(Efesios 5, 1-17)
«Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó asimismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), comprobando lo que es agradable al Señor. Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor».
Pablo dijo en el pasaje de las Escrituras de hoy: «Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó asimismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante» (Efesios 5, 1-2). Dicho de otra manera, Pablo nos está diciendo: «Quien haya sido salvado por Dios debe ser un imitador Suyo. Como el Señor, vuestro Dios, os ha salvado de todos vuestros pecados y de la condena al sacrificarse a Sí mismo, debéis arrepentiros de vuestros sucios pecados cometidos en el pasado y vivir una vida piadosa».
Pablo siguió diciendo en Efesios 5, 5: «Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios». Así, la Biblia nos enseña claramente que, quien sigue sus propios deseos, codicia las cosas del mundo, o adora a ídolos en vez de Dios, no tiene herencia en Su Reino. Aunque los justos heredaremos el Reino de Dios, ningún pecador tendrá nada que ver con este Reino. De hecho, todos nosotros, los que hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, estamos viviendo nuestras vidas en la Iglesia de Dios para servir a este Evangelio. Todos tuvimos que entender y creer en que Jesucristo sacrificó Su cuerpo como propiciación a Dios Padre para dar una aroma dulce. Además tenemos de dejar nuestra codicia pasada, nuestra inmoralidad sexual, nuestra avaricia e idolatría. Ahora que nos hemos convertidos en hijos de la luz, debemos confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu y servirlo en nuestras vidas, ya que tenemos un nuevo estatus. El pasaje de las Escrituras de hoy nos avisa que los justos debemos saber cuál es la voluntad del Señor, y exponer las obras de la oscuridad que no dan frutos en vez de participar en ellas, porque es vergonzoso hablar de cosas hechas por pecadores en secreto.
Dios nos dijo que no tuviésemos hermandad con las obras sin frutos de la oscuridad
No hay nada más perecedero que las cosas que los justos reciben al participar en las obras de la carne. En otras palabras, nadie que crea en el Evangelio del agua y el Espíritu debe volver a su vida pasada, porque esto no solo es vergonzoso, sino también estéril. Esto significa que no deben volver a su pasado para perseguir sus deseos carnales y sus placeres, ni deben adorar a ídolos nunca más. Las obras de la carne consisten en exaltarse a uno mismo por encima de Dios y preocuparse de uno mismo más que de Dios, y por eso es vergonzoso hablar de estas cosas. Por tanto, si hemos hecho algo malo en nuestras vidas, debemos ser regañados, ir a Jesucristo, el Rey de la justicia, y ser transformados en luz. El Señor también nos enseñó a caminar como personas sensatas y no estúpidas.
Dios dijo que si hay algo malo en nuestras vidas, todas las cosas que Dios rechaza quedan expuestas por la luz. Si dejamos que nuestras vidas vayan por el mal camino y seguimos los deseos de nuestra carne después de nacer de nuevo, debemos ser regañados. Nuestros corazones estarán iluminados entonces. La mayoría de los corazones de la gente se deprimen cuando son regañados por algo que hacen mal. Por el contrario, cuando los justos hacemos algo malo ante el Señor y la luz nos regaña por eso, admitimos que hemos hecho algo malo y miramos hacia la justicia del Señor; por lo que estamos obligados a glorificar a Dios y darle gracias, porque nuestro Señor ha borrado todos nuestros pecados con el Evangelio del agua y el Espíritu, y por tanto no hay condena para nosotros.
Como la oscuridad es oscuridad y la luz es luz, si nos perdemos en la oscuridad, debemos ser regañados por eso, mientras que nuestra fe en la justicia de Dios debe ser alabada. Aunque creamos en el Evangelio del agua y el Espíritu y vivamos en la justicia de Jesucristo, es todavía posible sucumbir a una vida carnal más a menudo de lo que pensamos. En momentos como estos la oscuridad desciende sobre nosotros.
Sin embargo, nadie que viva en el Señor debe seguir en la oscuridad durante mucho tiempo. Así que es absolutamente indispensable que los santos de Dios y Sus siervos admitan sus errores y vuelvan a la justicia del Señor lo antes posible. En vez de intentar excusar nuestros fallos, todos debemos admitirlos ante Dios y vivir confiando en Su justicia. Debemos buscar la justicia del Señor todos los días de nuestras vidas. La justicia del Señor ha borrado todos nuestros pecados, y por tanto no solo debemos ser revelados como hijos de la luz por nuestra fe, sino que debemos confiar en esta justicia del Señor.
El Señor nos dijo que aprovechásemos el tiempo
Está escrito en Efesios 5, 15-16: «Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos». Al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no solo hemos recibido nuestra salvación, sino que también nos hemos convertido en hijos de la luz. Por eso, de ahora en adelante debemos caminar con sensatez y aprovechar el tiempo para hacer la obra del Señor.
Es absolutamente imperativo entender cuál es la voluntad del Señor. Si han recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, debemos saber en qué tipo de era estamos; y como el Señor nos ha salvado, debemos considerar cómo debemos vivir el resto de nuestras vidas hasta que vayamos al Señor y le veamos cara a cara.
Mientras estemos en este mundo, debemos vivir con fe para que nuestras vidas en este mundo sean fructíferas. Para conseguir esto, debemos entender cuál es la voluntad del Señor para nuestras vidas. El Señor nos ha puesto en este mundo por un objetivo divino. Por eso, mientras seguimos viviendo con fe ante Dios, es absolutamente importante darnos cuanta de cuál es Su voluntad. Dicho de otra manera, si estamos viviendo sin entender la voluntad del Señor, esto solo puede significar que no estamos viviendo una vida de fe cristiana correcta.
¿Qué tipo de vida vivimos cuando nos damos cuenta de la voluntad de Dios en nuestras vidas? Si hemos recibido la remisión de los pecados en este mundo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, todos debemos vivir por el Reino de Dios. Esta voluntad no solo sustentará nuestra fe, sino que también nos hará estar bien en cuerpo y en alma. Vivir para la predicación del Evangelio es vivir con un conocimiento correcto de la voluntad del Señor. Vivir solo por nuestra fe, por otro lado, indica la ausencia de la sabiduría espiritual.
El Señor nos dijo que fuésemos sabios. Nos dijo que fuésemos inofensivos como palomas y astutos como serpientes (Mateo 10, 16). Cuando leemos el libro del Génesis, vemos que el malvado Diablo tienta a Adán y Eva y les hace pecar para cumplir su deseo, y hoy también Satanás está obrando entre la gente de esta manera. Por tanto es absolutamente indispensable que nos demos cuenta de lo que es sabio y beneficioso para nosotros, y vivamos ante Dios con esta sabiduría. Si de verdad hemos recibido la remisión de los pecados, ¿acaso no debemos todos vivir el tipo de vida que salva a las otras almas y complace a nuestro Señor Jesús? En realidad, si creemos que Jesús cargó con todos nuestros pecados sobre Su cuerpo, murió en la Cruz, y se levantó de entre los muertos, todos debemos vivir según la voluntad del Señor. Esto es lo que significa vivir con sabiduría. Los sabios viven de una manera beneficiosa, no solo para sus propias almas, sino también para el Reino de Dios, y salvan y sirven a otras almas. Así es como pueden matar dos pájaros de un tiro. Es decir, si de verdad han sido salvados de todos sus pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, deben vivir de una manera que no solo les traiga las bendiciones de Dios, sino que también beneficie a los demás.
El Señor nos dijo que supiésemos cuál es Su voluntad. Entonces, ¿qué es esta voluntad divina de la que el Señor nos habla? Se trata de predicar el Evangelio del agua y el Espíritu hasta los confines de la tierra y entonces ir al Reino de los Cielos que Dios nos ha preparado. Darnos cuenta de esto y vivir por fe es hacer la voluntad del Señor. Debemos entender esta voluntad del Señor. Es la voluntad del Señor que llevemos a otras personas a entrar en el Reino de Dios. Por eso debemos creer y vivir según la voluntad del Señor. Esta vida hace posible que, no solo prosperen, sino que también salven a otros del pecado. Esto es lo que significa vivir con sabiduría.
Una de las lecciones que el Apóstol Pablo nos está enseñando en su epístola a los efesios es que todos hemos sido esclavos de la oscuridad en el pasado, y no los hijos de la luz. Como habíamos sido esclavizados por el Diablo antes de creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, no podíamos evitar vivir en la oscuridad. Hasta que nos dimos cuenta del Evangelio del agua y el Espíritu, todos habíamos practicado la inmoralidad sexual, habíamos adorado a ídolos, y desobedecido la voluntad de Dios en nuestras vidas. Sin embargo, ahora que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu, hemos sido salvados de todos nuestros pecados y nos convertiremos en los hijos de la luz de Dios.
Por tanto, aunque a veces tropezamos y caemos en la debilidad por culpa de nuestros fallos, por lo menos nuestros corazones deben vivir con esta fe inamovible en el Evangelio del agua y el Espíritu. Todos nosotros debemos vivir por fe, darnos cuenta de quién somos, de si somos o no hijos de Dios y de si somos hijos de la luz o de la oscuridad.
Su apoyo es absolutamente indispensable para que el Evangelio se predique por todo el mundo
Par que el Evangelio se predique por todo este mundo debe haber gente que lo apoye, de la misma manera en que una flor no pueda abrirse sin un tallo o una raíz que la sujete y la mantenga. Examinemos esta relación a través de la forma de la lámpara de oro del Tabernáculo. Había siete cuencos hechos como flores de almendro en cada uno de los brazos de esta lámpara de oro, y cada cuenco estaba sujeto con un pomo ornamental para que la lámpara diese luz dentro del Tabernáculo (Éxodo 25, 31-39). En esta revelación, Jesús es la Luz, la flor es el Evangelio del agua y el Espíritu, y todos nosotros somos estos pomos ornamentales que deben mantener el ministerio del Evangelio para predicar la justicia de Dios. Es Jesucristo quien nos ha salvado de todos nuestros pecados. ¿Cuál es su función entonces? Nuestra función es la de apoyo, la de construir los cimientos para que se predique el Evangelio. Somos los pomos ornamentales que sujetan la flor del Evangelio. Así que solo cuando cumplimos nuestra función de apoyo correctamente la flor del Evangelio podrá abrirse en toda su gloria para que la vea todo el mundo.
Nuestra función en evangelizar el mundo es apoyar el ministerio del Evangelio desde detrás en vez de estar en el centro de atención. Es absolutamente importante que mantengamos el ministerio del Evangelio. Así que debemos pensar cómo podemos mantener el ministerio del Evangelio y servirlo bien día y noche. Como personas que mantienen el ministerio del Evangelio, nunca deben desfallecer porque la voluntad de Dios no se hace fácilmente. Esto se debe a que lo que están haciendo ahora mismo es muy importante. Cuando predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu, su función es crucial e indispensable. De hecho, todos nosotros estamos apoyando el ministerio del Evangelio de una manera u otra, lo único que es diferente es la posición que tenemos cada uno cuando servimos el Evangelio.
Nuestro Señor nos dijo que caminásemos rectos, y debemos darnos cuenta de que nuestra llamada es para mantener el ministerio del Evangelio. Ninguna de las cosas que hacemos para apoyar al Evangelio es la flor misma. Estas cosas no se hacen para conseguir nuestros propios objetivos, sino para apoyar el ministerio desde atrás. Por tanto, todos nosotros debemos darnos cuenta que por fe deberíamos hacer la obra de apoyar al ministerio del Evangelio, y que si hay más pomos ornamentales, la flor del Evangelio florecerá más aún. Cuando cumplimos con nuestra función correctamente el Evangelio de Verdad se predica más para alcanzar a todo el mundo.
Hemos estado trabajando duro para anunciar nuestros libros sobre el Evangelio en Internet para que haya más gente que tenga la oportunidad de nacer de nuevo. Servir al Señor así es lo que significa apoyar al Evangelio del agua y el Espíritu. Muchas personas han recibido la remisión de los pecados al leer nuestros libros que contienen el Evangelio del agua y el Espíritu, pero seguiremos dándoles esta oportunidad a más personas para que reciban la remisión de los pecados, y no les falte nada para recibir al Señor cuando vuelva el último día. Estamos apoyando el ministerio del Evangelio con esperanza y fe porque sabemos seguro que nuestro Señor hará que las almas perdidas tengan conocimiento.
Ahora mismos, muchos de nuestros trabajadores están trabajando bajo un calor desolador, con temperaturas de más de 36 C por la obra de Dios. Han estado trabajando tan duro que sus cuerpos están llenos de polvo. La Palabra de Dios nos dice que caminemos en línea recta, y que lo que estamos haciendo ahora es la voluntad del Señor y estamos apoyando el ministerio del Evangelio en obediencia. Por eso hemos trazado un plan concreto para apoyar al ministerio del Evangelio durante este año, para que podamos predicarlo más. Al haber considerado cómo podemos mejorar el Evangelio, estamos orando por él y vamos a vencer este reto por fe. Esto es lo que nos está enseñando el Apóstol Pablo.
El Apóstol Pablo cumplió con lealtad su función de apoyo durante la era de la Iglesia Primitiva. Por eso, Pablo también llevó a cabo un ministerio literario durante los primeros años del cristianismo y por eso la Palabra de Dios ha pasado hasta la actualidad. Tenemos las epístolas paulinas en nuestras manos porque el Apóstol Pablo se las escribió a los santos de sus días.
Sin embargo, el Evangelio del agua y el Espíritu solo fue predicado durante 300 años desde la fundación de la Iglesia. Aunque los santos en esa época creían en el Evangelio del agua y el Espíritu y defendían su fe en este Evangelio de verdad, con el paso del tiempo, cuando los cristianos ya no fueron perseguidos, dejaron de predicar el Evangelio de forma gradual. Cuando el cristianismo fue adoptado como religión estatal del imperio romano, muchos cristianos acabaron olvidando la voluntad del Señor y buscaron la fama y el poder del mundo. Como resultado, este mundo cayó en la Edad Oscura desde ese momento hasta el fin de la Edad Media. La Edad Oscura no solo comprendía la Edad Media, sino también todos los siglos durante los cuales el Evangelio del agua y el Espíritu no fue predicado.
Sin embargo, Dios nos ha dado el Evangelio del agua y el Espíritu en esta era presente, y nos ha hecho predicar este Evangelio por todo el mundo. Cuando pensamos en esta obra de Dios, podemos darnos cuenta de cuánto hemos sido benditos. Estamos siendo utilizados como instrumentos de Dios para hacer Su obra valiosa, y estamos muy contentos por ello. Pero debemos reconocer que ahora es la única oportunidad que tenemos para predicar el Evangelio del agua y el Espíritu a todo el mundo. El Apóstol Pablo nos pidió que entendiésemos la voluntad del Señor y aprovechásemos el tiempo, porque los días son malvados. Por tanto, a no ser que prediquemos el Evangelio del agua y el Espíritu ahora en esta era, no tendremos otra oportunidad. Como he dicho a menudo, esta era presente está experimentando muchos cambios. Los tiempos están cambiando tan rápidamente que un solo año ya es una gran diferencia. Con el calentamiento global, las temperaturas del verano que viene en Corea pueden alcanzar los 40 C o 104 F. Si hace demasiado frío o demasiado calor por culpa del calentamiento global, será difícil predicar el Evangelio del agua y el Espíritu.
Cuando hace demasiado calor me resulta difícil centrarme en mi trabajo, pero ayer noche, cuando me fui a la cama, noté como hacía más fresco. Por la mañana ya hacía más frío. Fue muy refrescante levantarme esta mañana con este frescor y aire fresquito. Al ver que el tiempo refrescaba me sentí con más fuerzas para hacer la obra de Dios más diligentemente. Cuando hace calor solo puedo pensar en lo mal que lo paso, pero ahora que hace más fresco, puedo concentrarme en la tarea que tengo que hacer mientras le doy gracias a Dios por darme este tiempo para trabajar. Como gente que apoya el ministerio del Evangelio, tenemos un trabajo muy importante. Estamos viviendo con fe con un conocimiento exacto de la voluntad de Dios, porque Él nos dijo que entendiésemos Su voluntad.
Ahora estamos apoyando el ministerio del Evangelio, pero debemos trabajar más duro
Es absolutamente importante que cumplamos nuestra función de apoyo para predicar el Evangelio. No solo son los que predican la Palabra de Dios en primera línea de fuego los que tienen una función importante. De alguna manera, la predicación de la Palabra puede ser mucho más fácil. Así que, si los siervos de Dios no hacen otra cosa que predicar Su Palabra y se niegan a servirle de otras maneras, no son más que unos vagos. Los pastores de hoy en día que no conocen el Evangelio del agua y el Espíritu, pasan toda la semana preparando y practicando sus sermones, sacando información de todo tipo de libros, y todo en nombre de la predicación de la Palabra de Dios. En contraste, los que predican la Palabra de Dios confiando en el Evangelio del agua y el Espíritu no hacen eso. Dios les habla mientras sirven al Señor en muchas tareas distintas. Cuando Sus siervos leen la Biblia, Dios les da la Palabra para que la prediquen a su debido tiempo. Dios les da toda Palabra necesaria en la Iglesia de Dios. Ningún pastor habla por sí mismo, sino que es el Señor quien habla en Su iglesia. Por tanto, sería un gran error que un pastor pensase que solo tiene que predicar la Palabra.
Todos nosotros debemos apoyar el ministerio del Evangelio fielmente. Predicar la Palabra de Dios es apoyar el ministerio del Evangelio, de la misma manera que lo es revisar el manuscrito de un libro sobre el Evangelio. No está bien que se les acaben las cosas que deben hacer para servir a la obra de Dios, y por eso he inventado diferentes tareas y se las he asignado para que no dejen de servir al Señor. Es mi responsabilidad hacer que sigan llevando a cabo la obra de Dios. También lo he hecho para asegurarme de que no se desesperan, y para ello hay nuevas tareas para que apoyen el Evangelio por detrás todo el tiempo. En resumen, nosotros trabajamos juntos para apoyar el ministerio del Evangelio y para que el verdadero Evangelio florezca completamente en toda su gloria.
¿Durante cuánto tiempo debemos hacer esta obra? Debemos hacerla hasta que el Señor vuelva. Debemos hacerla hasta que vayamos al Señor y le veamos cara a cara. Algunos de nosotros nos sentiremos cansados de hacer esta obra valiosa pero dura. Sin embargo, no hay razón por la que debamos sentirnos cansados de servir al Evangelio. De hecho, no hay otra cosa más ideal para nosotros que servir al Señor. ¿Hay algo mejor que hacer mientras vivimos en este mundo que trabajar por la predicación del Evangelio de Dios? Hablen si piensan que hay algo mejor que apoyar el ministerio del Evangelio. ¿Es mejor ir a la bolera que servir al Evangelio? ¿Es mejor ir a bailar, jugar al billar, al fútbol o hacer cualquier otra cosa? No, no hay nada mejor que la obra del Evangelio que estamos haciendo para llevar a todo el mundo a recibir la salvación.
Los asuntos de este mundo no valen la pena. La gente se preocupa tanto por la apariencia exterior y las cosas del mundo solo porque es insensata. Es bueno para nosotros tener lo que necesitamos para hacer la obra de Dios y para florecer por el camino mientras el Señor lo permita. Pero si buscásemos el gozo de la vida en el pecado, la vida sería insoportable. Tampoco hay ningún gozo en ganar dinero sin ningún objetivo. Nosotros invertimos nuestro dinero ganado con el sudor de la frente en el Reino de Dios y por eso el Evangelio se está predicando, y esto es lo que hace que valga la pena trabajar tan duro. Es muy bueno para ustedes vivir por la predicación del Evangelio del agua y el Espíritu sin importar que sean jóvenes o viejos.
La semana que viene publicaremos un nuevo libro sobre la epístola de Gálatas y será distribuida por todo el mundo. Hay muchos cristianos que no saben lo mal que está confiar en sus propias oraciones de penitencia para ser salvados, pero cuando este libro sea publicado y se lea, la gente se dará cuenta de que confiar en sus oraciones de penitencia está lleno de contradicciones. También se dará cuenta de cuánta gente está en contra de la Verdad del Evangelio del agua y el Espíritu. Si podemos publicar un par de libros para hablar de este tema para estos cristianos equivocados, esto será muy gratificante.
Confiar en el Evangelio del agua y el Espíritu y servirlo en nuestras vidas es el camino correcto para vivir una vida cristiana correcta. Todos nosotros debemos preguntarnos cómo podemos predicar este Evangelio por todo el mundo, cómo podemos encontrar dinero para conseguirlo, y cómo debemos gastar nuestro dinero, ganado con el sudor de nuestras frentes, para este objetivo. Incluso hoy en día hay muchas personas en este mundo que se preocupan por qué comer y beber, pero nosotros pensamos constantemente en cómo predicar el Evangelio por todo el mundo. Esta vida vale la pena.
Aunque lo que estamos haciendo ahora es duro para nuestros cuerpos, estamos haciendo una obra bendita a los ojos de Dios. Los siervos de Dios que lo fueron antes que nosotros hace mucho tiempo predicaron esta Palabra y sirvieron este Evangelio como nosotros. Pablo, por ejemplo, escribió epístolas a diferentes iglesias, desde Efeso a Tesalónica. Hace poco, mientras estaba viendo los Juegos Olímpicos de Grecia, vi algunas escenas de la región mediterránea, incluyendo Turquía. Todas las siete iglesias mencionadas en el capítulo 1 del Apocalipsis, desde Efeso hasta Esmirna, Pérgamos, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea estaban en esta región, en la parte occidental de Turquía para ser más concretos. Hay muchos lugares históricos de la Iglesia Primitiva en esta zona. Así que, cuando vi estos lugares en la televisión, pensé: «Nuestros predecesores de la fe predicaron el Evangelio a la gente que se parece a esa gente, pero desgraciadamente no queda nada de estas iglesias. ¿Qué ocurrió? ¿Por qué se esfumó el Evangelio del agua y el Espíritu y no dejó nada en esta zona?”
Había doce Apóstoles de Dios, pero entre los que aprendieron de los Apóstoles, hay muchos que perdieron su verdadera fe. Entre los doce discípulos de Jesús, el que vivió más tiempo fue Juan. Este Apóstol dio testimonio del verdadero Evangelio en sus tres Epístolas. Dijo que nuestra salvación no vino solo por el agua, ni solo por la sangre, sino por el agua, la sangre y el Espíritu (1 Juan 5, 6-8). El Apóstol Pablo dio testimonio claramente de que Jesús, el Hijo de Dios, vino al mundo y nos salvó a través del agua, la sangre, y el Espíritu. Jesucristo es Dios, nuestro Creador y nuestro Salvador. Cuando vino al mundo, cargó con nuestros pecados al ser bautizado por Juan el Bautista, murió en la Cruz en nuestro lugar, se levantó de entre los muertos, y así nos ha salvado a todos los que creemos en esta Verdad. Así, el Apóstol Juan dio testimonio de la Verdad de salvación completamente.
Con el paso del tiempo esta Verdad del Evangelio desapareció. Así que la edad de la oscuridad siguió hasta el día en que el Evangelio del agua y el Espíritu nos fue revelado a nosotros. Ahora somos los que creemos en este Evangelio del agua y el Espíritu apostólico y lo servimos. Si el libro de Hechos se estuviese escribiendo ahora todavía, nosotros apareceríamos como los discípulos de Jesucristo.
La palabra «apóstol» significa una persona enviada por Dios. Él nos ha enviado a este mundo. Al habernos salvado de todos los pecados del mundo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, Dios nos ha convertido en hijos de la luz, y nos ha enviado a este mundo para predicar el Evangelio por todo el mundo. Por eso estamos tan benditos. A los ojos de Dios, solo nosotros somos Sus apóstoles en esta era.
Algunos de ustedes se preguntarán: «¿Por qué debería estar contento si no tengo nada que hacer a parte de la obra de Dios durante toda mi vida?» Sin embargo, como siervos fieles de Dios debemos dedicarnos completamente a la obra que Dios nos ha confiado. Yo también soy fiel a la obra que se me ha encargado. No solo predico la Palabra de Dios, sino que, cuando mi sermón ha acabado, me cambio de ropa y hago trabajo manual. Ponerse la ropa de trabajo y hacer su trabajo es importante. Así es como se apoya la flor del Evangelio. Del mismo modo en que los dientes de león esparcen sus semillas por todo el mundo para que salgan más dientes de león por todas partes, la predicación del Evangelio funciona de la misma manera. Por tanto, cuando trabajamos en cualquier tarea, debemos ser preactivos y diligentes hagamos lo que hagamos.
Si saliésemos al mundo y realizásemos un trabajo físico en la construcción, algunos de nosotros no sentiríamos heridos en el orgullo. Después de todo, no seríamos más que obreros en una obra. Pero estamos muy contentos por lo que estamos haciendo ahora, porque es la obra del Señor y vale la pena. Todos nosotros debemos trabajar unidos.
Ahora entendemos exactamente cuál es la voluntad del Señor. Por eso estamos predicando el Evangelio del agua y el Espíritu diligentemente a todo el mundo. Yo pienso que no nos quedan muchos días para predicar este Evangelio. Recientemente en Florida, muchas personas murieron o tuvieron que dejar sus casas como consecuencia del huracán Charley. En Francia una ola de calor ha empezado a sacudir al país, y las temperaturas se han elevado por encima de los 35 C, cuando lo normal en esta estación del año son unos 25 o 26 C. Se dice que muchas vidas se perderán si las temperaturas superan los 36 C. Incluso en Corea he oído que ya no será extraño ver a las personas mayores débiles morir como consecuencia de una ola de calor.
Ayer un terremoto sacudió Incheon, una de las ciudades portuarias más grandes, situada a 40 Km. al oeste de Seúl. Este no fue un incidente pequeño, ya que el terremoto fue lo suficientemente fuerte como para que la gente sintiera los temblores. Aunque es raro que haya terremotos en Corea, en ocasiones se han producido. Imaginen lo que sucedería si el país entero se destruyese por un terremoto. ¿Podríamos predicar el Evangelio? No, no sería posible. Por eso debemos predicar el Evangelio diligentemente ahora, porque es el momento ideal. Ahora todos debemos trabajar diligentemente sin pensar en lo que tenemos delante de nosotros.
Debemos predicar el Evangelio diligentemente por todo el mundo ahora. Si algo pasa en este mundo en unos años, no podremos predicar el Evangelio. Cuando ocurran desastres, guerras, crisis políticas mundiales, y la economía mundial se venga abajo, no podremos predicar el Evangelio aunque queramos. Antes de que estas cosas ocurran, debemos terminar de predicar el Evangelio por todo el mundo a través de nuestro ministerio literario. Entonces los libros que estamos enviando empezarán a obrar en las vidas de muchas personas. Cuando la gente se de cuenta de que la gran tribulación está cerca como se profetiza en la Biblia, y cuando la vuelta del Señor sea inminente, se acordarán de los que leyeron en nuestros libros. Entonces se examinarán para ver si han sido salvados, y cuando se acuerden de que leyeron en nuestros libros cómo el Señor les salvó, creerán y se aferrarán al Evangelio del agua y el Espíritu. Muchas personas serán salvadas en ese momento. Los que salen ahora llorando para plantar la semilla, sentirán mucho gozo en ese día. Los que son demasiado vagos para trabajar ahora, llorarán ese día. Quien siembre ahora con sufrimiento a pesar del dolor, podrá sonreír entonces.
El Señor dijo en el Libro del Apocalipsis que cuando llegue el final, quemará un tercio de los árboles, plantas y hierbas del mundo. Pueden preguntarse cómo van a ocurrir estas cosas. Pero este verano he visto algunos árboles ginkgo secándose cuando antes tenían hojas lustrosas y verdes. También he visto como los cultivos en nuestros campos en Inje se están secando. Los cultivos estaban secos aunque había agua saliendo de los aspersores. Dios dijo que en el fin de los tiempos la gente se secará hasta morir de esta manera. Esta era llegará sin falta. Estas señales ya han empezado a manifestarse en esta era. Las vemos por todas partes, desde El Niño hasta la Niña, desde olas de calor masivas hasta grandes riadas. Sin embargo, la gente está tan acostumbrada a estos fenómenos que ya no está sorprendida. Estas personas están tan anestesiadas al dolor de los desastres que no les dan importancia.
La obra que estamos haciendo ahora es la correcta. Si predicamos el Evangelio del agua y el Espíritu ahora, llegará el día en que recojamos nuestra cosecha con gozo. Aunque sea difícil para ustedes, si siguen predicando el Evangelio del agua y el Espíritu como los están haciendo ahora, pronto llegará el momento en que podrán recoger la cosecha con gozo. Llegará el día en que presentarán a la gente salvada ante Dios como fruto de su devoción. En ese momento, Dios les recompensará con más bendiciones como a los siervos en la parábola de Jesús que recibieron cinco y dos talentos más respectivamente por su obra justa. Asimismo compartiremos el gozo en el Señor. Recibiremos una vida nueva para siempre, no como meros seres humanos sino como seres honorables. Así que pongamos nuestras mentes en estas bendiciones maravillosas y entendamos la gloria que nos espera a todos.