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Tema 22: Evangelio de Lucas

[Capítulo 19-9] Demos gracias al Señor por Su gracia por habernos escogido (Lucas 19, 28-40)

Demos gracias al Señor por Su gracia por habernos escogido(Lucas 19, 28-40)
«Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. Y a su paso tendían sus mantos por el camino. Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. El, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían».
 
 
El pasaje de las Escrituras habla de un episodio que ocurrió mientras Jesús iba de camino a Jerusalén a ser clavado en la Cruz. Cuando Jesús llegó a Betania, le dijo a Sus discípulos: «Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita». Al haber escuchado esto, los discípulos fueron a la ladea e hicieron lo que Jesús les pidió.
Cuando los discípulos de Jesús fueron a la aldea de enfrente vieron un pollino atado. En aquel entonces se dejaba a los burros atados a un palo fuera. Los discípulos empezaron a desatar el pollino sin decírselo a su dueño como si fuera suyo. Si alguien hiciese esto hoy en día, sería un crimen y sería arrestado. Por supuesto, en aquellos días también era robar. Jesús lo sabía, pero aún así les pidió a Sus discípulos que lo hicieran.
Después de desatar al pollino, los discípulos de Jesús se lo llevaron. Entonces se quitaron sus ropajes y se los echaron encima al pollino para hacer de silla de montar, y después Jesús se sentó encima. Entonces el pollino empezó a caminar y muchas personas tendieron sus ropas por el camino y entró en Jerusalén con Jesús montado a sus espaldas.
Un pollino es un animal destinado a llevar cargas durante toda su vida. Pero Jesús les dijo a Sus discípulos que desatasen a ese pollino y se lo llevaran para montar a sus espaldas. El hecho de que este Señor montase en el pollino, cuyo destino era llevar cargas, es un evento significativo. El destino del pollino era llevar cargas todo el día, pero como Jesús lo desató y se montó en él, el pollino llevó al santo y precioso Jesús, y cuando entró en Jerusalén con Jesús a sus espaldas, recibió una calurosa bienvenida junto con Jesús.
Muchas personas en aquel entonces le dieron la bienvenida a Jesús cuando le vieron entrar en Jerusalén en un pollino. Sin embargo, los fariseos le dijeron al Señor: “Regaña a Tus discípulos”. El Señor les contestó: «Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían». La razón por la que Jesús entró en Jerusalén en el pasaje de las Escrituras era para ser juzgado y crucificado en Jerusalén. La entrada del Señor en Jerusalén fue la consecuencia de haber sido bautizado por Juan el Bautista y era necesario para cumplir Su ministerio al morir y resucitar de entre los muertos al tercer día. En otras palabras, Jesús entró en Jerusalén para abrir las puertas del Cielo al completar Su ministerio que había empezado con Su bautismo.
Pero la multitud no sabía qué iba a pasar. Por eso, cuando nuestro Señor entró en Jerusalén montado en un pollino, Sus discípulos estaban tristes, pero la multitud que estaba allí quería ver a Jesús y alabó al Señor diciendo: «¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!». Estaban muy contentos de recibir al Señor y el pollino que lo llevaba seguro que se sorprendió. Seguramente se preguntaría a sí mismo: “¡Vaya! Cuando estaba atado en casa de mi dueño la gente solía darme patadas sin ningún motivo y me pegaba como si fuera un saco de boxeo. Pero ahora que estoy llevando a Jesús se están quitando las vestiduras y las están extendiendo ante mí, y además están tirando ramas aromáticas. Y aún más se están postrando ante mí”.
 
 

¿Cómo de triunfante se debió sentir este pollino?

 
Con tantas personas dando la bienvenida a Jesús con tanto entusiasmo, el pollino se debía haber sentido triunfante, como si se mereciese ser bienvenido. Simplemente estaba caminando con Jesús a espaldad, pero la gente se alegró mucho de recibirlo y por eso el pollino seguro que estaba muy feliz. El pollino probablemente estaba muy sorprendido pensando para sí mismo: “¿Es realidad o estoy soñando? No puedo creer que tantas personas estén contentas de verme. La gente que conozco ni siquiera me da de comer bien y además me azota o me da patadas cuando me ve. ¿Por qué me da la bienvenida esta gente con tanta alegría?”. Si el pollino hubiese sido inteligente, se hubiese dado cuanta de que estaba siendo glorificado por Jesús; si no, seguramente se iría corriendo por el campo después de haber llevado a Jesús pensando que era todo por él. De todas formas, cuando Jesús entró en Jerusalén, el pollino estaba muy contento, y Jesús también. 
Quizás se estén preguntando la importancia de este pasaje para nosotros. Pero el Señor todavía quiere darnos una lección muy profunda a través de este pasaje. Mis queridos hermanos, como pueden ver aquí, el pollino que llevaba a Jesús estaba siendo glorificado por el Señor. A través de este pasaje debemos pensar en la relación entre el pollino y Jesús, y en cómo el pollino pudo recibir esa gloria. En otras palabras, debemos preguntarnos qué nos está diciendo este pasaje.
Desde que nacen, todos los pollinos están destinados a cargar con cargas toda su vida. Después de haber sido explotado durante toda su vida, el pollino se deja de lado como un animal inútil cuando se lesiona o se pone enfermo. Entonces se sacrifica y su piel se utiliza para hacer productos de piel. Como los asnos nacen para ser utilizados por la gente, tienen que aceptar su destino aunque sea duro. Este es el destino de todos los asnos. Los asnos nacen para llevar cargas, ya les guste o no, y nacen como animales para servir a los seres humanos. Es el destino del asno servir a los seres humanos cargando con sus cargas.
Si el destino del pollino es llevar cargas, ¿cuál es el destino de los seres humanos? Lo mismo nos ocurre a los seres humanos. Nosotros también estábamos destinados a ser una posesión de un dueño y a llevar cargas durante toda nuestra vida para servirle, y por eso nuestro destino como humanos es pertenecer a alguien, ya sea a Dios o a otra persona. Debemos darnos cuenta claramente de que todo el mundo pertenece a Dios o a otra persona y vive toda su vida por su maestro.
Aunque la gente de este mundo parezca libre, en realidad está sometida a otros y atada al mundo. Así que, si no hay un cambio, todo el mundo tiene que vivir en este mundo sirviendo a alguien. Aunque la gente piense que vive según su propia voluntad, en realidad, la mayoría está atada al mundo, arrastrada donde le lleva el mundo y sirviendo a alguien hasta la muerte. Este destino no está reservado a un grupo particular de gente, sino que está impuesto a todo el mundo. Casi toda la gente vive y muere sin ser librada de este yugo.
¿Cómo es nuestro destino humano diferente del destino del asno? Durante toda su vida el asno tiene que trabajar para servir a su dueño, y cuando muere ofrece todo lo que tiene a su dueño, incluyendo su carne y su piel. Para los que no han nacido de nuevo, sus vidas no son diferentes a la del asno. Es una gran desilusión creer que se vive con voluntad propia cuando en realidad no vivimos como personas libres ante Dios. Mis queridos hermanos, a través del pasaje de las Escrituras de hoy Dios nos está diciendo que el destino de la humanidad es el mismo que el del asno. El asno en el pasaje de las Escrituras de hoy es una analogía que se refiere a uno mismo.
 
 

Cuando nacemos en este mundo, estamos destinados a estar atados a algo

 
Nuestro Señor dijo: «Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita». Todos tenemos que estar atados a alguien, la única diferencia es si estamos atados a Dios o a otra persona. Fundamentalmente nuestro destino era estar atados por este mundo, estar subyugados a otro ser humano, y trabajar durante el resto de nuestras vidas hasta la muerte. Todos estábamos encarcelados en este destino y teníamos que acabar muriendo, pero un día nuestro Señor nos liberó. El Señor ordenó que nos desatásemos de la esclavitud del mundo y que fuéramos a Él.
Y a los que preguntan: “¿Por qué los están desatando y dejando libres?” el Señor les dijo a Sus siervos que les contestase: “El Señor los necesita”. Nuestro Señor, el Maestro de la creación tuvo compasión por nosotros cuando vio cómo vivíamos esclavos de este mundo que había creado y nos liberó completamente. Cuando el Señor les dijo a los discípulos que desatasen al pollino que no había sido usado todavía y se lo llevasen, estaba diciendo que quería liberarnos para utilizarnos a las almas impecables que no han sido manchadas por el mundo pero están atadas a él.
Al haber nacido en este mundo, debemos servir a Dios o a otra persona. No podemos servir a ambos, sino a un solo maestro, y cuando nacimos, estábamos atados por el mundo. Antes de nacer de nuevo todos estábamos atados por nuestros pecados y esclavizados por este mundo. Durante toda nuestra vida hemos estado atados a las necesidades básicas de ropa, comida y casa, paralizados por el miedo a la muerte, preocupados por la vejez y la enfermedad, y anhelando la gloria de este mundo y otras cosas parecidas. Nuestras vidas habían estado atadas por estas preocupaciones y necesidades. Estábamos obsesionados solo por la prosperidad de nuestra carne, luchábamos por asegurarla en nuestras vidas, y estábamos preocupados pensando: “¿Cómo puedo estar sano? ¿Cómo puedo vivir mucho tiempo? ¿Cómo puedo hacerme rico? ¿Cómo puedo evitar enfermar?”. Aunque hemos intentado resolver estos problemas, en realidad estas cosas se han convertido en nuestras riendas que cada vez están más apretadas.
Piensen en esto. ¿Cómo puede una persona vivir en este mundo sin estar atada a estas cuestiones? Al final la gente reconoce que no puede escapar de esta esclavitud así que acepta su destino y queda atada al mundo, intentando sacarle el mejor partido. Por eso es inevitable que todo el mundo sea utilizado por alguien si no se deja utilizar por Dios, y quien no esté viviendo en Dios no podrá evitar estar atado al mundo para siempre.
 
 

Nuestro Señor nos ha salvado de la esclavitud de todos los pecados

 
“Voy a utilizaros”, dijo el Señor cuando nos libró de la esclavitud del mundo. Entre los que fueron liberados para ser utilizados por el Señor, algunos fueron utilizados por otros, y algunos fueron formados para ser utilizados de manera más adecuada. Cuando el Señor nos utiliza, no lo hace tal y como somos. Como no puede utilizar a los que son pecadores, les hace recibir la remisión de los pecados primero. Entonces les enseña y les alimenta cuando están liberados de sus pecados para poder ser utilizados perfectamente. En otras palabras, esto significa que si la gente quiere ser utilizada por el Señor, primero debe creer en el Evangelio del agua y el Espíritu y nacer de nuevo como el pueblo de Dios. Solo los justos que han nacido de nuevo del agua y el Espíritu pueden ser utilizados por el Señor como Sus preciosos instrumentos, en vez de ser utilizados por los hombres. Nosotros hemos recibido la remisión de los pecados al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, y por eso debemos pensar en dónde ser utilizados y cuál era nuestro destino anterior.
¿Cuál ha sido nuestro destino fundamental en este mundo? Ya les guste o no, nuestro destino era estar atados a los hombres durante todas nuestras vidas y servirles como esclavos hasta la muerte. Aunque ninguno de nosotros quiera aceptarlo, no podemos evitar aceptarlo porque nacimos con este destino. ¿Admiten esto, mis queridos hermanos?
En una sociedad democrática la gente dice: “Soy una persona libre”. También sé que todos ustedes quieren ser libre. Pero, aunque todo el mundo quiera ser libre, en realidad no hay nadie en este mundo que sea verdaderamente libre, En particular, las almas de todo el mundo están atadas a algo, y por tanto es imposible ser libre. Lo que pasa es que no nos dimos cuenta de que estábamos atados a otros seres humanos y al mundo desde nuestro nacimiento y que vivíamos como esclavos. Pero aún así el Señor nos ha llamado.
Este es precisamente el problema que debemos conocer. En otras palabras, aunque al principio estábamos esclavizados como el pollino del pasaje de las Escrituras de hoy, debemos ser liberados por el Señor para ser utilizados como Sus preciosos instrumentos. ¿Qué piensan ustedes? ¿Van a ser utilizados por el Señor como Sus preciosos instrumentos como el pollino que fue utilizado por el Señor? ¿O van a seguir atados a otras personas para ser utilizados como sus esclavos? Si no son utilizados por el Señor, entonces tendrán que ser utilizados por la gente del mundo, porque todos los seres humanos están destinados a ser utilizados de una manera u otra. Por eso debemos preguntarnos si vamos a ser esclavos del mundo o vamos a ser utilizados por el Señor. Si no se hacen esta pregunta fundamental y dejan de lado su decisión, sea cual sea su intención, habrán decidido ser esclavos del mundo. No deben convertirse en bestias insensatas que se tiran por un acantilado sin darse cuenta de su destrucción inminente.
Aunque hay muchos asnos en el mundo, todos los demás asnos, excepto el del pasaje de las Escrituras de hoy, son animales sin valor. Solo el pollino que fue utilizado por el Señor y lo llevó a Su espaldas tenía valor. Un asno está destinado a llevar cargas pesadas durante toda su vida y cuando se pone enfermo o es demasiado viejo se sacrifica. Sin embargo, el pollino del pasaje de las Escrituras de hoy, que nunca había llevado a nadie a sus espaldas, fue escogido especialmente por el Señor para ser utilizado por Él. Si el Señor no le hubiese llamado, ese pollino habría pasado el resto de su vida llevando cargas pesadas, pero su vida cambió en un momento gracias al Señor.
En el pasado, los asnos eran un medio de transporte común que podían llevar cargas pesadas por terrenos difíciles. Y lo que llevaban a sus espaldas no eran simplemente bolsas y cargas normales, sino que incluían desechos humanos. Había personas cuyo trabajo era deshacerse de excrementos humanos y a menudo utilizaban asnos para ayudarles. Recogían los excrementos en contenedores y se los ponían a las espaldas de los asnos, y los asnos los llevaban. Por muy pesada y maloliente que fuera la carga, era el destino del asno llevarla y no tenía otra opción.
A veces, el asno tenía que llevar orina, lo que era aún más difícil que los excrementos, ya que se movía y salpicaba mientras el asno se movía. Así que era más difícil para el asno llevar esta carga, pero no tenía otro remedio porque era su destino terminar su día de trabajo por muy difícil y sucio que fuese. En días como ese el asno tenía que tener mucho cuidado mientras caminaba, ya que podía terminar mojado de orina si se tropezaba y se caía en un agujero.
Otras veces, el asno llevaba una carga llena de abono en descomposición. Normalmente se utilizaba un carro para estas ocasiones, ya que los asnos solo podían llevar cierto peso. Otras cargas pesadas, como grano y sal, también se movían con este método. El carro se llenada completamente y entonces se utilizaba un asno o un buey. Algunos días el asno tenía que tirar de un carro pesado, no solo en un camino plano, sino por una carretera empinada, y ese día podría haber sido su último día, porque podría haber muerto de cansancio o haber sido maltratado hasta la muerte. Cuando la carga era demasiado pesada para que el asno diera un paso adelante, el dueño le pegaría sin cesar por detrás para obligarle a moverse. A veces, cuando esto no funcionaba, el dueño tenía que empujar el carro desde detrás, pero el asno aún así no se movía porque estaba demasiado cansado. Entonces se le pegaba de nuevo y el asno podía incluso morir ese día.
Tenía suerte el asno de poder subir por la cuesta aunque le hubiesen pegado. Recuerdo un episodio de mi infancia cuando vi a un asno intentando subir por una cuesta muy empinada y que no podía seguir adelante a pesar de que le pegasen sin misericordia. Mientras miraba esta escena, de repente escuché como se rompía algo y el asno se cayó al suelo. Se le había roto la pierna al asno mientras intentaba subir la cuesta porque su dueño le pegó fuerte. Si el asno hubiese tenido un dueño mejor, le habría curado la pierna, pero la mayoría de dueños lo habrían sacrificado pensando: “Un asno tiene que llevar cargas, así que me voy a comprar un asno nuevo que trabaje mejor, en vez de arreglar a este asno con una pierna rota”. De esta manera vi el fin de la vida del asno.
De esta manera, los animales como el asno, el buey o el caballo siempre tienen que llevar cargas durante todas sus vidas, ya sean personas, grano, desechos humanos u orina. Esto se debe a que su destino como ganado es llevar cargas toda su vida.
Entonces, ¿qué pasa con nosotros? Nosotros también tenemos que llevar la carga del hombre durante todas nuestras vidas. Desde el día en que nacemos hasta que morimos por vejez o enfermedad, debemos llevar la carga de otra persona. Tenemos que llevar la carga de nuestros hijos, nuestros padres y del mundo. No hay fin. Si un asno lleva excrementos humanos hoy, mañana llevará orina; y si lleva arroz hoy, mañana llevará trigo y cebada al día siguiente. Como este asno hemos tenido que seguir llevando una carga u otra. En realidad, un asno lleva la carga para que le den de comer. Así que para utilizar al asno con más eficiencia, el dueño le pone un bozal al asno, para que no coma por el camino. El dueño piensa que si deja al asno pastar libremente, se vuelve holgazán porque su tripa está llena aunque el dueño no le alimente. Así que el asno no puede comer, sino que solo puede ver el campo lleno de hierba. El asno tiene que trabajar aún más duro para que su dueño le dé de comer, ya que si no, no puede comer.
Mis queridos hermanos, los humanos somos como los asnos. Si no trabajamos, no podemos comer. Nadie puede sobrevivir si no trabaja y gana dinero. Los asnos y los seres humanos son iguales. Son igual de tercos, ambos tienen que llevar cargas, ambos trabajan todas sus vidas hasta la muerte y ambos viven y mueren en vano. Este es el destino de todos los seres humanos que están atados al mundo en vez de pertenecer a Dios. Su destino es el mismo que el de un asno.
Como el asno, los seres humanos también trabajan durante todas sus vidas para sobrevivir. Así que la infancia, cuando estamos bajo la protección y el cuidado de nuestros padres, es el momento más feliz de nuestras vidas. Pero cuando empezamos a ir a la universidad, ya tenemos la preocupación de encontrar trabajo pensando: “¿Qué tengo que hacer para ganar dinero? ¿Qué debo hacer para ganarme la vida en este mundo duro?”. Es una agonía hacer estas preguntas.
Los cuatro años en la universidad pasan deprisa. Deben encontrar un trabajo y ganarse la vida. Cuando le contratan en una empresa, tienen que cambiar para amoldarse a esa empresa. Tienen que hacer lo que les pide el jefe; si cometen un error les insultan y les regañan, y si no terminan el trabajo en la oficina, tienen que llevárselo a casa y trabajar toda la noche. ¿Qué pasa si el resultado de trabajo tan duro no es lo que se esperaba? Tienen que aguantar a su jefe tirándoles documentos a la cabeza e insultándoles. Cuando el jefe les dice que preparen el informe de nuevo, tienen que tragarse el orgullo, disculparse, recoger los documentos y volver a trabajar.
¿Qué ganan de este trabajo sin orgullo ni respeto? Es el sueldo de un mes. Dicho de otra manera, todo lo que reciben es su pan diario. Ganan justo lo suficiente para un mes. Y tienen que trabajar de nuevo para ganar más dinero el mes siguiente. Cuando vemos las cosas así, toda la gente que trabaja en este mundo está básicamente tomando un adelanto para el mes siguiente. Al final todo el mundo vive así durante su vida, como si estuviera endeudado. Así es nuestra existencia como seres humanos.
Sin embargo, nuestro Señor nos ha librado completamente de este mundo sin esperanza diciendo: “Soltad al pollino y traédmelo y Yo lo usare”. Con el Evangelio del agua y el Espíritu el Señor ha borrado todos los pecados de los que estábamos atados por el mundo. En otras palabras, aunque no podíamos evitar vivir como esclavos del mundo, el Señor ha hecho que podamos servirle al borrar nuestros pecados.
¿Qué pensamientos vienen a nuestras mentes cuando leemos acerca del pollino que fue utilizado por Dios? Estamos ante dos problemas importantes: “Ahora que hemos nacido de nuevo, ¿por quién debemos ser utilizados? Es inevitable ser utilizados, ¿pero por quién? ¿Quién es nuestro Maestro? ¿A quién debemos servir como nuestro Maestro? ¿Debemos servir a Jesús como nuestro Maestro o a otra persona?”.
Mis queridos hermanos, ¿qué pasará si servimos a Jesús en nuestras vidas? Cuando el pollino entró en Jerusalén, fue glorificado junto con el Señor y fue alabado por la gente cantando: “¡Hosanna! ¡Hosanna! Alabado sea el Señor”. Como este pollino, debemos entrar en Jerusalén con Jesús y disfrutar de la gloria. El asno todavía era joven, pero fue glorificado porque llevó a Jesús a sus espaldas. Aunque el pollino estaba destinado a llevar excrementos toda su vida, fue alabado y glorificado cuando el Señor lo escogió; y este pollino se refiere a los justos que, al haber nacido de nuevo a través del Evangelio del agua y el Espíritu, estamos viviendo por Dios. Como este pollino, los justos, que han nacido de nuevo del agua y el Espíritu, ahora estamos llevando a Jesús a nuestras espaldas y estamos viviendo una vida gloriosa gracias a Él.
Por una sola razón, que hemos nacido de nuevo al creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, fue posible ser librados del mundo y llevar a Jesús; y como estamos cargando con Jesús, podemos vivir para obtener la gloria en vez de vivir día a día constantemente preocupados sobre qué comer y qué beber. Ahora ya no estamos atados por el mundo para servir a otras personas en nuestras vidas, pero estamos viviendo por Dios quien nos creó y nos salvó. En resumen, nuestro destino maldito ha sido sustituido por una gloria espléndida. ¿Cuánto vale la pena este nuevo destino nuestro de vivir por Dios como nacidos de nuevo? ¿Se puede comparar cargar con desechos humanos con cargar con Jesús? De la misma manera en que el pollino fue glorificado porque llevó a Jesús, nosotros vivimos el resto de nuestras vidas por una buena causa porque servimos y llevamos a Jesús. Al igual que este pollino, nuestro destino ha cambiado para entrar en la Jerusalén celestial el último día y recibir aplausos y gloria infinitos, y esto demuestra que tenemos un esplendor glorioso.
Debemos darnos cuenta exactamente de lo que nos está diciendo nuestro Señor a través del pasaje de las Escrituras de hoy. En otras palabras, debemos entender cuál es nuestra carga. Dios nos ha salvado a través del Evangelio del agua y el Espíritu, y por tanto, si el Señor nos está llamando para utilizarnos, debemos responder a esta llamada con la actitud y fe correcta.
Cuando estábamos a punto de ser destruidos, nuestro Señor nos ha llamado, nos ha salvado y ha cambiado nuestro camino. Todo lo que tenemos que hacer es seguirle, tener fe y responder a la llamada de Dios.
 
 

El hecho de que somos usados por Dios es un gozo inmenso

 
Aunque todos estábamos destinados a llevar excrementos durante todas nuestras vidas, ahora hemos nacido de nuevo por el Evangelio del agua y el Espíritu, y hemos recibido la llamada del Señor para poder servirle, hacer Su obra y cargar con Su carga. De la misma manera en que el pollino entró en Jerusalén con el Señor y recibió tremenda gloria y alabanza, los nacidos de nuevo también vimos como nuestro destino cambió y hemos sido llamados por el Señor, que dijo: “Os voy a utilizar”. El Señor nos ha librado de las ataduras que nos ataban al mundo para poder usarnos, y nos hemos convertido en el pueblo de Dios. ¡Qué maravillosa bendición!
Por casualidad, ¿hay alguien entre ustedes que no se de cuenta o admita que nació con el mismo destino que un asno? Están pensando: “Soy un ser humano, no un asno. Soy una persona libre que no está atada a nada”. Aunque todos somos seres humanos, todos hemos nacido con el destino de un asno. Y el destino de todo el mundo es estar atado a algo y servir a alguien. Echen un vistazo. ¿Están sufriendo por los asuntos del mundo todos los días, viviendo día a día para disipar sus preocupaciones y ansiedades mundanas y para satisfacer su codicia? Este es el autorretrato de los que viven atados al mundo. ¿Entonces dónde quieren pertenecer y por quién quieren vivir? ¿Quieren estar atados por el mundo y ser fieles a otra persona en su vida? Pertenecer a otro ser humano es aceptar un destino sucio y doloroso, como un asno que lleva desechos humanos. Si tuviesen la opción, ¿no llevarían la preciosa carga de Jesús? Si es su destino llevar algún tipo de carga, entonces la vida que está atada al Señor en vez de al hombre y al mundo, y que se vive como instrumento precioso del Señor para servir a Dios y a Su Evangelio es una vida más gloriosa y llena que cualquier otra. Si estamos atados al Señor, puede usarnos todos los días y por eso esta es la vida más gloriosa.
Es imperativo darse cuenta completamente a qué se está atado y dónde están siendo usados. Si el Señor les está utilizando, esto es una bendición tremenda, más valiosa de lo que se dan cuenta ahora. Un mayordomo es un mayordomo, pero el estado de un mayordomo real es completamente diferente del de un mayordomo común. Aunque todos los seres humanos nacen con el mismo destino que los mayordomos a los ojos de Dios, los que creemos en el Evangelio del agua y el Espíritu hemos nacido de nuevo para ser mayordomos con honra que llevan la carga del Rey. En otras palabras, aunque seamos mayordomos como todo el mundo, hemos sido llamados para ser mayordomos como todo el mundo, pero somos mayordomos reales distinguidos. Sin embargo, aunque algunas personas han respondido a esta llamada, otras no se dan cuenta de que han sido llamadas y siguen pensando que estar atados al Señor es estar esclavizado diciendo: “No quiero estar atado. Soy una persona libre”.
Mis queridos hermanos, deben entender aquí que es el destino de todos llevar cargas, sea la carga que sea. Mientras vivamos, todos debemos trabajar. Además, todo el mundo debe servir al hombre o a Dios mientras viva. Si no hacemos la obra de Dios, debemos hacer la obra del hombre. Como ninguno de nosotros está muerto, debemos trabajar y servir hagamos lo que hagamos. Mis queridos hermanos, ¿se dan cuenta de que nacieron con el destino de un asno? ¿Y creen en esto? ¿Acaso no son todos asnos? Sí, todos somos como asnos.
Quizás se pregunten: “Todos somos seres humanos, ¿por qué nos está comparando Pastor Jong con un asno, un animal tan bajo?”. Sin embargo, la realidad es que si los seres humanos están atados al mundo, acabaremos siendo tratados peor que un animal. Entonces debemos darnos cuenta y admitir que como dice la Palabra de Dios nacimos con el mismo destino que un asno. No será tan terrible escuchar que somos como un pollino. Si admitimos y creemos que nuestro destino es como el de un asno, lo único que nos queda es a quién vamos a llevar a nuestras espaldas. ¿Van a llevar desechos humanos toda su vida? ¿Llevarán orina? ¿Llevarán leña? ¿Llevarán bolsas de grano? ¿O van a llevar al Señor, el Rey de reyes? Este es el único problema que nos queda por resolver.
En el pasaje de las Escrituras de hoy el Señor les dijo a los discípulos que trajese un asno que nunca hubiese llevado a nadie a sus espaldas. De esta manera, en caso de los seres humanos, los más felices son los que son llamados por el Señor cuando no han sido manchados por el mundo, es decir, cuando todavía son jóvenes. Y los que son llamados por el Señor justo después de haber sido salvados están todavía más contentos. No estoy hablando de edad física, sino del renacimiento espiritual. Dios no puede utilizar a los que han perdido su inocencia al ser manchados por el mundo y los que han venido a Dios con otros motivos. En otras palabras, los que han venido a la Iglesia soñando con su ambición y gloria propia, y esperando exaltarse a sí mismos, no pueden ser utilizado por el Señor, ya que están llevando a otras personas a sus espaldas en vez de llevar al Señor. Aunque todos somos asnos que deben llevar un tipo de carga u otro, ahora que hemos recibido la remisión de los pecados debemos darnos cuenta de nuestro destino y no tener otro objetivo que no sea el Señor. Aunque seamos como asnos, ya seamos utilizados por Dios o por otra persona, es determinado por el valor de nuestras vidas.
Si hemos nacido de nuevo y hemos sido llamados por el Señor, esto es una bendición tremenda. Además, aunque seamos asnos, si podemos cargar con Jesús y Su carga, entonces nuestro destino como asnos es mejor que el de cualquier caballo del mundo. Piensen en esto. ¿Acaso el que un asno lleve a espaldas a Jesús, el Rey de reyes, no tiene más honra que un caballo que lleva a espaldas a un carnicero rico? Nosotros somos estos asnos. Les pido que no se olviden de que estamos viviendo en la Iglesia por la justicia de Dios después de haber nacido de nuevo del agua y el Espíritu, somos asnos que llevan a espaldas a Jesús. Es una gran bendición que un asno, destinado a llevar cargas pesadas, pueda llevar la carga valiosa llamada Jesús.
¿Desean llevar la carga de Jesús o la carga del hombre? Estoy seguro de que todos los creyentes nacidos de nuevo del Evangelio del agua y el Espíritu desean llevar la carga de Jesús. Si saben que nacieron de nuevo con el destino de llevar una carga toda su vida, entonces ahora saben que el deseo de hacer la obra de Jesús es el deseo correcto.
Sin embargo, muchos cristianos siguen viviendo sus vidas de fe sin darse cuenta de esto. Así que van de un lado para otro, a veces atados a Jesús y otras veces al mundo, y sienten que es mucho trabajo llevar la carga de Jesús. Pero, ¿qué ocurrirá si dejan de lado la carga de Jesús? Que volverán a su miserable situación de nuevo. Aún peor, se encontrarán en una situación peor, y tendrán que cargar con excrementos y orina en vez de leña mientras el mundo espera que abandone al Señor. El mundo les está tentando y esperando que una vez más lleven la carga del mundo y vivan con esta carga. El mundo siempre está esperando la primera oportunidad para usarles, diciendo: “Ven y lleva mi carga durante el resto de tu vida”. No está esperando para tratarles bien, sino que quiere esclavizarles, hacerles cargar orina, excrementos y bolsas de grano. Si no quieren llevar la carga de Jesús incluso después de nacer de nuevo, entonces el mundo impondrá su yugo sucio para hacerles llevar la carga de este mundo.
Mis queridos hermanos, ¿qué tipo de vida quieren vivir? Estoy seguro de que quieren vivir una vida valiosa para servir el Evangelio del agua y el Espíritu para el Señor y salvar almas al predicar el Evangelio por todo el mundo, en vez de pecar y vivir solo para ustedes mismos.
El mundo quiere tentarles con todo tipo de cargas, siempre esperando a que caigan en su trampa. Cualquier persona que no lleve la carga de Jesús no puede librarse de estas cargas del mundo, de la misma manera en que un asno no puede escapar de la carga de su dueño. Después de ser utilizados para llevar todo tipo de cargas, cuando el asno ya no es útil, se lleva arrastrando al matadero. E incluso después de su muerte, su carne, su piel y sus huesos serán utilizados para otras personas. Entonces debemos dejar este destino maldito para los que no creen en el Evangelio del agua y el Espíritu y no han nacido de nuevo. Para los nacidos de nuevo, es necesario llevar la carga del Señor en vez de la carga del mundo.
En el pasaje de las Escrituras de hoy, el Señor les dijo a los discípulos que soltasen a un asno atado y se lo llevasen. De la misma manera, hemos estado viviendo todos los días pensando que era natural vivir atados al mundo, pero el Señor vino y los libró de este yugo e hizo posible que nos convirtiésemos en asnos preciosos que viven por el Señor.
Hace algún tiempo, vi un drama histórico en la TV. Este drama era sobre los reyes que gobernaron durante la era de los Tres Reinos Posteriores de la historia de Corea. Todos estos reyes tenían la ambición de expandir sus territorios y tener un gran reino. Para legitimar sus propias ambiciones como si fuera una gran causa, reunieron seguidores con ambiciones similares y no tuvieron miedo de luchar en una guerra para satisfacer sus ambiciones. Estos reyes mantenían sus relaciones muy controladas, ya que sus aliados se convertían en enemigos de día a la noche. Eran esclavos de su ambición de convertirse en reyes de un gran reino, así que no dudan en matar, librar guerras y traicionar a sus propios amigos. Durante todas sus vidas vivieron como esclavos de sus ambiciones carnales de convertirse en grandes emperadores.
Pero esta gente no se daba cuenta de que estaba esclavizada por su propia ambición, y estaban hipnotizados al creer que estaban buscando una gran causa, y no podían confiar en nadie porque siempre sospechaban de todo el mundo. En Corea, los reyes llevaban unas vestiduras bordadas con imágenes elaboradas de dragones. La palabra dragón se utilizaba para describir al rey. Po ejemplo, cuando se referían a la cara del rey, se expresaba como la cara del dragón. El trono se llamaba el asiento del dragón. Pero en la Palabra de Dios, la palabra dragón, como la palabra serpiente, es una palabra utilizada para describir a Satanás. Así que, cuando vemos como los coreanos solían venerar y adorar a los dragones, vemos que estaban atados a Satanás.
Por supuesto, ahora como antes, quien no pertenezca a Jesús está viviendo como esclavo del Diablo, como está escrito: «Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás» (Efesios 2, 1-3). Aquí el príncipe del aire se refiere a Satanás, es decir el dragón o serpiente de antiguo (Apocalipsis 20, 2).
Mientras la gente es tomada por el dragón, es decir el Diablo, y esclavizada por el mundo, a veces es consciente de esto, aunque sea poco e intenta librarse de su esclavitud. Sin embargo, no pueden evitar continuar con la carga del mundo en sus vidas. Esto también ocurre a los que viven en la era presente, pero también le ocurrió a la gente de antiguo en la era de los Tres Reinos Posteriores. La gente común en aquel entonces sufrió mucho en la esclavitud y trabajos forzados. No tenía otra opción que vivir de esa manera porque no podía conseguir nada por mucho que intentase librarse de la esclavitud de la carne. Esto es inevitable para toda la vida humana hasta que se cree en el Evangelio del agua y el Espíritu de Jesucristo que nos ha salvado perfectamente.
Mis queridos hermanos, ¿qué nos habría ocurrido si no hubiésemos conocido al Señor? Estaríamos atados a nuestras responsabilidades mundanas durante el resto de nuestras vidas, como nuestro trabajo, familia y relaciones sociales, así como nuestro propio sistema de valores, ideología y codicia, y estaríamos destinados a seguir siendo esclavos del mundo. Para ser liberados para siempre de la esclavitud del mundo que les está atando a los pecados, errores, insuficiencias y codicia, no tenemos otra opción que creen en el bautismo de Jesucristo y Su muerte en la Cruz. Como el Señor aceptó nuestros pecados, fallos e insuficiencias carnales a través del Evangelio del agua y el Espíritu, al creer en esto, podemos pasar nuestros pecados e insuficiencias al Señor para siempre a través de Su bautismo y podemos resolverlos a través de Su sacrificio en la Cruz. Vivir por fe en el Evangelio del agua y el Espíritu es nuestro deber indispensable y la mayor bendición. El Señor ha cambiado nuestro destino para siempre.
Por mucho que una persona grite que es libre, todos los seres humanos están destinados a estar atados por el mundo o al Señor, a servir a uno o al otro. En otras palabras, todo el mundo pertenece a uno o al otro. Si alguien no ha nacido de nuevo, no lleva al Señor ni predica el Evangelio en su vida, por naturaleza esta persona está atada al mundo. Cuando el Señor vino al mundo, no solo nos salvó, sino que nos sacó de este mundo y nos llevó a otra parte para poder servirle.
E incluso ahora, el Señor nos está llamando. Nos está diciendo: “Soltad el pollino que está atado y traédmelo”. Si el Señor dice que nos utilizará, entonces tenemos que responder Su llamada por fe y rendirnos ante Él para que nos use. Quizás algunos de ustedes digan cuando el Señor dice que les usará: “Señor, ¿es esto absolutamente necesario? Me gustaría vivir con libertad. ¿Por qué quieres utilizarme? Me gustaría que me dejases en paz”. Sin embargo, mis queridos creyentes, recuerden que mientras estemos en este mundo debemos pertenecer a alguien y ser utilizados por alguien. Antes estaban destinados a ser utilizados por el mundo por Satanás y sus objetivos, pero ahora el Señor está ofreciendo cambiar su vida a una bendita que se vive por el Señor, por otras almas. ¡Qué gran oportunidad! Les pido que se rindan ante el Señor. Estas personas son muy sabias.
 
 

¿Qué harán si el Señor les llama para usarles?

 
Cuando esto ocurra, ¿van a aceptar o a rechazar Su llamada? Estoy seguro de que todo el mundo aquí contestará la llamada del Señor. Pero quizás haya un par de personas que digan: “No quiero. Ahora que he sido salvado, quiero vivir mi propia vida. Quiero construir una casa perfecta en un campo verde y vivir el resto de mi vida con mis seres queridos. Quiero plantar semillas en primavera, ver las flores en verano, cosechar en el otoño y estar contento y feliz en invierno”. Aunque esto pueda parecer un deseo pequeño y simple, si rechaza la llamada del Señor, solo tendrán cargas duras y sucias esperándoles. Por eso, cuando nacen en este mundo, todos deben estar atados a algo. No importa si viven con sus seres queridos u otras personas, porque esto no cambiará su destino de llevar una carga.
Si es su destino inevitable llevar una carga en su vida, está claro como el día que estarían mejor llevando la carga preciosa del Señor. Serán glorificados si llevan las cargas del Señor. Aunque a veces pasen por momentos duros, el Señor cuidará de ustedes, porque están llevando Su carga. Les dará la habilidad, fuerza y sabiduría para vivir por el Señor, y cuidará de ustedes en todas las circunstancias. Pero, ¿qué ocurrirá si toman la carga de un hombre o de sus propios deseos en vez de la carga del Señor? Esta carga de codicia les pesará y un día les matará. Estas cargas, ya sean de codicia o el mundo o de sus seres queridos, les oprimirán y les estrangularán hasta matarles. ¿Qué harán entonces?
Cuando el Señor dice que quiere usarles, cuando les dice que se desaten y vayan a Él, deberán pensar por fe y decidir por fe. Deben darle la respuesta correcta diciendo: “Señor, como estoy destinado a llevar cargas toda mi vida, voy a llevar Tu carga”. De esta manera, debemos hacer el juicio y tener la fe correcta. Si no tienen un juicio correcto, su vida se arruinará. Como nosotros somos asnos, ¿no estaremos contentos solo cuando carguemos con el Señor a nuestras espaldas? Yo también solía llevar la carga del hombre en el pasado. Les voy a contar un episodio de cuando iba al seminario. Un día, cuando volvía de la escuela, vi un tronco en la orilla de la playa. Al ver esto, pensé para mí mismo: “Sería genial poder llevarme ese tronco a casa y utilizarlo para calefacción”. Llevaba mi mochila en una mano y una bolsa de arroz en la otra. Así que puse la bolsa de arroz encima de mi cabeza, y llevé el tronco en la mano libre. En aquellos días mi casa tenía una chimenea de leña y por eso cuando vi el tronco mi primer pensamiento fue lo maravilloso que sería llevarme el tronco a casa para utilizarlo para calentarnos.
Mientras iba hacia casa con la mochila en una mano y el tronco en la otra, y la bolsa de arroz en mi cabeza, los vecinos se rieron de mí. Pero no me importaba; todo lo que quería era llevármelo todo a casa sin tirar nada. Mi único deseo era cuidar de mi familia, proteger a mis seres queridos y darles lo que necesitaban, ya que servir a mis padres y a mi familia era servirme a mí mismo. Cuando ellos estaban contentos, yo también lo estaba.
Sin embargo, ahora que pienso en esto, esta felicidad no duró mucho. Era efímera y desparecía pronto, de la misma manera en que la calefacción solo emite calor durante unas horas y después se enfría. Lo que quiero decir es que después de tener que trabajar todo el día para un calor que dura poco es exactamente de lo que se trata llevar la carga del mundo.
En aquel entonces había memorizado los Cinco Puntos del Calvinismo y por eso mis sermones se basaban en ellos. Sin embargo, estos sermones eran incapaces de salvar a nadie y dejaban a mi congregación con sus pecados aunque dijesen creer en Jesús todos los días. Además, en mi denominación, cuanto más se había sido cristiano, más pecados se tenían, y este pecador era muy respetado. Cuando oraba ante la congregación: “Señor, somos pecadores. Cuado llames a los pecadores, llámanos a nosotros. Este pecador ha orado en el nombre de Jesucristo” y todos respondían amén.
Ante Dios, todos nosotros tomamos decisiones individuales sobre qué vamos a llevar como asnos. Los que son sabios ya han tomado la decisión, pero los que son lentos e insensatos no han entendido la Palabra de Dios todavía y están pensando y diciendo otra cosa. Para hacerles entender el mensaje, tendría que hablarles durante dos o tres horas más. Solo entonces se darían cuanta de lo que estoy intentando decir y entenderían el mensaje de hoy diciendo: “¡Ah! Este mensaje está dirigido a mí”.
Mis queridos hermanos, como todos nacimos con el destino de un asno, debemos llevar la carga justa del Señor en vez de la carga del mundo. Como no hay nada que podamos hacer para cambiarlo, debemos vivir una vida feliz con el Señor. Si no quieren llevar la carga del Señor, no tendrán otro remedio que llevar desechos. Estoy lleno de seguridad y de esperanza para que todos ustedes escuchen la lección del pasaje de las Escrituras de hoy y se conviertan en asnos glorificados que lleven la carga del Señor. El Señor les está diciendo ahora: “Líbrense de sus pecados por fe, vengan a Mí y lleven Mi carga, porque a través de Mi agua y sangre he quitado todos sus pecados y debilidades que se encuentran en sus corazones”.
Si el Señor dice que les librará del mundo para utilizarles, todo lo que tienen que hacer es decir que sí. Les pido que, ante todo, todo lo que tienen que hacer es creer en el Evangelio del agua y el Espíritu, recibir la remisión de los pecados en sus corazones y participar en esta obra de predicar el Evangelio por todo el mundo por el Señor.
Crean que esto hará que sus vidas estén más benditas. Le doy gracias al Señor por llamarnos y utilizarnos para Su obra preciosa. Y espero y oro por que nuestro Señor nos llame sin excepción y hagan posible ser utilizados por esta preciosa obra del Señor.