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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 14-1] Prediquen el Evangelio del agua y el Espíritu a los que no puedan pagarles (Lucas 14, 12-24)

Prediquen el Evangelio del agua y el Espíritu a los que no puedan pagarles(Lucas 14, 12-24)
«Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos. Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena».
 
 

Jesús nos dijo que invitásemos a comer a los que no pueden pagarnos

 
«Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos» (Lucas 14, 12-14). «Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos» (Lucas 14, 16-21).
Podemos aplicar este pasaje a los aspectos espirituales y físicos de nuestras vidas. Mientras vivimos en este mundo, debemos evitar invitar a los ricos a una comida. Los ricos pueden pagarnos, y cuando lo hacen, nuestra hospitalidad es en vano. Así que cuando nos gastamos nuestro dinero para dar de comer a alguien debemos buscar a alguien que no pueda pagarnos. ¿Cómo vamos a gastarnos el dinero en personas que no pueden pagarnos? Podemos hacerlo cuando nos gastamos el dinero por el Evangelio. Por ejemplo, nos hemos gastado mucho dinero predicando el Evangelio, ¿pero acaso nos ha pagado alguien o dado las gracias? No.
Pero si invitamos a los ricos y les damos hospitalidad material, sentirán la necesidad de pagarlos de alguna manera. Pero cuando se trata de servir al Evangelio y predicarlo a las almas, la gente no nos paga aunque nos hayamos gastado mucho dinero en esta misión. Por eso visitamos lugares como residencias para ancianos y les invitamos a comer. Es mejor ir a estos sitios como residencias, o lugares donde hay personas que pasan hambre, y mostrarles nuestra hospitalidad predicando el Evangelio sin esperar nada a cambio. No vale la pena predicar el Evangelio en un lugar o un momento en el que se nos pague por ello. Cuando hacemos buenas obras no debemos esperar que se nos pague. El Señor dijo: «Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa» (Mateo 6, 2). En el último día, cuando los justos resuciten, el Señor nos recompensará. En el futuro, en nuestra resurrección y la llegada el Reino Milenario, el Señor nos recompensará. Por tanto, no debemos esperar una buena recompensa en este mundo. Esto es lo que nos dice el Señor en el pasaje de las Escrituras de hoy.
Hoy, a través de esta parábola de la cena, el Señor nos está hablando del banquete del Cielo. Los versículos 16 y 17 dicen: «Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado». Este cierto hombre se refiere al Señor y la gran cena se refiere al banquete del Cielo que está preparado con comida espiritual, es decir el Evangelio. El que todas las cosas estén preparadas significa que nuestro Señor ha borrado todos nuestros pecados. En otras palabras, este pasaje significa que el Señor ha borrado nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu. De hecho, nuestro Señor ha erradicado todos nuestros pecados para siempre con este Evangelio perfecto.
Algunas personas de este mundo se describen como pecadoras salvadas, pero este tipo de personas no existe. En el Reino de Dios solo hay personas justas que han sido salvadas y no pecadoras. ¿Hay pecados en este mundo, queridos hermanos? No, no hay pecados en este mundo. Quien crea en el Evangelio del agua y el Espíritu está sin pecados. Esto significa que la bendición de la remisión de los pecados está preparada. A través de Sus siervos, Dios está invitando a todo el mundo a un gran banquete, que es el gran banquete de la Iglesia, el banquete del Evangelio verdadero. Todo lo que hay que hacer es participar en el banquete y comer este pan de vida, el pan de vida bendito de la salvación y la gracia, al creer que el Señor ha redimido todos nuestros pecados. Para recibir la remisión de los pecados no hace falta ningún esfuerzo. Lo que es necesario es la fe en el Señor, porque la remisión de los pecados no se recibe con los esfuerzo sino con la fe. Por eso Dios envió a Sus siervos para decirles a los invitados que todo está preparado.
Hoy he ido a una librería cristiana para comprar una Biblia y mientras estaba allí he visto a una persona predicando el Evangelio al dueño en voz muy alta. Así que le he escuchado durante un rato y lo que estaba diciendo era que Dios ya nos había salvado desde la fundación del mundo, y que por eso no necesitamos hacer obras buenas. Hasta ahora todo bien, ¿no? Este hombre era bastante impresionante. Como estaba completamente de acuerdo con lo que estaba diciendo y no había oído a nadie decir algo tan correcto en mucho tiempo, seguí escuchando en silencio a su lado.
Así que después de escucharle durante un rato, le dije: «Sí, tienes razón. Entonces no tienes pecados, ¿verdad?». Entonces él contestó: «No puede haber nadie sin pecados». Así que le pregunté: «Pero has dicho que la gente no recibe la salvación mediante sus actos justos, sino por fe. Y has dicho que Dios salvó a todo el mundo antes de la fundación del mundo». Me contestó: «Pero, ¿cómo va a haber alguien sin pecados?», y yo le dije: «¿Tienes pecados en tu corazón?» y él me dijo que sí.
Así que le dije que estaba equivocado. Le dije que él no había recibido la remisión de los pecados. Entonces este hombre se enojó conmigo y se negó a seguir hablándome. Así que le pregunté qué estaba haciendo gritando y predicando al dueño de la librería y diciendo que la salvación se recibe por gracia. Pero fue inútil seguir hablándole. Este hombre tenía demasiadas tonterías. Tenía mucho que decir acerca del calvinismo y el metodismo. Entonces le pregunté: «¿Cuál es tu conclusión? ¿Tienes pecados?», y él me preguntó: «¿Por qué me preguntas si tengo pecados o no?». Así que le dije: «¿Eres justo o pecador?». Entonces él citó Romanos 3, 10 diciendo: «¿Cómo puede haber alguien que sea justo cuando la Biblia dice que no hay nadie justo?». Yo le dije que no tenía razón. Yo hubiese continuado con la conversación si hubiese pensado que podría haber salvado su alma, pero no tenía esa esperanza. Estaba hablando de algunas cosas sin sentido que había oído aquí y allí.
Volviendo a la Palabra de Dios, el pasaje de las Escrituras quiere decir que Dios envió muchas invitaciones a través de Sus siervos. Al venir a este mundo y borrar todos los pecados del mundo con Su bautismo y sangre, el Señor ha abierto el banquete del Cielo y ha invitado a la gente. Está escrito: «Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos» (Lucas 14, 17-21). Como nuestro Señor nos ha dicho aquí, no deberíamos invitar a al banquete del Evangelio del Cielo a los que están muy ocupados con sus propios problemas, a los que ponen muchas excusas o tienen mucho con lo que pagar.
Todo el mundo entra en uno de estos tres tipos de personas. ¿Cuál era la excusa del primer hombre? Su excusa era que acababa de comprarse un trozo de tierra, lo que quiere decir que estaba demasiado ocupado con sus asuntos. Entonces se excusó, pero esto no es excusa, porque cualquiera que rechace la invitación del Maestro será arrojado al infierno.
En el Libro de Esther, el Rey Ahasuerus organizó un gran banquete para sus súbditos, y en medio de la fiesta quiso enseñar a su mujer y alardear de su belleza y refinamiento. Así que envió a sus siervos para que le trajeran a la Reina Vashti. Debía estar muy borracho, ya que la gente suele alardear mucho cuando ha bebido. También podía haber alardeado de sus riquezas, pero como todo el mundo ya sabía que era rico, quiso alardear de su mujer.
En ese momento la Reina Vashti también estaba organizando un banquete para las mujeres de los oficiales. Así que cuando escuchó que los siervos del rey la querían llevar ante el rey, se negó a ir. Seguramente pensó: «El rey no es el único que está celebrando una fiesta. Yo también tengo un banquete. Si su banquete es importante, el mío también». Sin embargo, la Biblia dice que la Reina Vashti fue castigada por esta ofensa. Fue completamente arruinada. Por eso, una sierva llamada Esther fue escogida para ser la próxima reina. La Fiesta de Purim (una de las fiestas de Israel) se originó entonces. Cuando el pueblo de Israel estaba al borde de la destrucción, Esther fue al rey con fe pensando: «Si tengo que morir, moriré». Entonces intercedió ante el rey en nombre de su pueblo y por su fe y la fe de Mordecai los israelitas fueron librados de la destrucción. El pueblo de Israel fue librado de los gentiles a través del Rey Ahasuerus gracias a esta fe de Esther y sus oraciones a Dios. Esther pudo tener esta fe porque obedeció a Mordecai, su líder espiritual. Así Esther fue fiel a Dios y a su pueblo.
Pero la reina Vashti fue derrocada por negarse a ir ante el rey Ahasuerus. Hay muchas personas que van a ser destruidas por negar la invitación de nuestro Señor a Su banquete celestial. El Señor está invitando a todo el mundo a este banquete para que reciba la remisión de los pecados y acepte la salvación que ha preparado, pero muchas personas están rechazando la invitación.
Hay tres tipos de personas en el pasaje de las Escrituras de hoy. El primer tipo es la persona que no pudo ir al banquete porque había comprado un trozo de tierra y tenía que ir a verlo. Esto se refiere a los asuntos personales. ¿Cuál fue la excusa del segundo hombre? Su excusa era que había comprado algunos bueyes y tenía que ver si estaban sanos y en buenas condiciones. Esto también se refiere a los asuntos personales. ¿Cuál fue la excusa del tercer hombre? La excusa era que se acababa de casar.
Estos tres hombres no pudieron ir al banquete porque estaban demasiado ocupados con sus asuntos personales. Esto significa que, aunque Dios ha abierto un banquete en el Cielo y quiere darnos la remisión de los pecados y la vida eterna, muchas personas dicen que no pueden ir. ¿Por qué no pueden ir? Porque están demasiado ocupadas con los asuntos del mundo. Pero no tiene sentido que rechacen esta invitación por las riquezas del mundo, cuando pueden ser malvados, recibir la vida eterna y garantizar su futuro si van al banquete. No tiene ningún sentido. ¿Cómo puede ocurrir esto? Pero aún así hay personas que no fueron al banquete. ¿Qué les dijo el Señor a Sus siervos?
 
 

«Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos»

 
¿Qué significa este pasaje? ¿Tienen algo con lo que pagar su deuda los mancos, los ciegos y los cojos? ¿Tienen justicia propia? Hace algún tiempo el Señor nos dijo que no invitásemos a los ricos a cenar, porque dirán: «Gracias por la cena. Te devolveré el favor y te invitaré a cenar». Los ricos, en otras palabras, tienen el dinero para pagarnos, y entonces nuestra hospitalidad queda anulada. Los pobres no pueden pagarnos. Por tanto los pobres espirituales, los mancos espirituales, los ciegos espirituales y los cojos espirituales no pueden pagarnos, ya que han cometido muchos pecados y se consideran pecadores que van a ir al infierno. Este tipo de personas se conocen a sí mismas y saben que han pecado y que necesitan el Evangelio del Reino de los Cielos. En realidad, los piadosos no necesitan el Evangelio. Pero Dios ha invitado a los que admiten que, aunque no han hecho nada horrible en sus vidas, tienen muchos errores reflejados en la Palabra de Dios y Su Ley, y que han cometido muchas faltas ante los hombres y por eso están destinados. Estas personas han sido salvadas por Dios.
Hay muchas personas en este mundo que piensan que tienen muchos recursos para pagar sus deudas: los que creen que pueden pagar a Dios y servirle con sus propios méritos, su inteligencia y sus buenas obras, los que piensan que pueden alardear ante Dios y los que piensan que tienen piedad. Todo el mundo tiene errores, pero muchas personas creer que no les falta nada y que son perfectas. Algunas de estas personas piensan que lo saben todo acerca de la religión, desde el budismo hasta el cristianismo. Saben discutir acerca de la coexistencia pacífica con otras religiones. Nuestro Señor no está invitando a estas personas que están tan llenas de virtud y bondad. En realidad, Dios ha llamado a los mancos, a los que tienen muchas faltas, a los que fracasan aunque intenten vivir una vida perfecta ante Dios y a los que, como los ciegos y los cojos, no pueden encontrar la Verdad por sí mismo por mucho que lo intenten. Así que Dios está buscando a la gente que no puede permitirse ir al banquete del Cielo y a los que no pueden ser salvados por su cuenta si no creen que el Señor les ha salvado de todos los pecados para siempre. Dios ha llamado a los mancos. La palabra manco es lo contrario que sano.
Muchas personas se consideran decentes y buenas. Pero estas personas no han sido invitadas por el Señor, ni tampoco irían a la fiesta si fueran invitadas. El Señor ha invitado a los mancos. Ha invitado solamente a los mancos y solo estas personas han aceptado esta invitación y han sido salvados.
De hecho, todos los que estamos sentados aquí, éramos mancos, ciegos y cojos. ¿Creen que tienen algún mérito? ¿Creen que son personas decentes? ¿Están inseguros de qué decir pensando que serán criticados si dicen sí, pero se sentirán heridos en el orgullo si dicen no? Pero aún así, tienen que decir sí o no. Como hermanos y hermanas, debemos dar una respuesta clara. ¿Todavía piensan que son decentes? En realidad, todos somos cojos. Todos somos imperfectos. Hace un momento he dicho que ser cojo es lo contrario de ser perfecto. ¿Somos perfectos? No. Si fuésemos perfectos, Dios no nos hubiese invitado. Nadie en este planeta es perfecto.
Sin embargo, hay muchas personas que piensan que son perfectas. ¿Saben qué porcentaje de personas piensan esto? Probablemente el 95% de las personas de este mundo piensa que son perfectas. Incluso los mancos piensan que están bien. Cuando Jesús fue a al estanque de Siloé, había todo tipo de personas enfermas reunidas, desde cojos a ciegos y paralíticos. Pero todas estas personas estaban llenas de sí mismas de una manera u otra. Los ciegos alardearon de su sentido del oído, los cojos de su vista y los paralíticos de sus carreras pasadas. Todo el mundo piensa que tiene algo de lo que alardear.
¿Saben lo inteligentes que todos creen que son? Incluyendo a ustedes y a mí, todo el mundo piensa que es inteligente. Las naciones son iguales. Todo el mundo está orgulloso de su nacionalidad. Por ejemplo, los chinos piensan que son listos. Nos desprecian a los coreanos como si fuéramos tontos. Están muy orgullosos de su larga historia y su cultura espléndida. Los chinos piensan que son superiores a otras razas, diciendo que tienen la historia más larga, que han inventado la pólvora y que fueron los primeros en escribir. Los chinos parecen ser una de las razas más orgullosas. Puede que ustedes sepan que el racismo ha creado muchos conflictos entre naciones en la historia humana. El racismo surge de la noción de la superioridad étnica.
Mis queridos hermanos, ¿cómo de orgullosos somos? ¿Cómo de pretenciosos somos cuando tenemos algo de lo que alardear? Todo es ridículo, como si dos enanos estuviesen discutiendo sobre quién es más alto. ¿Cómo de alto es un enano? Para nosotros todos son bajitos. Pero entre ellos se comparan para ver quién es más alto. Así nosotros discutimos sobre quién es mejor, quién tiene la casa más grande y quién tiene más dinero. Incluso los animales alardean. Probablemente hayan visto a un pavo real mostrando su plumaje brillante. De la misma manera, algunos tipos de peces abren sus alteas para parecer más grandes y para evitar que otros peces les ataquen. Pero en realidad no importan que sean grandes o pequeños. Los seres humanos no son diferentes a estos animales. Así somos todos los seres humanos.
Todo el mundo está discapacitado. Nuestro Señor nos dijo que trajésemos a los mancos, cojos y ciegos. Es muy frustrante ver a tantas personas rechazar la invitación pensando que son muy inteligentes, cuando en realidad todas están mancas. Sin embargo, los que piensan que están discapacitados van al banquete. Los que han cometido pecados graves y los que tienen vidas marcadas por sus pecados son los cojos. Los ciegos son los que admiten que son completamente ignorantes. Dios nos dijo que los trajésemos a todos, a los pretenciosos y orgullosos. Nos dijo que les convenciésemos para que fuesen al banquete.
De todas formas, los redimidos estamos discapacitados. Todo esto se debe a que éramos personas mancas invitadas por nuestro Señor y salvadas. En vez de fingir ser inteligentes y ser orgullosos, debemos creer en el Señor. Su fe es mejor que su inteligencia. Calcular y medir todo es algo que solo los insensatos hacen. ¿Hay alguien justificado para hacer esto ante Dios? Solo los necios hacen esto. Algunas personas investigan este Evangelio y se levantan contra él, pero esto es completamente insensato. Sin embargo, las personas que son verdaderamente sabias se rinden ante Dios en cuanto pueden. Le piden a Dios misericordia, porque solo Él puede mostrar misericordia infinita. Solo los necios irán al rey y le preguntarán si es el rey verdadero o no, o cómo de bueno es.
Todos hemos sido salvados porque éramos insuficientes. Si hubiésemos estado llenos de nuestros propios méritos, no habríamos sido salvados. Esta gracia no se concede a los que están llenos de su justicia. No podrán tomar parte en el banquete del Cielo. Dios no lo permitirá. Si fuésemos orgullosos, Dios no nos invitaría. Ahora que hemos sido salvados en este banquete celestial, nos hemos dado cuenta de que éramos cojos. Por eso Dios nos ha pedido que vayamos a Su banquete y nos ha predicado el Evangelio, y como resultado hemos sido salvados. Deben entender esto. Ahora que han recibido la remisión de los pecados, no sean orgullosos. Si son demasiado orgullosos, Dios romperá su justicia.
En particular, los que han tenido alguna educación teológica suelen pensar equivocadamente que, aunque han sido salvados al creer en el Evangelio del agua y el Evangelio, tienen más conocimiento que el resto y son diferentes del resto de la gente, a pesar de que han recibido la salvación. Los que piensan que tienen una buena educación necesitan librarse de ella y ser inyectados con nueva espiritualidad y aprendizaje correcto. Los que tienen una alta educación suelen causar más problemas en la Iglesia de Dios. No estoy diciendo que deban ignorar su educación, pero que no hay nada espiritualmente correcto que puedan aprender del mundo. Aunque una persona tenga un doctorado, no tiene mucho conocimiento que ofrecer. En realidad no tienen ningún conocimiento. Entre un estudiante graduado del instituto y uno de la universidad, ¿quién tiene más conocimiento? Por supuesto que el licenciado de la universidad en cuanto atiene a conocimiento secular. Pero cuando se trata de la cuestión de quién en más sabio ante Dios y quién tiene una fe mejor, el licenciado tiene una desventaja a los ojos de Dios. Una persona que solo ha terminado el instituto conoce sus limitaciones y se da cuenta de que hay personas mejores en el mundo.
Los que son insuficientes son receptivos. Pero los que tienen una alta educación juzgan. Ahora que han recibido la remisión de los pecados, no sean tan orgullosos. He observado que los que tienen mucha educación tienen más dificultad al vivir sus vidas de fe. He visto como su fe tiene problemas en crecer. Aunque los que son insuficientes pueden hacer que su fe crezca paso a paso, los que tienen una educación alta tienen dificultades. Esto se debe a que lo entienden todo como un ejercicio intelectual. Estas personas intentan entenderlo todo con su cabeza primero antes de creer, aunque el Señor ya haya puesto la piedra angular de su salvación. Si todas nuestras curiosidades intelectuales están satisfechas en nuestras mentes, no necesitaremos creer en nuestros corazones. Así que, entre los redimidos, los que tienen mucha educación tienen una desventaja a la hora de crecer en la fe.
Por supuesto, esto no significa que no deban recibir una educación. Pero la realidad de la educación en Corea es que incluso cuando uno se gradúa en la universidad, cuando encuentra un trabajo en una empresa, tiene que volver a ser formado como si no fuera mejor que un preescolar. Esto se debe a que el sistema educativo de Corea es poco práctico y suele tender hacia las discusiones académicas. Así que uno tiene que volver a aprender las cosas necesarias a parte de lo que ha aprendido en la universidad.
De la misma manera, cuando entramos en esta vida de fe, debemos aprenderlo todo de nuevo. Debeos aprender lo que es la fe y a cómo vivir una vida espiritual desde el principio. Somos insuficientes y por eso Dios nos ha salvado perfectamente. Todo el mundo es el primero cuando está solo, pero el último cuando hay varias personas. ¿Lo entienden? ¿No están de acuerdo? Como somos insuficientes, Dios nos ha salvado; si tuviésemos méritos, ¿nos habría salvado Dios?
 
 

Lo que quiero decir es que no hemos alcanzado la salvación por nuestros propios méritos

 
Mis queridos hermanos, si tuviésemos méritos, no estaría aquí predicando. No podría hacerlo. Como no tengo méritos, he recibido la remisión de los pecados entre tantas personas del mundo y ahora estoy haciendo esta obra. Conozco a muchas personas en las comunidades cristianas de Corea. Conozco a personas muy dotadas y muy normales. Entre todas estas personas, yo no tengo ningún mérito. No tengo ningún mérito para haber recibido la remisión de los pecados. No valgo para ser siervo de Dios. Si tuviese méritos, no estaría aquí sentado. Si tuviese muchos méritos, habría ido a Europa o a los Estados Unidos para mi Master y para mi doctorado en Teología, y estaría fingiendo ser virtuoso y recto. Estaría cometiendo un fraude.
Pero estoy aquí porque soy insuficiente. Ustedes son insuficientes y por eso están aquí sentados en este lugar, tomando parte en este banquete del Cielo y comiendo maná celestial. Si fuésemos orgullosos, no estaríamos sentados aquí. Estaríamos sentados en una iglesia grande con una congregación grande alardeando. Una congregación orgullosa estaría escuchando a un pastor orgulloso, alardeando hasta que fuera ante el juicio del Señor.
Nuestro Señor nos está diciendo que vayamos a los caminos y pidamos a los mancos que vengan a Su Iglesia, para llenarla. Sus esfuerzos de evangelización deben ser convincentes. Esto significa que en vez de decir unas pocas palabras y abandonar, tienen que persistir. Tienen que seguir pidiendo a la gente que venga a la Iglesia. Esto es lo que significa evangelizar. La base elemental de la evangelización consiste en convencer a la gente para que escuche la Palabra de Dios. Ser persistente es evangelizar. Tienen que insistir en que la gente venga a la Iglesia, hacer que escuchen la Palabra, y hacer que reciban la remisión de los pecados. Esto es lo que significa evangelizar.
Nuestra Iglesia va a celebrar una reunión de resurgimiento en dos años. ¿Pero de qué sirve si no tenemos almas en esta reunión? Solo les seguirán si insisten. No vendrán si les hablan una o dos veces. En particular, la cultura coreana requiere ser insistente. Por ejemplo, digamos que una persona se presenta en su casa para comer. La costumbre es invitar a una persona por lo menos siete, ocho o diez veces. Invitar a una persona solo una o dos veces no es suficiente, porque es costumbre en la cultura coreana rechazar una invitación por educación. Si dejan de invitar a una persona después de la primera vez, serán considerados malos anfitriones.
De la misma manera, cuando invitamos a los pecadores, tenemos que invitarlos por lo menos diez veces. Así es como debemos evangelizar. Tienen que seguir pidiendo que vengan a la Iglesia. Tienen que insistir. También deben decirles lo maravillosa que es la Iglesia y lo buenos que son los pastores. Esto es hacer lo correcto a los ojos de Dios.
Sin embargo, cuando alaben a los pastores, no alardeen de sus logros carnales. Debemos decirles sinceramente lo que les gusta acerca de nuestra Iglesia, lo maravillosos que son los servicios de culto, cómo los sermones están basados en la Palabra de Dios, lo maravillosa que es la salvación que han recibido y la vida que están viviendo. Díganles que les gusta nuestra Iglesia porque cree en la Palabra de las Escrituras y porque sigue a la Biblia. Si alardean de estas cosas, háganlo sin miedo. Sin embargo, si alardean de sus pastores en términos carnales, la gente estará defraudada cuando venga una vez y no volverá.
De todas formas, sus esfuerzos de evangelización deben ser convincentes. Esto significa que deben pedir a la gente con insistencia para evangelizarla. En vez de invitarles una o dos veces, deben invitarles una y otra vez. Sigan pidiéndoles que vengan a la Iglesia. Deben insistir también a sus familias. ¿Qué le pasará a la gente que rechace su invitación? Que irá al infierno.
Digamos que cuando prediquen el Evangelio, una persona les dice que ha comprado unos bueyes y tiene que entrenarlos. Así que dejan de insistir y van a otra persona, pero esa persona dice que tiene que irse a hacer unos negocios. Entonces van a otra persona que dice que acaba de comprar un trozo de tierra y tiene que irse. Nuestro Señor nos dijo que en vez de invitar a estas personas solo una vez, debemos seguir insistiendo. En otras palabras debemos insistir.
Si la gente viene sin tener que ser invitada, deberán enseñar a estas personas que están mancas. Deberán decirles que son los cojos, mancos y ciegos espirituales. Deberán decir: «Han sido cristianos todo este tiempo, ¿pero acaso no son completamente ignorantes? ¿Acaso no siguen sin entender la Biblia aunque la lean? Son ignorantes porque todo el mundo es igual. Pero si leen la Biblia después de nacer de nuevo, podrán entenderlo todo». Cuando lean la Biblia no tendrán que ser ignorantes. Cuando nazcan de nuevo, podrán saberlo todo claramente. Tendrán que enseñar a la gente que es ciega y coja espiritualmente que está incapacitada. Deberán enseñarles que son pecadores graves ante Dios. Deberán invitarles a venir a la Iglesia de Dios, escuchar el Evangelio y recibir la remisión de los pecados. ¿Entienden lo que estoy diciendo?
Evangelizar consiste en insistir. Es insistir constantemente. Esto es lo que significa evangelizar. Si insisten a personas orgullosas y se hacen las sordas, podrán abandonar. Serán arrojadas al infierno. Deben hablar con sus familias, pero no solo una o dos veces. Tienen que invitarles muchas veces. Si insisten mucho, vendrán a la Iglesia por lo menos una o dos veces, aunque sea para hacerles un favor. Hay muchas personas así que han venido a la Iglesia, han escuchado el Evangelio y han recibido la remisión de los pecados de esta manera. Estas personas escucharon el Evangelio y recibieron la remisión de los pecados porque los que intentaron evangelizarlas insistieron en que viniesen a la Iglesia. Si los evangelizadores hubiesen abandonado después de invitarles una o dos veces, todas estas personas no podrían haber participado en el banquete del Señor. Para evitar esta consecuencia, debemos insistir, traer almas a la Iglesia de Dios y predicar el Evangelio. Sigan insistiendo a sus familias. Yo he estado insistiendo a mi madre adoptiva durante 10 años, aunque no he tenido éxito.
¿Van a dejar por imposible a sus familias después de invitarlas a venir a la Iglesia de Dios una o dos veces? ¿Creen que esto es aceptable? ¿Qué dice la Palabra de Dios? ¿Acaso Dios no dijo que debemos insistir en que vengan a Su casa aunque se nieguen? Dios dijo que Sus siervos debían ir a la calle y pedir a la gente que fuese a llenar Su casa. ¿Dijo que debíamos hablarles una vez y dejar de hacerlo si no nos escuchan porque nuestros orgullos serán heridos? No, dijo que debemos insistir en que vengan a llenar Su casa. Pase lo que pase, debemos seguir insistiendo para traer a nuestros familiares a la Iglesia, aunque solo sea para que escuchen el sermón y se vayan. Deben seguir predicando el Evangelio. Solo entonces sus familias podrán evitar ir al infierno. Solo entonces los familiares de los justos podrán evitar ir al infierno. Si no insistimos, irán al infierno.
¡Qué tragedia sería esta! El banquete del Cielo se refiere a la vida eterna del Reino de los Cielos y los que no vayan a este banquete irán al infierno. Arderán en el infierno para siempre. Si hay almas en su familia que no hayan recibido la remisión de los pecados, deberán predicarles el Evangelio y hacer que reciban la remisión de los pecados pase lo que pase. Deberán darse cuenta de que todos éramos mancos y que Dios nos ha salvado.
Hay muchas personas mayores entre nosotros, y si sus hijos no les hubiesen pedido que viniesen a la Iglesia, estarían de camino al infierno. Gracias a que sus hijos estaban preocupados por el destino de sus padres, les hablaron del Evangelio. Así es cómo nuestros hermanos y hermanas ancianos de la Iglesia escucharon el Evangelio y recibieron la remisión de los pecados. ¿Acaso no quieren lo mismo para sus hijos que todavía tienen pecados? ¿Acaso no les importa que sus hijos vayan a ir al infierno? Si creen en esta Palabra, podrán pedirle a sus hijos que vengan a la Iglesia. Pero si no creen en la Palabra y la toman como una mera hipótesis, no podrán convencerles. En vez de entender el pasaje de las Escrituras de hoy como una instrucción meramente intelectual, debemos creer de corazón, escuchar detenidamente, predicar el Evangelio a las almas de nuestro alrededor y pedirles que vengan a la Iglesia.
Todos debemos darnos cuenta de esto.