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Tema 16: Evangelio de Juan

[Capítulo 17-2] Vivan con la esperanza de la vida gloriosa (Juan 17:4-8)

Vivan con la esperanza de la vida gloriosa(Juan 17:4-8)
«Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste».
 
 
El capítulo 17 de Juan está dedicado a la última oración de Jesús antes de que fuese crucificado. El Señor oró de esta manera porque quería algo de Dios Padre. ¿Qué es lo que quería?
En el pasaje de las Escrituras de hoy podemos leer: «Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese» (Juan 17:4-5). Está escrito en la Palabra que Jesús estaba con el Padre antes de la fundación del mundo. Esto significa que Dios y Jesús son la misma persona, y ese Jesús es el Dios Creador que creó todo el universo y todo lo que hay en él. Además este Dios Padre le encomendó una causa justa a Su Hijo Jesús y nos está diciendo que Jesús glorificó a Dios Padre al cumplir esta obra justa. Esta es la obra de resolver todos los pecados del mundo. Jesús recibió todos los pecados de la humanidad a través del bautismo que recibió de Juan el Bautista y entonces fue crucificado para pagar el precio de esos pecados. Sin embargo, Jesús fue resucitado y ascendió al Cielo después de morir en la Cruz, y Su oración en este capítulo presuponía todas estas cosas. Jesús oró y le pidió a Dios Padre que le glorificase ya que había cumplido todas estas obras justas y había glorificado a Dios con ellas.
Ser glorificado a través de la obra que Jesús ha hecho es algo que los que hemos nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu deseamos. Dios nos glorificará cuando seamos los obreros de Dios nacidos de nuevo al creer en Su justicia y completar toda la obra de Dios y después ir ante Su presencia. No solo son los nacidos de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu los que viven con la esperanza de ser glorificados, sino también la gente del mundo. Nuestro Señor oró con este corazón mientras estaba en este mundo. Nosotros también tenemos esta esperanza en nuestro corazón. Tenemos esta esperanza y fe de entrar en el Reino de nuestro Señor y vivir gloriosamente con Él después de terminar nuestra obra aquí. Creo que Dios nos dará esta vida gloriosa después de que hayamos terminado la misión que Dios nos ha confiado, es decir, cumplir esta tarea como el Señor oró.
En mi mensaje de esta mañana acerca de la vida eterna, quiero decir que es la vida que continúa eternamente sin morir. ¿Por tanto no deberíamos vivir gloriosamente disfrutando de la autoridad y las riquezas del amor de Dios en vez de vivir en la miseria eterna? Vivir en la miseria eterna sería mucho peor que vivir durante un tiempo limitado.
 
 

¿Qué es la vida gloriosa?

 
Debemos vivir con esperanza en esta vida gloriosa como nuestro Señor mencionó en Su oración acerca de la vida gloriosa en el Cielo. Iremos ante la presencia de Dios después de terminar nuestra vida en este mundo. El Reino Glorioso del Cielo nos espera mientras que a los que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu o se niegan a creer en él les espera el juicio duro.
Yo estoy contento por eso. El Apóstol Pablo también dijo: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8:18). Nos estaba diciendo que el sufrimiento de este mundo presente no es nada comparado con la gloria que disfrutaría en el Cielo. Y cuanto mayor es la persecución y el sufrimiento por la fe en Dios en este mundo, mayores son las riquezas y la gloria que se disfrutarán en el Reino de Dios. Dios nos está esperando con Su glorioso Reino y bendiciones preparadas para nosotras.
Como dijo el Señor: «Os he glorificado en la tierra. He terminado la obra que me diste», le comunicó a Dios Su deseo. Nosotros debemos actuar así. Deseamos terminar la obra que Dios nos ha confiado y después ir al Reino de Dios. Este invierno y primavera son especialmente difíciles. Incluso cuando tenemos problemas sé que somos mucho más felices que otras personas. ¿Cuántas personas están sufriendo sin entender el Evangelio del agua y el Espíritu? Nuestra vida está bendita comprada con la gente de este mundo, ya que parece que su vida es difícil y es cada vez más difícil por todo el mal que hay en el mundo.
Sin embargo, este no es el fin del mundo, porque el anticristo no ha aparecido todavía. Lo que debemos esperar y hacer en este mundo es terminar de evangelizar el mundo con este Evangelio y después vivir disfrutando del Reino de Dios.
Nuestro Señor dijo en el Evangelio de Juan 17:6: «He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra». Esto significa que Jesús manifestó la verdadera salvación según la voluntad de Dios.
¿Qué es la verdadera salvación que el Señor manifestó? Consiste en el hecho de que nuestro Señor se vistió de carne humana y tomó todos los pecados de la humanidad al ser bautizado por Juan el Bautista, y después resucitó de entre los muertos tras pagar el precio de nuestros pecados al morir en la Cruz. Esta es la verdadera salvación. El Señor cumplió nuestra salvación al sacrificar Su vida y todos los que creen en este hecho cumplen la Palabra del Padre (Juan 17:6). El Señor nos ha dado Su Palabra y nos ha hecho mantener su fe hasta el final al darnos fuerzas.
Cuando nuestro Señor estaba en este mundo mencionó a menudo que Él y Dios Padre y Su autoridad son iguales. El Dios de la Trinidad nos permitió nacer en este mundo y después envió a nuestro Señor para salvarnos de nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios Padre envió a Su Hijo a este mundo para cumplir Su plan de salvación por nosotros. Y entonces Dios nos dio la Palabra de Dios a través de Jesús e hizo que creyésemos en Dios a través de Jesucristo, que es Dios. Jesús es el único Hijo de Dios Padre y vino al mundo según el plan de Dios. Jesucristo vino a este mundo y nos salvó con el Evangelio del agua y el Espíritu. Hemos recibido la remisión de nuestros pecados al creer en esta Verdad a través de la Palabra. Queridos hermanos, ¿de verdad creen en esto de todo corazón?
El ministerio de Jesús y nuestro ministerio, en otras palabras, el ministerio de los que han nacido de nuevo, son el mismo. De la misma manera en que el Señor entró en el Reino del Padre después de completar Su ministerio en este mundo, nosotros iremos al lugar glorioso en que Dios vive, después de haber predicado Su Evangelio y completado la misión que Dios nos ha confiado. Pero a pesar de esto la gente malvada siempre intentará molestar a los que hemos nacido de nuevo mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Parece que ayudan a otras personas que no son el pueblo de Dios, pero la Verdad es que las están perjudicando. Esto se debe a que sus almas son tan diferentes de las almas de los justos que han nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando veo estas cosas, me siento muy afortunado de poder servir a Dios por fe, pero a pesar de esto me acuerdo de que todavía tengo una carne débil.
Como nuestro Señor oró a Dios Padre al cumplir el ministerio de salvar a la humanidad de los pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu antes de ascender al Cielo diciendo: «Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese», nosotros debemos esperar también que Dios nos glorifique incluso después de haber terminado nuestro ministerio en este mundo. Esto se debe a que nuestra esperanza de la vida eterna viviendo y disfrutando de las riquezas y la gloria en el Reino de Dios está en nuestros corazones. No solo debemos tener esta esperanza, sino que también debemos trabajar duro para recibir esta bendición de Dios. Sé que nuestro Señor nos glorificará después de haber terminado nuestro ministerio aquí porque sé que es Su plan hacernos verdaderos creyentes que puedan vivir gloriosamente con Él en Su Reino de los Cielos eternamente. Estoy muy contento y tengo paz en mi corazón cuando pienso en esta gloria que recibiremos pronto. Vivir en este mundo será muy difícil si no tenemos esta esperanza de la vida eterna que nos dará riquezas y gloria. Por eso debemos ser pacientes y superar todas las dificultades.
El Evangelio del agua y el Espíritu está siendo predicado efectivamente sin importar las circunstancias del mundo. A menudo tienen lugar algunos incidentes en nuestra Iglesia, pero sé que podemos superar estas cosas y cumplir la obra justa si trabajamos unido con un corazón y una voluntad. Por eso debemos pensar siempre en la voluntad de Dios y hacer Su obra. Sé sin duda que esta es la obra justa a los ojos de Dios.
La gente suele pensar de manera diferente dependiendo de las circunstancias. El corazón de una persona laica nacida de nuevo cambia cuando se convierte en obrera de Dios. Entonces su corazón cambia una vez más cuando lleva a cabo algunas tareas en la Iglesia de Dios.
El profeta Ezequiel nos da un ejemplo. El rey de Babilonia invadió Jerusalén y tomó mucho jóvenes prisioneros incluyendo a Ezequiel. Entonces Ezequiel se convirtió en profeta durante este tiempo y animó a su pueblo con esperanza porque estaba sufriendo en la esclavitud. Si Jeremías era el profeta de las lágrimas y Amos el profeta de la justicia, Ezequiel era el profeta de la esperanza.
Entonces un día ocurrió algo trágico. El ejército de Babilonia atacó Jerusalén y demolió completamente la ciudad. Quemó el Templo y capturó a Zedequías, el rey de Judá, a quien le sacaron los ojos y ataron las manos y pies a un caballo mientras este corría por toda la ciudad, como si se tratase de un trapo sucio. Entonces los israelitas perdieron su tierra y se quedaron sin país. El pueblo de Israel se lamentó por esto y lloró angustiado. Y aún más, la mujer de Ezequiel murió también durante este suceso terrible.
¿Qué creen que le ocurrió a Ezequiel durante esta calamidad? Incluso en medio de tanto dolor y sufrimiento, Ezequiel no se desanimó, sino que animó a su pueblo diciendo: «Debemos tener esperanza, especialmente en estos momentos tan duros. Debemos ayudarnos. Debemos tener valor y vivir aquí sin abandonar la esperanza. Debemos creer en el Dios Todopoderoso, Jehová y depender de Él». La gente que era terca y obstinada empezó a escuchar estos sermones de esperanza del profeta Ezequiel que suplicaba a la gente sin dejar de pensar en la esperanza y el amor de Dios.
Algunos de estos mensajes eran de esperanza, ánimo y fe como resultado de una visión que Dios le había mostrado: Ezequiel fue al Templo como mensajero de Dios. Mientras estaba allí vio agua que caía dentro del Templo y que empezaba a brotar desde el umbral del Templo hacia el Este. La Biblia dice: «Y salió el varón hacia el oriente, llevando un cordel en su mano; y midió mil codos, y me hizo pasar por las aguas hasta los tobillos. Midió otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta las rodillas. Midió luego otros mil, y me hizo pasar por las aguas hasta los lomos. Midió otros mil, y era ya un río que yo no podía pasar, porque las aguas habían crecido de manera que el río no se podía pasar sino a nado» (Ezequiel 47:3-5).
El agua que caía de esta manera rodeó el Templo una vez y corrió por el desierto hasta el Mar Muerto. Cuando esta agua cayó en el Mar Muerto, el mar revivió y los peces empezaron a nadar. Además, allá por donde pasaba esta agua crecían arbustos y árboles frutales que daban multitud de frutos deliciosos. Esta era la promesa de Dios para la recuperación de Israel.
Después de ser testigo de una visión tan increíble, la fe de Ezequiel se hizo firme y segura porque sabía que Israel se recuperaría, y por eso le dijo al pueblo de Israel: «Nos levantaremos de nuevo aunque ahora estemos sufriendo. El sol brillante de la mañana nos visitará de nuevo y nos iluminará aunque ahora estemos caminando por un túnel oscuro. Nuestro pueblo se levantará de nuevo aunque ahora esté desfallecido. Seremos victoriosos aunque ahora estemos derrotados. Por tanto, debemos depender del Dios Todopoderoso, especialmente en estos tiempos tan difíciles, en vez de estar deprimidos por esta situación tan miserable. Dios sanará a nuestro pueblo y hará que nos levantemos de nuevo si oramos y no perdemos la esperanza». Los israelitas que escucharon estos sermones se animaron y recibieron la esperanza de esta victoria futura.
 
 

El Señor también dijo que los predecesores de la fe deben servir a los que les siguen

 
Este principio no cambia. Aunque parezca que los predecesores de nuestra fe gobiernen a los seguidores, en realidad los están sirviendo y por eso viven con los santos más jóvenes. Sé que algunos de ellos hacen lo que quieren y no sirven al Señor por fe, y esto me entristece. Cuando esto ocurre, pienso: «Sería mucho mejor poder hacer la obra de Dios con una fe activa porque la tienen que hacer de todas formas. ¿Por qué lo hacen de esta manera entonces?». Yo también quiero que estas personas trabajen diligentemente con el deseo de ser útiles para el Evangelio, aunque sea solo un poco.
En la lectura de las Escrituras de hoy, el Señor manifestó Su fe orando: «He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste». El Señor dijo esto para que los discípulos le escucharan porque es Dios y tiene la misma gloria que Dios Padre. Por tanto, aunque una persona crea que Jesús fue bautizado, murió en la Cruz y fue resucitado de entre los muertos y ascendió al Cielo, tendrá una fe incorrecta si no sabe qué tipo de Persona es Jesús.
Por tanto, debemos saber que Jesús es el Hijo de Dios que estaba con Dios desde el principio, incluso antes de la creación del universo. Aunque era el Hijo de Dios, es exactamente el mismo Dios para nosotros. Esta fe es muy importante. Jesús creó todas las cosas en el universo. Jesús creó todo el universo y todo lo que hay en él, incluyendo todas las cosas que no son visibles.
Hoy en día leemos en las noticias que hay científicos que han descubierto estrellas nuevas que están a cientos de millones de años luz. Así que vemos que el mundo que Jesús creó es mucho más inmenso de lo que podemos medir con nuestras habilidades humanas Este Jesús, el gran Dios Todopoderoso, ha preparado el Reino de los Cielos para nosotros. Ahora está esperándonos para hacernos personas nacidas de nuevo por el agua y el Espíritu para que vivamos allí con toda la gloria. Cada vez que pienso en el hecho de que Dios nos da la vida eterna y nos hace vivir eternamente, me lleno de felicidad y gozo y así estoy aún más feliz al saber que esto está garantizado por la Palabra de Dios, y no por nuestros pensamientos o imaginación. Como no se puede encontrar ninguna mentira en la Palabra de Dios, creo que nuestra vida será tal y como la describe la Palabra. Estamos contentos porque todo se cumplirá exactamente como está escrito en la Palabra de Dios. Nosotros debemos pensar a menudo en las Palabras de bendición que Dios nos ha prometido mientras vivimos en este mundo. Cuando pienso en la vida eterna en el Cielo, me siento bendecido a pesar de las dificultades. Aunque sea difícil intentar imaginar cómo vivir eternamente, lo que está claro es que la gente que cree en esta vida por fe recibirá grandes bendiciones del Cielo.
Cuando la gente común visita la Casa Azul donde reside el Presidente de Corea, se compra trajes y zapatos nuevos y se arregla bien. No saben cómo comportarse cuando se visten así. Hacen esto porque la Casa Azul es magnífica, enorme y espléndida aunque parezca una casa cualquiera con azulejos azules por fuera. Vivir en ese lugar puede ser más incómodo.
Sin embargo, los que hemos nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu estamos preparados en nuestros corazones para vivir gloriosamente en el Reino de los Cielos. Por tanto, podemos vivir en paz sin problemas cuando vamos allí. Los justos entraremos en el Reino de Dios y tendremos una comida noble mientras escuchamos una música estupenda. Tendremos fiestas y presidiremos reuniones celestiales. Ustedes también han sido preparados con dicha habilidad. Los creyentes maduros espiritualmente de nuestra Iglesia llevarán a cabo estas responsabilidades correctamente. Yo también estoy preparado para estas cosas en mi corazón. Me gustaría que hubiese también un campo de fútbol en el Cielo.
Me hace feliz pensar en esto y lo espero deseoso. Por tanto, queridos hermanos, terminemos rápidamente la misión que se nos ha encomendado para poder ir al Cielo juntos. Hagan la obra de Dios con lealtad en este mundo y hagan todo lo que puedan en sus vidas para disfrutar el gozo que Dios les da. Muchos de nuestros santos no comen mucho porque están a dieta, pero debemos comer alimentos sanos para reforzar nuestros cuerpos para esta tarea. Los niños deben pedirles a sus padres que les compren comidas deliciosas y los trabajadores también deben comprar y compartir comida para vivir una vida feliz y valiosa.
De la misma manera en que el Señor oró a Dios para cumplir Su ministerio y glorificarle, oremos para trabajar diligentemente hasta el retorno del Señor, y vivamos para cumplir esta gran misión y entrar en la gloria de Dios cuando llegue el Reino de los Cielos. Mi corazón siente esto y sé que ustedes también lo sienten.