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Kazania

Tema 14: La Primera Epístola de Juan

[Capítulo 5-1] ¿Cuál es la Verdad Que Nos Libera de Todos Nuestros Pecados? (1 Juan 5:1-4)

¿Cuál es la Verdad Que Nos Libera de Todos Nuestros Pecados?(1 Juan 5:1-4)
«Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él. En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe».
 

Reflexionemos Sobre Noé 

Las palabras en Génesis 6:1-8 son las siguientes: «Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años. Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre. Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová».
El pasaje de la Escritura explica porque Dios tuvo que juzgar a la gente en el tiempo en que Noé estaba viviendo. Dios tuvo que juzgar a la gente de ese tiempo debido a que los hijos de Dios se unieron con las hijas de los hombres, después de haber visto su belleza. Dios una explicación simple y llana por el juicio de la gente, el cual aún a un estudiante de 1º grado podría entender sin problemas.
Aquí hay una historia chistosa. En estos días, aún a los estudiantes de los niveles elementales les son dadas tareas fáciles. Antes, no era hasta que uno había alcanzado un nivel elemental avanzado que se le pedía escribir algo. Entre nuestros niños de escuela dominical, Ha-min, un estudiante de primer grado, se le pidió que escribiera un tema. La tarea era escribir un resumen después de leer “The Little Match Girl” de Hans Christian Anderson. El niño termino esta tarea rápidamente, con relativa facilidad, y corrió afuera a jugar con los otros niños.
Por curiosidad, el padre del niño miró la tarea de su hijo. El niño había escrito, “La pequeña niña de los cerillos murió sin haber podido vender un solo cerillo.” Ciertamente, ese niño escribió la sinopsis correcta de la historia con mucha precisión. Después de oír esta historia, pensé en la sencillez de la mente de un niño. La tarea sencilla, pero concisa del niño pareció chistosa a los adultos.
Si menciono el tiempo de Noé, fácilmente reconocemos que es el tiempo en que Dios juzgó al mundo con agua y solo permitió sobrevivir a los ocho miembros de la familia de Noé. La Biblia dice que el juicio del mundo llegó porque los hijos de Dios tomaron a las hijas de os hombres como sus esposas y vivieron con ellas.
En ese tiempo, las aguas se rompieron de todas las fuentes del gran abismo, y las ventanas del Cielo fueron abiertas derramando su lluvia. Como resultado, las aguas prevalecieron abundantemente sobre la tierra, y todas las altas colinas debajo de los cielos fueron cubiertas (Génesis 7:11, 19). La gente explica la inundación de Noé con la ley física de la conservación de la de la siguiente manera; Las cantidades de agua durante el tiempo de la inundación y en la actualidad son exactamente las mismas, pero el agua que está congelada en ambos Polos, Norte y Sur, hace posible que haya tierra seca.
A diferencia de esta explicación tan complicada, la verdad de Dios es llana y simple como la tarea del niño que decía, “La pequeña niña de los cerillos murió sin haber podido vender un solo cerillo.” Dios no tenía ninguna otra opción que la de juzgar al mundo debido a que Sus hijos habían tomado y vivido con las hijas de los hombres, después de ver su belleza.
Durante el tiempo de Noé, el Señor Dios vio que la maldad del hombre era enorme en la tierra, y que cada intención de los pensamientos de su corazón continuamente era perversa (Génesis 6:5). Sus planes eran malvados al igual que sus obras. Aunque la gente inherentemente es perversa y malvada, su maldad era tan tremenda en ese entonces que no había nadie que buscara a Dios, mucho menos que creyera en Dios. Habiendo visto todo esto, Dios decidió eliminar a toda la humanidad de la faz de la tierra. Así, Dios planeó y ejecutó el juicio. Sin embargo, la Biblia reporta que Noé halló gracia ante los ojos de Dios (Génesis 6:8).
La gente durante el tiempo de Noé era toda perversa ante los ojos de Dios. Aún la gente de Dios era toda malvada, ya que hacían las cosas que Él aborrece. A partir de aquí, Dios no tuvo otra opción más que la de juzgar al mundo. Solo una persona, Noé quién fue una persona justa en su tiempo, recibió la gracia de Dios de la salvación. Dios le había concedido a la familia de Noé Su gracia de la salvación e hizo a Noé el antecesor de la humanidad del segundo mundo. Dios es el mismo como lo era antes.
El pasaje sobre Noé y el pasaje de la Escritura de hoy están muy relacionados. La gente en el tiempo de Noé era tan perversa que era intolerable a los ojos de Dios. Sus pensamientos, sus planes, sus corazones, y sus obras eran todas perversas sin excepción. Como ese era el caso, Dios no tuvo otra opción que la de juzgar a toda la humanidad.
Esta no es una historia limitada al tiempo de Noé. La gente de la actualidad tiene pensamientos perversos, planes, corazones, y obras llenas de pecados. Esta generación se dirige hacia el juicio de Dios como la gente del tiempo de Noé.
En el tiempo de Noé, la corrupción de los hijos de Dios trajo el juicio sobre el mundo. ¿Cómo se comporta la gente en la actualidad? La gente en la actualidad comete los mismos pecados que cometió la gente del tiempo de Noé. No. Nuestros pecados puede que sean aún peores, pero definitivamente no son menores. Así, el pasaje de hoy dice: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Juan 5:4). El Apóstol Juan habla de una fe que vence al mundo. El pasaje de la Escritura de hoy nos enseña cómo podemos recibir nuestra salvación a través de la remisión de pecados y de cómo podemos vencer a este mundo.
Frecuentemente oímos que el mundo está creciendo en maldad, tolerándola más y más. Nos encontramos con muchas historias bizarras en las noticias que nos hace estremecernos, en las que descansa pura maldad. Entre gente que disfruta intercambiando a sus esposas, hay muchos profesionales como doctores, abogados y aún pastores. Esta gente está educada y son de un estado social relativamente elevado. Son elites con pocas preocupaciones financieras. Esta gente, que debería tener una moral elevada, se hallaba organizando clubes en donde se disfrutaba intercambiando esposas.
La Biblia reporta que la gente de Sodoma y Gomorra en los días de Abraham cometía pecados similares, sin importar si eran hombres o mujeres. Viendo el reciente incidente del intercambio o de la trasgresión que aumenta con la homosexualidad en Romanos 1:26-27, llegamos a ver que los pecados de este mundo no han cambiado de los del pasado.
En estos días, los estudiantes de nivel medio admiran homosexuales. Como se supo que una estrella del cine muy conocida es homosexual, muchos jóvenes fueron infectados con la enfermedad de admiración homosexual. De hecho, la homosexualidad ha estado presente a través de la historia. Solo que no habíamos hablado abiertamente hasta ahora. En la actualidad, la homosexualidad ha salido a la superficie a nuestras conciencias cotidianas, capturando nuestra atención, meramente porque el mundo ha llegado a ser más tolerante de los pecados que en el pasado. He escuchado que algunos estados en USA han llegado a permitir matrimonios legales entre homosexuales. En una ocasión, leí un artículo en las noticias acerca de un matrimonio único entre dos homosexuales. Sin embargo, el mayor problema es que no son unas cuantas personas, sino que es la mayoría de la gente de hoy está siendo influenciada por el pecado que prevalece en la sociedad.
Pienso que es posible que unos cuantos de entre nuestros propios hermanos y hermanas en el mundo, quienes han llegado a recibir la remisión de sus pecados a través de nuestra literatura Cristiana, practiquen esta manera pecaminosa de vivir. Algunas personas tan solo son homosexuales o lesbianas. ¿Son capaces de cambiar sus propios hábitos? Desde luego, si una persona se entrega a la obra de Dios uniéndose a Su Iglesia después de recibir la remisión de los pecados a través de la fe en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces el Espíritu Santo controla su corazón y como resultado, pueden vencer tales pecados como el de la homosexualidad. En esencia, la única forma para vencer tales pecados es creer en el evangelio del agua y el Espíritu y participar en el ministerio de Dios.
En una palabra, debido a que todos nacemos con pecado, nadie puede cambiar sus hábitos pecados. Sin importar que pecado es, una vez que una persona cae en el hábito de un pecado en particular, es difícil escapar de ese pecado. Más aún, la mutación hormonal del propio nacimiento no es algo de lo que uno tenga control. Sin embargo, la Biblia afirma que solo hay una forma de vencer tales pecados.
 


¿Qué Clase de Fe nos Permite Vencer Nuestros Propios Pecados?


El pasaje de la Escritura de hoy dice: «Y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Juan 5:4).
Entonces, ¿qué clase de fe poseía el Apóstol Juan que dijo que podía vencer al mundo? El Apóstol Juan está diciendo que él pudo escapar su propia debilidad y las trampas de Satanás a través de su fe en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu.
El pasaje de la Escritura de hoy nos dice acerca de la fe que vence a los pecados de este mundo. Habitualmente todos cometemos pecados. Puede que entre nosotros existan homosexuales; gente gay o lesbiana. En otras palabras, puede que entre nosotros se hallen aquellos, que cometen pecados de homosexualidad debido a las secreciones hormonales fuera de lo normal. La homosexualidad es afectada por cambios hormonales. A través de los cambios hormonales, algunos de nuestros hermanos pueden sentir deseo sexual por otros hombres en vez de mujeres, y de la misma forma alguna de nuestras hermanas puede desear otras mujeres en vez de hombres.
¿Cómo puede uno vencer tales pecados, que comete por sus desordenes orgánicos? Definitivamente podemos vencer nuestros pecados recibiendo la remisión de nuestros pecados a través de nuestra fe en Jesucristo, quién vino por el evangelio del agua y el Espíritu. Lo que sabemos es que el evangelio del agua y el Espíritu es lo suficientemente poderoso como para vencer al mundo.
La pregunta inicial fue, “¿Cómo podemos vencer los poderosos lazos de los muchos pecados del mundo?” yo sé que morimos sofocados en los pecados, incapaces de vencer todos esos pecados, a menos que tengamos una fe fuerte en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Nuestra carne humana no puede tan solo por la voluntad vencer las olas de pecados. A menos que uno muera a los propios deseos de la carne, no se puede vencer a los pecados del mundo.
Los humanos somos pecadores que cometemos pecados de deseos. Para vencer todos estos pecados, la persona tiene que creer en el evangelio del agua y el Espíritu y liberarse a sí mismo de los deseos de la carne. En nuestra fe en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, somos capaces de liberarnos a nosotros mismos de nuestros deseos de la carne. Una vez que somos libres de nuestros deseos de la carne, finalmente podemos comenzar a vivir vidas justas.
Algunas religiones, como el Budismo, enseñan que la emancipación de los deseos de la carne se halla en la muerte de la carne de uno mismo. Sin embargo, si uno muere a su propia carne sin haber conocido el evangelio del agua y el Espíritu, todo habrá sido en vano.
Aún si una persona sinceramente desea escapar de su propio corazón o de sus hábitos pecaminosos, uno es incapaz de hacerlo sin el conocimiento de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Algunas personas religiosas podrán decir que exitosamente escaparon de sus deseos de la carne, pero no hay una sola persona que haya logrado hacerlo sin haber muerto a su propia carne o habiéndose dado cuenta del evangelio del agua y el Espíritu.
Yo he visto en la Red de Televisión Budista un monje Budista mujer quién dio cátedra sobre el Budismo y compartió sus visiones acerca de la religión. Aunque había leído muchos libros acerca del Budismo y se había reunido con varios monjes importantes para enseñanzas personales, ella admitió que solo podía vivir de acuerdo a sus hábitos y no de acuerdo a las enseñanzas, como si se le hubiesen olvidado.
Por lo tanto, ella deseaba ser libre de sí misma, y ella sentía que la vida misma era el infierno para ella, ya que no se podía escapar de la doctrina Budista de la trasmigración. A propósito, ella concluyó que de alguna manera de salir de su deseo carnal era pasando por este mundo. Aún este monje mujer se ha dado cuenta que no existe escape de los hábitos pecaminosos de uno mismo, excepto a través de la muerte.
Sin embargo, nosotros, los que creemos en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, somos el propio pueblo de Dios que puede vencer al mundo creyendo que Jesús recibió el bautismo de Juan el Bautista y derramó Su preciosa sangre sobre la Cruz.
Esto no significa que ya no cometemos pecados. Más bien, continuamos cometiendo pecados. Si uno continúa pecando cada día, ¿cómo puede uno vencer los pecados del mundo? Si no conocemos bien la profundidad de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, no podremos vencer ni al mundo ni a Satanás.
¿Podemos escapar de los pecados de nuestros hábitos y de nuestra carne por nosotros mismos? No importa la clase de entrenamiento que recibamos, es una tarea imposible. Uno se libera a sí mismo de sus pecados solamente a través de la fe en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Por lo tanto, tenemos que conocer con mayor profundidad la Verdad que nos limpia, la cual es el evangelio del agua y el Espíritu. Tenemos que examinar el evangelio una vez más. Y nuevamente, tenemos que rumiar y creer en este poderoso evangelio profundamente con nuestro corazón.
Para ser fuerte en la gracia que es en Cristo Jesús (2 Timoteo 2:1), primero tenemos que aplicar la Ley sobre nosotros mismos para que podamos darnos cuenta cuan grandes pecadores somos. Solo después de que nos demos cuenta de que somos graves pecadores delante de Dios a través de la aplicación de la Ley sobre nosotros mismos, podremos ver la urgente necesidad de tener la fe en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu.
Si observamos la Biblia, nos habla de la Ley. No hay nada malo con la Ley. Puede qué sintamos que seremos capaces de vivir de acuerdo a la Ley si tratamos lo suficientemente fuerte. Así, la realidad es que nadie puede vivir de acuerdo a la Ley, mientras seguimos nuestros hábitos pecaminosos.
Hace un momento, escuchamos un testimonio de una de nuestras hermanas. Esa hermana dijo, “Yo solía pensar que era una buena persona. Pero después de que escuche el evangelio del agua y el Espíritu, llegue a reconocer que era la peor de las pecadoras. Y así, es mucho más preciado para mí que me haya encontrado con mí Señor, quién ha abolido todos mis pecados.” Es correcto. Sin la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, la gente no puede vencer sus pecados habituales.
Vayamos a 1 Juan 5:1: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios; y todo aquel que ama al que engendró, ama también al que ha sido engendrado por él». Este solo versículo contiene dos significados.
Primero, dice todo, él que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios. Fundamentalmente Jesús es Dios, pero Él vino a este mundo a realizar tres papeles particulares. El nombre Jesús significa Salvador. Jesucristo se ha convertido en nuestro Salvador completando el evangelio del agua y el Espíritu a través del cumplimiento de Sus tres papeles: Papeles de Sumo Sacerdote, de Profeta y de Rey.
Jesús es el Rey de reyes. Él es el Dios Todopoderoso y también el Sumo Sacerdote celestial. Temporalmente Jesús tomó cuerpo humano y vino a este mundo a recibir el bautismo de Juan el Bautista, lo que pasó los pecados del mundo sobre Su cuerpo. Entonces, Él murió sobre la Cruz y resucitó de entre los muertos a través de Su justicia y autoridad, y Él nos concedió a los creyentes la remisión de los pecados de una vez por todas. Esta es la Verdad de nacer de nuevo a través de la fe en el evangelio del agua y el Espíritu. La gente, que conoce esta Verdad, ha vencido todos los pecados.
 


Tú También Debes Conocer y Creer en la Verdad del Evangelio del Agua y el Espíritu


1 Juan 5:20 nos dice que Jesús es el Hijo de Dios y el Dios verdadero, quién nos concede vida eterna. Por lo tanto, aquellos, que son incapaces de creer en Jesús como Dios, tampoco pueden conocer la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Pero, desafortunadamente, existen muchos Cristianos que solo conocen a Jesús como el Hijo de Dios sin el conocimiento de Él como Dios Mismo.
No reconocen a Jesús como el Dios verdadero quien es igual en estatus a Dios Padre. Así, cuando ellos escuchan que Jesucristo ha recibido el bautismo y murió sobre la Cruz, la gente responde emocionalmente con una gratitud ligera y fallan en apreciar la magnitud de estos eventos. Si conocemos la verdad de que Jesús es Dios Mismo, verdaderamente podemos creer en todos los actos de justicia (Romanos 5:18) que Él ha completado para la remisión de nuestros pecados.
Debido a que Jesús el verdadero Dios era el Cordero de Dios que cargó los pecados del mundo, podemos creer en Su bautismo por Juan el Bautista y por Su sangre, la cual fue derramada sobre la Cruz. El hecho de que Jesús resucitó de Su muerte también es posible debido a que Jesús el verdadero Dios tomó nuestros pecados sobre Sí Mismo.
Tenemos que conocer y creer que fundamentalmente Jesús es nuestro Dios Salvador, quién usó temporalmente un cuerpo de carne. Por lo tanto, si vamos a creer, no debemos reducir a Jesucristo en Su esencia. Tenemos que conocer con precisión acerca de Jesucristo, quién es el Dios verdadero. Entonces, seremos capaces de creer todo lo que Él ha hecho por nosotros. La gente puede creer tanto como sabe. Así, el Apóstol Juan dijo en 1 Juan 5:1: «Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios».
En este versículo, el nombre Cristo significa “Mesías Príncipe” quién es ungido con aceite (Daniel 9:24-26). Jesús es el Rey de reyes. También Él es el Dios Creador de todo el universo. Así, Jesucristo también es el Sumo Sacerdote celestial, quién libero a toda la humanidad de los pecados del mundo.
Jesucristo es el Hijo de Dios y el Señor de este universo, el cual Él creó. Pero, para liberarnos de nuestros pecados, temporalmente Jesús dejó Su gloria en el Cielo y vino a este mundo en semejanza de hombre. Él tomó nuestros pecados sobre Sí Mismo de una vez por todas a través del bautismo de Juan el Bautista y murió sobre la Cruz, derramando Su preciosa sangre por nosotros. Jesús ha llegado a ser el salvador absoluto para Sus creyentes al resucitar de entre los muertos. Como tal, Jesús es el Salvador para todos aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu.
Jesús también es el Sumo Sacerdote celestial. Un Sumo Sacerdote realizaba ofrendas de acuerdo al sistema de sacrificios para borrar los pecados de su pueblo. Sin embargo, los sacrificios de los Sumos Sacerdotes no podían hacer perfectos a aquellos que se acercaban (Hebreos 10:1). Pero, hemos sido santificados de una vez por todas creyendo en el sacrificio eterno que Jesucristo, el Sumo sacerdote celestial, ofreció con Su propio cuerpo (Hebreos 10:10).
A partir de aquí, Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida para todos nosotros. Jesucristo nos ha enseñado la Verdad real que nos guía a la vida eterna. Aún más, Jesús es el verdadero Hijo de Dios, el Sumo Sacerdote celestial y el Salvador, quién nos enseñó el camino de la remisión de nuestros pecados.
Jesús ha descendido sobre esta tierra como Dios, el Hijo de Dios, nuestro Salvador, el Sumo Sacerdote, el Profeta y el Rey de reyes. Jesucristo es el verdadero Dios, quién nos ha liberado de nuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo (1 Juan 5:8). Nuestro Señor nos ha liberado de los pecados del mundo de una vez por todas, todo, a través de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. 
Compañeros Cristianos, ¿no es seguro que la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu nos puede hacer nacer de nuevo? Estamos seguros que el bautismo de Jesús, Su sangre sobre la Cruz y Su resurrección de entre los muertos fue todo realizado para el propósito de la remisión de los pecados. Cualquiera que cree en esta Verdad recibe la experiencia de nacer nuevamente junto con la remisión de los pecados. Recibimos la remisión de nuestros pecados a través de nuestra fe en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. También recibimos el Espíritu Santo como un regalo, cuando Dios reconoce nuestra fe. Ahora, hemos llegado a nacer de nuevo a través de nuestra fe en el evangelio del agua y el Espíritu.
Aquellos de entre nosotros que han nacido de nuevo de Dios creemos que Jesús es Dios y simultáneamente el Hijo de Dios. Dios Padre envió a Su Hijo a este mundo. Si decimos que amamos a Dios Padre, también debemos amar a Jesucristo quién es de Dios.
Existen muchos versículos en 1 Juan que proclaman a Jesús como Dios. ¿Sabes y crees que Jesús es Dios? Nosotros creemos que Dios es nuestro Salvador. Yo espero que tengas esta clase de fe. Esta fe fundamentalmente ve a Jesús como Dios. Jesús es el Dios Creador, quién creó el universo y todas las cosas en él. Jesucristo junto con nuestro Padre Dios y con el Espíritu Santo ha creado a toda la creación. Dios Padre, Dios Hijo y el Espíritu Santo son Dios de igualmente Dios para todos nosotros. El Dios Trino nos ha creado, nos ha liberado de todos nuestros pecados, y nos ha concedido vida eterna.
¿Sabes y crees que Jesús es nuestro Dios y tú Señor? Para seguir a Jesús como nuestro Señor y Salvador, debemos creer en la Verdad incambiable del evangelio del agua y el Espíritu y también en el hecho de que Jesús es Dios. Cualquier otra cosa aparte de esta Verdad no es más que un dogma religioso conceptual.
“Jesús es Dios. Simultáneamente, Él es ambos, el Hijo de Dios y Dios Mismo. Debido a que Él es el Creador del universo, fue Jesucristo quién expresó las palabras “hágase” en el Génesis. Jesús creó todo el universo al lado de Dios Padre y del Espíritu Santo. Jesús es nuestro Dios. Y Jesús es nuestro Dios salvador.” Conocer correctamente esta verdad es un requisito previo para tener una fe correcta. No puedes evitar creer en todas las palabras de verdad grabadas en la Biblia, si tú crees en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que creen que fundamentalmente Jesús es Dios también creen en cada palabra que Él nos ha dicho.
Queridos compañeros Cristianos, ¿ya crees ahora qué Jesús es Dios? Aquellos que no creen en esta verdad deberían volver sus corazones y comenzar a creer que ciertamente Jesús es Dios.
En estos días, los Cristianos de todo el mundo reconocen que Jesús es el Hijo de Dios pero les falta el conocimiento de que Jesús es el Dios verdadero. Debido a su falta de este conocimiento, no han alcanzado el verdadero evangelio del agua y el Espíritu. Aquel que falla en creer que fundamentalmente Jesucristo es Dios está cometiendo un grave pecado delante de Dios.
El Apóstol Juan ha dicho en 1 Juan 5:20: «Este [Jesucristo] es el verdadero Dios, y la vida eterna». Dios es luz sin ninguna oscuridad. Esa Luz se refiere a Jesucristo (Juan 1:9-10).
¿Existe alguien entre ustedes que haya visto a Dios con sus propios ojos? No existe una sola persona. A pesar de eso, podemos decir que sabemos quién es Dios y que le hemos visto a Él, ya qué hemos visto a Dios a través de Jesucristo, quién ha descendido por el evangelio del agua y el Espíritu. Jesús es Dios. Jesucristo nuestro verdadero Dios es Dios incapaz de mentir. Si crecemos que Jesucristo es Dios, llegamos a creer en el bautismo y en la sangre sobre la Cruz de Jesús quién ha venido a este mundo por el evangelio del agua y el Espíritu, como nuestra propia salvación.
Jesús es Dios. Él es el Dios verdadero y la vida eterna. Yo espero que no haya una sola persona entre nosotros que falle en creer en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu debido a la propia falta de fe en el divino Jesús. Ya sea que haya hablado a ustedes con elocuencia o no, reitero esta verdad con la intención de plantar una fe precisa en ustedes que confiesan a Jesús fundamentalmente como nuestro Dios y Salvador.
Cuando llamamos a Jesús, lo llamamos nuestro Señor y Salvador. Le llamamos por esos títulos ya que Él es el verdadero Dios y Salvador, quién nos ha liberado de todos nuestros pecados. Espero y oro en el nombre de Dios que tú tengas esta fe claramente en tu corazón.
Estoy seguro que existen muchos de nuestros hermanos y hermanas alrededor del mundo que tienen desesperación en sus corazones ya que peca a diario debido a sus debilidades. Pero, yo espero que recuerdes que tenemos fe en el evangelio del agua y el Espíritu que vence al mundo totalmente. Nuestra fe es la fe en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Si creemos en la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu, y somos, de esta manera, nacidos de Dios, ciertamente podemos vencer este mundo.
Decir que venceremos este mundo significa que estamos libres de pecado. Ser emancipado del pecado no significa un pase gratis para pecar como queramos. A pesar de los que se nos oponen, si deseamos ganar batallas en contra de las tinieblas, tenemos que ser creyentes de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Esta fe verdadera que debemos poseer es la fe en el evangelio del agua y el Espíritu como nuestra salvación verdadera.
 

Tenemos que Darnos Cuenta de Cuantos Pecados Cometemos

¿Cuántos pecados cometemos en un periodo de 24 horas? Cometemos pecados cada momento, esto es, cada minuto y cada segundo. Nadie puede afirmar que no ha pecado ante Dios. Esto es correcto. ¿O no?
Si estamos cometiendo tantos pecados delante de Dios, ¿que nos ocurrirá a nosotros en el futuro? Si somos pecadores delante de Dios, debemos recibir juicio de acuerdo a nuestros pecados. Quienquiera que tenga pecado en el corazón debe ser maldecido y recibir condenación eterna. La regla de Dios afirmó en Romanos 6:23 es: «Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro». Dios ha dicho que la paga del pecado es muerte. Pero, Dios nos ha concedido la remisión de nuestros pecados y la vida eterna a través de Jesucristo.
Sin embargo, necesitamos reconocer que estábamos destinados al infierno debido a los pecados que estábamos cometiendo antes de conocer el evangelio del agua y el Espíritu. Tenemos no solo nuestras obras pecaminosas, sino además las 12 clases de pecados que heredamos de nuestros padres (Marcos 7:23), tenemos que morir por nuestros pecados. Estábamos destinados a maldición y condenación eterna en el eterno fuego del infierno por estos pecados e iniquidades. Compañeros Cristianos, ¿reconocen que este camino era su destino?
Si tú y yo tenemos aún tantito pecado, hubiéramos muerto por ese pecado. Éramos gente que estaba destinada al infierno y al juicio debido a nuestros pecados. Sin embargo, es un logro sorprendente que nuestro Señor nos ha concedido la remisión de nuestros pecados. Es una maravillosa Verdad que Jesús vino a este mundo y recibió el bautismo de Juan el Bautista para tomar sobre Sí Mismo todos nuestros pecados.
¿Cómo y cuándo Jesús tomó los pecados de la humanidad sobre Sí Mismo? Si te pidiera que escribieras en detalle la respuesta a la pregunta, muy pocos Cristianos serían capaces de dar la respuesta correcta. Algunos de ellos podrían escribir, “Nuestros pecados fueron borrados en la Cruz.” Sin embargo, Jesús tomó los pecados de este mundo en el momento en que Él recibió el bautismo de Juan el Bautista. Jesús nuestro Salvador es el Sumo Sacerdote celestial quién transfirió los pecados de este mundo sobre Su propio cuerpo.
Amigos Cristianos, mucha gente que vive en este mundo comete numerosos pecados delante de Dios. ¿Podemos, entonces, ser limpiados de estos pecados del mundo y quedar tan blancos como la nieve? Nuestros colaboradores y la gente de Dios que se hallan esparcidos por todo el mundo comete pecados habitualmente a pesar de su mejor esfuerzo por vivir justamente. ¿Cómo podemos entonces vencer nuestros pecados diarios, nuestros pecados personales?
1 Juan 5:4-8 nos habla acerca de la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu. Nuestro señor le ha llamado fe verdadera a la fe en el evangelio del agua y el Espíritu-la fe que tenemos confiesa que Jesucristo el verdadero Dios vino a este mundo, tomó sobre Sí Mismo los pecados de este mundo de una vez por todas al recibir el bautismo, murió crucificado sobre la Cruz, y resucitó de entre los muertos.
Nuestros corazones son limpiados de todos nuestros pecados, y son más ligeros que una pluma a través de la fe en la Verdad que vino por el evangelio del agua y el Espíritu. Somos liberados de todas las cargas de nuestros pecados ya que Jesús tomó nuestros pecados sobre Sí Mismo con el bautismo que Él recibió. Ya que somos libres, ahora podemos hacer la voluntad de Dios, tratando de vivir para Dios. Ahora, podemos vencer al mundo, y no ser victimas caídas de las acusaciones de Satanás el Demonio.
Yo dije que todos los siervos de Dios y nuestros hermanos y hermanas en Cristo por todo el mundo pueden caer en sus hábitos de pecar de vez en vez. Es natural que nosotros nos odiemos en esos momentos. Sin embargo, el culparnos a nosotros mismos no resolverá el problema.
Cuando caemos en pecado, no debemos vernos a nosotros mismos sino a Jesucristo, “el autor y consumador de la fe” (Hebreos 12:2). Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo y tomó nuestros pecados sobre Sí Mismo a través del evangelio del agua y el Espíritu. Él limpió nuestros pecados totalmente. El recordar este hecho nos ayudará a vencer nuestras propias debilidades. Cuando caemos en pecado debido a nuestras debilidades después de que hemos sido liberados de nuestros pecados, debemos confesar nuestros pecados ante nuestro Señor y luego creer en el evangelio del agua y el Espíritu para vencer esos pecados.
Debemos confesar nuestra fe junto con nuestra naturaleza pecadora fundamental, “Dios, aunque he recibido la remisión de todos mis pecados a través de la fe en el evangelio del agua y el Espíritu, he pecado de nuevo hoy. He pecado de nuevo contra Tú justa Palabra. Soy un ser que no puede evitar pecar cada día. Pero, yo creo en Ti, mí Señor. Yo creo que Tú me has concedido la remisión de los pecados a través del evangelio del agua y el Espíritu.”
Debemos confesar nuestros pecados y confirmar la Palabra de Verdad de Dios de que el Señor ha borrado todos nuestros pecados a través del evangelio del agua y el Espíritu. Si hacemos eso, el peso del pecado en nuestro corazón es levantado y se tiene nueva esperanza. Si confirmamos que todos los pecados de nuestros corazones ya han sido transferidos sobre Jesús, nuestros corazones son afirmados como en el estado de la remisión de nuestros pecados y gustosamente podemos seguir la voluntad de Dios.
Yo te digo el evangelio del agua y el Espíritu es el único poder para vencer al mundo. A menos que creamos en el evangelio del agua y el Espíritu, no existe forma para que venzamos al mundo. Sin creer en este verdadero evangelio, no podremos vencer a Satanás el Demonio ni a nosotros mismos. Nuestro Señor nos ha liberado a través del evangelio del agua y el Espíritu, a quienes éramos incapaces de vencer las costumbres de este mundo y los deseos de nuestra carne. Nuestro Señor no nos comisiona para vencer al mundo por nosotros mismos. Más bien, Él nos dice que Él Mismo ha peleado contra el mundo y ha vencido, diciendo, “yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Debemos darnos cuenta que Dios nos ha dado palabras de victoria.
Nuestro Señor nos dice que veamos la Verdad del evangelio del agua y el Espíritu ya que a través de esa Verdad Él ha tomado nuestros pecados sobre Sí Mismo, los abolió a todos ellos y nos concedió la remisión de nuestros pecados. Él nos exhorta a que permanezcamos firmes delante de Dios y que seamos agradecidos con Él en nuestra fe en la Verdad.
No debemos decir “veni, vidi, vici”-“vine, vi y vencí”-como lo hizo Julio Cesar. Nosotros no ganamos nuestras batallas con nuestro propio poder. Nuestro Señor no nos ha encargado que hagamos algo. Él solo nos dice que creamos en Su amor que está revelado a través del evangelio del agua y el Espíritu. El Señor nos dice que creamos que Él nos ha liberado de todos nuestros pecados, nos ha adoptado como Su propio pueblo, y nos ha convertido en Sus colaboradores. Él ya sabía que somos insuficientes, y nos perfeccionó a través del evangelio del agua y el Espíritu.
Estamos para confirmar las bendiciones de gracia y el regalo de la salvación que Dios nos ha concedido. Y a través de nuestra fe, debemos vencer al mundo. Tenemos que venir delante de Dios por nuestra fe en Su amor. También, Él nos exhorta a vivir nuestras vidas de fe en la más brillante de las luces, dando gloria a Dios. Yo creo que Dios nos ha dicho que hagamos obras de justicia en este mundo.
 

Amamos a Nuestros Hermanos y Hermanas que Viven por Todo el Mundo
 
Tengo curiosidad de saber que tan bien han sido nutridos con nuestra literatura Cristiana nuestros hermanos y hermanas alrededor del mundo. Para ser nutrido espiritualmente, primero necesitan entender el significado literario de las Palabras de la Biblia. Solo entonces podrán comprender el significado espiritual. Si hablas espiritualmente acerca de la gracia de Dios antes de saber exactamente lo que dice el pasaje de la escritura, se resume todo a una mera teoría. Si escuchamos las Palabras de Dios sin tener fe en el evangelio del agua y el Espíritu, los resultados no podrán ser buenos.
Nuestra fe debe ser una donde haya armonía entre nuestro intelecto, emociones y voluntad. Entonces, sabremos correctamente, nos sentiremos correctamente y actuaremos correctamente. Tenemos que conocer correctamente para poder discernir lo bueno y lo malo de nuestras emociones. Eso determinará si estoy bien delante de Dios. Necesitamos fe que esté construida sobre un intelecto, emoción y voluntad correctos. Ustedes, los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu alrededor del mundo no solamente deben tratar de esparcir el evangelio sino además reexaminarse ustedes mismos primeramente si es que están creyendo correctamente en este hermoso evangelio.
Tenemos que confesar honestamente delante de Dios que somos seres que no pueden evitar cometer pecados cada día debido a nuestras debilidades. Y entonces, tenemos que transferir todos nuestros pecados sobre Jesús confirmando más la Palabra del evangelio del agua y el Espíritu. Al hacer eso, podemos estar firmes de nuevo y correr nuestra carrera de fe incesantemente.
Espero que una fe verdadera también se forme en ustedes. El pasaje de la escritura de hoy dice: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe» (1 Juan 5:4).
Con todo fervor espero que tengas la fe que vence al mundo. Para hacer eso, primero tenemos que escuchar y aprender acerca de la Verdad del evangelio. Entonces, tendremos verdadera fe en nosotros. La fe verdadera no es mera emoción sino Verdad en sí misma. Nuestro Señor ha dicho: «y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» (Juan 8:32). Tú tienes que conocer la Verdad real para que puedas creer en esa Verdad. ¿Cómo podemos creer en la Verdad del agua y el Espíritu si no la conocemos? ¿Cómo pueden surgir emociones de la nada?
Me gustaría concluir el mensaje de hoy una vez más con acción de gracias por el hecho de que la fe para vencer al mundo está en el evangelio del agua y el Espíritu.