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Tema 3: El Evangelio del agua y del Espiritu

[3-5] El Significado del Evangelio Original del Nuevo Nacimiento (Juan 3:1-6)

El Significado del Evangelio Original del Nuevo Nacimiento(Juan 3:1-6)
“Y había un hombre de los Fariseos que se llamaba Nicodemo, príncipe de los judíos. Este vino á Jesús de noche, y díjole: Rabí, sabemos que has venido de Dios por maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no fuere Dios con él. Respondió Jesús, y díjole: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere otra vez, no puede ver el reino de Dios. Dísele Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. ‘Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.’”
 
 

¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO DE SER NACIDOS DE NUEVO DE ACUERDO CON LA BIBLIA?

 
¿El nacer de nuevo está relacionado con cambios y emociones físicas?
¡No!. Nacer de nuevo esta relacionado con el cambio espiritual.
Es para los pecadores el nacer de nuevo como hombres libres de pecado.

En este mundo, hay muchos que quieren ser nacidos de Nuevo a través de creer en Jesús. Pero primero quisiera decirte que el nacer de nuevo no está en nosotros, en otras palabras, esto no puede obtenerse a través de nuestros actos.
La mayoría de los cristianos tienen este error de concepción. Ellos creen estar seguros de haber nacido de nuevo porque han construido muchas iglesias nuevas. Porque algunos se consagran predicando a Cristo como misioneros entre las gentes no alcanzadas aún en la tierra, porque algunos rehúsan a contraer matrimonio y gastan su energía haciendo lo que ellos creen es trabajo de Dios.
Y eso no es todo. También hay personas que donan grandes cantidades de dinero a sus iglesias, o quizá ellos barren el piso de la iglesia cada día. Todo de todo, consagran su tiempo y propiedades a la iglesia. Y creen que todos estos esfuerzos les van a hacer ganar la corona de la vida. Ellos esperan que Dios reconozca sus esfuerzos y les permita nacer de nuevo.
El punto es que hay mucha gente consagrada que quiere nacer de nuevo. Ellos se encuentran en todas partes. Trabajan duro, esperando que algún día Dios les bendiga y les permita nacer de nuevo. Ellos se encuentran en instituciones de oración, seminarios y sanatorios. Es muy desafortunado que ellos no conozcan la verdad acerca del nuevo nacimiento.
Ellos piensan en los términos de sus hechos, “Si yo hago esto perfectamente, Yo naceré de nuevo.” Por lo tanto ellos ponen todos sus esfuerzos en este trabajo, creyendo que están construyendo el fundamento necesario para nacer de nuevo, y pensando, “¡Yo también naceré de nuevo algún día, como el Rev. Wesley!” Y leyendo Juan 3:8, ellos interpretan el versículo para significar que nadie puede decir de donde viene la bendición de nacer de nuevo o hacia donde va.
Por consiguiente ellos únicamente pueden trabajar duro en la esperanza de que Jesús les permitirá ser nacidos de nuevo algún día. Hay muchos que piensan, “Si lo sigo intentando así, Jesús me permitirá nacer de nuevo algún día. Yo vendré a ser un nacido de nuevo, aun sin darme cuenta de ello. Alguna mañana yo simplemente despertaré nacido de nuevo y sabiendo que mi destino es el cielo.” ¡Oh, que infructuosa es su esperanza y su fe!
¡Nosotros nunca podremos nacer de nuevo de esa manera! Nunca podremos nacer de nuevo por apartarnos de la borrachera y los cigarrillos, o por asistir a la iglesia diligentemente. Como Jesús dijo, tenemos que “nacer de nuevo del agua y del Espíritu” para entrar en el reino de Dios. Y el agua y el Espíritu son las únicas condiciones de Dios para nacer de nuevo.
A menos que uno haya nacido de nuevo del agua y del Espíritu, todos sus esfuerzos para ser justo ante Jesús son en vano. Uno nunca puede nacer de nuevo con ofrendas, donaciones o por devoción. Él puede pensar que únicamente Dios sabe quien ha nacido de nuevo, la persona no puede conocer si él es nacido de nuevo o no.
Podría ser un consuelo para él pensar de esta manera, pero el ser nacido de nuevo no puede esconderse bajo la mesa. Él mismo definitivamente lo sabría, y otros alrededor de él también lo sentirían.
Nosotros probablemente no lo sentiríamos físicamente, pero definitivamente si lo sentiríamos muy bien espiritualmente. Los verdaderamente nacidos de nuevo, son aquellos creyentes renacidos a través de la Palabra de Dios. Las palabras del agua, la sangre y el Espíritu. Pero aquéllos que no son nacidos de nuevo no lo podrán entender así como Nicodemo tampoco pudo.
Por consiguiente tenemos que escuchar las palabras de la verdad, la redención a través del bautismo y la sangre de Jesús. Así mientras atendemos y aprendemos la Palabra de Dios, podremos encontrar la verdad en ello, por lo tanto es muy importante abrir nuestras mentes y escuchar cuidadosamente.
“El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni á dónde va: así es todo aquel que es nacido del Espíritu” (Juan 3:8).
Cuándo la persona no ha nacido de nuevo al leer este pasaje, ella piensa, “! Ah! ¡Jesús dijo que yo no puedo saber cuando nací de nuevo! ¡Nadie lo sabe!” Y ese pensamiento le da consuelo. Pero esto no es la verdad. Podemos no saber de donde el viento viene y a dónde va, pero Dios lo sabe todo.
Aun entre los nacidos de nuevo, hay quienes no se dan cuenta al principio. Esto es entendible. Pero dentro del corazón del hombre, está el evangelio: y las palabras de redención a través del bautismo y la sangre de Jesús.
Este es el testimonio de ser nacido de nuevo. El que escucha el evangelio y comprende, “Oh, entonces estoy sin pecado. Entonces, he sido salvado y nací de nuevo.” Cuando él cree y guarda el evangelio del agua y del Espíritu en su corazón, él se viene a ser justo, un hijo de Dios.
A alguien podría preguntársele, “¿Eres nacido de nuevo?” Y él podría contestar, “Aun no.” “¿Entonces has sido salvado?” “si, Yo creo, he sido salvado.” Pero él se está contradiciendo, ¿no es así? Él lo hace porque él piensa que cuando la persona nace de nuevo, también debería ser cambiado en su carne.
Tales personas consideran que nacer de nuevo es como un cambio radical en su estilo de vida. Pero la verdad es que ellos no entienden el evangelio de ser nacidos de nuevo del agua y del Espíritu.
Hay muchos que no entienden el significado de nacer de nuevo. Esto es una lástima. Sucede no sólo en los hombres comunes, sino en la mayoría de los líderes de las iglesias que operan bajo esta ilusión. El corazón de aquéllos que hemos nacido de nuevo se lamenta por esa gente.
Cuándo sentimos de esta manera, ¿cuánto mucho más dolor causa esto a Jesús, nuestro Dios en el cielo? Permitámonos todos nacer de nuevo creyendo en el evangelio del nuevo nacimiento del bautismo de Jesús y su sangre en la cruz.
El nacer de nuevo y el ser salvado significan la misma cosa. Pero hay muchos que no saben esta verdad. El nacer de nuevo significa que el pecado en nuestro corazón ha sido lavado a través de nuestra fe en el evangelio del agua y del Espíritu. Esto significa ser hechos justos a través de la fe en el bautismo de Jesús y su sacrificio en la cruz.
Antes de nacer de nuevo, el hombre es un pecador, pero después, él está absolutamente sin pecado como una nueva persona. Ha sido hecho hijo de Dios por creer en el evangelio de la salvación.
Ser nacido de nuevo significa vestir las ropas del bautismo de Jesús, muriendo en la cruz con Jesús, y siendo resucitado con él. Esto significa que uno ha sido hecho justo a través de las palabras del bautismo y la cruz de Jesús.
Cuando uno nace del útero de su madre, es un pecador. Pero cuando se ha escuchado el verdadero evangelio de ser nacido de nuevo del agua y del Espíritu, entonces es nacido de nuevo y hecho justo.
Exteriormente parece que no hay diferencia, pero ha nacido de nuevo por dentro, en su espíritu. Esto es lo que significa nacer de nuevo. Pero sólo hay pocos que conocen esta verdad; quizás no más de diez mil. ¿Estás de acuerdo conmigo en que hay muy pocos que entienden el verdadero significado de ser nacidos de nuevo?
Aquéllos que creen en el evangelio del agua y del Espíritu y que han nacido de nuevo pueden distinguir al que genuinamente es nacido de nuevo entre el común de los cristianos.
 
 
ES JESÚS QUIEN CONTROLA EL VIENTO
 
¿Quién puede saber quien es salvado?
Sólo los nacidos de nuevo
 
“El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni á dónde vaya: así es todo aquel que es nacido del Espíritu.” Jesús estuvo hablando acerca de aquellos que no habían nacido de nuevo. El nacido de nuevo sabe acerca de ser nacido de nuevo, pero Nicodemo no sabía. Dios sabe quien es nacido de nuevo, y los nacidos de nuevo también lo saben por sí mismos.
Pero aquéllos que no son nacidos de nuevo, no saben como un hombre puede nacer de nuevo así como ellos no saben de dónde viene el viento y hacia dónde va.
¿Eres tu capaz de entender esto? ¿Quién mueve el viento? Dios lo hace. ¿Quién creó el viento? Dios lo hizo en el cielo. ¿Quién controla el clima en la tierra, encauza el viento y el agua? ¿Y quién puso aliento de vida en todas las cosas vivientes? En otras palabras, ¿Quien creó la vida en este mundo y la hizo crecer? No fue nadie más que Jesucristo. Y Jesucristo es Dios.
Cuando no conocemos las palabras el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu, no podemos nacer de nuevo y tampoco podemos enseñar a otros espiritualmente. Jesús nos dijo que a menos que uno sea nacido del agua y del Espíritu, no se puede nacer de nuevo.
Nosotros debemos creer en el evangelio del agua y del Espíritu, el poderoso evangelio que nos hace nacer de nuevo. El Espíritu entra y mora en las mentes de aquéllos que creen en el evangelio del agua y del Espíritu.
Jesucristo fue bautizado para quitar los pecados de la humanidad y derramó su sangre en la cruz para pagar por estos pecados. Él instauró la salvación del nuevo nacimiento en los corazones de la humanidad. Cuando creemos en este evangelio, el Espíritu entra en nuestras almas. Esta es la salvación de ser nacidos de nuevo. Cuando creemos en el lavado de todos los pecados a través del bautismo de Jesús y su sangre, somos verdaderamente nacidos de nuevo
En Génesis 1:2, está escrito, “Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.” Está escrito que el Espíritu de Dios se estaba moviendo sobre la faz de las aguas. El Espíritu de Dios se movía fuera de la superficie de la tierra. 
Esto significa que el Espíritu no puede entrar en el corazón de los pecadores. El corazón de quien no ha nacido de nuevo está en caos, está lleno con la oscuridad del pecado. Por lo tanto el Espíritu de Dios no es capaz de morar en ese corazón.
Dios envió la luz de su evangelio para iluminar la tierra del pecador. Dios dijo, “Hagamos la luz,” y hubo luz. Entonces, y sólo entonces, el Espíritu de Dios pudo morar en los corazones de los hombres.
Por consiguiente, en los corazones de los nacidos de nuevo, aquéllos que creen en el evangelio del agua y del Espíritu, mora el Espíritu de Dios. Este es el significado de su “nuevo nacimiento.” ¡Ellos son nacidos de nuevo en sus corazones porque ellos escucharon las palabras de la salvación del agua y del Espíritu y ellos creyeron en esto!
¿Cómo puede el hombre nacer de nuevo? Jesús se lo explicó a Nicodemo, el Fariseo, diciendo, “El que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.” Nicodemo dijo, “¿Cómo puedo nacer de nuevo del agua y del Espíritu? ¿Puedo acaso entrar en el vientre de mi madre nuevamente y nacer de nuevo?” Obviamente, él hablaba literalmente y no podía darse cuenta como un hombre podía nacer de nuevo.
Y Jesús le dijo, “Eres tú maestro ¿Y no sabes lo que esto significa?” Jesús le dijo que el que no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios ni incluso puede verlo. Jesús le dijo a Nicodemo la verdad de ser nacido de nuevo.
Es verdad hay mucha gente que cree en Jesús sin haber nacido de nuevo. La mayoría de los cristianos, como Nicodemo no han nacido de nuevo realmente.
Nicodemo fue en su tiempo un líder espiritual de Israel, similar a los líderes en las iglesias hoy en día. En términos modernos, él era comparable a un diputado. Por sus estándares religiosos él era un maestro, un rabino para los Hebreos, él era el líder religioso de los judíos. Él era también un completo estudioso.
En Israel en aquellos días, no había una institución comparable a las escuelas de ahora, así que toda la gente iba a los templos o a las sinagogas a estudiar bajo “los hombres sabios.” Ellos fueron los maestros del pueblo. Así como hoy, había también muchos falsos maestros. Y ellos eran los que enseñaban al pueblo sin que ellos mismos hubieran nacido de nuevo.
En nuestros días hay muchos líderes religiosos, oficiales de las iglesias, maestros, predicadores, superiores y diáconos, que no han nacido de nuevo. Como Nicodemo, ellos no conocen la verdad de ser nacidos de nuevo. Muchos de ellos aun piensan que debemos entrar en el vientre de nuestra madre por segunda vez para nacer de nuevo. Ellos saben que tienen que nacer de nuevo, pero no saben cómo.
Y debido a su ignorancia, al igual que un hombre ciego tocando a un elefante para verlo con sus manos, su instrucción está basada en sus sentimientos y experiencias personales. Ellos predican los valores mundanos en la iglesia. Y debido a esto impiden a mucha gente fiel el nacer de nuevo.
Nacer de nuevo nada tiene que ver con nuestras buenas obras. Somos nacidos de nuevo a través de nuestra creencia en las palabras del agua, la sangre y el Espíritu que Dios nos dio. Es el evangelio de Dios el que nos transforma de ser pecadores a ser justos.
Jesús dijo estas palabras, “Si os he dicho cosas terrenales y no creéis, ¿Cómo creeréis si os dijere las celestiales?” Y de hecho, la gente no creyó cuando Jesús les dijo la verdad acerca de que la expiación de nuestros pecados fue completada a través de su bautismo. ¿Porqué no lo creyeron? Ellos no creyeron que su redención haya sido hecha posible a través del bautismo de Jesús y de su muerte en la cruz. Esto es lo que él quiso decir cuando dijo que la gente no le creería si él les hablara acerca de “las cosas celestiales.”
Para limpiarnos de todos nuestros pecados, Jesús fue bautizado por Juan el Bautista y murió en la cruz, y resucitó de la muerte para allanar el camino a los pecadores para nacer de nuevo.
Por lo que Jesús le explico a Nicodemo citando el antiguo testamento. “Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo. Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:13-15). Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, el Hijo del Hombre debe ser levantado para que todo aquel que crea en él tenga vida eterna.
¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo, “Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, el Hijo del Hombre debe ser levantado?” Él citó este pasaje del Antiguo Testamento para ilustrar como su bautismo y sangre traerían la expiación para todos los pecados del hombre.
Para que Jesús muriera en la cruz. Para que él fuera levantado, él primero tenía que quitar el pecado del mundo por medio de ser bautizado por Juan el Bautista. Debido a que Jesús no tenía pecado, él no podía ser crucificado en la cruz. Así que para ser crucificado, él tenía que ser bautizado por Juan el bautista y tomar todos los pecados de los hombres sobre de él mismo.
Únicamente tomando nuestros pecados y pagando por ellos con su sangre, podía él salvar a todos los pecadores de la condenación. Jesús nos dio la salvación de ser nacidos de nuevo del agua y del Espíritu. 
Por lo tanto, aquéllos que creen en Jesús como su Salvador, deben vestir las ropas de su bautismo, morir con él, y nacer de Nuevo con él. Más tarde, Nicodemo vino a entender esto.
 
 
COMO LA SERPIENTE FUE LEVANTADA
 
¿Por que Jesús fue crucificado?
Porque Él quitó todos los pecados a través de Su Bautismo
 
¿Conoces la historia de como Moisés levanto la serpiente de bronce en el desierto? La historia está escrita en Números capítulo 21. Ésta dice que las almas de los Israelitas se vieron muy desalentadas después del éxodo de Egipto, causando con esto que hablaran en contra de Dios y de Moisés.
Como resultado, el Señor les envió serpientes ardientes entre el pueblo, que entraron en sus tiendas y les mordían y mataban. Después de ser picados sus cuerpos se hinchaban y muchos morían.
Cuando la gente empezó a morir, Moisés su líder, oró a Dios. “Señor por favor sálvanos.” Dios le dijo que hiciera una serpiente ardiente de bronce y que la pusiera en un asta. Él le dijo que cualquiera que la mirara podría vivir. Moisés lo hizo conforme le fue dicho y proclamó las palabras de Dios al pueblo.
Cualquiera que creyera estas palabras y mirara la serpiente de bronce era sanado. De la misma manera, tenemos que ser sanados de la mordedura venenosa del diablo. El pueblo de Israel escuchó a Moisés y miró la serpiente de bronce en el asta, y así ellos fueron sanados.
La revelación de la serpiente en el asta era que la condenación de todo el pecado de los hombres había sido puesto sobre Jesucristo a través de su bautismo y muerte en la cruz.. Él los tomó sobre sí mismo y pagó el castigo por los pecados de todos los pecadores del mundo. Así, él terminó con todo castigo por nuestros pecados.
Jesucristo vino a este mundo para salvar a todos los hombres, que fueros destinados a morir “por el veneno de la serpiente,” por las tentaciones de satanás. A pagar por todos nuestros pecados. Él tuvo que ser bautizado y morir en la cruz antes de ser resucitado para salvar a todos aquéllos que creyeran en él.
Así como los Israelitas en el Antiguo Testamento fueron sanados cuando miraron a la serpiente en el asta, hoy, todo aquél que cree en Jesús y tiene fe en que él pagó por nuestros pecados a través de su bautismo y sangre, puede ser salvado y nacer de nuevo.
Jesús pagó totalmente por todos los pecados del mundo a través de su bautismo por Juan el Bautista en el Jordán, Su muerte en la cruz, y su resurrección de la muerte. Ahora, todos aquéllos que creen en él pueden ser bendecidos con la salvación a través de su misericordia.
“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo” (Juan 3:13). Como compensación por nuestros pecados, Jesús fue bautizado y derramó su sangre en la cruz, abriendo las puertas del cielo para nosotros. “Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí,” (Juan 14:6).
Debido a que Jesús fue bautizado y crucificado en la cruz para abrirnos las puertas del cielo, todo aquél que cree en la salvación a través de él es salvado. Jesús ha pagado por nuestros pecados, así que cualquiera que crea en la verdad del agua, la sangre y el Espíritu puede entrar en el reino de los cielos.
Jesús nos salvó con el evangelio del agua y del Espíritu. El nuevo nacimiento viene de tener fe en el bautismo y la sangre de Jesús y en el hecho de que él es Dios.
“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,” (Juan 3:14). ¿Qué es lo que significa este versículo? ¿Por qué Jesús tuvo que ser crucificado? ¿Él cometió pecado como nosotros? ¿Fue él tan débil como lo fuimos nosotros? ¿Estuvo Él incompleto como lo estuvimos nosotros? No, él no estuvo así.
¿Entonces por qué él tuvo que ser crucificado? Esto fue para salvarnos y para pagar por todos nuestros pecados. Él fue bautizado y crucificado para salvarnos de todos nuestros pecados.
Esta es la verdad de la salvación, de ser nacido de nuevo del agua y del Espíritu. Jesús nos dio nueva vida a todos aquéllos que hemos creído en su bautismo y en su muerte en la cruz, lo cual fue el pago por nuestros pecados.
 
 

EL SIGNIFICADO DEL AGUA Y DEL ESPÍRITU

 
¿Que se entiende por el agua y el Espíritu?
El Agua significa el bautismo de Jesús y el Espíritu a él siendo Dios
 
La Biblia nos dice que cuando creemos en el bautizo de Jesús y su sangre en la cruz, hemos nacido de nuevo. Venimos a ser hijos de Dios, siendo nacidos de nuevo, lo cual es alcanzado a través de las palabras escritas de Dios, el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu, que es el pago por nuestros pecados.
De acuerdo con la Biblia, “el agua” significa el bautismo de Jesús (1 Pedro 3:21), y “el Espíritu” significa que Jesús es Dios. Y ésta es la verdad del nuevo nacimiento, que Jesús vino a este mundo en carne de hombre para pagar por nuestros pecados a través de su bautismo y de su sangre.
Él quitó todos nuestros pecados a través de su bautismo y pagó el salario del pecado muriendo en la cruz, él salvó a todos aquéllos que creen en él.
Tenemos que darnos cuenta de que el bautismo y la sangre de Jesús representan nuestra salvación, en esa manera fuimos salvados de nuestros pecados. Únicamente aquéllos que han nacido de nuevo del agua y del Espíritu pueden ver y entrar en el reino de los cielos. Jesús nos salvó con el agua de su bautismo. Su sangre y el Espíritu. ¿Crees en esto?
Jesús es el sumo sacerdote celestial que vino a este mundo a pagar por los pecados del mundo. Él fue bautizado, derramó su sangre en la cruz, y fue resucitado, convirtiéndose así en el Salvador de todo aquél que cree en él..
Jesús dijo en Juan 10:7, “Yo soy la puerta de las ovejas.” Jesús está a la puerta del cielo. ¿Quién es el que nos abre la puerta? Es Jesucristo.
Él vuelve su rostro a aquéllos que creen en él sin conocimiento de la verdad de su salvación. Él no permite a aquéllos que no han creído en su bautismo, su sangre y el Espíritu el nacer de nuevo. Él vuelve su rostro a aquéllos que no creen en sus palabras escritas, a aquéllos que rechazan aceptar su santidad, y a quien no quiere reconocer que él es Dios.
Cualquiera que se niega a creer la verdad escrita de que él vino a este mundo en carne, fue bautizado, y murió en la cruz para pagar por todos los pecados del mundo, o de que él murió en la cruz para recibir el juicio en nuestro nombre, o de que él resucitó en el tercer día después de su crucifixión, es echado fuera por él y el mismo perecerá. Como está escrito, “El pago del pecado es la muerte.”
Pero aquéllos que creen en la bendición de su redención a través de su bautismo y sangre, aquéllos que han venido a ser santos en sus corazones, están autorizados para entrar en el cielo. Este es el verdadero evangelio del nuevo nacimiento, el evangelio que viene a nosotros por el agua, la sangre y el Espíritu. Para nacer de nuevo del agua y del Espíritu es el evangelio celestial. Sólo aquéllos que creen en el bautismo y la sangre de Jesús pueden nacer de nuevo. Aquéllos que creyeron en el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu, están sin pecado; ellos son los únicos que son verdaderamente nacidos de nuevo.
Pero ahora, así como Nicodemo no se dio cuenta de la verdad, la mayoría de la gente cree en Jesús sin conocer el verdadero evangelio. ¡Y eso que Nicodemo era un honorable miembro de la sociedad! Pero él escuchó el verdadero evangelio de Jesús, y más tarde cuando Jesús fue crucificado, él fue uno de los que enterraron su cuerpo. Por ese tiempo Nicodemo ya había creído completamente.
En nuestros días, hay muchos de nosotros que no conocen la verdad acerca del agua y del Espíritu de Jesús. Más aun, hay mucha gente que no acepta la verdad cuando ellos tienen la oportunidad de escuchar el verdadero evangelio. Esto es una lástima.
Jesús hizo esto posible para que todos nosotros naciéramos de nuevo. ¿Qué nos hace nacer de nuevo? Esto es el agua, la sangre y el Espíritu, Jesús quitó todos nuestros pecados cuando él fue bautizado. Él murió en la cruz, y entonces resucitó de la muerte.
Y él dio a todos los que creen en él la bendición de nacer de nuevo. Jesús es el Salvador que permite a todos aquéllos que creen en él nacer de nuevo. Ora porque tu quieras estar siempre con Jesús, quien creó el cielo y la tierra y todas las cosa que hay en medio de ellos.
Juan 3:16 dice, “Para que todo aquél que en él cree no se pierda más tenga vida eterna.” Nosotros hemos ganado la vida eterna por creer en Jesús. Hemos nacido de nuevo por creer en el agua y en el Espíritu. Esta es la verdad, que si creemos en el evangelio de la salvación, el bautismo y la sangre de Jesús, y que Jesús es el Salvador y Dios, podemos ser salvados.
Pero si no creemos en esta verdad, seremos arrojados al infierno para la eternidad. Por eso es que Jesús le dijo a Nicodemo, “Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?”
¿Que hizo Dios por nosotros? La salvación a través de Jesús nos permite nacer de nuevo. Jesús nos salvo del mundo, del diablo y de los pecados mundanos. Para salvar a los pecadores de este mundo del juicio de pecado, él quitó todos sus pecados a través de su bautismo, fue crucificado en la cruz y resucitó de la muerte.
Es nuestra decisión si creemos en esto o no. La salvación de nacer de nuevo proviene de la fe en la salvación a través del bautismo y la sangre de Jesús.
Se ha dicho que hay dos bendiciones que Dios nos dio. Una es la bendición general, la cual incluye todas las cosas de la naturaleza, incluyendo el sol y el aire. Esta se conoce como bendición general porque es dada a todos los hombres ya sean ellos pecadores o justos.
Entonces, ¿Cuál es la bendición especial? La bendición especial es ser nacido de nuevo del agua y del Espíritu, la cual salva a todos los pecadores de la muerte por sus pecados.
 
 
LA BENDICIÓN ESPECIAL
 
¿Cual es la bendición especial de Dios?
Que él nos hizo nacer de nuevo a través de su bautismo, crucifixión, y resurrección
 
Está escrito en Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Esto describe la bendición especial de Dios; Jesús vino a este mundo en carne de hombre y lavó todos nuestros pecados al ser bautizado y crucificado por nosotros. Esta es la bendición especial de Dios, la verdad, que hemos sido salvados de todos nuestros pecados.
Es un hecho que Jesús nos ha salvado y nos ha cambiado de ser pecadores a ser justos. Tu puedes tener la bendición especial de Dios, simplemente creyendo en su verdad. ¿Tú lo crees?
Toda tu fe puede ser vana si te resistes a esta bendición especial de Dios, no importa que tan fielmente has vivido a lo largo de toda tu vida.
Yo predico todo el tiempo, y nunca he olvidado predicar que creer en el bautismo de Jesús, y en su cruz es la única manera de nacer de nuevo. Cualquier libro de la Biblia revela que la bendición de nacer de nuevo a través de Jesús es “la bendición especial de Dios” de la que hemos estado hablando. No hay nada que ilustre mejor la bendición de Dios que la salvación de los pecadores a través del bautismo de Jesús y su crucifixión.
El bautismo de Jesús y su crucifixión son bendiciones especiales de Dios. Los falsos predicadores en sus palabras no tienen nada que decir acerca de esto. Estos falsos predicadores aparecen vestidos como ángeles de luz, armados con la moralidad de la cristiandad y de la humanidad. Sí, esto es verdad. Los milagros que ellos hacen, la sanidad de enfermedades son todas cosas del diablo si es que ellos no tienen nada que hacer con la bendición especial de Dios.
Esta es la bendición especial de Dios, que nos dio a los pecadores el evangelio de la expiación. Con su bendición especial, Dios nos permite nacer de nuevo. Él nos hace nuevos a través de su bautismo, sangre , muerte y resurrección. Él nos hizo sus hijos, libres de pecado.
¿Crees en esto? ─ Sí. ─ ¿Has sido bendecido verdaderamente? ─ Sí. ─ El Bautismo de Jesús y su sangre, muerte y resurrección son bendiciones especiales que Dios nos dio a través del agua y del Espíritu. Este es el evangelio de la bendición especial. Alabado sea el Señor por salvarnos a través de esta bendición especial.
Es una lástima que muchos cristianos fieles hoy en día no se den cuenta de esta bendición especial de Dios, el evangelio del bautismo y de la sangre, de nacer de nuevo del agua y del Espíritu. Ciegamente ellos tratan de encontrar caminos en su teología y moral religiosa. ¡Cómo pueden ser tan ignorantes!
La cristiandad ha estado con nosotros desde hace mucho, ha estado cerca de quinientos años desde la Reforma, pero todavía, hay muchas personas en Corea y en el resto del mundo que ignoran acerca de la verdad de la bendición especial de Dios.
Pero espero y creo que él les permitirá conocer la verdad ahora, porque estamos en la era que está cercana al final de este mundo.
Los pecadores tienen que nacer de nuevo y aceptar la verdad del agua y del Espíritu a fin de convertirse en justos y entrar en el reino de los cielos. Muchos cristianos están tratando muy duro de ser nacidos de nuevo.
Pero si ellos tratan sin saber el verdadero significado de nacer de nuevo, su fe es en vano. Ellos dicen que tienen que nacer de nuevo para entrar en el reino de los cielos, pero ellos no tienen ni una pista acerca de la verdad de ser nacidos de nuevo.
Ellos apenas asumen que desde que ellos creen tan fielmente, desde que sienten el fuego en sus corazones, es que ellos pueden nacer de nuevo. Pero tratar de nacer de nuevo basados en sus sentimientos personales y fervorosos puede únicamente dirigirlos a una fe incorrecta.
 
 

LA PALABRA DE DIOS ES LA QUE NOS GUÍA PARA VERDADERAMENTE NACER DE NUEVO

 
¿Cual es la diferencia entre fe y religión?
Fe es creer en lo que Jesús hizo para salvarnos, mientras que religión es confiar en nuestros propios hechos y pensamientos
 
Está escrito claramente en 1 Juan 5:4-8 que podemos nacer de nuevo únicamente por creer en el agua, la sangre y el Espíritu. Si vamos a nacer de nuevo, debemos mantener en nuestra mente que podemos nacer de nuevo únicamente a través de la palabra escrita de Dios, la palabra de verdad. Deberíamos saber que las visiones, hablar en lenguas, o experiencia sensacionales nunca pueden llevarnos al nuevo nacimiento.
Jesús dijo en Juan capítulo 3 que uno no puede entrar en el reino de los cielos a menos que haya nacido de nuevo del agua y del Espíritu. Si uno va a nacer de nuevo, generalmente tiene que creer en Jesús doblemente. Primero, uno tiende a creer en Jesús de la manera religiosa, reconociendo sus pecados a través de la ley de Dios. La primera vez que el hombre cree en Jesús, es a través de la ley de Dios y el darse cuenta de cuan terrible pecador se es realmente.
Nosotros no deberíamos creer en Jesús acorde a una de las muchas religiones de este mundo. La cristiandad no es una religión. La única manera de ganar la vida eterna es a través de la fe.
Cualquiera que cree en Jesús como religión terminará vacío. El será dejado con un corazón lleno de pecado, caos y vacío. ¿No es esto verdad? Tu no querrías terminar como un hipócrita así como los fariseos en la Biblia.
Cada uno quiere llegar a ser un cristiano-nacido de nuevo. Pero cuando uno cree en el cristianismo como una religión, termina siendo un hipócrita con el corazón lleno de pecado. Debemos llegar a conocer la verdad del nuevo nacimiento.
Cualquiera que cree en el cristianismo como una religión sin ser nacido de nuevo, es seguro que terminará confundido y vacío en su corazón. Si uno cree en Jesús pero no ha nacido de nuevo, su fe es incorrecta. Por consiguiente termina engañado, tratando duramente de parecer santo ante todo el mundo pero fallando miserablemente.
Así que tanto como tú creas en el cristianismo como una religión, tu serás siempre un pecador, un hipócrita, y vivirás tus días lamentándote por tus pecados. Si quieres ser liberado de tus pecados, tienes que creer en la verdad escrita, el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu.
 
 

AVERIGUANDO EL SECRETO DE LA REDENCIÓN ATRAVÉS DEL BAUTISMO DE JESÚS

 
¿Qué nos hace nacer de nuevo?
El bautismo de Jesús, su muerte en la cruz, y su resurrección
 
La Biblia nos dice que cualquiera puede nacer de nuevo a través de la palabra de Dios, la cual nunca cambia. Ahora, veamos las palabras del apóstol Pedro en 1 Pedro 3:21. “El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva.”
En la Biblia, está registrado, que el bautismo de Jesús es el que ahora nos salva. Todos los que creen en Jesús deberían de saberlo, no acerca de nuestro propio bautismo, sino del bautismo de Jesús. El bautismo de Jesús nos da a los pecadores nueva vida. Créelo, y tu nacerás de nuevo y ganarás la bendición de la salvación.
Entendiendo que la salvación se gana a través de la creencia en el bautismo de Jesús, nosotros podemos salvarnos, podemos venir a ser justos y podemos ganar la vida eterna. En otros términos, cuando nosotros creemos en la verdad de la salvación a través de las palabras de Dios, nuestros pecados serán limpiados para siempre.
Nacer de nuevo es nacer por segunda vez. La mayoría de nosotros normalmente empieza creyendo en Jesús como una religión, y entonces nosotros llegamos a ser nacidos de nuevo a través de la fe cuando nosotros comprendemos la verdad. El nombre Jesús quiere decir “Porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).
Cuando nosotros creemos en Jesús y sabemos exactamente lo que él ha hecho por toda la humanidad, nosotros somos liberados de nuestros pecados y nacemos de nuevo como nuevas personas. Al principio nosotros creemos en Jesús como una religión, entonces, es cuando nosotros oímos y creemos en el evangelio del bautismo de Jesús y su sangre, nosotros nacemos de nuevo.
¿Cuál es la verdad que nos hace nacer de nuevo? Primero, es el bautismo de Jesús, después la sangre que él vertió en la cruz, y finalmente su resurrección de la muerte. Ser Nacido de nuevo significa creer en Jesús como nuestro Dios, nuestro Salvador. Veamos cómo las personas del Antiguo Testamento nacieron de nuevo.
 
 

EL PAGO POR EL PECADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO SE HACÍA: IMPONIENDO LAS MANOS Y CON LA OFRENDA DE SANGRE

 
¿Cuál es el evangelio del nuevo nacimiento en el Antiguo Testamento? Primero, permítenos leerte lo que Levítico capítulo 1 dice sobre nacer de nuevo.
En Levítico 1:1-5, “Llamó Jehová a Moisés, y habló con él desde el tabernáculo de reunión, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda.
Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová. Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya. Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión.”
Dios nos dice en Levítico cómo los Israelitas pudieron unirse con Dios a través del sistema sacrificatorio. Es la verdad que nosotros debemos saber y entender. Por consiguiente permítenos repasar estas palabras.
Dios llamó a Moisés y habló con él desde el tabernáculo de reunión. Fue acerca de la expiación de los pecados de los Israelitas. Cuando las personas de Israel cometieron pecados de desobediencia de la ley de Dios, ellos pudieron expiar sus pecados ofreciendo ganado sin mancha a Dios.
Y estos animales sacrificatorios tenían que ser aquéllos especificados por Dios y tenían que estar sin mancha. También, ellos tuvieron que ser ofrecidos de acuerdo al ritual establecido por Dios. La forma del sacrificio era como sigue.
Si cualquiera pecara en el tiempo del Antiguo Testamento, tenía que ofrecer un sacrificio ante Dios para la remisión del pecado. Primero, el sacrificio tenía que estar sin mancha, y entonces el pecador tenía que poner sus manos sobre él para pasar sus pecados sobre la cabeza.
Después de que era degollado, su sangre tenía que ser puesta en los cuernos del altar, y el resto de el se vertía en la tierra. Éste era el ritual del tabernáculo santo que Dios les había dado a su pueblo como la bendición de redención.
La ley y los mandamientos de Dios consisten en 613 artículos que mencionan lo que ellos “deben hacer,” o “no deben hacer.” Dios dio la ley y sus mandamientos al pueblo de Israel. Aunque las personas sabían que la ley y los mandamientos de Dios eran correctos, ellos no podían vivirlos porque todos nacimos con doce tipos de pecados heredados de Adán.
Por consiguiente, ellos perdieron la habilidad de hacer lo correcto delante de Dios. Los Israelitas perdieron la habilidad de llegar a ser justos. Tanto que, ellos no podían ayudar pero se mantenían cometiendo pecados, incluso mientras se esforzaban duramente por estar sin pecado. Es el destino de toda la humanidad nacer y morir como pecadores.
Pero Dios, en su infinita misericordia, le dio a su pueblo el sistema sacrificatorio a través del cual ellos podrían expiar sus pecados. Él les dio el ritual del santo tabernáculo para que el pueblo de Israel y todas las personas del mundo pudieran ser redimidas de sus pecados. Él reveló a través del sistema sacrificatorio su justo amor por toda la humanidad. Él mostró al mundo la manera de salvarse.
Dios les dio el sistema sacrificatorio al pueblo y ordenó a la tribu de Leví para ministrar el sacrificio. Entre las 12 tribus de Israel, sólo a la tribu de Leví le fue ordenado el ministerio de atender el sacrificio para el pueblo de Israel.
Moisés y Aarón eran de la tribu de Leví. Y la Biblia registra las leyes y regulaciones que gobiernan el sacrificio del tabernáculo santo, el evangelio de la expiación por la imposición de manos.
Por consiguiente, cuando nosotros realmente entendemos el ritual sacrificatorio de los Levitas, nosotros mismos podemos nacer de nuevo. Por eso tenemos que estudiar la palabra de Dios con respecto al sacrificio del tabernáculo santo. Ésta es la parte más importante del Antiguo Testamento. Finalmente, cuando venimos al Nuevo Testamento, tenemos las bendiciones de haber nacido de nuevo del agua y el Espíritu.
 
 
LA EXPIACIÓN POR EL PECADO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
 
¿Cuáles son los atributos de Dios?
Justicia y Amor
 
Dios llamó a Moisés, de la tribu de Leví, al santo tabernáculo de reunión y ordenó a su hermano Aarón como el sumo sacerdote. Aarón estaba para pasar los pecados de las personas sobre las ofrendas del pecado.
Esto es lo que Dios dijo a Moisés como se registra en Levítico 1:2. “Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno de entre vosotros ofrece ofrenda a Jehová, de ganado vacuno u ovejuno haréis vuestra ofrenda” Dios especifica aquí las ofrendas para el sacrificio. Si cualquiera de las personas buscaba la expiación para sus pecados, él tenía que ofrecer un toro o una oveja de su ganado.
Dios también les dijo, “Si su ofrenda fuere holocausto vacuno, macho sin defecto lo ofrecerá; de su voluntad lo ofrecerá a la puerta del tabernáculo de reunión delante de Jehová” (Levítico 1:3).
El sacrificio era aceptado por Dios en lugar de la vida de la persona que se suponía moría por sus pecados. Los Israelitas podían pasarle sus pecados poniendo sus manos sobre la cabeza de los animales. Los animales sacrificatorios tenían que ser ofrecidos por la propia persona y de su propia voluntad. Ahora, veamos lo qué dice el verso 4. “Y pondrá su mano sobre la cabeza del holocausto, y será aceptado para expiación suya.” Así la ofrenda sería aceptada por Dios. Cuando el pecador ponía sus manos sobre la cabeza de la ofrenda quemada, sus pecados se pasaban a la cabeza del animal. Por lo tanto el pecador tenía que poner sus manos sobre la cabeza de la ofrenda delante de Dios, así entonces él la aceptaría y concedía la expiación de sus pecados.
Y él la mataba y los sacerdotes ponían la sangre en los cuernos del altar y esparcía el resto en la tierra antes del altar. A fin de pagar por sus pecados y ser libre de ellos, uno tenía que ofrecer el sacrificio según las leyes establecidas por Dios.
Está escrito en Levítico 1:5, “Entonces degollará el becerro en la presencia de Jehová; y los sacerdotes hijos de Aarón ofrecerán la sangre, y la rociarán alrededor sobre el altar, el cual está a la puerta del tabernáculo de reunión.” Dentro del tabernáculo, por la puerta, estaba el altar de ofrendas quemadas con cuernos en las cuatro esquinas.
Después de poner sus manos en la cabeza de la ofrenda quemada para pasar sus pecados, el pecador tenía que matar al animal sacrificatorio, y el sacerdote rociar la sangre en los cuernos. Los cuernos del altar se refieren al juicio por los pecados. Así, poniendo la sangre en los cuernos significaba que el animal había vertido su sangre para pagar por los pecados en beneficio del pecador. Cuando Dios veía la sangre en los cuernos del altar, Él expiaba los pecados del pecador.
¿Por qué la ofrenda por el pecado tenía que sangrar? Porque “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23) y porque la vida de la carne está en la sangre. Por consiguiente está escrito en Hebreos, “Sin derramamiento de sangre no hay remisión” (Hebreos 9:22). Así, el derramamiento de sangre de la ofrenda por el pecado cumplía la ley de Dios, que dice que el pago del pecado es la muerte.
Para tener todos los derechos, la sangre ofrecida debía venir del pecador, por lo que la ofrenda de pecado sangraba en su lugar para la expiación. El sacerdote ponía entonces la sangre en los cuernos del altar para significar que se pagó por el pecado.
Si leemos Apocalipsis 20:11-15 en el Nuevo Testamento, podemos ver que los cuernos significan el libro del juicio. Por consiguiente el poner sangre en los cuernos es poner sangre en el libro de juicio. Es testificar que el juicio por los pecados se cumplió por la imposición de las manos y la sangre de la ofrenda del pecado.
 
 
LOS PECADOS SE REGISTRAN EN DOS LUGARES
 
Todos los pecados de la humanidad se graban ante Dios en dos lugares. Uno es en las lápidas de sus corazones, y el otro es el libro del juicio abierto delante de Dios.
Está escrito en Jeremías 17:1, “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante; esculpido está en la tabla de su corazón, y en los cuernos de sus altares.”
En Levítico 17:11, dice, “Porque la vida de la carne en la sangre está” La sangre es la vida de la carne, y nuestros pecados sólo pueden pagarse con esta sangre. Por consiguiente, la sangre fue puesta en los cuernos del altar. Según la ley, casi todas cosas se purifican con sangre, y sin el derramamiento de sangre no hay remisión (Hebreos 9:22).
“Y desollará el holocausto, y lo dividirá en sus piezas. Y los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego sobre el altar, y compondrán la leña sobre el fuego. Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová” (Levítico 1:6-9).
 Entonces los sacerdotes cortaban la ofrenda quemada en pedazos y los ponían en el fuego del altar. Este ritual significaba que cuando las personas pecaban ante Dios, ellos tenían que morir de esa manera y sangrar y ser arrojados al fuego del infierno. Pero el juicio se llevaba a cabo a través de la ofrenda de pecado, para que las personas pudieran expiar sus pecados.
El sacrificio de ofrendas quemadas era el ritual del juicio de la justa ley de Dios. Dios incorporó ambas leyes, la ley de justicia y la ley del amor, en el ritual de expiación por toda la humanidad.
Porque Dios es justo, él tenía que juzgar y sentenciarlos a muerte. Pero, porque él también amó a su pueblo, él les permitió pasar sus pecados sobre a la ofrenda del pecado. En el Nuevo Testamento, porque nuestro Señor nos amó tanto que, él fue bautizado y crucificado para convertirse en la ofrenda del pecado por nosotros los pecadores. El bautismo de Jesús y su muerte en la cruz cubrió todos los pecados del mundo.
 
 
LA EXPIACIÓN POR EL PECADO DIARIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
 
¿Quién simboliza la ofrenda sin mancha por el pecado del viejo testamento?
Jesucristo
 
Leamos Levítico 4:27-31. “Si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere; luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió. Y pondrá su mano sobre la cabeza de la ofrenda de la expiación, y la degollará en el lugar del holocausto. Luego con su dedo el sacerdote tomará de la sangre, y la pondrá sobre los cuernos del altar del holocausto, y derramará el resto de la sangre al pie del altar. Y le quitará toda su grosura, de la manera que fue quitada la grosura del sacrificio de paz; y el sacerdote la hará arder sobre el altar en olor grato a Jehová; así hará el sacerdote expiación por él, y será perdonado” (Levítico 4:27-31).
Los descendientes de Adán, el pueblo de Israel, y todas las personas del mundo nacieron en este mundo lleno de pecado. Por consiguiente nuestros corazones están llenos de pecado. Hay todo tipo de pecado dentro del corazón del hombre: los malos pensamientos, adulterios, fornicaciones, homicidios, robos, codicia, y necedades.
Cuando un pecador quería expiar los pecados de un día, él tenía que traer un animal sin mancha al tabernáculo santo. Él tenía entonces que poner sus manos en la cabeza del animal para pasar sobre él sus pecados, matar el sacrificio y dar su sangre al sacerdote para ser ofrecido ante Dios. Entonces el sacerdote llevaría a cabo el resto del sacrificio para que el pecador pudiera ser perdonado de sus pecados.
Sin la ley los mandamientos de Dios, las personas no sabrían si ellos habían pecado o no. Cuando nos miramos a través de la ley de los mandamientos de Dios, nosotros reconocemos nuestros pecados. Nuestros pecados no se juzgan por nuestras normas, sino por la ley de los mandamientos de Dios.
La gente común de Israel pecó, no porque quisiera, sino porque la gente nació con todo tipo de pecado en sus corazones. Los pecados que los hombres cometen debido a su debilidad son llamados como sus transgresiones. El pecado incluye todas las transgresiones e iniquidades del hombre.
Todos los hombres son seres incompletos. Como el pueblo de Israel también estaba incompleto, ellos eran pecadores y cometían pecados. Todas las transgresiones e iniquidades del hombre pueden categorizarse de la manera siguiente. Cuando nosotros tenemos malos pensamientos en nuestras mentes, ellos se llaman pecados, y cuando los hacemos, se llaman transgresiones. Los pecados del mundo incluyen ambos tipos.
En el Antiguo Testamento, los pecados se pasaron sobre la cabeza de la ofrenda de pecado mediante la imposición de manos. Después, el pecador quedaba sin pecado y por consiguiente no tenía ninguna necesidad de morir por sus pecados. Ese sistema sacrificatorio es la sombra del justo juicio y amor de Dios.
Debido a que Dios nos creó de la tierra, en el principio nosotros éramos meramente polvo y nada más. Poniendo la sangre en los cuernos del altar y vertiendo el resto a la base del altar significaba que los Israelitas habían pagado por sus pecados y habían borrado todos los pecados de las lápidas de sus corazones.
“El sacerdote quemará la grasa en el altar como un aroma agradable para el Señor.” La grasa en la Biblia significa el Espíritu Santo. Por consiguiente para expiar nuestros pecados, tenemos que hacerlo de la manera que Dios ordenó. Nosotros también tenemos que tomar en nuestros corazones la expiación de nuestros pecados de la manera que Dios ha juzgado apropiada.
Dios le dijo al Pueblo de Israel que las ofrendas del pecado debían ser un cordero, cabra, o ternero. Las ofrendas del pecado del Antiguo Testamento eran especialmente escogidas. El ternero es un animal limpio. La razón por la que las ofrendas del pecado tenían que ser sin mancha era que ellos estaban revelando a Jesucristo que sería concebido por el Espíritu Santo para convertirse en la ofrenda de pecado por toda la humanidad.
Las personas del Antiguo Testamento pasaron sus pecados poniendo sus manos en la cabeza de la ofrenda del pecado sin mancha. Los sacerdotes administraban el sacrificio para pagar por sus pecados. Así era cómo las personas de Israel hacían expiación por sus pecados.
 
 

EL RITUAL DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN

 
¿Por qué el pueblo de Israel necesitaba ofrecer el sacrificio en el Día de la Expiación?
Porque ellos continuaron pecando hasta la muerte. Las ofrendas diarias no podían santificarlos delante de Dios.
 
Pero como ellos tenían que hacer un sacrificio cada vez que cometían pecado, era imposible proporcionar todos los sacrificios que necesitaron para expiar sus pecados. Así que, gradualmente, ellos se hicieron negligentes. Parecía una tarea interminable expiar sus pecados todos los días y ellos llegaron a sentir que todos juntos podían anular este ritual.
No importa cuan duro lo intentamos, nosotros nunca podemos ofrecer el suficiente sacrificio por todos nuestros pecados. Por consiguiente la verdadera compensación por nuestros pecados tiene que ser dada a través de nuestra creencia de corazón en la ley de la salvación que Dios preparó para nosotros.
Debido a nuestra debilidad, no importa cuan duro intentemos vivir en la ley de Dios, nosotros sólo nos damos más cuenta de cuan incompletos y débiles somos. Por lo tanto Dios le dio al pueblo de Israel una forma de expiación por los pecados de todo el año en una sola vez (Levítico 16:17-22).
Está escrito en Levítico, “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: En el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas, y ninguna obra haréis, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros. Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová. Día de reposo es para vosotros, y afligiréis vuestras almas; es estatuto perpetuo” (Levítico 16:29-31).
 Así, las personas de Israel tenían paz en su mente una vez por año cuando el sumo sacerdote ministraba el sacrificio de expiación en el décimo día del séptimo mes por todos los pecados que el pueblo había cometido durante el año. Con sus pecados lavados, sus mentes quedaban en paz en ese día.
En el décimo día del séptimo mes, el sumo sacerdote Aarón, como representante de todo Israel, tenía que administrar el sacrificio de expiación. En ese entonces, los otros sacerdotes no podrían entrar en el tabernáculo santo. En primer lugar, Aarón tenía que administrar el sacrificio de expiación por él y su casa, antes de que él pudiera hacerlo por el resto del pueblo de Israel porque él y su casa también habían pecado.
Él administró el sacrificio para el pueblo así. “Después tomará los dos machos cabríos y los presentará delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y echará suertes Aarón sobre los dos machos cabríos; una suerte por Jehová, y otra suerte por Azazel. Y hará traer Aarón el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Jehová, y lo ofrecerá en expiación. Mas el macho cabrío sobre el cual cayere la suerte por Azazel, lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a Azazel al desierto” (Levítico 16:7-10).
Después de que él había realizado el ritual de expiación para él y su casa, Aarón “Y echará suertes sobre los dos machos cabríos.” Una porción era para el Señor y el otro era para la víctima propiciatoria, “Azazel.”
 Primero, se ofreció una de las dos cabras al Señor. Aquí, el sumo sacerdote puso sus manos en la cabra en nombre del pueblo para pasar sobre él los pecados que ellos habían cometido durante el año.
La sangre fue puesta en el propiciatorio dentro del Lugar Santísimo y se salpicaba siete veces. El pueblo de Israel era así perdonado de todos sus pecados cometidos durante el último año. En lugar de que el pueblo de Israel muriera por sus pecados, el sumo sacerdote Aarón pasó los pecados sobre la cabeza de la ofrenda del pecado y se le permitió a ésta tomar el juicio por todos. Entonces él sacrificaba la otra cabra viva ante Dios. Ése era el sacrificio por el pueblo.
 
 
POR LAS PERSONAS
 
Antes el Pueblo, Aarón puso sus manos en la segunda cabra y confesó ante Dios. “Señor, el pueblo de Israel ha cometido asesinato, adulterio, robo, codicia, engaño,. . . y ellos se han postrado ante los ídolos. Ellos no han guardado el Sábado santo, ellos han usado tu nombre en vano, y ellos han roto todos los artículos de tu Ley y mandamientos.” Entonces él quitaba sus manos. Con esto, todos los pecados de las personas durante el año entero se pasaban a la ofrenda del pecado.
Leamos Levítico 16:21. “y pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, y confesará sobre él todas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados, poniéndolos así sobre la cabeza del macho cabrío, y lo enviará al desierto por mano de un hombre destinado para esto.” La víctima propiciatoria vagaría entonces en el desierto y se moriría con los pecados del pueblo de Israel en su cabeza. La víctima propiciatoria, “Azazel” en hebreo, significa “para poner sobre.” Significa que la ofrenda del pecado fue lanzada fuera ante el Señor, por todo el pueblo de Israel.
Ahora, los pecados de Israel se pasaron a la víctima propiciatoria a través de la imposición de las manos de Aarón. De esta manera los Israelitas eran perdonaros de sus pecados. Cuando ellos veían que el sumo sacerdote ponía sus manos en la cabra y vieron que lo llevó al desierto, todas las personas del pueblo de Israel que creían en el ritual de la expiación estaban seguras de la expiación para sus pecados. Todos los rituales del Antiguo Testamento fueron la sombra del ‘evangelio del nuevo nacimiento’ del Nuevo Testamento.
En el Antiguo Testamento, la imposición de manos y la sangre del sacrificio fueron el evangelio de salvación de pecado. Y permaneció básicamente igual en el Nuevo Testamento.
 
 
EL EVANGELIO DE REDENCIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO
 
¿En el Nuevo Testamento, cómo se expiaron los pecados de las personas?
Está escrito en Mateo 1:21-25, “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emmanuel, que traducido es: Dios con nosotros. Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre Jesús.”
Nuestro Señor Jesús vino a este mundo en el nombre de Emmanuel para salvar a toda la humanidad del pecado. Por consiguiente él fue llamado Jesús. Jesús vino a llevarse todos los pecados del hombre. Él vino en carne de hombre para volverse el Salvador de la humanidad. Él cumplió nuestra salvación y nos libró para siempre del pecado.
 
 

EL EVANGELIO DEL NUEVO NACIMIENTO

 
¿Y cómo nos liberó Jesús de todos nuestros pecados? Él lo hizo a través de su bautismo. Veamos Mateo 3:13.
“Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:13-17).
En el Nuevo Testamento, cuando Jesús llegó a los 30 años, él vino a Juan el Bautista en el Jordán. Fue bautizado por él y quitó los pecados de todos los pecadores. Haciendo esto, él cumplió la justicia de Dios.
 
 

¿POR QUE JESÚS FUE BAUTIZADO EN EL JORDÁN?

 
¿Qué es revelado en el evangelio?
La Justicia de Dios
 
Ahora veamos la escena cuando el Sumo Sacerdote Celestial se encontró al último sumo sacerdote de la humanidad. Aquí, nosotros podemos ver la justicia de Dios a través del bautismo que ha hecho la expiación para todos los pecados del mundo.
Juan el Bautista, el que bautizó a Jesús, era el más grande entre los nacidos de mujer. Jesús había testificado en Mateo 11:11, “Entre esos nacidos de mujeres allí no ha habido uno mayor que Juan el Bautista.” Así es como se expiaron los pecados de las personas cuando el sumo sacerdote Aarón puso sus manos en la cabeza de la ofrenda del pecado en el día de la Expiación, en el Nuevo Testamento, todos los pecados del mundo fueron expiados cuando Jesús fue bautizado por Juan el Bautista.
El evangelio de nacer de nuevo es el evangelio de la completa expiación de todos los pecados. Por consiguiente el evangelio de redención a través del bautismo de Jesús era el evangelio que Dios puso para el cumplimiento de su justicia que salvó a todas las personas del mundo. Jesús fue bautizado de la manera más apropiada para expiar todos los pecados del mundo.
¿Qué significa “cumpliendo toda justicia?” Significa que Dios lavó todos los pecados del mundo de la manera más apropiada. Jesús fue bautizado para lavar todos los pecados de la humanidad. “Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe,” (Romanos 1:17).
Se mostró la justicia de Dios en su decisión de enviar a su propio Hijo Jesús a este mundo para lavar todos los pecados a en la través de su bautismo por Juan el Bautista y su muerte cruz.
En el Nuevo Testamento, se expresó la justicia de Dios a través del bautismo de Jesús y su sangre. Nosotros nos hicimos justos porque Jesús cargó con todos los pecados de la humanidad hace casi dos milenios en el Jordán. Cuando nosotros aceptamos la salvación de Dios en nuestros corazones, la justicia de Dios se cumple de verdad.
“Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces le dejó. Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mateo 3:15-17).
Este pasaje revela que Dios mismo testificó el hecho que en el bautismo de su Hijo se cumplió toda la justicia de la salvación. Él estaba diciéndonos, “Jesús que fue bautizado por Juan el Bautista ahora, es de verdad mi Hijo.” Dios testificó que su Hijo fue bautizado para la expiación de toda la humanidad. Él hizo esto, para que el santo trabajo de su Hijo, Jesús, no fuera en vano.
Jesús es el Hijo de Dios y también el Salvador de los pecadores del mundo. “En quien tengo complacencia,” dijo Dios. Es la verdad que Jesús obedeció la voluntad del Padre y se llevó todos los pecados de la humanidad a través de su bautismo.
La palabra bautismo significa “ser lavado, pasar a, ser enterrado.” Porque todos nuestros pecados se pasaron a Jesús cuando él fue bautizado, todo lo que nosotros tenemos que hacer es creer en el evangelio para ser salvados de todos los pecados del mundo.
El cumplimiento de todas las profecías de salvación en el Antiguo Testamento fueron cumplidas a través del bautismo de Jesús en el Nuevo Testamento. Por consiguiente las profecías en el Antiguo Testamento finalmente han encontrado a sus iguales en el Nuevo Testamento. Así como el pueblo de Israel expió sus pecados una vez al año en el Antiguo Testamento, los pecados de las personas se pasaron a Jesús y fueron expiados para siempre en el Nuevo Testamento.
Levítico 16:29 es el mismo tipo de Mateo 3:15. Jesús fue bautizado para asumir todos los pecados del mundo. Gracias a su bautismo, todos los que creen en su perdón eterno del pecado se salvan; todos sus pecados se borraron de las lápidas de sus corazones.
Si usted no reconoce y cree en su corazón la verdad del bautismo de Jesús y su muerte en la cruz, usted nunca podrá limpiarse de sus pecados, no importa cuan piadosa sea la vida que usted vive. Sólo a través del bautismo de Jesús la palabra de Dios se cumple y se borran nuestros pecados. La verdadera salvación se logra a través de la redención de todos nuestros pecados, en otros términos, a través del bautismo de Jesús.
¿Ahora, qué hará usted? ¿Aceptará esta salvación en su corazón? ¿O no lo hará? Ésta no es palabra de hombre, sino del propio Dios. Jesús murió en la cruz porque él se había llevado todos sus pecados a través de su bautismo. ¿Usted no está de acuerdo que la crucifixión de Jesús es el resultado de su bautismo?
Está escrito en Romanos 8:3-4, “Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”
Porque el hombre no puede guardar la ley y los mandamientos de Dios debido a la debilidad de su carne, Jesús se llevó todos los pecados de la carne asumiéndolos él mismo. Ésta es la verdad del bautismo de Jesús. El bautismo de Jesús preordenó su muerte en la cruz. Ésta es la sabiduría del evangelio original de Dios.
Si usted sólo ha estado creyendo en la muerte de Jesús en la cruz, ha reflexionado ahora y ha aceptado en su corazón el evangelio de salvación a través del bautismo de Jesús. Entonces, sólo entonces, usted ha venido a ser un hijo de Dios.
 
 
EL EVANGELIO ORIGINAL
 
¿Cuál es el evangelio original?
El evangelio del agua y del Espíritu
 
El evangelio original es el evangelio de la expiación de los pecados. Éste es el evangelio del bautismo de Jesús, su muerte y resurrección que Dios reveló a nosotros. Jesucristo lavó todo el pecado una sola vez bautizándose en el Jordán y a través de esto dio la salvación a todos aquéllos que creen en esta verdad. Debido a nuestra fe, también se han lavado todos nuestros pecados del futuro.
Ahora, cualquiera que cree en el bautismo de Jesús y su sangre en la cruz se salva para siempre de todos los pecados del mundo. ¿Usted cree? Si su respuesta es “Sí, yo creo,” entonces usted será justificado.
Ahora, vamos a resumir las cosas que pasaron después de que Jesús fue bautizado. En Juan 1:29, está escrito, “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”
Juan el Bautista testificó que ese Jesús era el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Juan el Bautista había pasado a Jesús todos los pecados del mundo cuando él lo bautizó en el Jordán. ¡Y porque el propio Juan el Bautista bautizó a Jesús, él podía testificar, “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo!” Jesús fue bautizado y cargó los pecados del mundo, éste es el evangelio del nuevo nacimiento.
 “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (Juan 1:29) Jesús se llevó todos los pecados del mundo a través de su bautismo.
 
 
Los pecados que usted cometió desde su nacimiento hasta su décimo cumpleaños están incluidos en los pecados del mundo. ¿Usted cree que esos pecados fueron pasados a Jesús? – Sí, lo creo. – ¿Y que de sus transgresiones de la edad de 11 a 20? ¿Usted cree que esos pecados también fueron pasados a Jesús? – Sí, lo creo. –
¿Los pecados que usted cometerá en el futuro entran en los pecados del mundo? – sí, esos también están incluidos. – ¿Entonces, esos fueron pasados a Jesús? –Sí. – ¿Usted realmente cree que todos sus pecados se han pasado a Jesús? – Sí, lo creo. – ¿Usted cree que todos los pecados del mundo fueron ya pasados sobre Jesús a través de su bautismo? – Sí, lo creo. –
¿Usted quiere ser salvado de los pecados del mundo? Si usted quiere, crea en el evangelio del bautismo de Jesús y su sangre en la cruz. Una vez que usted cree, usted ha sido salvado. ¿Usted cree esto? Ésta es la verdadera salvación de nacer de nuevo. El bautismo de Jesús y su sangre es el evangelio original de nacer de nuevo. Es la bendición de Dios para todos los pecadores del mundo.
Para creer en la salvación de nacer de nuevo el bautismo a través del bautismo de Jesús y su sangre en la cruz, para admirar su amor, hay que tener la verdadera fe y nacer de nuevo. Las señales del nuevo nacimiento son el agua y sangre de Jesús. Usted sólo tiene que aceptar las palabras de verdad escritas en la Biblia.
 
 
RELIGIÓN Y FE
 
¿Cual testimonio tenemos en el corazón de haber nacido de nuevo?
Que Jesús lavó nuestros pecados con su bautismo y su sangre
 
La religión es creer en Jesús según los propios pensamientos de uno, rechazando la palabra pura de Dios. Pero la salvación del pecado está aparte de los propios pensamientos de uno. La fe es creer todas las palabras del Antiguo y Nuevo Testamento, negando los propios pensamientos. Es tomarlo como está escrito en la Biblia y aceptar la salvación a través del agua y la sangre: el bautismo de Jesús y su muerte en la cruz. Uno puede salvarse tomando en su corazón la sabiduría del evangelio original.
Sin el bautismo de Jesús no hay a quien pasar nuestros pecados, y sin el derramamiento de sangre no hay ninguna remisión de pecados. Todos nuestros pecados fueron pasados a Jesús antes de que él los tomara en la cruz y derramara su sangre por nosotros. Cuando nosotros creemos en el bautismo de Jesús y su sangre en la cruz, en el nuevo nacimiento a través del evangelio, nosotros nos liberamos de todos los pecados del mundo.
La verdadera fe es creer que Jesucristo nos limpió completamente de todos nuestros pecados cuando él fue bautizado; es creer que él tomó el juicio por todos nuestros pecados en la cruz. Nosotros tenemos que creer en la salvación justa de Dios. Dios amó al hombre tanto que él nos salvó a través del bautismo de Jesús y su sangre en la cruz. Cuando creemos en este evangelio nos salvamos de todos nuestros pecados, nos libramos del juicio y venimos a ser justos ante Dios.
“Señor, yo creo. Yo no merezco la salvación pero yo creo en el evangelio del bautismo de Jesús, su crucifixión y resurrección.” Nosotros sólo tenemos que agradecer al Señor la bendición del evangelio de nacer de nuevo. Creer en el evangelio original del nuevo nacimiento, es la verdadera fe.
La verdad de nacer de nuevo es “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Nosotros tenemos que saber la verdad exactamente y tenemos que creer en el agua, la sangre, y el Espíritu que dan testimonio (1 Juan 5:5-8).
“La verdad os hará libres.” Éstas son las palabras de Jesús sobre el agua y la sangre. ¿Usted ha sido liberado? ¿Somos de los religiosos o de los creyentes? Jesús quiere sólo aquéllos que tienen fe en el evangelio del nuevo nacimiento de agua y el Espíritu.
Si usted cree en el evangelio del bautismo de Jesús y su sangre, usted está sin pecado en su corazón. Pero si usted cree en Jesús como una religión, usted todavía está en pecado porque usted no tiene fe completa en la salvación de Jesús. Las personas religiosas intentan obtener la redención de sus pecados y oran cada día en arrepentimiento.
Así, ellos nunca pueden salvarse completamente de sus pecados. Aun cuando ellos se arrepintieron a lo largo de su vida, nunca podrían reemplazar la remisión completa de pecados a través del bautismo de Jesús y su muerte en la cruz. Permitámonos ser salvados creyendo en el evangelio de Jesús que lavó todos los pecados del mundo e incluso los del futuro.
Yo le digo de nuevo que arrepentirse todos los días nunca puede sustituir al evangelio de nacer de nuevo. Todo cristiano debe creer ahora en la remisión de pecados a través del evangelio del nuevo nacimiento.
Nosotros nunca podremos arrepentirnos completamente de nuestros pecados. El arrepentimiento falso no puede llevarnos a Dios, y sólo consuelas tu alma. El arrepentimiento falso es una confesión unilateral que nunca tiene en cuenta la voluntad de Dios. Esto no es lo que Dios espera de nosotros.
¿Cuál es el verdadero arrepentimiento? Es volver a Dios. Regresar a la palabra de la salvación de Jesús y creer en la palabra en la manera en que de él está escrito. El evangelio que nos salva es el evangelio del bautismo de Jesús, su crucifixión y resurrección. Cuando nosotros creemos completamente en este evangelio, entonces somos salvados y ganamos la vida eterna.
Ésta es la sabiduría del evangelio del nuevo nacimiento; es creer en el bautismo de Jesús y su sangre y el evangelio del reino de Dios que nos permite nacer de nuevo.
Cuando Jesús nos dijo que nosotros debemos nacer de nuevo de agua y del Espíritu, él quiso decir que nosotros debemos nacer de nuevo creyendo en su bautismo y sangre en la cruz. Entonces nosotros podemos entrar y morar en el reino de Dios. Nosotros tenemos que creer en su palabra. Las dos cosas que testifican de la remisión de nuestros pecados, el bautismo de Jesús y su sangre en la cruz, son las palabras que nos permiten nacer de nuevo.
¿Ahora, usted cree en el evangelio de nacer de nuevo, y de la remisión de pecados? La fe en el bautismo de Jesús y su sangre en la cruz nos salva de todos los pecados del mundo. Nosotros podemos nacer de nuevo con esta fe. La Biblia nos dice que Jesús lavó los pecados de todos los pecadores en el mundo, ¿Por qué no creer y nacer de nuevo?
Aquéllos que creen en las dos cosas que testifican de nuestro nuevo nacimiento, el bautismo de Jesús y su crucifixión, son los que verdaderamente han nacido de nuevo. Y quién cree en el Hijo de Dios tiene testimonio en sí mismo (1 Juan 5:3-10). Cuando usted cree en Jesús, usted no debe dejar fuera el evangelio del agua, la sangre y el Espíritu.
Así como el general Naamán se lavó en el Jordán siete veces para ser sanado completamente de la lepra (2 Reyes capítulo 5), nosotros debemos creer que Jesús lavó los pecados una vez y para siempre en el Jordán y como resultado nos dio la salvación eterna.
Porque Jesús nos amó, nosotros podemos salvarnos de todos los pecados del mundo y podemos tener la vida eterna creyendo en el evangelio de la remisión de pecado. Permitámonos todos creer en el evangelio del nuevo nacimiento y obtener la salvación de Dios.
 
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