos Corea y pienso que Corea es el país más maravilloso. Por muy bonito que sea un país, no hay ningún sitio como la propia patria. Nosotros vamos al extranjero para predicar el Evangelio y no porque nos guste viajar. Por muy bueno que parezca, en realidad no es tan agradable. Aunque el ambiente sea bueno en los países que visitamos, los siervos que viven allí echan de menos a los siervos que trabajan en la Iglesia en Corea. Pero hay muchas almas a las que predicar. Objetivamente, para que crezcan las semillas que hemos plantado allí, hay que resolver muchos problemas y hay que ayudarse mutuamente para que la Iglesia crezca. De lo contrario no podrá crecer tan rápido como queramos. 
Los ministros que van al extranjero a veces se sienten solos y por eso es normal querer adaptarse a la cultura en la que viven. Sin embargo, nuestros misioneros no pueden adaptarse si la gente de ese país no cree en Evangelio del agua y el Espíritu o de manera similar. Lo único que pueden hacer nuestros siervos es mantener su fe y cultivar la semilla meticulosamente con fe como el Señor nos dice en las Escrituras, aunque parezca un proceso lento. Entonces el fruto del Evangelio madurará por todo el mundo muy deprisa. La predicación del Evangelio está yendo a paso de tortuga porque algunas personas han empezado el ministerio del Evangelio demasiado deprisa, y han predicado que se puede creer en Jesús a ciegas para ir al Cielo, han construido iglesias con prisa y se han reunido y enviado misioneros sin pensarlo dos veces. 
No debemos hacer la obra de Dios deprisa. Cuando predicamos el Evangelio del Señor debemos hacerlo con precisión y no simplemente pasar algunas cosas que no parecen importantes. Debemos orar siempre por las misiones del extranjero y apoyar este ministerio por fe. Desde el punto de vista de la gente de este mundo, puede parecer que hemos hecho algo grande. Sin embargo, desde el punto de vista de Dios, no hemos hecho nada importante, sino que hemos dado los primeros pasos. No hemos hecho nada importante todavía. Hemos trabajado muy duro, pero no hay resultados todavía. 
El mundo es enorme y hay muchas obras espirituales que debemos hacer. Pero lo importante en este mundo es creer en la Verdad de Dios y seguir al Señor en vez de perseguir las cosas del mundo. Solo se puede tener un maestro. No hay medias tintas. Así es el mundo en el que vivimos. Toda la gente de este mundo será dividida de la misma manera en que los peces buenos son separados de los malos, dependiendo de en qué hayan puesto su esperanza, el mundo o Dios; y dependiendo de si han recibido su salvación, o de si han nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, o de si han recibido la remisión de los pecados al creer en la justicia de Dios y se han convertido en personas justas, y de si van a ir al Cielo pase lo que pase cuando vuelva el Señor. De ahora en adelante todo el mundo entrará en una categoría u otra. 
Ya no hay esperanza. La biotecnología ha avanzado tanto que se puede predecir el final. Los científicos dicen que el 97% de los genes humanos se han identificado para completar el genoma humano. Dicen que solo han identificado el 97%, pero esa cifra está cerca del 100%. Algunos científicos han clonado monos. Si se puede clonar a un mono, no será difícil clonar a un ser humano. No es imposible. Aunque hayan experimentado con animales y no con seres humanos, se puede esperar que haya grandes descubrimientos porque ya se ha conseguido avanzar mucho en el campo de la clonación. 
Esto es cierto. Esta era es importante porque el juicio de Dios está más cerca. Pronto las profecías de la Biblia acerca de la marca de la bestia, la manifestación del siervo de Satanás, el control del comercio, la persecución de los creyentes y la tribulación, el caos en el mundo, y la aparición del dictador de este mundo, se cumplirán. Todo esto ocurrirá como está escrito en el Apocalipsis. Estas señales aparecerán pronto. 
Por tanto, somos los últimos corredores que predican en la carrera del Evangelio. Tenemos el relevo. Nuestros predecesores de la fe, el Apóstol Pedro, Pablo o Juan y otros discípulos de Jesús empezaron la carrera. Y la gente que escuchó el Evangelio de los Apóstoles la continuaron. Por eso los llamamos los Padres Apostólicos. Y fueron pasando el relevo del verdadero Evangelio a los que llamamos los Padres de la Iglesia. Sin embargo, entre estos Padres de la Iglesia muchos no cumplieron su tarea con lealtad. Origen, quien tradujo las Escrituras, era uno de ellos. Estos líderes estaban corruptos y no hicieron su trabajo responsablemente. Entonces, en 313 d.C. tuvo lugar un evento decisivo, el Edicto de Milán, y desde entonces hasta la Edad Media se predicó sin descanso un evangelio incorrecto, que todavía es prominente en nuestros tiempos. 
Pero Dios ha vuelto a poner en marcha la carrera del verdadero Evangelio en estos tiempos y nos ha confiado la tarea de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que ahora hemos tomado el relevo. Por tanto, somos los últimos corredores que predican el verdadero Evangelio por todo el mundo. 
La obra del Evangelio se manifestará en los últimos días más que ahora. El Evangelio será predicado a más personas al final de los tiempos que ahora, y más personas serán salvadas en los últimos días que las que han sido salvadas hasta ahora, y por eso tenemos mucho que hacer. Deben saber esto. Por tanto, debemos predicar el Evangelio diligentemente a la gente de este mundo mientras sea posible. Aunque la semilla de este verdadero Evangelio no crezca en todos los países, pronto empezará a florecer si fertilizamos la tierra y trabajamos duro. Sé que muchas personas tendrán fe a través de los que trabajamos por el Evangelio y el Espíritu Santo se manifestará con poder para que la fe de la gente se fortalezca y todas las cosas se cumplan según la Palabra. Por tanto, debemos predicar el Evangelio en estos tiempos con este sentimiento de ser llamados y con toda nuestra fe. 
La gente de este mundo suele alardear de sus obras y se compara con los demás. El mundo no es mejor que el Evangelio de Jesús. ¿Qué es mejor que el amor y la salvación que Jesús nos ha dado? Por muy maravillosa que sea una persona y por mucho poder que tenga, Jesús es el único Señor que ha cumplido el mayor logro para la humanidad. Nadie en este mundo puede conseguir este logro. Debemos cumplir esta misión que Dios nos ha dado con fe. El mundo es grande, pero puede ser muy pequeño si seguimos haciendo nuestra obra. Puede que estemos predicando el Evangelio despacio al principio, pero pronto estaremos muy ocupados trabajando deprisa. 
Pero si hacemos la obra de Dios demasiado deprisa por todo el mundo sin prepararnos o si intentamos predicar el Evangelio para que se ajuste al gusto de las personas del mundo, fracasaremos. Tenemos un aspecto positivo que los demás no tienen. Tenemos la confianza para vencer a cualquiera que se levante contra nosotros porque creemos en esta Palabra. Debemos tener confianza y decir: «¿Estás siendo sarcástico? Si no estás de acuerdo, vamos a debatir. Dime qué crees que es incorrecto. Veamos qué es la Verdad con la Biblia abierta».
Por cierto, una de nuestras familias misioneras irá a los Estados Unidos pronto y cuando abran un centro de distribución allí, les enviaremos nuestros libros para que los envíen por todo ese país tan grande, y por el resto del mundo. Esto tiene varias ventajas, ya que es más barato enviar libros desde allí que desde Corea, y así podremos predicar la Palabra de vida mejor. Además podremos enviar libros a otros países desde EE.UU. sin pagar tanto. Es muy caro enviar libros al extranjero desde nuestro país. Por eso tiene tantas ventajas enviarlos desde EE.UU.
Debemos hacer esta obra diligentemente este año. Debemos trabajar por el Evangelio y saldar cuentas con el Señor al final del año dándole gracias por utilizarnos. Entonces oraremos por las cosas que tenemos que hacer el año siguiente. Debemos planear este año como un año en el que compartiremos y sembraremos mucho. ¿Creen en esto? Debemos predicar el Evangelio del agua y el Espíritu según la Palabra de Dios en vez de hacerlo como lo hace la gente del mundo. ¡Amén!