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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 2-6] El Salvador de todos los que son pobres de espíritu (Lucas 2, 1-20)

(Lucas 2, 1-20)
«Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! Sucedió que cuando los ángeles su fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho».
 
 

Jesús entró en la historia de la humanidad

 
Cuando Jesús nació, el Imperio Romano estaba gobernado por César Augusto (63 a.C. al 14 d.C.) y su territorio se extendía por todo el mundo conocido. No es exagerado decir que Roma gobernaba el mundo entero entonces. Durante su cargo como emperador, Augusto ordenó que todas las colonias de Roma realizasen un censo. Esto ocurrió el primer año del calendario occidental actual. Como ese fue el año en que nació Jesucristo, se tomó como el año 1 d.C. Esto demuestra que Jesucristo es una figura histórica real y que es nuestro Señor. 
Nuestro Señor nació durante el reinado del emperador Augusto. A través del profeta Isaías, Dios había profetizado su nacimiento 700 años antes de que ocurriese. Nuestro Señor nació de la virgen María. 
Cuando la virgen María concibió a Jesús, estaba prometida a un hombre llamado José. En el pasaje de las Escrituras de hoy se dice que los dos fueron a Belén para registrarse en el censo, y María dio a luz en Belén porque ya le había llegado el momento. José y María necesitaban un sitio donde pasar la noche y donde dar a luz. Así que fueron por todas las posadas para buscar una habitación, pero todas las posadas estaban llenas porque muchas personas estaban de viaje para registrarse en el censo, y por eso Jesús nació en un establo y durmió en un pesebre donde comían los animales.
En aquel entonces algunos pastores estaban cuidando de su rebaño cuando un ángel del Señor se les apareció diciendo: «No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo». Así que el ángel del Señor les comunicó el nacimiento del Señor. Cuando el ángel dijo: «Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre», de repente una multitud de ángeles apareció en el cielo y alabó a Dios cantando: «¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!». Después de cantar alabanzas, el ángel y los ejércitos celestiales volvieron a ascender a los Cielos. 
Los pastores fueron a Belén y allí encontraron al niño Jesús, y les contaron a María y a José lo que el ángel y los ejércitos celestiales les habían dicho: «¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!». Dicho de otra manera, como nuestro Señor había venido a este mundo, iba a traer paz a todo el que se regocijase por la buena noticia de que el Señor había llegado al mundo. 
De la misma manera en que los pastores se regocijaron por la llegada del niño Jesús y creyeron en Él y por eso encontraron la paz del Señor, hoy en día hay personas que han encontrado paz y buena voluntad de Dios. ¿Quiénes son estas personas? A medida que se acerca la navidad, debemos aprovechar la oportunidad de pensar en la respuesta a esta pregunta. Hay muchas personas en este mundo, ¿pero quién ha encontrado paz y buena voluntad ante Dios? La Biblia dice que esta gracia la encuentran los que honran a Dios, los que le temen y quieren venerarle, amarle y adorarle, y los que le adoran y creen en Él. Estas personas complacen a Dios y Él les da paz. En otras palabras, el Señor borra los pecados de estas personas y las bendice con toda la fertilidad de la tierra. 
De hecho, nuestro Señor vino al mundo por los pecadores. Los que encuentran buena voluntad del Señor y los que se visten de su amor son los que aman a Dios, le temen y quieren servirle en sus vidas. Aunque sus acciones sean insuficientes, en sus corazones quieren encontrar a Dios y servirle, y aunque sean arrogantes y orgullosos en el mundo, humillan sus corazones ante Dios y le honran, porque desean servirle y obedecer su Palabra. Los corazones de estas personas reciben al Señor y Él vive en ellas. 
 
 

La Navidad es para los que buscan a Dios

 
Mis queridos hermanos, ¿por qué vino Jesucristo a este mundo? Jesucristo vino al mundo encarnado en un hombre a través del cuerpo de una virgen para los que quieren encontrar a Dios. Todos somos insuficientes. Pero a pesar de nuestras insuficiencias, debemos amar a Dios con sinceridad, servirle y alabarle con los ejércitos celestiales diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!».
Muchas personas han encontrado esta gracia. Los que encuentran la buena voluntad de Dios han sido salvados. Cuando nuestro Señor nació, durmió en un pesebre envuelto en pañales, y los pastores que estaban cuidando de su rebaño fueron los primeros que escucharon la noticia de su nacimiento. Mientras estos pastores estaban cuidando de su rebaño, un mensajero del Señor se les apareció y les dijo mientras la gloria de Dios brillaba a su alrededor: «No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor».
El Señor había venido. Dios mismo, el Profeta, el Sumo Sacerdote, y el Rey de reyes había venido al mundo encarnado en un hombre. Tal y como se había prometido en el Antiguo Testamento, el Salvador nació en la tierra de David, en una aldea llamada Belén. El ángel les dijo a los pastores: «Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre». El que Dios se convirtiese en un Hombre y viniese al mundo, y el que fuese envuelto en pañales y durmiese en un pesebre, es el mayor evento de todos. Este es el mayor milagro de todos. 
Cuando nuestro Señor vino al mundo, Dios les dio esta noticia a los pastores que estaban cuidando del rebaño antes que a nadie. Los pastores vieron los ejércitos celestiales descendiendo del Cielo y alabando a Jesucristo. Fueron los primeros en escuchar con sus oídos lo que los ángeles estaban diciendo. Aquí debemos meditar acerca del significado de este evento. Dios les dio la noticia del nacimiento de Jesús a los pastores antes que a nadie, a parte de José y María. Esto significa que los pastores fueron los primeros en saber que Jesús había nacido, e incluso ahora Dios habla primero a sus siervos, les enseña primero y les hace prepararse primero. 
Pronto el mundo entero estará lleno de conflictos. Las naciones se levantarán contra naciones, y surgirá guerra tras guerra. Como está escrito en la Biblia, el Señor les enseña todo a los siervos de Dios. De la misma manera en que nuestro Señor anunció el nacimiento de Jesús a los pastores primero, hoy en día Dios también les comunica a los pastores de Dios lo que pasará en el mundo. 
Debemos pensar en el retorno de Jesucristo, porque volverá al mundo pronto. El Señor volverá pronto, ¿pero cuándo exactamente? Nadie sabe la hora ni el día. Sin embargo, Dios dijo que revelaría el retorno del Señor a los hijos de la luz (1 Tesalonicenses 5, 4-5). Dijo que cuando el Señor vuelva a este mundo se llevará a los que no tengan nada que ver con el pecado. Cuando el Señor vuelva de nuevo, se llevará a los que hayan recibido la remisión de los pecados, a los que temen a Dios y han recibido su amor y sus bendiciones. 
Mis queridos hermanos, debemos recordar que Dios había anunciado la llegada del Señor a los pastores primero. Debemos saber qué significa esto y tener esta fe. Debemos recordar que Dios es el Salvador que da paz a los que encuentran la buena voluntad de Dios. 
Como somos seres humanos limitados, siempre somos insuficientes. Como todos somos humanos, a veces no podemos hacer todo lo que queremos. Somos personas insuficientes y pecadoras. Por eso necesitamos a Jesucristo. Gracias a Él podemos darnos cuenta de nuestras debilidades y reconocer que somos pecadores. Para los que saben que Jesucristo es Dios es inevitable que necesiten a Jesucristo. Estas personas creen con gratitud que Jesús ha borrado todos sus pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Están agradecidos por esta salvación y le alaban y dan gloria. Además Dios les da gozo y paz a los que le adoran. 
Mientras meditaba acerca del pasaje de las Escrituras de hoy pensé en muchas cosas. En la noche de la primera navidad, Dios se les apareció a los pastores y les habló. ¿Qué nos está diciendo Jesucristo ahora? También pensé en las personas que encuentran la buena voluntad de Dios. Los que no están satisfechos con las cosas del mundo, los que desean encontrar a Dios, servirle a pesar de sus insuficiencias, y los que quieren ser redimidos de todos sus pecados y están firmes ante Dios son los que el Señor tenía en mente cuando vino a este mundo. Mientras pensaba en este pasaje, le daba gracias a Dios por permitirme ser una de esas personas que anhelan al Señor. 
Mis queridos hermanos, esta Navidad hay algunas personas que están buscando a Dios. Según nuestro periódico del Evangelio, algunas de estas personas vinieron a nuestra Iglesia en Deajeon City. Decían que venían a nuestra Iglesia porque habían escuchado la Palabra del Señor y habían entendido la Verdad. El Señor bendice a los que obedecen la Palabra de Dios aunque no esté de acuerdo con su lógica y sus ideas. En vez de decir: «Eso no es lo que pienso, y eso no es lo que he aprendido», estas personas piensan en lo que la Palabra de Dios dice y creen en Jesús según esta Palabra, y por eso Dios las bendice. 
Estoy seguro de que hay personas así en este mundo. Los que no insisten en sus propios pensamientos ante Dios, los que se someten a la Palabra de Dios en obediencia, y los que reconocen esta Palabra como la Verdad tienen al Señor como su Salvador. ¿Cuántas personas creen que son así? ¿Cuántas personas así podemos encontrar en este mundo corrupto con tantos pecados? Seguramente no hay muchas. Sin embargo, aunque no haya muchas, ya sean docenas o millones, el Señor les da la ley de la paz y la salvación. 
Estamos predicando el Evangelio a muchas personas, tanto en Corea como en el extranjero. Sin embargo, no hay muchas personas que sean sinceras y quieran encontrar la buena voluntad de Dios. El Pastor Kim dirigió un centro de misión de nuestra Iglesia en Nueva York durante un par de años y me dijo que la mayoría de los cristianos allí creían en el Señor como fanáticos. Muchas personas dicen creer en Jesús de esa manera, pero, ¿cómo viene el Señor a buscarles? ¿Aparece con truenos, milagros y señales? No, nuestro Señor viene a buscar a los que aceptan la Palabra en sus corazones de manera tranquila y silenciosa. No va a buscar a los que gritan y hacen ruido, sino a los que se rinden ante la Palabra de Dios. 
Es absolutamente indispensable entender el significado de que Jesús naciese en un pesebre envuelto en pañales. Debemos admitir que somos personas humildes. También debemos admitir con acción de gracias que nuestro Salvador Jesucristo, quien vino como el niño Jesús, es nuestro pan de vida y que compartió su carne y su sangre con nosotros. 
¿Por qué nació el Señor en un pesebre y fue envuelto en pañales? Para darnos vida a seres humanos humildes como nosotros y convertirse en nuestro Salvador. Envuelto en pañales de lino, el niño Jesús durmió en un pesebre hecho de un tronco de árbol. El Señor vino a salvar a personas humildes como nosotros y a darnos vida. 
El que Jesucristo, el Rey de reyes, naciese en un sitio donde dormían los animales y se encarnase en un hombre nos enseña que es el Señor que vino a salvar a las personas humildes de este mundo. Por eso el Señor, el Rey de reyes nació en este lugar. Por tanto, los que buscan la gloria de este mundo y sus riquezas no pueden encontrar a Jesucristo. Por mucho que busquen a Jesús y por muy fervientemente que crean en Él, no pueden encontrar al Salvador que nació en un pesebre y que borró todos los pecados del mundo con el agua y el Espíritu, y que nos ha salvado de la destrucción, la muerte y las maldiciones. Los que aman las cosas de este mundo en vez de amar a Dios no pueden encontrar a Jesús. ¿Por qué? Porque el Señor vino a este mundo por los que buscan a Dios y por la Verdad en vez de por las cosas del mundo, y porque vino a darnos paz a los que le buscamos. 
Por eso muchas personas no pueden encontrar a Jesucristo. Muchas personas todavía intentan encontrar a Jesús en un lugar grande. Intentan buscarle en lugares importantes como iglesias, o entre personas importantes. Pero Jesús no está ahí. Nuestro Señor no nació en un palacio de una familia real, ni en una familia rica, sino que vino buscando a los que se dan cuenta de que no son nada y que sus vidas no significan nada. Nuestro Señor vino por esos espíritus que quieren encontrar a Dios, el verdadero Salvador de la vida, y que, como Nazaniel, están esperando a Jesús bajo la higuera, anhelando al Mesías. 
La Biblia dice en Mateo 5: «Bienaventurados los pobres de espíritu». Hay gente en este mundo cuyos corazones son pobres aunque tengan muchas posesiones materiales y riquezas. Los pobres de espíritu no están satisfechos con las cosas del mundo. Estas personas no pueden estar satisfechas con las cosas del mundo y por eso son pobres de espíritu. Nuestro Señor se convierte en el Salvador de estas personas que solo están satisfechas con las cosas de Dios y no con las cosas del mundo. 
Por otro lado, algunas personas son ricas de corazón aunque no tengan posesiones materiales. En otras palabras, hay personas que están satisfechas con lo que tienen. Nuestro Señor nunca se convierte en el Salvador de estas personas. Por mucho que intente llamar a las puertas de sus corazones, se niegan a recibirle. Aunque han oído que Jesucristo ha borrado sus pecados, no lo quieren aceptar. Podrían recibir a Jesucristo si les hiciese ricos y prósperos, pero cuando Jesús dice: «He borrado vuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu y os he hecho prósperos» no pueden aceptar esta noticia gozosa. Estas personas no son pobres de espíritu. No encuentran la buena voluntad de Dios. 
Solo los que no están satisfechos con las cosas del mundo, ya sean ricos o pobres, famosos o no, pueden encontrar a Jesucristo. Solo los que aman al Dios Creador de todas las cosas pueden encontrarle, los que quieren creer en su Palabra de que ha redimido sus pecados y los que quieren recibir la remisión de los pecados. Jesucristo vive en esas personas. Jesucristo solo busca a los pobres de espíritu. Esto es lo que quiere decir la Biblia en el pasaje de las Escrituras de hoy cuando dice: «En la tierra paz, buena voluntad a los hombres». Dios busca a los que le buscan sin cesar. Salva a los que le buscan. 
Muchos cristianos de este mundo también creen que esta noción es elemental, pero tienen que entenderla correctamente. Incluso ahora mismo, los que están buscando a Dios, los que quieren tener satisfacción en sus corazones y ser librados de todos sus pecados están buscando a Dios. Incluso ahora mismo nuestro Señor encuentra a estas personas. En esta Iglesia y por todo el mundo el Señor está encontrando a estas personas y les está diciendo: «¿Me necesitáis?». La mayoría contesta diciendo que no le necesitan o que están demasiado ocupados para molestarse. Sin embargo, algunas personas dicen: «Sí, Señor, te necesito más que a nada en este mundo». Estas personas son las que tienen la buena voluntad del Señor. 
Mis queridos hermanos, cuando el niño Jesús nació en este mundo, los pastores fueron los primeros en saberlo. En el presente también hay siervos de Jesucristo que han conocido a Dios antes que nadie. ¿Quiénes son estas personas? Los que creen en las noticias del niño Jesús, quien fue bautizado por Juan el Bautista a los 30 años, fue crucificado a los 33, resucitó de entre los muertos y ascendió a los Cielos para salvarnos a todos. Estas personas son el pueblo de Dios y sus pastores. 
A través de estas personas que han recibido la remisión de los pecados, cuya fe crece y vive con Jesucristo, muchas personas de este mundo pueden escuchar esta noticia gozosa de que el Salvador nació en la ciudad de David. Esta es la noticia gozosa para todo el mundo. Por tanto, todos debemos darnos cuenta de cómo Jesucristo ha borrado todos los pecados de la raza humana. Debemos entender también cómo nos ha permitido nacer de nuevo por el agua y el Espíritu. Con el agua y el Espíritu el Señor nos ha hecho su pueblo. El Salvador nació en la ciudad de David, y esta es la buena noticia para todo el mundo. Mis queridos hermanos, a través de los que se han convertido en el pueblo de Dios antes, a través de sus pastores, todo el mundo escuchará las buenas noticias. 
Han pasado más de 2000 años desde que Jesucristo nació en este mundo. Jesucristo, al venir a este mundo, borró los pecados de la humanidad a través de sus 33 años de vida. Pero a pesar de esto hay muchas personas que todavía se están ahogando sin saber cómo Jesucristo ha borrado sus pecados. Debemos predicar a estas personas lo que Dios nos ha dicho exactamente. Como los ejércitos celestiales de este pasaje de las Escrituras, debemos cumplir el ministerio de predicar las buenas noticias y alabar al Señor con acción de gracias. Esta es la responsabilidad de todos los que se convierten en el pueblo de Dios. 
Como no he visto ningún ángel en mi vida, no puedo describir cómo son, pero en este pasaje los huestes celestiales se refieren a los ejércitos del Cielo y a los siervos celestiales. Esto quiere decir que hay un mundo celestial además de este mundo terrenal. El Evangelio de Mateo dice que Dios ha asignado a un ángel a cada persona justa y que estos ángeles se comunican con Dios acerca de los humanos. Por eso debemos darnos cuenta de que nuestras vidas en este mundo no son todo lo que hay, sino que hay un mundo celestial que nos está esperando. Todos debemos recordar sin falta, como personas que están sin pecados al creer en el bautismo de Jesús y su sangre derramada en la Cruz, que hay otro mundo esperándonos. Este es el mundo de los justos que nacen de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, es decir el Reino de los Cielos donde vivirá el pueblo de Dios. No debemos olvidar que nuestras vidas en la tierra no lo son todo. Debemos recordar que el Evangelio del agua y el Espíritu se predica a través de la Iglesia de Dios, y que Dios obra en su Iglesia y por tanto debemos darle gracias a Dios. 
Como está escrito en el pasaje de las Escrituras de hoy, hemos encontrado la buena voluntad de Dios en el mundo y por eso le doy de nuevo gracias a Dios. Pensemos en lo que tenemos que hacer. La respuesta está clara: debemos predicar el Evangelio maravilloso a todo el mundo proclamando que Jesús aceptó los pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, y que así nos ha hecho personas sin pecados, que fue condenado en la Cruz en nuestro lugar para que no muriésemos y así nos ha dado la vida eterna. 
La Navidad está cerca y es bueno compartir el pan y disfrutar de esta ocasión. Pero como hijos de fe debemos reunirnos en paz y alabar a Dios. Esta Nochebuena habrá una representación de teatro en la Iglesia y se cantarán villancicos al amanecer. Como los ejércitos celestiales de este pasaje, nosotros también alabaremos al Señor con villancicos. Esta es una gran experiencia inolvidable. Mientras la gente sigue en la cama se puede oír música con el mensaje del Evangelio que dice que el niño Jesús ha nacido, que el Mesías ha venido, y que nos ha salvado. Por eso podemos darle gracias a Dios y glorificarle. No debemos darle gracias a Dios con nuestras emociones, sino que debemos estar agradecidos desde el fondo de nuestros corazones por haber enviado a Jesucristo al mundo para salvarnos. 
Estoy esperando emocionado el retorno del Señor. Cuando llegue ese día, el Señor nos llevará con Él en el aire, junto con los ángeles celestiales, y nosotros alabaremos al Señor y viviremos en el Reino Milenario y después en el Reino Celestial. Aunque no sabemos cuándo llegará ese día, mientras vivamos en este mundo debemos predicar la buena noticia de que el niño Jesucristo nació en el mundo y que nos ha salvado de todos nuestros pecados, de la destrucción, las maldiciones y la condena. 
Le doy gracias a Dios por venir una vez más y por salvarnos de todos nuestros pecados, por encontrarnos y salvarnos.