(Lucas 11, 1-13)
«Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal. Les dijo también: ¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Os digo, que aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo por su importunidad se levantará y le dará todo lo que necesite. Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?»
La oración que el Señor nos enseñó
Hemos leído algunos versículos del Evangelio de Lucas, capítulo 11. A través del pasaje de las Escrituras de hoy, el Señor les enseñó a Sus discípulos la oración del Señor o Padrenuestro. El Señor quiere enseñarles a Sus hijos a orar correctamente. Habla de cómo orar con fe. El Señor ilustra esta verdad a través de una historia ilustrativa que vamos a leer a continuación.
El Señor dijo: «¿Quién de vosotros que tenga un amigo, va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de viaje, y no tengo qué ponerle delante; y aquél, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos?».
Pensemos en eso. Aunque sea molesto y no tengan mucho que dar, ¿quién se niega a ayudar a un amigo que necesite algo? Por muy tarde que sea, cualquiera ayudaría a un buen amigo si llamase a la puerta continuamente y pidiese algo de comer. ¿Qué nos dice esta parábola? Que los seres humanos, a pesar de ser imperfectos, ayudan a los que lo necesitan, y por tanto, nuestro Dios que es perfecto, escuchará a Sus hijos cuando le necesiten.
Es cierto. Nuestro Señor está diciendo: «Te digo lo mismo a ti. Pide y se te dará. Busca, y encontrarás. Llama a la puerta y te abriré. Te daré lo que me pidas. ¿Acaso no ayudarías a un amigo por muy pesado que se pusiese si te pidiese algo con insistencia?». Dios siempre nos escucha y nos da lo que le pedimos a través de la oración. Esa es la clave del pasaje de las Escrituras que hemos leído hoy.
Si hay algo que deseamos con nuestros corazones, debemos pedirle a Dios con fe que nos dé lo que le pedimos en oración. Una simple oración es una petición. Una petición de ayuda. Es pedir algo. Por eso debemos orar con fe. Es correcto. Antes de orar, debemos tener fe en que el Señor nos dará lo que le pidamos. Incluso con esta confianza y fe que se necesita en las oraciones, debemos tener fe basada en el hecho de que el Señor se convirtió en nuestro Salvador. Debemos tener la fe que cree que el Señor nos salvó con el Evangelio del agua y el Espíritu, se convirtió en nuestro Pastor y nosotros en Sus ovejas que son guiadas por Él. Al acercarnos con confianza a Él sabremos que podremos ir a este amigo y le buscaremos de todo corazón. Cuando esta fe está dentro de nuestros corazones, podemos orar a Dios y Dios contestará nuestras oraciones.
El Señor les está hablando ahora mismo
Dios está diciendo: «Pide si tienes esta fe. Te lo daré si me lo pides. Busca y te dejaré encontrarlo. Llama y te abriré. Ten fe en Mí y pide, porque te lo concederé. Ten fe y busca. Ten fe y llama». Este es el mandamiento y la promesa del Dios justo que nos quiere ayudar.
Esta fe sincera es muy importante. Debemos creer en toda la Palabra del Señor sin omisión. Si hay alguien que no tenga esta fe, deberá pedírsela a Dios en oración ahora. Verán como Dios les da esta fe si la piden. Pueden orar juntos si les resulta difícil orar solos. Aunque un santo joven no tenga mucha fe, todos sus deseos son comunicados a Dios si ora con sus predecesores de la fe en la Iglesia. De la misma manera en que un padre no le niega a su hijo una necesidad solo porque no sepa hablar bien, el Señor entiende nuestros corazones y nos concede nuestros deseos si creemos y oramos, aunque no sepamos orar bien y las cosas que digamos no sean muy lógicas. Estoy seguro de que verán como el Señor contesta sus oraciones con un poco de fe que tengan y diga: «El Señor es mi Dios y mi Salvador. El Señor me ha salvado y se ha convertido en mi Padre. Se ha convertido en mi Maestro. Me dará lo que le pido porque me ha dicho que se lo pidiese. El Señor me contestará si oro por fe».
La fe más importante para los creyentes es la fe que cree que hemos recibido la salvación a través del Evangelio del agua y el Espíritu. Debemos tener esta fe. La fe que necesitamos cree que todo se cumplirá según la Palabra prometida de Dios. Esta fe es la fe que necesitamos porque el Señor nos los prometió.
En realidad los santos que han recibido la remisión de los pecados han sido vestidos con la gracia especial del Señor. Son personas especiales que se han convertido en hijos justos de Dios al recibir la salvación ante la presencia de Dios porque creen en el Evangelio del agua y el Espíritu que el Señor nos ha dado. Son una clase privilegiada del Señor que merece ser exaltada. Es cierto. Entre la gente que vive en este mundo, los nacidos de nuevo que creen en el Evangelio del agua y el Espíritu tienen un privilegio especial. Solo ellos tienen el privilegio de orar y de recibir respuesta a sus oraciones. La gente que quiere recibir una respuesta a sus oraciones tiene que nacer de nuevo primero mediante el Evangelio del agua y el Espíritu. Por supuesto, no todo se termina cuando se nace de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. Aunque una persona haya nacido de nuevo, no debe creer que es privilegiada y orar sin pasión, sino que debe seguir orando con fe en que Dios contestará sus oraciones porque Dios contesta las plegarias con este tipo de fe.
Oramos a Dios cuando hacemos la obra de Dios
Los santos oramos a Dios por la obra de predicar el Evangelio diciendo: «Que se predique el Evangelio por todo el mundo. Que haya muchos obreros». Nosotros también oramos por cosas que parecen imposibles. Entonces vemos como esas cosas se cumplen. A través de este proceso, entendemos una verdad muy importante y confirmamos nuestra fe en que es muy importante orar con fe en las promesas de Dios. Cuando creemos en la promesa de Dios en nuestros corazones y oramos, vemos que todas estas cosas se cumplen y recibimos las bendiciones de Dios. ¿Cuánto creen y cuánto oran? Aunque la cuestión es cuánto oran con fe, podemos orar con fe porque Dios nos ha dado fe y porque hemos nacido de nuevo y tenemos ese privilegio. Nuestras oraciones serán respondidas si oramos correctamente con fe en que Dios nos dará todas las cosas por las que oramos según Su promesa si tenemos fe en que el Señor nos lo dará. Debemos tener fe que cree en que nuestras oraciones serán contestadas y en que Dios contesta las oraciones justas y bellas a Sus ojos. Lo único que necesitamos es esa fe.
Queremos guiar a las almas de nuestras familias durante este campamento de discípulos. Por tanto, debemos orar a Dios por nuestras familias cercanas. Debemos orar por la predicación del Evangelio por todo el mundo porque queremos compartir el Evangelio del Señor con todas las almas. ¿Qué más? ¿Hay algo más que necesiten absolutamente en sus vidas? Debemos unirnos y orar por las cosas que necesitamos. Debemos orar por diferentes cosas a Dios, y Él contestará estas oraciones.
Dios dijo: «Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». ¿Qué significa esta Palabra? Significa que el Señor nos dará lo que queramos. Dios nos lo dará si se lo pedimos constantemente y no es malo a los ojos de Dios. Dios nos dará lo que queramos si es bueno.
Hay algunas cosas que parecen imposibles porque la puerta parece estar cerrada delante de nuestros ojos. Pero si es la voluntad de Dios, incluso esas cosas que parecen imposibles se cumplirán. Crean de todo corazón que nuestro Pastor puede hacerlo todo si oramos con fe. El Señor dijo que Dios abriría la puerta, nos haría recibir las cosas que queramos y encontrar lo que busquemos si tenemos fe.
Las oraciones son tan necesarias como el oxígeno. Sin embargo, ¿cuánto debemos pedirle a Dios que se predique el Evangelio del agua y el Espíritu por todo el mundo? ¿Cuánto queremos que esto se haga realidad? ¿Cuánto llamamos a la puerta para que Dios la abra? Normalmente no oramos tanto como deberíamos aunque esta es la condición absoluta para recibir las bendiciones de Dios mientras vivimos en este mundo. Por tanto, no debemos dejar de orar. No hay nada que no se pueda cumplir ante Dios si creemos en Él de corazón y oramos.
Aunque no tengamos ningún tipo de poder, el poder del Dios Todopoderoso es infinito. El Señor dijo: «Buscad primero el Reino de Dios y Su justicia y todo lo demás se os dará por añadidura» (Mateo 6, 33). A veces pensamos: «Está en contra de mi conciencia pedir cosas solo para mí. Por tanto, prefiero trabajar duro en vez de orar». Pero como esta oración por el Evangelio no es sólo por uno mismo, sino que también por el beneficio del Reino de Dios y el de otras almas, es correcto orar con fe, sabiendo que se va a cumplir. Dios contestará esta oración si le pedimos lo necesario para predicar el Evangelio. Dios nos da lo necesario para predicar si pedimos cosas espirituales en vez de cosas carnales. Por tanto, debemos aprender a orar por el Reino de Dios primero y por Su justicia. Oremos por Su Reino y por Su justicia y la obra de predicar el Evangelio del Señor por todo el mundo, en vez de orar por nosotros.
Dios nos da las cosas por las que oramos: «Señor, que surjan muchos trabajadores en el extranjero. Que todo el mundo lea nuestros libros y escuche el Evangelio del Señor para que pueda recibir la salvación. Que tengan conocimiento y fe. Permite que mi familia y amigos tengan fe para recibir la remisión de los pecados y vivan por la obra de salvar a otras almas con la que Dios se complace. Señor, quiero vivir por el Evangelio. Pero mi carne también tiene necesidades. Necesita cosas materiales; un buen ambiente y un trabajo. Necesito bendiciones materiales también. Un buen ambiente. Necesito fe. Protégeme de todos los peligros. Dame fe para que entregue mi corazón al Evangelio». Nos da todas estas cosas. Orar es pedir por las cosas que necesitamos en nuestras vidas. Somos el pueblo de Dios que puede orar ante la presencia de Dios con la fe correcta.
Aunque con nuestro poder no se puede conseguir, aunque los santos y los siervos de Dios no tengan el poder físico, creo que todas estas cosas se cumplirán cuando creamos en Dios y oremos con la justicia de Dios con Su voluntad benevolente. Debemos estar así de seguros. Aunque nos encontremos con algunos problemas, podemos orar con confianza ante Dios si sabemos que lo que le estamos pidiendo es aceptable para Él.
Piensen si es beneficioso para el Evangelio y después oren ante Dios si creen que es así. Entonces, nuestro Señor nos lo dará todo. Aunque no tenga el poder de conseguirlo, Dios Todopoderoso sí que lo puede conseguir.
¿Quieren que veamos un ejemplo? Durante la Copa del Mundo la FIFA en 2002, oré mucho a Dios para que mi país ganase. Sería muy beneficioso para la predicación del Evangelio si nuestro equipo ganase, ya que el nombre de nuestro país sería conocido por todo el mundo. Entonces, nuestro país, Corea del Sur, llegó a la semifinal y mucha gente del mundo conoció el nombre de Corea. Así, Dios cumple todo lo que los justos le piden en oración si es beneficioso para Su voluntad. Tenemos confianza en nuestros corazones porque oramos de corazón para predicar el Evangelio del Reino de Dios al mundo entero, y no solo por nuestra carne. Por tanto, no debemos tener ansiedad en nuestros corazones cuando oramos a Dios porque tenemos una fe confiada. Nuestras oraciones serán contestadas si pedimos con fe y esperamos sin dudar. Este es el poder de la fe.
¿Pueden nuestras necesidades físicas ser satisfechas sin la ayuda de Dios? No. Siempre necesitamos la ayuda de Dios, incluso cuando se trata de necesidades físicas. Incluso nuestra carne necesita estar en buenas condiciones para predicar el Evangelio del Señor. Nuestros cuerpos deben estar sanos. Debemos tener comida y refugio. Debemos vivir en un ambiente bueno. Nuestra carne siempre necesita la ayuda de Dios de la misma manera que nuestras almas. Necesitamos cosas carnales y cosas espirituales para hacer la obra del Reino de Dios.
Primero debemos orar por el Reino de Dios y después servir la justicia y la voluntad de Dios y vivir por fe. Debemos orar primero por el Evangelio del agua y el Espíritu. Después debemos orar por las cosas de la carne. Dios nos da esto y lo otro si buscamos las cosas carnales después de buscar la justicia de Dios. Este es el privilegio que Dios nos ha dado a los santos nacidos de nuevo.
Piensen en esto. El presidente le da todo lo que quiera a su hijo dentro de su autoridad siempre y cuando no sea ilegal. Lo mismo ocurre con Dios Padre. Nuestro Dios nos da todo lo que queramos a Sus hijos. Todas nuestras oraciones le llegan a Dios porque somos hijos Suyos, y nuestra fe no se queda corta aunque tengamos fallos. Nuestras oraciones son contestadas cuando oramos según la voluntad de Dios: «Danos esto y lo otro. Haz que esto y lo otro se cumpla». Cuando seguimos el ejemplo de los predecesores de la fe y nos unimos a ellos, Dios se complace con nosotros y contesta nuestras oraciones perfectamente. Hay una lógica y razón en las oraciones de los que han nacido de nuevo. Cuando oramos a Dios, no oramos sin sentido como personas supersticiosas o chamanes diciendo: «Te lo suplico. Te lo pido. No te conozco, pero te suplico». Nuestras oraciones son racionales y son ofrecidas al Dios Todopoderoso.
Por eso debemos aprender a orar al Señor
En el pasaje de las Escrituras de hoy, el Señor dice: «Orad de esta manera» y nos enseña a orar.
Dijo que debemos orar primero: «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea Tu nombre».
Antes de meditar acerca de este pasaje, debemos mantener nuestra fe cuando oremos al Señor. Podemos alejarnos de Dios si dejamos que nuestra carne vaya donde quiera porque es insuficiente y débil. Debemos separarnos de la gente que tenga una fe diferente por muy similar que parezca. Si son santos nacidos de nuevo, debemos pensar primero en Dios y Sus obras y Su gente y unir nuestros corazones con el pueblo de Dios en vez de asociarnos con gente que no ha nacido de nuevo. Cuando se encuentren con este tipo de pecadores, deberán pensar: «Soy hijo de Dios. Soy el pueblo de Dios. Vosotros deberíais escuchar el Evangelio para ser mis hermanos».
Primero debemos orar para que la justicia de Dios se cumpla por todo el mundo y debemos unirnos a la Iglesia de Dios con fe. Podrán vivir gradualmente según la voluntad de Dios si aprenden a orar poco a poco empezando con una fe pequeña. Esta es la vida espiritual que debemos vivir.
A través de la oración buscamos todo lo que necesitamos en la vida. Pedirle ayuda a Dios es orar. Dios nos ayuda de verdad cuando le pedimos ayuda. Los santos debemos tener fe ante todo. Creo que los santos nacidos de nuevo deben tener la fe que sabe que lo que piden se cumplirá. Cuando queremos compartir el Evangelio del Señor con muchos jóvenes y oramos, esto se cumplirá. También sé que muchas personas, incluyendo los expertos y los cristianos laicos del extranjero, leerán nuestros libros y recibirán la remisión de los pecados.
¿Cuál es la razón? Que hemos escrito estos libros con una fe firme. Por tanto, es natural que la gente se transforme con este Evangelio del agua y el Espíritu que es la Verdad. Muchas personas entienden el Evangelio después de leer nuestros dos libros sobre Romanos. No lo entienden a la fuerza porque les obliguemos a obedecer nuestras enseñanzas, sino que reciben sabiduría espiritual naturalmente diciendo: «He creído de una manera completamente incorrecta hasta ahora. Este Evangelio del agua y el Espíritu es correcto».
Hoy en día, muchas personas encuentran el Evangelio del agua y el Espíritu a través de nuestra página web, y entre 13.000 y 14.000 personas solicitan nuestros libros cada día. Algunas personas visitan nuestra página Web porque hemos enviado invitaciones a través de buscadores de Internet, y otras visitan nuestra página después de leer nuestros adhesivos, tarjetas y libros que nuestros colaboradores de todo el mundo han distribuido. El Reino de Dios se está extendiendo a medida que más gente visita nuestra página Web y solicita nuestros libros. Muchas personas que han recibido y leído nuestros libros envían correos electrónicos y testifican que han encontrado esta Verdad mientras buscan a Dios. Dios hace que la gente le encuentre cuando busca a Dios.
Dios nos da lo que le pedimos. Por tanto, debemos seguir pidiendo a Dios. ¿Hay alguien en este mundo que pueda decir: «Pedid y os daré lo que me pidáis»? Nadie, solamente Jesucristo puede decir esto porque solamente Él es Dios Todopoderoso que creó el universo entero y nos salvó de todos nuestros pecados. Piensen en esto. ¿Tienen el poder de decir: «Pedid y os daré lo que me pidáis»? No tenemos tanto amor como para darle a otra gente y no tenemos poder para ello. ¿Con qué frecuencia nos sentimos impotentes como padres cuando nuestros hijos nos piden algo? Sin embargo, nuestro Dios, que ha creado este mundo y nos ha salvado de los pecados, nos dice: «Pedid y os daré. Buscad, y encontraréis. Pedidme lo que queráis y os lo daré. Llamad y os abriré». ¡Qué Palabra tan maravillosa y qué promesa bendita! ¡Qué maravillosa es la promesa de Dios que dice que nos dará todo lo que le pidamos! Solo Dios puede hacernos esta promesa definitiva. No hay ningún ser humano en el mundo que pueda hacer esta promesa.
Piensen en esto: ¿Prometió esto Siddhartha Gautama, considerado uno de los Cuatro Sabios del mundo? No pudo decir: «Creed en mí y perdonaré todos vuestros pecados», sino que dijo: «Liberad vuestras almas al obtener conocimiento a través de prácticas ascéticas. Convertiros en dioses al libraros de vuestra codicia. Convertiros en un Buddha por vuestra cuenta».
¿Y los santos? Por muy sabio que fuera Sócrates, lo único que hizo fue inventar una tesis filosófica que decía: «Conócete a ti mismo». Confucio y Mencio solo hablaron de las virtudes que los humanos deben tener de una manera grandiosa. Solo hablaron de cosas necesarias para mantener una buena relación entre seres humanos. «Cumplid tres principios fundamentales en las relaciones humanas y cinco reglas de moralidad».
¿Pero qué dijo Jesucristo, nuestro Pastor, que es Dios Todopoderoso? Dijo: «¿Tenéis pecados? Entonces, venid a Mí. Eliminaré todos vuestros pecados. He eliminado todos vuestros pecados a través del agua, la sangre y el Espíritu Santo. Por tanto, creed en esto. Recibid la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu. ¿Creéis en esto? Si es así, ¿habéis recibido la remisión de los pecados? ¿Necesitáis algo más? Os lo daré si me lo pedís». Nos da lo que le pedimos en el momento adecuado como prometió. También nos da todo lo que necesitamos continuamente en el momento adecuado. Nuestro Señor no solo nos da la salvación, pero nos da lo que necesitamos continuamente. ¡Qué poder tan maravilloso! ¡Qué promesas tan maravillosas nos da Dios? Debemos creer en esto. Esta es la verdadera fe.
Debemos orar por el campamento de discípulos de este verano; orar por la salvación de nuestras familias y por las bendiciones materiales, la salud y el ambiente donde vivimos. Además, debemos orar a Dios para vivir nuestra fe correctamente. Es la voluntad de Dios que este Evangelio del Señor sea predicado por todo el mundo, y debemos orar por esto de todo corazón. Recuerden esto: Dios cumple Su voluntad a través de nosotros los justos y nos bendice a los que nos hemos convertido en Sus hijos.
Lo que debemos aprender a través del pasaje de las Escrituras de hoy es lo siguiente: ¿cómo debemos orar? ¿Cuánta ayuda buscamos de Dios en nuestras vidas a diario? ¿Intentamos encargarnos de nuestras necesidades o pedimos ayuda en todas las cosas? Esto es verdad. Nos encargamos de todas las cosas si podemos hacerlo con nuestras propias fuerzas. Pero solo oramos a Dios cuando necesitamos algo que está fuera de nuestro control. Sin embargo, no debemos buscar ayuda de Dios solo cuando no podamos hacerlo por nosotros mismos. Hay un ideal aún más alto que está fuera de nuestras posibilidades. Por tanto debemos orar y buscar la ayuda de Dios para cumplirlo.
Sin embargo, es adecuado pedirle ayuda a Dios en todas las cosas, ya podamos hacerlas por nosotros mismos o no. Ni siquiera podemos vivir si el Dios Todopoderoso nos quita Sus bendiciones. Los justos necesitamos ayuda todos los días, en cada momento que respiramos, y en cada minuto y segundo. Por tanto, debemos orar a Dios sin cesar.
Estamos viviendo en un mundo superficial. Vivimos en un mundo pecador donde la gente malvada hace lo que quiere. Por eso debemos orar a Dios para que nos proteja. Debemos orar a Dios para que nos proteja de los malvados, de los espíritus malvados y del ambiente malvado. Cuanto más oremos, más nos ayuda Dios. Dios contesta las oraciones de los justos. Los que han nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu pueden vivir con fe todos los días a través de la respuesta de Dios a nuestras oraciones.
Los justos, que han nacido de nuevo, deben aprender esta fe y esta oración. Debemos aprender esto. Dios nos prometió: «Os lo daré, por eso debéis orar». Entonces, ¿qué afrenta es no orar desde nuestro punto de vista carnal ante Dios? ¿Y ustedes? ¿Cuánto buscan la ayuda de Dios que dice que les dará todo lo que pidan? ¿Cuánto creen en Él? ¿Han orado una sola vez y han pensado: «Si esto pasa, entonces pasa. Si no pasa, me da igual»? Ahora, deben intentar pedir sin cesar. Esta es la fe que recibe respuesta a las oraciones.
Debemos orar sin cesar hasta que se cumpla la voluntad de Dios
Piensen en la persona que aparece en la ilustración del pasaje de las Escrituras de hoy. Esta persona fue a un viejo amigo y le rogó continuamente. ¿Buscamos nosotros la presencia de Dios hasta que nos da lo que necesitamos como este viejo amigo? Pensemos en esta respuesta y tengamos la fe de esa persona. Los que oran con fe en que Dios nos da lo que le pedimos son personas con verdadera fe.
¿Creen en la promesa de Dios? Yo también. Debemos orar por todas las cosas. Debemos orar por la salvación de nuestras familias, por nuestro futuro, por servir al Señor ahora, por la vida espiritual de fe, y para recibir las bendiciones en cosas físicas. Debemos orar y buscar la ayuda de Dios en todas las cosas espirituales y físicas. Creo que Dios nos dará todo lo que necesitemos en el momento adecuado. Vivimos nuestra fe orando todos los días de esta manera. Dios nos ayuda definitivamente. Si somos los justos que han recibido la remisión de los pecados, es decir, si no tenemos pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu con nuestros corazones, Dios nos dará bendiciones. Debemos vivir con esta fe.
Quiero que sean hombres de oración. Los santos que trabajan duro por el Evangelio no tienen mucho tiempo para orar. Nosotros tampoco tenemos mucho tiempo para orar individualmente. Por tanto, debemos orar mucho cuando estamos juntos como ahora. Debemos reunirnos así y orar. No debemos pensar en la oración como en una tarea pesada. Cuando los hijos de Dios se reúnen, deben orar por la justicia de Dios, por la obra justa de Dios, y hablarle a Dios de sus situaciones personales y buscar Su ayuda. Debemos buscar la ayuda del Señor por las cosas que la Iglesia necesita, por la fe personal y para que ayude a los que tienen una fe joven. ¿Lo entienden?
También debemos orar por la predicación del Evangelio a los jóvenes de Corea y de todo el mundo. Tenemos que orar por las muchas personas que deben recibir su salvación después de leer nuestros libros, y para que estos libros se publiquen correcta y continuamente. También debemos orar para que nuestros hermanos y hermanas tengan fe en sus corazones. Debemos orar para que Dios bendiga nuestro ambiente y nuestra carne, y para recibir bendiciones continuas con cosas materiales y salud.