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Tema 10: El Apocalipsis

[Capítulo 22-1] Cielo y Tierras Nuevos, Donde el Agua de Vida Fluye (Apocalipsis 22:1-21)

Cielo y Tierras Nuevos, Donde el Agua de Vida Fluye(Apocalipsis 22:1-21)
«Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto. ¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro. Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. Y me dijo: No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira. Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana. Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén».
 


Exégesis

 
Versículo 1: Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.
Aquí dice que a Juan se le mostró «un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal». La palabra agua es usada en este mundo como sinónimo de vida. Aquí el versículo nos dice que esta agua de vida fluye en el Cielo y la tierra Nuevos en donde los santos vivirán por siempre. Fluyendo del trono del Cordero, el río del agua de vida rocía el Reino del Cielo y renueva todas las cosas. En la frase, «del trono de Dios y del Cordero» “el Cordero” se refiere a Jesucristo, quién ha salvado a la humanidad con el evangelio del agua y el Espíritu sobre esta tierra.
En el Cielo y la Tierra Nuevos que Dios ha dado a Sus santos, el agua de vida fluye. Ya que jardín está claro y limpio como una hermosa pintura de acuarela, solo puede ser descrito como fantástico. El agua de vida que Dios nos ha dado no es un río ordinario, sino que es el agua que da vida a todas las cosas vivas ahí. Como tal, la vida florece en todo lo que entra en contacto con este río de vida. Los santos que vivirán a las orillas de esta agua de vida beberán esta agua, disfrutarán la vida eterna y vivirán por siempre así.
El río del agua viva fluye del trono de Dios y del Cordero. Los santos no pueden evitar el alabar la gracia de Dios y del Cordero en el Nuevo Reino del Cielo, ya que Dios ha concedido sobre ellos Su gracia de vida. Yo estoy agradecido porque toda esta gracia de esta nueva vida fluye del trono del Señor.
 
Versículo 2: En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
El desfile de las maravillosas bendiciones del Señor sobre Sus santos en el Cielo continúa, ya que la Palabra nos dice aquí que el Señor nos dará el árbol de vida en ambos lados del río y nos permitirá comer de sus frutos. El árbol de vida, que da doce clases de frutos, da sus frutos nuevos cada mes, trayendo la fuerza de la vida nueva. También se dice que sus hojas son para sanidad de las naciones.
Debido a que la gracia que el Señor ha otorgado sobre Sus santos es tan grande e inmensa, todo lo que podemos hacer es tan solo alabarle a Él y a Dios Padre. Ahora, todo lo que los santos deben hacer es no tratar de hacer algo valioso para el Señor por si mismos, sino solo alabar al Señor con sus corazones agradecidos por darles la nueva vida, y el Cielo y la Tierra Nuevos. Yo alabo al Señor por hacer que los corazones de los santos solo griten, “¡Gracias Señor! ¡Aleluya!”
 
Versículo 3: Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán.
A los santos que viven en el Reino del Cielo, Dios les ha dado la bendición de eliminar la maldición para siempre. El que el trono de Dios y del Cordero esté entre los santos nos muestra que los santos que viven en el Reino del Cielo ponen al Cordero en el centro de sus corazones. Por lo tanto, los corazones de los santos están siempre sobreabundando con belleza y verdad, y sus vidas son llenas con gozo.
De la frase, “y sus siervos le servirán,” vemos que los santos que viven en el Reino del Cielo están vestidos en la gloria del Señor muy cerca de Él. El Reino del Cielo, en donde nuestro Señor vive, es el Reino más hermoso y espléndido.
Como tal, Sus siervos que le sirven muy cerca del Señor pueden disfrutar toda Su Gloria íntimamente. Esto nos dice que también en el Reino del Cielo, existirán siervos del Señor. La palabra siervo es una palabra que simboliza humildad, pero los siervos que pueden servir a nuestro glorioso Señor cercanos a Él, son además los más bendecidos en el Reino del Cielo, ya que están vestidos en tal esplendor indescriptible y grandioso. Aquellos que se han convertido en siervos del Señor en el Reino del Cielo sobre esta tierra también son aquellos que serán vestidos con toda la gloria del Cielo, serán los mas contentos de todos.
 
Versículo 4: Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.
¿A quién pertenecen todos los santos y servos del Señor? Pertenecen al Señor. Ellos son el pueblo del Señor y los hijos de Dios. Por lo tanto, aquellos que sirven al Señor en el Reino del Cielo tienen el nombre del Señor escrito en sus frentes. El Señor los protege y los bendice siempre, porque han llegado a ser Suyos. El que los santos hayan llegado a ser Suyos significa que han llegado ser vestidos con uno de los esplendores más felices y gloriosos. Aquellos que se avergüenzan de ser Suyos y de ser siervos del Señor son aquellos que ignoran Su esplendor, y nunca podrán convertirse en ciudadanos del Cielo.
Sobre las frentes de los santos que viven en el Cielo, el nombre del Señor está escrito. Esta es la bendición otorgada por el Señor. A partir de ahora, los santos han llegado ser Suyos. Como tal, ni siquiera Satanás puede dañar a los santos que han llegado a ser del Señor. Los santos y el Señor vivirán por siempre en todo el esplendor del Cielo. El que los santos verán cada día el rostro glorioso del Señor significa que vivirán en Su amor y con tremendas bendiciones por siempre.
Existe algo más que los santos necesitan saber: También con ellos como su familia estará juntamente el Señor Jesús, Dios padre y el Espíritu Santo. No debemos olvidar que en el Reino del Cielo, Dios Padre, Su Hijo Jesús, el Espíritu Santo, los santos, los ángeles y todas las cosas estarán juntos como una familia en perfecta paz. Yo alabo al Señor por hacernos Suyos.
 
Versículo 5: No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos. 
Como la Biblia nos dice aquí, los santos reinarán en el Cielo y la Tierra Nuevos con el Señor. Aquellos que se han convertido en Sus santos creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu han recibido la salvación que les permitirá reinar en el Cielo con el Señor y vivir en Su riqueza, esplendor y autoridad por siempre. Estamos sorprendidos una vez más por este evangelio, ¡ya que tenemos un evangelio de tremendo poder y de tremenda bendición! 
Yo alabo a nuestros Dios Trinitario por estas bendiciones y Gloria. Los santos que creen en este evangelio del agua y el Espíritu mientras están en esta tierra reinarán en el Reino del Cielo. ¡Cuán maravillosa es esta bendición! No podemos evitar alabar al Señor. Solo es lo correcto y lo apropiado que ellos, así, alaben a Dios.
En el Cielo y la Tierra Nuevos en donde los santos están viviendo, no hay necesidad de lámparas, bulbos eléctricos o del sol. ¿Por qué? Porque Dios mismo se ha convertido en la luz del Cielo y Tierra Nuevos, y ahí no habrá noche. Dios ha permitido a los santos reinar ahí por siempre como Sus hijos. Esta bendición nos recuerda una vez más cuan grande es la gracia que los santos han recibido del Señor.
Nosotros los santos debemos darnos cuenta de lo enorme que son las bendiciones del Cielo que se nos han dado después de nuestra salvación. La gracia que nuestro Señor ha otorgado sobre Sus santos es grande y más elevada que el cielo. Los santos no deben dejar pasar esta enorme bendición que el Señor les ha dado. Los santos solo pueden agradecer y alabar eternamente al Señor por Su grandeza, gloria y por la bendición que Él les ha otorgado a ellos, y vivir en riqueza y esplendor por siempre. ¡Amén! ¡Aleluya! ¡Yo alabo a Dios!
 
Versículo 6: Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
«Estas palabras son fieles y verdaderas». Ciertamente el Señor cumplirá todas Sus promesas, que Él ha revelado a los santos a través del Apocalipsis. Es por eso que nuestro Señor les ha dicho todo de antemano a todos Sus santos hablando por el Espíritu Santo a través de los siervos de Dios. ¿Cuál es la Palabra de mayor bendición en el Libro del Apocalipsis? Existen muchas Palabras de bendición en Apocalipsis, pero la Palabra de mayor bendición es que Dios permitirá que los santos reinen con el Señor en el Cielo y la Tierra Nuevos, y que vivirán en autoridad y gloria.
Debido a que Dios ciertamente realizará esta obra muy pronto, los santos nunca pueden permitir que su fe se caiga o sea atrapada en la desesperación. Los santos deben vencer todas las pruebas y las tribulaciones con su fe y con esperanza. Nuestro Señor no fallará en cumplir, se harán realidad todas Sus profecías y promesas hechas a los santos y a la Iglesia de Dios. Nuestro Señor envió a Sus siervos a esta tierra y los hizo hablar las Palabras proféticas, para que Él le pudiera decirle a Sus santos y a la Iglesia acerca de todas estas bendiciones.
 
Versículo 7: “¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.”
Debido a que las Palabras de la profecía de este Libro del Apocalipsis nos hablan del martirio futuro de los santos, nos revela que llegará el tiempo en que los santos serán perseguidos por el Anticristo y tendrán que defender su fe hasta la muerte. Debido a que es la voluntad de Dios, los santos deben abrazar su martirio. Entonces participarán en su resurrección y rapto, reinaran en el Reino de Cristo durante mil años que están por venir, y posteriormente vivir en el Cielo y la Tierra Nuevos por siempre. Como tal, los santos deben confiar en toda la Palabra de Dios que nuestro Señor les ha dado a ellos y deben guardar su fe. Los de mayor bendición de los tiempos finales son aquellos que creen en la Palabra de nuestro Señor y que viven por fe.
Dios ha dicho a Sus santos que Él vendrá pronto. El Señor vendrá a nosotros sin más retrasos. Para cumplir todas las bendiciones de Dios que fluyen de la Palabra del agua y el Espíritu, la palabra que trae a los santos su salvación del pecado, nuestro Señor vendrá a esta tierra pronto.
Después de ser salvos, los santos deben de tomarse de la Palabra de las bendiciones del Señor prometidas a ellos, y deben guardar su fe. Si sus corazones alguna vez pierden su fe en la Palabra del Señor, lo estarían perdiendo todo, y es por eso que deben defender su fe en la Palabra de Dios. En otras palabras, Dios les dice a los santos que guarden su fe en el Señor.
 
Versículo 8: Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 
Son los profetas y los santos que esparcen la Palabra de Dios de profecía. Por lo tanto, debemos alabar a Dios quién obra como Él les ha hablado a ellos, y debemos únicamente alabarlo a Él. En ocasiones alguna gente trata de elevarse a si mismos tan alto como Dios y quieren ser tratados como tal. Ellos hacen esto ya sea porque son fraudes o profetas falsos. Solo Dios es digno de recibir toda la alabanza, adoración, gloria y servicio.
 
Versículo 9: Pero él me dijo: “Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.”
¿Qué debemos hacer para ser verdaderos profetas de Dios? Primero debemos creer en el misterio del evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor. Entonces, nos convertiremos en el pueblo de Dios, en santos, en hermanos y hermanas los unos de los otros. Solo después de esto puede Dios encargarles Sus obras. Aquellos que se han convertido en los siervos del Señor también deben creer en Su Palabra y guardarla con su fe. Estos son los que dan toda la gloria a Dios en lugar de guardarla para si mismos. Nuestro Señor es digno de recibir toda la adoración y la gloria de todos en este mundo. ¡Aleluya!
 
Versículo 10: Y me dijo: “No selles las palabras de la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca.”
La Palabra escrita de la promesa escrita en Apocalipsis no debe esconderse. Ya que pronto se cumplirá, debe ser testificada a todos. ¡Amén! Creamos todos en la Palabra de profecía del Libro del Apocalipsis y prediquémosla.
 
Versículo 11: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía.”
Cuando se acerque el día del regreso del Señor, Él dejará que aquellos que van tras el pecado que continúen tras el pecado, aquellos que son santos que continúen siendo santos y aquellos que son sucios que continúen siendo sucios. Cuando el tiempo final llegue, aquellos cuyos corazones han llegado a estar sin pecado creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu continuaran sirviendo al evangelio sobre esta tierra, y aquellos que han guardado su santidad dada por el Señor y que hayan vivido sus vidas con fe continuaran viviendo así. Nuestro Señor nos aconseja guardar la fe que tenemos ahora.
 
Versículo 12: “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.” 
En otras palabras, nuestro Señor vendrá pronto y dará el Paraíso sobre la tierra y el Cielo y la Tierra Nuevos a los santos que han servido y laborado para expandir el evangelio del agua y el Espíritu, esto para recompensarlos por sus sacrificios. Cuando los santos creen en la Palabra de profecía en el Apocalipsis, serán capaces de defender su fe hasta el último momento, ya que habrán puesto su esperanza en el Señor. Debemos darnos cuenta y creer que el Señor recompensará la labor de los santos con mucho mayores bendiciones, ya que nuestro Señor es glorioso y misericordioso.
 
Versículo 13: “Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último.”
Nuestro Señor es el principio y el fin de todo. Él es nuestro Salvador y Dios Mismo, quién nos traerá la culminación de la salvación que solo Él puede darnos. Toda la historia en todo el universo, la historia de ambos Cielo y tierra, comenzó con el Señor y terminará por Él.
 
Versículo 14: Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad.
Debido a que lo que el Señor nos ha hablado es toda vida, los santos creen en Su Palabra, la predican y la defienden. Ellos hacen eso debido a que la Palabra que nuestro Señor ha hablado a Sus santos y a todas las cosas en el universo son todas verdad. Es por eso que los santos y los siervos de Dios guardan la Palabra del Señor en sus mentes. Ellos defienden su fe creyendo en la Palabra de Dios aún con mayor fuerza, para tener derecho de comer los frutos del árbol de la vida plantado en el Cielo y al Tierra Nuevos.
Los santos que han llegado a estar sin mancha creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor tratan de defender su fe, ya que ellos tienen el derecho de comer los frutos de este árbol de vida en el Cielo.
 
Versículo 15: Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira.
Aquellos que están mencionados en el pasaje anterior son los que no creen en el evangelio del agua y el Espíritu, y por lo tanto no han nacido de nuevo aun en el fin de los tiempos. El Anticristo y sus seguidores, desviando a la gente con sus señales y milagros, los han engañado una y otra vez proclamando falsamente que el Anticristo es el Salvador. Ellos guiaron a la gente a su propia destrucción haciendo que ellos adoraran la imagen del Anticristo. Nuestro Señor mantiene a esa gente fuera de las puertas de la Santa Ciudad, para que nunca puedan entrar al Cielo y a la Tierra Nuevos. La Ciudad del Señor está abierta solo para los santos que han defendido su fe que cree en el evangelio del agua y el Espíritu.
 
Versículo 16: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.”
Por amor a la Iglesia de dios y a los santos, nuestro Señor nos ha enviado a los siervos de Dios, y Él ha hecho que den testimonio de los cosas que sucederán. El que los hizo dar testimonio de estas cosas es Jesucristo, Dios Mismo que ha llegado a ser el Salvador de los santos.
 
Versículo 17: Y el Espíritu y la Esposa dicen: “Ven.” Y el que oye, diga: “Ven.” Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. 
Para todos los que sobre esta tierra tienen hambre y sed de la justicia de Dios, nuestro Señor los ha invitado a la Palabra del agua de vida. Cualquiera que tenga hambre y sed de la justicia de Dios se les ha dado la bendición de venir al Señor, creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu dado por Él, así pueden beber del agua de vida. Es por eso que nuestro Señor le dice a todos que vengan a Jesucristo. Cualquiera puede recibir la verdad del evangelio del agua y el Espíritu gratuitamente. Pero el agua de vida está excluida a aquellos que no tienen este deseo. Si tú la deseas, también, puedes beber del agua de vida dada por el Señor creyendo en el evangelio del agua y el Espíritu.
 
Versículo 18: Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro.
La escritura es la Palabra de Dios. Como tal, cuando creemos en esta Palabra, no le podemos quitar ni añadir a ella. Este versículo nos dice que debido a que la Palabra de la Escritura es la Palabra de Dios, nadie puede creer en ella quitándole o agregándole a la palabra de verdad escrita, ni dejando de lado la verdad escrita. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos, cada Palabra escrita por Dios es importante, ninguna puede ser dejada fuera como no importante.
Sin embargo la gente aún continua ignorando el evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor. Es por eso que aún están por ser liberados de sus pecados, el porqué aún permanecen como pecadores, y el porqué están caminando hacia su propia destrucción –aún mientras afirman que creen en Jesús como su Salvador. Para liberar a los pecadores de sus pecados, nuestro Señor les ha dado Su agua y sangre (1 Juan 5:4-5, Juan 3:3-7). Sin embargo mucha gente le da importancia solo a la sangre de Jesús sobre la cruz, como tal, aún no están liberados de sus pecados, y de esta manera encararan las plagas escritas en el Libro del Apocalipsis.
Aquellos que afirman creer en Jesús y sin embargo continúan ignorando la verdad de que Cristo se encargó de todos los pecados del mundo con Su bautismo de Juan, encararán el temible castigo del infierno. ¿Por qué? Porque no creen en el evangelio del agua y el Espíritu que el Señor les ha dado, y por lo tanto todavía no han nacido de nuevo. Cualquiera que ignora el evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor entrará en el lago de fuego ardiente por siempre y encarará sufrimiento eterno–el día de arrepentimiento seguramente vendrá a tal gente.
 
Versículo 19: Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro. 
¿Existe alguien entre nosotros cuya fe Cristiana deje fuera la Palabra de verdad, que Jesús tomó todos los pecados de la humanidad sobre Sí Mismo recibiendo el bautismo de Juan, y que de inmediato Él limpió todos los pecados siendo crucificado? Si es así, tal gente seguramente perderá todos sus derechos de entra a la Santa Ciudad de Dios, ya que ellos no creen en el bautismo que nuestro Señor recibió de Juan para tomar los pecados de la humanidad sobre Sí Mismo todo de una vez. Finalmente, están cometiendo el pecado de ignorar el evangelio del agua y el Espíritu dado por el Señor.
Como tal, los Cristianos deben llevar a sus corazones la verdad de que Jesús tomó los pecados de la humanidad con Su bautismo recibido de Juan. A menos que hagan eso, todos ellos serán excluidos de la gloria de entrar en la Santa Ciudad dada por el Señor. Si, tú, crees que Jesús es tu Salvador, entonces debes ser limpiado de todos tus pecados creyendo de todo corazón que Jesús vino a esta tierra, fue bautizado por Juan en el Río Jordán para salvar totalmente a toda la humanidad de los pecados del mundo, y que por lo tanto, Él limpió todos los pecados cometidos por la humanidad tomándolos sobre Sí Mismo. La fuente donde usted puede ser limpiado de toda su suciedad es en el bautismo que nuestro Señor recibid. Así, habiendo tomado sobre Sí Mismo nuestros pecados del mundo, nuestro Señor derramó Su sangre y murió sobre la Cruz para dar el pago de todos nuestros pecados con Su propia muerte.
El bautismo que Jesús recibió de Juan es la evidencia confirmada de nuestra salvación del pecado. 1 Pedro 3:21 nos dice: «El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo». Debemos darnos cuenta que Jesús cargó los pecados del mundo a la Cruz y derramó Su sangre para dar el pago de los pecados de la humanidad con Su propia muerte, todo por nosotros.
Es por eso que Dios está dando una vez más Su Palabra de advertencia a toda la humanidad en el versículo 19. Debemos creer en el evangelio del agua y el Espíritu como es, sin ponerle o quitarle nada.
 
Versículo 20: El que da testimonio de estas cosas dice: “Ciertamente vengo en breve.” Amén; sí, ven, Señor Jesús.
Nuestro Señor pronto vendrá de nuevo a este mundo. Y los santos, que han recibido la remisión de sus pecados creyendo en el Señor y que están vestidos en la gloria del Cielo, ansiosamente esperan la segunda venida del Señor. Debido a que aquellos que creen en el evangelio del agua y el Espíritu están todos preparados para recibir la venida del Señor aún ahora, están esperando que el Señor regrese y los vista en Sus bendiciones prometidas a los santos. Como tal, los santos tiene la esperanza ardiente de la segunda venida del Señor, en fe y en gratitud.
 
Versículo 21: La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.
El Apóstol Juan concluye el Libro del Apocalipsis con una oración benigna por la gracia de nuestro Señor Jesucristo para estar con aquellos desean entrar en la Santa Ciudad dada por Dios. Vamos, también, a convertirnos en los santos que entran en la Santa Ciudad dada por Jesucristo a través de la sin falla.
 
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