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Sermões

Tema 9: Romanos

[Capítulo 8-13] ¿Quién separará a los Justos del Amor de Cristo? (Romanos 8:35-39)

(Romanos 8:35-39)
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
 

El versículo 35 dice, “¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?” ¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo, dado a aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu que tiene la justicia de Dios en el? ¿Podrían las persecuciones y los problemas arrancar ese amor? ¿Podría separarnos del amor de Dios la gran tribulación de los 7 años? ¡Claro que no!
Ni tribulaciones, ni angustias en este mundo podrán separarnos del amor de nuestro Señor, que nos ha salvado de nuestros pecados. Aún cuando deseamos, en nuestro cansancio, que nos dejen en paz y alguien nos pregunta si Jesús nos ha salvado o no, todos responderíamos que Jesús de hecho nos ha salvado y que estamos sin pecado. Sin importar cuan cansados y atribulados puedan estar nuestros corazones, aún así él nos ha salvado y aún es nuestro eterno Salvador. Aún si estuviéramos muy cansados o enfermos que apenas pudiéramos sostener nuestros cuerpos, aún así confesaríamos nuestra gratitud por la justicia de Dios. Ningún cansancio puede separarnos de la justicia de Dios que nos ha liberado de nuestros pecados.
Ni persecución, ni hambre, ni desnudez, ni peligros, ni espada pueden separarnos de la justicia de Dios. El hecho de que algunas veces somos apartados y condenados por grupos religiosos es la persecución que encaramos. Nuestras persecuciones consisten en nuestros amigos, vecinos, parientes y aún los miembros de nuestra propia familia nos dejan debido a sus acusaciones de que somos herejes ¿Pueden estas persecuciones separarnos de la salvación de Jesucristo? ¡Ciertamente no lo hacen!
Sin importar que tan severamente seamos perseguidos, no puede cortarnos de la justicia de Dios que nos ha salvado. Debido a que la justicia de Dios nos ha hecho sin pecado y debido a que esta es una verdad que no cambia, nadie ni nada puede separarnos del amor de Dios.
Hambre, sea espiritual o física, no puede separarnos. Debido a que creemos en el evangelio del agua y el Espíritu, lo que siempre permanecerá en nuestros corazones es la justicia de Dios–esto es, la fe en nuestro Señor de que él nos ha hecho sin pecado con el evangelio del agua y el Espíritu. Esta fe es la fe y la bendición de creer en la justicia de Dios. “Debido a que el Señor ha hecho que todos mis pecados desaparezcan, ¡yo no tengo pecado! Dios me ha hecho justo y sin pecado, vistiéndome totalmente en su propia justicia!” Es por eso que nuestra fe en la justicia de Dios no desaparecerá, no importa que tan severa pueda ser el hambre.
 
 

La justicia de Dios por el evangelio del agua y el Espíritu

 
A menos que uno crea en el evangelio del agua y el Espíritu, aún existe pecado en su corazón. Pero uno que cree en la justicia de Dios no tiene pecado. Es por eso que nuestro Señor dijo que podríamos conocer a un árbol por sus frutos. Aquellos que no creen en la justicia de Dios se rinden en su fe a Jesús cuando encaran la más pequeña dificultad, hambre, persecución o tribulación.
Existe gente que piensa, “Aunque Jesús fue juzgado sobre la cruz por mis pecados, solo el pecado original fue quitado y diariamente debo de pedir perdón por mis demás pecados.” Aquellos que tienen esta clase de fe realmente están pecando contra Dios, no creyendo que Jesús haya quitado todos sus pecados y en el proceso se condenan y se corrompen. Esta es la misma gente que niega a Jesús y que no cree en la justicia de Dios.
Pero aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu son aquellos que creen en la justicia de Dios y a pesar de las circunstancias que encaran, se sostendrán firmemente a su fe, diciendo, “Dios ciertamente me ha salvado de todos los pecados del mundo. ¡Estoy sin pecado!” Aún si fuéramos a encarar la muerte en los últimos días de nuestra hambre espiritual, nunca negaríamos que Dios nos ha hecho sin pecado y hemos llegado a ser su pueblo. La justicia de Dios que ha quitado todos nuestros pecados, permanecerá en nuestros corazones como nuestra fe. El evangelio del agua y el Espíritu es así de poderoso y maravilloso. No importa que clase de tribulaciones enfrentemos en nuestras vidas, debido a que la justicia de Dios es en Cristo, nunca seremos separados del amor de Cristo.
¿Que trata de decir con “desnudez” en el pasaje anterior? La desnudez se refiere a la perdida de todas nuestras posesiones. Hasta la Edad Media, cuando surgían problemas en una villa o nación en los países europeos, la gente se enredaba en cacerías de brujas, usando chivos expiatorios para culparlos de todos los problemas, la gente se quitaba todo y acusaba a los seres herejes. Es por eso que Pablo uso la palabra “desnudez” aquí.
En esa época, era posible acusar a alguien de herejía, y con uno o dos testigos, condenar al acusado a ser quemado en la hoguera, confiscar todas sus posesiones y eliminar su reputación.
Aún si somos conducidos a nuestra desnudez de tal manera, que perdamos todo lo que poseemos y seamos puestos a muerte, la justicia de Dios que en su amor por nosotros, ha quitados todos nuestros pecados, nunca desaparecerá de nosotros–así de completo es el evangelio del agua y el Espíritu.
Ni peligros, ni espada nos puede separar del amor de Cristo. Aún si somos puestos bajo la espada y por ella morimos, nosotros los que creemos no tenemos pecado. Muchos cristianos en la primera iglesia fueron acusados falsamente de haber incendiado Roma y fueron ejecutados públicamente en el Coliseo, sirviendo de alimento a los leones. Aún mientras ellos morían, alababan al Señor que los había salvado. Fueron capaces de alabar porque eran creyentes del evangelio del agua y el Espíritu. Aquellos que han sido redimidos por creer en la verdad de que Dios los ha amado y ha quitado todos sus pecados pueden alabar al Señor, aún cuando están siendo asesinados y comidos por leones.
Esta fuerza viene de la fe en la justicia y en el amor de Dios, que ha quitado todos nuestros pecados. Esto se debe a que Dios está en nosotros, nos habla, nos mantiene fuertes, nos protege y nos da consuelo en que esta fuerza puede ser encontrada. Ni peligros, ni la espada, ni amenazas, ni martirio puede separarnos del amor de Dios.
Aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu, son los que creen en la justicia de Dios y quienes son la gente de Cristo. Aquellos que creen en la justicia de Dios, son aquellos que son amados por Cristo. Pero alguna gente convierte el perfecto amor de Cristo, en un simple amor emocional, mirando solamente su muerte en la cruz, entristecidos y llorando por sus sufrimientos. Pero las emociones humanas pueden cambiar en una noche.
Aunque nuestras emociones cambien cada mañana y cada noche, el amor con el cual nuestros Señor nos ha salvado no puede ser cambiado o alterado por nada. Su amor nunca cambiará. Así es de poderoso el evangelio del agua y el Espíritu, y así es de grande la justicia de Dios. Nadie puede separarnos de nuestro Señor, quien nos ha hecho completos y nos ha vestido en su perfecto amor. Este es el poder del evangelio del agua y el Espíritu y también es el poder de nuestra fe en la justicia de Dios.
La palabra griega para evangelio es “euaggelion,” y se dijo que tenía el “dunamis”–esta palabra griega significa fuerza, poder o habilidad, de la cual obtenemos la palabra “dinamita”–de Dios (Romanos 1:16). Un puñado de dinamita es suficiente para derribar una casa hasta sus cimientos y reducirla a polvo. Un proyectil Tomahawk lanzado desde un barco de guerra puede destruir un edificio de concreto y convertirlo en cenizas. No importa que tan protegido pueda estar el edificio, no se compara con el poder destructivo del proyectil.
Dos aviones civiles derrumbaron las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York. ¿Qué pasó cuando los aviones golpearon los edificios? Encendidos por la explosión de los aviones, el fuego alimentado por el combustible de los aviones fue tan intenso que derritió todo en los pisos que fueron impactados por los aviones. Debido a que las estructuras de acero de los pisos y de las columnas que apoyaban a los edificios fueron derretidos totalmente, los pisos se colapsaron repentinamente y los edificios no pudieron soportar el peso de estos pisos que caían, así que finalmente se desintegraron en su totalidad. Si los pisos hubieran caído lentamente, los edificios no se hubieran colapsado. Pero debido a que los pisos cayeron repentina y rápidamente, las columnas y las otras estructuras de apoyo colapsaron, y los edificios fueron, como todos lo vimos, derribados en cuestión de segundos.
El poder del evangelio de Dios, es el del evangelio del agua y el Espíritu. También es el poder que contiene su justicia. Tal vez no sea apropiado usar esta tragedia para ilustrar la justicia de Dios, pero el poder del evangelio del agua y el Espíritu dado por la justicia de Dios es como dinamita que puede limpiar completamente todos los pecados. La justicia de Dios es que nuestro Señor nos ha salvado, quitando todos nuestros pecados al venir a esta tierra, ser bautizado, morir en la cruz y resucitar de entre los muertos.
El evangelio del agua y el Espíritu es la justicia de Dios con la cual Jesús ha quitado todos los pecados que la humanidad ha cometido, desde el mismo principio del universo hasta su fin. Es por eso que nada puede separar a Dios de aquellos que son amados por él a través de su redención por su fe en el evangelio de la justicia de Dios. La fe de Pablo, también, era una fe que creía en la justicia de Dios.
¿Podemos, entonces, recibir la justicia de Dios por el evangelio de la sangre en la cruz solamente? No podemos. Creer en el evangelio de la sangre de la cruz solamente no puede darnos la justicia de Dios. Aquellos que piensan lo contrario, fácilmente se darán por vencidos en su fe en Jesús a la menor provocación.
Por ejemplo, cuando sus posesiones terrenales les sean quitadas o cuando se encuentren en dificultades en el trabajo debido a sus inclinaciones religiosas, fácilmente caerán y renunciarán a su fe. Este es un resultado inevitable y es aplicable a muchos cristianos. Aquellos que, por no creer en el evangelio del agua y el Espíritu, no tienen al Espíritu santo en sus corazones y no han sido redimidos de sus pecados, están destinados a abandonarlo a la menor amenaza.
La razón por la cual el cristianismo de la actualidad es tan débil en este mundo se debe a esta fe que esta limitada a la sangre de la cruz solamente. Esta clase de fe es la que no ha recibido la justicia de Dios a través del evangelio del agua y el Espíritu.
Un creyente justificado que ha sido redimido de todos sus pecados por recibir la justicia de Dios puede trabajar para muchas almas. Debido a que él / ella creen en el evangelio del agua y el Espíritu y tiene al Espíritu Santo porque Dios está con él / ella en su Palabra, esa persona puede realizar muchas obras espirituales y volver a muchas almas perdidas al Señor. Esta es la fe en la justicia de Dios, la fe en el evangelio del agua y el Espíritu. El evangelio del agua y el Espíritu es dado por Dios, no por nuestras propias obras y así también es a través de Dios que podemos hacer sus obras.
El versículo 36, “Como está escrito:Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;Somos contados como ovejas de matadero.” Entre los que creen en el evangelio del agua y el Espíritu existen algunos que en realidad están siendo tratados de esta manera mientras viven en esta tierra. De hecho, los creyentes en el evangelio del agua y el Espíritu frecuentemente son odiados por otros, particularmente por aquellos que con la fe equivocada, afirman ser cristianos.
Los cristianos nacidos de nuevo, en otras palabras, son odiados más por cristianos nominales que por los budistas. Este pasaje, “Como está escrito:Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;Somos contados como ovejas de matadero.” es la Palabra de Dios hablada a los creyentes del evangelio del agua y el Espíritu. Aún nuestro Señor, por seguir la voluntad del Padre con su bautismo y muerte sobre la cruz, fue “contado como oveja para el matadero.” El Señor nos salvó viniendo y viviendo una vida así en esta tierra.
 


La justicia de Dios ha ganado sobre todos los Pecados del mundo


El versículo 37 dice, “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” ¿Cómo podemos vencer sobre todas estas cosas? Reclamamos nuestra victoria por el poder de nuestra fe en el amor de Dios.
Alguien que cree en el evangelio del agua y el Espíritu tiene el poder de Dios. Pero alguien que no cree en el evangelio del agua y el Espíritu solo tiene pecado en su corazón. La fe y la salvación de aquellos que tienen pecados, no pueden hacer otra cosa que tener altos y bajos debido a sus emociones y por lo tanto no tienen poder. Pero aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu tienen el poder. No tienen poder por ellos mismos, pero tienen el poder del evangelio dado por Dios y con este poder pueden sostenerse y triunfar sobre todas las persecuciones y tribulaciones. Los justos deben enfrentarse en una batalla espiritual en contra de los pecadores y predicarles el evangelio del agua y el Espíritu. Los justos también deben tolerar el vivir y el ser perseguidos por el evangelio como su destino natural. Una vida vivida para el Señor es nuestra suerte.
Un proverbio oriental dice, “Si uno dejara de leer por un solo día, hablaría palabras punzantes.” ¿Qué pasa con nosotros? Nosotros, también, somos propensos a corrompernos con rapidez si dejamos pasar un día sin vivir para Dios y su evangelio. Es así como viviremos nuestras vidas hasta que muramos. Pero si vivimos para Cristo, nos sacrificamos y somos perseguidos por Dios, y si nos enfrascamos en una guerra espiritual en contra de las fuerzas del mal, nuestros corazones estarán llenos con comida espiritual, de la cual sacaremos nuevas fuerzas para seguir adelante.
Cuando los cristianos caen, se debe a que no vivieron para el Señor. Pero cuando vivimos para el Señor, crecen aún más nuestras fuerzas espirituales, y nuestra salud física también se fortalece.
Los versiculos 38-39 dicen, “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”Como creyente en el evangelio del agua y del Espiritu, Pablo estaba convencido de esto. La misma verdad se aplica a nosotros: ni la muerte, ni la vida pueden separarnos de Cristo.
En la antigüedad, aquellos que tenían poder del mundo, como los emperadores Romanos, trataron de persuadir a los Cristianos de renunciar a su fe y a reportar a sus compañeros a las autoridades, ofreciéndoles toda clase de tentaciones, desde altos puestos, hasta esposas y propiedades, todo a cambio de su renuncia. Pero los verdaderos creyentes en el evangelio nunca cedieron a las tentaciones del poder, propiedad y honor.
La fe no es algo que pueda ser intercambiado por lo que el mundo ofrece. Si alguien nos mostrara un cheque en blanco y nos dijera, “Te daré este cheque si dejas de predicar el evangelio,” seriamos capaces de responder, debido a la esperanza de nuestro futuro y nuestra firme fe en Dios, “Lo necesitaras tú, así que gástalo; para mi, no es más que un pedazo de papel.”
 

Solo el evangelio del agua y el Espíritu, es el Evangelio que contiene la justicia de Dios

Hay mucha gente que me ha dicho, “Si tú solo admites que nuestra fe en la sangre de la cruz por si sola es una fe incorrecta, nosotros, también, aprobaremos tu fe. No solamente dejaremos de acusarte de hereje, sino que además te ayudaremos.” Estos así llamados líderes religiosos en particular han buscado tales compromisos de mí. Pero la justicia de Dios es precisa y cierta cuando se mide con su Palabra. Lo que esta mal, esta mal, y lo que es verdad, es verdad. Dar el reconocimiento a una fe equivocada es por si mismo un acto de rebelión en contra de Dios, así que no solo soy capaz de probar su fe, sino que también debo de señalar sus mentiras.
“¿Crees únicamente en la sangre de la cruz? Entonces tú debes de tener pecado en tu corazón. Estas destinado al infierno. No puedo evitarlo, aún si tú piensas que soy demasiado serio y que no cedo, lo que es verdad, es verdad.” Debido a tales palabras, la gente mantiene su distancia–más precisamente, no pueden estar cerca de mí. Mucha gente solía acercárseme, pensando que yo era como ellos. Pero cada vez, les he dicho, “ustedes son falsos pastores y son estafadores que trafican en el nombre de Dios para ganarse la vida, meramente simples ladrones.” ¿A quién le agradaría yo, cuando les digo tales cosas? Pero lo que no es, no es y es por eso que he sido tan firme e inamovible en mi posición.
Yo también he sido tentado por aquellos que dicen que si yo solo creo en la sangre de la cruz me darán tal y tal autoridad. Pero como dice el pasaje anterior, “ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada” no tenemos necesidad de ninguna autoridad, alto o profundo. No necesitamos el poder sanador que afirman tener algunos estafadores. Quienes hemos nacido de nuevo no tenemos necesidad de tales cosas y ni siquiera nos gustan.
El pasaje también nos dice que ninguna cosa creada puede separanos del amor de Dios en nuestro Señor Jesucristo. Aún si existieran extraterrestres en este universo, no serían capaces de separarnos del amor de Dios que nos ha salvado.
Existen algunos cristianos que creen en la existencia de seres extraterrestres. Aún entre pastores, muchos creen en su existencia. Pero no existen los extraterrestres. Cuando asistía al seminario, uno de mis profesores, que me daba clases de griego, creía en la existencia de los extraterrestres. Así que le pregunte, “¿Puede respaldar su creencia con cualquier evidencia de las Escrituras?” Desde luego, no pudo dar ninguna respuesta a mi objeción. Absolutamente no existen los extraterrestres. Dios amó tanto al mundo que nos dio a su Hijo Unigénito. Si en realidad existieran los extraterrestres, no hubiera habido necesidad de que Jesús naciera en esta tierra.
Después de inversiones e investigaciones masivas, hemos sido capaces de llegar a la luna, y hasta nuestras investigaciones han aterrizado en Marte, pero no hemos descubierto una sola evidencia que indique la existencia de formas de vida fuera de esta tierra. Confiadamente puedo decir, basado en las Escrituras, que a pesar de lo mucho que se han desarrollado las capacidades tecnológicas y científicas de la humanidad, y sin importar que tan intensamente busquemos en el universo, nunca encontraremos extraterrestres. La Biblia nos dice que ninguna cosa creada puede separarnos del amor de Dios en nuestro Señor Jesucristo. ¿Cuál es entonces este amor de Dios? No es otro que el evangelio del agua y el Espíritu. Este es el amor de Dios. La salvación que nos ha salvado y nos ha hecho sin pecado con el evangelio del agua y el Espíritu es el amor de Dios, y nada puede separarnos de este amor.
Pablo habla de fe de nuevo en el capítulo 9, pero es en su conclusión del capítulo 8 donde la cima de la fe es alcanzada. De los capítulos 1 al 8 del libro de Romanos forman un tema y con el capítulo 8 como la conclusión, es aquí en donde el punto máximo de la fe es alcanzado. Como nos muestra la Palabra de Dios en el capítulo 8, solo aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu no podrán ser separados del amor de Dios.
Sin embargo, aquellos que no creen de esta manera, nunca estarán así. Tal vez puedan ser capaces de vivir para el Señor temporalmente, pero no podrán defender su fe y vivir para él hasta la muerte. Puede que vivan religiosamente durante 10, 20 años, pero su fe decaerá eventualmente y morirá, rindiéndose completamente y separándose no teniendo nada que ver con Dios. No es que les falten obras, sino que el amor por Cristo en sus corazones desaparecerá. Debido a que no tienen al Espíritu Santo en sus mentes, tampoco tienen amor por el Señor en sus corazones. En pocas palabras, existe pecado en sus corazones.
Conforme pasan los días, me doy cuenta aún más de cuan profundo y perfecto es el amor de la salvación, con el cual nuestro Señor nos ha salvado a través del evangelio del agua y el Espíritu. Cuando recién conocí al Señor, la profundidad de mi apreciación por el amor de Cristo era callado y calmado, como una piedra lanzada a un lago que ocasiona pequeñas y casi imperceptibles olas. Mi respuesta fue una pequeña percepción del hecho de que Jesús quitó mis pecados y de que estaba sin pecado. Pero mientras vivo una vida predicando el evangelio, desde entonces, las olas en mi corazón se han hecho inimaginablemente grandes y profundas, como si una bomba hubiera explotado dentro de mi corazón.
¿Quién dice que solo debemos de creer en la sangre de la cruz? ¿Acaso Pablo dijo eso? En el libro de Romanos, Pablo claramente y sin ambigüedades habló del evangelio del agua y el Espíritu: “O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?
Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.” (Romanos 6:3-4).
¿No es acaso el evangelio del agua y el Espíritu expresamente grande y detalladamente perfecto? Sin importar cuan pequeña sea la fe de alguien, si alguien cree en el evangelio del agua y el Espíritu, entonces él / ella es salvo de su pecado. Sin importar cuantas limitaciones tengas, tu fe es completa por el evangelio del agua y el Espíritu. Sin importar cuan débil seas, eres salvo por tu fe en el evangelio del agua y el Espíritu. Aunque no tenemos poder propio, si vivimos para Dios, toda la suciedad será removida de nuestros corazones.
Pero aquellos que no creen desde el comienzo, al final se volverán contra Dios y lo dejarán, aún si escucharon este evangelio y vivieron con él 10 años. Aquellos que han decidido no escuchar y no ver la verdad de Dios, cerrando sus ojos y oídos, son insensatos por rechazar las bendiciones de Dios con sus propias manos y se dirigen a sus propias muertes. Crucifican a Cristo todos los días con sus pecados, aunque no hubiera habido una muerte en la cruz, si no hubiera habido el bautismo de Jesús.
Me doy cuenta con cada día que pasa cuan grande y perfecto es este evangelio–entre más débil soy, más me doy cuenta de cuan asombroso y completo es el amor de nuestro Señor y le doy gracias a él aún más. Entre más predico, más fuerte me oigo; entre más predico este evangelio más fuerte me vuelvo; y entre más predico este evangelio verdadero, más convencido me siento.
Aún si tú naces de nuevo, si no escuchas la Palabra de Dios y no lo sirves a él, hierbas comenzarán a crecer en tu mente, y debido a estas hierbas, tu mente quedara desolada. Cuando esto ocurra, canta canciones de alabanza y piensa en Jehová. Cantando alabanzas a Dios, tu mente será limpiada y serás capaz de levantar tú espíritu de nuevo.
Debes sacudirte la mente para deshacerte de todo lo que es impuro y renovar tu corazón de nuevo, llenándolo con la Palabra de Dios. Nuestros corazones ya están limpios, pero cuando las impurezas del mundo entran en nuestras mentes y tratan de confundirnos y desorientarnos, podemos alabar a Dios y orar a él de nuevo, cantando alabanzas al Señor, renovando y levantando nuestros corazones.
Sin importar en donde nos podamos encontrar, alabar a Dios es una experiencia alegre y gozosa. No existe pecado en las mentes de aquellos que han sido redimidos, así que alabar y regocijarse sale con naturalidad de sus mentes. Nuestras canciones de alabanza de nuestros corazones gozosos pueden hacer que las hierbas que crecen en nuestras mentes desaparezcan.
En ocasiones, nuestras debilidades son reveladas. Debido a que nuestros pensamientos y sentimientos pueden cambiar fácilmente a través de circunstancias diferentes, aunque estemos felices y de buen humor cuando estamos con nuestros hermanos en Cristo, podemos tener pensamientos sucios e impuros cuando estamos solos. Es por eso que Pablo exclamo, cuando vio su propia carne, “Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. ”
Pablo llego a ser completo siendo salvado por el evangelio del agua y el Espíritu, aunque seguía siendo débil en su carne. ¿Era Pablo la única persona que estaba así? Yo también, soy como Pablo. ¿Tú no eres también como él?
Cuando la gente mundana se reúne, los hombres normalmente quieren beber, frecuentemente hablando de sus trabajos y de quién fue promovido y quién no, y así se la pasan, mientras que las mujeres se jactan de sus esposos, hijos, casas, etc, etc. Pero las conversaciones entre los justos son cualitativamente diferentes de la gente mundana. Aún mientras compartimos el pan juntos, hablamos de las almas que fueron salvadas alrededor del mundo: en India, Japón, Europa, África, los Estados Unidos y demás, alabando a Dios y compartiendo la comunión con nuestras mentes.
Cuando leemos el libro de Romanos, podemos experimentar y compartir en nuestros corazones la propia fe de Pablo. También podemos descubrir cuan grande es la salvación dada por Dios. Podemos sentir la majestuosidad del evangelio. Podemos entender los pasajes y descubrir los significados escondidos en el texto. Porque podemos darnos cuenta cuan perfecta y completa es la salvación de nuestro Señor, no podemos hacer otra cosa que alabar su justicia.
Aún si todo el mundo cambiara en este momento, el evangelio del agua y el Espíritu que nos ha salvado de nuestros pecados, permanecería sin cambio. Debido a que el amor de Cristo nos ha salvado y debido a que este amor nunca nos ha abandonado y aún permanece en nosotros, todo lo que tenemos que hacer es apartar nuestros corazones del mundo y enfocarnos en Dios de nuevo. Somos débiles y debido a esta debilidad, algunas veces caemos en los caminos del mundo, pero cada vez que esto pasa, solo tenemos que volver nuestras mentes hacia Dios y creer en la verdad de que nuestro Señor nos ha salvado. Nuestra carne aún tiene que cambiar y aún vive bajo la ley del pecado. Por lo tanto continuamente debemos negar nuestra carne y vivir nuestras vidas por nuestros pensamientos espirituales. Para detener el crecimiento de las hierbas en nuestros corazones, siempre debemos regresar a Dios y alabar su justicia.
¿Ahora te das cuenta de lo poderoso que es este evangelio del agua y el Espíritu? Ya que todo el libro de Romanos esta basado sobre el evangelio del agua y el Espíritu, no podemos abrir la Palabra de Dios sin antes primero creer en este evangelio.
Yo le doy gracias a Dios por permitirnos abrir y ver los secretos de esta Palabra. Nadie puede separarnos de la justicia de Dios, la cual es el amor de Cristo. Si tú quieres creer en la justicia de Dios, cree en el bautismo de Jesús por Juan y su sangre sobre la cruz como tu redención y salvación. Tú, entonces, también recibirás la justicia de Dios.
Que las bendiciones de la justicia de Dios seancontigo. 
 
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La justicia de Dios es revelada en Romanos - Nuestro Señor Quien Llego a Ser la Justicia de Dios (II)