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Kazania

Tema 27: Cartas de Dios para nosotros en la era del Coronavirus

[27-9] La vida bendita que vive en Dios (Ezequiel 47:1-12)

(Ezequiel 47:1-12)
«Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar. Y me sacó por el camino de la puerta del norte, y me hizo dar la vuelta por el camino exterior, fuera de la puerta, al camino de la que mira al oriente; y vi que las aguas salían del lado derecho. Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado. Y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Después me llevó, y me hizo volver por la ribera del río. Y volviendo yo, vi que en la ribera del río había muchísimos árboles a uno y otro lado. Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al Arabá, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas. Y toda alma viviente que nadare por dondequiera que entraren estos dos ríos, vivirá; y habrá muchísimos peces por haber entrado allá estas aguas, y recibirán sanidad; y vivirá todo lo que entrare en este río. Y junto a él estarán los pescadores, y desde En-gadi hasta En-eglaim será su tendedero de redes; y por sus especies serán los peces tan numerosos como los peces del Mar Grande. Sus pantanos y sus lagunas no se sanearán; quedarán para salinas. Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina».
 


La visión percibida por el Profeta Ezequiel


En el pasaje de las Escrituras de hoy Dios mostró Sus bendiciones al Profeta Ezequiel a través de una visión. Espero que todos podamos obtener las bendiciones de Dios de este pasaje por fe. En la visión el Profeta Ezequiel vio agua fluyendo del Tempo y todo tipo de árboles frutales y formas de vida rebosando a causa de esta agua. Esta visión habla de todas las bendiciones que esperaban al pueblo de Israel, es decir, cómo regresarían de la cautividad de guerra y ofrecerían sacrificios de acción de gracias a Dios. En otras palabras, la lectura de las Escrituras de hoy habla de la restauración del pueblo de Israel y también muestra la grandeza de la gracia que Dios concedería al pueblo espiritual de Israel. A grandes rasgos también describe las bendiciones que Dios está ofreciendo a toda la humanidad. 
El versículo 1 dice: «Me hizo volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente; porque la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar». Está escrito aquí que el agua fluía de debajo del umbral del Templo hacia el Este y después hacia el Sur. En el versículo 2 vemos que Ezequiel fue llevado a la puerta norte y allí vio el agua fluyendo del lado derecho. Un hombre midió la tierra con una línea y la medida llegó a ser mil cúbitos, unos 12 km. Después de medir mil cúbitos, el hombre hizo que el Profeta Ezequiel cruzara el agua. Cuando Ezequiel cruzó el agua le llegaba hasta los tobillos. Después de medir otros mil cúbitos y de cruzar el agua, le llegaba hasta la rodilla, y la tercera vez que midió mil cúbitos y Ezequiel caminó por el agua, le llegaba hasta la cintura. Una vez más el hombre midió mil cúbitos y en ese momento el agua se había convertido en un río que no se podía cruzar. 
El hombre le dijo entonces al Profeta Ezequiel: «¿Has visto, hijo de hombre?». Cuando Ezequiel miró, vio multitud de árboles en ambas orillas del río. El hombre le dijo que el agua correría hasta el mar; el mar sería sanado; toda forma de vida viviría donde fuera el río; había abundancia de peces; los pescadores estarían en la orilla; los árboles frutales florecerían; y su fruto sería comida y sus hojas medicina porque el agua salía del santuario. Este es un resumen corto del pasaje de las Escrituras de hoy. El mensaje principal aquí es que, a medida que salía agua del santuario, lo hacía en abundancia y se convertía en un río que no se podía cruzar. Hablando espiritualmente, Dios está prometiendo restaurar al pueblo de Israel, y a los que vivimos en los días del Nuevo Testamento nos está diciendo que nos dará esta gracia bendita. Esto es lo que nos está diciendo Dios hoy. 
 


El agua que salía del Templo


El agua salía de debajo del Templo en las cuatro direcciones: Norte, Sur, Este y Oeste. Esto significa que Dios bendeciría al pueblo de Israel y también nos daría estas bendiciones abundantes a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Cuál sería la razón principal para que Dios restaurase a los creyentes del Evangelio del agua y el Espíritu? Dios restauró al pueblo de Israel para cumplir Su voluntad. Aunque Dios había dejado que el pueblo de Israel sufriera bajo la cautividad del enemigo cuando cometió idolatría, la batalla de Dios era contra el ángel caído que se levantaba contra Él. En otras palabras, como el pueblo de Israel había escuchado al enemigo de Dios, adorado a ídolos en vez de a Dios y al hacerlo no le había dado la gloria que merecía, Dios tuvo celos y dejó que el pueblo de Israel comiese del pan de la adversidad. Sin embargo, Dios los reprendió precisamente porque los amaba tanto. Por muchos errores que cometieran, al final el propósito último de Dios era restaurarlos en cuerpo y espíritu con Sus bendiciones al librarlos completamente de la esclavitud y hacerlos volver al Reino de Israel. Esta era la voluntad de Dios para el pueblo de Israel y esta es también la voluntad de Dios para nosotros. Aquí, Dios también está hablándonos en el Nuevo Testamento de la verdadera fe y el crecimiento espiritual. 
El pasaje de las Escrituras de hoy nos dice que el agua que salía del Templo llegaba a los tobillos, las rodillas y después la cintura. Aquí Dios está hablándonos no solo de la gracia de la salvación que ha concedido a los justos, sino también de las bendiciones que nos ha dado en cada aspecto de nuestra vida. Cuando recibimos por primera vez la remisión de los pecados al escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu, podemos sentir el gozo de la salvación y la gracia de Dios descendiendo en nuestros corazones, pero solo hasta los tobillos, y no podemos sentir nada más. Es suficiente darnos cuenta de que hemos sido salvados. Sin embargo, a medida en que continuamos viviendo con fe y obedeciendo y siguiendo la voluntad del Señor, podemos apreciar verdaderamente lo grandes que son las bendiciones de Dios. Cuando están con el agua hasta la cintura es difícil caminar. Y cuando el agua es lo suficientemente profunda para que la cabeza quede sumergida tienen que nadar. Así es como Dios otorga Su gracia y bendiciones. 
La gracia de Dios se encuentra en la salvación del Evangelio del agua y el Espíritu que Jesucristo cumplió cuando vino a este mundo. En el momento de la creación de los cielos y la tierra, la humanidad escuchó al ángel caído, el enemigo de Dios, y junto a él pecó contra Dios al retar Su autoridad. Como resultado, los seres humanos tuvieron que ser castigados por su pecado. Como Adán y Eva, los antecesores de la humanidad, unieron sus corazones con el enemigo de Dios e hicieron algo que Dios aborreció, toda la raza humana tuvo que sufrir las consecuencias de este pecado. El precio de este pecado fue comer del pan de la adversidad y beber del agua de la aflicción, pero todo tenía un objetivo: inculcar en la humanidad el deseo de regresar a Dios. Y cuando los seres humanos regresan a Dios de esta manera, les concede las bendiciones espirituales abundantes del Cielo. 
Cuando descubrimos el Evangelio del agua y el Espíritu y creemos en él, estamos rebosantes de gozo por haber sido salvados de nuestros pecados. Pero este gozo crece aún más. En poco tiempo llegamos a recibir, no solo bendiciones espirituales, sino que también llegamos a vivir según la voluntad de Dios y podemos sentir las bendiciones físicas. Para vivir según la voluntad de Dios debemos estar a Su lado en vez de escuchar al ángel caído que se opuso a Él y debemos vivir por fe para la gloria de Dios. Solo entonces es posible vivir en obediencia a la voluntad de Dios. Escuchar la Palabra de Dios y glorificarlo en nuestra vida significa vivir según Su propósito. Entonces Dios nos bendecirá por conocer Su providencia. Dios nos dará bendiciones tan grandes y abundantes que será como nadar en un río. Nos bendecirá para que podamos vivir completamente inmersos en Su gracia. 
Desde que recibí la remisión de mis pecados al darme cuenta del amor y plan del Señor y creer en Su Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, he recibido multitud de bendiciones mientras vivo por la proclamación de este Evangelio, que es la voluntad de Dios. Para propagar el Evangelio del agua y el Espíritu, tuve que luchar contra los falsos profetas que son enemigos de Dios y también he sufrido muchas dificultades y problemas. Sin embargo, cada vez que sufría, podía ver a Dios ayudándome. La Biblia dice que el agua salía del Templo de Dios, formó un río, llegó al mar e hizo que todas las criaturas del mar vivieran. La Biblia también dice que por la tierra a través de la que fluía el río los árboles daban muchos frutos para comer y hojas para medicina. De esta manera podemos también ver que nuestro Dios nos dio multitud de bendiciones en cuerpo y espíritu. Cuando entendemos que Dios es nuestro Dios, decidimos no levantarnos contra Él pase lo que pase y nos decidimos a vivir por Él según Su propósito, podemos ver de nuestra propia experiencia cómo Dios hace crecer nuestra fe y al mismo tiempo nos llena de muchas bendiciones materiales. Gracias a las bendiciones de Dios hemos podido vivir por fe hasta el presente. Dios dijo que nos bendeciría para nadar en el río de gracia y la mayor bendición que Dios nos ha dado a los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu es el hecho de que podemos vivir por Su gloria. 
 


¿Qué significa vivir por la gloria de Dios?


Aunque hemos cometido muchos errores contra Dios, en vez de condenarnos por esos pecados, Dios nos ha hecho comer del pan de la adversidad y beber del agua de la aflicción para que regresemos a Él. Esta es la voluntad de Dios, y aceptar esta voluntad por fe es lo que significa vivir por la gloria de Dios. En última instancia se trata de creer en Dios cuando nos dice: “Os amo. He borrado todos vuestros pecados con el agua y la sangre. Soy vuestro Dios. Os he dado Mi Espíritu y os he hecho Mis hijos. Os he dado la bendita Palabra del Evangelio de la vida eterna. También os he dado toda Palabra para que creáis en Mí”. Esta es la mayor bendición que Dios tiene para los pecadores. Significa que Dios ya nos ha dado la Palabra de bendiciones. 
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu tenemos la Palabra de la salvación y la remisión de los pecados, y nosotros también tenemos en nuestro corazón al Espíritu Santo que nos permite creer en la Palabra de Dios. Estas son las mayores bendiciones para nosotros. Es una tremenda bendición para mí conocer la Palabra de Dios, entenderla y predicarla. Además, no solo yo he sido salvado de los pecados del mundo, sino ustedes también y ahora todos sabemos lo que complace a Dios. ¡Qué maravillosa bendición! Incluso después de ser salvados de nuestros pecados, todavía podíamos levantarnos contra Dios en unidad con el ángel caído, pero ahora estamos viviendo en la Iglesia siempre, y como resultado podemos escuchar y creer en la Palabra de Dios. No hay palabras suficientes para expresar lo agradecido que estoy por esto. Cuanto más conozco el amor de Dios por nosotros, más me alejo de Su enemigo. Dios nos ha bendecido para que nos demos cuenta de estos misterios en Su Palabra. Dios nos ha dado este conocimiento a los que vivimos en Su Iglesia. 
 


Los justos siempre están luchando contra los enemigos de Dios


¿Se dan cuenta de que el ángel caído está en contra de Dios luchando contra Él ahora? Incluso en este momento el ángel caído todavía se está levantando contra Dios y está entrando en el corazón de la gente y agitándolo para se se levante contra Dios. ¿Significa esto entonces que Dios está dejando a Su enemigo en paz porque no tiene poder? ¡No, por supuesto que no! Dios lo deja en paz hasta el día del juicio y, mientras tanto, está salvando a las almas perdidas. Hasta este día en que el ángel caído se enfrente al juicio de Dios y sea arrojado al infierno, Satanás continuará entrando en el corazón de la gente para hacer que se levante contra Dios. Antes de recibir la gracia de la salvación de Dios y darse cuenta de Su voluntad, habíamos escuchado al ángel caído en nuestra vida, pero ya no escuchamos sus palabras. 
Hasta el día del juicio: «Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies» (Hebreos 1:13), Dios concederá Su gracia a los que conceda Su gracia. Mientras esta batalla también se libre entre el Diablo y nosotros, en realidad es una batalla entre Dios y el ángel caído, Su enemigo. En vez de usar la fuerza, Dios está ofreciendo Su salvación misericordiosa a las almas. Está librando una batalla espiritual contra Su enemigo en este mundo. A medida que Dios lucha esta batalla con el enemigo, si nos decidimos a creer en la Palabra de Dios, vivir por fe, seguir Su voluntad y darle gloria en nuestras vidas, Dios deshará todos los nudos de nuestra vida y nos dará bendiciones indescriptibles. 
 


Dios es el Dios de los justos


Dios es el Salvador de los que nos levantamos contra Él. Dios es nuestro Pastor y siempre está de lado de los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Está de lado de los que han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y están siguiendo Su voluntad. En otras palabras, Dios está de nuestro lado y por eso estamos disfrutando de la maravillosa gracia de la salvación y estas bendiciones maravillosas en cuerpo y espíritu. ¿Cómo es esta vida bendita posible si no es por la gracia de Dios? Incluso ahora, Satanás está escupiendo sus mentiras y diciendo cosas sin sentido: “No es suficiente solo creer en Jesús. Deben poder hablar en lenguas para abrir la puerta del reino espiritual”. El ángel caído que entra en los corazones de la gente y los falsos profetas les susurran y les muestran falsas visiones, intentando separarlos de Dios. Algunas personas son engañadas y acaban difundiendo las palabras de engaño a los demás. 
Sin embargo, para los que creemos en la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, Dios se ha convertido en nuestro Dios y nosotros nos hemos convertido en Su pueblo bendito. Aunque habíamos sido pisoteados por Satanás constantemente, cuando nos damos cuenta del verdadero Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de Jesucristo, no caemos en las palabras de engaño que Satanás nos susurra: “Id tras vuestros deseos y sed fieles a vosotros mismos”. Aunque tenemos muchas debilidades podemos rechazarlo convencidos y decir: “Dios nos ha salvado y ha resuelto todas las maldiciones de nuestros pecados. Entonces, ¿por qué vamos a servirte, ángel caído, en vez de servir a Dios?”. Cuando vivimos por Dios, Él nos da todo lo que necesitamos a su debido tiempo. Dios nos ayudará cuando lo necesitemos. 
El pasaje de las Escrituras de hoy dice que el agua que salía de debajo del umbral del Templo llegaba a los tobillos, las rodillas, la cintura y hasta el punto en que había que nadar. Esto significa que Dios nos ha vestido en la inmensa gracia de la salvación y las bendiciones espirituales del Cielo. Dios nos ha dado estas bendiciones a todos los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu. Después de ser salvados de todos los pecados del mundo, a menudo nos centramos en la carne en vez de la gloria de Dios y nos preguntamos: “¿Cómo puedo vivir así?”. Sin embargo, los pensamientos de la carne llevan a la muerte. Cuando albergamos pensamientos carnales, nos preocupamos por el futuro, preguntándonos qué nos ocurrirá. Atrapados por la duda y la incertidumbre, pensamos: “Aunque hemos sido salvados por fe, ¿no deberíamos vivir el resto de nuestras vidas por la fuerza de la carne?”. ¿No es esto cierto para ustedes? Todos hemos pasado por esta fase. 
Sin embargo, a pesar de esto, como nuestro Dios nos ha pedido que sirvamos al Evangelio del agua y el Espíritu en nuestra vida, estamos viviendo según la Palabra de Dios en obediencia. La victoria será nuestra si nos decidimos a vivir espiritualmente por Dios, en vez de vivir por nosotros; tenemos la determinación de decir: “Si muero, muero”; predicamos la justicia del Señor con esta determinación y vivimos por Dios. También estamos aprovechando el tiempo para poner la Palabra de Dios en acción. Para cumplir el propósito glorioso de Dios, ahora estamos predicando el Evangelio a través de nuestro ministerio literario por el bien de todo el mundo. Y para predicar el Evangelio de esta manera, debemos apoyar el ministerio del Evangelio. Cuando empezamos a trabajar para apoyar el ministerio del Evangelio, sufrimos muchos contratiempos en la carne. Sin embargo, cuanto más tiempo pasaba, más bendiciones nos daba Dios. Su gracia llegaba a los tobillos, las rodillas y la cintura y al final nos hundió por completo de manera que ahora estamos nadando en el río de gracia. Así es como hemos llegado a vivir una vida que está completamente dedicada a glorificar a Dios. Esta es la bendita Palabra de promesa que Dios le dio al pueblo de Israel, y a nosotros también, a los que somos el pueblo espiritual de Israel. Y es también nuestro gozo ver que todos los que siguen al Señor reciben estas bendiciones. 
Algunas personas piensan en su carne que si siguen al Señor serán arruinadas y acabarán en la pobreza. Pero estos pensamientos son de cuando no habíamos nacido de nuevo. Ahora que hemos nacido de nuevo, nunca fracasaremos si vivimos por Dios y dedicamos nuestras vidas a difundir el Evangelio. Hay fases para recibir las bendiciones de Dios por fe. En la primera fase pasamos por dificultades y sufrimos muchas pérdidas por la gloria de Dios. En la segunda fase, a medida en que nuestra fe en la Palabra de Dios aumenta, llegamos a recibir Sus bendiciones. Los que viven por la gloria de Dios sufren muchas dificultades para eliminar el musgo de sus corazones y carne, y después de esto llegan a recibir las grandes bendiciones de Dios y vivir con los justos. Aunque los que sirven al Evangelio sufren dificultades y tienen problemas, cuando recuerdan cómo han vivido hasta el presente se pueden dar cuenta de que han recibido bendiciones extraordinarias de Dios y les parece un sueño. 
Dios ha establecido Su Iglesia para proteger a los que han sido salvados de los pecados del mundo. Y Dios ha levantado a Sus siervos por el bien de los santos. De ahí Dios les ha dado muchos obreros a los miembros de Su Iglesia. Cuando Su Iglesia es establecida, Dios nos hace llevar a cabo Su obra y apoyar el ministerio del Evangelio. Nos hace servir al Evangelio del agua y el Espíritu con nuestro trabajo y nosotros llegamos a darnos cuenta de que Dios nos bendice abundantemente cuando hacemos esta obra juntos y vivimos en Su Iglesia. Aunque hemos sido liberados de las garras del enemigo, sin la Iglesia de Dios es imposible recibir estas bendiciones. Aunque hemos sido librados del mundo, no podemos vivir una vida así de bendita sin encontrar la Iglesia de Dios y a Sus siervos, obreros y pueblo. El Diablo intenta evitar que vivan esta vida y sigue intentando engañarles e instándoles a que se levanten contra Dios diciendo: “Salid al mundo y vivid por vuestra cuenta. ¿Estáis tontos? ¿Sois estúpidos? Estaréis bien por vuestra cuenta”. 
Esto es lo que está diciendo el ángel caído, pero en contraste, Dios dijo: “Bendeciré a Mi pueblo. Libraré al pueblo de Israel de la esclavitud y lo bendeciré en cuerpo y espíritu para que prospere”: Dios dijo que levantaría a Sus siervos por nosotros. Dijo que levantaría obreros para nosotros, nos protegería, nos alimentaría, nos vestiría y bendeciría en cuerpo y espíritu para hacer Su obra. Así que, si vivimos en el dominio de Dios y vivimos por fe en Su Palabra viviremos inmersos en Sus bendiciones como si estuviésemos nadando en un río profundo. 
Cuando me miran a mí, parece que sea un adicto a la Palabra de Dios. Incluso me parece a mí que soy un adicto. Cuando termino una tarea hay muchas más tareas esperándome. Puedo ver en mi mente que hacer la obra de Dios de esta manera será por mi propio bien y mi corazón también tiene esta fe. Como dice la Biblia: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Hebreos 11:1), puedo verlo por fe. Dios concede Sus bendiciones a los que tienen el recipiente de la fe preparado. Pero, si su recipiente es demasiado pequeño no pueden recibir tantas bendiciones porque el recipiente estará lleno en poco tiempo. Cuando terminamos una tarea le doy gracias a Dios y vuelvo a comprometerme a vivir por el Evangelio del agua y el Espíritu, a ofrecerme a este trabajo y deseo hacer la obra de Dios con nuestros hermanos y hermanas. Y entonces preparo un recipiente aún mayor, diciendo: “Ahora debería preparar un recipiente de fe más grande”. Debo preparar el recipiente de la fe primero, pidiéndole que me dé más bendiciones. Entonces Mi Dios siempre llena el recipiente que he preparado. Entonces utilizo las bendiciones de Dios como una semilla y hago más preparativos y pidiéndole a Dios que los bendiga. 
Lo que significa vivir entre la gracia de Dios es algo que solo aprecian los que han vivido así. Significa que Dios está respondiendo nuestras oraciones, bendiciéndonos y asegurándose de que somos prósperos en cuerpo y espíritu, y dejándonos llevar a cabo obras valiosas. Esto es lo que significa vivir la vida de fe espiritual y significa vivir con las maravillosas bendiciones de Dios. Al final debemos vivir una vida bendita. 
Los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu vivimos una vida llena de propósito. Debemos decirnos: “Estaré de lado de Dios porque he sido salvado de todos mis pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu de corazón. No escucharé a los ángeles caídos que se oponen a Dios. Y no haré nada que insulte a Dios ni me levantaré contra Él. ¿Quién está complaciendo a Dios? Dios se complace al ver que el Evangelio se está difundiendo. Dios se regocija cuando está con Su pueblo. Es un gozo para Dios cuidar de Su pueblo. Dios se complace al ver a Su pueblo ser bendecido y prosperar en cuerpo y espíritu”. Como la providencia de Dios es tan clara y definitiva estamos moviéndonos hacia ese propósito paso a paso. La providencia de Dios se cumplirá toda. 
La Iglesia de Dios no era tan fuerte como lo es ahora desde el principio. Yo sufrí mucho cuando empecé a predicar la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu para establecer la Iglesia de Dios en este mundo. En el pasado solía decir que estaba durmiendo con el enemigo por el bien de la predicación del Evangelio. Había dormido con mis enemigos en la misma habitación, comido en la misma mesa y vivido con ellos. Los conocía a todos. Sabían quiénes eran y qué estaban haciendo. Aun así, como había muchos entre ellos a los que tenía que salvar, sufrí mucho con paciencia. Con el tiempo Dios limpió poco a poco a nuestra asamblea con el Evangelio del agua y el Espíritu. Al habernos purgado con el Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos empezó a bendecir para que viviésemos completamente por Él y apoyásemos el ministerio del Evangelio con todas nuestras fuerzas. Todo lo que hacía era orar a Dios y dar un paso, pero cuando lo hacía Dios bendecía la obra que estaba haciendo. He recibido estas bendiciones en multitud de ocasiones en mi vida. 
Dios nos creó. Sin embargo, nuestros antecesores, Adán y Eva, en vez de estar de lado de Dios, cometieron un grave pecado al levantarse contra Él, unir sus corazones con Su enemigo, el ángel caído. Como todos éramos descendientes de estos seres malditos no pudimos evitar pecar al levantarnos contra Dios, pero Dios vino a buscarnos, nos encontró y nos amó. Jesucristo mismo vino a este mundo, cargó con todos nuestros pecados y maldiciones a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista y sufrió la muerte que deberíamos haber sufrido por nuestros pecados al morir en la Cruz. Y para darnos una vida nueva se levantó de entre los muertos de nuevo y nos ha hecho hijos de Dios. De esta manera hemos sido salvados de nuestros pecados y nos hemos convertido en obreros de Dios. Hemos llegado a vivir por la gloria de Dios. Somos nosotros los que hemos llegado a vivir por la gloria de Dios. Esto me hace regocijarme y estar agradecido a Dios tanto como el hecho de que he sido salvado, o quizás más. 
Hay algunas personas que se levantan contra la obra de Dios, el Salvador, incluso después de haber sido salvados de sus pecados. Pecan al buscar su placer y prosperidad carnal. Pero, cuando nacemos de nuevo debemos trabajar por Dios y hacer Su obra. 
No sé ustedes, pero yo creo que es una gran bendición que haya hecho tanta obra de Dios hoy, mañana y siempre. Hay muchas más bendiciones mayores que esta: Estoy de lado de Dios; Dios está de mi lado; Él es mi Dios y mi Salvador; Dios ha preparado todo lo que necesito en este mundo; ha preparado Su Casa para que viva en ella y está esperándome; viviré para siempre con Dios; me he convertido en parte del pueblo de Dios y en Su obrero; le pertenezco y estoy viviendo por Su gloria. ¿Qué maravillosas bendiciones son estas? No hay mayores bendiciones que estas. Hay multitud de personas viviendo en este mundo y 99,9% de ellas están en contra de Dios en su vida. Esto significa que el 99,9% de los seres humanos no están viviendo sus vidas realmente y están levantándose contra Dios. Solo un número reducido de personas no está en contra de Dios y viviendo en Su amor y gracia. 
El hecho simple de que no estamos en el camino de los enemigos de Dios significa que hemos recibido tremendas bendiciones para nadar libres en el río de la gracia de Dios. ¿No es cierto? Para aquellos cuyas vidas pertenecen al enemigo de Dios, su final es miserable. Sus vidas terrenales están malditas. Pueden ver esta maldición en sus padres y abuelos. No hay que mirar muy lejos; pueden verlo ahí mismo. Los que se levantan contra Dios viven una vida apresurada intentando cuidar de su propia carne y satisfacer sus necesidades, pero su final será maldito. Como su corazón tiene pecados, incluso su risa está llena de preocupaciones y nunca pueden reírse bien. Como tienen tantas preocupaciones, aunque haya algo que celebrar, siempre están agobiados. Por el contrario, los que están de lado de Dios se ríen y regocijan de todo corazón cuando están felices. La amistad no es solo para la gente de la misma edad. Pueden ser amigos de cualquier persona de cualquier edad, joven o vieja. Los justos pueden tener comunión con todos los justos. Nosotros hemos llegado a vivir una vida así de bendita y esto es posible porque Dios nos ha bendecido por estar a Su lado. 
Nuestras vidas están benditas porque estamos viviendo de lado de Dios; esto se debe a que hemos recibido las bendiciones de Dios y estamos disfrutándolas en cuerpo y espíritu y por eso podemos vivir una vida llena de servicio con orgullo y autoestima. Vivir una vida así es una bendición de Dios. Dios dijo que le daría una vida así de bendita al pueblo de Israel, y que nos daría estas bendiciones a nosotros, que éramos gentiles. Y sé que esta Palabra se ha cumplido por nosotros hoy. 
Estoy muy feliz todos los días de mi vida. Mi vida sigue un patrón. Mi rutina diaria es la misma todos los días. Es fácil encontrarme en un lugar específico a una hora en particular. No fallo ningún día. Voy al trabajo incluso los domingos. Si no trabajo de todo corazón, el trabajo no se completa. Si fuera un holgazán cuando hago la obra del Evangelio como la gente del mundo, mi recipiente sería diminuto. Debo hacer que el recipiente de la fe sea más grande ante Dios. Oro a Dios para que bendiga mi recipiente y comparto estas bendiciones con ustedes. Constantemente recibo y disfruto las bendiciones de Dios en mi vida. Como ustedes también están viviendo por fe en Dios, todos son recipientes de las bendiciones de Dios. El hecho de que pertenezcan a Dios y vivan de Su lado significa que han recibido Sus bendiciones. Sería una tragedia si estuviesen de lado del enemigo y le pertenecieran a él. La culminación para los que se levantan contra Dios no es más que pena y maldiciones. Solo les espera reprimenda. 
Espero y oro que todos se den cuenta de lo bendita que es la vida que vive de lado de Dios y le pertenece a Él. Y les pido que crean de corazón. No sé cómo hemos llegado a recibir estas maravillosas bendiciones. Cuando estaba viviendo en el mundo, nada me iba bien, aunque hacía todo lo posible y trabajaba sin parar. Todo lo que conseguí fue enfermar de gravedad. Así que, para no ser una carga para los demás, quise acabar con mi vida en secreto, pero pensé: “Antes de irme, debería resolver el problema del pecado en mi conciencia”. 
Mientras buscaban una solución, escuché a personas que me decían: “Si crees en Jesús recibirás la remisión de los pecados”. Pensé para mis adentros: “Debería ir a una iglesia y hablar con alguien para resolver el problema del pecado”. Así que fui a una iglesia, hablé con los miembros y les pedí que me ayudarán con mis pecados. Fui a la iglesia solo unas pocas veces, pero sentí algo cálido y cómodo en mi alma y me di cuenta de lo siguiente: “¡No debería morir! ¡Debería vivir!”. De esta manera, surgió valor en mi corazón y le pedí a Dios que me sanara de mi enfermedad y le prometí que si lo hacía creería en Él, creería en Jesús e iría a la iglesia en dos meses. A los dos meses llegó el momento prometido. Antes de empezar a ir a la iglesia, investigué un poco para intentar estar preparado y entendí que los miembros de las iglesias no deben fumar ni beber. Así que, aunque fue duro, dejé de fumar y beber. Pensé que, como me iba a convertir en un cristiano, debía hacerlo bien. Practiqué ser este tipo de cristiano durante mucho tiempo. Pero, aunque creí en Dios, no pude evitar levantarme contra Él. Aunque me declaré creyente, como no había recibido la remisión de los pecados, lo único que iba a hacer era vivir por mí mismo buscando mi prosperidad mundana. 
Al sufrir por mis pecados muchas veces oraba a Dios para que me ayudase a entender Su Palabra, diciendo: “Señor, ¿qué está diciendo esta Palabra? Por favor, ayúdame a entender lo que estás diciendo aquí”. Aunque la Biblia decía que mis pecados serían tan blancos como la nieve, todavía seguían intactos en mi corazón a pesar de creer en Jesús. Así que oré a Dios constantemente para que me explicase Su Palabra. Un día, mientras leía Mateo, tuve una epifanía. Jesús dijo en Mateo 3:15: «Permíteme hacer ahora, pues conviene así que cumplamos toda justicia». Pensé para mí mismo: “La frase toda justicia significa todo lo que es correcto. Esto significa que el bautismo de Jesús no fue un mero ritual, sino el cumplimiento de toda la justicia de Dios. Entonces es lógico que el propósito por el que Jesús fue bautizado por Juan el Bautista fue cumplir toda la justicia de Dios. ¿Cómo se cumplió aquí toda la justicia de Dios?”. 
Entonces Dios me recordó el sistema de sacrificios del Antiguo Testamento en el que las ofrendas del sacrificio recibían los pecados que eran pasados mediante la imposición de manos. Ahora podía entender por qué Juan el Bautista dijo: «El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo» (Juan 1:29). Jesús fue bautizado por Juan el Bautista como representante de la humanidad para “así” (hoo’-tos gar (οὕτως γὰρ en griego) cumplir toda justicia “dikaiosune (δικαιοσύνην en griego)”. Por eso Jesús dijo: «Pues conviene así que cumplamos toda justicia». De este pasaje ahora puedo entender que mis pecados y todos los pecados de la humanidad fueron pasados a la cabeza de Jesús. 
Entonces sentí en mi corazón como si alguien hubiese tirado una piedra a un lago. Cuando me di cuenta del significado de este pasaje me quedé boquiabierto y no pude decir ni una sola palabra en media hora. Desde ese momento, cuando leía la Palabra de Dios podía entender lo que decía. Llegué a entender lo que la Palabra de Dios estaba diciéndome: “¡Oh, así que esto es lo que significa la Palabra!”. Hasta que entendí la Palabra de Dios, no había estado de Su lado completamente y, por tanto, había estado tratando con muchos conflictos espirituales. Sin embargo, al hacerme pasar por este proceso tan difícil, Dios no solo me salvó, sino que también me hizo estar de Su lado al final. Con la determinación de servir a Dios, me dije a mí mismo: “Nunca me levantaré contra Dios aunque me muera de hambre. Ahora que he nacido de nuevo, no volveré a predicar como predicaba antes de nacer de nuevo. Nunca viviré una vida así. No predicaré para llenar mis bolsillos. Aunque solo salve a un alma, le predicaré el Evangelio del agua y el Espíritu y la alimentaré”. Entonces Dios me llevó a mi ministerio y así es como he llegado a donde estoy hoy. 
Incluso ahora, la mayor gracia que Dios me ha dado es la gracia que me ha salvado y me ha hecho llevar a cabo el ministerio del Evangelio en mi vida. Y aún mayor bendición que esta es el hecho de que he llegado a trabajar por Dios. ¿Hay alguna bendición mayor que esta? Incluso después de ser salvado, si viviese mi vida contra Dios, sería arruinado. Me trataría como el hombre que recibió un talento. En vez de ser enemigo de Dios, estoy de Su lado viviendo por Su gloria a pesar de mis debilidades. Esto es lo que significa recibir gracia tras gracia y vivir con bendiciones tras bendiciones de Dios. Sé que mi vida de fe es la bendición de Dios. No tengo palabras para expresar lo agradecido que estoy. Cuando les miro, pienso lo mismo: “Están sufriendo para servir al Señor, pero en realidad están viviendo una vida bendita. Están de lado de Dios y viven según Su propósito”. Con estos pensamientos oro con ustedes cuando tenemos dificultades y hago la obra de Dios con ustedes. Estoy muy agradecido por esto. No sé cuánto tiempo me queda en este mundo, pero estoy decidido a vivir por la predicación del Evangelio hasta el día en que vaya ante la presencia de Dios. 
Aunque tengamos 30,000 visitantes diarios en nuestra página web y se descarguen 1,000 libros electrónicos cada día, todavía tenemos mucho camino que recorrer dado al hecho de que la población del mundo es de alrededor de 8,000 millones. Lo que necesitamos es tiempo. Necesitamos tiempo, no solo para predicar el Evangelio, sino también para que los que han escuchado el Evangelio de nosotros lo prediquen y para que estas personas también lo prediquen. Estoy esperando a que esto ocurra. Aunque estoy envejeciendo, no pienso en mi edad. Incluso ahora pienso que tengo 28 años. Vivo como si fuera joven. Quiero pensar como una persona joven y cuidar bien de mi salud. Como pertenezco a Dios con ustedes, oro a Dios para que no me deje estar de lado de Su enemigo y quiero vivir al lado de Dios. 
De la misma manera en que Dios nos ha dado muchas bendiciones, sé que seguirá bendiciéndonos abundantemente. Le doy todas mis gracias a Dios por Su gracia. ¡Aleluya!