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Sermões

Tema 24: SERMONES PARA LOS QUE SE HAN CONVERTIDO EN NUESTROS COLABORADORES

[24-37] Dejen de lado sus pensamientos carnales que son como la niebla (Génesis 2, 4-17)

(Génesis 2, 4-17)
«Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».
 
 

La Palabra dada a los ciegos espirituales

 
Creo que los que están escuchando esta Palabra hoy son personas de Dios benditas. 
Está escrito en Génesis 2, 4-6: «Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra».
He sido una persona muy pensativa desde que era un niño. Solía ser un niño callado y por eso no hablaba mucho, pero en mi cabeza siempre estaba pensando en algo. Cuando comía o cuando caminaba a algún sitio estaba siempre pensando y se me olvidaba saludar a algún anciano en mi barrio y me regañaban por ser maleducado. Como ya deben saber, en el campo en la antigüedad no saludar a los ancianos correctamente era una causa de castigo. Honestamente, pocas personas en este mundo consiguen alcanzar sus sueños. Pero todo el mundo tiene derecho a soñar un poco, todo el mundo tiene un sueño e imagina el futuro. Por eso, es inevitable que la gente viva con ciertas imaginaciones o ilusiones. De todas formas, mi mente siempre está preocupada con pensamientos como este, con todo tipo de imaginaciones, algunas acerca de cosas inalcanzables, y por eso estaba viviendo en mi propio caparazón. 
Mis queridos hermanos, ¿que les espera a los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu aunque no lo conozcan? El juicio de sus pecados les espera. Esto me recuerda a un dicho coreano que dice: “Es mejor rodar en estiércol en este mundo que morir e ir al mundo próximo”. No creo que este dicho esté completamente sin fundamento. Aunque es difícil vivir en este mundo y todo el mundo nace con las manos vacías y debe dejarlo con las manos vacías, el juicio justo y terrible de Dios les espera a todos los pecadores y por eso la vida en este mundo es mejor que ir al infierno. Nuestros antecesores no conocían el Espíritu del agua y el Espíritu, pero parece que si lo conocían, aunque fuera vagamente, y que sabían que el juicio terrible y el infierno vienen después de la muerte. 
De la misma manera, la mayoría de la gente parece tener cierto conocimiento de que si hay pecados en los corazones, serán juzgados por ellos. Aunque no conozcan la Palabra de Dios, por lo menos parecen conocer el hecho de que les espera el juicio. Esta es probablemente la razón por la que tantas personas buscan al ser divino para ser salvadas. Y por eso hay tantas falsas deidades en este mundo, adoradas por muchas religiones. Aunque solo hay un Dios, los seres humanos han creado muchos dioses falsos por los pecados de sus corazones. En otras palabras, aunque solo sea el Dios trinitario el que lleva la Verdad de la salvación a los seres humanos, como no conocen a este Dios Salvador, intentan confiar en otras cosas. Por eso algunas personas se postran ante rocas o árboles que parecen majestuosos y ponen su fe en estos objetos inertes. 
El hombre es un genio cuando se trata de crear religiones mundanas. La gente se postra ante cualquier cosa que parezca majestuosa en lo más mínimo. Esto se debe a que los seres humanos son débiles por naturaleza y por eso, cuando se encuentran con algo que les parece mejor que ellos, suelen pensar que es divino y confían en ello. Como son seres frágiles por naturaleza, sus corazones están siempre vacíos hasta que se encuentran con el Señor perfecto. Por eso, los que tienen un corazón vacío crean religiones mundanas y confían en ellas, solo para acabar muriendo al final. Creen en una religión durante años, pero cuando esto no les satisface, prueban con otra. 
La Biblia dice: «Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin» (Eclesiastés 3, 11). Dios le ha dado a todo el mundo un deseo por Él en sus vidas. Así que nadie puede encontrar la verdadera satisfacción hasta que encuentra al Dios perfecto. Por eso los seres humanos han creado religiones mundanas, algunas veces incluso adorando a otros seres humanos. Como Dios le ha dado al hombre un deseo por la eternidad, todo el mundo nace con un sueño. Al haber nacido con un sueño, el hombre pasa el resto de su vida intentando cumplir ese sueño. 
Sin embargo, los sueños son difíciles de cumplir. Incluso cuando se cumple un sueño, deja un sentimiento de vacío al final. La gente entonces busca otra cosa, algo mayor. El destino del hombre es vivir el resto de su vida así y al final morir. Por supuesto, en este mundo también hay personas que han vivido una vida recta y hecho muchas cosas buenas, pero incluso estas personas tienen miedo de la muerte. ¿Por qué? Porque no han resuelto el problema del pecado que hay en sus corazones. Esto se debe a que no han encontrado la Verdad y no han descubierto lo eterno. Por desgracia, esta era presente no tiene ninguna esperanza y la gente ha perdido sus sueños. 
 
 
Los seres humanos viven en la carne que está hecha de polvo
 
Aunque el corazón humano desee la eternidad, el cuerpo humano está hecho de polvo. Esto se debe a que Dios hizo al hombre del polvo. Así que, aunque la gente desee a Dios y la eternidad en sus corazones, todo el mundo quiere vivir con virtud e intenta ayudar a los demás. Cuando le preguntan a un niño qué quiere ser cuando crezca, todo lo que dice es que quiere ser bueno y virtuoso. Pero cuando miran su comportamiento, ven que está lejos de esos deseos y esperanzas. No obedecen a sus madres, patalean cuando no consiguen lo que quieren y pegan a otros niños más débiles que ellos. Eso no es lo que sus padres les enseñaron. Todo padre enseña a sus hijos a ser buenos, a estudiar y a ser personas respetables. Pero, aunque estos niños aprendan estas cosas, el bullying en las escuelas es un problema grave hoy en día. Los matones pegan a sus compañeros de clase y les quitan el almuerzo, el dinero y algunos de ellos han muerto a causa de la violencia en las escuelas. ¿Qué les pasa por la mente cuando ven a estos niños? Yo pienso que aunque el corazón humano desea la eternidad, el cuerpo humano está hecho de polvo. 
Cuando salen a la calle temprano por la mañana, pueden ver niebla levantándose. ¿Cuál es la naturaleza de esa niebla? Desaparece cuando sale el sol. Cuando no hay luz esta niebla permanece casi intacta, reduciendo la visibilidad drásticamente. El cuerpo del hombre es como esta niebla. 
Dios hizo al hombre del polvo y respiró en su nariz el aire de la vida. Así, Dios le hizo un ser espiritual. Por eso, según la imagen de Dios, todos tenemos en nuestros corazones una aversión a cometer pecados y un deseo de hacer buenas obras y vivir una vida recta. En nuestros corazones, buscamos todo lo que es bueno. Pero, ¿cuál es la verdad? La verdad es que nuestros cuerpos hacen completamente lo contrario de lo que nuestros corazones quieren, cometiendo pecado, alegrándose de las desgracias ajenas y haciendo todo tipo de obras malvadas. Por ejemplo, cuando hay un accidente de coche, el tráfico se detiene no solo en el carril donde ha tenido lugar, sino también en el otro carril. ¿Por qué? Porque la gente del carril contrario se detiene para ver el accidente. Yo he visto esto bastantes veces. Pero el corazón humano es tan malvado que la gente no solo quiere ver el accidente, sino que se siente defraudada cuando no hay ningún herido grave y solo ven los coches que han colisionado. Así es la naturaleza humana. 
Esto es lo que nos enseña el pasaje de las Escrituras de hoy. Esta es la naturaleza fundamental de la humanidad, que es tan malvada, y que ha sido tan claramente revelada en el Libro de Génesis, mostrándonos que todos los seres humanos, hechos de polvo, se convierten en pecadores sin importar nuestra voluntad, todo porque Adán cayó en el pecado. En otras palabras, el corazón del hombre ha perdido la imagen de Dios. Originalmente, los seres humanos no fueron creados para cometer pecados e ir al infierno. Dios creó al hombre a Su imagen para enviarle al Cielo y vivir con él allí para siempre. El problema es que, ese hombre cayó en la tentación de Satanás. 
Fundamentalmente, el hombre fue creado como ser espiritual desde su propia existencia. El hombre no fue creado como un robot. Dicho de otra manera, el hombre no se mueve automáticamente cuando Dios se lo dice. En vez de crearnos como robots, Dios nos dio libre albedrío para que nos acercásemos a Él voluntariamente y tuviésemos una relación personal con él. El amor es algo que hace que queramos conocer a alguien, y cuando una persona no ha visto a su amante durante un tiempo, desea verlo aún más. Sin embargo, el amor del que habla la Biblia no es decir “te amo” con palabras, sino que es algo que está arraigado en el afecto por el objeto del amor. Aunque Dios lo ha hecho todo por nosotros, no dejó que tomásemos el amor por Él a la ligera. Por eso Dios hizo al hombre insuficiente desde el principio. Al hacernos insuficientes no podemos evitar cometer pecados, y Dios nos hizo pecadores para que nos diésemos cuenta de que estamos destinados a ir al infierno y busquemos Su ayuda. Dios hizo todas estas cosas porque quiso compartir Su verdadero amor con nosotros. Por eso Dios entregó la vida de Su Hijo Jesucristo, y con este sacrificio, Dios hizo Su amor visible a todo el mundo, diciendo personalmente a los seres humanos: “Os amo más que a Mí mismo”. Gracias a esto, al aceptar esta Verdad a través del Evangelio del agua y el Espíritu, podemos conocer el verdadero amor de Dios y compartirlo los unos con los otros. 
¿Qué habría ocurrido si Dios nos hubiese hecho como meros robos que solo pueden moverse con tocar un botón? Un robot no conoce el concepto de la desobediencia. De la misma manera, si fuimos creados así, no podíamos saber que Dios nos ama. Si esto fuese así, nos moveríamos como máquinas cuando Dios nos hiciese movernos. Si van a una fábrica automatizada verán que todo lo hacen los robots. Los robots están programados para hacer las cosas sin cometer errores. Pero los robots solo se necesitan para trabajar; si fuésemos robos, no podríamos amar a Dios. ¿Podrían amar a Dios si fuesen robots? No, por supuesto que no. La intención de Dios era hacer que Su relación con nosotros fuese personal, como la relación entre padres e hijos, entre marido y mujer. Por eso Dios nos dio libre albedrío y lo permitió todo desde el principio. 
¿Y Satanás? Satanás es un espíritu malvado que también recibió libre albedrío de Dios, pero este libre albedrío se volvió contra la autoridad de Dios y fue expulsado del Cielo. Así que, como el Diablo no puede vencer a Dios, empezó a atacar a los que Dios ama más. En otras palabras, aunque Satanás estaba decidido a seguir levantándose contra Dios, no pudo vencerle, y por eso escogió otra manera de atormentar el corazón de Dios más. Atacando a los seres humanos, a las criaturas más amadas por Dios. Por eso Satanás ha estado engañando a los seres humanos con sus palabras dulces para que cometan pecados y se levanten contra Dios desde entonces. Y todavía sigue intentando llevárselos al infierno con él. Esta es la estrategia que el Diablo ha escogido para hacer daño a Dios. ¿Acaso no es Satanás tan malvado y cruel?
Esta es la razón por la que los seres humanos han estado sufriendo tanto por culpa del Diablo. Entonces, ¿está Dios parado porque no puede vencer al Diablo? No, no es así. Dios ha permitido que Satanás trabajase en este mundo para ver si de verdad deseamos Su amor valioso más que los placeres físicos de este mundo y la tentación del Diablo. Dios nos ha dado el deseo de la eternidad. La cuestión entonces es si los seres humanos, que han recibido este deseo santo, desean de verdad la eternidad o desean cosas perecederas y al final son juzgados y arrojados al infierno. Dios nos ha puesto en este mundo para averiguarlo y está diciendo que solo los que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu han sido salvados de todos sus pecados. 
Estas enseñanzas están escritas en el pasaje de las Escrituras. Los seres humanos no pueden conocer a Dios por su propia cuenta. Como somos prisioneros del pecado no podemos conocer la justicia de Dios aunque la busquemos. En otras palabras, el que tiene poder sobre el aire, es decir Satanás, nos está separando de Dios y esto hace que sea imposible conocer la justicia de Dios por nuestra cuenta. 
 
 

Los seres humanos están viviendo con pensamientos carnales como niebla

 
Génesis 2, 5-6: «Y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra». El que hubiese tan solo un vapor en la tierra regando la faz de la tierra significa que la gente de fe no había aparecido en el mundo. Dicho de otra manera, como no había nadie en el mundo proclamando la salvación de Jesucristo, no había verdaderos hijos de Dios. La lluvia aquí se refiere a la gracia de Dios que satura la tierra, o el corazón humano. Por tanto, como la gracia de Dios no había descendido en los corazones de la gente, la Palabra no había llegado al mundo para proclamar que Jesús había eliminado sus pecados. Antes de que Jesucristo, el Hijo de Dios, viniese al mundo para cultivar las semillas del Evangelio del agua y el Espíritu en los corazones de la gente para que diese fruto abundante, nada bueno podría haber salido del corazón de los seres humanos. 
¿Qué es lo que salió de la tierra hasta entonces? Los seres humanos tuvieron que buscar la Verdad de la salvación en un estado en el que habían perdido la imagen de Dios. En otras palabras, tuvieron que buscar algo en que confiar aunque fuese según sus propios pensamientos. Así que estas personas necias empezaron a adorar objetos inanimados como dioses, desde la luna hasta el sol, las estrellas, las montañas, las rocas, etc., todo según sus propios pensamientos y lo que estaba a su vista. También empezaron a adorar y a seguir a los hombres, como indica la reverencia que Confucio y Buda todavía provocan en muchas partes del mundo. De esta manera, los seres humanos adoran a los sabios y seres majestuosos como sus dioses, y por eso se postran ante imágenes que han creado ellos. Aunque estas personas nos parezcan estúpidas a los que hemos encontrado la justicia de Dios, ellas no piensan así. En realidad, estarían completamente ofendidas si las ridiculizásemos. Esto nos muestra cómo hay todo tipo de personas. 
Como he dicho antes, muchas personas adoran algún objeto inerte como su dios. Algunas adoran al sol, la luna o las estrellas del cielo y todos son igual de estúpidos. Los adoradores del sol pueden pensar que son mejores que los que adoran la luna, pero esto es como discutir sobre qué enano es más alto. Aunque un enano sea alto, ¿es más alto que una persona de estatura normal? Por muy inteligente que sea la raza humana, todo el mundo es débil. A los ojos de Dios, en otras palabras, todos los seres humanos no son más que pecadores insensatos. 
Como los pensamientos carnales de la humanidad son como una niebla, la gente se imagina todo según sus deseos. Como he mencionado anteriormente, la niebla no desaparece hasta que sale el sol. Sin la luz del sol, la niebla permanece intacta y reduce la visibilidad. Muchos cristianos predican a otros para que crean en Dios mientras siguen sus pensamientos carnales como la niebla, pero así nadie puede conocer a Jesucristo, quien ha venido por el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, aunque algunos cristianos han creído en Jesús durante toda su vida, su salvación está tan nublada hasta hoy. ¿Puede alguien ir al Cielo al creer en Jesús de esta manera? Les he preguntado a muchos cristianos: “Han sido cristianos durante mucho tiempo, ¿significa esto que irán al Cielo?”. Pero algunos cristianos contestan: “¿Cómo puedo estar seguro de esto? No lo averiguaré hasta que haya muerto”. La mayoría de cristianos no quieren que se les haga estas preguntas porque no están seguros de su salvación. Esto es importante porque la mayoría de los cristianos no conocen la justicia de Dios. Estas personas no pueden proporcionar las respuestas correctas a esta pregunta. Puede que contesten si se les pregunta cómo pueden ser bendecidos. Incluso los niños pequeños pueden contestar estas preguntas. Pregunten a un niño cómo se pueden contestar estas preguntas. Pregunten a un niño pequeño cómo hay que vivir para ser bendecido. Seguramente el niño dirá que se puede estar bendecido si se hacen buenas obras y se ayuda a los demás. 
¿Qué deberíamos enseñar en la Iglesia de Dios? Debemos enseñar acerca de Jesús y del puro Evangelio del agua y el Espíritu que constituye la justicia de la salvación. Como la mayoría de los líderes cristianos no saben nada acerca de la justicia de Jesús, enseñan la manera de ser bendecidos. Si les preguntan en serio a estos pastores acerca del Evangelio del agua y el Espíritu, algunos de ellos les regañarán por hacer estas preguntas. Pero si encuentran a un siervo verdadero de Dios que conoce el Evangelio del agua y el Espíritu y cree en él, y le preguntan estas cosas, les dará una respuesta clara y les enseñará acerca de esta Verdad tan importante. Si somos siervos de Dios, ¿no debemos enseñar acerca del Señor claramente? Pero, como la mayoría de cristianos están llenos de pensamientos carnales que son como una niebla, creen en Jesús como su Salvador sin conocer este Evangelio. Sin embargo, la verdad es que nadie puede recibir la verdadera remisión de los pecados hasta que encuentren la verdadera justicia de Jesús. Después de todo, la niebla solo desaparece si brilla el sol. 
La mayoría de los cristianos piensan simplemente que están bendecidos con tan solo creer en Jesús. Estos cristianos que se centran solo en las bendiciones creen en Jesús fervientemente. Pero su fe no está basada en la Palabra de Dios. Suelen pensar en las palabras de sus pastores a ciegas más que en la Palabra de Dios y por eso creen todo lo que dicen sus pastores. De esta manera, muchos cristianos creen en Jesús como su Salvador a ciegas, sin conocer el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Algunos cristianos también están seguros de que, si alguien cree en Jesús recibirá tres veces más bendiciones. Y cuando piensan que su fe es insuficiente, ofrecen oraciones especiales mientras ayunan. Pero, ¿surge la fe verdadera por tan solo creer en estas cosas? No, por supuesto que no. Como mínimo, uno debe creer que Jesús cumplió la justicia de Dios al ser bautizado por Juan el Bautista y fue crucificado. La verdadera salvación solo se alcanza cuando uno cree en Jesucristo correctamente, el que nos ha salvado de todos los pecados de este mundo. De hecho, creer en Jesucristo sin conocer Su justicia es más que fanatismo. Pero a pesar de esto muchos cristianos creen equivocadamente según sus pensamientos carnales que Jesús les ha salvado a través de Su sangre derramada en la Cruz. 
 
 

Toda la niebla desaparece en cuanto brilla el sol

 
Mis queridos hermanos, hemos sido salvados solo al conocer y creer en la justicia de Dios correctamente. Si aprenderemos acerca de la justicia de Dios y la conocemos y creemos en Jesucristo como nuestro Salvador, recibiremos la gracia abundante de la salvación. Sin embargo, el problema es que la mayoría de cristianos siguen intentando entender el Evangelio del agua y el Espíritu según sus propios pensamientos, aunque este verdadero Evangelio sea demasiado simple para no entenderlo. Además, cuando la gente escucha la Palabra de Dios, piensa para sí misma: “¿Por qué está el pastor diciendo estas cosas! ¡Qué raro es!”. Encuentran difícil escuchar la Palabra de Dios cuando es diferente de sus propios pensamientos y por eso sus mentes están confundidas. Cuando escuchamos la Palabra de Dios, lo primero que debemos hacer es dejar de lado los pensamientos carnales; si se dan cuenta de que la Palabra es diferente a sus propios pensamientos, no podrán entenderla cuando la escuchan. Por eso, los que están sordos espiritualmente no pueden entender la Verdad aunque se la digan de manera simple. 
Sin embargo, cuando se deshacen de sus pensamientos carnales, se ponen cómodos en su asiento y escuchan detenidamente la Palabra del Evangelio del agua y el Espíritu, y creen en este Evangelio, la luz espiritual brillará sobre sus corazones y esta Palabra de Verdad quedará imprimida en su mente. Todos sus pensamientos carnales como la niebla deben desaparecer rápidamente hasta que se pregunten si alguna vez los tuvieron. Incluso la niebla más densa desaparece completamente cuando el sol brilla. De la misma manera, cuando entienden la justicia de Jesucristo completamente, toda su confusión será eliminada y podrán recibir la remisión de los pecados al creer en la Verdad. Mis queridos hermanos, toda la justicia de Dios está contenida en Su Palabra. La remisión de los pecados y la Verdad que nunca cambia están contenidas en esta Palabra, y de ella fluye todo lo que necesitamos en nuestras vidas. 
Si lo que creemos no viene del Cielo, entonces sea lo que sea, es una falsa enseñanza. Lo que viene de los pensamientos carnales del hombre no puede prevalecer sobre la justicia de Dios. Les pido que se den cuenta de que la verdadera realidad no viene del hombre, porque el hombre no es más que polvo. Esto significa que, aunque los seres humanos queramos hacer el bien en nuestros corazones, no tenemos la capacidad para hacerlo. 
Por supuesto, sería maravilloso que intentásemos vivir con dignidad en nuestras mentes. Sin embargo, antes de todo, primero tenemos que admitir sin falta que somos incapaces de vivir con virtud. Por eso el pasaje de las Escrituras de hoy dice: «Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente» dejando claro que el cuerpo del hombre estaba hecho de polvo. Al mismo tiempo no podemos olvidar el hecho de que los que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios deben anhelar el mundo que no perece, y debemos tener la remisión de los pecados y alcanzar nuestra salvación al creer en la justicia de Dios. Debemos recordar que podemos obtener la ayuda de Dios en este mundo solo cuando hemos alcanzado nuestra salvación al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Ciertamente, no somos justos por nuestros méritos carnales, sino que es gracias a que Dios nos da la gracia de la salvación que está en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos los dones espirituales, en otras palabras, vienen del Cielo. Sin embargo, muchas personas no pueden recibir su verdadera salvación porque están bloqueando el don de la salvación con sus muchos pensamientos carnales. 
Un espejismo, común en los desiertos, es un fenómeno que ocurre cuando los rayos del sol se reflejan con el calor extremo del desierto. De la misma manera, cuando la gente busca algo desesperadamente con sus mentes carnales, imaginan cosas. Cuando alguien desea algo fervientemente en su corazón, a veces parece que existe en sus sueños. Por eso algunos cristianos dicen: “He visto a Jesucristo en mis sueños. En este sueño me dijo que me amaba mucho”. Estos cristianos dicen que obtuvieron la garantía de su salvación de esta manera, pero deben darse cuenta de que no hay más que sus propias emociones e ilusiones carnales. Es todo un espejismo. 
Por el contrario, la fe que nos permite recibir la remisión de los pecados e ir al Cielo a través de la justicia de Dios no puede salir de ningún pensamiento carnal. Todo pensamiento que sale de la mente carnal de una persona es completamente en vano, como una niebla. Todo el mundo nace una vez y muere una vez y después le espera el juicio después de la muerte. Como la ley de Dios es justa, todo el mundo debe ser juzgado por sus pecados sin falta según esta ley. En nuestros pensamientos carnales puede parecer que vamos a ir al Cielo si vivimos una vida recta y que iremos al infierno si vivimos una vida malvada, pero cuando pensamos espiritualmente, todo ocurre según las intenciones de Dios y no nuestros pensamientos carnales. En el Evangelio del agua y el Espíritu nuestra salvación se ha cumplido. Esto es lo que deben entender aquí. 
Entre los miembros de nuestra iglesia hay cierto hermano que tiene un corazón admirable. Cuando le predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu, escuchó con atención y estuvo de acuerdo con que la Palabra del Evangelio era correcta. Pero después dijo que era muy difícil para él aceptar el Evangelio. Así que le pregunté por qué y me dijo que no podía soportar la idea de ir al Cielo solo cuando tantas personas no pueden ser salvadas y están destinadas a ir al infierno a pesar de sus esfuerzos. Dijo que se sentía mal por esas personas y por eso no podía creer. Así que pasé mucho tiempo compartiendo la Palabra de Dios para corregir su conocimiento equivocado de la salvación. Aunque estaba enfermo, estaba preocupado por los demás. Por supuesto, después aceptó la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Pero aún así tenía un corazón blando. Cuando le veía, pensaba para mí mismo: “¡Cómo de difícil debe ser para él!” Aunque estaba sufriendo, pensaba en los demás que sufrían aún más y se sentía culpable porque su vida era demasiado cómoda. Tengo mucho respeto por la gente como él. Sinceramente estas personas son también vulnerables y se consideran justas. Así que este hermano debe dejar de lado sus pensamientos carnales, reconocer la justicia de Dios y dedicar su vida a esta justicia de Dios. 
Mis queridos hermanos, la salvación que está escondida en la justicia de Dios no se consigue a través de estas buenas obras de los hombres. La razón por la que he hablado acerca de la niebla bastante es porque estos pensamientos carnales que ciegan los ojos de su alma y les hacen caer en los pensamientos carnales son como una niebla. Un baño exterior huele mal en verano. Cuando salen fuera, al principio viene un mal olor. Pero, ¿qué pasa cuando se sientan ahí a hacer sus necesidades? No pueden percibir el mal olor más. En otras palabras, si se acostumbra al mal olor, ya no huele tan mal como al principio. 
De la misma manera, cuando uno ha caído prisionero de sus pensamientos carnales perpetuamente, se olvida del hecho de que van a ir directamente al infierno si no ha sido salvado de sus pecados. Por eso hay tantas personas que rechazan la justicia de Dios por mucho que se la prediquen, todo por sus pensamientos carnales. La Biblia dice: «La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella» (Juan 1, 5). Los que aman las tinieblas están contentos de vivir en la oscuridad todos los días. Y cuando ven a gente contenta viviendo en la luz de la Verdad, no les caen bien sin motivo alguno. Como dice el refrán, los pájaros de la misma pluma se juntan. En otras palabras, la gente se junta con personas similares. Los que creen en Jesús como su Salvador basándose en sus pensamientos carnales se juntan con los que comparten la misma fe. Los que creen que pueden ir al Cielo pase lo que pase no conocen la justicia de Dios y se juntan con el mismo tipo de personas, y los que creen que pueden ir al Cielo si creen en Jesús según sus propias doctrinas y haciendo muchas buenas obras están contentos de juntarse con los que comparten sus propias creencias. En otras palabras, los que están viviendo una vida religiosa sin importarles la justicia de Dios forman sus propios grupos. 
Mis queridos hermanos, de la misma manera en que los hombres que llevaron a un paralítico a Jesús tuvieron que quitar el tejado de la casa para llegar a Él, para encontrar la justicia de Jesús debemos dejar de lado nuestros pensamientos carnales y creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Solo entonces seremos salvados. Si una persona cae prisionera de sus propios pensamientos limitados, es imposible aceptar la justicia de Dios. Estas personas no prestan atención a la Palabra de Dios. Se niegan rotundamente a escuchar a cualquier persona. Estas personas insisten en sus propios pensamientos carnales hasta el final, aunque acaben en el infierno. Hay un dicho en Corea que les va muy bien a estas personas: “Cuando uno es ignorante, es valiente”. Pienso que están cometiendo este error porque no conocen la justicia de Dios. Pero una vez la conocen, pueden darse cuenta de que hay personas con mucho más conocimiento de la justicia de Dios que ellos y están dispuestas a enseñarles. Pero, a pesar de esto, piensan que sus propios pensamientos son los mejores. Piensan que son maestros excelentes de la verdad. Cuando me encuentro con estas personas de vez en cuando, intento aprender algo de ellas, pero cuando las escucho bien, me doy cuenta de que no hay nada que aprender. Aún así se creen que son importantes. 
Si quieren creer en la justicia de Dios, no deben intentar hacer que encaje en sus pensamientos carnales. Aunque es admirable que ayunen y oren diligentemente, primero deben admitir la justicia de Dios y recibir la remisión de los pecados. Esto se debe a que no son salvados solamente por haber hecho buenas obras. Vemos frecuentemente en el mundo que las buenas intenciones solamente no significan que el resultado sea bueno. Digamos que un maestro está completamente frustrado por un estudiante que causa problemas y que le hace correr cinco veces alrededor de la pista como castigo, pero algo pasa y el alumno muere de un paro cardíaco. ¿Estaría el maestro exento de castigo solo porque sus intenciones fueron buenas? No, sería castigado. 
De la misma manera, por muy sinceramente que queramos servir a Dios, si le servimos sin conocer Su justicia, esto estaría mal. Por supuesto, puede decirse que estas personas son mejores que las que cometen pecados sin que les importe, pero a los ojos de Dios no importa y al final los que no hacen lo que Dios quiere que hagan, es decir, los que no aceptan Su amor, no pueden complacer a Dios. En pocas palabras, estas personas no pueden escapar su juicio al final. 
Por el contrario, si alguien cree que Jesús cargó con todos sus pecados para siempre al ser bautizado, todos sus pecados serán eliminados aunque esta persona no tenga ningún valor. Por tanto, no podemos ser salvados si no nos damos cuenta de que Dios ha eliminado todos nuestros pecados con Su justicia; pero si creemos en esta verdad del Evangelio, solo entonces seremos salvados y no antes. Al creer en la justicia de Dios podemos recibir la remisión de los pecados e ir al Cielo. De hecho, aunque no hayamos hecho ninguna Buena obra, como nuestro Señor tomó personalmente todos nuestros pecados a través de Su bautismo, y como llevó todos estos pecados del mundo a la Cruz y fue condenado por ellos, podemos recibir la remisión de los pecados y entrar en el Cielo al creer en esta obra de salvación. Dicho de otra manera, a través de nuestra fe en la justicia de Dios podemos obtener la remisión de los pecados y abrir la puerta del Cielo también. Esta es la gracia de la salvación que Dios nos ha permitido recibir a través de la fe que nos dio. La gracia de Dios es lo que nos permite entrar en el Cielo libremente, solo al creer completamente en Su justicia. 
Por supuesto, muchos cristianos dicen que su salvación se consigue libremente. Sin embargo, sin conocer la justicia de Dios nadie puede ser salvado del pecado. Aunque todo lo que hemos hecho de nuestra parte es creer, el Señor ha completado nuestra salvación a través de Su obra justa. Para salvarnos a los seres humanos de todos nuestros pecados, nació en este mundo, cargó con nuestros pecados al ser bautizado y fue crucificado hasta derramar Su sangre y sufrir el dolor de la muerte. Así que, les pido a todos que recuerden claramente que nuestra salvación tuvo lugar porque hubo un Cordero del sacrificio preparado por Dios para nosotros y esta es la verdad. 
El problema es que pocos creen de verdad en la justicia de Dios que esta contenida en el Evangelio del agua y el Espíritu. Por eso muchos cristianos están sufriendo tanto en sus vidas de fe. ¿Cuáles son las consecuencias de su fe? Están bajo el juicio del pecado. Dios no simplemente deja pasar nuestros fallos como hacemos los pecadores a veces. Dios es justo y por tanto castiga a cada pecador según Su Ley justa. Como todo este mundo comete los mismos errores humanos, la gente puede tolerar los fallos de los demás, pero Dios no lo hace. 
Digamos que hay dos criminales que cometen el mismo pecado. Si el juez es un hombre, puede que le diga a un pecador: “Aunque has cometido un pecado, has intentado vivir una vida recta. Así que tendré compasión y te dejaré ir a casa”. Al otro criminal le puede decir: “No me gustas, así que irás a prisión”. Si Dios hiciese esto, es decir, si mandase a la gente al Cielo o al infierno arbitrariamente sin ninguna norma, ¿sería Su juicio justo y cierto? Entonces, ¿quién reconocería la justicia de Dios y se rendiría ante ella? Si esto fuese cierto, no podríamos decir que Dios es justo. 
Sin embargo, cuando Dios dice algo, lo cumple exactamente como lo dijo sin falta. Como la Biblia está llena de las promesas de la Palabra de Dios, así que Dios lo ha cumplido todo lo que dijo. Por tanto, si tenemos pecados, no podemos evitar ser juzgados por ellos. Aunque hayan sido cristianos y hayan ido a la iglesia durante 50 años, si tienen pecados irán al infierno. Lo mismo es cierto si han ido a la iglesia durante 100 años. La ley justa de Dios es igual para todos de manera justa e igualitaria. Todos nosotros hemos incumplido la Ley de Dios y por tanto debemos ser castigados según la Ley. 
Digamos que un policía de tráfico me para por saltarme alguna ley de tráfico. ¿Podría decirle al tráfico: “Mira, ¿soy un buen hombre? Me he encontrado con una persona perdida y he intentado ayudarla a encontrar su casa. ¿No puedes perdonarme esta vez?” Pero esto no tiene nada que ver con el hecho de que me he saltado una norma. Si alguien se salta una norma de tráfico, tiene que pagar la multa. ¿Importa que esa persona haya hecho buenas obras? No, no tiene ninguna relevancia. 
Cuando creemos en Jesús como nuestro Salvador, podemos hacerlo con un conocimiento claro de lo que es la justicia de Dios. Somos salvados del pecado solo cuando nuestra comprensión de la salvación está en concordancia con la Palabra de Dios, es decir, cuando nos damos cuenta de nuestros pecados y creemos en la justicia de Dios. Si han decidido creer en Jesucristo como su Salvador, primero deben conocer la justicia de Dios claramente y creer en Él. La justicia de Dios está contenida en el Evangelio del agua y el Espíritu. Cuando creen en la justicia de Dios, los días que quedan de vida serán gloriosos y justos. No sé cómo han vivido hasta ahora, pero de ahora en adelante, vivirán una vida justa y feliz. No es mi garantía, sino que Dios lo garantiza. Por eso creo que todos los que han venido aquí hoy han recibido mucho amor de Dios, porque han encontrado a Sus siervos y tienen el conocimiento del Dios de la justicia. 
Mis queridos hermanos, nuestros pensamientos carnales también parecen bellos, como la niebla también puede parecerlo. Es admirable que alguien intente vivir con virtud. Vivir una vida recta, hacer buenas obras y ayudar a los demás, todas estas son cosas admirables. Deben intentar vivir así. Por encima de todo, debemos tener el conocimiento correcto de la justicia de Jesús. 
La importancia de vivir una vida justa nos la han enseñado multitud de veces en la infancia. Pero, aunque todo el mundo lo sabe, pocos lo hacen. A todos nos han enseñado lecciones morales desde la infancia para aprender a hacer lo que es correcto, para vivir una vida ética. ¿Pecamos en nuestras vidas porque no lo sabemos? No, por supuesto que no. Pero lo que es aún más importante que estas lecciones de moralidad es conocer a Jesús, dándose cuenta de lo débiles que son los seres humanos y entendiendo y creyendo en el amor de Dios y Su justicia. Esto es porque nacimos como pecadores. Como he dicho antes, nuestros cuerpos humanos están hechos de polvo. El pecado sigue saliendo de nuestros corazones aunque no lo queramos. Estos pensamientos pecadores no suelen surgir mucho cuando estamos ocupados, pero ¿qué pasa cuando tenemos tiempo? Que todos los pensamientos carnales y lascivos empiezan a salir de nuestras mentes. 
Esto nos demuestra lo malvados que son los pensamientos carnales. Por tanto, no deben confiar en estos pensamientos durante sus vidas. Confiar en este mundo por su vida es mucho más estúpido que confiar en la justicia de Dios. Debemos vivir confiando en la Palabra de Dios en vez de confiar en nuestra carne y pensamientos. Nuestros pensamientos humanos de la carne son por naturaleza temporales y débiles. Por eso debemos creer en la Palabra de Dios en vez de confiar en nuestros pensamientos carnales. Digan lo que digan los demás, debemos confirmar nuestra salvación con la Palabra de Dios. Pero, a pesar de esto, en vez de creer en la Palabra de Dios pura, muchos cristianos confían en sus emociones carnales y creen en las palabras del hombre. No deben permitir que pase esto. 
Si consideran el sacrificio de Jesús en términos humanos, es natural que se sientan mal por Él y lloren por Él pensando: “¿Por qué derramó Jesús Su sangre en la Cruz? ¿Fue por mí? ¡Señor, por favor, perdóname!”. Pero en realidad, ¿quién debería sentirse mal por quién? Cuando los cristianos sufren y derraman lágrimas así, suelen pensar en una película triste que han visto y utilizan esto para intentar hacer salir lágrimas para hacer lo mismo que hace la gente de su lado. Algunas personas incluso fuerzan las lágrimas cuando oran. ¿Qué pensaría el Señor si viese a estas personas? La Biblia describe cómo Jesús fue obligado a llevar la Cruz caminando hasta Gólgota y muchas mujeres que le seguían lloraban desconsoladas. Pero Jesús les dijo a estas mujeres que no llorasen por Él, sino que debían llorar por sí mismas y sus hijos (Lucas 23, 28). Esto significa que si la gente no se da cuenta de por qué Jesús murió, sufrirá mucho más que Él e irá al lago eterno de fuego y azufre. 
Entonces, ¿por qué se debería sentir alguien mal por Jesús? Como Jesús nos amó tanto, entregó Su cuerpo en el río Jordán y en la Cruz. El que Jesús nos haya salvado de esta manera es algo de lo que estamos completamente agradecidos. Sin embargo, aunque Jesús entregó Su propio cuerpo para librarnos del pecado y para que vivamos libres, hay demasiados cristianos que simplemente ven la muerte de Jesús y Su sufrimiento, en vez de creer en el verdadero Evangelio del agua y el Espíritu. Creer de esta manera está mal, pero es creer en Jesús según los pensamientos carnales. 
Por muy bella que sea la niebla, no puede tapar la luz de la vida. Los pensamientos humanos no son más que niebla, mientras que la justicia de Dios es la Verdad. Por tanto, debemos creer en Jesús según la Palabra de Dios. Por eso estoy predicando acerca de Jesús continuamente esta semana y acerca de su naturaleza humana también. Mis queridos hermanos, es suficiente que crean en la justicia de Jesucristo. Si entienden la justicia de Jesucristo, pueden convertirse en filósofos, poetas o cualquier cosa que quieran ser. También pueden disfrutar bendiciones más que suficientes en este mundo. El Señor les dará todo en abundancia, pero solo si creen en Su salvación y en Su Palabra. ¿Hay algún padre que no ame a sus propios hijos? Nuestro Señor también nos amó tanto que entregó Su cuerpo, aunque sigamos cometiendo tantos pecados. 
Sin embargo, el problema es que los que creen en la justicia de Jesús y los que no creen en ella han vivido en sus pensamientos carnales como la niebla hasta ahora. Si conocen la justicia de Jesús y creen en ella, esta niebla de la carne desaparece, pero ¿qué pasa si se separan de Jesús? Los pensamientos de la carne empiezan a salir enseguida. Esto ocurre porque los seres humanos viven en la carne y por tanto, mientras vivamos en este mundo, esta niebla sigue surgiendo si nos separamos de Jesús y no hacemos Su obra espiritual aunque sea insignificante. Por tanto, ni siquiera por un momento debemos caer en las cosas de la carne, sino que debemos seguir yendo a la Iglesia de Dios, escuchar Su Palabra y servir la justicia de Jesús por fe. Solo entonces desaparecerá la niebla para darnos días felices. 
Dios no nos creó para que cometiésemos pecados, sufriésemos en nuestras vidas y acabásemos en el infierno. Dios no permite que suframos sin motivo. Dios nos hizo para darnos Sus tesoros del Cielo y nos permitió pasar por tribulaciones para poder recibir estos tesoros. Las perlas son creadas por moluscos. Las perlas son muy bellas y valiosas, pero no crecen por sí solas. Salen después de mucho dolor. Por eso, para que los seres humanos conozcan al Dios maravilloso y se conviertan en hijos Suyos, deben tener pasar por momentos duros. Pero deben darse cuenta de que estos momentos difíciles no son nada comparados con la gloria que nos espera. Por tanto, aunque estemos pasando por momentos difíciles en este mundo, debemos recordar que la gloria siempre nos acompañará y dar gracias a Dios. Les pido que crean que Dios nos hizo para que estuviésemos a Su lado y que es la fuente de todas las bendiciones. 
 
 

Hay un río de vida que sale del Edén

 
Todos los ríos salieron del Jardín del Edén. El agua fue creada en el Edén y los ríos empezaron a fluir en todas las direcciones desde allí. La Biblia menciona estos ríos por su nombre: el primero es el Pisón, el segundo el Gihón, el tercero el Tigris y el cuarto el Éufrates. 
Lo que este pasaje significa es lo siguiente: La razón por la que ahora podemos escuchar la Palabra de Dios, que es más valiosa que el oro puro, es gracias a nuestros predecesores de la fe que creyeron la Palabra de Dios tal y como es. En otras palabras, esta Palabra de Dios ha sido protegida por los que han adorado verdaderamente a Dios y han seguido Su justicia por fe de todo corazón. Como hay personas que mantuvieron su fe en vez de buscar sus propios deseos, riquezas y fama, el auténtico Evangelio sigue fluyendo sin cesar del Edén como el agua viva. Gracias a esto el Evangelio del agua y el Espíritu, la preciosa Palabra del Señor, ha fluido para alcanzar la Iglesia de Dios hoy. Su historia es muy larga. Este Evangelio que da vida y que empezó en los días de Adán es un río incesante cuyas aguas son transparentes y quien bebe esta agua recibe la vida eterna. Es una bendición tremenda para todo el mundo que esta agua viva llena de gozo siga fluyendo en este mundo ahora. Aunque soy un hombre con muchas debilidades personales, a pesar de estos fallos míos, les pido que crean en el Evangelio de la Palabra de Dios que les estoy predicando ahora. Quien crea en esta Palabra del Evangelio es la persona que cree en Dios correctamente. Algunas personas pueden preguntarse: “¿De verdad tengo que creer así? ¿Por qué no puedo creer en lo que quiera?” Mi sugerencia para estas personas es que se crean su propia religión. No debemos ser así de complacientes. 
Incluso ahora, esta Palabra de Dios bendita, el agua viva, sigue fluyendo en el mundo con el Evangelio del agua y el Espíritu. Quien beba esta agua viva puede obtener la vida eterna al conocer la justicia de Dios y creer en ella. Sin embargo, el problema es que hay demasiados cristianos que han rechazado esta Palabra del agua viva pensando: “¿De verdad tengo que creer de esta manera?”. Se debe a que estos creyentes del cristianismo han sido corrompidos y han cambiado a una religión que gratifica los deseos de la carne en vez de la sed del alma. Este tipo de fe no es la fe correcta. 
La Iglesia de Dios es un lugar donde los santos verdaderos se reúnen, los que creen en la Palabra de Dios y encuentran Su gracia. La gracia de Dios no se puede encontrar en ningún otro lugar. Dios ha hecho el Jardín del Edén en Su Iglesia, y nos ha dicho que lo defendamos. Por eso muchos de nuestros antecesores de la fe y siervos de Dios sufrieron tanta persecución, sufrimiento y dolor para defender esta verdadera fe. Como la fe en esta Palabra de Dios tan valiosa es más importante que cualquier otra cosa en el mundo, no podemos abandonarla, e incluso ahora, estamos dando testimonio de esta fe y predicándola por todo el mundo. Debemos creer en esta valiosa Palabra y defenderla por fe. 
Con el Evangelio del agua y el Espíritu, nuestro Señor ha eliminado no solo todos nuestros pecados, sino también los pecados de toda la raza humana para siempre. No dividió nuestros pecados en dos y solo borró la mitad, es decir los pecados del pasado. No, ha borrado todos y cada uno de los pecados para siempre. Después de todo, ¿para qué sirve dividir nuestros pecados en dos grupos? Si alguien les ofrece algo y les dice: “Esto vale $100, pero solo tienes que pagarme $50”, ¿es eso un regalo? Un regalo es algo que se ha dado gratuitamente; si se necesita un pago, ya no es un regalo, sino una venta. La gracia de Dios se nos ha dado gratuitamente por completo, de lo contrario no habría sido un regalo. Les pido que se den cuenta de que la gracia del Señor es el don de la justicia de Dios y que esta es el agua viva que fluye del Jardín del Edén. 
 
 

La justicia que Dios nos ha dado

 
La justicia de Dios en la que creemos ha borrado todos nuestros pecados para siempre. ¿Es Dios incapaz de eliminar todos nuestros pecados para siempre? No, por supuesto que no. Dios sabe muy bien que no podemos evitar cometer pecados durante toda nuestra vida por mucho que intentemos no pecar. Por eso el Señor nos ha dado el don de la salvación para pagar nuestras cuentas del pecado para siempre. Pero, a pesar de esto, muchos cristianos han caído en sus propios pensamientos carnales que son como una niebla, y aunque se están ahogando en estos pensamientos, dicen estar haciendo la obra de Dios. 
Si hay una cosa que deben aprender hoy es esta. Dios puso el árbol de la vida y el del conocimiento del bien y del mal en este mundo. Al hacer esto permitió que la humanidad viviese con su libre albedrío y que creyese en Su justicia con este libre albedrío. En otras palabras, Dios ha abierto el camino para que los seres humanos reciban la remisión de los pecados y la vida eterna al creer en la justicia de Jesucristo, Su Hijo. Pero, por desgracia, a pesar de esto, hay muchas personas que no toman este camino al Cielo porque creen en Jesús según sus pensamientos carnales como la niebla y no hay nada más trágico que esto. La verdadera salvación solo se alcanza cuando se niegan los pensamientos carnales y se cree que la salvación de la remisión de los pecados solo se recibe de Dios al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Dios puso dos tipos de justicia en este mundo: uno es la justicia de Dios que solo se puede alcanzar por fe; y el otro es la justicia del hombre que no es aprobada por Dios ni se puede utilizar para ser salvado. Al darle libre albedrío a la humanidad, Dios quiso ver si de verdad le íbamos a temer y obedecer Su Palabra. Cuando los que temen a Dios escuchan Su Palabra, la obedecen y creen en ella inmediatamente; por el contrario, los que no aman a Dios también se inventan excusas para no creer en Su Palabra. Mis queridos hermanos, cuando Dios plantó el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal en este mundo, quiso que le escogiésemos con nuestro libre albedrío para tener una relación personal con Él. Dios nos enseñó que la gente intenta alcanzar la salvación en vano a través de sus pensamientos que son como una niebla. Intentar alcanzar la salvación a través de las buenas obras o acciones justas no es más que un intento en vano que viene de ignorar a Dios.
¿Quién es el Diablo? Lucifer en su nombre original, Satanás, era un arcángel. No tenía a nadie por encima de él excepto a Dios. Pero Satanás no estaba satisfecho con este estatus elevado y por eso se levantó contra Dios para ser como Él, pero al final fue rebajado hasta la tierra. Refiriéndose a esta rebelión de Satanás, la Palabra de Dios dice lo siguiente en la Biblia: 
«¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, 
hijo de la mañana! 
Cortado fuiste por tierra, 
tú que debilitabas a las naciones. Tú que decías en tu corazón: 
Subiré al cielo; en lo alto, 
junto a las estrellas de Dios,
levantaré mi trono, 
y en el monte del testimonio me sentaré, 
a los lados del norte; sobre las alturas de las nubes subiré, 
y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo» (Isaías 14, 12-15). 
Mis queridos hermanos, el sueño del Diablo es ser como Dios. Por eso se levantó contra Dios, pero fue arrojado del Cielo al final. Desde entonces, el Diablo solo ha querido obstruir la obra de Dios y por eso Satanás se acerca a los orgullosos, a los que están llenos de sus pensamientos como una niebla, y les enseña que no necesitan a Jesucristo y que aún pueden encontrar el camino al Cielo a través de las religiones del mundo, una vida contemplativa, buenas obras u otros frutos de la carne. La gente se cree esos susurros del Diablo. Como estas palabras de Satanás suenan tan dulces los seres humanos comen su fruto malvado y acaban cometiendo pecados, de la misma manera en que Adán y Eva comieron del árbol del conocimiento del bien y del mal y ella fue engañada por el plan del Diablo. Incluso ahora hay muchas personas que están bajo el juicio por haber comido este fruto del pecado. La obra del Diablo es muy engañosa. Sus palabras son tan verosímiles. Este Diablo les enseña que pueden recibir la remisión de los pecados si se arrepienten de sus pecados y le ruegan a Dios que les perdone todos los días, orando y lamentando: “Señor, he cometido un pecado hoy, pero mañana seré mejor”. Todo es fácil de creer, ¿no es así?
Sin embargo, mis queridos creyentes, sus pecados no desaparecen por mucho que ofrezcan oraciones de penitencia. Pueden darse cuenta rápidamente de que ningún pecado se elimina de esta manera si miran dentro de su corazón. Si todavía piensan que sus pecados se borran de esta manera, deben estar seguros de que eso son solo sus sentimientos que salen de la carne que es como una niebla. Así no es como se eliminan los pecados. No se eliminan al pedir perdón con lágrimas. Para que los pecados desaparezcan hay que pagar un precio sin falta. El pecado requiere el juicio y la muerte como castigo adecuado. Podemos ser condenados a morir u otra persona puede morir en nuestro lugar. Y solo con esta muerte sustitutoria podemos ser redimidos de nuestros pecados por fe. Por eso el pueblo de Israel en el Antiguo Testamento recibió la remisión de los pecados al pasarle los pecados a un animal del sacrificio y matar a este animal. Este sacrificio se hacía al pasar los pecados de los israelitas al animal del sacrificio y matarlo en su lugar. 
¿Qué es la imposición de manos? La imposición de manos significa pasar los pecados. Para ponerlo en el contexto del sistema de sacrificios de los israelitas, ellos eran redimidos al orar mientras ponían las manos sobre la cabeza de un animal que iba a ser sacrificado, matarlo, poner parte de la sangre en los cuernos del altar de los holocaustos y el resto en el suelo. De esta manera, los israelitas eran redimidos de sus pecados que estaban escritos en las tablas de sus corazones ante Dios. Solo mediante la imposición de manos podían pasar los pecados del animal sacrificado para borrarlos; si el cordero era sacrificado sin la imposición de manos, era una muerte en vano. 
Y este cordero del sacrificio tenía que ser un animal puro. No valía para nada matar a un cordero enfermo o cojo, ya que Dios no aceptaba estas ofrendas. Por tanto, los israelitas tenían que poner las manos sobre un cordero puro y matarlo, solo entonces podía cargar con sus pecados para pagar por ellos. Este era el sacrificio de la redención en el que un cordero moría en lugar de un pecador. 
Sin embargo, la mayoría de los cristianos de hoy en día creen con fervor en la Cruz de la sangre solamente, ya que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu. Así que oran ante la Cruz: “Señor, gracias por morir en mi lugar por mis pecados”. Pero en sus corazones todavía permanecen intactos. ¿Por qué? Porque en vez de tener una relación personal con Jesús, no tienen nada que ver con Él. Sus pecados siguen intactos porque no saben que Jesús cargó con sus pecados para siempre cuando fue bautizado en el Río Jordán, es decir, porque no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. 
No debemos creer en Jesús como nuestro Salvador según nuestros pensamientos carnales, sino que debemos entender correctamente que, cuando Jesucristo, el Hijo de Dios, vino a este mundo, tomó todos nuestros pecados al ser bautizado y murió al derramar Su sangre en la Cruz. En el Río Jordán Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Sin el bautismo que Jesús recibió de Juan el Bautista en este Río Jordán, nadie podría pasar sus pecados a Jesús. Debemos entender el significado del hecho de que Jesús vino como el Cordero de Dios que fue bautizado por Juan el Bautista, y que murió en nuestro lugar en la Cruz y debemos creer en todo esto. De lo contrario, aunque creamos en Jesús, nuestra fe será en vano. Sin la imposición de manos que pasó los pecados al cordero del sacrificio, su muerte sería en vano. De la misma manera, la muerte de Jesús también sería en vano si no fuese por Su bautismo. Es precisamente por esto que Jesús cargó con nuestros pecados a través de Su bautismo y se convirtió en nuestro Salvador. 
Si piensan en sus pensamientos carnales que tienen pecados aunque Jesús fuese bautizado y crucificado hasta morir, están quedando en ridículo. Cuando esto ocurre, dicen: “Señor, no has borrado mis pecados. No tienen suficiente poder. Vuelve a este mundo y muere por mis pecados de nuevo”. Estas personas deben escuchar el Evangelio del agua y el Espíritu con atención de nuevo y creer en él antes de provocar la ira de Dios y acabar siendo arrojados al infierno. La verdadera salvación puede alcanzarse solo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu; no hay otra manera. 
Si le pedimos a nuestro Señor que perdone nuestros pecados diarios, ¿no se sentiría traicionado por nosotros? Aunque el Señor ha borrado todos nuestros pecados con Su bautismo y sangre ya hace 2000 años, si seguimos sin poder creer en esto y dudamos de Su justicia, ¿cómo de defraudado creen que estará nuestro Señor? Pedirle a Dios que perdone nuestros pecados perpetuamente es una prueba clara de que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu. 
Les pido que nunca le pidan a Dios que perdone sus pecados así. Cuando cometan pecados mañana, dirán: “Señor, gracias por tomar este pecado también a través del bautismo que has recibido de Juan el Bautista. Si no hubieras hecho esto, no tendría otro remedio que ir al infierno. Pero como me amaste tanto a pesar de ser un pecador, borraste este pecado también a través de Tu bautismo y sangre. Así que te doy gracias. Estoy muy agradecido”. Todo lo que tenemos que hacer es ofrecer oraciones de agradecimiento al Dios de la justicia. De esta manera, les pido a todos que den gracias a Dios por redimir todos sus pecados y vivir por fe.