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Sermões

Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 16-7] Ahora es la hora de despertarse (Lucas 16, 19-25)

(Lucas 16, 19-25)
«La ley y los profetas eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado, y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley. Todo el que repudia a su mujer, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada del marido, adultera. Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado».
 
 
A través del pasaje de las Escrituras de hoy el Señor nos está diciendo que no debemos estar interesados solamente en los asuntos del mundo, como nuestra prosperidad material. Lo que importa no es cómo una persona se puede hacer rica en este mundo, sino cómo ser una persona feliz que puede entrar en el Reino de Dios. Esto es lo que el Señor nos está enseñando con Su parábola del hombre pobre y el hombre rico del pasaje de las Escrituras de hoy.
En esta parábola el Señor nos contó la historia del hombre rico que, después de vivir una vida próspera y sin preocupaciones, rodeado de la opulencia de este mundo, murió en paz. Mientras estaba vivo este hombre siempre llevaba vestiduras púrpura, tenía muchos siervos, vivía en opulencia sin preocupaciones y disfrutaba de muchas riquezas. Sin embargo, cuando se murió el hombre rico acabó en el infierno.
El hombre rico fue arrojado al infierno donde se quemó y sufrió mucha sed. Por el contrario, Lázaro, el mendigo pobre que vivió a las puertas de la casa del hombre rico y comió las migas que caían de su mesa, fue al Cielo después de morir. Mientras estaba vivo, Lázaro vivió comiendo las sobras del hombre rico, pero después de morir fue al Cielo.
En el pasaje de las Escrituras de hoy se dice que Lázaro fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. Esto significa que Lázaro fue al Reino de los Cielos donde Abraham había entrado antes que él. En otras palabras, Lázaro fue al Reino de los Cielo lleno de flores y música celestial, donde fue servido por toda la creación y todos los ángeles y donde el Señor estaba siempre con él. Aunque Lázaro era un mendigo en este mundo, pudo entrar en el maravilloso Reino de Dios. Pero el hombre rico acabó en el infierno.
En este pasaje podemos darnos cuenta de que nuestras vidas carnales en este mundo no significan nada. Por eso, mientras vivimos en este mundo, debemos siempre confiar en el Señor, el Maestro de los Cielos, y predicar Su Evangelio. Pero a pesar de esto, queridos hermanos, ¿acaso no estamos siendo demasiado miopes, juzgando nuestra felicidad e infelicidad basándonos en solo lo que es visible? Sabemos que esto es incorrecto. Debemos darnos cuenta de que la vida en este mundo no es todo lo que importa. En otras palabras, cómo vivimos en este mundo no es lo importante, sino dónde vamos después de morir.
Para los seres humanos, este mundo es como la niebla, es decir un lugar temporal donde vivimos, y después viene el juicio. Por tanto, lo importante no es cuánto podemos prosperar en este mundo, sino lo que viene después de nuestra muerte, es decir, si vamos a acabar en los brazos de Abraham como Lázaro o arrojados al infierno. Mis queridos hermanos, debemos recordar siempre que lo que viene después de la vida en este mundo es mucho más importante que la vida presente.
Aunque dejemos de lado el problema del Cielo y del infierno, la manera en que la vida es evaluada después de la muerte es más importante que cómo se evalúa en este mundo. En otras palabras, la manera en que una persona es evaluada y dónde acaba después de su muerte es más importante que lo rica que es en este mundo. Deben recordar que su vida en el mundo presente no es todo lo que importa. Lo más importante es cómo vivirán su segunda vida. Por muy ricos que seamos en este mundo, si no tiene más remedio que ir al infierno y sufrir como el hombre rico en el pasaje de hoy, entonces esta persona habrá fracasado. Pero una persona que ha preparado la fe que le puede llevar al Reino de Dios ha vivido su vida mil veces mejor que una persona que tendrá que sufrir en el infierno, rogando por una gota de agua, aunque hubiese sido pobre en este mundo.
 
 

Cuando miramos a los pecadores, ¿cómo debemos mirarlos?

 
Cuando miramos en las almas de la gente debemos ver si estas almas han recibido la remisión de los pecados, y dónde van a ir después de la muerte, en vez de mirar cómo están viviendo en este mundo. Con esta parábola del hombre rico y Lázaro en mente, debemos mirar a las demás lamas con
Mis queridos hermanos, algunas personas en este mundo viven con toda opulencia sin nada de qué preocuparse. Otras malgastan sus vidas enteras en la pobreza e infelicidad. Pero esto no es importante para nada. Si piensan en lo que le pasó al hombre rico y a Lázaro después de la muerte, podrán entender lo que es importante. Mientras vivía en este mundo Lázaro comía las migas que caían de la mesa del hombre rico, que es otra manera de decir que comía basura. El hombre rico, por otro lado, comió buena comida y llevó ropa cara durante toda su vida, y murió en paz sin sufrimiento. Puede parecer que este hombre rico tuvo una vida con más significado, pero el hecho de que su alma acabó en el infierno después de su muerte es mucho más importante que el estilo de vida que disfrutó en este mundo.
Mis queridos hermanos, algunas personas en este mundo viven con toda opulencia sin nada de lo que preocuparse. Otras malgastan sus vidas enteras en la pobreza e infelicidad. Pero esto no es importante para nada. Si piensan en lo que le pasó al hombre rico y a Lázaro después de la muerte, podrán entender lo que es importante. Mientras vivía en este mundo Lázaro comía las migas que caían de la mesa del hombre rico, que es otra manera de decir que comía basura. El hombre rico, por otro lado, comió buena comida y llevó ropa cara durante toda su vida, y murió en paz sin sufrimiento. Puede parecer que este hombre rico tuvo una vida con más significado, pero el hecho de que su alma acabó en el infierno después de su muerte es mucho más importante que el estilo de vida que disfrutó en este mundo.
¿Están pensando para sí mismos que no les importa lo que pase después de su muerte, que todo lo que importa es ser rico y estar cómodo en esta vida? Esto no es así. De la misma manera en que no se gana nada sin sacrificio, lo importante es el resultado final. Aunque estén teniendo problemas ahora, si al final pueden llegar a su meta, y el resultado es una recompensa, todo habrá ido bien. El final debe ser mejor que el principio. Solo entonces su vida podrá acabar bien y podrán decir que han vivido una vida con significado.
Cuando una persona se encuentra con otra, deberá preguntarse: «¿Irá esta alma al infierno o irá al Cielo?». Dicho de otra manera, debemos tratar a todo el mundo basándonos en esta cuestión de si irán al infierno o al Cielo al final de su vida. Si esta alma está destinada a ir al infierno, su deber será predicar el Evangelio a esa persona para que no acabe en el infierno.
Mis queridos hermanos, hay muchas personas que ven cómo cambian todas las estaciones de sus vidas después de la muerte. Hay muchas personas que, después de vivir una vida próspera en este mundo, acaba en la situación contraria después de la muerte. Hay otras personas que, aunque han vivido en completa pobreza en este mundo, van al Reino de los Cielos, después de haber conocido al Señor, creído en el Evangelio del agua y el Espíritu, y haber recibido la remisión de los pecados y la salvación. Es muy frecuente que la gente viva en este mundo sin preocuparse de nada y que acabe en la situación contraria después de la muerte. En resumen, nuestras vidas en este mundo no son todo lo que importa. Nos espera una vida más larga en el mundo siguiente. Deberán recordar que, como he dicho ahora, es estilo de vida en este mundo no se continuará en el siguiente necesariamente.
Muchas personas piensan que si han vivido como reyes en este mundo, podrán seguir viviendo como reyes en el nuevo siguiente. Por ejemplo, en la antigüedad, cuando un rey moría, se pensaba que se podía llevar su poder al mundo siguiente, por lo que sus súbditos en la corte, sus siervos y sus esposas y concubinas eran enterrados vivos con él. Esta práctica era una aberración inhumana. Si piensan que un siervo es todavía un siervo y un rey sigue siendo rey después de la muerte, están cometiendo un grave error.
Como he dicho antes, aunque Lázaro fue un mendigo en este mundo, después de su muerte fue al seno de Abraham, mientras que el hombre rico que había disfrutado una buena vida en este mundo fue arrojado al infierno. El fuego del infierno estaba tan caliente que el hombre rico dijo: «Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama». El hombre rico dijo esto porque no sabía lo que había pasado. Seguramente siguió pensando que Lázaro era todavía un mendigo. Aún sufriendo en el infierno, siguió pensando en Lázaro como un simple mendigo a las puertas de su casa comiendo las migas que caían de su mesa. En otras palabras, el hombre rico dijo estas cosas porque todavía pensaba que podía mandarle a Lázaro, aunque sus circunstancias habían cambiado. Esta es la misma falsa impresión que tiene mucha gente.
De esta manera, aunque la vida presente en la carne no significa nada, muchas personas toman sus vidas como criterio para juzgarlo todo. Debemos pensar sobre cómo debemos tratar a las almas, desde qué perspectiva debemos acercarnos a ellas. ¿Debemos mirar sus riquezas, fama, conocimiento y belleza o debemos mirarlas desde otro punto de vista? Esta cuestión merece ser considerada seriamente. Cuando miramos a la gente, debemos verla basándonos en la cuestión de si sus almas van a ir al Cielo o al infierno.
¿En qué tipo de criterio debemos evaluar a otras personas o cosas? Para los que no son personas de fe, el estándar es cómo pueden prosperar materialmente en este mundo. No les importan los medios siempre y cuando prosperen, y piensan que esta es su felicidad aunque tengan que robar o matar para alcanzarla. Con este estándar miran a las demás personas, a sí mismas y a todo lo demás. Pero eso no es lo importante. Los que están felices de verdad son los que tienen corazones libres, han sido liberados del pecado para disfrutar de la paz y han recibido la remisión de los pecados en sus vidas.
¿Cuál es nuestro punto de vista? ¿Cómo debemos acercarnos a la gente? Debemos ver y distinguir a la gente basándonos en si está destinada a ir al infierno o al Cielo. Dicho de otra manera, debemos tener compasión de los que están destinados al infierno, y cuando se trata de los que van a ir al Cielo, debemos estarle agradecidos a Dios y considerarlos personas benditas.
 
 

Nuestro sistema de valores se viene abajo en el fin de los tiempos

 
En estos tiempos la riqueza del mundo está considerada el valor suprema. Podemos decir que es la edad de oro para los ricos. La mayoría de la gente en los países desarrollados es muy próspera. Pero la gente en los países subdesarrollados todavía se preocupa por sus necesidades básicas de comida, ropa y tener un techo bajo el que dormir. Los ciudadanos de Corea del Norte están entre la gente pobre del mundo, y me pone muy triste ver que nuestros hermanos sufren tanto.
De cualquier manera, incluso los que viven en un país rico y son ricos personalmente, si no han recibido la remisión de los pecados, es como si fueran pobres y no tuviesen nada que comer. Aún peor, sus vidas en el mundo siguiente serán aún peor. Probablemente tengan familiares que están seguros de sí mismos porque son ricos, aunque no hayan recibido la remisión de los pecados. Sin embargo, si piensan en ellos detenidamente, se darán cuenta de lo miserables que son. ¿Adónde van los que han recibido la remisión de los pecados? Están destinados a ir al infierno. Por eso dan tanta pena. Por muy poderosos que sean, o ricos o atractivos, serán arrojados al infierno al final, así que ¿para qué valen todas estas cosas aunque vivan en este mundo durante cien años? Mis queridos hermanos, cualquier persona que no reciba la remisión de los pecados está destinada a ir al infierno.
Estas almas son penosas. No estoy diciendo esto porque haya recibido la remisión de los pecados, pero porque estas almas dan pena porque van a ir al infierno. Deben darse cuenta de que el Cielo y el infierno existen. Deben entender claramente que estas almas serán arrojadas al infierno inevitablemente. Como todas están destinadas al infierno, ¿para qué vale todo el poder, conducir un Benz o ir desperdiciando el dinero? Conducir un coche de lujo es malgastar el dinero. Por supuesto que yo nunca he conducido uno, pero la verdad es que usan mucha gasolina. Si quisiera podría comprarme un Benz. ¿Cuánto cuesta? ¿Cincuenta mil dólares? ¿Cien mil? Me lo podría permitir si quisiera. Si reduciese mis gastos par alas necesidades básicas, por lo menos podría comprarme un Benz, si no cinco, y conducirlo por ahí. Todo es posible si ahorro. ¿Piensan que no conduzco en un Bez o un BMW porque no tengo suficiente dinero? No, no conduzco un coche de lujo porque no tiene nada de ver con dónde iré después de mi muerte. Todos los pecadores están destinados a ir al infierno aunque conduzcan un coche de lujo. Dicho de otra manera, aunque tengan el coche más caro del mundo no les llevará al Cielo. No hay ningún coche de lujo que nos pueda llevar al Cielo. ¿Qué diferencia hay entre conducir un Bez, un BMW, un Ford o un chatarro a la hora de ir al infierno? El coche que una persona conduzca en este mundo no influye en dónde va a ir después de su muerte. Un coche es para llevarnos del punto al punto B, algo que se utiliza temporalmente en este mundo, así que ¿qué importancia tiene conducir un coche de lujo o un compacto?
Los que son verdaderamente felices son los que van a ir al Cielo, y los que son verdaderamente infelices son los destinados a ir al infierno. Esto es todo lo que importa. Desde esta perspectiva debemos buscar a las almas y predicarles el Evangelio. Mis queridos hermanos, la vida es corta. Algunas personas dicen que la vida es como una niebla que desaparece y que dura poco. Otras personas dicen que la vida es como una flor silvestre, que crece y florece durante los meses cálidos, pero que se marchita y perece en invierno. Así que, la gente ha sabido desde hace mucho tiempo que la vida no es nada. La vida es como la niebla de la mañana y una flor silvestre. La vida en este mundo es efímera.
De vez en cuando, me acuerdo cuando era un niño pequeño y estaba con mis padres. Recuerdo mi casa, recuerdo cuando me caí y me hice daño en la cabeza y cómo mi padre me puso medicina. Eso no es todo lo que recuerdo: recuerdo que una vez me picó una abeja y mi madre me puso un remedio casero en la picadura. Me acuerdo de mi amigo Malsun que vivía en mi barrio y un perro que tenía mi vecino. Me acuerdo de jugar con mis amigos, de caerme en un agujero y hacerme daño en la frente; y me acuerdo de pasar mucho tiempo preparándome para correr una carrera, pero no poder correr ese día. Incluso me acuerdo de quién era un buen vecino y quién no, y quién trataba a mis padre bien y quien no.
Sin embargo, mis queridos hermanos, cuando cumplí los 20 años y tuve que hacer el servicio militar, mi vida empezó a pasar muy deprisa. Cuando cumplí los 20, el tiempo empezó a volar y en un momento ya tenía 30. Me casé a los 30 y pronto ya tenía 35 y 40. La vida pareció frenarse un poco esos años, pero de repente cumplí los 55.
Mis queridos hermanos, la vida pasa en un abrir y cerrar de ojos. Incluso ahora no puedo creerme que tenga más de 50 años. Todavía me siento como si tuviese 25. Por lo menos me siento así en mi corazón. Ahora, si no hiciese otra cosa que cuidar de mi carne, diría que la vida empieza a los 60. Pero tengo problemas de salud física y tengo mucho trabajo espiritual que hacer por los demás, y por tanto a veces me siento cansado y triste. Hace poco cumplí los 50, pero ahora casi estoy a punto de cumplir los 60.
Alguien dijo una vez que los 50 no son muchos años. Pero ¿es cierto que es cuando uno debe planear su vida de nuevo y vivir con rectitud hasta que vuelva el Señor? Puede parecer a primera vista que 50 años es mucho tiempo; pero si dividen sus vidas en diferentes fases, es poco tiempo. Nuestras vidas se viven sin cuidado cuando somos niños, y después las demás fases como ir a la escuela, al instituto, a la universidad, etc, pasen en un abrir y cerrar de ojos.
En cuanto una persona entra en la escuela, enseguida ya está en el curso más alto, y pronto en el instituto. Entonces viene la universidad. El tiempo pasa muy rápido. Algunos de nuestros estudiantes aquí se preguntarán: «¿De qué habla el Pastor Jong? El tiempo pasa muy despacio para mí. Me gustaría crecer más rápido». Pero la vida pasa muy rápido. Esperen un poco más. El tiempo pasa muy despacio solo porque no tenemos tiempo de terminar lo que debemos. Si somos diligentes y hacemos lo que debemos, sentiremos en cuerpo y mente como el tiempo pasa deprisa.
Como la vida pasa tan rápido hay más razones para recibir la remisión de los pecados. La vida no espera a nadie. En poco tiempo tendrán 50 y 60 años. Pregunten a sus padres lo que quiero decir. Sus padres no se hicieron mayores sin motivo. Cumplieron 50 y 60 porque han vivido sus vidas diligentemente. Les orián decir: «¡Me duele la espalda! ¡Me duelen todas las articulaciones! Cierra la puerta que hace mucho frío». Pueden pensar que están exagerando porque no hace tanto frío y que es imposible que les duela todo. Pero cuando tengan la edad de sus padres, verán cómo les duele todo. Mis queridos hermanos, todo el mundo debe recibir la remisión de los pecados antes de que sea demasiado tarde. Solo entonces podrán ser felices.
Cuando miramos a las demás almas, deberán poder detectar a los que han recibido la remisión de los pecados y los que no, a los que han sido bendecidos o malditos. Si se encuentran con alguien que no haya recibido la remisión de los pecados, lo verán como a alguien que está destinado a ir al infierno, y si se encuentran con alguien que ha recibido la remisión de los pecados, deberán considerar que va a ir al Cielo como una persona feliz. Mis queridos hermanos, aunque todos nosotros estamos viviendo en este mundo, esto no significa que podamos ver a la gente del mundo desde una perspectiva carnal. Debemos mirarlo todo con nuestros ojos espirituales. Solo entonces podremos distinguir a los que estamos destinados a ir al Cielo o al infierno y predicarles el Evangelio a sus almas, tener compasión de ellas y darnos cuenta de lo felices que son.
Mis queridos hermanos, en todas las cosas, debemos ver lo que hay dentro. Cuando vemos a otra persona, debemos poder mirar dentro de su alma. Sin embargo, hay miles de cosas en este mundo que nos tientan para que no podamos verlo todo de esta manera. Cuando se nos engaña de esta manera, acabamos pensando que nuestra propia prosperidad y comodidad es lo único que importa, pero no debemos dejar que esto ocurra. Además, la gente del mundo no está prosperando demasiado hoy en día. Si miran a los universitarios, verán que algunos de ellos están demasiado preocupados con su futuro. En cuanto entran en la universidad, desde su primer año, ya se están preocupando de encontrar un trabajo y de qué licenciatura es la mejor para su futuro.
¿Qué valor tiene una vida así? Los nacidos de nuevo no debemos tener estas preocupaciones mundanas, pero cuando miramos a la gente, debemos mirarlas basándonos en la cuestión de si ha recibido la remisión de los pecados, de si está destinada a ir al infierno o al Cielo. Debemos tener estos ojos en todo momento. Esta perspectiva debe guiar nuestras vidas. Debemos tener compasión siempre de todos los que están destinados a ir al infierno. Esto significa que debemos predicar el Evangelio. Tenemos compasión de la gente porque está destinada a ir al infierno por mucho dinero que tenga. ¿Qué virtud tendrán cuando están destinados al infierno? Ninguna. Están totalmente vacíos por dentro y sus corazones no tienen nada de valor.
Mis queridos hermanos, hay dos tipos de personas en este planeta: las que van al Cielo y las que van al infierno. No hay más tipos de personas. Hay solo dos tipos de personas, las que van al infierno y las que van al Cielo. Debemos vivir por estos dos tipos de personas. Debemos tener compasión de un tipo de personas y debemos considerar que el otro tipo de personas está bendito, querido por Dios, unirnos con ellas y tratarlas bien.
 
 

¿Qué importa que uno sea un pastor?

 
No importa que una persona sea un pastor o un anciano, porque si no ha recibido la remisión de los pecados, será arrojada al infierno. Los ricos en este mundo están seguros de sí mismos en su vida. Pero, ¿dónde van cuando mueren? Acaban en el fuego del infierno. Si una persona dice creer en Jesús, si todavía tiene pecados en su corazón, entonces no puede evitar ir al infierno. ¿Qué importa entonces vivir con comodidad si se está destinado a ir al infierno? Aunque uno sea pastor en una iglesia grande, si no ha recibido la remisión de los pecados, ¿para qué le vale? ¿Para qué le vale que le paguen $5.000 al mes y un 1.000% de extra al final del año? ¿Va a gastarse todo este dinero antes de ir al infierno? ¿O se lo podrá llevar con él cuando muera? Alejandro el Grande también volvió con las manos vacías después de su muerte. Saben muy bien que no se pueden llevar nada después de la muerte. Los muertos no pueden llevarse nada de este mundo. Todo lo que les queda después de morir es la ropa que llevan, su féretro y un pedacito de tierra donde serán enterrados. Incluso esta tumba es solamente suficiente para una persona. A parte de esto no tendrán nada que llevarse y esto les pasa a todos los seres humanos. Así que es completamente imperativo que todo el mundo se dé cuenta adónde irá al final. Dicho de otra forma, no podrán permitirse sin saber dónde acabarán. Mis queridos hermanos, si un alma vive sin darse cuenta de adónde irá, será un alma desesperada.
Un alma que no ha recibido la remisión de los pecados está destinada a ir al infierno. Debemos diferenciar a las almas según dos criterios: un grupo está destinado a ir al infierno, y el otro al Cielo. Solo cuando podemos diferenciar a las almas de esta manera podemos tener compasión de los pecadores destinados a ir al infierno y predicarles el Evangelio del agua y el Espíritu. Entonces también podemos orar por ellos.
La vida en este mundo no lo es todo. Pero hay muchas personas desesperadas en este mundo que no se dan cuenta de esto. En vez de denunciar a estas almas, debemos tener compasión de ellas. Estas pobres almas están a nuestro alrededor. El resultado final está claro. Pero siguen con sus vidas como si nada pasase, aunque hay claramente un Cielo y un infierno.
Algunas personas pueden decir que si he estado en el Cielo. Yo he estado en el Cielo por mi fe en el Evangelio del agua y el Espíritu, y lo sé por mi fe en la Palabra de Dios. De vez en cuando escuchamos a algunas personas diciendo que han vuelto a la vida después de morir. Estas afirmaciones son increíbles, ya que dicen haber visto el árbol de la vida, un río a su lado y todo tipo de árboles con frutos en el Cielo. Pero el Cielo no es así. Las afirmaciones de estas personas no son más que mentiras. Es cierto que algunas personas caen en un coma y no se despiertan durante mucho tiempo. Pero en cuando una persona muere definitivamente y va al Cielo o al infierno, no puede volver. En cuanto la persona va a uno de estos dos sitios, no puede volver a este mundo de ninguna manera. Ni puede ir de un sitio a otro. Hay un gran golfo entre el Cielo y el infierno que nadie puede atravesar. ¿Cómo se puede decir que se ha ido al Cielo y al infierno? Esta afirmación es completamente irracional. Puede haber pasado en un sueño, pero en la realidad no se puede ir al Cielo y al infierno.
¿No están de acuerdo, mis queridos hermanos? Estas personas pueden haber soñado con esto, pero ninguna de ellas ha estado en el Cielo. Si han estado en el Cielo, ¿cómo es que han vuelto a este mundo? De todas formas, debemos hacer la obra de predicar el Evangelio, sabiendo que hay dos tipos de personas en este mundo. Cuando tratamos con los que están destinados a ir al infierno, debemos tener compasión de ellos en vez de discriminarlos. Debemos amar a todas las almas, ya sean las de nuestros hijos u otras personas. Todas las almas son igual de valiosas; y las almas de mis familiares no son más valiosas que las demás. El alma está libre de relaciones mundanas cuando una persona muere.
 
 

La realidad de los resucitados

 
Una vez le preguntaron a Jesús: «Cierta mujer tenía siete maridos. ¿De quién será mujer cuando resucite?». Jesús contestó diciendo: «Me preguntáis esto porque solo pensáis según los criterios de este mundo. Después de la resurrección no hay diferencias de sexo. No hay mujeres ni hombres». Mis queridos hermanos, los resucitados no tienen distinción ni clasificación. No hay género. No hay relaciones matrimoniales como en este mundo. Las relaciones que han formado en este mundo quedarán obsoletas en el mundo siguiente.
Algunas personas pueden decir: «Te seguiré hasta el final». «Iré donde fueron mis padres». «Tus padres fueron al infierno». «Aún así iré con mis padres». ¿Creen que sus padres les recordarán cuando les vean? No solo no les reconocerán, sino que ustedes tampoco. Los padres y los hijos no se reconocerán. Estas relaciones solo son válidas en este mundo presente. No habrá relaciones así en el mundo siguiente. Por eso, debemos amar a las demás almas como amamos a nuestras familias. Como personas que han recibido la remisión de los pecados, debemos amar a todas las almas y no solo a nuestras familias, y debemos predicarles el Evangelio.
Cuando tratamos con las almas debemos tratarlas sin discriminación y verlas con los ojos de nuestra fe en el Evangelio del agua y el Espíritu. Esto significa que debemos tener compasión de las almas destinadas a ir al infierno, sentirnos mal por ellas, tener compasión y predicarles el Evangelio del agua y el Espíritu con más motivación. Mis queridos hermanos, debemos recordar que el fin del mundo no está lejos. Es cierto que no sé cuándo pasará. Sin embargo, aunque no sé la hora exacta, el día o el año, los tiempos me dicen que el final está cerca. Miren lo que está pasando en este mundo, incluyendo los cambios climáticos. Este mundo se está convirtiendo en un lugar deprimente y horroroso. Todo se vé mal. Hay nubes oscuras sobre nuestras cabezas.
De hecho el mundo es como un cohete a punto de despegar en cualquier momento. Nadie sabe cuándo el mundo será destruido. La gente tiene miedo. El final de los tiempos estará precedido de terremotos y guerras. Aunque ahora no es el momento del retorno del Señor, cuando empiecen a ocurrir estos desastres, la Gran Tribulación estará cerca.
Mis queridos hermanos, este mundo está lleno de muchos desastres y calamidades. Cuando vemos estos signos podemos ver claramente que los días del mundo están contados. Sin embargo, para la mayoría de la gente estos tiempos pueden parecer los más pacíficos y tranquilos. Así que se sientan comiendo y bebiendo sin preocuparse, y aunque las calamidades están por todas partes, nadie está preocupado, como si no sintiesen nada. Intoxicados por el mundo, viven sus vidas diarias como si nada les fuera a pasar. Sin embargo, mis queridos hermanos, el Señor dijo: «Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre» (Mateo 24, 37). En otras palabras, nuestro Señor vendrá cuando la gente menos lo sospeche, cuando esté ocupada comiendo, bailando y cantando y cometiendo pecados sin inhibiciones.
Estos tiempos están llenos de depravación y son como los tiempos de Noé. Este mundo es muy parecido al final de los tiempos del que habla la Biblia. En estos momentos todo lo que importa es corregir a las almas con el criterio adecuado. Debemos saber en qué tiempos vivimos. Ahora debemos despertarnos. He dicho que debemos buscar a las almas desde dos perspectivas. Debemos ver si van a ir al Cielo o al infierno y debemos mirarlas desde un punto de vista espiritual. Debemos tener compasión de los que van a ir al infierno.
¿Y qué hay de ustedes? ¿Han recibido la remisión de los pecados? ¿No han recibido la remisión de los pecados entre todos sus problemas? Den gracias por esta salvación. En vez de solo recibir su propia salvación, abran sus ojos y miren a las almas de sus familias y de la gente de su alrededor. Examinen si van a ir al Cielo o al infierno. Por supuesto, encontrarán a alguien que vaya a ir al infierno y entonces deberán tener compasión, sabiendo que los que no han recibido la remisión de los pecados acabarán en el infierno. Estas almas irán todas al infierno. Mis queridos hermanos, el Señor dijo que los que creen en el final de los tiempos están bendecidos. También dijo que en el final de los tiempos habrá gente que perderá su fe.
Debemos prepararnos para todo lo que ocurrirá. Debemos guardar alimentos espiritual para nosotros y las demás almas. Debemos mostrar compasión a todas las lamas y predicarles el Evangelio. Como estos tiempos son tan malvados, el Diablo llamará a los corazones de los nacidos de nuevo para devorarlos. El Diablo estará buscando cualquier oportunidad para devorar a los nacidos de nuevo, a nosotros. De esta manera, está intentando retar nuestra fe. Todo esto es posible en estos tiempos.
Mis queridos hermanos, cuando se den cuenta de que esta era es malvada, tendrán más razón para no sentarse de brazos cruzados ante su familia, sino predicarle el Evangelio diligentemente. Como personas que están predicando el Evangelio, cuando miramos a las demás almas, debemos analizar si están destinadas a ir al infierno o al Cielo, y si están destinadas a ir al infierno debemos tener compasión ante todo. En otras palabras, debemos ser capaces de mostrar compasión a todas las almas que todavía no han sido salvadas. En vez de mirar al mundo, debemos examinar a otras almas que van a ir al infierno o al Cielo. Debemos empatizar con las almas que van a ir al infierno.
Sin embargo, aunque hay muchas personas a nuestro alrededor, la realidad es que no tenemos suficientes trabajadores que prediquen el verdadero. Ayer, el hermano Phillip nos visito y volverá a Rusia en abril. Me ha dicho que los rusos tienen muy buen corazón. Aunque ha conocido a algunas personas sin escrúpulos, como hay en todas partes, le ha resultado fácil conectar con los rusos, ya que la mayoría tienen un buen corazón y mucho optimismo. Así que me sentí muy contento al escuchar que nuestro ministerio del Evangelio en Rusia va muy bien.
De esta manera, el verdadero Evangelio está siendo predicado por todo el mundo, pero por otro lado parece que el cristianismo se ha quedado dormido. No hay nadie predicando el Evangelio del agua y el Espíritu en las universidades. En el pasado había gente predicando el Evangelio en todas partes, aunque fuera un evangelio falso. Predicaban el Evangelio en las clases. Pero ahora esa gente ha desaparecido. En momentos como este, los nacidos de nuevo tienen más razón para despertarse. No debemos quedarnos dormidos.
 
 

Debemos estar despiertos espiritualmente

 
Debemos despertarnos espiritualmente. Aunque estemos durmiendo, debemos despertarnos. ¿Qué debemos hacer cuando nos despertemos? Cuando podemos ver a través de las almas, para averiguar dónde van a ir, podemos despertarnos. Si no ven que las almas están de camino al infierno, no podrán despertarse. De lo contrario, se dormirán aún más. Sin embargo, si pueden ver que ese alma está justo delante de ustedes y que va de camino al infierno, su mete estará confusa y se levantarán enseguida.
Estamos predicando el Evangelio aunque la gente no crea en él, aunque no venga a nuestra iglesia. Cierto estudiante universitario tenía pesadillas todos los días. Después de predicarle el Evangelio ya no tuvo más pesadillas, pero ahora bebe en vez de venir a la Iglesia. El ser liberado de esas pesadillas es algo bueno. Algunas personas piensan que está bien no venir a la Iglesia. Pero hay una cosa clara; si un demonio visita a este hermano, tendrá fuerzas para levantarse contra él. ¿Por qué? Porque ahora tiene el Evangelio en su corazón, porque está sin pecados. Ahora puede rechazar al demonio y tener poder porque está seguro.
Sin embargo, el problema es que, aunque este hermano ha sido redimido de todos los pecados al escuchar y creer en el Evangelio, está siendo vencido por su carne. Su Señor ha sido sustituido por el alcohol. Ha sustituido al Señor con un señor terrenal, y ahora está sirviendo a dos señores. Así que esto es un problema, pero aún así, estoy agradecido que haya podido creer en Dios Padre, nuestro Señor. Probablemente está haciendo un amigo con un señor terrenal, el licor. No puede venir a nuestra Iglesia porque no puede abandonar a este señor. Mis queridos hermanos, no hay nada que hacer si la gente no puede venir a nuestra iglesia. Aún así, en vez de estar defraudados, los nacidos de nuevo deben seguir predicando el Evangelio diligentemente. Debemos ser obreros que prediquen el Evangelio a todos los que van a ir al infierno.
No creo que todo el que recibe la remisión de los pecados se convierte en un obrero de Dios. Sé que los que se convierten en obreros de Dios aman a las demás almas y al Señor, y a pesar de ser insuficientes en su carne, aman a sus propias almas y a las de los demás. Como obreros de Dios, debemos seguir predicando el Evangelio del agua y el Espíritu aunque los que lo escuchen no vengan a la Iglesia.
Es muy importante ayudar a tantas almas como sea posible a recibir la remisión de los pecados y enseñarles el Evangelio del agua y el Espíritu. Este es mi único deseo en este mundo. Mi único deseo es que todo el mundo conozca el Evangelio del agua y el Espíritu y que crea en él. Recuerden siempre que este es el deseo de nuestro Señor. Siempre que la gente escuche el Evangelio, no me importa si vienen o no a nuestra iglesia. No me importa si van a otra iglesia después de recibir la remisión de los pecados. No me importa donde vayan, si siguen estando en la palma de las manos del Señor. Ese lugar no será su hogar, porque su hogar está aquí. Dejen que vayan a otro sitio, que hagan tantas ofrendas como quieran, y que sirvan tanto como quieran.
Mis queridos hermanos, lo que de verdad necesitamos es unos ojos que puedan ver el estado de todas las almas. Debemos orar al Señor para que nos dé esta habilidad y predicar el Evangelio. Aunque haya pocas personas que tengan el Evangelio, y haya pocos obreros de Dios. Si oramos a todas horas, nos preparamos un poco más, plantamos más iglesias y predicamos el Evangelio en el extranjero, todo el mundo podrá conocer este Evangelio al final. Todos conocerán este Evangelio de Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu y recibirán la remisión de los pecados.
Mis queridos hermanos, estoy seguro de que este día no esta muy lejos. Pronto nuestros hermanos coreanos podrán conocer el Evangelio del agua y el Espíritu. Dentro de algunos años el número de creyentes de este verdadero Evangelio incrementará aún más. Las iglesias de esta ciudad están cambiando. En otras palabras, todos los cristianos dicen ser personas justas ya tengan pecados o no. En el pasado, cuando los cristianos decían que eran justos, eran acusados de ser herejes. Pero ahora los pastores de esta ciudad dicen sin dudar que son justos porque creen que Jesús ha borrado sus pecados con Su sangre derramada en la Cruz. Pero, ¿es cierto que todos sus pecados han sido borrados de sus corazones al creer solamente en la sangre de Jesús? ¿Nos convertimos en personas justas cuando creemos solamente en la sangre derramada en la Cruz? No, no es así.
En tiempos como este, todo lo que tenemos que hacer es predicar el verdadero Evangelio, demostrar claramente la prueba de que somos justos. Estoy seguro de que en nuestro país la gente recibirá la remisión de los pecados. Estoy tan seguro de que no solo los coreanos, sino la gente del mundo recibirá la remisión de los pecados de esta manera. Pronto, antes del final del mundo, muchas personas conocerán el Evangelio del agua y la sangre. Así que esto ocurrirá, nuestro Señor nos dará fuerzas y nosotros cumpliremos con nuestro llamado. Pase lo que pase, nos dedicaremos con todas nuestras energías a predicar el Evangelio del agua y la sangre a todo el mundo.
Mis queridos hermanos, somos personas despiertas. Tenemos mucho que hacer. No se preocupen por sí mismos solamente. Primero deben predicar el Evangelio a los miembros de su familia para que sean salvados. ¿No estarán tristes si sus familiares no son salvados? ¿Estará su corazón en paz aunque sus familiares vayan al infierno? Debemos orar. Debemos orar a Dios con un corazón para que el Evangelio sea predicado. Dios nos contestará si oramos con un corazón unido. Por eso debemos orar día y noche. Debemos orar a Dios por fe una y otra vez para que salve a estas almas. Después de que haya pasado algún tiempo después de orar así, debemos acercarnos a estas personas y hacer que acepten el Evangelio. Si no nos escuchan, debemos volver a orar. Si oramos por fe, entonces, tarde o temprano, los corazones de estas personas cambiarán y creerán. Mis queridos hermanos, debemos seguir orando. ¿Cómo he dicho que debemos ver a estas almas? Debemos verlas como dos tipos de almas, las que están destinadas al infierno y las que están destinadas al Cielo. En otras palabras, antes de predicar el Evangelio debemos diferenciar quien va a ir al Cielo y quien al infierno.
Les pido que recuerden la parábola de Lázaro y el hombre rico en el pasaje de las Escrituras de hoy, que diferencien los dos tipos de almas y que tengan compasión de los que están destinados a ir al infierno y les prediquen el Evangelio. Estén en guardia. El fin no está muy lejos. Incluso si el Señor vuelve mañana, debemos hacer nuestra tarea hoy. Ya tengan un trabajo o un negocio, deben trabajar diligentemente, y si el Señor vuelve mañana, deben terminar lo que se les ha confiado. Sin embargo, aunque deben cuidar de sus asuntos carnales, no deben distraerse y deben dedicarse sobre todo a salvar a las almas y predicarles el Evangelio con compasión.
Hemos sido llamados por el Señor para hacer su obra y al ver nuestra fidelidad, Dios nos ha convertido en Sus obreros para trabajar en esta Iglesia. Ante todo, debemos estar despiertos y vivir por la salvación de las almas. Nuestro Señor dijo que vendría cuando la gente estuviese cómoda y segura. Miren lo que pasa en estos tiempos. ¿Acaso no es hora de despertarse? Mis queridos hermanos, recuerden que es hora de levantarse. Debemos estar en guardia. Debemos tener las prioridades correctas y predicar el Evangelio a las almas del mundo. Mientras que deben ser diligentes en sus vidas diarias, estudiar, trabajar y cuidar de sus familias, deben hacerlo todo, ya coman o beban, por la gloria de Dios y por la predicación del Evangelio. Entonces debemos vivir nuestras vidas de esta manera, e ir al lugar maravilloso donde nos llama el Señor.
Mis queridos hermanos, recuerden que cuando usan todo lo que tienen por el Evangelio y cuando llevan a muchas almas al Señor en el mundo siguiente, esto es lo más valioso. Es la obra más virtuosa y justa. Si no podemos hacerlo, lo demás no tendrá ningún sentido. Un terremoto puede destruir todas las cosas del mundo, y todas nuestras posesiones no valdrán para nada cuando venga la tribulación. Por tanto, todo el mundo es igual ante el Señor, rico o pobre. Mis queridos hermanos, debemos vivir por la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu. Quiero hacer esta obra hasta el día en que muera. Creo que si vivo de esta manera, el Señor me llevará con Él. Pero no iré antes que ustedes. A pesar de mi salud, soy más resistente y fuerte de lo que muchas personas piensan. Aunque parezca muy cansado, solo necesito un par de días de descanso. Así que no tienen nada de lo que preocuparse. Pase lo que pase, predicaré el Evangelio del agua y el Espíritu hasta que no me queden fuerzas. Estoy convencido de que el Evangelio florecerá pronto y que ustedes creen lo mismo.